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Cuando mi único hijo varón nació, yo reclamé el
derecho a escoger su nombre y por dicha su madre aceptó. Su nombre es Josué David. Josué significa Jehová
salva” y David significa “el amado”.
En realidad, yo quería ponerle el nombre de David
a mi hijo, porque David o “el amado de Dios”, era un hombre conforme
a su corazón y yo quería que así fuera el corazón de mi hijo para que Dios
lo amara igual que a David.
Además, Josué era mi héroe bíblico. Moisés
liberó a Israel de la esclavitud, pero fue Josué quien llevó a Israel a
la tierra prometida y cumplió con el propósito que Dios le había encargado a
Moisés. Y Josué pudo conquistar la tierra prometida, no porque fuera un
gran guerrero (aunque sí lo era), sino porque Dios estaba con él.
Números
13:27 Y les contaron, diciendo: Nosotros llegamos a la tierra a la cual nos
enviaste, la que ciertamente fluye leche y miel; y este es el fruto de ella.
13:28 Mas el pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy
grandes y fortificadas; y también vimos allí a los hijos de Anac. 13:29 Amalec
habita el Neguev, y el heteo, el jebuseo y el amorreo habitan en el monte, y el
cananeo habita junto al mar, y a la ribera del Jordán. 13:30 Entonces Caleb
hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo: Subamos luego, y tomemos
posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos. 13:31 Mas los varones
que subieron con él, dijeron: No podremos subir contra aquel pueblo, porque es
más fuerte que nosotros. 13:32 Y hablaron mal entre los hijos de Israel, de la
tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra por donde pasamos para
reconocerla, es tierra que traga a sus moradores; y todo el pueblo que vimos en
medio de ella son hombres de grande estatura. 13:33 También vimos allí
gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro
parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos. 14:1 Entonces toda la
congregación gritó, y dio voces; y el pueblo lloró aquella noche. 14:2 Y se
quejaron contra Moisés y contra Aarón todos los hijos de Israel; y les dijo
toda la multitud: ¡! 14:3 ¿Y por qué nos trae Jehová a esta tierra para caer a
espada, y que nuestras mujeres y nuestros niños sean por presa? ¿No nos sería
mejor volvernos a Egipto?
Cuando los judíos llegaron a la frontera de la
tierra prometida, luego de ser liberados de la esclavitud de Egipto, Moisés
envió diez espías y ocho de ellos se negaron a conquistar la tierra porque había
gigantes habitando en ella. Esos 8
espías hablaron a la multitud, la cual se rebeló y se negó a entrar a la
tierra que Dios les había prometido.
Al igual que los judíos, son muchas las veces
que nos hemos negado a seguir adelante porque tenemos al frente a un gigante. Hay
muchos sueños y metas fallidas por culpa de los gigantes. Un gigante puede
ser la falta de dinero, la falta de confianza en sí mismo, el temor al
fracaso o cualquier otra circunstancia. Los gigantes nos asustan y se nos
olvida que Dios está con nosotros y que él es el “mata gigantes”.
Números
14:6-9 Y Josué hijo de Nun y Caleb hijo de Jefone, que eran de los que habían
reconocido la tierra, rompieron sus vestidos, y hablaron a toda la congregación
de los hijos de Israel, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla,
es tierra en gran manera buena. Si Jehová se agradare de nosotros, él nos
llevará a esta tierra, y nos la entregará; tierra que fluye leche y miel. Por
tanto, no seáis rebeldes contra Jehová, ni temáis al pueblo de esta tierra;
porque nosotros los comeremos como pan; su amparo se ha apartado de ellos, y
con nosotros está Jehová; no los temáis.
De más de un millón de personas que salieron de
Egipto con Moisés, solamente dos, uno joven y uno viejo no tenían miedo de
enfrentar a los gigantes, no tenían miedo de las circunstancias porque estos
dos únicos hombres sabían que Dios
estaba con ellos y que se comerían a los gigantes como si fuese
pan. El resto no lo sabía, para ellos, las promesas de Dios era simples
palabras que no habían tocado su corazón.
