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El apóstol Pablo afirma en Romanos 4:3 y en Gálatas 3:6 que Abraham fue justificado únicamente por la fe,
mientras que el apóstol Santiago afirma
en su epístola que Abraham fue justificado no
solamente por la fe sino también por las obras y que una
fe sin obras es una fe muerta (Santiago
2:21-26), lo que pareciera una gran contradicción.
Algunos piensan entonces que la fe no es suficiente, que
se necesitan obras, que Pablo habló de
la fe en sus epístolas, pero que se le olvidó hablar de las obras, entonces
Santiago se vio obligado a complementar lo dicho por Pablo en el sentido de que
la fe
no es suficiente,
que además de la fe se necesitan obras.
Este argumento no parece tener sentido, en primer lugar, porque Santiago
escribió su epístola muchos años antes que Pablo escribiera las suyas,
y en este caso, sería Pablo el que estaría corrigiendo a Santiago. Y en segundo
lugar, porque Pablo concluyó de manera definitiva en Romanos 3:28 que el hombre es justificado por la fe sin las obras de la ley.
Pablo no dejó lugar a
dudas, dijo claramente que la fe no
necesita de obras. En otro lugar dijo que la salvación era por gracia, por medio de la fe, no por obras para que
nadie se gloriara (Efesios 2:8-9)
Pablo lo dejó claro, si
hubiera obras el hombre se gloriaría y Dios no quiere que el hombre se gloríe
porque Dios no comparte su gloria con
nadie.
Cuando les señalas estos
versículos, a los que defienden las obras (los legalistas), ellos argumentan
que si bien es cierto que la salvación se obtiene por la fe, se necesitan las obras del hombre para
mantener esa salvación.
Entonces enseñan, que la fe
que justifica es la fe obediente, y
que la fe obediente es la que hace obras, por lo tanto hay que
hacer obras para mantenerse salvo y se apoyan en el siguiente texto de
Pablo:
Hebreos 1:8 Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar
que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba.
Abraham fue justificado
por creerle a Dios, no por haber hecho obra alguna. Abraham obedeció porque creyó, si no hubiera creído no hubiera
obedecido. Lo que sucede es que los legalistas no han entendido que existen
varios tipos de obras o confunden un tipo de obra con otro tipo de obra.
Existen tres tipos de
obras: las malas obras, aquellas que
cuando las cometemos dañamos a nuestros semejantes o que ofenden a Dios, como
los pecados.
Las buenas obras, aquellas que hacemos para ayudar a nuestros
semejantes no solamente materialmente sino también espiritualmente. Y las obras
de justicia, aquellas que algunos hacen con la intención de ser
justificados por Dios para mantenerse salvos.
Romanos 10:16 Mas
no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a
nuestro anuncio? 10:17 Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de
Dios.
Pablo dice que “no todos obedecen el evangelio” ¿Porque no
hacen obras? No, no lo obedecen porque
“no creen”. Lo que está diciendo es que obedecer
el evangelio es creer el evangelio.
Los legalistas enseñan
que debemos congregarnos, dar ofrendas, participar en la cena del Señor, de los
cantos y las oraciones para mantenernos salvos. Pero afirmar eso es contradecir
totalmente la palabra de Dios.
La fe viene por
el oír la palabra de Dios. Si la oímos y la creemos obedecemos el
evangelio. Si la oímos y no la creemos, desobedecemos el evangelio.
Gálatas 3:1 ¡Oh gálatas
insensatos! ¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante
cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como
crucificado?3:2 Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu
por las obras de la ley, o por el oír con fe? 3:3 ¿Tan necios sois? ¿Habiendo
comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne? 3:4 ¿Tantas cosas
habéis padecido en vano? si es que realmente fue en vano?
Los legalistas afirman
que debemos obedecer el evangelio, haciendo
obras que los mantengan salvos. Pero, Pablo les llama insensatos a los
gálatas que hacían obras para mantenerse salvos y les pregunta ¿Quién los fascinó a no obedecer la verdad?
La verdad es que no hay que hacer obras para mantenerse salvos.
Pablo les preguntó a los
gálatas si recibieron el Espíritu Santo por hacer obras o por la fe. Les dice “necios, no ven claramente que Cristo fue
crucificado para que fueran justificados; empezando por el Espíritu, ahora van a acabar en la carne. “Acabar en la carne” no “es pecar”,
sino “hacer obras para ser justificados”.
