sábado, 30 de julio de 2016

LEGALISMO: ASESINO DE LA GRACIA

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Uno de los problemas más serios que afecta a millones de creyentes en el mundo es el legalismo religioso, ya que además de quitarles la paz y el gozo les puede arrebatar la salvación.  
El legalista cree que es “justificado” a través de su comportamiento, pero es todo lo contrario. Si una persona trata de ser justificada por su comportamiento cae de la gracia (Gálatas 5:4). Esto es así, porque el legalismo es  una “actitud carnal que  exalta al hombre”, negando con ello “la gracia” que Dios le dio.

Efesios 2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 2:9 no por obras, para que nadie se gloríe.

La palabra de Dios dice que somos salvos por gracia, por medio de la fe. Que sea por gracia por medio de la fe, significa que es un regalo de Dios para el que cree en Cristo.
También dice que la salvación no es algo de nosotros,  porque es algo que Dios nos da, no es algo que podemos adquirir por nosotros mismos.
Además, la salvación no es por obras, para que nadie se gloríe. Las obras hacen referencia al “comportamiento humano”.
Nadie, absolutamente nadie puede alcanzar la salvación por medio de su comportamiento porque no hay un solo justo, ni siquiera uno, no hay quien entienda ni busque a Dios (Romanos 3:10-11),  todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:23).
Si alguien pudiese alcanzar la salvación por medio de su comportamiento  se gloriaría y Dios no quiere que nadie se gloríe, Él  quiere toda la gloria para él y para su hijo Jesucristo.
La “doctrina de la santificación” por obras que se enseña en las iglesias legalistas es “apostasía” porque  niega la gracia de Dios.

1 Corintios 1:30 Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención;

Al tener un nuevo nacimiento, Dios nos pone en Cristo y es en Cristo que somos hechos sabios, justificados, santificados y redimidos, no es algo de nosotros.
La frase “tenemos que  imitar a Cristo”, muy usada en nuestros tiempos, ha sido mal interpretada y podría desviar a muchos al legalismo religioso. Nadie, absolutamente nadie puede ser como Cristo. Cristo es santo y puro, sin pecado alguno, fuera  de Cristo no somos nada ni nadie.
“Imitar a Cristo” significa  mantenerse firme y con gozo en la verdad del evangelio, a pesar de las pruebas (1 Tesalonicenses 1:6). “Imitar a Cristo” es cargar la cruz como él lo hizo y seguir sus pasos (Mateo 10:38-39), lo que se traduce en renunciar a nuestras vidas para vivir para Cristo (2 Corintios 5:15).
No trates de imitar a Cristo “con tus esfuerzos en la carne” porque podrías caer de la gracia. Recuerda que Pablo tenía una debilidad y cuando le pidió a  Dios que se la quitara, Dios le dijo que se bastara a su gracia, porque su poder se perfeccionaba en la debilidad. Si Dios libraba a Pablo de esa debilidad, Pablo se hubiese gloriado y Dios no quería que eso sucediera para que no se perdiera. Si tienes alguna debilidad, debes gloriarte en ella para que repose en ti el poder de Cristo (2 Corintios 12:9). Eso es el evangelio.
Los creyentes que Dios más usa no son aquellos que se glorían en sus fortalezas, sino los que reconocen sus debilidades porque cuando son débiles, entonces Dios los hace fuertes (2 Corintios 12:10).
La “imitación mal interpretada de Cristo” es legalismo puro porque incita a que los imitadores se gloríen a través de su comportamiento.
Yo conocí a un pastor que se gloriaba de tener quince años sin pecar. Con esa afirmación delataba su legalismo. Cuando conocí sus enseñanzas, eso quedó comprobado. “Dime de que te jactas y te diré que eres un legalista puro y de cepa”.

1 Samuel 16:7 Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.

David era un hombre pecador, tal vez más pecador que usted y que yo, sin embargo Dios lo amaba, porque Dios no veía lo externo de David, Dios veía su corazón y ese corazón era conforme a su corazón (Hechos 13:22), era un corazón dispuesto a servirle al Señor.
El hombre espiritual no es el que menos peca, el hombre espiritual es el que tiene más revelación y si tiene más revelación es porque tiene un corazón dispuesto para servirle al Señor. No te dejes llevar por las apariencias externas.
 Ese pastor que se jactaba de no pecar y que presentaba cara de yo no fui, mezclaba la gracia con la ley, lo que demostraba que no tenía ninguna revelación, solamente enseñaba lo que le habían enseñado.
Cuando le dije que era legalista me dijo: “muéstreme  cuál mandamiento de la Ley he enseñado que guarden y te doy la razón”. Ese es el argumento de su defensa, creen por su falta de revelación que el legalismo es “únicamente guardar la Ley de Moisés”, pero el legalismo es mucho más que eso, el legalismo busca la justificación de Dios a través del comportamiento carnal, negando de esa manera la gracia de Dios:

Gálatas 2:21 No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.

