Descargar pdf
Un grupo de cristianos
estaban reunidos en una casa discutiendo el estado de la iglesia. De pronto uno
de ellos dijo ¿Cómo podemos hacer que los cristianos crean ¿Crean qué? ¿Crean
en Jesús? La pregunta es totalmente válida porque la mayoría de cristianos
creen que Jesús existió pero no creen en Jesús ¿Qué estoy
diciendo? Que millones de creyentes ponen los ojos en los pastores, en los
curas, en los obispos, en los santos, en la virgen, en los ángeles, en las
tradiciones, en las religiones, pero no ponen los ojos en Jesús, que es donde
deberían ponerlos ¿Qué es poner los ojos? Es poner su confianza, es depositar
su fe en él.
Dice la
escritura que Jesús es el autor y consumador de la fe (Hebreos 12:2). Que sea el autor
significa que de él procede la fe, por lo tanto debemos de quitar los ojos de
las circunstancias, de los hombres, de los santos, de los pastores, de los
curas, de las tradiciones, de las religiones, de las vírgenes y poner los ojos
en Jesús, debemos depositar toda nuestra confianza únicamente en Jesús.
Que sea el consumador de la fe significa que Jesús es el único que cumple la fe, autorizado por el Padre,
lógicamente. Por eso Jesús dijo: “Todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre,
lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi
nombre, yo lo haré” (Juan 14:13-14).
El que hace los milagros es Jesús, no es ningún santo, no es ninguna virgen, no
es ningún pastor, es Jesús, con el poder del Espíritu Santo, el que nos da lo
que pedimos.
La carta a los
hebreos fue escrita para esos creyentes que no creen en Jesús, fue escrita para
esos creyentes cuyo objetivo de su fe no es Jesús. Allí se compara a Jesús con los objetivos de
esos creyentes y se concluye que cada una de esos objetivos
son insuficientes y equivocados, que el único objetivo verdadero y suficiente de nuestra fe es Jesús.
Hebreos 1:1 Dios, habiendo
hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los
profetas, 1:2 en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien
constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; 1:3 el
cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y
quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder…
La carta se inicia comparando
a Jesús con los profetas del antiguo testamento. Isaías, Ezequiel, Daniel, Oseas, Habacuc,
todos ellos nombres sumamente importantes, Dios habló por medio de ellos en el pasado, pero en estos últimos días nos ha hablado por su Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.
Los profetas, eran grandes
hombres de Dios, pero solamente eso, no pueden ni remotamente compararse
con Jesucristo, sin embargo
muchos los veían como dioses, al igual que hoy en día muchos ven como dioses a
los apóstoles y a los santos católicos.
Después de todo, los profetas no eran más que portavoces, pero Jesús
no es cualquier portavoz, él es el Hijo
de Dios, por quien se hizo el universo y él lo sostiene mediante el poder de su palabra. ¿Cómo puede un profeta compararse
con alguien así?
Hace poco leí que con el
pulverizador de átomos, los
científicos encontraron una complejidad con la cual nunca soñaron, encontraron muchas
partículas desconocidas hasta entonces. Y lo que más le asombró es que hay “alguna fuerza extraña”, algo así como “un pegamento cósmico” que lo mantiene
todo unido.
Para los científicos es
un gran misterio, y no saben qué nombre darle a esa fuerza extraña. Si leyeran
la carta a los Hebreos se darían cuenta que
la fuerza que sustenta todas las cosas y que mantiene unido todo el
universo no es extraña y tiene nombre, su nombre es Jesús ¿No es fascinante?
Jesús sostiene el universo con el poder de su palabra.
Todas las fuerzas y poderes en el universo están
sostenidos por Jesús, Él está a cargo de todo.
Eso significa que no sólo controla
todas las fuerzas físicas del planeta y del universo, sino que controla todos
los acontecimientos que ocurren en él.
Juan 1:3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que
ha sido hecho, fue hecho.
