miércoles, 14 de diciembre de 2016

¿SE CONDENA EL QUE SE SUICIDA?

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La mayoría de maestros de la Biblia afirman que si una persona se suicida, su espíritu se va al infierno porque al suicidarse violó el sexto mandamiento de la Ley de Moisés y no tiene perdón ¿Es cierto? ¿Qué dice la Biblia?
No es cierto, no existe un solo versículo en la palabra de Dios que de sustento a esa afirmación. El sexto mandamiento de la Ley de Moisés dice: “No matarás” (Éxodo 20:13), no dice “no te suicidarás”.  Para aplicar una ley, lo primero que tenemos que entender es el  espíritu de la misma”, es decir, entender el propósito del legislador.
En este caso el legislador es Dios, y si analizamos los diez mandamientos de la ley de Moisés podemos ver claramente que lo que Dios pretende es que los primeros cuatro mandamientos regulen nuestra relación con Él, ese es el propósito de esos cuatro mandamientos.
El primer mandamiento dice que no debemos tener otros dioses, el segundo dice que no debemos inclinarnos ante las imágenes y darles honra. El tercero dice que no debemos tomar el nombre de Dios en vano y el cuarto afirma que debemos guardar el día de reposo.
En los siguientes seis mandamientos podemos ver que lo que Dios pretende es regular las relaciones entre las personas:
El quinto mandamiento dice: honra a tus padres, el sexto dice: no matarás, el sétimo dice: no cometerás adulterio, el octavo; no hurtarás, el noveno: no dirás falso testimonio contra tu prójimo, y el décimo: No codiciaras los bienes ni la mujer de tu prójimo.
Como puedes ver, la ley es para 1) regular las relaciones entre Dios y los hombres, y 2) regular las relaciones entre los hombres y sus prójimos. Cuando el sexto mandamiento dice: “no matarás”, se refiere exclusivamente a quitarle la vida al prójimo, no a sí mismo. Para entenderlo, analice los otros mandamientos. Usted no comete adulterio contra sí mismo, usted no se hurta a sí mismo, usted no dice falso testimonio contra sí mismo, y usted no codicia sus propios bienes ni a su propia mujer, de tal manera que usted tampoco se mata, usted se suicida, se mata al prójimo.

Lucas 12:29 Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es.12:30 Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. 12:31 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.

Jesús dijo que la ley se resumía en dos mandamientos el primero tiene que ver con la relación con Dios y abarca los primeros cuatros mandamientos,  y el segundo con la relación entre los hombres y contiene los siguientes seis mandamientos.
Jesús dijo: el primer mandamiento es “amarás a Dios con todo tu corazón con toda tu alma y con toda tu mente” porque el que ama a Dios no tienes otros dioses, no se inclina ante las imágenes para darles honra, no toma el nombre de Dios en vano y guarda el día de reposo. Luego dijo: el segundo mandamiento es semejante, amarás al prójimo como a ti mismo, porque el que ama al prójimo  no lo mata, no adultera con la mujer de su prójimo, no le hurta, no da falso testimonio contra él, ni codicia sus bienes ni su mujer.
Entienda entonces que el pecado contra el prójimo consiste en hacerle daño a otro, no en hacerse daño a sí mismo.
Las leyes de los hombres, se rigen por el mismo principio. Si nos vamos al Código Penal costarricense, podemos ver que regula las relaciones entre los seres humanos para que no se hagan daño los unos a otros.
Matar a otra persona está tipificado como delito de “homicidio” y se castiga con una pena que va de 1 a 35 años (111 a 113 del Código Penal).
Matarse a sí mismo no está tipificado. Lo que está tipificado es el intento de matarse, está tipificado como “tentativa de suicidio” (Artículo 114). Aunque la tentativa de suicidio está tipificado como delito, no es un delito sino una enfermedad. Tal es así, que el Código Penal no castiga con cárcel la tentativa de homicidio. Lo que impone es una medida de seguridad temporal, para que la persona no se haga daño, mientras recibe un tratamiento siquiátrico, que la convenza de no acabar con su vida.
El suicidio es ocasionado por una enfermedad mental, como la depresión, el trastorno bipolar, la esquizofrenia, el trastorno de la personalidad, el alcoholismo o el abuso de sustancias tóxicas.
Para los redactores del Código Penal, el que comete homicidio es un asesino que sabe lo que hace, mientras que el que se suicida es un enfermo, que ve el suicidio como una salida a sus problemas, pero sin ocasionarle daño a terceros.
El término “homicidio” procede del latín homicidĭum, un compuesto de homo: "ser humano", y cidium: "matar", de modo que literalmente significa "matar a un ser humano".
Por su parte el suicidio, procede del latín suicidium, compuesto de sui: sí mismo, y cidium: matar, lo que literalmente sería “matarse a sí mismo”.