Así sucede con una gran mayoría de creyentes que
no han sido tocados por el Espíritu, para ellos, las palabras bíblicas y las
promesas de Dios son simples palabras.
Números
14:28 Diles: Vivo yo, dice Jehová, que según habéis hablado a mis oídos, así
haré yo con vosotros. 14:29 En este desierto caerán vuestros cuerpos; todo el
número de los que fueron contados de entre vosotros, de veinte años arriba, los
cuales han murmurado contra mí. 14:30 Vosotros a la verdad no entraréis en la
tierra, por la cual alcé mi mano y juré que os haría habitar en ella;
exceptuando a Caleb hijo de Jefone, y a Josué hijo de Nun.
Con excepción de Josué y Caleb (nombre que
significa “el audaz), los demás judíos habían dicho: “¡Ojalá muriéramos en la tierra de Egipto; o en este desierto ojalá
muriéramos!”, y eso fue lo que sucedió. Dios dictó la sentencia: “lo que habéis hablado, así haré con
vosotros”. El desierto se convirtió en un cementerio.
La vida y
la muerte están en poder de la lengua (Proverbios
18:21),
lo que confesamos creyendo, es lo que obtenemos, porque de la abundancia del
corazón habla la boca (Mateo 12:34).
Ellos confesaron muerte y eso fue lo que consiguieron. Si le creemos a Dios
obtenemos vida, pero si no le creemos obtenemos muerte.
De toda aquella gente que salió de Egipto,
únicamente Josué y Caleb entraron a
la tierra prometida. Eso sucede hoy día, de cada millón de personas que Dios
escoge, tal vez uno o dos entran a la tierra prometida, los demás mueren en
el desierto porque la incredulidad que tienen en su corazón se manifiesta a
través de su boca y los lleva a la muerte.
La Biblia no habla mucho de Caleb, tal vez
porque ya estaba muy viejo, pero si habla de Josué. Nos dice que Dios encargó a
Josué, para que llevara a todos los nacidos en el desierto a la tierra que sus
padres no pudieron heredar.
Eso está sucediendo también hoy día, muchos
hijos entran a la tierra que fue prometida a sus padres, a la cual sus
padres no entraron por incredulidad.
Josué 1:5
Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con
Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé. 1:6 Esfuérzate y sé
valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual
juré a sus padres que la daría a ellos. 1:7 Solamente esfuérzate y sé muy
valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te
mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas
prosperado en todas las cosas que emprendas. 1:8 Nunca se apartará de tu boca
este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que
guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces
harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.
Dios le prometió a Josué que no lo desampararía
ni lo dejaría, pero Josué debía esforzarse y ser valiente, además de no
apartarse de la palabra de Dios, sino que debía meditar día y noche en ella, para que prosperara su camino y
todo le saliera bien.
Yo reclamé esas palabras para mi hijo desde el
momento mismo en que nació. Aunque las palabras de Dios a Josué eran Rhema, es
claro, que si cumplimos con los requisitos de Dios, esas palabras se
convierten en logos para nosotros. Y yo siempre tuve esa esperanza,
no solo para Josué sino para todos mis hijos. Yo quería que fueran salvosy
amados por Dios y que todos sus sueños se cumplieran. Y el que sean
salvos y amados por Dios es algo de lo que yo puedo decir con firmeza que se
ha cumplido ya en todos ellos.
Una vez que mi hijo Josué terminó su
bachillerato, se negó a seguir estudiando y fue objeto de burla, fue tildado de
vago porque no parecía ser aquel esforzado y valiente Josué que conquistó la
tierra prometida. Sin embargo yo mantuve la esperanza y no lo presioné, porque no
dependía de mí ni de él sino de Dios.
Y Dios siempre cumple sus promesas. Debemos entender que Dios tiene un
propósito y una manera muy diferente de hacer las cosas, a como nosotros las
pensamos. Eso sí, Dios nos da la gracia pero debemos tener fe. Sin fe la
gracia no se activa.
Mateo
21:22 Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis.