Todas las cosas fueron
hechas por él, para él y sin él nada se habría hecho. Una poderosa mano ha
estado dando forma al destino de las naciones y de los individuos, siempre
hemos estado en el poder de aquel que sostiene el universo por el poder de su
Palabra.
El diablo ha estado por
siempre intentado que la voluntad de Dios no se cumpla, él ha estado
manipulando al mundo, por eso su hijo
Jesús vino a deshacer las obras del diablo (1 Juan3:8).
Hay un
instrumento mediante el cual podemos hacer que la mano de Dios se active a
nuestro favor, ese instrumento es la fe.
Sin embargo, muchos creyentes se confunden y dicen: "Si solo tuviese
suficiente fe, podría hacer tal y tal cosa, y esto y lo otro”, como si la fe fuese un producto que se vendiese por kilos.
La cantidad de fe poco importa, "si tenéis fe como un grano de mostaza moveréis montañas” dijo Jesús (Mateo 17:20),
lo que importa es el objetivo de nuestra
fe y ese objetivo debe ser el propio Jesús, como ya lo dijimos.
Habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por
medio de sí mismo, Jesús se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas (Hebreos 1:3).
Ningún profeta pudo
lograr la purificación de nuestros pecados. Ningún profeta ni santo católico
está sentado a la diestra de la Majestad en las alturas, ni siquiera María ni
José ¿Cómo poner la fe en ellos?
Ningún apóstol, ningún
profeta, ni siquiera María ha resucitado, solamente Jesús. Sin embargo muchos depositan
su fe en los santos católicos que no han resucitado y que no pueden hacer nada
por ellos.
Ningún profeta, ningún santo
católico, ni siquiera la virgen María pueden sostener el universo, por lo
tanto, no tienen el poder de hacer milagros y ni siquiera de interceder ante
Dios porque el único intermediario entre Dios y los hombres es Jesucristo (1 Timoteo 2:5).
Hebreos 1:4 hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más
excelente nombre que ellos. Hebreos 1:5 Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios
jamás: Mi Hijo eres tú, Yo te he engendrado hoy, y otra vez: Yo seré a él
Padre, Y él me será a mí hijo?
En el mundo griego,
en el que se encontraba la iglesia del Nuevo Testamento, los ángeles eran
objetivos de fe. La mayoría de los dioses y diosas griegas, como Venus, Mercurio
y otros, eran considerados como ángeles por los griegos.
Sabían que no eran el Dios supremo, pero eran considerados como una especie de semidioses, les daban culto como tales y
depositaban su fe en ellos.
Esto sigue sucediendo en
la actualidad, muchos creyentes insisten en pedirles a los ángeles y algunos
los veneran como dioses. El escritor del
libro a los Hebreos pregunta ¿A cuál de los ángeles dijo Dios jamás: mi Hijo eres tú?
Dios jamás le dijo nada parecido a los ángeles, más bien cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice: Adórenle
todos los ángeles de Dios…, ciertamente
de los ángeles dice: El que hace a sus ángeles espíritus, Y a sus ministros
llama de fuego. Mas del Hijo dice: Tu
trono, oh Dios, por el siglo del siglo; Cetro de equidad es el cetro de tu
reino (Hebreos 1:6-7).
Solamente hay dos tronos
en el cielo, uno lo ocupa el Padre y el otro lo ocupa Jesús ¿Cómo podemos ser
tan ingenuos y pedirle a los ángeles? Ellos no mueven un dedo si no los
autoriza el que está en el trono. Ellos mismos lo adoran y son unos simples espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán
herederos de la salvación? (verso 14)
Hebreos 2:2 Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue
firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, 2:3 ¿cómo
escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual,
habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los
que oyeron,
“¿Cómo escaparemos si descuidamos una salvación
tan grande?” Si cambias tu mirada y la quitas
de Jesús para ponerla en un ángel, en un santo, en una virgen, no podrás escapar del castigo divino. O, si
nunca has quitado tu mirada de los objetivos de fe religiosos, en lugar de
acercarte a la salvación, te has alejado de ella. La pregunta está en el aire: ¿Cómo
escaparemos si descuidamos la salvación tan grande que nos ofrece Jesús?
