miércoles, 18 de abril de 2018

EL REPOSO DE DIOS



EL REPOSO DE DIOS
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Si estás angustiado o vives en temor, este mensaje es para ti ¿Sabes lo que es el reposo de Dios? El  verbo “reposar” tiene su origen en el verbo latino “repausare”, que puede traducirse como “detenerse para hacer un descanso, hacer una pausa”.

Dice la escritura que el Rey Herodes mató a espada a Jacobo y procedió a prender a Pedro para posiblemente ejecutarlo al día siguiente (Hechos 12:2-3). Lo cierto es que cuando Herodes le iba a sacar, aquella misma noche estaba Pedro durmiendo tranquilamente entre dos soldados, sujeto con dos cadenas (Hechos 12:6).

¿Cómo es posible que un hombre encarcelado y amenazado de muerte durmiera tranquilamente en medio de dos soldados? Solamente hay una respuesta: Pedro confiaba en Dios y por eso reposaba tan tranquilo.

No importa si el informe médico es negativo, no importa si la cuenta del banco está en rojo, no importan las circunstancias, Jesús dijo que fuéramos a él y le entregáramos nuestras cargas y él nos haría descansar (Mateo 11:28-29), de eso se trata el reposo de Dios.

Podemos reposar tan tranquilos como Pedro porque el Señor está en el trono y él tiene el poder. Sin embargo, la gran mayoría de creyentes escucharon las buenas nuevas pero no les aprovechó el oír la palabra por no ir acompañada de fe en los que la oyeron (Hebreos 4:3).

Para hacer notar el punto, el apóstol Pablo se refiere a un incidente en la historia de Israel  durante el éxodo, la cual tiene un paralelo con la situación de muchos creyentes.
El pueblo judío no se atrevió a entrar a la tierra prometida por temor a los gigantes que la habitaban. No confiaron en Dios y debido a su incredulidad,   ellos   perdieron  el reposo del Señor; su final fue la muerte en el desierto.

Al reposo de Dios se entra por fe, pero las personas parecen negar su fe con su manera de vida. La mayoría no duerme bien, trabaja más de la cuenta porque no han entrado en el reposo.
Las personas dicen que tienen fe, sin embargo tienen temor de cómo van a pagar la renta, de cómo van a comprar comida, de cómo van a sobrevivir, tienen temor de perder el trabajo que les da seguridad y el temor termina pasándoles la cuenta porque el temor le abre la puerta al diablo y se la cierra a  Dios.

Esto es así, porque el temor es falta de fe, y lo único que agrada a Dios es la fe (Hebreos 11:6), si no hay fe, no hay Dios y si no hay Dios no hay reposo.

Hay personas que les sale una espinilla y corren al médico porque creen que puede ser un cáncer; viven en temor constante por todo. Queda claro, que estas personas no han entrado en el reposo de Dios.

Dice la escritura que Job vivía temeroso y cuando le sobrevinieron todos los males exclamó: “Porque el temor que me espantaba me ha venido, Y me ha acontecido lo que yo temía.  No he tenido paz, no me aseguré, ni estuve reposado; No obstante, me vino turbación” (Job 3:25-26).

El diablo atacó a Job y Dios lo permitió porque Job le abrió la puerta con el temor que lo espantaba.

Las personas ya no corren una maratón, sino que corren la carrera de las ratas, escribió Patrick Morley en su  libro el  El Hombre  frente al espejo”. La carrera de las ratas es la carrera de los hansters, aquellos animalitos que corren y corren sin llegar a ningún lado.

Lo mismo sucede con “la gente del mundo”, corren y corren, sacrifican su vida, su familia, su bienestar para vencer el temor de lo que vendrá. Es una carrera que a lo único que los lleva es a la muerte porque el temor los termina matando de una o de otra forma.

Pero, cuando reposamos en Dios, no hay absolutamente nada que nos inquiete. No hay nada que nos ocasione insomnio ni nada que nos produzca mal carácter y podemos dormir confiadamente como lo hizo Pedro.

El cantautor Facundo Cabral decía que “rico no es el que más tiene sino el     que  menos necesita”. También decía que “el conquistador por cuidar su conquista se convierte en esclavo de lo que conquistó”.

