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El temor
tiene tanto poder como la fe, pero en forma negativa. Son los dos poderes que mueven el mundo espiritual. La fe
es lo que mueve a Dios, el temor mueve al diablo. Satanás no podrá hacer algo
en tu contra, al menos que tú le des lugar a través del temor. De igual manera,
Dios no podrá realizar en ti sus propósitos sino es a través de la fe.
Algunas
serpientes escupen un veneno a la
víctima y la paralizan por unas fracciones de segundo, para robarles la vida. Hay
una serpiente en especial, es la “serpiente
antigua que se llama diablo y satanás” (Apocalipsis 12:9), que imprime “el
veneno del temor” en “la mente” de las personas para paralizarlas, robarles las bendiciones y si es posible
hasta su salvación.
El temor es una especie de fe pero en la dirección
contraria, el temor es dejar de creerle a Dios para creerle al diablo y es por lo tanto
lo opuesto a la fe.
La fe
es un gran poder en las manos del hombre. A través de ella le creemos a Dios y obtenemos
sanidad, poder, victoria y todas las promesas que se encuentran en su Palabra.
El
temor es el otro gran poder en manos del hombre. Es a través del “temor” que dejamos de creerle a Dios
para creerle al diablo. Por esa causa, obtenemos
enfermedades, fracasos, derrotas y todo lo que el diablo nos ofrece, en lugar
de las promesas de Dios.
Juan 10:10 El ladrón no viene sino para hurtar y matar y
destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en
abundancia.
Jesús
vino a darnos vida, la vida en abundancia que nos da la gracia de Dios. Por su
parte Satanás vino a hurtar, matar y
destruir. El diablo quiere arrebatarnos esa vida en abundancia, esa vida de
justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo (Romanos
14:17) para llevarnos a una vida corta, una vida de injusticia, de temor y
de sufrimiento.
La
palabra de Dios nos enseña que Satanás o
te engaña o te intimidad, justicia,
la paz, el gozo, y hasta la vida lograrlo.
En la Biblia encontramos
más de 360 veces la expresión: “No temas”
o “no tengas temor”, porque el temor
intimida y paraliza a los creyentes, haciendo que la fe se cancele.
Desdichadamente son más lo que le creen
al diablo que los que le creen a Dios.
Podemos decir que la fe es la llave que abre las puertas del cielo para atraer sanidad,
bendición y salvación a tu casa, mientras que
el temor es la llave que abre las puertas del infierno para atraer
enfermedad, maldición y condenación. Usted
tiene ambas llaves, es su responsabilidad usar la llave correcta.
Cuando el temor invade la vida del creyente, le
quita el poder y lo lleva a una vida inútil; la persona se convierte en cobarde
y se deja destruir por cualquier problema o dificultad.
Hay personas que tienen temor al fracaso y no emprenden un negocio por temor a
perder su inversión.
Hay personas inteligentes que pierden exámenes
en la universidad, no por desconocimiento o por incapacidad, sino por culpa del
temor. Esas personas van al examen con el temor de perder y ya van derrotadas.;
de hecho pierden el examen.
Job 31:34
Porque tuve temor de la gran multitud, Y el menosprecio de las familias me
atemorizó, Y callé, y no salí de mi puerta
El temor puede hacer que las personas sean incapaces de enfrentar sus vidas, puede
hacer que pierdan sus trabajos, sus bienes y su posición social. Hay personas
que por temor al menosprecio o el hazme reír de los demás, se suicidan o se
encierran en sus casas. Algunas terminan en un asilo de enfermos mentales o
pierden su vida por un paro cardiaco ocasionado por el estrés.
Job 3:25
Porque el temor que me espantaba me ha venido, Y me ha acontecido lo que yo
temía. 3:26 No he tenido paz, no me aseguré, ni estuve reposado; No obstante,
me vino turbación.
Job tenía temor y ese temor abrió las puertas
del infierno, lo que temía le sucedió. Al
igual que Job, si confiesas el temor, terminas haciéndolo realidad. Confiesas:
“Tengo miedo de perder el trabajo” y
lo terminas perdiendo. Confiesas: “temo
que mi esposa me traicione” y terminas traicionado. Confiesas “tengo miedo que esta espinilla sea un cáncer”
y esa espinilla se hace cancerosa; ese es el poder del temor.
Jesús dijo que “de la abundancia del corazón
habla la boca” (Lucas 6:45),
es decir, lo que confieses con tu boca será hecho (Marcos 11:23), porque es lo que crees en tu corazón, ya
sea para bien o sea para mal.
1 Pedro
2:24 quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para
que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya
herida fuisteis sanados.