Colosenses 2:18 Nadie os prive de vuestro premio,
afectando humildad y culto a los ángeles, entremetiéndose en lo que no ha
visto, vanamente hinchado por su propia mente carnal.
En
Colosenses, se nos vuelve a hacer la misma advertencia. Que nadie se prive de
vuestro previo, humillándose ante los ángeles y dándoles culto.
Pongan
atención angeólogos, y no pasen por
alto esa advertencia, dejen de ser insensatos, pongan los ojos en Jesús, pongan
su fe en él para que no pierdan su
premio.
Darle
culto a los ángeles viene de una mente vanidosa e hinchada en la carnalidad, es
un invento humano, igual que el culto a los santos y a María.
Esto es también un mensaje para las sectas
como el mormonismo y como los testigos de Jehová que enseñan que
Jesús no era nada más que un ángel,
el mayor ángel creado. Le identifican con Miguel, el arcángel. Pero Hebreos derriba
totalmente esa teoría, dejando claro que Jesús
es el hijo de Dios, que no es un
ángel más. ¿A qué ángel dijo Dios jamás:
Tú eres mi Hijo?
Hebreos 2:8 Todo lo sujetaste bajo sus pies. Porque en cuanto le sujetó
todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él; pero todavía no vemos que
todas las cosas le sean sujetas. 2:9 Pero vemos a aquel que fue hecho un poco
menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del
padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por
todos.
Este pasaje resume
la historia de la humanidad. Dios nos creó para sujetarnos a Cristo, pero
todavía no vemos que todas las cosas nos sean sujetas. No podemos sujetarnos a
Jesús mientras nuestro objetivo de la fe no sea él.
No es extraño
que Romanos dice: “La creación fue
sujetada a vanidad” (Romanos 8:20),
y esa vanidad entorpece la vista espiritual.
Debemos
despojarnos de toda vanidad, para ver a Jesús coronado de gloria y de honra reinando
sobre el universo. Esa es nuestra esperanza y el objetivo de nuestra fe.
Jesús se hizo
menor que los ángeles, se vistió de
carne y sangre, entró a la raza humana para convertirse en parte de ella y
experimentó la muerte. “Probó la muerte
para cada hombre”, y al hacerlo tomó
nuestro lugar. Jesús ha venido para comenzar una nueva raza, una raza
celestial (1 Corintios 15:47-49), en
esa raza se incluye a Sí mismo y todos aquellos que le pertenecen, y para esa
raza hay una promesa, la promesa es que entrarán en toda la plenitud de Dios.
Hebreos 2:10 Convenía a aquel por cuya causa existen todas las cosas y
por quien todas las cosas subsisten que, habiendo de llevar muchos hijos a la
gloria, perfeccionara por medio de las aflicciones al autor de la salvación de
ellos.
¿No es que
Jesús era perfecto cuando vino? No era perfecto cuando fue tentado en el
desierto por Satanás? ¿No era perfecto cuando le dio a comer a cinco mil gentes
de tan solo dos pedazos de pan? ¿Por qué entonces dice que fue perfeccionado
por medio de las aflicciones?
Hay que
entender que hay dos perfecciones
involucradas. Jesús era perfecto en Su
Persona todo el tiempo, pero no
era perfecto en Su obra. Una persona
puede que sea perfecta en su físico, pero eso no implica que sea perfecta en la
obra a la que ha sido llamado.
Suponga que Jesús
hubiera venido al mundo como un adulto una semana antes de su muerte. Suponga que
hubiera venido un unes y el viernes le hubieran tomado y crucificado,
colgándole en la cruz, y que hubiera muerto, llevando sobre Sí los pecados del
mundo. ¿Hubiera sido un Salvador perfecto? Lo hubiera sido en el sentido de llevar
nuestra culpa, pero no hubiera sido perfecto en cuanto a llevar nuestra
enfermedad y nuestra debilidad. Nos hubiera hecho dignos para el cielo, pero
nunca nos hubiera hecho listos para la tierra.