También decía que tenía un amigo llamado Diógenes, que cada vez que pasaba por el mercado se reía porque le causaba mucha gracia y a la vez le hacía muy feliz ver tantas cosas en el mercado que él no necesitaba.

San Francisco de Asís decía “que deseaba poco y lo poco que deseaba lo deseaba poco”.

Hace muchos años yo trabajaba en una oficina, en el centro de San José. Cuando iba hacia mi trabajo cerca de las 7 de la mañana, tenía que pasar por el frente de una tienda y uno de los propietarios siempre estaba allí parado en la puerta como un guarda.

Cuando salía del trabajo, como a las 6 de la tarde, nuevamente pasaba por la tienda y el propietario allí permanecía de píe. Era propietario pero se había convertido en guarda de su tienda por cuidar su posesión o por temor a que le robaran. Era millonario pero vivía una vida de inseguridad y de temor porque no reposaba en Dios. Al final se murió y no se llevó nada.

Ese propietario de tienda me recuerda la parábola del rico insensato que contó Jesús. El rico quería hacer más grandes sus graneros para guardar sus bienes. Era un necio, dijo Jesús. De acuerdo con el diccionario un necio es un ignorante, un terco, un obstinado y presumido. “Necio, esta noche vienen por tu alma y ¿de quién será todo eso? El que hace para sí tesoro no es rico para con Dios”(versos 20 y 21) , dijo Jesús y en seguida agregó:

Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por el cuerpo, qué vestiréis. La vida es más que la comida, y el cuerpo que el vestido. Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen despensa, ni granero, y Dios los alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que las aves? ¿Y quién de vosotros podrá con afanarse añadir a su estatura un codo? Pues si no podéis ni aun lo que es menos, ¿por qué os afanáis por lo demás? Considerad los lirios, cómo crecen; no trabajan, ni hilan; mas os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos. Y si así viste Dios la hierba que hoy está en el campo, y mañana es echada al horno, ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe? Vosotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud. Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas. Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas” (Lucas 12:22-31).

Cada día tiene su propio afán. El creyente verdadero no se preocupa por el día de mañana. El mañana no existe y el pasado ya pasó. Debemos vivir el hoy. ¿Quién podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?

Si Dios le da de comer a las aves que no siembran ni recogen ¿no les dará de comer a sus hijos? Solamente debemos estar concentrados en el reino de Dios, dijo Jesús y todo lo que necesitamos será añadido.

Lucas 12:33 Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega,  ni polilla destruye. 12:34 Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.

La recomendación de Jesús no es hacerse de bienes en la tierra sino deshacerse de ellos y usar el  fruto de sus ventas en dar limosna y en invertir el reino de Dios. Porque donde está nuestro tesoro allí está nuestro corazón, nuestro corazón nos delata.

En la carrera del mundo, la meta final no es el reposo de Dios, es una carrera personal, con “metas superficiales”; de éxito financiero y realización personal. Es una carrera por la “vida bonita y cómoda”. Y nadie quiere renunciar a esa vida.

Esa carrera es la que millones de personas corren cada día, llenando los centros comerciales, llenando las casas de cosas y más cosas innecesarias. Esta carrera es la que el cristiano está corriendo, endeudándose para satisfacer el sueño de una “vida de prosperidad” centrada en sí mismo. Lo que consigue es un vacío en su corazón y un aumento del stress.

Ya la familia no se pone sus mejores galas para ir a la iglesia, sino para ir de compras. Nos vamos de compras y con eso no queremos decir que vamos a adquirir las cosas que necesitamos, sino a adquirir de algún modo, la satisfacción que se siente al comprar cosas.

Lo peor de todo, es que dentro de las mismas iglesias se fomenta la carrera del mundo, predicando el evangelio de la prosperidad que millones de cristianos compran.

Para muchos de nosotros que profesamos el ser cristianos, el Dios en que creemos no es el Dios de la Biblia, es un dios diferente. No esperamos al Dios de la Biblia que suple nuestras necesidades, sino a un dios que nos haga ricos, a un dios que no ayude a correr la carrera del mundo.

Ese no es el dios de la Biblia, el dios de la Biblia no concuerda con nuestros estándares. Él espera que estemos conformes con sustento y abrigo (1 Timoteo 6:8).

