jueves, 21 de julio de 2016

HABLEMOS DE DINERO: los pactos

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Con tal de captar fondos, los líderes cristianos han manipulado la palabra de Dios a más no poder. Para ello utilizan dos tácticas sumamente vergonzosas: 1) “amenazan con maldiciones de parte de Dios a aquellos que se rehúsen a pagar los diezmos, y 2)  estafan” a los fieles “ofreciéndoles milagros y riquezas” a cambio de una suma de dinero. De lo primero ya hablamos en la anterior entrega, hoy nos enfocaremos en lo segundo.

Jonás González, presidente de la cadena cristiana de televisión “Enlace” ha dicho: “primero la plata, después las cosas, esa es una ley aquí en Enlace”.
Que desafortunada declaración la de este señor porque lo desenmascara. Desdichadamente Jonás no está solo, todos los líderes de las denominaciones que están asociadas a “Enlace” y que son muchas, apoyan a Jonás.
¿A qué se refiere Jonás? A la “doctrina de Pactos” que promocionan. De acuerdo a esa doctrina, usted puede pactar con Dios, para que  lo sane, para que lo prospere, para que restaure su hogar, o cualquier otra cosa que se le ocurra, todo ello, a cambio de una suma de dinero mensual.  
Lo que enseña esta doctrina es que podemos comprar la gracia, como si la gracia fuese un producto comercial. Si la gracia se pudiese comprar o negociar, entonces por demás murió  Cristo (Gálatas 2:21).
Somos sanados por la herida de Cristo (1 Pedro 2:24), no por una insignificante suma de dinero. Es por la preciosa sangre de Jesús que somos puestos en Cristo, es por su sangre que somos santificados, justificados y redimidos (1 Corintios 1:30); es por su preciosa sangre que somos bendecidos (Efesios 1:3) ¿Cómo se le puede ocurrir a alguien pensar que podemos obtener con dinero  lo que Cristo ya obtuvo con su sangre en la cruz?
Los maestros de la doctrina de pactos están teniendo por inmunda la sangre de Cristo (Hebreos 10:29) y lo que los espera es una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego (Hebreos 10:27), no lo digo yo, lo dice la palabra de Dios.

Esa falsa doctrina enseña que “Dios es un Dios de pactos”, y que por lo tanto podemos pactar con Él. Esta afirmación es una verdadera manipulación de las escrituras, claro que Dios es un Dios de pactos pero es Dios el que propone los pactos, no es el hombre el que los propone.

Hechos 3:25 Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra.

La Biblia enseña que Dios hizo un pacto con Abraham, mediante ese el cual le prometió bendecir en su simiente, que es  Cristo, a todas las familias de la tierra. La Biblia no enseña que Abraham hizo un pacto con Dios y le ofreció una suma de dinero a cambio de esa bendición.

Génesis 9:9 He aquí que yo establezco mi pacto con vosotros, y con vuestros descendientes después de vosotros; 9:10 y con todo ser viviente que está con vosotros; aves, animales y toda bestia de la tierra que está con vosotros, desde todos los que salieron del arca hasta todo animal de la tierra.9:11 Estableceré mi pacto con vosotros, y no exterminaré ya más toda carne con aguas de diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra.9:12 Y dijo Dios: Esta es la señal del pacto que yo establezco entre mí y vosotros y todo ser viviente que está con vosotros, por siglos perpetuos:9:13 Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre mí y la tierra.9:14 Y sucederá que cuando haga venir nubes sobre la tierra, se dejará ver entonces mi arco en las nubes.

La Biblia enseña que Dios pactó con Noé y  mediante ese pacto le prometió no volver a enviar un diluvio sobre la tierra. La Biblia no enseña que Noé pactó con Dios ofreciéndole una suma de dinero para que no enviara más diluvios.
¿Quiénes somos para pensar que podemos comprar a Dios? Los falsos maestros de la doctrina de pactos, toman una pequeña porción de la palabra de Dios, la manipulan y la acomodan para sus perversos propósitos de enriquecimiento.

Génesis 28:20 E hizo Jacob voto, diciendo: Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, 28:21 y si volviere en paz a casa de mi padre, Jehová será mi Dios.

