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La mayoría de maestros
de la Biblia afirman que si una persona se suicida, su espíritu se va al
infierno porque al suicidarse violó el sexto mandamiento de la Ley de Moisés y
no tiene perdón ¿Es cierto? ¿Qué dice la Biblia?
No es cierto, no existe
un solo versículo en la palabra de Dios que de sustento a esa afirmación. El
sexto mandamiento de la Ley de Moisés dice: “No matarás” (Éxodo 20:13), no dice “no te
suicidarás”. Para aplicar una
ley, lo primero que tenemos que entender es el “espíritu
de la misma”, es decir, entender el propósito del legislador.
En este caso el
legislador es Dios, y si analizamos los diez mandamientos de la ley de Moisés
podemos ver claramente que lo que Dios pretende es que los primeros cuatro mandamientos
regulen nuestra relación con Él, ese
es el propósito de esos cuatro mandamientos.
El primer mandamiento dice que no debemos tener otros dioses, el segundo dice que no debemos inclinarnos ante las imágenes y darles honra. El tercero dice que no debemos tomar el nombre de Dios en vano
y el cuarto afirma que debemos guardar el día de reposo.
En los siguientes
seis mandamientos podemos ver que lo que Dios pretende es regular las
relaciones entre las personas:
El quinto mandamiento dice: honra a tus
padres, el sexto dice: no matarás, el
sétimo dice: no cometerás adulterio,
el octavo; no hurtarás, el noveno: no dirás falso testimonio contra
tu prójimo, y el décimo: No codiciaras
los bienes ni la mujer de tu prójimo.
Como puedes ver, la
ley es para 1) regular las
relaciones entre Dios y los hombres, y 2)
regular las relaciones entre los hombres y sus prójimos. Cuando el sexto
mandamiento dice: “no matarás”, se
refiere exclusivamente a quitarle la vida
al prójimo, no a sí mismo. Para entenderlo,
analice los otros mandamientos. Usted no
comete adulterio contra sí mismo, usted no
se hurta a sí mismo, usted no dice
falso testimonio contra sí mismo, y usted no codicia sus propios bienes ni
a su propia mujer, de tal manera que
usted tampoco se mata, usted se suicida, se mata al prójimo.
Lucas 12:29 Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es:
Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es.12:30 Y amarás al Señor tu
Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas
tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. 12:31 Y el segundo es semejante:
Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.
Jesús dijo que la ley se resumía en dos mandamientos
el primero tiene que ver con la relación con Dios y abarca los primeros cuatros
mandamientos, y el segundo con la
relación entre los hombres y contiene los siguientes seis mandamientos.
Jesús dijo: el primer mandamiento es “amarás
a Dios con todo tu corazón con toda tu alma y con toda tu mente” porque
el que ama a Dios no tienes otros dioses, no se inclina ante las imágenes para
darles honra, no toma el nombre de Dios en vano y guarda el día de reposo. Luego
dijo: el segundo mandamiento es
semejante, amarás al prójimo como a ti mismo, porque el que ama al prójimo
no lo mata, no adultera con la mujer de
su prójimo, no le hurta, no da falso testimonio contra él, ni codicia sus
bienes ni su mujer.
Entienda entonces
que el pecado contra el prójimo
consiste en hacerle daño a otro, no en hacerse daño a sí mismo.
Las leyes de los hombres, se rigen por el mismo principio. Si nos vamos al Código Penal costarricense, podemos ver
que regula las relaciones entre los seres humanos para que no se hagan daño los
unos a otros.
Matar a otra
persona está tipificado como delito de “homicidio”
y se castiga con una pena que va de 1 a 35 años (111 a 113 del Código Penal).
Matarse a sí mismo no está tipificado. Lo que está tipificado es el intento de matarse, está tipificado
como “tentativa de suicidio” (Artículo
114). Aunque la tentativa de suicidio está tipificado como delito, no es un
delito sino una enfermedad. Tal es
así, que el Código Penal no castiga con
cárcel la tentativa de homicidio. Lo que impone es una medida de seguridad temporal,
para que la persona no se haga daño, mientras recibe un tratamiento
siquiátrico, que la convenza de no acabar con su vida.
El suicidio es
ocasionado por una enfermedad mental,
como la depresión, el trastorno bipolar, la esquizofrenia, el trastorno de la
personalidad, el alcoholismo o el abuso de sustancias tóxicas.