¿Qué más claro que esto?
Pablo dice en cuanto a
los judíos, que Dios extendió sus manos a un pueblo desobediente y contradictor
(Romanos 10:21) ¿En que fueron
desobedientes y contradictores? En que
rechazaron a Cristo y el evangelio.
Más bien, Pablo afirma
que podemos caer de la gracia por
mezclarla con las obras (Gálatas 5:4).
Eso es lo que el diablo quiere y usa los legalistas con ese propósito.
Ellos enseñan que la fe no es solamente creer, que la fe es
cumplir con el conjunto de normativas del nuevo Testamento. Pero esos son conceptos
puramente humanos, la única definición de fe que se encuentra en la Biblia
establece claramente que “la fe es la
certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1), no un conjunto de normas
que cumplir.
Los legalistas son
felices diciendo que Santiago afirma que hay que hacer obras para ser salvos o para
mantenerse salvos ¿Será cierto?
Santiago 2:18 Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame
tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.
Lo que Santiago dice es: “Muéstrame tu fe por tus obras”, él no dice “sálvate por tus obras”. Lo que Santiago está tratando de dar a
entender es que cuando nuestra fe es verdadera, entonces hacemos buenas obras,
no obras para ser justificados o para mantenernos salvos.
Efesios 2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de
vosotros, pues es don de Dios; 2:9 no por obras, para que nadie se gloríe. 2:10
Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las
cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
El apóstol Pablo insiste
en enseñar que somos justificados por la
fe, Pablo temía que se pensáramos que
además de creer se
necesitaba hacer algo. Entonces dice claramente que somos salvos por gracia, es
decir inmerecidamente, a través de la fe, no
por obras, para que
nadie se gloríe. Pero
inmediatamente dice que somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios
preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
Ni Santiago ni Pablo están hablando de hacer obras para ser salvos, de
hecho Pablo lo niega, lo que están diciendo es que una vez salvos, debemos hacer las buenas obras que Dios preparó de
antemano.
Puesto que empezamos por el Espíritu,
es decir si la salvación es algo espiritual, es algo de fe ¿Cómo podríamos
acabar en la carne?
(Gálatas
3:3), es decir en las obras de la carne.
Santiago 2:14 Hermanos
míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?
¿Qué quiso decir
Santiago? ¿Qué se necesitan obras para ser salvos? Claro que no, Santiago se
estaba refiriendo a los que no hacen las
buenas obras pero que afirman tener fe. ¿Podrá ese tipo de fe salvarlo? Se cuestiona
Santiago. Lo que Santiago está haciendo, es poniendo en duda la salvación de
aquellos que dicen ser salvos pero no
hacen buenas obras y en seguida da el ejemplo:
Santiago 2:15 Y si un hermano o una hermana
están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz,
calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el
cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también
la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.
¿Cómo puede decir alguien que tiene fe si no ayuda al necesitado cuando
tiene como ayudarlo? ¿Dónde está su fe? Se pregunta Santiago, quien afirma que la fe sin obras es una fe muerta.
2 Corintios 5:14 Porque el amor de Cristo nos
constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron;
5:15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para
aquel que murió y resucitó por ellos.
Pasemos a Pablo. Él dice que el amor de Cristo nos presiona para que
pensemos que Cristo murió por todos con
el propósito de que vivamos para él ¿Cómo vivimos para Cristo? Llevando el
evangelio a los demás y ayudándolos en sus necesidades. También dice que cuando
somos salvos, el amor de Dios es
derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos es dado (Romanos 5:5). Ese amor tan grande es lo
que hace que nos veamos presionados y sintamos la necesidad de llevar el
evangelio a los demás y en ayudar a los más necesitados. Si no sentimos esa
necesidad, nuestra salvación es dudosa porque viene de una fe muerta. Una fe
muerta es una fe inactiva, una fe que no produce resultados, una fe mental, no es una fe del corazón ¿Podrá
esa fe salvarnos? Es lo que se cuestiona Santiago. Él no dice que las obras nos
salvan, lo que dice es que una fe sin obras pone en duda nuestra salvación.
Si nuestra fe es verdadera, es una
fe viva, una fe activa, una fe que tiene acción, una fe que nos inclina a
efectuar las buenas obras que Dios preparó de antemano.