Cuando una persona se está ahogando, el salvavidas no se mete a salvarla hasta que deje de “aletear” porque si se mete se pueden ahogar los dos. El salvavidas espera que la persona deje de luchar, que ya no tenga fuerzas, entonces se mete a salvarla.

Dios es como un salvavidas, mientras luchemos en nuestras propias fuerzas, Él no puede ayudarnos, “Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne” (2 Corintos 10:3); Dios espera que dejemos de luchar para poder intervenir, la lucha es de él.

Eso no significa que no debemos trabajar ni estudiar, lo que significa es que debemos hacerlo desde un lugar de paz, sin estrés, hacerlo en el reposo de Dios, sabiendo que Dios pelea nuestras batallas.

La vida está llena de ladrones de paz, está llena de personas y circunstancias que nos quitan la paz. Hay personas que te dicen: “no comas carne, no comas esto o aquello porque te vas a enfermar”, te quitan la paz, te meten temor y terminas enfermo.

Pero Jesús dijo todo lo contrario, dijo que “si bebíamos cosa mortífera, no nos haría daño” (Marcos 16:18), porque todo lo que comamos o bebamos con acción de gracias no nos dañará. Lógicamente que no vamos a tomar nada mortífero intencionalmente.

Hay personas que viven escuchando al Doctor Oz o viendo “buen día”, que de buen día no tiene nada, porque solamente hablan de enfermedades ¿Cómo no van a estar enfermos? Escuchar esas cosas los sacan del reposo de Dios.  Lo que tienen que escuchar es la palabra de Dios que dice que por la llaga de Jesús fuimos sanados (1 Pedro 2:24).

La mente crea fortalezas positivas o fortalezas negativas, depende con lo que la estemos alimentando.

Dice la palabra de Dios que debemos renovar nuestro entendimiento (Romanos 12:2) y “derribar todos los argumentos y toda altivez que se levanta contra el Altísimo, llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Corintios 10:5).

Lo que eso quiere decir es que tenemos que cambiar nuestros pensamientos por los pensamientos de Dios que se encuentran en la palabra escrita, y reposar en Él.

Por ejemplo, debemos cambiar “no puedo hacerlo” por “todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13), o “estoy enfermo” por “fui sanado por la llaga de Jesús” (1 Pedro 2:24).

Cuide con que se alimenta, cuide con quien habla. Las noticias del mundo nos causan temor, pero la palabra de Dios nos causa paz interior. Usted no puede alimentarse de negatividad y mantenerse positivo, mejor aliméntese  de la palabra de la palabra de Dios y llénese de fe.

No importa lo que esté sucediendo en el mundo, eso no tiene nada que ver con nosotros porque nosotros los creyentes no somos del mundo, estamos en el mundo pero no somos del mundo (Juan 17:14) y gozamos de una protección especial.

Si usted ve películas de terror o de guerra, la paz que tenía se va a ir para  terminar estresado. Mejor vea películas que lo hagan reír. Yo he cometido el error de ver películas donde hay mucha violencia y persecución y he soñado toda la noche con esas cosas. Al final no tuve reposo porque horas antes alimenté mi mente con lo que no debía.  Actualmente, si estoy viendo una película y ésta me comienza a estresar, inmediatamente cambio de canal porque he aprendido la lección.
No se compare con los demás porque se va a desanimar, nunca compita con nadie para ser igual o mejor, porque siempre habrá alguien mejor que nosotros, eso nos quitará la paz.

No escuches problemas ajenos. No malinterpretes, claro que debemos escuchar a las personas que viven una crisis pasajera y aconsejarlas con la palabra de Dios. Yo puedo escuchar a alguien, pero no puedo escuchar a alguien todo el día y toda la semana.

Tengo un amigo que siempre se queja, de todo y de todos. Él no es feliz, nunca lo ha sido, yo lo quiero mucho pero tuve que alejarme, ese amigo es un ladrón de paz y me estaba robando mi paz y mi felicidad.

No debemos escuchar a aquellas personas que viven crisis eternas, son personas  negativas que constantemente se viven quejando. Ya tienes suficientes problemas para vivir los problemas ajenos. Que nadie te quite la paz, no eres responsable de la felicidad de otros.