Para los redactores
del Código Penal, el que comete homicidio es un asesino que sabe lo que hace,
mientras que el que se suicida es un enfermo, que ve el suicidio como una
salida a sus problemas, pero sin ocasionarle daño a terceros.
El término “homicidio” procede del latín homicidĭum,
un compuesto de homo: "ser humano",
y cidium: "matar", de modo
que literalmente significa "matar a un ser humano".
Por su parte el suicidio, procede del latín suicidium,
compuesto de sui: sí mismo, y cidium:
matar, lo que literalmente sería “matarse a sí mismo”.
Éxodo 21:12 El que hiriere a alguno, haciéndole así morir, él morirá.
21:13 Mas el que no pretendía herirlo, sino que Dios lo puso en sus manos,
entonces yo te señalaré lugar al cual ha de huir. 21:14 Pero si alguno se
ensoberbeciere contra su prójimo y lo matare con alevosía, de mi altar lo
quitarás para que muera.
De igual manera, la
Biblia castiga el homicidio con la pena de muerte, cuando es intencional. Pero no
menciona castigo alguno para el suicidio. De hecho, no menciona el suicidio para nada. Hasta aquí, podríamos afirmar,
que el suicidio no es delito ni tampoco es pecado.
1 Corintios 3:17 Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le
destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.
El anteerior
versículo es usado por muchos maestros de la Biblia, para afirmar que Dios castiga
el suicidio, dicen que Dios destruirá al que destruya el templo de Dios, entendiendo
que el “templo de Dios” es “el cuerpo
del hombre” (1 Corintios 6:19).
Sin embargo,
afirmar tal cosa, eso es tener una pésima lectura de la palabra de Dios. Si
bien es cierto, que algunos versículos de la Biblia identifican el cuerpo del
hombre con el “el templo de Dios”, en
este pasaje el “templo de Dios” no se
refiere al cuerpo del hombre sino a la Iglesia.
El versículo dice:
“el
templo de Dios, el cual sois vosotros”, en plural y en clara referencia
a la congregación, no al individuo en singular y como tal. Hay que leer todo el
capítulo para entenderlo. Observe lo que el apóstol Pablo dice:
1 Corintios 3:9 Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y
vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios. 3:10 Conforme a la gracia de
Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro
edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica.
Pablo dice que
todos debemos cooperar en la construcción del “edificio de Dios” ¿Qué es el edificio de Dios? Es la iglesia. Todos
debemos aportar para que la Iglesia crezca, para que la iglesia se expanda.
1 Corintios 3:14 Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó,
recibirá recompensa. 3:15 Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida,
si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego.
Seguidamente Pablo
dice, que la obra misionera de cada uno será probada con fuego. Los que
sobreedifican recibirán recompensa por su trabajo, y los que no sobreedifican
sufrirán pérdida, porque no serán recompensados, aunque se salvarán.
1 Corintios 3:16 ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu
de Dios mora en vosotros? 3:17 Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le
destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.
Es entonces cuando
Pablo concluye, que todos somos el
templo de Dios, todos somos la iglesia, porque en cada uno de nosotros mora el
Espíritu Santo. El que no tiene el Espíritu Santo no es parte de la iglesia.
Y por último, Pablo
advierte sobre las graves consecuencias, del que haga algo para que la
congregación sea destruida o desaparezca. A eso se refiere Pablo y nada
de ello tiene que ver con el suicidio. Por favor, no confundamos las cosas.
NO HAY CONDENACION
Romanos 8:1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en
Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
La palabra de Dios
nos enseña, que no hay ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús.
¿Quiénes son éstos? Los que han sido librados de la potestad de las tinieblas y
traslados al Reino del amado Hijo de Dios, a la iglesia de Dios (Colosenses 1:13), luego de creer y
bautizarse (Marcos 16:16, Romanos 6:3-5,
Colosenses 2:12).
Hebreos 10:17 añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. 10:18 Pues donde hay remisión de éstos, no hay
más ofrenda por el pecado.
Note usted que Dios
prometió no acordarse de ninguno de nuestros pecados, no porque merezcamos el
perdón, no porque le caigamos bien, no porque nos ame, sino porque Jesús pagó con su sangre, por absolutamente
todos los pecados de la humanidad, esa es su justicia.
Si estamos en
Cristo, estamos absueltos de toda condenación. No importa los pecados que hayas
cometido, una vez que estás en Cristo, se te otorgó el perdón que Jesús logró
en la cruz.