Este texto bíblico es el que utilizan para enseñar que se puede pactar con Dios. En el texto podemos leer que Jacob hizo un voto a Dios, pero un voto no es un pacto, es una promesa.
Jacob le prometió a Dios que “si lo guardaba en el viaje, le daba vestido y comida, entonces Dios sería su Dios y él le daría los diezmos”, lo que quiere decir, que si Dios no lo guardaba, ni le daba comida ni vestido, Jacob no tendría que cumplir su promesa.
Es importante señalar, en primer lugar, que Jacob “no pagó por adelantado” como lo exigen los maestros de la doctrina de los pactos. Allí no hubo “primero la plata y después las cosas”, sino “primero las cosas y después la plata”.
Lo segundo en importancia, es que Dios le proveyó a Jacob y lo llevó con bien a su destino, “no por el voto que Jacob le hiciera”, sino por “el pacto que Dios había hecho años antes” con sus padres,  de bendecir en su simiente a todas las familias de la tierra. Para cumplir ese pacto, Dios debía llevar con bien a Jacob y preservar su vida:

Génesis 28:13 Y he aquí, Jehová estaba en lo alto de ella, el cual dijo: Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia.   28:14 Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente.  28:15 He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho.

Vea usted que Dios se le apareció en sueños a Jacob y le prometió llevarlo con bien, porque así lo había pactado con su padre y con su abuelo. “No te dejaré hasta que haya hecho lo que he dicho”, recalcó Dios.
Dios le confirmó ese pacto a Jacob antes de que Jacob hiciera su voto. Tome en cuenta que el voto de Jacob está en los versos 20 a 22 del Capítulo 28 del Génesis, mientras que la promesa de Dios es anterior,  está en los versos 13 al 15 del mismo capítulo.
¿Por qué entonces Jacob hizo el voto? Porque Jacob era un tramposo, un comerciante, que no creía en la gracia de Dios, no esperaba nada gratis. Jacob creía que tenía que ofrecerle algo a Dios para que Dios cumpliera su pacto. El pensó: “Dios me hizo una promesa, yo voy a hacerle una para que cumpla la suya”. Su mente era una mente religiosa ¿Por qué religiosa? Porque las religiones creen que podemos comprar o ganarnos la gracia.
Jacob había comprado la primogenitura por una comida, había engañado a su padre para robarle la bendición a su hermano, Jacob creía que así era como funcionaban las cosas. Para él, todo se lograba sobre una base comercial o mediante el engaño.
Es lo mismo que enseñan los maestros de la doctrina de pactos, enseñan que “tenemos  que darle a Dios una suma de dinero para que cumpla sus promesas”. Es la mente jacoriana que cree que podemos comprar la gracia.
Dios le confirmó el pacto a Jacob, no porque lo mereciera, sino por porque Dios tenía un propósito que cumplir, que se llevaría a cabo en él.  

Efesios 2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 2:9 no por obras, para que nadie se gloríe.

Somos salvos por medio de la gracia. No es algo que nos ganamos o pactamos. Es un don de Dios, es algo que Dios nos da de manera gratuita y sin merecerlo. De igual manera, la sanidad y toda bendición es por gracia.  
Efesios 1:3 dice que hemos sido bendecidos con toda bendición espiritual en los lugares celestiales con Cristo,  sin necesidad de pactar con Dios, lo que necesitamos es estar en Cristo.
Hay personas que le están proponiendo pactos a Dios, para que los bendiga, cuando ya Dios los bendijo. En lugar de pactar, lo que tienen que hacer, es apropiarse de la bendición. 
No puedes ofrecerle una suma de dinero a Dios para que perdone tus pecados. Tampoco puedes hacerlo para que te sane  o te bendiga, lo que necesitas es creer en la obra de Jesús.
La palabra de Dios dice que “Ya no hay nada que ofrecerle a Dios,  Jesús lo ofreció todo por ti.  (Hebreos 10:18).
Jacob pasó por fuego, por hacer las cosas a su manera, pero Dios siempre lo sacó adelante porque había prometido llevarlo de vuelta a casa.

Génesis 31:1 Y oía Jacob las palabras de los hijos de Labán, que decían: Jacob ha tomado todo lo que era de nuestro padre, y de lo que era de nuestro padre ha adquirido toda esta riqueza. 31:2 Miraba también Jacob el semblante de Labán, y veía que no era para con él como había sido antes. 31:3 También Jehová dijo a Jacob: Vuélvete a la tierra de tus padres, y a tu parentela, y yo estaré contigo.

Después de  veinte años, y con el nacimiento de José, Dios le volvió a hablar a Jacob, ordenándole que regresara a su casa. Nuevamente le promete estar con él y protegerlo. De modo, que Jacob se preparó para salir, pero su suegro Labán no iba a dejarle ir tan fácilmente, porque a pesar de todo, Dios había bendecido a Labán a causa de Jacob.  Por lo tanto Jacob partió secretamente y sin despedirse.
Para complicar más las cosas, una de sus esposas le había robado sus ídolos a su padre. Labán alcanzó a Jacob, pero al final, hicieron un pacto de caballeros, Labán se regresó y Jacob continuó su camino.

Génesis 32:1 Jacob siguió su camino, y le salieron al encuentro ángeles de Dios. 32:2 Y dijo Jacob cuando los vio: Campamento de Dios es este; y llamó el nombre de aquel lugar Mahanaim.

El que había librado a Jacob de Labán había sido Dios. La presencia de los ángeles es una muestra de ello. Y es una muestra, de que Dios le seguiría protegiendo. No era que los ángeles acaban de llegar, sino que los ojos espirituales de Jacob no habían sido abiertos hasta ese momento para verlos.

Génesis 32:3 Y envió Jacob mensajeros delante de sí a Esaú su hermano, a la tierra de Seir, campo de Edom. 32:4 Y les mandó diciendo: Así diréis a mi señor Esaú: Así dice tu siervo Jacob: Con Labán he morado, y me he detenido hasta ahora; 32:5 y tengo vacas, asnos, ovejas, y siervos y siervas; y envío a decirlo a mi señor, para hallar gracia en tus ojos.

A pesar, de que Dios le muestra a Jacob, que tiene un ejército de ángeles para protegerlo, Jacob, le envía un mensaje a su hermano Esaú, haciéndole una oferta para que no lo mate.
Nuevamente, Jacob hace las cosas en la carne, olvidando el llamado, la gracia y la protección divina.  
El problema es, que la gracia no modifica la carne, no la hace  buena, la carne es mala, sucia, horrible y así lo será siempre, por eso es que necesitamos deshacernos de ella en el bautismo (Colosenses 2:11).

Génesis 32:6 Y los mensajeros volvieron a Jacob, diciendo: Vinimos a tu hermano Esaú, y él también viene a recibirte, y cuatrocientos hombres con él. 32:7 Entonces Jacob tuvo gran temor, y se angustió; y distribuyó el pueblo que tenía consigo, y las ovejas y las vacas y los camellos, en dos campamentos. 32:8 Y dijo: Si viene Esaú contra un campamento y lo ataca, el otro campamento escapará.

Esaú salió a encontrar a Jacob con cuatrocientos hombres, entonces Jacob se llenó de temor. Aquellos que piensan y actúan en la carne, en lugar de creer y confiar en Dios, siempre están llenos de temor y de angustia, su problema de siempre: ¿Qué hacer?
Las mentes jacorianas siempre tienen temor y están pensando qué hacer para sobrevivir. Lo que se le ocurre a Jacob es dividir el campamento en dos. Si Esaú ataca un campamento, el otro puede huir.

Génesis 32:9 Y dijo Jacob: Dios de mi padre Abraham, y Dios de mi padre Isaac, Jehová, que me dijiste: Vuélvete a tu tierra y a tu parentela, y yo te haré bien; 32:10 menor soy que todas las misericordias y que toda la verdad que has usado para con tu siervo; pues con mi cayado pasé este Jordán, y ahora estoy sobre dos campamentos. 32:11 Líbrame ahora de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, porque le temo; no venga acaso y me hiera la madre con los hijos.

Ante tanta angustia, por fin Jacob se acuerda de Dios, para reclamarle que cumpla su palabra. “Usted me dijo que me fuera y estaría conmigo, es cierto que me has librado, por favor, líbrame nuevamente”.  Aquí vemos, que Jacob no ha alcanzado un nivel alto de espiritualidad, pero algo ha avanzado.
Génesis 32:13 Y durmió allí aquella noche, y tomó de lo que le vino a la mano un presente para su hermano Esaú: 32:14 doscientas cabras y veinte machos cabríos, doscientas ovejas y veinte carneros, 32:15 treinta camellas paridas con sus crías, cuarenta vacas y diez novillos, veinte asnas y diez borricos. 32:16 Y lo entregó a sus siervos, cada manada de por sí; y dijo a sus siervos: Pasad delante de mí, y poned espacio entre manada y manada. 32:17 Y mandó al primero, diciendo: Si Esaú mi hermano te encontrare, y te preguntare, diciendo: ¿De quién eres? ¿y adónde vas? ¿y para quién es esto que llevas delante de ti? 32:18 entonces dirás: Es un presente de tu siervo Jacob, que envía a mi señor Esaú; y he aquí también él viene tras nosotros. 32:19 Mandó también al segundo, y al tercero, y a todos los que iban tras aquellas manadas, diciendo: Conforme a esto hablaréis a Esaú, cuando le hallareis. 32:20 Y diréis también: He aquí tu siervo Jacob viene tras nosotros. Porque dijo: Apaciguaré su ira con el presente que va delante de mí, y después veré su rostro; quizá le seré acepto. 32:21 Pasó, pues, el presente delante de él; y él durmió aquella noche en el campamento.

Jacob le reclamó a Dios sus promesas, sin embargo no dejó de andar en la carne y planificó su estrategia para evitar el ataque de su hermano. Envió tres siervos, cada uno con grandes presentes, para comprar a su hermano, fue entonces que Dios lo enfrentó.

Génesis 32:22 Y se levantó aquella noche, y tomó sus dos mujeres, y sus dos siervas, y sus once hijos, y pasó el vado de Jaboc. 32:23 Los tomó, pues, e hizo pasar el arroyo a ellos y a todo lo que tenía. 32:24 Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. 32:25 Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba. 32:26 Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices. 32:27 Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob. 32:28 Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido. 32:29 Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí. 32:30 Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma. 32:31 Y cuando había pasado Peniel, le salió el sol; y cojeaba de su cadera.32:32 Por esto no comen los hijos de Israel, hasta hoy día, del tendón que se contrajo, el cual está en el encaje del muslo; porque tocó a Jacob este sitio de su muslo en el tendón que se contrajo.

Jacob nunca había tenido más miedo que esa noche. Llevó a su familia al otro lado del arroyo y se quedó solo. Entonces un ángel lo enfrentó.  Dios necesitaba que Jacob se entregara completamente, necesitaba derribarlo y sujetarlo, para que dejara de actuar en la carne y cediera ante Dios. 
Las escrituras nos dicen, que el ángel no podía con Jacob.  Lo que esto significa, es que la fuerza natural de Jacob era demasiada y no cedía ante lo espiritual. Entonces, al ángel tocó el encaje de su muslo, y lo dejo renco, para debilitarlo.

2 Corintios 12:9 Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.

Fue lo mismo que sucedió con el apóstol Pablo. El Señor le dio un aguijón en la carne, algo que lo debilitaba para que no confiara en el mismo, sino que confiara en el Señor.
Eso es lo que Dios hace, cuando la carne nos gobierna, el Señor nos debilita porque el poder de Dios se perfecciona en nosotros, cuando somos débiles. Mientras nos creamos fuertes, Dios no puede ayudarnos.
El muslo es la parte más fuerte del cuerpo, representa nuestra vida natural. Con un toque, Dios venció la fuerza natural de Jacob. Una vez que debilitó a Jacob,  éste no podría pelear ni correr como antes, ahora debía confiar en Dios.
Entonces, Dios le cambió el nombre. “Ya no te llamarás Jacob”, que significa “engañador, suplantador”, “sino que te llamaras Israel”, que significa “príncipe elegido, el que reinará con Dios”. Ya no andarás solo, en adelante andarás con Dios. Una vez que la carne fue tocada, Dios podría tratar con Jacob.
Y Jacob llamó a aquel lugar Peniel, que significa “el rostro de Dios”. “Vi a Dios cara a cara y fue librada mi alma”, dijo Jacob.