En tal caso,
podríamos decir: “¿Cómo puede Dios
esperar que viva una vida perfecta? ¿Acaso ha estado en mi cuerpo? ¿Qué sabe Él
de mis presiones? Pero Jesús fue hecho
perfecto por medio de sus
aflicciones. Jesús sí vivió lo que nosotros vivimos, él experimentó tentaciones,
temor e incertidumbre. Si negamos esto, negamos su humanidad. Estas fueron las
tentaciones con las que se enfrentó, las presiones que aguantó. Como el experimentó nuestra humanidad, Él es
completamente uno con nosotros y capaz de “llevar
muchos hijos a la gloria”.
Hebreos 3:3 Porque de tanto mayor gloria que Moisés es estimado digno
éste, cuanto tiene mayor honra que la casa el que la hizo. 3:4 Porque toda casa
es hecha por alguno; pero el que hizo todas las cosas es Dios. 3:5 Y Moisés a
la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo
que se iba a decir; 3:6 pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos
nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la
esperanza.
Aquí se compara
a Jesús con Moisés, porque muchos veneraban a Moisés como un santo. Dice la
escritura que mayor gloria tiene Jesús que Moisés porque si bien Moisés fue
fiel en la casa de Dios, pero fue Dios el que hizo la casa y Jesús es su hijo.
Cuando se refiere
a la casa de Dios, se refiere a los hijos de Dios. La casa somos nosotros. Dios nunca tuvo la intención de morar en
ningún edificio; Él mora en el creyente. Esa fue la intención divina al crear
al hombre: que fuera el tabernáculo de Su morada.
1 Corintios 6:19 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu
Santo, el cual está en vosotros, el cual habéis recibido de Dios, y que no sois
vuestros?
El propósito de
Dios es habitar en tu cuerpo y hacer que tú seas la manifestación de Su vida,
la morada de todo lo que Él es.
Hebreos 4:14 Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los
cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. 4:15 Porque no
tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades,
sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. 4:16
Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar
misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.
En el último versículo
de este pasaje se resume todo lo que el pasaje quiere que entendamos: “acerquémonos al trono de la gracia”.
El trono nos habla de la
autoridad sobre el universo y la gracia nos habla de llegar a ese trono sin
merecimiento.
Podemos acercarnos al
trono de la gracia únicamente por Jesús, él es el sumo sacerdote, el único sacerdote para Dios, y él puede
compadecerse de nuestras debilidades porque él fue tentado en todo, pero sin
pecado.
No hay otro camino al trono del Padre sino únicamente a
través de Jesucristo porque él es el
único sacerdote, él es el único intermediario entre Dios y los hombres.
Las religiones insisten
en poner otros intermediarios, pero la palabra Dios nos dice claramente que
Jesús es el único sacerdote. No hay virgen ni santo católico, ni ángel, ni
profeta que sirva de intermediario ante Dios, el único es Jesús, él es el camino, la verdad y la vida.
Jesús es el que “traspasó los cielos”. En esta edad del
espacio, esta frase debería de llamarnos la atención. Jesús no sólo pasó a los
cielos, sino que los traspasó. Aunque
los astronautas viajaran a los planetas más lejanos de nuestro sistema solar,
todavía estarían en los cielos. Pero Jesús ha traspasado los cielos, ha pasado fuera de los límites del tiempo y
el espacio. Él está por encima, más allá, sobre todo; por lo tanto, no hay
límites para Su poder.