Dios no se va a
acordar si mentiste, si mataste, si robaste, si adulteraste, si diste falso
testimonio, si codiciaste los bienes ajenos o la mujer de tu prójimo ni si te
suicidaste. Nuestro Padre celestial padece de amnesia espiritual, para con sus
hijos.
Lo que les quiero
decir, es que si una persona que está en Cristo se suicida, no será condenada, en
primer lugar, porque el suicidio no es un pecado, y si fuera pecado, Dios no se
va a acordar de ese pecado.
SUICIDIOS EN LA BIBLIA
En toda la Biblia,
se mencionan únicamente siete casos de suicidio: Abimelec (Jueces 9:50-57), Sansón (Jueces
16:28-31), Saúl y su escudero (1
Samuel 31:1-6), Ahitofel (2 Samuel
15:12-34, 16:6), Zimri (1 Reyes
16:8-20) y Judas Iscariote (Mateo
27:1-8).
En todos estos
pasajes mencionados, no se hace comentario alguno sobre el futuro de esas
personas. No se indica que serían condenadas, ni nada que se le parezca.
EL HOMBRE SUJETO A PASIONES
Entonces, viene el
argumento de la fe ¿Dónde está la fe del
suicida? Si usted está libre de pecado y tiene la fe del tamaño de un grano
de mostaza, suficiente para mover montañas, entonces lance la primera piedra,
sino, es mejor que cierres tu boca.
Santiago 5:17 Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las
nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la
tierra por tres años y seis meses. 5:18 Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia,
y la tierra produjo su fruto.
La palabra de Dios
nos enseña, que el más grande de todos los profetas, un hombre que fue
arrebatado al cielo, un hombre que oro y dejó de llover por tres años, luego oró
y volvió a llover, era un hombre sujeto a pasiones, semejantes a las nuestras.
Un hombre sujeto a pasiones es un ser humano que se ríe, que se enoja, que se
alegra, que se deprime y que peca. ¿Quién puede dudar de la fe de Elías? Sin
embargo, en el monte, Elías desafío a 400 profetas, pero en la llanura, Jezabel
lo amenazó, y lleno de terror, Elías se deprimió, se encerró en una cueva y le pidió a Dios que le quitara la vida.
Así somos todos los
seres humanos, los creyentes no somos la excepción. Somos valientes en la
cumbre, pero cobardes en el valle, inútiles en la crisis. Estamos sujetos a
pasiones. Es posible, que si nosotros tuviésemos la oportunidad de juzgar a
Elías, lo señalaríamos y le reclamaríamos su falta de fe.
El profeta Jeremías
dijo en un momento de depresión: “maldito
el día en que nací” (Jeremías 20:14).
Job dijo; “¿Por qué
no morí en la matriz, o expiré al salir del vientre? ¿Por qué me recibieron las
rodillas? ¿Y a qué los pechos que mamase? Pues ahora estaría yo muerto y
reposaría, dormiría y entonces tendría descanso” (Job 3:11-13).
No es fácil
imaginar a estos grandes hombres de la Biblia, hablando de esa manera, pero
Dios permitió que así quedara escrito, para que entendamos, que por más
creyentes que seamos, en cualquier momento, nos podemos ver atrapados por las
circunstancias y caer en la depresión.
Estamos sujetos a
pasiones, podemos pecar cuando menos lo imaginamos y le podemos fallar a Dios y
en cualquier momento un creyente desesperado podría llegar hasta el suicidio.
EL CASO DE JUDAS ISCARIOTE
Mateo 27:3 Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que era
condenado, devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales
sacerdotes y a los ancianos, 27:4 diciendo: Yo he pecado entregando sangre
inocente. Mas ellos dijeron: ¿Qué nos importa a nosotros? ¡Allá tú! 27:5 Y
arrojando las piezas de plata en el templo, salió, y fue y se ahorcó.
Judas Iscariote ya
ha sido condenado y enviado al infierno, por la mayoría de los exegetas
bíblicos. Sin embargo, es muy posible que Judas fuese perdonado, solamente Dios
lo sabe.
A su manera, tanto Pedro como Judas Iscariote traicionaron
al Señor. Sin embargo, los exegetas sostienen que Pedro está en los cielos,
pero Judas en el infierno, porque Pedro se arrepintió pero Judas no. ¿Quién dice que Judas no se arrepintió?