Si tenemos que hacer algo para ser justificados o para mantenernos justificados, entonces por demás murió Cristo.
El pastor de que venimos hablando creía que éramos salvos por medio de la fe, pero también creía que había que hacer algo para mantenernos salvos, desechando totalmente la gracia de Dios.
Ese algo consistía en asistir al culto, ofrendar, entre otras cosas, y por supuesto no pecar nunca. Para ese pastor, si usted no ofrendaba, faltaba algún día al culto o cometía un solo pecado, eso era suficiente para perder la salvación.
Desdichadamente son miles de pastores en miles de congregaciones que creen y enseñan lo mismo y esa enseñanza va de generación en generación y carcome como gangrena (2 Timoteo 2:17).

Gálatas 2:20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.

Debemos recordar que hemos sido crucificados con Cristo en el bautismo (Romanos 6:3-5), que ya no vivimos sino que es Cristo en la persona del Espíritu Santo el que vive por nosotros. Un muerto no hace nada, así que no tenemos que hacer absolutamente nada en cuanto a nuestro comportamiento, de eso se encarga Cristo. Lo que vives en la carne, vívelo por fe en el hijo de Dios, vive confiando que Jesús hará los cambios que tenga que hacer en ti.

Romanos  8:1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 8:2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.

Deja de preocuparte, entiende que ya no hay ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús. Los que verdaderamente están en Cristo no procuran nada en la carne, sino que todo lo dejan en las manos del Espíritu Santo.
La antigua ley de Moisés nos acusaba y nos condenaba a la muerte,  pero la nueva ley en Cristo Jesús no nos acusa ni nos condena, sino que nos libra del pecado y de la muerte. Vive la libertad que Jesús te ha otorgado!

Hebreos 10:8 Diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron (las cuales cosas se ofrecen según la ley), 10:9 y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último. 10:10 En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.

Los sacrificios, ofrendas, holocaustos y expiaciones de la ley no le agradaron a Dios, así que Dios las quitó para establecer la justicia y el perdón a través del sacrificio de Cristo, hecho una vez para siempre.

Hebreos 10:14 porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.

Con esa única ofrenda de la sangre preciosa de Jesús, hemos sido hechos perfectos y santificados para siempre, esto es por toda la eternidad. No tenemos que santificarnos  ya Jesús nos santificó para siempre. Si creemos que nos tenemos que santificar a través del comportamiento carnal, entonces por demás murió Cristo.

Gálatas 5:4 De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído.

El hombre piensa que es justificado a través de su comportamiento, pero es todo lo contrario, si el hombre trata de ser justificado por su comportamiento cae de la gracia. En eso consiste el legalismo, en  toda actitud carnal que  exalta al hombre y le roba la gracia que Jesús le dio. Eso es el evangelio.

Hebreos 10:16 Este es el pacto que haré con ellos Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus mentes las escribiré, 10:17 añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. 10:18 Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado.