Éxodo 21:12 El que hiriere a alguno, haciéndole así morir, él morirá. 21:13 Mas el que no pretendía herirlo, sino que Dios lo puso en sus manos, entonces yo te señalaré lugar al cual ha de huir. 21:14 Pero si alguno se ensoberbeciere contra su prójimo y lo matare con alevosía, de mi altar lo quitarás para que muera.

De igual manera, la Biblia castiga el homicidio con la pena de muerte, cuando es intencional. Pero no menciona castigo alguno para el suicidio. De hecho, no menciona el suicidio para nada. Hasta aquí, podríamos afirmar, que el suicidio no es delito ni tampoco es pecado.

1 Corintios 3:17 Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.

El anteerior versículo es usado por muchos maestros de la Biblia, para afirmar que Dios castiga el suicidio, dicen que Dios destruirá al que destruya el templo de Dios, entendiendo que el “templo de Dios” es “el cuerpo del hombre” (1 Corintios 6:19).
Sin embargo, afirmar tal cosa, eso es tener una pésima lectura de la palabra de Dios. Si bien es cierto, que algunos versículos de la Biblia identifican el cuerpo del hombre con el “el templo de Dios”, en este pasaje el “templo de Dios” no se refiere al cuerpo del hombre sino a la Iglesia.
El versículo dice: “el templo de Dios, el cual sois vosotros”, en plural y en clara referencia a la congregación, no al individuo en singular y como tal. Hay que leer todo el capítulo para entenderlo. Observe lo que el apóstol Pablo dice:

1 Corintios 3:9 Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios. 3:10 Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica.

Pablo dice que todos debemos cooperar en la construcción del “edificio de Dios” ¿Qué es el edificio de Dios? Es la iglesia. Todos debemos aportar para que la Iglesia crezca, para que la iglesia se expanda.

1 Corintios 3:14 Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. 3:15 Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego.

Seguidamente Pablo dice, que la obra misionera de cada uno será probada con fuego. Los que sobreedifican recibirán recompensa por su trabajo, y los que no sobreedifican sufrirán pérdida, porque no serán recompensados, aunque se salvarán.

1 Corintios 3:16 ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? 3:17 Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.

Es entonces cuando Pablo concluye, que todos somos el templo de Dios, todos somos la iglesia, porque en cada uno de nosotros mora el Espíritu Santo. El que no tiene el Espíritu Santo no es parte de la iglesia.
Y por último, Pablo advierte sobre las graves consecuencias, del que haga algo para que la congregación sea destruida o desaparezca. A eso se refiere Pablo y nada de ello tiene que ver con el suicidio. Por favor, no confundamos las cosas.

NO HAY CONDENACION

Romanos 8:1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.

La palabra de Dios nos enseña, que no hay ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús. ¿Quiénes son éstos? Los que han sido librados de la potestad de las tinieblas y traslados al Reino del amado Hijo de Dios, a la iglesia de Dios (Colosenses 1:13), luego de creer y bautizarse (Marcos 16:16, Romanos 6:3-5, Colosenses 2:12).

Hebreos 10:17 añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.  10:18 Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado.