Hay personas que creen que Jesús llevó sus
pecados al madero y no tienen temor
alguno a ser condenados en el infierno. Pero no creen que por la
herida de Jesús fueron sanados. Creen
únicamente la mitad de 1 Pedro 2:24. Van al médico por cualquier cosa y
argumentan que lo hacen “por prevención”
pero esa prevención “se llama temor”
y es una línea muy delgada entre la fe y
la incredulidad. Esta no es una
crítica, es una llamada de atención, si tú crees que el Señor te sanó en la
cruz, no tienes que temerle a las enfermedades.
Cuando el temor invade la vida del creyente, le
quita el poder y lo lleva a una vida inútil; la persona se convierte en cobarde
y se deja destruir por cualquier problema o dificultad.
Job 31:34
Porque tuve temor de la gran multitud, Y el menosprecio de las familias me
atemorizó, Y callé, y no salí de mi puerta
El temor tiene el poder de hacer que una persona
sea incapaz de enfrentar la vida, tiene
el poder de hacer que pierda su trabajo,
sus bienes o su posición social, y por temor al menosprecio o el hazme reír de
los demás esas personas se suicidan o se
encierran en su casa. Algunos terminan en un asilo de enfermos mentales o
pierden sus vidas por un paro cardiaco ocasionado por el estrés.
Howard
Hughes
poseía, aparte de su enorme fortuna, una personalidad atrayente y una gran
inteligencia. Fue uno de los pioneros de la aviación. Pero le
tenía temor a las bacterias y a sus 50 años llegó a recluirse por completo
en el cuarto de un hotel que compró con ese propósito. Un hombre que había
acumulado dos mil millones de dólares, se encerró para siempre para no contraer
ninguna enfermedad. El poder del temor le
robó su vida, el diablo aprovechó la puerta que Hughes le dejó abierta.
A sus 71 años, Hughes murió en su soledad, lleno de llagas en sus manos e irreconocible.
El FBI tuvo que identificarle con sus huellas dactilares. El poder del temor lo destruyó por completo.
Job 3:25
Porque el temor que me espantaba me ha venido, Y me ha acontecido lo que yo
temía. 3:26 No he tenido paz, no me aseguré, ni estuve reposado; No obstante,
me vino turbación.
Todos conocen la historia de Job, su temor le
abrió la puerta al diablo, y lo que temía y más de lo que temía le
sucedió. Si confiesas el temor, terminas
haciéndolo realidad. Confiesas: “Tengo
miedo de perder el trabajo” y lo terminas perdiendo. Confiesas: “temo que
mi esposa me traicione” y terminas traicionado.
Está escrito: Lo que confieses con tu boca,
será hecho (Marcos 11:23). El temor
es la llave que le abre la puerta al diablo para que ejecute lo que temes.
Proverbios
18:21 La muerte y la vida están en poder de la lengua, Y el que la ama comerá
de sus frutos.
Este versículo lo dice claramente, la muerte y
la vida están en poder de la lengua, lo
que siembres con tu boca es lo que cosecharás.
Si tienes fe confiesas bienes y bienes te
vendrán. Pero si tienes temor, confiesas males y males te vendrán. La fe le da
autorización a Dios para que ejecute las cosas buenas que tiene planeadas para
ti, mientras que el temor le da autorización al diablo para que ejecute lo que tú temes.
Romanos
8:1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús,
los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
Generalmente leemos este versículo en su primera
parte. Leemos “ninguna condenación hay
para los que están en Cristo Jesús”, y la confesamos a los cuatro vientos.
Sin embargo pasamos por alto lo que sigue y lo
que sigue es: “los que no andan conforme
a la carne sino conforme al Espíritu”, o sea que la oración completa es: “no hay condenación para el que anda conforme
al Espíritu, pero sí hay condenación para el que anda conforme a la carne”.
Andar
conforme al Espíritu es andar por fe, es creer en las promesas de Dios, es creer en
lo que no vemos. Andar conforme a la
carne es creer únicamente en lo que vemos y que podemos probar físicamente,
en otras palabras es vivir en
incredulidad.
Ya sabemos que la condenación es lo contrario a la salvación. Pero, de acuerdo con
el diccionario la condenación es también
toda acción de condenar una cosa que se considera mala o perjudicial.
Si yo he tenido un nuevo nacimiento (Juan
3:3-5), entonces he sido salvo de la condenación eterna en el infierno,
esta verdad es inmutable. No obstante y mientras ande conforme a la carne puedo
ser alcanzado por cosas que se consideran malas o perjudiciales, ya sean
enfermedades o cosas negativas. Es decir, puedo
recibir condenación por culpa de mi temor o incredulidad.
Romanos
8:13 porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu
hacéis morir las obras de la carne, viviréis.
Aquí dice que si vivimos conforme a la carne
moriremos, pero si vivimos conforme al Espíritu viviremos. Por ejemplo, hay personas
que viven con el temor de perder la
salvación, entonces se esfuerzan por no pecar, no fuman, no beben, se auto
sacrifican y lo que consiguen es todo lo contrario, porque sus obras los hacen caer de
la gracia (Gálatas 5:4), es el
poder del temor.