La palabra de Dios dice que todo lo pidamos
creyendo, Dios nos lo concederá. La mayoría de los pastores evangélicos
enseñan, que debemos orar una y otra vez hasta que nuestra petición se haga
realidad, pero yo no comparto esa enseñanza, la respeto, pero no la comparto
porque el versículo no dice que pidamos varias veces por lo mismo, lo que dice
es que “pidamos creyendo”.
No debemos confundir orar sin cesar con
pedir una y otra vez por lo mismo. Lo que significa orar sin cesar, es que siempre que podamos, debemos orar por las
cosas que Dios espera que oremos. Si yo oro una vez y le hago una petición a
Dios creyendo verdaderamente, no tengo por qué volver a orar por lo mismo. Si
sigo orando por lo mismo es porque no estoy creyendo. Hay una
historia que nos ayuda a comprender esto:
Se dice que en un pueblito de zona rural en los
años 50, se produjo una larga sequía que amenazaba con dejar en la ruina a
todos sus habitantes, debido a que subsistían con el fruto del trabajo del
campo. A pesar de que la mayoría de sus habitantes eran creyentes, ante la
situación límite, marcharon a ver al cura párroco y le dijeron: "Padre,
si Dios es tan poderoso, pidámosle que envíe la lluvia necesaria para revertir
esta angustiante situación." - "Está bien, le pediremos al
Señor”, pero, agregó el cura “deberá haber una condición indispensable."
- ¡Díganos cuál es!", respondieron todos. "Hay que
pedírselo con fe, con mucha fe”, contestó el sacerdote. "¡Así lo
haremos!"
Los campesinos comenzaron a ir a la iglesia a
orar todos los días, para que lloviera, pero las semanas transcurrían y la
esperada lluvia no se hacía presente. Un día, fueron todos a enfrentar al
párroco y reclamarle: -"Padre, usted nos dijo que si le pedíamos con fe
a Dios que enviara las lluvias, él iba a acceder a nuestras peticiones. Pero ya
van varias semanas y no obtenemos respuesta alguna." - "¿Han
ustedes pedido con fe verdadera?", les preguntó el párroco. - "¡Sí,
por supuesto!", respondieron al unísono. - "Entonces, si dicen
haber pedido con Fe Verdadera ¿por qué han orado por lo mismo durante muchos
días y por qué ni uno solo de ustedes ha traído el paraguas?"
No se trata de pedir muchas veces, sino de hacerlo una sola vez pero con verdadera
fe.
No hay un solo versículo bíblico que diga que
tengo que orar varias veces para obtener algo de Dios. Lo que dice es que tengo
que orar con fe, lo que dice es que tengo que creerle a Dios. Si Dios dijo que
todo lo que pidiéramos creyendo, lo recibiríamos, es un hecho que lo tenemos
que recibir.
2
Corintios 1:20 porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén,
por medio de nosotros, para la gloria de Dios.
Todas las promesas de Dios son en él sí y en él así
sea, a través de nosotros, para la gloria de Dios. Dios se glorifica cumpliendo
sus promesas. Así, que si Dios prometió que todo lo que pidiéramos lo
concedería, es un hecho que lo concederá, porque así se glorifica. Solo pídele
creyendo a Dios que llueva y alista tu paraguas.
1 Juan
5:14 Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa
conforme a su voluntad, él nos oye.
Lógicamente que nuestras peticiones deben de
conformarse a su voluntad. No podemos pedir algo que vaya contra su voluntad.
Santiago
4:3 Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.
Tampoco podemos pedir cosas para satisfacer
nuestra codicia. Dios nos dará lo que necesitamos, no lo que codiciamos. Por
eso el Señor dijo: “y bienaventurado es
el que no halle tropiezo en mí.‟ (Mateo 11:6) ¿Por qué? Porque muchas personas abandonan sus sueños y
dejan de creer en las promesas de Dios al no obtener pronta respuesta o al no
obtener lo que piden.
Las personas no entienden que Dios nos va a
dar las cosas, pero en el mejor tiempo no en el tiempo de nosotros y conforme
a su voluntad, no conforme a la nuestra.