Note usted que Dios prometió no acordarse de ninguno de nuestros pecados, no porque merezcamos el perdón, no porque le caigamos bien, no porque nos ame, sino porque Jesús pagó con su sangre, por absolutamente todos los pecados de la humanidad, esa es su justicia.
Si estamos en Cristo, estamos absueltos de toda condenación. No importa los pecados que hayas cometido, una vez que estás en Cristo, se te otorgó el perdón que Jesús logró en la cruz.
Dios no se va a acordar si mentiste, si mataste, si robaste, si adulteraste, si diste falso testimonio, si codiciaste los bienes ajenos o la mujer de tu prójimo ni si te suicidaste. Nuestro Padre celestial padece de amnesia espiritual, para con sus hijos.
Lo que les quiero decir, es que si una persona que está en Cristo se suicida, no será condenada, en primer lugar, porque el suicidio no es un pecado, y si fuera pecado, Dios no se va a acordar de ese pecado.

SUICIDIOS EN LA BIBLIA

En toda la Biblia, se mencionan únicamente siete casos de suicidio: Abimelec (Jueces 9:50-57), Sansón (Jueces 16:28-31), Saúl y su escudero (1 Samuel 31:1-6), Ahitofel (2 Samuel 15:12-34, 16:6), Zimri (1 Reyes 16:8-20) y Judas Iscariote (Mateo 27:1-8).
En todos estos pasajes mencionados, no se hace comentario alguno sobre el futuro de esas personas. No se indica que serían condenadas, ni nada que se le parezca.

EL HOMBRE SUJETO A PASIONES

Entonces, viene el argumento de la fe ¿Dónde está la fe del suicida? Si usted está libre de pecado y tiene la fe del tamaño de un grano de mostaza, suficiente para mover montañas, entonces lance la primera piedra, sino, es mejor que cierres tu boca.

Santiago 5:17 Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. 5:18 Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto.

La palabra de Dios nos enseña, que el más grande de todos los profetas, un hombre que fue arrebatado al cielo, un hombre que oro y dejó de llover por tres años, luego oró y volvió a llover, era un hombre sujeto a pasiones, semejantes a las nuestras. Un hombre sujeto a pasiones es un ser humano que se ríe, que se enoja, que se alegra, que se deprime y que peca. ¿Quién puede dudar de la fe de Elías? Sin embargo, en el monte, Elías desafío a 400 profetas, pero en la llanura, Jezabel lo amenazó, y lleno de terror, Elías se deprimió, se encerró en una cueva y le pidió a Dios que le quitara la vida.
Así somos todos los seres humanos, los creyentes no somos la excepción. Somos valientes en la cumbre, pero cobardes en el valle, inútiles en la crisis. Estamos sujetos a pasiones. Es posible, que si nosotros tuviésemos la oportunidad de juzgar a Elías, lo señalaríamos y le reclamaríamos su falta de fe.
El profeta Jeremías dijo en un momento de depresión: “maldito el día en que nací” (Jeremías 20:14).
Job dijo; “¿Por qué no morí en la matriz, o expiré al salir del vientre? ¿Por qué me recibieron las rodillas? ¿Y a qué los pechos que mamase? Pues ahora estaría yo muerto y reposaría, dormiría y entonces tendría descanso” (Job 3:11-13).
No es fácil imaginar a estos grandes hombres de la Biblia, hablando de esa manera, pero Dios permitió que así quedara escrito, para que entendamos, que por más creyentes que seamos, en cualquier momento, nos podemos ver atrapados por las circunstancias y caer en la depresión.
Estamos sujetos a pasiones, podemos pecar cuando menos lo imaginamos y le podemos fallar a Dios y en cualquier momento un creyente desesperado podría llegar hasta el suicidio.




EL CASO DE JUDAS ISCARIOTE

Mateo 27:3 Entonces Judas, el que le había entregado, viendo que era condenado, devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos, 27:4 diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente. Mas ellos dijeron: ¿Qué nos importa a nosotros? ¡Allá tú! 27:5 Y arrojando las piezas de plata en el templo, salió, y fue y se ahorcó.

Judas Iscariote ya ha sido condenado y enviado al infierno, por la mayoría de los exegetas bíblicos. Sin embargo, es muy posible que Judas fuese perdonado, solamente Dios lo sabe.
A su manera, tanto Pedro como Judas Iscariote traicionaron al Señor. Sin embargo, los exegetas sostienen que Pedro está en los cielos, pero Judas en el infierno, porque Pedro se arrepintió pero Judas no. ¿Quién dice que Judas no se arrepintió? En el anterior pasaje, podemos leer claramente que Judas devolvió arrepentido las piezas de plata, que le habían pagado por entregar al Señor. Su arrepentimiento y su dolor fue tan grande, que creyó que no merecía seguir viviendo y se quitó la vida.