Pero sí confían en que por gracia son salvos, por medio de la fe; creen firmemente que la
salvación es un regalo de Dios
inmerecido, y no por obras (Efesios 2:8-9), entonces no hacen nada
al respecto, al no hacer nada de hecho hacen morir las obras de la carne y viven por gracia y sin temor.
Vivir conforme al Espíritu es vivir por gracia, en otras palabras es “vivir
de regalado” por lo que hizo Cristo, sin tener que hacer nada al
respecto sino únicamente creer.
Veamos otro ejemplo
que se da constantemente. El que vive conforme a la carne tiene temor de todo, si le sale una espinilla dice: “debo
ir al médico para estar seguro de que no es un cáncer”, no cree en su
sanidad y sin quererlo está rechazando la gracia. Y el diablo va a hacer lo que
pueda para que termine enfermo.
El que anda conforme al Espíritu (vive por
gracia) no va al médico pues considera que Jesús lo sanó en la cruz y que esa es una simple espinilla, con su
actitud hace morir las obras de la carne. Es el poder de la fe.
Romanos
8:14 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos
de Dios. 8:15 Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra
vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual
clamamos: ¡Abba, Padre!
Los que andan conforme al Espíritu, éstos son
los hijos de Dios, porque los hijos de Dios no han recibido un espíritu de
esclavitud para vivir en temor, sino un espíritu de Adopción y por lo tanto
claman “Abba Papi”, con un papá como tú
no tengo temor de que me pueda venir mal alguno”.
2 Timoteo
1:7 Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y
de dominio propio.
Dios no nos ha dado espíritu de cobardía; ese
espíritu viene del diablo. Dios nos ha dado un espíritu de poder, es el poder de la fe, nos ha dado espíritu de amor que echa fuera el
temor, y nos ha dado un espíritu de dominio
propio para no dejarnos dominar por el diablo. Libera tu mente, pon los ojos en Jesús, autor
y consumador de la fe (Hebreos 12:2)
y no en las circunstancias que te rodean.
Isaías 8:9 Reuníos, pueblos, y seréis quebrantados; oíd,
todos los que sois de lejanas tierras; ceñíos, y seréis quebrantados;
disponeos, y seréis quebrantados. 8:10 Tomad consejo, y será anulado; proferid
palabra, y no será firme, porque Dios está con nosotros.
Esta
palabra es un reto del pueblo de Dios hacia sus enemigos, muestra la autoridad
suprema de Dios y la manera en que Él se levanta a favor de sus hijos. Lo que dice el texto, en otras
palabras, es lo siguiente: “Reúnanse
contra este pueblo y serán quebrantados, aconséjense, profieran palabra, pero nada
de lo que hagan prosperará porque Dios está con nosotros”.
A veces
nos caemos, nos sentimos derrotados ante las circunstancias, el temor nos
invade pues parece que todo se derrumba; pero es en esos momentos que debemos
creerle a Dios “¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra
nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos
nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” (Romanos 8:31-32).
No
debemos olvidar que Dios estuvo dispuesto a dar su hijo por nosotros ¿Acaso no
va a cumplir con sus promesas? ¿Acaso no va a salir en nuestro auxilio?
Isaías 54:17 Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y
condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio. Esta es la herencia
de los siervos de Jehová, y su salvación de mí vendrá, dijo Jehová.
No
importan todas las armas que estén planeadas contra ti, porque no prosperarán.
No temas si están hablando contra ti, porque Dios condenará toda lengua que se
levante para enjuiciarte. Esa es la
herencia de las promesas de Dios para sus hijos “que viven por fe”.
Al
llegar a este punto, puedes darte cuenta que el “temores lo antónimo o lo contrario
a la fe. Por esta causa, una persona que viva en temores no puede andar en fe,
porque el resultado del temor es la duda.
Además de eso, el temor te neutraliza por completo, psicológicamente te deja
estático.
El temor
tiene tanto poder como la fe, pero en forma negativa; son dos poderes
que mueven el mundo espiritual. La fe es lo que mueve a Dios, el temor mueve al
diablo. Satanás sabe que nunca podrá hacer algo en contra de ti a menos que tú
le des lugar a través del temor; como él sabe que Dios nunca podrá realizar en
ti sus propósitos sino es a través de la fe, y ésta es la causa por la cual él
trata de mantener al creyente en temores.
Los
términos “Fe” y “Temor” son dos polos
opuestos y, por lo tanto, incompatibles. Quien vive en temores no puede
moverse en fe, y donde hay fe no hay lugar para el temor. No te engañes, no
puedes decir que tienes fe si vives en temores.
No
olvides lo siguiente, Dios no podrá salir en tu defensa si vives en temor. El temor
e incredulidad le cierran la puerta a Dios y se la abren al diablo. Así que
deshazte de todo temor y comienza a andar por fe, en ese momento verás el poder
de Dios sobre ti.
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