Nosotros no estamos bajo el Viejo Pacto, estamos bajo el Nuevo Pacto que tiene tres características especiales: la primera es que ya no hay leyes escritas en piedra que cumplir.  
Bajo el nuevo Pacto Dios pone sus leyes en nuestros corazones y las escribe en nuestra mente. Es la obra que hace el Espíritu Santo dentro de nosotros, no es nuestra obra. Usted pecará cada vez menos y será obediente a Dios, no por su esfuerzo carnal, sino por la obra interna que hace el Espíritu Santo.
La segunda característica del Nuevo Pacto es que Dios no se acordará nunca más de nuestros pecados, nunca más significa “por toda la eternidad”. Dios padece de  amnesia espiritual para los que están en Cristo Jesús.
Y la tercera gran característica, es que  no tenemos nada que ofrendar, es decir no tenemos nada que ofrecerle a  Dios por el pago de nuestros pecados, porque la sangre de Cristo fue ofrenda suficiente para lavar los pecados de toda la humanidad.
Si tenemos que hacer algo para que Dios nos perdone o nos justifique, entonces estaríamos teniendo por inmunda la sangre de Cristo  en la cual fuimos santificados (Hebreos 10:29).
Si tenemos que hacer algo, estaríamos negando la obra del Espíritu Santo en nosotros, estaríamos blasfemando contra el Espíritu y cometiendo el único pecado imperdonable (Mateo 12:31).
Entonces ya no habrá más perdón, lo que nos esperaría es una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego (Hebreos 10:26-27). Eso es exactamente lo que quiere el diablo y para ello hace uso del legalismo.
Los esfuerzos legalistas de la carne, son en el mejor de los casos, falsificaciones, falsas apariencias que no pueden jamás sustituir  la santificación efectuada por Cristo en la cruz. 
Ya dijimos que la espiritualidad de una persona se mide en la revelación que ha recibido de Dios, no en el comportamiento externo. Los legalistas demuestran que no hay revelación alguna en ellos porque no comprenden el evangelio ni los alcances de la gracia.

Gálatas  5:1 Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.

La epístola a los Gálatas es la carta magna de la emancipación de la ley, está escrita como un llamado para hacerle un alto el legalismo que ellos impulsaban. “Cristo nos hizo libres, manténgase firmes en esa libertad, no se sujeten otra vez al yugo de esclavitud del legalismo” les dice el apóstol Pablo.
Un poco de levadura leuda toda la masa” (Gálatas 5:9), si en tu congregación hay vicios de legalismo, huye de allí, para que no te contamines.

Colosenses  2:20 Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos 2:21 tales como: No manejes, ni gustes, ni aun toques 2:22 (en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que todas se destruyen con el uso? 2:23 Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne.

Pablo nos recuerda que fuimos crucificados con Cristo en el bautismo (Romanos 6:3-5) y por lo tanto no estamos sujetos a ninguna ley ni mandamiento de hombre. Dice que ese esfuerzo carnal no tiene ningún valor contra los apetitos de la carne, tarde o temprano volverán a caer los que se esfuerzan en la carne.
Para los legalistas todo es pecado, “no tomes, no te pongas aretes, no veas televisión, no escuches música del mundo”: para ellos no existe la palabra sí, únicamente existe la palabra NO” y tienen un rótulo en la frente que dice “prohibido divertirse”.
El estilo de vida de los legalistas es rígido, duro, inflexible, severo, carente de gozo, no viven ni dejan vivir.
Para un creyente liberado, su vida está llena de sorpresas y alegrías, también de riesgos, caminando no por vista sino por fe, lleno de expectación, positivismo y optimismo. ¿Qué le dice Pablo a los gálatas en cuanto a esto? 

Gálatas 3:1 ¡Oh gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado? 3:2 Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? 3:3 ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne? 3:4 ¿Tantas cosas habéis padecido en vano? si es que realmente fue en vano. 3:5 Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe? 

¿Quién los fascina para no obedecer la verdad? pregunta  Pablo. ¿Será que Jesucristo no fue crucificado por ustedes? ¿Será que no han sido santificados? ¿Será que recibieron el Espíritu Santo por las obras? Que necios son, dice el apóstol.

Gálatas 5:7 Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad?

La respuesta a esta pregunta es: los legalistas religiosos que no entienden el evangelio de Cristo o que son ministros del diablo. quienes estorban para no obedecer a la verdad.

Gálatas 5:6 porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor.

En Cristo, nada que hagamos en la carne tiene valor alguno. Cristo nos liberó del cumplimiento de la ley y nos redimió de las maldiciones de la misma.
Cuando nacimos de nuevo, el amor de Dios fue derramado en nuestros corazones (Romanos 5:5). No hacemos el mal porque ese amor nos motiva a lo contrario, no es algo de nosotros, todo es gracia, gracia, bendita gracia. 

