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En el libro del Apocalipsis se mencionan dos
mujeres, una de ellas es la gran ramera, a la cual también se le
conoce como “Babilonia la grande”. La
otra mujer es la desposada, y también
es conocida como “la ciudad Santa de Jerusalén”. Al final de los tiempos la primera
será quemada con fuego (Apocalipsis 18:16-18), mientras que la
segunda será cubierta de la gloria
de Dios (Apocalipsis 21:10-11). Dos mujeres, dos ciudades, dos finales
totalmente distintos ¿Quiénes son o que simbolizan esas mujeres?
LA GRAN
RAMERA
Apocalipsis 17:4 Y la mujer estaba vestida de púrpura y
escarlata, y adornada de oro de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la
mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su
fornicación;
Podemos ver que la ramera viste de color púrpura y escarlata, colores que
usaban los césares romanos en su vestimenta, lo que simboliza a los reyes.
Recordemos que los romanos, en son de burla, le pusieron un manto púrpura a
Jesús antes de crucificarlo, porque Jesús decía ser el Rey de los Judíos (Juan 19:2, Marcos 15:7). Además, la
mujer tiene un cáliz de oro en su
mano, en alusión a la copa o cáliz que Jesús usó para sellar el nuevo pacto.
Ambas cosas, la vestidura púrpura y el
cáliz nos dicen de manera inequívoca, que se trata de “una religión” que dice ocupar el lugar de Jesús o aparenta representar a Jesús en la tierra.
Lo malo es que el cáliz no contiene la preciosa
sangre de Jesús, sino que está lleno de “abominaciones y de inmundicias”. Lo que
es abominable o inmundo es aquello que no es puro sino que está mezclado o
falsificado. Esas abominaciones e inmundicias son la idolatrías y engaños de la religión; lo sabemos porque dice que la
fuente de ellas es su fornicación espiritual.
Apocalipsis
17:5 y en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA
MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA.
La ramera tiene escrito un nombre en la frente
que dice: “Babilonia la grande, la madre
de las rameras y de las abominaciones de la tierra”. Tanto en Isaías
1:21, como en Ezequiel 23:37, o en
todo el capítulo 16 de Ezequiel,
además de otros pasajes de la Biblia, se usan las palabras fornicación y de adulterio, para referirse a la idolatría y a la traición al único Dios verdadero. Esto quiere decir que la mujer
dice amar al único Dios verdadero, se etiqueta con el título de “cristiana”, pero tiene otros dioses. Si la mujer no
proclamase que ama al único Dios verdadero, que n o es cristiana, no sería traidora sino opositora a Dios y a
Cristo. El hecho de que Dios la
llame ramera es porque la mujer dice
amarlo, dice amar a su hijo pero los
traiciona.
La mujer tiene varios amores espirituales y no solamente uno. Dios le ha dicho “no
tendrás otros dioses delante de mí, ni te harás imagen, ni ninguna semejanza de
lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo
de la tierra, no te inclinarás a ellas, ni las honrarás” (Éxodo 20:3-4); pero esa mujer pasa por
alto ese mandamiento y tiene otros dioses a los cuales les hace imágenes, se
inclina ante ellas y les da honra. Es una
gran ramera porque son muchos los dioses con los cuales traiciona al único
Dios verdadero.
Pero no solamente es una gran ramera, sino que además
es la madre de las rameras, porque
de ella han surgido otras denominaciones
cristianas que también adulteran el evangelio de Cristo (Gálatas 1:7).
Se dice que su nombre es un misterio y el misterio es que la ramera tiene el
nombre de Babilonia en la frente, no porque sea la ciudad de Babilonia cuyas
ruinas se encuentran en Irak, sino porque
es una religión que simboliza lo que la
Babilonia o Babel antigua fue, en sentido espiritual:
Génesis
11:3 Y se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego.
Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla.
11:4 Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide
llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz
de toda la tierra. 11:5 Y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que
edificaban los hijos de los hombres.
Note usted que los
habitantes de Babel construyeron la torre para llegar al cielo, usando los
ladrillos que ellos mismos hicieron. Mientras que la piedra es obra de Dios, el
ladrillo es obra de los hombres.