No escuches la basura de esas personas, no eres un basurero, no caigas en esa trampa, que nadie te robe la paz. Hay personas que son tan negativas que convierten cualquier problemita en algo muy grande, tienen un espíritu alarmista y  si te involucras terminarás perdiendo tu energía emocional.

Quizás son gente buena, pero no puedes permitir que te traspasen sus problemas y responsabilidades.  Jesús dijo que le diéramos la carga a él, no a nuestros prójimos.

Esto no significa ser egoísta, significa que no podemos ayudar a todos ni cambiar a todos, no somos salvadores, ya tenemos un salvador que lo dio todo en la cruz.

La palabra de Dios dice que tenemos que vivir en el reposo de Dios. No dejes que nada ni nadie te quiete el reposo.

La palabra de Dios dice que pongamos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe (Hebreos 12:2), lo que nos está diciendo es que no miremos las circunstancias que nos rodean,  que mejor levantemos la vista y miremos a Jesús que está sentado en el trono esperando que reposemos en él.
Recuerda a Pedro, él dormía tranquilamente entre los guardas mientras esperaba ser ejecutado ¿Y qué sucedió.

Y he aquí que se presentó un ángel del Señor, y una luz resplandeció en la cárcel; y tocando a Pedro en el costado, le despertó, diciendo: Levántate pronto. Y las cadenas se le cayeron de las manos.  Le dijo el ángel: Cíñete, y átate las sandalias. Y lo hizo así. Y le dijo: Envuélvete en tu manto, y sígueme.  Y saliendo, le seguía; pero no sabía que era verdad lo que hacía el ángel, sino que pensaba que veía una visión.  Habiendo pasado la primera y la segunda guardia, llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad, la cual se les abrió por sí misma; y salidos, pasaron una calle, y luego el ángel se apartó de él. 1 Entonces Pedro, volviendo en sí, dijo: Ahora entiendo verdaderamente que el Señor ha enviado su ángel, y me ha librado de la mano de Herodes, y de todo lo que el pueblo de los judíos esperaba” (Hechos 12:2-11).

Pedro dormía tan tranquilamente que el ángel tuvo que tocarlo para despertarlo. Pedro reposaba no solamente en la cárcel, él reposaba en Dios y Dios envió un ángel para liberarlo de la cárcel y darle muerte a Herodes (Hechos 12:23).

Dios puede liberarte de cualquier  problema, él puede liberarte de cualquier circunstancia, lo único que te pide es que reposes en él, tal y como lo hizo Pedro. Duerme en paz, recuerda que Jesús está en el trono y él tiene el poder. No quites a Jesús del trono para poner allí tu problema o para sentarte tú.

Efesios 4:22 En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, 4:23 y renovaos en el espíritu de vuestra mente, 4:24 y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.

En la época de Pablo, a los condenados por homicidio les amarraban el muerto y lo obligaban a cargarlo.  A eso se refiere Pablo en este versículo, nuestro viejo hombre, el hombre carnal fue sepultado en las aguas del bautismo, pero muchos lo continúan cargando.
Debemos dejar esa vida pasada, debemos despojarnos de ese viejo hombre y renovar el espíritu de nuestra mente, debemos vestirnos del nuevo hombre y reposar en Dios.

Romanos 8:1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.

No hay condenación alguna para el que está en Cristo Jesús, y el que está en Cristo Jesús es aquel que no anda conforme a la carne, es decir no anda cargando el muerto, sino que anda conforme al Espíritu, es decir, entregándole las cargas a Cristo y reposando en él.

Si continúas andando conforme a la carne es porque no tienes fe en Dios y esa actitud puede condenarte. Mejor vive en paz, reposa en Dios y en Cristo, que ellos se encargarán de tu vida.  No seas como los judíos, que por no reposar en Dios, quedaron tirados en el desierto.

Dicen que las ovejas, a pesar de que no tienen dientes finos, a pesar de que no saben correr, a pesar de que son totalmente indefensas, no se asustan ante ningún ruido ni ante ninguna persona o animal. Ellas confían en su pastor y reposan tranquilamente, el cual las cuida, las protege y las alimenta. Pues bien, recuerda que el Señor es nuestro pastor, nada nos faltará y él en delicados pastos nos hará descansar…

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