Lucas 23:34 Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.

Lea cuidadosamente lo que Jesús dijo antes de morir: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen. El Señor pidió perdón para todos los que de una u otra manera, tuvieron que ver con su muerte, porque no sabían lo que hacían. Entre ellos estaba Judas Iscariote.

Lucas 22:3 Y entró Satanás en Judas, por sobrenombre Iscariote, el cual era uno del número de los doce; 22:4 y éste fue y habló con los principales sacerdotes, y con los jefes de la guardia, de cómo se lo entregaría.

La Biblia dice que Satanás entró en Judas, para que traicionara al Señor. Si tienes el Espíritu Santo, Satanás no puede entrar en ti, pero va a presionar tu mente, para que le falles al Señor, para que lo traiciones. El diablo influenciará las personas, las circunstancias, todo lo que esté a su alcance para que caigas. Mira el caso de Pedro:

Mateo 16:15 El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? 16:16 Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. 16:17 Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.

Jesús le preguntó a sus discípulos que quién era él. El único que dio una respuesta correcta fue Pedro. “Eres el Hijo del Dios viviente”. Jesús le dijo que no se lo rebeló carne ni sangre sino el Padre que está en los cielos. Pero veamos lo que sucedió un momento después:

Mateo 16:22 Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca.16:23 Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.

Jesús dijo que debía morir y Pedro trata de convencerlo a que no lo haga. Entonces Jesús le dijo: “Quítate delante de mí, Satanás, me eres tropiezo”.
Momentos antes, Jesús le había dicho a Pedro que el Padre le hizo una revelación, y ahora le dice que Satanás está detrás de él. Esa es la realidad espiritual que vivimos. Estamos sujetos a pasiones y a la tentación del diablo. En cualquier momento, podemos caer.
No hay creyentes inmaculados. Tal vez Elías, en su depresión no se quitó la vida, pero hay algo cierto: no quería seguir viviendo. El Señor lo buscó, lo animó y lo sacó de su escondite. ¿Pero que hubiese sucedido si el Señor no lo busca? Quizás a los días hubiese acabado con su vida. No lo sabemos. Demos gracias al Señor porque hemos sido escogidos, demos gracias porque él nos busca y nos anima.

Efesios 6:13 Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.

¿Por qué crees que se nos manda ponernos la armadura de Dios? Para que el diablo no nos haga daño ni nos empuje a la muerte. Los días son malos, porque Satanás anda rondando para hacerte caer.

CONCLUSION

El pensamiento de creer que una persona que se suicida, se condena, es pensar más allá de lo que está escrito, es algo que no debemos hacer (1 Corintios 4:6).
El silencio bíblico, es justamente para que no juzguemos lo que no sabemos, así que no debemos sacar conclusiones sobre los asuntos en que la Biblia guarda silencio. La Biblia no dice que el suicidio sea pecado. Más bien dice que no hay condenación para los que están en Cristo, más bien dice que Dios no se acordará de ninguno de nuestros pecados.
Un pensamiento correcto, es creer, que una persona, movida por la desesperación, en circunstancias adversas, no es dueña de su voluntad y puede llegar a cometer suicidio.
Los siquiatras nos dan la razón. Ellos afirman que los suicidas no tienen dominio sobre sí mismos.  La depresión puede llevar al ser humano, por más creyente que sea, a anular la conciencia plena de sí y el razonamiento lúcido, por lo cual el suicidio no se considera un acto libre.
No olvides que el diablo busca robarnos, destruirnos y matarnos (Juan 10:10), aprovechando toda circunstancia.
Desgraciadamente, cuando una persona se suicida, en vez de liberar de la tristeza a los que lloran, muchos creyentes atan pesadas cargas sobre sus hombros al decirles que el suicida se fue para el infierno.

Yo no estoy a favor del suicidio, nunca podría estarlo, pero tampoco estoy para juzgar, ni para afirmar cosas que la palabra de Dios no contempla, y ella no afirma que los suicidas serán condenados por suicidas. Lo serán, sino estaban en Cristo.

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