martes, 10 de mayo de 2016

Y A PEDRO

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El evangelio de Marcos registra que tres días después de la muerte de Jesús, María Magdalena y María la madre de Jacobo y de Salomé, fueron a visitar su tumba con especies aromáticas para ungirlo. Pero cuando llegaron, la tumba estaba vacía y lo que encontraron fue un ángel que les dijo: “id, decid a sus discípulos y a Pedro que él va delante de vosotros a Galilea. Allí le veréis como os dijo: No os asustéis; buscáis a Jesús nazareno, el que fue crucificado; ha resucitado, no está aquí; mirad el lugar en donde le pusieron. Pero id, decid a sus discípulos, y a Pedro, que él va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis, como os dijo” (Marcos 16:1-7) ¿Por qué el ángel les dijo que le avisaran a todos los discípulos en general y a Pedro en particular? ¿Por qué ese énfasis en Pedro? Veamos los antecedentes:

Lucas 22:54 Y prendiéndole, le llevaron, y le condujeron a casa del sumo sacerdote. Y Pedro le seguía de lejos. 22:55 Y habiendo ellos encendido fuego en medio del patio, se sentaron alrededor; y Pedro se sentó también entre ellos. 22:56 Pero una criada, al verle sentado al fuego, se fijó en él, y dijo: También éste estaba con él. 22:57 Pero él lo negó, diciendo: Mujer, no lo conozco. 22:58 Un poco después, viéndole otro, dijo: Tú también eres de ellos. Y Pedro dijo: Hombre, no lo soy. 22:59 Como una hora después, otro afirmaba, diciendo: Verdaderamente también éste estaba con él, porque es galileo. 22:60 Y Pedro dijo: Hombre, no sé lo que dices. Y en seguida, mientras él todavía hablaba, el gallo cantó. 22:61 Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor, que le había dicho: Antes que el gallo    cante,    me   negarás tres veces. 22:62 Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente.

Tres días antes, habían prendido a Jesús y lo llevaron a la casa del sumo sacerdote para acusarlo. Pedro lo siguió y fue reconocido en tres ocasiones por tres personas como seguidor de Jesús, pero Pedro negó conocerlo en esas tres ocasiones.
Lo peor de todo es que Jesús lo escuchó mientras lo negaba y se volteó a verlo. Podemos imaginar que en ese momento, Pedro se sintió el peor de los amigos y tan traidor como Judas. Entonces salió afuera, adonde Jesús no lo viera y lloró amargamente. Póngase en el lugar de Pedro por un momento y sienta lo que Pedro sintió.

Lucas 12:8 Os digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará delante de los ángeles de Dios; 12:9 mas el que me negare delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios.

Además de sentirse un mal amigo, de sentirse un traidor, Pedro debió recordar que Jesús había dicho que negaría delante de los ángeles de Dios a todo aquel que lo negase delante de los hombres.
Pedro debió sentirse desechado por Jesús, estaba desconsolado porque Jesús había confiado en él, le había dado las llaves del reino y en la primera, él había fallado y traicionado al maestro. Pedro debió pensar que  ya nunca volvería a estar en la presencia del Señor.
Ahora, quiero preguntarte querido lector: ¿Alguna vez has negado al Señor? Es posible que me digas que no, que nunca lo has hecho, no de manera directa, pero quizás sí lo has hecho muchas veces de manera indirecta.  
Piensa si en alguna ocasión, debiste hablar del evangelio, pero callaste  por temor a perder las amistades o para que no te señalen de pandereta. Cuando callaste, en ese momento negaste al Señor.
Tal vez compartes todas las tonteras que ponen en las redes sociales, pero no te atreves a compartir los mensajes acerca del evangelio de Cristo. Cuando no compartes, estás negando a Cristo.  Si eso ha sucedido en tu vida, al igual que Pedro,  traicionaste a tu Señor.
No solamente eso, cuando caemos una y otra vez en un pecado, en ese momento nos sentimos que no merecemos el amor de Dios ni el de Cristo y nos cuesta orar, nos cuesta comunicarnos con Dios.

2 Corintios 5:14 Porque el amor de Cristo nos  constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; 5:15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.

¿Cuántas veces te has sentido constreñido porque no estás viviendo para aquel que murió por ti? Esas veces que te has sentido constreñido, debes haber sentido que él dio su vida por  ti y tú no eres capaz de hacer  nada para él, en esas ocasiones te debes haber sentido tan traidor como Pedro. Pero si le pasó a Pedro, te va a pasar a ti y nos va a pasar a todos los creyentes en general.

LA BUENA NOTICIA

La buena noticia es que el Señor resucitó y le dejó un mensaje al traidor de  Pedro; el mensaje no decía Jesús que estaba resentido, que no quería verlo, sino todo lo contrario, que lo esperaba en Galilea.
El mensaje no fue para Juan, el amigo fiel, el que estuvo a sus pies hasta el final y a quien Jesús le encomendó su madre. ¿Por qué? Porque el que necesitaba consuelo, el que necesitaba perdón no era Juan, el que necesitaba todo el consuelo y el perdón era Pedro, por eso el mensaje era para él.
Jesús no menciono a otro en particular, sino a aquel que lo había negado, como si fuese el único de quién se acordaba. El ángel dijo: “Y a Pedro”.
Ese mensaje tiene que haber sido la música más agradable del mundo para los oídos de Pedro y la más maravillosa buena nueva que jamás había recibido.
Si el Señor les hubiese pedido a las mujeres que solamente les hablasen a los discípulos en general, Pedro habría pensado que habría dejado de ser su discípulo, pero el Señor dijo: “Y a Pedro”. El Señor dejó claro que Pedro no había sido desechado, sino que seguía siendo su amigo y lo esperaba en Galilea.
Este era un Pedro que había caído, un Pedro que había pecado, un Pedro que había negado al Señor. Sin embargo, el Señor le mandó a decir que lo vería en Galilea, este es el Evangelio, esta es la gracia.
Si usted se siente desanimado porque de alguna manera ha negado al Señor, porque de alguna forma le ha fallado al Señor, porque ha pecado una y otra vez después de que Jesús dio su sangre por usted, para usted es esta palabra:

Romanos 8:33 ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.8:34 ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también  intercede por nosotros.

