LA CONTROVERSIA DEL BAUTISMO
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Unos pocos están a favor y
otros muchos en contra; no se ponen de acuerdo en cuanto a “al bautismo para la salvación”. Y no hay
acuerdo porque las “interpretaciones
humanas” están de por medio; han olvidado que “la
profecía bíblica no es de
interpretación privada porque nunca fue traída por voluntad humana sino que los
santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:20).
Debemos recordar que “los pensamientos de Dios no son nuestros
pensamientos ni sus caminos nuestros caminos” (Isaías 5:8). Lo que quiero
decir es que “la palabra de Dios dice lo
que dice” y no podemos darle una interpretación humana; Dios nos guarde de
hacer tal cosa.
En segundo lugar, “no debemos pensar más allá de lo que está
escrito, no sea que por causa de uno, os envanezcáis unos contra otros” (1 Corintios 4:6). Muchos se han
envanecido pensando más allá de lo que está escrito y han terminado torciendo
el significado de las escrituras.
Y muchos vanidosos no aceptan
que están equivocados, aunque tengan cien versículos al frente que les muestran
su error; no lo aceptan por causa de su vanidad.
En tercer lugar, debemos tener
muy en claro que la verdad no se encuentra en un versículo o en un pasaje
aislado, la suma de la palabra de Dios es
la verdad (Salmo 119:160). La
palabra de Dios es como un rompecabezas, debemos ir uniendo las piezas para
tener el panorama completo.
Cuando me inicié en el
cristianismo, fui enseñado que con tan solo “creer en Cristo y confesarlo” ya era salvo (Romanos 10:9). Sin embargo, yo sentí una sed enorme por conocer la
palabra de Dios más a fondo y estudié con Jimmy Swaggard, luego en Asambleas de
Dios y posteriormente en otras instituciones evangélicas. Todas enseñaban que el bautismo era una simple ordenanza,
pero no era necesaria para la salvación.
Y en ninguna de esas
congregaciones hablaron nunca de la gracia,
pareciera que la gracia apareció en la Biblia hace unos quince años.
Cuando yo hablé de la gracia me
señalaron de libertino, y cuando hablé de la necesidad del bautismo para
salvación fui tildado de rebelde y expulsado de algunas congregaciones porque
según ellos estaba confundiendo a los fieles.
Lo último que hice hace unos
años, fue visitar a uno de los líderes de “La
Alianza Evangélica” para hablar sobre el bautismo. Yo quería saber si
existía un versículo que dijera que el bautismo no era necesario para la
salvación. Tal vez existía y yo no lo había visto.
El representante de la Alianza Evangélica
terminó diciéndome: “usted tiene razón,
no lo puedo contradecir, la Biblia dice que el bautismo es necesario para la
salvación, pero el Espíritu Santo nos reveló que ya el bautismo no es necesario”.
Yo le repliqué diciéndole que
esa revelación no vino del Espíritu Santo porque el Espíritu Santo no va a
revelar nada que contradiga la palabra de Dios, entonces el representante de
la Alianza Evangélica se enfureció
sobremanera y me expulsó de su oficina con grandes gritos.
He escuchado muchos argumentos
en contra del bautismo para salvación, pero todos ellos contienen “supuestos” que los acompañan. Esos
supuestos son argumentos humanos, interpretaciones extras a lo que dicen
las escrituras, razón por la cual no me han convencido.
Ante esa disyuntiva, yo enseño
que además de creer, debemos bautizarnos
para salvación. Si eso no fuera verdad, no
estoy enviando a nadie al infierno.
Pero, si yo enseñara que el bautismo no es necesario para la
salvación, y sí lo es, entonces estaría mandando al infierno a las personas
que me escuchan hablar sobre el tema ¿No les parece? Yo no quisiera estar
frente al Señor y darle cuentas de todos los que se perdieran por mi culpa.