1 Corintios 6:12 Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna. 

1 Corintios 10:23 Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica. 

Los anteriores versículos nos dicen que somos libres de hacer lo que queramos, es una afirmación de libertad cristiana que algunos confunden con el libertinaje o con  un permiso para pecar.
Aunque tenemos libertad, no debemos dejarnos dominar de ningún vicio ni nada que ponga en riesgo nuestra relación con Dios. Si no nos dejamos dominar, es porque  el Espíritu Santo nos da ese poder, es porque el Espíritu Santo nos hace ver lo que conviene o no conviene, lo que edifica o no edifica. Los límites los pondrá el Espíritu Santo, para eso fue enviado, para ayudarnos.  
En muchas congregaciones enseñan un evangelio basado en el comportamiento personal, lleno de amenazas, temores y condenaciones, pero ese no es el evangelio.

Juan 3:17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.

Cristo no fue enviado para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. Teníamos que morir por el pecado y Cristo tomó nuestro lugar, para que tuviéramos entrada en la gracia y en la gloria de Dios.
Jesús pagó por todos nuestros pecados, no por algunos sino por todos, para librarnos de la condenación; nos libró de la ley del pecado y de la muerte, nos dio el Espíritu Santo para que pudiéramos ser santificados y hacedores de buenas obras; condenó al pecado en la carne y  sacrificó nuestra carne pecaminosa, eso es el evangelio.
Estos son  hechos que no se pueden negar, son realidades, que el cristiano mal enseñado, cegado por el legalismo religioso no puede ver.
En las iglesias legalistas se enseña que el pecado condena, que la santificación depende del hombre, que cantar con música es un pecado, que a una mujer le está prohibido orar y muchas cosas que contradicen totalmente la palabra de Dios. Enseñan un evangelio mezclado con legalismo, son iglesias tibias como la de Laodicea (Apocalipsis 3:16).
¿Por qué los israelitas no alcanzaron la salvación? Porque la buscaron por obras de justicia. Pablo dice que ellos “Ignoraron  la justicia de Dios y procuraron establecer la justicia de ellos, sin  sujetarse a la justicia de Dios” (Romanos 10:3).
Cuando procuramos la justicia a través de nuestro comportamiento, renunciamos a la justicia divina que es por fe, por eso caemos de la gracia,  ese es el principio satánico del legalismo. 

Romanos 11:6 Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra.

¿Qué más claro que esto? Si hay obras no hay gracia y si hay gracia no hay obras. Si hacemos algo para obtener la gracia, sucederá todo lo contrario,  caeremos de ella. 

Gálatas 2:11 Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar. 2:12 Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión. 2:13 Y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos. 2:14 Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar? 

El legalismo está cargado de hipocresía, en la mayoría de iglesias en las cuales hay alguna cuota de legalismo están esperando a saber algo tuyo para destruirte. En esas iglesias no te ven de frente sino de medio lado.
En el anterior pasaje podemos ver que el apóstol Pablo enfrentó al apóstol Pedro, a uno de los pilares de la iglesia porque estaba mezclando la ley con la gracia.
¿Qué estaba sucediendo con Pedro? En primer lugar  estaba obligando a los judíos a circuncidarse como si estuvieran bajo la ley. En segundo lugar no comía con los gentiles cuando había judíos, porque bajo el viejo pacto no  era permitido que un judío comiera con un gentil.
Pedro sabía que no debía circuncidar a los gentiles pero lo hacía para agradar a los judíos legalistas. Y cuando los judíos no estaban presentes, entonces sí comía con los gentiles. No lo hacía cuando ellos estaban para no desagradarlos.
En esa hipocresía estaba mezclando la ley con la gracia. Y esa hipocresía la vemos todos los días en miles de cristianos. Actúan de una manera cuando los ves y de otra cuando no los ves.
Los asesinos de la gracia no pueden ser simplemente ignorados o tolerados con la bondad que es notoria en los creyentes. Es perjudicial y más que ello anti bíblico permitir que el legalismo continúe su obra destructiva, es como permitir que una enfermedad infecciosa enferme y mate, teniendo a mano la vacuna.
Tenemos que actuar como Pablo y enfrentar a cualquiera de los nuevos apóstoles o profetas que se creen Pedros. Debemos hacerlo  con la Palabra de Dios. Luchemos por la libertad, los invito a unirse, no para defender la gracia de Cristo, porque la gracia no necesita defensa, sino para desenmascarar los instrumentos del legalismo.  

Gálatas 1:10 Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo. 

No quede bien con los hombres sino con Dios. Renuncie a vivir esclavizado,  y no trate de “tener una apariencia espiritual" porque es  la revelación que ha recibido de Dios la que lo va a calificar como tal, no su apariencia.




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