Pero, aunque el Señor
Jesús ha pasado a un sitio de poder supremo y no tiene absolutamente ningún
límite, Él también está tremendamente consciente de nuestros problemas. “No tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse
de nuestras debilidades”. Él ya ha pasado por todo el curso antes que
nosotros. Sin embargo, lo hizo sin ningún fracaso, sin pecar. “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono
de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno
socorro”, a través de Jesús, no podrás hacerlo a través de los ángeles ni
de ningún santo. No desvíes tu mirada para que puedas encontrar el reposo que
te espera en Jesús.
Hebreos 5:1 Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es
constituido a favor de los hombres en lo que a Dios se refiere, para que
presente ofrendas y sacrificios por los pecados; 5:2 para que se muestre
paciente con los ignorantes y extraviados, puesto que él también está rodeado
de debilidad; 5:3 y por causa de ella debe ofrecer por los pecados, tanto por
sí mismo como también por el pueblo. 5:4 Y nadie toma para sí esta honra, sino
el que es llamado por Dios, como lo fue Aarón. 5:5 Así tampoco Cristo se
glorificó a sí mismo haciéndose sumo sacerdote, sino el que le dijo: Tú eres mi
Hijo, Yo te he engendrado hoy. 5:6 Como también dice en otro lugar: Tú eres
sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec.
Los sacerdotes del viejo
testamento debían hacer sacrificios de animales para que Dios perdonará sus
pecados y de todo el pueblo. Ese perdón era temporal, cubría únicamente los
pecados pasados, por eso los sacerdotes debían entrar constantemente a hacer
sacrificios. La primera honra de ser el sumo sacerdote le correspondió a Aarón, a quien Dios escogió.
En el nuevo Testamento
solamente hay un sacerdote, aquel que entró una vez por siempre al lugar
santísimo para obtener eterna redención (Hebreos
9:12), es decir para perdonar no solamente los pecados pasados sino también
los futuros y ese es Jesús.
Y Jesús no se glorificó
a sí mismo haciéndose sacerdote, sino que Dios le dijo: “tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy”, y luego “tú eres sacerdote para siempre, según el
orden de Melquisedec”.
El sacerdocio de Leví
era temporal y llegó a su final con Cristo, quien se convirtió en el único
sacerdote según la orden de Melquisedec, un sacerdote para siempre que está
allí para interceder por nosotros.
Hebreos 5:7 Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y
súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue
oído a causa de su temor reverente. 5:8 Y aunque era Hijo, por lo que padeció
aprendió la obediencia; 5:9 y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de
eterna salvación para todos los que le obedecen; 5:10 y fue declarado por Dios
sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.
No hay ningún otro
incidente en los evangelios que encaje la descripción de este pasaje, en que
Jesús, con ruegos y súplicas, con gran clamor y lágrimas, lloró a Aquel que era capaz de librarle de la muerte.
En medio de esta
aflicción de alma, hace una cosa inusual, por primera vez en Su ministerio,
apeló a la ayuda de sus propios discípulos (Mateo 26:38). Les pidió que velaran con él, que lo acompañaran en
su agonía.
Luego, cayó sobre Sus
rodillas le oró tres veces al Padre diciéndole: “Padre, si es posible, pase de mí esta copa, pero no se haga mi voluntad
sino la tuya” (Mateo 26:39).
Jesús estaba
suplicándole al Padre que le aclarara si era necesario tanto padecimiento que
se le venía encima. Y era necesario, eso explica las palabras: “Y, aunque era Hijo, a través del
sufrimiento aprendió lo que es la obediencia”.
Jesús aprendió lo que es
la obediencia a través de aquel sufrimiento inmerecido porque sabiendo que esa era la voluntad de Dios,
obedeció, confiando que Dios le sostendría.
Jesús supo lo que era
enfrentarse a la adversidad a la máxima potencia, supo lo que era ser
humillado, maltratado, derrotado, pero siguió adelante, para que nosotros nunca
nos rindamos ante la adversidad. Él lo sintió todo; se llevó la peor parte.
¿Cómo aprendió la
obediencia? Negándose a cuestionar al
Padre, negándose a echarle la culpa a Dios y negándose a la incredulidad.