En segundo lugar, Dios espera que tengamos
sueños y en la mayoría de nuestros sueños, es Dios mismo, quien los pone en
nuestro corazón. Pero Dios espera acompañarnos en el camino a esos sueños.
Romanos
4:14 Porque si los que son de la ley son los herederos, vana resulta la fe, y
anulada la promesa
Este versículo dice el que quiere alcanzar la
salvación por medio del cumplimiento de la ley o sea a través de sí mismo,
anula la promesa de Dios, que es por fe. Esto lo podemos aplicar a todo,
en nuestra relación con Dios. Muchas personas le piden a Dios el cumplimiento
de sus promesas, pero luego tratan por sí mismos y sin ayuda de Dios el
alcanzar esas promesas, lo que anula las mismas y con ello, la
imposibilidad de que las mismas se cumplan.
La fe es la habilidad que hace
posible que creamos lo imposible y nos mantengamos firmes hasta el final.
El problema, es que se han escrito muchos libros de autoayuda, en los
cuales se enseña que a través del positivismo, todo lo podemos lograr por
nosotros mismos. Eso es lo que significa autoayuda, yo, yo y yo, sin ayuda
de nadie.
Muchas personas confunden positivismo con fe,
pero son diferentes. El positivismo nace de una fuerte voluntad
humana y de una confianza en sí mismo, mientras que la fuente de la fe
es el mismo Dios y el que tiene fe pone su confianza en Dios y no en su
persona.
Efesios
2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros,
pues es don de Dios
La gracia es un regalo de Dios. La fe forma
parte de esa gracia. La gracia es la ayuda sobrenatural de Dios en
nosotros. Lo que yo planifico aparte de la voluntad y la gracia de Dios, no es
garantía de que lo puedo lograr. Pero si lo planifico con la ayuda de Dios y
conforme a su voluntad, es un hecho que la meta se puede alcanzar, porque Dios
nos da la fe y la gracia para lograrlo.
Hebreos
12:1-2 Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande
nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y
corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en
Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él
sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de
Dios.
Jesús es el autor y consumador de la fe, es algo
que debemos tener muy claro. Es Jesús el que hace que se cumpla lo que creemos.
El capítulo 11 del libro de Hebreos está lleno de personas que testimonian
acerca de la fe. El problema de muchas personas es que no ponen los ojos en
Jesús sino en ellos mismos y terminan abandonando sus sueños porque la
cuerda no les da.
Así que debemos distinguir claramente el
positivismo de la fe, porque en los tiempos en que estamos viviendo somos
bombardeados con mensajes positivos centralizados en el “yo” y llevan al
ser humano a poner su confianza en sí mismo y no en Cristo.
Por más capacidad que tenga, el hombre no puede
producir por sí mismo fuerzas, virtudes y dones que solamente Dios imparte.
Digamos que eso es la gracia,
que hace que todo lo que hagamos sea bien visto por los demás y que
resulte en cosas positivas.
Génesis
37:5 Y soñó José un sueño, y lo contó a sus hermanos; y ellos llegaron a
aborrecerle más todavía. 37:6 Y él les dijo: Oíd ahora este sueño que he
soñado: 37:7 He aquí que atábamos manojos en medio del campo, y he aquí que mi
manojo se levantaba y estaba derecho, y que vuestros manojos estaban alrededor
y se inclinaban al mío. 37:8 Le respondieron sus hermanos: ¿Reinarás tú sobre
nosotros, o señorearás sobre nosotros? Y le aborrecieron aun más a causa de sus
sueños y sus palabras. 37:9 Soñó aun otro sueño, y lo contó a sus hermanos,
diciendo: He aquí que he soñado otro sueño, y he aquí que el sol y la luna y
once estrellas se inclinaban a mí. 37:10 Y lo contó a su padre y a sus
hermanos; y su padre le reprendió, y le dijo: ¿Qué sueño es este que soñaste?
¿Acaso vendremos yo y tu madre y tus hermanos a postrarnos en tierra ante ti?
37:11 Y sus hermanos le tenían envidia, mas su padre meditaba en esto.