En el anterior pasaje, podemos leer claramente que Judas devolvió arrepentido las
piezas de plata, que le habían pagado por entregar al Señor. Su arrepentimiento
y su dolor fue tan grande, que creyó que no merecía seguir viviendo y se quitó
la vida.
Lucas 23:34 Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que
hacen.
Lea cuidadosamente
lo que Jesús dijo antes de morir: Padre, perdónalos porque no saben lo que
hacen. El Señor pidió perdón para todos los que de una u otra manera, tuvieron
que ver con su muerte, porque no sabían lo que hacían. Entre ellos estaba Judas
Iscariote.
Lucas 22:3 Y entró Satanás en Judas, por sobrenombre Iscariote, el
cual era uno del número de los doce; 22:4 y éste fue y habló con los
principales sacerdotes, y con los jefes de la guardia, de cómo se lo
entregaría.
La Biblia dice que
Satanás entró en Judas, para que traicionara al Señor. Si tienes el Espíritu
Santo, Satanás no puede entrar en ti, pero va a presionar tu mente, para que le
falles al Señor, para que lo traiciones. El diablo influenciará las personas,
las circunstancias, todo lo que esté a su alcance para que caigas. Mira el caso
de Pedro:
Mateo 16:15 El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? 16:16
Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
16:17 Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás,
porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Jesús le preguntó a
sus discípulos que quién era él. El único que dio una respuesta correcta fue
Pedro. “Eres el Hijo del Dios viviente”.
Jesús le dijo que no se lo rebeló carne ni sangre sino el Padre que está en los
cielos. Pero veamos lo que sucedió un momento después:
Mateo 16:22 Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle,
diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca.16:23
Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me
eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los
hombres.
Jesús dijo que
debía morir y Pedro trata de convencerlo a que no lo haga. Entonces Jesús le
dijo: “Quítate delante de mí, Satanás, me
eres tropiezo”.
Momentos antes,
Jesús le había dicho a Pedro que el Padre le hizo una revelación, y ahora le
dice que Satanás está detrás de él. Esa es la realidad espiritual que vivimos.
Estamos sujetos a pasiones y a la tentación del diablo. En cualquier momento,
podemos caer.
No hay creyentes inmaculados. Tal vez Elías, en
su depresión no se quitó la vida, pero hay algo cierto: no quería seguir
viviendo. El Señor lo buscó, lo animó y lo sacó de su escondite. ¿Pero que
hubiese sucedido si el Señor no lo busca? Quizás a los días hubiese acabado con
su vida. No lo sabemos. Demos gracias al Señor porque hemos sido escogidos,
demos gracias porque él nos busca y nos anima.
Efesios 6:13 Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que
podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.
¿Por qué crees que
se nos manda ponernos la armadura de Dios? Para que el diablo no nos haga daño
ni nos empuje a la muerte. Los días son malos, porque Satanás anda rondando
para hacerte caer.
CONCLUSION
El pensamiento de
creer que una persona que se suicida, se condena, es pensar más allá de lo que está escrito, es algo que no debemos
hacer (1 Corintios 4:6).
El silencio
bíblico, es justamente para que no juzguemos lo que no sabemos, así que no
debemos sacar conclusiones sobre los asuntos en que la Biblia guarda silencio. La Biblia no dice que el suicidio sea
pecado. Más bien dice que no hay condenación para los que están en Cristo,
más bien dice que Dios no se acordará de ninguno de nuestros pecados.
Un pensamiento
correcto, es creer, que una persona, movida por la desesperación, en
circunstancias adversas, no es dueña de su voluntad y puede llegar a cometer
suicidio.
Los siquiatras nos
dan la razón. Ellos afirman que los suicidas no tienen dominio sobre sí mismos.
La depresión puede llevar al ser humano,
por más creyente que sea, a anular la conciencia plena de sí y el razonamiento
lúcido, por lo cual el suicidio no se considera un acto libre.
No olvides que el diablo
busca robarnos, destruirnos y matarnos (Juan
10:10), aprovechando toda circunstancia.
Desgraciadamente,
cuando una persona se suicida, en vez de liberar de la tristeza a los que
lloran, muchos creyentes atan pesadas cargas sobre sus hombros al decirles que
el suicida se fue para el infierno.
Yo no estoy a favor
del suicidio, nunca podría estarlo, pero tampoco estoy para juzgar, ni para
afirmar cosas que la palabra de Dios no contempla, y ella no afirma que los
suicidas serán condenados por suicidas. Lo serán, sino estaban en Cristo.
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