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¿Podemos decretar lo que sucederá con las
personas? ¿Podemos cambiar el rumbo de sus vidas? Veamos algunos ejemplos: En el año 2012, una persona me
envió un mensaje que decía lo siguiente: “Yo declaro en el nombre de Jesús,
que este año será un año de prosperidad para ti, y nada negativo sucederá en tu
vida”. Resulta que ese año no fue próspero para mí, sino que fue todo lo
contrario. El decreto sobre mi persona
no se cumplió.
En Facebook
me encontré la siguiente declaración, hecha en el año 2009: “Yo decreto que
a partir de este año ya no habrá más hambre en el mundo, que no habrá más
muertes violentas y reinará la paz, YO ato al diablo a partir de este momento”.
Ya pasaron más de siete años y ese decreto no se
cumplió. Sigue habiendo hambre en el mundo, siguen las muertes, no está
reinando la paz y el diablo sigue haciendo de las suyas. Ese decreto tampoco se cumplió.
Hace pocos días escuché a un pastor manifestar
lo siguiente: “yo declaro que el año que
viene será de prosperidad para toda la
congregación, el que no tiene casa la tendrá, el que está sin trabajo lo
obtendrá, se acabará la miseria, se pagaran las deudas…” ¿Se cumplirá esta vez?
Claro que
no, eso
es parte de la falsa doctrina de la “confesión
positiva” que se apoya en textos
bíblicos aislados y “fuera de
contexto”, o en “supuestas revelaciones divinas”, que
nació con el único propósito de manipular a las masas. Y muchos pastores y discípulos caen en
la trampa.
El diccionario define “decretar” de la siguiente manera: “Dicho de la persona que tiene
autoridad o facultades para ello; resolver, decidir; un juez que decreta una
sentencia o un presidente que emite un decreto”.
Por su parte, “declarar” significa “revelar,
confesar, publicar”, lo que está decretado. Nadie puede declarar lo que no
ha sido decretado y nadie puede decretar si no tiene la autoridad para hacerlo,
porque para decretarse necesita
autoridad y ningún creyente tiene la
autoridad para decretar el futuro, entonces, como los creyentes no tienen esa
autoridad, decretan el futuro en el nombre de Jesús, lo que es peor,
porque usan el nombre de Jesús en vano.
Éxodo 20:7
No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente
Jehová al que tomare su nombre en vano.
El tercer mandamiento de la ley de Moisés dice,
que no tomemos el nombre de Dios en vano, y agrega que Dios no tomará por inocente al que haga tal
cosa. En vano, significa que
es inútil, que no obtiene el resultado deseado.
Cuando un juez dicta una sentencia, ésta siempre
se cumple. Cuando un presidente lo hace, de igual manera, no depende para nada de la “condición”
de los decretados.
Si alguien decreta
algo y tiene la autoridad hacerlo, entonces el decreto siempre se debe cumplir, independientemente de la condición espiritual, de la persona a quien
esté dirigido el decreto. Digo esto, porque muchos pastores se defienden
diciendo que lo que decretaron no se cumplió por la condición espiritual del
decretado.
Ningún decreto que ha salido de la boca de un
creyente se ha cumplido ni se va a
cumplir porque ningún creyente tiene la autoridad para decretar. El único que puede decretar el futuro es Dios, porque él es soberano,
y tiene el poder y la autoridad,
para hacer que lo que diga se cumpla. Lo que podemos es declarar lo
que Dios ya ha decretado.
Dios dijo: “Sea
la luz y fue la luz (Génesis 1:3).
“Después dijo Dios: “Produzca la tierra
hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su
género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así” (Génesis 1:11).
Los que decretan sostienen que ese poder creativo
de Dios les fue transferido, que esa
es la autoridad del creyente.
Yo los reto entonces para que vayan a un lote
baldío y decreten lo siguiente: “produzca
de ti hierba que de semilla, árbol de que de fruto según su género, que se
semilla esté en él, sobre la tierra” ¿Sucederá, sí o no? Claro que no.
Dios nos dio autoridad para expulsar demonios,
para poner las manos sobre los enfermos para que sanen (Marcos 16:17) pero no para decretar el futuro, usted no encontrará
un solo versículo en la Biblia que diga tal cosa. Tampoco encontrará en los
evangelios o en el libro de los Hechos que alguno de los apóstoles decretara el
futuro de nadie.
Es Dios, quien decide lo que sucede en nuestras
vidas y nadie puede cambiar las circunstancias. Decretar es quitar a Dios de su trono y ocupar su lugar.