La
intención
de los que idearon la construcción de la torre de Babel, era llegar al cielo y “hacerse un nombre” por esa hazaña. Eso
es lo que enseñan las religiones, que debes dar testimonio de tu
comportamiento, que debes obtener el cielo por tus méritos. Mientras que la
palabra de Dios enseña que nadie puede
alcanzar el cielo por sus méritos, sino todo lo contrario.
Romanos
9:31 mas Israel, que iba tras una ley de justicia, no la alcanzó. 9:32 ¿Por
qué? Porque iban tras ella no por fe, sino como por obras de la ley, pues
tropezaron en la piedra de tropiezo.
La escritura nos revela que Israel no alcanzó la
justicia, porque iban tras esa justicia por sus obras o méritos y tropezaron
con la piedra de tropiezo que es Cristo. ¿Por qué una piedra de tropiezo?
Porque solamente a través de la fe en él es que podemos ser justificados, no
por otra cosa.
Efesios
2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros,
pues es don de Dios; 2:9 no por obras, para que nadie se gloríe.
La justicia la alcanzamos por gracia y la gracia
es un regalo de Dios. No es algo que podemos lograr ni comprar. No es por obras
para que nadie se gloríe.
Dios no
quiere que nadie se haga un nombre, y acabará con todo aquel que quiera hacerse un nombre, porque ese es el principio
babilónico.
Las religiones como los testigos de Jehová, el
Budaísmo o el Islamismo, como muchas otras, se especializan en glorificar a las
personas, se especializan en hacer
nombres, por eso es que existe la adoración para Buda, para Mahoma y para
tantos otros.
El catolicismo romano va más allá, esa religión le da gloria al hombre por sus obras y una
vez muertos los convierte en santos a los que hay que venerar, ese es el principio babilónico.
Además, el catolicismo presenta a su “papa” como el vicario de Cristo y las personas se mueren por tocarlo, como si en
realidad fuera un dios.
Otras denominaciones evangélicas no se quedan
atrás. Ellas presentan en sus púlpitos a personas inmaculadas, con los títulos
de “apóstoles”, títulos que según ellos,
“se los ganaron por sus obras”. Todos
ellos libres de pecado, a los que hay que sujetarse e imitar.
Babel, palabra de la cual se
deriva Babilonia, significa confusión,
pues fue allí donde Dios confundió las lenguas. Esta ciudad tiene una historia
descifrada en miles de tablillas cuneiformes. En dichos materiales que fueron
encontrados y analizados por expertos, se dice que Semiramis, la mujer de Nimrod (el primer rey de la tierra), era
sacerdotisa de la religión mistérica, llena de arcanos y secretos religiosos o
sagrados que formaban parte del culto a los dioses paganos. Según la leyenda,
ella concibió milagrosamente y dio a luz a Tammuz,
al que tuvieron por salvador en Babilonia, un mesías falso. Fue así como
surgieron las estatuas o imágenes de Semiramis con su hijo Tammuz en sus
brazos. Según esa leyenda Tammuz fue
muerto y resucitado, una historia falsa de un falso mesías. Así como Tammus es el
mesías, Semiramis era la reina del cielo.
En Ezequiel
8:14 se pone de manifiesto la molestia de Dios porque las mujeres alababan
a Tammus y en Jeremías 44:17 y 19:25
porque adoraban a la falsa reina del cielo.
Apocalipsis
7:1 Vino entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló
conmigo diciéndome: Ven acá, y te mostraré la sentencia contra la gran ramera,
la que está sentada sobre muchas aguas;
La ramera que va a ser sentenciada y quemada, está
sentada sobre muchas aguas (Apocalipsis 17:1) y las aguas
representan pueblos, muchedumbres,
naciones y lenguas (Apocalipsis
17:15), lo que nos indica que esta religión no es lugareña, sino que es una
religión mundial.
Y no es la religión musulmana, no es la religión judía, no es la religión budista ni ninguna otra religión
pagana, porque usa el manto de Cristo
y esto la identifica como cristiana.