Jesús no te acusa, Jesús te justifica, Jesús no te condena, él murió y resucitó para interceder por ti. El pagó el precio de tu pecado y se ha adelantado, pero está esperando por ti con los brazos abiertos.
Aunque usted esté desanimado, el Señor jamás estará desanimado. A pesar de que usted peque y esté perturbado, debe recordar que ya fue perdonado. Que Jesús no solamente es tu amigo, sino que es tu hermano.

Hebreos 10:17 añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.

¿Por qué insiste tanto en recordar sus pecados si el señor los ha olvidado. Nuestro Señor Jesús padece de amnesia espiritual.

Mateo 26:31 Entonces Jesús les dijo: Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas.  26:32 Pero después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea. 26:33 Respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré. 26:34 Jesús le dijo: De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces. 26:35 Pedro le dijo: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo.

Aunque todos se escandalicen, yo no lo haré, aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré”, había dicho Pedro. Y el Señor le dijo: “Lo harás tres veces”.
Cuántas veces, al igual que Pedro, hemos dicho, que estamos dispuestos a morir por Cristo, que nunca nos vamos a escandalizar de él y sin embargo ante el temor de perder un amigo o de ser señalado como pandereta, negamos nuestra fe o callamos. Deberíamos afinar los oídos para oír al gallo cantar.

Mateo 26:36 Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro. 26:37 Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera. 26:38 Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo 26:39 Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino  como tú.26:40 Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? 26:41 Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. Lucas  12:43  Y  se  le  apareció  un  ángel  del  cielo  para fortalecerle. 22:44 Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.

El Señor quería que  los apóstoles velaran con él. El Señor Tenía una angustia tan grande que les pidió a Pedro y a los hijos de Zebedeo que oraran con él, pero ellos no le dieron importancia y se durmieron, dejaron a Jesús solo en su angustia; angustia que era tan grande que un ángel llegó a fortalecerlo; angustia que era tan grande que sus vasos capilares se rompieron y Jesús comenzó a sudar gotas de sangre.

Jesús les dijo: “Velad y orad, para que no entréis en tentación, el espíritu puede estar dispuesto pero la carne es débil”.
Los discípulos no oraron y el diablo los hizo caer, todos huyeron y Pedro terminó negando a Jesús tres veces.
Al igual que ellos,  sino anticipamos al diablo, pidiendo en oración ayuda para no caer en la tentación, caeremos una y otra vez, porque la carne es débil.
Pero te quiero repetir las buenas noticias: el Señor resucitó y dijo que le avisaran al que más le había fallado: a Pedro. Hoy está dejando el mismo recado para Adrián, para Walter, para Kris, para Grace, para Carol, para para ti y para mí, para todos.
Jesús le envía un mensaje al que más haya fallado, para recordarle que él pagó por esos fallos y lo espera en Galilea.
El Espíritu Santo dejó escritas esas palabras, para que entendamos que aunque neguemos a Jesús, que aunque le fallemos una y otra vez, que aunque pequemos, él siempre está dispuesto para nosotros.

Mateo  18:20  Porque  donde  están  dos  o  tres  congregados  en     mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.

Cuando nos reunimos en el nombre de Jesús, él está allí con nosotros dispuesto a escucharnos, dispuesto a sanarnos el alma y el cuerpo, sin acordarse jamás de nuestros yerros.
El Señor no quiere santos, él sabe que la carne es débil, lo que quiere es personas que tengan un espíritu dispuesto, que tengan un corazón conforme a su corazón como el corazón de David.
Solo considere que por amor a usted y a mí, Jesús fue voluntariamente a la   cruz. ¿Cree usted que él dejará de amarnos porque fallamos, porque tropezamos, porque callamos. Claro que no. Para usted y para mí, es muy fácil no amarlo, pero, Jesús nunca dejará de amarnos porque él es amor.
Pedro estaba deprimido, desbastado y se sentía desechado por el Señor, pero el Señor no se olvidó de él, sino que lo mandó llamar.
Si usted no tiene fuerzas o se siente avergonzado para ir delante de Señor, entonces sólo crea que en su palabra, solo recuerde que el dejo escrito, que no se acordará de su pecado, sino que lo  está esperando en su Reino.
Cuando le falles al Señor, no te desanimes, sino que recuerda que él dijo: “y a Pedro”. Quita el nombre Pedro y pon tu nombre. “Y a pedro” también significa “Y a usted”.
Entiende que el Señor tiene una cita contigo, que Él te espera en Galilea, que él no abandonó a Pedro y tampoco e abandonará a ti. Si usted viese el corazón del Señor, no haría nada sino correr hacia donde él te está esperando.




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