Así que leemos: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono
de la gracia”. Sin importar cómo de profunda, cómo de seria sea la
necesidad, Él nos sacará del pozo cuando estemos a punto de perder la esperanza.
Hebreos 5:11 Acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de
explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír. 5:12 Porque debiendo ser
ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a
enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis
llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido.
5:13 Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de
justicia, porque es niño; 5:14 pero el alimento sólido es para los que han
alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en
el discernimiento del bien y del mal.
Y con este pasaje
volvemos a donde empezamos y terminamos el tema ¿Cómo hacer que los creyentes crean?
El pasaje anterior nos muestra
un caso de desarrollo atrofiado, de
creyentes de muchos años, que deberían ser maestros, pero necesitan que alguien
les enseñe los rudimentos del evangelio, que decepción.
Suponga que usted tiene
una hija de 20 años, pero se comporta como una niña de tres años. Pues bien,
así hay miles de cristianos.
A eso se refiere el
pasaje, hay una nube de amenaza colgando sobre esta gente debido a su inmadurez.
Hay tres observaciones
muy importantes y reveladoras sobre este problema:
Primero, hay una clara sugestión de que la edad en sí no produce madurez.
A menudo decimos: “Simplemente danos
tiempo. Maduraremos y ya no tendremos estos temperamentos irascibles, estas
lenguas maliciosas y estos espíritus envidiosos”. Pero el tiempo nunca trae
madurez.
La segunda observación es que la inmadurez se identifica a sí
misma. Tiene claras marcas que proveen un simple examen que cualquiera
puede tomar para determinar si pertenece a esta clasificación o no.
Aunque han sido
cristianos durante años no tienen palabra para ayudar a otros. Siguen tomando leche en lugar de alimento
sólido, no han discernido la palabra de
Dios y esto lo vemos en casi todas las congregaciones cristianas.
En la religión católica
han estado promoviendo al creyente para ponga los ojos en María, en los santos
y en cualquier otro que no sea Jesús.
Muchas doctrinas contrarias a la palabra de Dios se han estado sembrado
en esta religión. Y los católicos, creyentes de muchos años, siguen tomando
leche, no han digerido el alimento espiritual y son llevados por doquiera.
Las denominaciones
evangélicas no se han quedado atrás, ya no enseñan la verdad absoluta de Dios,
sino medias verdades, Jesús dijo que había que creer en él y bautizarse para
ser salvos (Marcos 16:16) pero la
Alianza Evangélica enseña que no se necesita bautizarse, que Dios les reveló a
través de un “profeta moderno”, que ya no hace falta ese requisito, haciendo
que la gente ponga los ojos en el hombre y no en Jesús. Y son millones de
evangélicos que le creen a la Alianza evangélica y no a la Biblia.
El evangelio de la
prosperidad ha anulado el evangelio de Cristo, haciendo que los creyentes
pongan sus ojos en las cosas de este mundo y no en las cosas de Cristo. Lo que
parece es que nunca han sido salvos, eso es lo que refleja su inmadurez.
La tercera observación es que el desarrollo atrofiado es una
cosa muy cara. “Acerca de esto”,
dice, “tenemos mucho que decir, pero es
difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír”. “Hay tanto que os quiero decir”, dice, “que haría que vuestra humanidad hambrienta
floreciera como capullos en primavera, si pudierais entenderlo, pero no lo
entenderíais porque sois tardos para oír”.
Deja tu inmadurez atrás,
ya sabemos que crees en que Jesús es el hijo de Dios ¿Pero es Jesús el objetivo
de tu fe? Cuidado y dejas ir esa salvación tan grande…
Quita los ojos del
pastor, quita los ojos de la religión, quita los ojos de los santos, pon los
ojos en Jesús que es el autor y consumador de la fe.
Espero que de alguna
manera este estudio te ayude a madurar y a poner los ojos en Jesús y a quitarlos
de todo lo demás, porque solamente a través de él tienes entrada al trono de la
gracia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario