EL REPOSO DE DIOS
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Si estás angustiado o vives en temor, este
mensaje es para ti ¿Sabes lo que es el reposo de Dios? El verbo “reposar”
tiene su origen en el verbo latino “repausare”,
que puede traducirse como “detenerse para
hacer un descanso, hacer una pausa”.
Dice la escritura que el Rey Herodes mató a
espada a Jacobo y procedió a prender a Pedro para posiblemente ejecutarlo al
día siguiente (Hechos 12:2-3). Lo
cierto es que cuando Herodes le iba a sacar, aquella misma noche estaba Pedro
durmiendo tranquilamente entre dos soldados, sujeto con dos cadenas (Hechos 12:6).
¿Cómo es posible que un hombre encarcelado y
amenazado de muerte durmiera tranquilamente en medio de dos soldados? Solamente
hay una respuesta: Pedro confiaba en Dios y por eso reposaba tan tranquilo.
No importa si el informe médico es negativo, no
importa si la cuenta del banco está en rojo, no importan las circunstancias,
Jesús dijo que fuéramos a él y le
entregáramos nuestras cargas y él nos haría descansar (Mateo 11:28-29), de eso se trata el reposo de Dios.
Podemos reposar tan tranquilos como Pedro porque
el Señor está en el trono y él tiene el poder. Sin embargo, la gran mayoría de
creyentes escucharon las buenas nuevas pero no
les aprovechó el oír la palabra por no ir acompañada de fe en los que la oyeron
(Hebreos 4:3).
Para hacer notar el punto, el apóstol Pablo se
refiere a un incidente en la historia de Israel
durante el éxodo, la cual tiene un paralelo con la situación de muchos
creyentes.
El pueblo judío no se atrevió a entrar a la
tierra prometida por temor a los gigantes que la habitaban. No confiaron en
Dios y debido a su incredulidad,
ellos perdieron el reposo del Señor; su final fue la muerte
en el desierto.
Al reposo de Dios se entra por fe, pero las personas parecen negar su fe con su
manera de vida. La mayoría no duerme bien, trabaja más de la cuenta porque no
han entrado en el reposo.
Las personas dicen que tienen fe, sin embargo
tienen temor de cómo van a pagar la
renta, de cómo van a comprar comida, de cómo van a sobrevivir, tienen temor de perder el trabajo que les da
seguridad y el temor termina pasándoles la cuenta porque el temor le abre la
puerta al diablo y se la cierra a Dios.
Esto es así, porque el temor es falta de fe, y lo único
que agrada a Dios es la fe (Hebreos
11:6), si no hay fe, no hay Dios y si no hay Dios no hay reposo.
Hay personas que les sale una espinilla y corren
al médico porque creen que puede ser un cáncer; viven en temor constante por
todo. Queda claro, que estas personas no han entrado en el reposo de Dios.
Dice la escritura que Job vivía temeroso y
cuando le sobrevinieron todos los males exclamó: “Porque el temor que me espantaba me ha venido, Y me ha acontecido lo
que yo temía. No he tenido paz, no me
aseguré, ni estuve reposado; No obstante, me vino turbación” (Job 3:25-26).
El diablo atacó a Job y Dios lo permitió porque
Job le abrió la puerta con el temor que lo espantaba.
Las personas ya no corren una maratón, sino que
corren la carrera de las ratas, escribió Patrick Morley en su libro el
“El Hombre frente al espejo”. La carrera de las
ratas es la carrera de los hansters, aquellos animalitos que corren y corren
sin llegar a ningún lado.
Lo mismo sucede con “la gente del mundo”, corren y corren, sacrifican su vida, su
familia, su bienestar para vencer el temor de lo que vendrá. Es una carrera que
a lo único que los lleva es a la muerte porque el temor los termina matando de
una o de otra forma.
Pero, cuando reposamos en Dios, no hay
absolutamente nada que nos inquiete. No hay nada que nos ocasione insomnio ni
nada que nos produzca mal carácter y podemos dormir confiadamente como lo hizo
Pedro.
El cantautor Facundo Cabral decía que “rico no es el que más tiene sino el que
menos necesita”. También decía que “el conquistador por cuidar su conquista se convierte en esclavo de lo
que conquistó”.
También decía que tenía un amigo llamado
Diógenes, que cada vez que pasaba por el mercado se reía porque le causaba
mucha gracia y a la vez le hacía muy feliz ver
tantas cosas en el mercado que él no necesitaba.