¿Por qué Pablo, no se quitó el aguijón que tenía
en su carne o le pidió a un hermano, que
decretara que el aguijón se fuera? ¿Será porque nadie le enseñó la doctrina de
decretar?
Si Pablo viviese en esta época, es posible que
alguien hubiera decretado que el aguijón debía irse, en contra de la voluntad de Dios.
La realidad es que esta doctrina, no tiene ni
pies ni cabeza, porque nadie, absolutamente nadie, puede cambiar lo que ya
Dios decretó para nuestro futuro.
En el caso de Pablo,
Dios lo necesitaba con el aguijón para que la grandeza de las revelaciones
no la exaltase desmedidamente (2
Corintios 12:7), por eso le dijo “bástate a mi gracia”.
Eso mismo te dice hoy
Dios a ti: “bástate a mi gracia”,
y nadie puede decretar lo contrario,
nadie puede cambiar los propósitos de Dios y nadie
puede declarar lo que no está escrito.
Filipenses
4:11 No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme,
cualquiera que sea mi situación. 4:12 Sé vivir humildemente, y sé tener
abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para
tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. 4:13 Todo
lo puedo en Cristo que me fortalece..
Pablo vivió momentos de pobreza y de necesidad,
como parte del proceso de Dios, para su crecimiento espiritual. Sin embargo, para
los pastores modernos, estas cosas solamente les sucedían a Pablo y a los apóstoles.
Para los pastores actuales, la prosperidad debe
ser parte del cristiano. Si no eres próspero es porque o no tienes fe o porque
tienes algún pecadito por ahí. Pablo no dijo que esto fuera así.
1 Timoteo
6:6 Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; 6:7 porque
nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. 6:8 Así que,
teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. 6:9 Porque los que
quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y
dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; 6:10 porque raíz
de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se
extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores..
Lejos de estimular la búsqueda de la
prosperidad, el apóstol Pablo nos exhorta a estar CONTENTOS con lo que tenemos,
y a no ser codiciosos.
La
voluntad de Dios no puede ser cambiada.
Dios es Rey soberano, sobre todas las cosas, y
nunca puede ser sorprendido por lo que alguien decrete. Él reina sobre todo,
haciendo que todas las cosas, obren para el bien, de todos aquellos que le aman
y que han sido llamados por Él, para ser su pueblo Santo.
Ezequiel 13:6
Vieron vanidad y adivinación mentirosa. Dicen: Ha dicho Jehová, y Jehová no los
envió; con todo, esperan que él confirme la palabra de ellos. 13:7 ¿No habéis
visto visión vana, y no habéis dicho adivinación mentirosa, pues que decís:
Dijo Jehová, no habiendo yo hablado?
El decretar
es una especie de profecía originada en la
vanidad del que decreta. El que decreta se cree Dios y actúa como tal. “Vieron vanidad y adivinación mentirosa”,
dice Jehová.
ÉL no los
envió, con todo, esperan que confirme la palabra de ellos. El diablo también
puede darte una visión, pero “es una
visión engañosa, Yo no he hablado”,
ha dicho el Señor.
Ezequiel 13:8
Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: Por cuanto vosotros habéis hablado
vanidad, y habéis visto mentira, por tanto, he aquí yo estoy contra vosotros,
dice Jehová el Señor. 13:9 Estará mi mano contra los profetas que ven vanidad y
adivinan mentira; no estarán en la congregación de mi pueblo, ni serán
inscritos en el libro de la casa de Israel, ni a la tierra de Israel volverán;
y sabréis que yo soy Jehová el Señor.
Por tanto, Dios dicta sentencia: “como han hablado vanidad y mentira, yo
estaré contra esos profetas mentirosos, no estarán en la congregación de mi pueblo
ni serán inscritos en el libro de la vida”.
La mano de Dios es dura contra aquellos que
decretan mentiras salidas de su vanidad: sus nombres no estarán en el libro de
la vida.
Santiago 4:13
¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá
un año, y traficaremos, y ganaremos; 4:14 cuando no sabéis lo que será mañana.
Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco
de tiempo, y luego se desvanece. 4:15 En lugar de lo cual deberíais decir: Si
el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello. 4:16 Pero ahora os jactáis en vuestras
soberbias. Toda jactancia semejante es mala;
Nadie puede decir que mañana irá a algún lugar o
que hará tal cosa, porque no sabe si estará vivo. Eso es soberbia, como soberbia
es declararle a alguien el futuro. Lo que debe decir es que si Dios lo
permite, le irá bien, o hará esto o aquello.
Estamos en las manos de Dios, y es Dios quien
decide, lo que sucederá mañana. Debemos tener mucho cuidado de estas prácticas que
están mal enseñando.