Esta religión es babilónica, no solamente porque
enseña a que el hombre se salve por
méritos propios, sino porque también enseña a adorar otros dioses además del dios verdadero, es una religión de
confusión.
Apocalipsis 17:2 con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los moradores
de la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación
Todos los reyes de la tierra y sus moradores se
han embriagado con el vino de su fornicación, en otras palabras han bebido sus enseñanzas y las han
hecho propias. Casi no existe un lugar en el mundo en donde la religión no haya
llevado sus falsas enseñanzas.
LA
DESPOSADA
Apocalipsis
21:9 dice: Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete
copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá,
yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero. 21:10 Y me llevó en el
Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de
Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios
La desposada no es ninguna religión, la
desposada es la iglesia de Cristo,
es la esposa del Cordero. Apocalipsis 21:9 dice:
Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas
de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te
mostraré la desposada, la esposa del Cordero. 21:10 Y me llevó en el Espíritu a
un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que
descendía del cielo, de Dios
Jesús no
edificó ninguna religión. Jesús edificó su iglesia (Mateo 16:18) la cual está compuesta por todos los hombres de la tierra que creen en Cristo y se Bautizan (Marcos 16:16, Hechos 2:38).
Cuando el
apóstol Pedro predicó por primera vez,
ese día creyeron y se bautizaron como
tres mil personas. Todas ellas fueron
añadidas a la iglesia (Hechos 2:41).
Desdichadamente, millones de creyentes en el
mundo, confunden la religión con la
iglesia de Cristo e incluso confunden la iglesia con un templo o edificio
religioso. Creen que la religión y la iglesia son lo mismo, pero la religión nunca será iglesia ni la
iglesia será nunca religión.
Mientras que la religión es adúltera,
abominable y pecadora, la iglesia es
santa, gloriosa, no tiene mancha ni arruga ni cosa semejante (Efesios 5:27).
Yo en lo personal, he sido criticado fuertemente
porque he manifestado públicamente, que no soy de ninguna religión o
denominación religiosa, y se supone según los malentendidos, que debo
pertenecer a alguna denominación.
Yo soy cristiano y pertenezco a la iglesia de Cristo, no tengo ni debo pertenecer a
ninguna denominación o religión. Usted tampoco debe hacerlo, porque toda religión o denominación religiosa tiene una
mezcla de la palabra de Dios con la palabra del hombre. En muchas de ellas
inclusive, prevalece la palabra del hombre sobre la palabra de Dios.
Lo que divide a una denominación de otra, es el
pensamiento humano que hay en ellas. Si todas las denominaciones eliminaran lo
que viene del hombre y se apegaran a la palabra de Dios, entonces no habría
ninguna diferencia entre ellas.
Mis críticos no entienden que las religiones y las denominaciones religiosas, son paralelas a la iglesia y nunca se juntan. Son dos mujeres diferentes y no puedes
estar casado con las dos. Si amas a una no puedes amar a la otra. Yo pertenezco
a la iglesia y por lo tanto no puedo pertenecer a la religión. En la iglesia no hay lugar para la religión.
Apocalipsis
21 dice
que la desposada desciende del cielo
porque tiene su origen en el cielo.
La iglesia tiene su origen en Cristo.
La iglesia es celestial.
La
religión,
sea la que sea, tiene su origen en el
hombre. Apocalipsis 17 nos deja
claro que el origen de la ramera no es el cielo sino la tierra. Juan fue
llevado al desierto para ver a la ramera porque ella vive sobre una tierra infértil, que no produce vida.
La desposada
es espiritual, es celestial, mientras que la ramera es terrenal y completamente humana. La ramera está
construida sobre la ladrillos, mientras que la desposada está construida sobre
piedra y esa piedra es Cristo mismo
(Efesios 2:20).
La religión
católica sigue las enseñanzas de los papas y fue fundada por Constantino.
La religión musulmana las enseñanzas
de Mahoma. Los mormones siguen las enseñanzas de Joseph Smith. La religión budista
sigue las enseñanzas de Buda. Las
denominaciones evangélicas siguen las enseñanzas de cada uno de sus fundadores, todos ellos hombres, todos ellos
ladrillos.