San Francisco de Asís decía “que deseaba poco y lo poco que deseaba lo
deseaba poco”.
Hace muchos años yo trabajaba en una oficina, en
el centro de San José. Cuando iba hacia mi trabajo cerca de las 7 de la mañana,
tenía que pasar por el frente de una tienda y uno de los propietarios siempre
estaba allí parado en la puerta como un guarda.
Cuando salía del trabajo, como a las 6 de la
tarde, nuevamente pasaba por la tienda y el propietario allí permanecía de píe.
Era propietario pero se había convertido en guarda de su tienda por cuidar su
posesión o por temor a que le robaran. Era millonario pero vivía una vida de
inseguridad y de temor porque no reposaba en Dios. Al final se murió y no se
llevó nada.
Ese propietario de tienda me recuerda la
parábola del rico insensato que contó Jesús. El rico quería hacer más grandes
sus graneros para guardar sus bienes. Era un necio, dijo Jesús. De acuerdo con
el diccionario un necio es un ignorante, un terco, un obstinado y presumido. “Necio, esta noche vienen por tu alma y ¿de
quién será todo eso? El que hace para sí tesoro no es rico para con Dios”(versos 20 y 21) , dijo Jesús y en
seguida agregó:
“Por tanto
os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por el cuerpo, qué
vestiréis. La vida es más que la comida, y el cuerpo que el vestido. Considerad
los cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen despensa, ni granero, y
Dios los alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que las aves? ¿Y quién de
vosotros podrá con afanarse añadir a su estatura un codo? Pues si no podéis ni
aun lo que es menos, ¿por qué os afanáis por lo demás? Considerad los lirios,
cómo crecen; no trabajan, ni hilan; mas os digo, que ni aun Salomón con toda su
gloria se vistió como uno de ellos. Y si así viste Dios la hierba que hoy está
en el campo, y mañana es echada al horno, ¿cuánto más a vosotros, hombres de
poca fe? Vosotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo
que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud. Porque todas estas cosas
buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de
estas cosas. Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas”
(Lucas 12:22-31).
Cada día tiene su propio afán. El creyente
verdadero no se preocupa por el día de mañana. El mañana no existe y el pasado
ya pasó. Debemos vivir el hoy. ¿Quién podrá, por mucho que se afane, añadir a
su estatura un codo?
Si Dios le da de comer a las aves que no
siembran ni recogen ¿no les dará de comer a sus hijos? Solamente debemos estar concentrados
en el reino de Dios, dijo Jesús y todo lo que necesitamos será añadido.
Lucas
12:33 Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan,
tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega, ni polilla destruye. 12:34 Porque donde está
vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
La recomendación de Jesús no es hacerse de
bienes en la tierra sino deshacerse de ellos y usar el fruto de sus ventas en dar limosna y en
invertir el reino de Dios. Porque donde
está nuestro tesoro allí está nuestro corazón, nuestro corazón nos delata.
En la carrera del mundo, la meta final no es el reposo
de Dios, es una carrera personal, con “metas
superficiales”; de éxito financiero y realización personal. Es una carrera
por la “vida bonita y cómoda”. Y
nadie quiere renunciar a esa vida.
Esa carrera es la que millones de personas
corren cada día, llenando los centros comerciales, llenando las casas de cosas
y más cosas innecesarias. Esta carrera es la que el cristiano está corriendo,
endeudándose para satisfacer el sueño de una “vida de prosperidad” centrada en sí mismo. Lo que consigue es un
vacío en su corazón y un aumento del stress.
Ya la familia no se pone sus mejores galas para
ir a la iglesia, sino para ir de compras. Nos vamos de compras y con eso no
queremos decir que vamos a adquirir las cosas que necesitamos, sino a adquirir
de algún modo, la satisfacción que se
siente al comprar cosas.
Lo peor de todo, es que dentro de las mismas
iglesias se fomenta la carrera del mundo, predicando el evangelio de la prosperidad que millones de cristianos compran.
Para muchos de nosotros que profesamos el ser
cristianos, el Dios en que creemos no es el Dios de la Biblia, es un dios
diferente. No esperamos al Dios de la Biblia que suple nuestras necesidades,
sino a un dios que nos haga ricos, a un dios que no ayude a correr la carrera
del mundo.
Ese no es el dios de la Biblia, el dios de la
Biblia no concuerda con nuestros estándares. Él espera que estemos conformes con sustento y abrigo (1 Timoteo 6:8).