Juan 14:13
Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea
glorificado en el Hijo. 14:14 Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.
Jesús nos autorizó usar su nombre para pedirle al Padre en oración, no
para que decretáramos en su nombre. Use el nombre de Jesús para pedirle al
Padre, no para decretar lo que ignoras.
En las iglesias, escuchamos a los pastores: “Yo
decreto en el nombre de Jesús, yo profetizo en el nombre de Jesús, yo declaro
en el nombre de Jesús”. Que el Señor se apiade de ellos por usar su nombre
en vano.
Marcos 11:23
Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y
échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que
dice, lo que diga le será hecho. 11:24 Por tanto, os digo que todo lo que
pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.
Este pasaje es el que usan los maestros de la
doctrina de decretar. Así que léalo con mucho cuidado. Allí se dice que “todo lo que digamos será hecho si lo
creemos, pero note que el versículo 24 dice: “por tanto” es decir, en resumen, “Todo lo que
pidieres orando, si lo crees lo recibiréis”. No es lo que decretamos sino lo
que pedimos.
La frase “por
tanto” usada por Jesús es una conclusión de la enseñanza que viene dando. “Por tanto os digo que todo”, dice Jesús
¿Cuánto? Todo, “todo lo que pidieres”
¿Cómo? “orando”.
Lo que Jesús nos está diciendo, es que todo lo que digamos será hecho, pero
primero debemos orar al Padre para pedirle y saber si esa es su voluntad.
Entonces lo que hacemos es declarar que el milagro será hecho. No decretamos nada,
lo que hacemos es declarar la voluntad
de Dios.
No podemos declarar nada que no esté de acuerdo
con la voluntad del Padre. Ya vimos que no era la voluntad del Padre librar a
Pablo del aguijón en su carne.
1 Juan 5:14
Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a
su voluntad, él nos oye. 5:15 Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa
que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho..
Debemos pedir de acuerdo a la voluntad de
Dios. La oración es hacer que la voluntad de Dios se cumpla, no que su
voluntad se modifique. Dios nos oye si lo que hablamos está de acuerdo a su
voluntad. Si la petición, no está de acuerdo a su voluntad, Dios no nos oirá.
Ese “todo” o, “cualquier cosa” está sujeto en última instancia, a la voluntad
soberana de Dios.
En la oración, deben quedar fuera, todas las
peticiones que no se amolden a su voluntad. La voluntad de Dios, ya está
revelada claramente en las escrituras.
Claro que le puedes decir a un monte en
particular, quítate de aquí y échate en el mar, pero ¿Es la voluntad del Padre
que eso suceda? Además, debemos orar
para que nos quede claro que el milagro
lo hace el Espíritu Santo y no nosotros. Si no oramos al Padre, podríamos
creer que el milagro es nuestro. Y hay más:
Santiago 4:2
Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar;
combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. 4:3 Pedís,
y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.
La mayoría de nuestras oraciones son para
complacer nuestros deleites o los de nuestros seres queridos. Y esas oraciones
no son escuchadas por Dios, porque la
oración está para complacer a Dios, no para complacernos a nosotros mismos.
Mateo 6:31
No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué
vestiremos? 6:32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro
Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. 6:33 Mas buscad
primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán
añadidas.
Dios conoce nuestras necesidades y las suplirá
cuando nos interesemos en las necesidades de su reino. No tenemos que decretar abundancia ni prosperidad en
nadie, lo que tenemos que hacer es interesarnos en el reino de Dios y él suplirá conforme a su voluntad.
Entendamos entonces, que el único designio que
se cumplirá es el de Dios, no declaremos lo que no sabemos. No quitemos
a Dios de su trono, por culpa de nuestra vanidad.
Debemos entender, que si algo no está en el plan
eterno de DIOS, si DIOS no determinó desde la eternidad, que ese algo iba a
suceder, aunque declaremos mil veces que va a suceder, no sucederá.
Esas enseñanzas no vienen de Dios, son doctrinas humanas, que vienen de la
metafísica, e incluso del enemigo, para enemistarnos con nuestro Padre
Celestial.
Confesemos, sí, confesemos, declaremos lo que está
escrito, declaremos la palabra logos,
lo que es para todos y que realmente ha salido de la boca de Dios. No declares
lo que no es palabra logos.
Y no decretes, porque decretar es vanidad,
es quitar a Dios de su trono y si lo haces, Dios te quitará la salvación.
Los ignorantes dicen: “Yo decreto y Dios me obedece”, haciendo con ello, que esa
ignorancia se convierte en blasfemia…
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