Dios le dio un sueño a José. En ese sueño sus
hermanos y sus padres se inclinaban ante él. Cuando José les contó el sueño,
sus hermanos se molestaron y lo vendieron.
Ellos creían que José inventaba lo que contaba,
que quería estar por encima de ellos. Pero José no inventaba nada, esos sueños
venían de Dios, quien le estaba mostrando su futuro.
Y así pasó
con mi hijo
Josué. No estudió por un tiempo, pero Dios tenía un sueño para él. A través de
Kristel, su novia, y no se cuales otras personas, Dios le presentó a Josué el
sueño de estudiar y tener una profesión. Y extrañamente, a Josué le gustó el
sueño y decidió intentarlo. Pero no era extrañamente, era Dios el que estaba
produciendo ese deseo en Josué, porque Dios
es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena
voluntad (Filipenses 2:13).
Es Dios y no nosotros, el que produce el hacer y
el querer, conforme a su voluntad. Esto implica, que Dios no solamente
establece su plan y su propósito delante de nosotros, sino que mueve los hilos para que las cosas
sucedan y también imparte su gracia
sobre nuestras vidas, con ello la fe necesaria para lograr ese
propósito. Y esto es así, porque Dios está con nosotros.
Cuando Dios le presentó el sueño a Josué mi
hijo, paralelamente yo me quedé sin trabajo. Después de más de 30 años de estar
trabajando para instituciones del Estado, una señora es nombrada como
Presidente de Costa Rica y lo primero que hace es dedicarse a buscar plata para
sus proyectos. Entonces les quita el presupuesto a las instituciones que me
proveían de trabajo y al estar sin presupuesto para pagarme, yo me quedó de un
día para otro sin trabajo.
Cuando más necesitaba mi hijo de mi ayuda, me
veo imposibilitado de hacerlo. En aquel momento no lo comprendí y hasta me quise
molestar con Dios, pero que claro que lo veo ahora: Dios quería
enseñarnos que no necesitaba de la ayuda de ninguno de nosotros. Él le
daría los medios y la gracia a Josué para que saliera adelante. Dios quería
toda la gloria. Y Josué saldría adelante, porque Dios estaba con él.
Si no hubiera sido así, hoy no estaría dando este testimonio.
Hechos 7:9
Los patriarcas, movidos por envidia, vendieron a José para Egipto; pero Dios
estaba con él, 7:10 y le libró de todas sus tribulaciones, y le dio gracia y
sabiduría delante de Faraón rey de Egipto, el cual lo puso por gobernador sobre
Egipto y sobre toda su casa.
Sin la gracia de Dios, José no hubiera salido
bien librado y nunca hubiera sido el gobernador de Egipto. Dios estaba con
él, y le dio gracia y sabiduría; esa es la clave del éxito.
José tenía sus propios
dones naturales, pero sin la fe y sin la gracia de Dios, nada habría logrado.
Además, José tuvo que pasar por muchas tribulaciones y no entendía lo
que sucedía, pero mantenía su confianza en Dios. Dios tenía que llevarlo por
todo ese proceso, mediante el cual tuvo mucho dolor, pero fue gracias a ese
doloroso proceso que pudo salvar a su familia de morir de hambre y los
llevó a vivir con él a Egipto, no a una casita sino al palacio del Faraón. Y
fue mediante ese proceso que forjó en José el carácter de un líder y
gobernante.
Yo sé que mi hijo, pasó por muchas pruebas
durante todo este proceso de estudio y estuvo a punto de renunciar, de dejar
todo botado. Y no lo hizo, porque Dios
estaba con él y usaba esas circunstancias para darle un aprendizaje
a él y a todos nosotros en este ministerio.
Dios había dicho a Josué, se valiente y
esfuérzate, solamente no se aparten mis palabra de tu boca. Y esa palabra
rhema, se hizo logos en mi hijo, quien fue valiente y esforzado, sacrificó
muchas cosas y a pesar de todas las circunstancias negativas que se le presentaron
en el proceso, no se apartó nunca de la palabra de Dios.