Cuando una persona se está ahogando, el
salvavidas no se mete a salvarla hasta que deje de “aletear” porque si se mete se pueden ahogar los dos. El salvavidas
espera que la persona deje de luchar, que ya no tenga fuerzas, entonces se mete
a salvarla.
Dios es como un salvavidas, mientras luchemos en
nuestras propias fuerzas, Él no puede ayudarnos, “Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne” (2 Corintos 10:3); Dios espera que
dejemos de luchar para poder intervenir, la lucha es de él.
Eso no significa que no debemos trabajar ni
estudiar, lo que significa es que debemos hacerlo desde un lugar de paz, sin estrés, hacerlo en el reposo de Dios,
sabiendo que Dios pelea nuestras batallas.
La vida está llena de ladrones de paz, está
llena de personas y circunstancias que nos quitan la paz. Hay personas que te
dicen: “no comas carne, no comas esto o
aquello porque te vas a enfermar”, te quitan la paz, te meten temor y
terminas enfermo.
Pero Jesús dijo todo lo contrario, dijo que “si bebíamos cosa mortífera, no nos haría
daño” (Marcos 16:18), porque
todo lo que comamos o bebamos con acción de gracias no nos dañará. Lógicamente
que no vamos a tomar nada mortífero intencionalmente.
Hay personas que viven escuchando al Doctor Oz o
viendo “buen día”, que de buen día no
tiene nada, porque solamente hablan de enfermedades ¿Cómo no van a estar
enfermos? Escuchar esas cosas los sacan del reposo de Dios. Lo que tienen que escuchar es la palabra de Dios
que dice que por la llaga de Jesús fuimos
sanados (1 Pedro 2:24).
La mente crea fortalezas positivas o fortalezas
negativas, depende con lo que la estemos alimentando.
Dice la palabra de Dios que debemos renovar
nuestro entendimiento (Romanos 12:2)
y “derribar todos los argumentos y toda
altivez que se levanta contra el Altísimo, llevando cautivo todo pensamiento a
la obediencia a Cristo” (2 Corintios
10:5).
Lo que eso quiere decir es que tenemos que
cambiar nuestros pensamientos por los pensamientos de Dios que se encuentran en
la palabra escrita, y reposar en Él.
Por ejemplo, debemos cambiar “no puedo hacerlo” por “todo lo puedo en Cristo que me fortalece”
(Filipenses 4:13), o “estoy enfermo” por “fui sanado por la llaga de Jesús” (1 Pedro 2:24).
Cuide con que se alimenta, cuide con quien
habla. Las noticias del mundo nos causan temor, pero la palabra de Dios nos
causa paz interior. Usted no puede alimentarse de negatividad y mantenerse
positivo, mejor aliméntese de la palabra
de la palabra de Dios y llénese de fe.
No importa lo que esté sucediendo en el mundo,
eso no tiene nada que ver con nosotros porque nosotros los creyentes no somos del mundo, estamos en el mundo pero no somos del mundo (Juan 17:14) y gozamos de una protección
especial.
Si usted ve películas de terror o de guerra, la
paz que tenía se va a ir para terminar
estresado. Mejor vea películas que lo hagan reír. Yo he cometido el error de
ver películas donde hay mucha violencia y persecución y he soñado toda la noche
con esas cosas. Al final no tuve reposo porque horas antes alimenté mi mente
con lo que no debía. Actualmente, si
estoy viendo una película y ésta me comienza a estresar, inmediatamente cambio
de canal porque he aprendido la lección.
No se compare con los demás porque se va a
desanimar, nunca compita con nadie para ser igual o mejor, porque siempre habrá
alguien mejor que nosotros, eso nos quitará la paz.
No escuches problemas ajenos. No malinterpretes,
claro que debemos escuchar a las personas que viven una crisis pasajera y
aconsejarlas con la palabra de Dios. Yo puedo escuchar a alguien, pero no puedo
escuchar a alguien todo el día y toda la semana.
Tengo un amigo que siempre se queja, de todo y
de todos. Él no es feliz, nunca lo ha sido, yo lo quiero mucho pero tuve que
alejarme, ese amigo es un ladrón de paz y me estaba robando mi paz y mi felicidad.
No debemos escuchar a aquellas personas que
viven crisis eternas, son personas negativas
que constantemente se viven quejando. Ya tienes suficientes problemas para vivir
los problemas ajenos. Que nadie te quite la paz, no eres responsable de la
felicidad de otros.