Para entenderlo mejor, suponga que estamos a mitad de quincena y usted
tiene que pagar el alquiler de su casa a fin de mes. Usted tiene ahorrado el
dinero para ello. Pero, una vecina viene a pedirle ayuda para comprar comida
porque no tiene nada que darles de comer a sus hijos. Si su fe es verdadera,
usted no tendrá problemas para deshacerse del dinero del alquiler y dárselo a
la vecina, porque sabrá que Dios se lo devolverá. Pero si su fe no es
verdadera, usted no le dará ninguna ayuda, a eso se refiere Santiago.
Santiago 2:18 Pero alguno
dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras.
Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.
Tú
tienes fe y yo obras, muéstrame tu fe sin obra y yo te mostraré mi fe a través
de las obras. Lo que Santiago hace es refutar a
aquellos que se ufanan de tener fe pero
no la expresan con sus actitudes. Usted puede hablar mucho de fe, pero es actuando que
demuestra que su fe es verdadera. Si en medio de las dificultades no se atreve a sacrificar ni siquiera un poco para ayudar a los demás. ¿Dónde está tu fe?
Usted quiere que los demás piensen que usted
tiene fe, pero en realidad carece de
ella porque no ayuda a nadie. Si la tuviera, lo daría todo a los que carecen
de ropa y no tienen nada qué comer ni beber. Usted, por lo menos, tiene abrigo y alimento, ¿Por qué no les da a ellos todo lo que tiene? Porque no tiene fe, si la tuviera lo demostraría
a través de las buenas obra.
Esa es la fe muerta de la cual habla Santiago, una
fe que no sirve de
nada a los que la necesitan.
Santiago 2:19 Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan
Podemos
creer que hay un solo Dios, lo cual es
muy bueno, pero el diablo también cree que hay un Dios y sin embargo,
sigue siendo el diablo. La fe sin obras es
una fe de demonios, los demonios aunque creen en Dios, siguen siendo demonios.
Santiago 2.20 ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta?”
Santiago
vuelve a insistir en que la fe sin obras es muerta y llama hombre vano al que
tiene ese tipo de fe. Esa clase de personas realmente no tienen fe,
porque la fe sin obras es la fe de los
demonios.
Así que primero viene la fe, y luego las obras
que dan testimonio de que nuestra fe es verdadera. La fe auténtica debe ir siempre acompañada de obras.
Aquel que afirma vanamente
tener fe, su corazón no es
franco, y su fe tampoco lo es.
Santiago 2:21 ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro
padre, cuando ofreció
a su hijo Isaac sobre el altar?
Si Santiago no hubiera mencionado este evento de la vida de Abraham,
uno podría haber pensado, después
de haber leído a Pablo, que Santiago estaba equivocado.
Indudablemente que Abraham fue justificado por la fe, pero también fue justificado por las obras afirma Santiago, porque sus obras
demostraron la validez de su fe.
Hebreos 11:17 Por la fe Abraham, cuando fue
probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su
unigénito, 11:18 habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia;
11:19 pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de
donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir.
Dice Pablo que Abraham ofreció a su hijo por fe, pensando que Dios lo levantaría de los muertos, porque debía cumplir la
promesa que le había hecho, de darle una descendencia en Isaac.
Abraham
tenía claro que Dios no es hombre para
que mienta (Números 23:19), sino
que sus promesas son en él sí y en él amén (2 Corintios 1:20).
Teniendo esas cosas claras, ofreció a Isaac, lo ató al altar y tomó el cuchillo, dispuesto a sacrificarle. Entonces
e l ángel del Señor le llamó y le dijo: “No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada”. En ese momento “en sentido
figurado Abraham lo volvió a recibir”.
La disposición de Abraham en cuanto a ofrecer
su hijo unigénito
fue un acto de fe. En esto consiste la justificación por las obras
de que habla Santigo.
Santiago 2:22 Ya ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras.
Lo que Santiago dice es que deben existir ambas cosas, fe y obras porque las
obras perfeccionan la fe. La perfección
de la fe no es inmediata, nadie tiene una fe perfecta de un día para otro, es
un proceso que se obtiene con las pruebas, a eso se refiere Santiago.
Romanos 4:2 Porque si Abraham fue justificado por
las obras, tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios. 4:3 Porque ¿qué dice
la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia. 4:4 Pero al
que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; 4:5 mas al
que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por
justicia.