Génesis 33:1 Alzando Jacob sus ojos, miró, y he aquí venía Esaú, y los cuatrocientos hombres con él; entonces repartió él los niños entre Lea y Raquel y las dos siervas. 33:2 Y puso las siervas y sus niños delante, luego a Lea y sus niños, y a Raquel y a José los últimos. 33:3 Y él pasó delante de ellos y se inclinó a tierra siete veces, hasta que llegó a su hermano. 33:4 Pero Esaú corrió a su encuentro y le abrazó, y se echó sobre su cuello, y le besó; y lloraron. 33:5 Y alzó sus ojos y vio a las mujeres y los niños, y dijo: ¿Quiénes son éstos? Y él respondió: Son los niños que Dios ha dado a tu siervo. 33:6 Luego vinieron las siervas, ellas y sus niños, y se inclinaron. 33:7 Y vino Lea con sus niños, y se inclinaron; y después llegó José y Raquel, y también se inclinaron. 33:8 Y Esaú dijo: ¿Qué te propones con todos estos grupos que he encontrado? Y Jacob respondió: El hallar gracia en los ojos de mi señor. 33:9 Y dijo Esaú: Suficiente tengo yo, hermano mío; sea para ti lo que es tuyo. 33:10 Y dijo Jacob: No, yo te ruego; si he hallado ahora gracia en tus ojos, acepta mi presente, porque he visto tu rostro, como si hubiera visto el rostro de Dios, pues que con tanto favor me has recibido

Jacob no tenía razón alguna para temer, como queda comprobado. Dios había prometido estar con él y había tocado el corazón de su hermano Esaú. Jacob creyó que podía comprar a su hermano y con ello ablandarlo, pero no fue así, fue la gracia de Dios la que ablandó el corazón de Esaú.

Proverbios 16:7 Cuando los caminos del hombre son agradables a Jehová, Aun a sus enemigos hace estar en paz con él.

Cuando nos rendimos a Dios, él hace que aún nuestros enemigos, estén en paz con nosotros. Eso fue lo que sucedió entre Jacobo y Esaú.
En Génesis  33:10, las palabras de Jacob parecen muy aduladores: “he visto tu rostro y he visto a Dios”, le dijo a Esaú. Pero esas no son palabras aduladoras, lo que Jacob estaba diciendo es que había visto la obra de Dios en su hermano, el cual lo había recibido con tanto favor como sí él nunca le hubiese hecho daño. Dios había convertido a su enemigo en su amigo,  ya su hermano no lo odiaba sino que lo amaba.
La historia de Jacob, en lugar de enseñarnos que debemos pactar con Dios, como lo pretenden los promotores de la doctrina de pacto, lo que nos enseña es  Dios el que pacta con nosotros y nos da sus promesas.  
Somos salvos porque Dios pactó esa salvación con Abraham, no porque usted o yo lo merecemos. Tampoco somos salvos porque le ofrecimos a Dios una suma de dinero a cambio de esa salvación.
Las indulgencias del catolicismo romano han llegado a la iglesia evangélica con el nombre de “pactos”. Rechaza ese tipo de prácticas porque no vienen de Dios.
No debemos procurar ninguna bendición, porque el Señor ya nos bendijo. Lo que tenemos que hacer es aprender a tomar las bendiciones que Dios nos ha dado.
En Mateo 6:33 El Señor nos dice que no nos preocupemos, por nuestras necesidades, que él suplirá. La condición es que busquemos el Reino de Dios y su justicia. Lo mismo es en cuanto a la sanidad y en todo lo demás.
La solución no está en ofrecer a Dios dinero, la solución está en cumplir con las condiciones qué él nos pide, para que sus promesas se cumplan.
Dios esperó veinte años, para tener que enfrentar a Jacob y dejarlo renco para toda su vida, para lograr en él un cambio. Si Jacob hubiese  conocido a Dios, no le hubiese ofrecido votos, ni hubiese hecho las cosas a su manera, sino que se hubiera entregado. De esa manera se hubiera ahorrado un montón de años de sufrimiento y de aprendizaje.
Aprende de Jacob, pero aprende lo bueno, no lo malo. No sigas al Jacob que te ofrecen Jonás Gonzáles y sus socios, sigue a Israel, al Jacob transformado por la gracia de Dios.

No te dejes engañar por aquellos que te dicen que debes pactar con Dios. Ese es un engaño para sacarte dinero, espero que lo hayas entendido. Solamente obedece a Dios, y las bendiciones sobrarán en tu vida.

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