No escuches la basura de esas personas, no eres
un basurero, no caigas en esa trampa, que nadie te robe la paz. Hay personas
que son tan negativas que convierten cualquier problemita en algo muy grande, tienen
un espíritu alarmista y si te involucras
terminarás perdiendo tu energía emocional.
Quizás son gente buena, pero no puedes permitir
que te traspasen sus problemas y responsabilidades. Jesús dijo que le diéramos la carga a él, no a nuestros prójimos.
Esto no significa ser egoísta, significa que no
podemos ayudar a todos ni cambiar a todos, no somos salvadores, ya tenemos un salvador que lo dio todo
en la cruz.
La palabra de Dios dice que tenemos que vivir en
el reposo de Dios. No dejes que nada ni nadie te quiete el reposo.
La palabra de Dios dice que pongamos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe (Hebreos 12:2), lo que nos está diciendo
es que no miremos las circunstancias que nos rodean, que mejor levantemos la vista y miremos a Jesús
que está sentado en el trono esperando que reposemos en él.
Recuerda a Pedro, él dormía tranquilamente entre
los guardas mientras esperaba ser ejecutado ¿Y qué sucedió.
“Y he aquí
que se presentó un ángel del Señor, y una luz resplandeció en la cárcel; y
tocando a Pedro en el costado, le despertó, diciendo: Levántate pronto. Y las
cadenas se le cayeron de las manos. Le
dijo el ángel: Cíñete, y átate las sandalias. Y lo hizo así. Y le dijo:
Envuélvete en tu manto, y sígueme. Y
saliendo, le seguía; pero no sabía que era verdad lo que hacía el ángel, sino
que pensaba que veía una visión. Habiendo
pasado la primera y la segunda guardia, llegaron a la puerta de hierro que daba
a la ciudad, la cual se les abrió por sí misma; y salidos, pasaron una calle, y
luego el ángel se apartó de él. 1 Entonces Pedro, volviendo en sí, dijo: Ahora
entiendo verdaderamente que el Señor ha enviado su ángel, y me ha librado de la
mano de Herodes, y de todo lo que el pueblo de los judíos esperaba” (Hechos 12:2-11).
Pedro dormía tan tranquilamente que el ángel
tuvo que tocarlo para despertarlo. Pedro reposaba no solamente en la cárcel, él
reposaba en Dios y Dios envió un ángel para liberarlo de la cárcel y darle
muerte a Herodes (Hechos 12:23).
Dios puede liberarte de cualquier problema, él puede liberarte de cualquier
circunstancia, lo único que te pide es que reposes en él, tal y como lo hizo
Pedro. Duerme en paz, recuerda que Jesús está en el trono y él tiene el poder.
No quites a Jesús del trono para poner allí tu problema o para sentarte tú.
Efesios
4:22 En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que
está viciado conforme a los deseos engañosos, 4:23 y renovaos en el espíritu de
vuestra mente, 4:24 y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la
justicia y santidad de la verdad.
En la época de Pablo, a los condenados por
homicidio les amarraban el muerto y lo obligaban a cargarlo. A eso se refiere Pablo en este versículo,
nuestro viejo hombre, el hombre carnal fue sepultado en las aguas del bautismo,
pero muchos lo continúan cargando.
Debemos dejar esa vida pasada, debemos despojarnos
de ese viejo hombre y renovar el espíritu de nuestra mente, debemos vestirnos
del nuevo hombre y reposar en Dios.
Romanos
8:1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús,
los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
No hay condenación alguna para el que está en
Cristo Jesús, y el que está en Cristo Jesús es aquel que no anda conforme a la
carne, es decir no anda cargando el
muerto, sino que anda conforme al
Espíritu, es decir, entregándole las cargas a Cristo y reposando en él.
Si continúas andando conforme a la carne es
porque no tienes fe en Dios y esa actitud puede condenarte. Mejor vive en paz,
reposa en Dios y en Cristo, que ellos se encargarán de tu vida. No seas como los judíos, que por no reposar
en Dios, quedaron tirados en el desierto.
Dicen que las ovejas, a pesar de que no tienen
dientes finos, a pesar de que no saben correr, a pesar de que son totalmente
indefensas, no se asustan ante ningún ruido ni ante ninguna persona o animal.
Ellas confían en su pastor y reposan tranquilamente, el cual las cuida, las
protege y las alimenta. Pues bien, recuerda que el Señor es nuestro pastor,
nada nos faltará y él en delicados pastos nos hará descansar…
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