Cualquier mala interpretación que se haga de la epístola de Santiago es
aclarada aquí por Pablo, quien nos dice que “Abraham fue justificado por creer, no por obrar”.
Abraham fue justificado en el capítulo
15 del Génesis, cuando le creyó a Dios que le daría un hijo de una mujer
estéril. En el capítulo 21 Abraham
es probado con sacrificar a su hijo y él pasó la prueba, porque su fe se había
perfeccionado. Sabía que si Dios le había dado un hijo con una mujer estéril y
anciana, de la misma manera podía resucitar su hijo si él lo sacrificaba.
Abraham no fue justificado por pasar esta prueba, pero Dios confirmó con eso que su fe era verdadera y se había perfeccionado,
y es de lo que habla Santiago.
Las obras de fe
son para probar nuestra fe pero no para justificarnos, no debemos
confundir las palabras de Santiago.
El sacrificio que Abraham hizo en el altar lo justifica por las obras;
en
consecuencia, podemos
ver que la fe y las
obras operan juntamente; la acción que Abraham llevó a cabo procedía
de la fe, la cual, a su vez, se perfeccionó por las obras.
No se puede depender
de una fe que no ha sido probada, pero al ofrecer Abraham a
Isaac, su fe fue probada
y perfeccionada.
Santiago 2:23 Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios,
y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios.
Santiago
le da la razón a Pablo cuando afirma que Abraham le creyó a Dios, y
le fue contado
por justicia. Santiago
sostiene que la justificación por las obras se cumple mediante la justificación por
la fe; es como decir que la justificación por la fe es una profecía
y la justificación por las obras es el cumplimiento de la misma. El que tiene fe, debe tener obras porque ellas demuestran
la realidad
de la fe, a eso se refiere Santiago.
Abraham creyó en Dios, y Dios lo consideró justo
y le llamó amigo Suyo; por consiguiente, Abraham ofreció a Isaac y al hacerlo,
su acción vino a ser el cumplimiento de su fe en Dios. En otras palabras, la ofrenda
de Abraham demostró su fe.
Santiago 2:24 Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las
obras, y no solamente por la fe. 2:25 Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue
justificada por obras, cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro
camino?
Santiago dice que el hombre es justificado por las obras y no solamente
por la fe y pone otro ejemplo, el de Rahab la ramera, la cual según Santiago, fue
justificada por obras cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro
camino. ¿Qué tiene Pablo que decir al respecto?
Hebreos 11:31 Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes,
habiendo recibido a los espías en paz.
Pablo
dice que Rahab no pereció por la fe Rahab, no por haber recibido a los espías.
Rahab creyó y como creyó por eso recibió a los espías en paz. Ella no fue
justificada por recibir a los espías en paz, fue justificada por creer, y esa
fe hizo que recibiera a los espías en paz.
Pablo
no contradice a Santiago, son diferentes maneras de decir las cosas. Lo que Santiago
nos está tratando de decir es que las obras son la evidencia de la fe,
y por supuesto que la fe es el origen de las obras.
Y eso mismo es lo que dice Pablo.
Santiago 2:26 Porque como el cuerpo sin
espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.
Santiago cierra el tema insistiendo que así como el cuerpo sin espíritu
está muerto, la fe sin obras también está muerta. Viéndolo a la inversa, la prueba de que un hombre está vivo es
porque tiene espíritu y la prueba de
que tenemos fe son las obras.
Tanto Santiago como Pablo mencionan a Abraham y a Rahab como personas que no solamente creyeron sino que
probaron su fe actuando, porque las obras prueban y perfeccionan la fe.
Santiago
tiene toda la razón, una fe viva debe tener obras, porque la fe sin obras está muerta
como lo está el cuerpo sin espíritu. Esas afirmaciones de Santiago no
contradicen a Pablo en el sentido de que somos justificados por fe, lo que
hacen es reafirmar las palabras de Pablo
somos justificados por gracia a través de la fe, no por obras, para que nadie se gloríe, pero que una vez
salvos debemos hacer las buenas obras que Dios preparó de antemano. Esas buenas
obras no nos salvan, si no las hacemos no perderemos la salvación, aunque esa
salvación está dudosa. Pero si las hacemos, seremos recompensados en la segunda
venida de Cristo. ¿Cómo es tu fe? Revísate.
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