En cambio, la
iglesia de Cristo sigue las
enseñanzas del Señor Jesús. Buda no resucitó, Joseph Smith tampoco, Mahoma
tampoco, ningún papa ni ningún evangelista que haya fundado una denominación ha
resucitado. El único que ha resucitado de entre los muertos es nuestro Señor
Jesús, la piedra viva.
Para ser de parte de cualquier religión no
necesitas ningún requisito especial. Solamente creer en las enseñanzas de sus
fundadores. Cualquiera puede ser católico, evangélico, budista o mormón.
Pero, para poder ser parte de la iglesia de
Cristo, no solamente debes creer en el
evangelio de Cristo, sino que debes renunciar a tu vida y ser sepultado con Cristo, (Romanos 6:3.5). Debes renunciar a tu morada terrenal para
obtener una morada celestial. Debes darle muerte a tu hombre natural y tener un
nacimiento espiritual (Juan 3:3-5) a
través del bautismo en agua (Hechos 2:38).
Cuanto te haces católico, evangélico o musulmán,
nada cambia en ti, no hay milagro alguno, tus pecados no son perdonados. Sigues siendo la misma criatura
terrenal.
Pero cuando crees en el evangelio de Cristo y te
bautizas (Marcos 16:16), pasas a
formar parte no solamente de la iglesia de Cristo, sino del cuerpo de Cristo (Efesios 4:12). Pasas a ser una sola
carne con Cristo (Efesios 5:31-32).
Te conviertes en una nueva criatura (2
Corintios 5:17), ya no terrenal sino celestial. Te conviertes en un hijo de Dios; tus pecados pasados y futuros son perdonados
y el Espíritu Santo viene a morar a tu espíritu (Hechos 2:38) para cambiar tu vida totalmente; eso sí es un milagro.
Apocalipsis
18:7 Cuanto ella se ha glorificado y ha vivido en deleites, tanto dadle de
tormento y llanto; porque dice en su corazón: Yo estoy sentada como reina, y no
soy viuda, y no veré llanto; 18:8 por lo cual en un solo día vendrán sus
plagas; muerte, llanto y hambre, y será quemada con fuego; porque poderoso es
Dios el Señor, que la juzga.
En el libro de Apocalipsis se nos revela el corazón de la religión. Ella no se
siente viuda y no ve llanto. No tiene un esposo que se haya sacrificado y
muerto por ella. Ella cree que se ganó
su salvación. No le debe nada a nadie y usa los recursos que obtiene a
través de sus mentiras para sus deleites.
Las religiones han obtenido riquezas y no los
comparten con los más necesitados. Por el contrario, explotan a los fieles con
la mentira de “los pactos económicos con Dios” y “del diezmo” para enriquecerse más.
LA ORDEN
DIVINA
Apocalipsis
18:4 Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no
seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas; 18:5 porque
sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades.
La palabra de Dios nos ordena salir de la gran
ramera o de sus hijas, para que no seamos parte de sus pecados ni recibamos
parte de su castigo, no es algo opcional,
es una orden.
Si quieres salvarte, debes despojarte de todo
fanatismo religioso, debes despojarte de todo prejuicio religioso e iniciar una
nueva vida fuera de la religión.
Los creyentes deben aprender, desde las
profundidades de su espíritu, a separarse de la Babilonia a la cual pertenecen
y a juzgar todas sus acciones. Si hacen eso, no serán condenados juntamente con
ella.
Babilonia empezó con la torre de Babel y día
tras día, se engrandece. Pero al final Dios la juzgará y será quemada. Si te
quedas en ella, lo que te espera es el lago de fuego que arde con azufre (Apocalipsis 20:14-15).
Si sales de ella y te fundamentas exclusivamente
en la palabra de Dios, entonces serás glorificado con la desposada y morarás y
vivirás con Dios (Apocalipsis 21:2-3).
No hay término medio, Jesús vomita los tibios. O
eres parte de la gran ramera o eres parte de la desposada. ¿Iglesia o religión?
En tus manos está tu destino, tú decides.
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