Romanos
8:28 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien,
esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
Mi hijo Josué lloró muchas veces, se comparó con
otros que sin tener a Cristo, gozaban de mejores circunstancias. Se quejó y
hasta se enojó con Dios. Y todo esto, porque al igual que José, no podía ver el
final de la película. Solo vio el pasado y el presente, pero no veía el futuro.
Si realmente amamos a Dios y confiamos en él,
todo lo que nos sucede y parece malo a nuestras vistas, es para nuestro bien. Cuando
lleguemos al final de la película, solamente en ese momento lo vamos a
entender.
Dios ha permitido a los miembros del ministerio
“Embajadas del Reino”, seguir el
proceso de mi hijo para enseñarnos, que no debemos preocuparnos, que Dios
siempre tiene el control y si nuestros proyectos se atrasan o salen mal, es
porque chocan con sus propósitos o porque él nos quieren enseñar algo, antes de
darnos lo que queremos.
Somos nosotros y no Dios los culpables de que
muchos de nuestros sueños se atrasen y que las promesan de Dios se tarden en
cumplirse o no se cumplan en nosotros.
Dios ha usado a mi hijo Josué, para darnos
testimonio de que Él siempre cumple sus promesas, independientemente de las
circunstancias que nos rodean. Y que de esa manera afirmemos nuestra fe y
confianza en su palabra.
Así que si estás pasando por alguna
circunstancia negativa que parece terminar con tus sueños, entiende que no es
así, entiende que Dios está contigo y que tiene el control, pero quiere
enseñarte a confiar en él. Lo hizo con mi hijo y lo hará contigo. Al final
entenderás que todo se da de esa manera porque Dios quiere para él toda la
gloria. Así que alaba a Dios porque está moldeando tu futuro.
Romanos
8:31 ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra
nosotros?
Mi hijo se graduó, fundó su propia empresa e
inmediatamente vinieron los fantasmas. Decía que no podía hacer su trabajo, que
no estaba suficientemente preparado, que no recordaba muchas cosas. Era el
diablo haciendo su trabajo. Pero luego recordó que si Dios estaba con él,
quién podría contra él. Recordó que todo lo que había logrado no era su logro
sino el logro de Dios y que la tierra prometida no se conquista por nuestros
propios méritos sino por la gracia de Dios. Y decidió seguir hacia la
tierra prometida. Hoy en día su empresa ha crecido y puede verse la mano de
Dios en todo ese proceso. Pero no solo eso, Dios llamó a Josué al Ministerio y ahora tiene su propia
congregación de jóvenes en las que imparte lo que ha aprendido, pero sobre todo
lo que Dios le revela día con día.
1 Samuel
17:45 Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y
jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de
los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. 17:46 Jehová te entregará
hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos
de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la
tierra sabrá que hay Dios en Israel. 17:47 Y sabrá toda esta congregación que
Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os
entregará en nuestras manos. 17:48 Y aconteció que cuando el filisteo se
levantó y echó a andar para ir al encuentro de David, David se dio prisa, y
corrió a la linea de batalla contra el filisteo. 17:49 Y metiendo David su mano
en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al
filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su
rostro en tierra. 17:50 Así venció David al filisteo con honda y piedra; e
hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano.
David venció al gigante Goliat, no por su
méritos sino porque Dios estaba con
él. Jehová no salva con espada ni lanza y de Jehová es la
batalla. El diablo nos va a mandar muchos gigantes, pero Dios los vencerá
por nosotros. Lo único que necesitamos es caminar por fe y no por vista.
Debemos ser valientes como lo fueron Josué y David y caminar amparados en la
palabra de Dios.
Así que si tienes algún gigante al frente, no
debes temer, sino hacerle frente, porque Dios está contigo y las armas de
nuestra milicia no son carnales sino poderosas en Dios para la destrucción
de fortalezas (2 Corintios 10:4).
Nuestras armas no son carnales ni poderosas en
nosotros mismos, son poderosas en Dios. Es Dios el que vence por
nosotros. Así que dile no al temor, dile no a la derrota, dile no
al no puedo, porque Dios todo lo puede. Solo descansa en él
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