Hasta este momento nadie se ha
perdido por mi culpa porque yo les digo que deben bautizarse y bautizarse no le quita la salvación a
nadie.
EL
NUEVO NACIMIENTO
El Señor Jesús le dijo a
Nicodemo que “nadie puede ni siquiera ver
el Reino de Dios si no nace de nuevo” (Juan
3:3). El gran problema doctrinal se da al interpretar lo que significa el “nuevo nacimiento”.
La doctrina que prevale es que
si una persona cree en Cristo y lo
confiesa entonces tiene un nuevo nacimiento porque Romanos 10:9 dice que “si
confesares que Jesús es el Señor y lo creyeres con el corazón serás salvo”.
Eso tiene lógica, pero quiero
recordarles nuevamente que la verdad es
la suma de la palabra de Dios, no es un versículo aislado. No cabe la menor
duda que para ser salvo hay que creer en el Señor y confesarlo, pero eso es
solamente uno de los requisitos.
Lo que les quiero decir es que creer y confesar a Cristo no es sinónimo de
un nuevo nacimiento ¿Dónde lo dice?
Nicodemo pensó que tendría que
volver al vientre de su madre para nacer de nuevo, pero Jesús le dijo que ese
nuevo nacimiento no era volviendo al vientre de su madre, sino “a través del agua y del Espíritu” (Juan3:5), y eso es lo que tenemos que
comprender claramente. Aquí Jesús no estaba hablando en parábolas, él estaba
hablando claro y dijo que debemos nacer “a
través del agua” y a “través del
Espíritu Santo”.
Lo que Jesús estaba diciendo es
que hay dos elementos a través de los
cuales se da ese nuevo nacimiento: el
agua y el Espíritu; y si no es “a
través” de esos dos elementos no hay nuevo nacimiento.
Es de suma importancia entender
que “para nacer de nuevo, primero hay que
morir”. Un nuevo nacimiento es una
resurrección. Cuando Jesús resucitó tuvo un nuevo nacimiento.
Para resucitar Jesús tuvo que
morir y para que nosotros tengamos un nuevo nacimiento, igualmente tenemos que morir. Eso no significa que
tenemos que ir a suicidarnos, Dios estableció que fuera “una
muerte en semejanza”.
La única explicación en toda la
Biblia de cómo morir para tener un nuevo
nacimiento la da el apóstol Pablo. Pablo es el “quinto evangelista”; si Dios no hubiera levantado a Pablo como
apóstol no entenderíamos las escrituras claramente. Las entendemos después de
leer las epístolas de Pablo; quiero que tome eso muy en cuenta.
El apóstol Pablo se pregunta “Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el
pecado para que la gracia abunde? En
ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en
él?” (Romanos 6:1-2)
Pablo dice que hemos muerto al pecado ¿Quiénes han
muerto al pecado?” En seguida se contesta: “¿O
no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido
bautizados en su muerte?” (Romanos
6:3)
Pablo aclara que los que se han bautizado han muerto al
pecado. Algunos afirman que Pablo estaba hablando del bautismo en el
Espíritu Santo.
Cuando Pablo y Lucas hablaron
del bautismo en el Espíritu, lo
dijeron claramente para diferenciarlo del bautismo en agua. Suponer que Pablo
estaba hablando del bautismo en el Espíritu cuando habla del bautismo en agua es
solamente eso, “una suposición”
humana que no tiene fundamento.
Si Pablo hubiera querido decir
“Bautismo en el Espíritu”, eso es lo
que hubiera dicho. No debemos olvidar que Pablo escribió inspirando por el
Espíritu Santo y el Espíritu Santo no es un Espíritu de confusión.
Pablo continúa diciendo: “Porque somos sepultados juntamente con él
para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos
por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. Porque si fuimos plantados juntamente con él
en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección;”
(Romanos 6:4-5).
Pablo dice claramente que “somos sepultados” con Cristo a “través del bautismo”, para que “andemos en vida nueva”, y esa vida nueva
se refiere a la vida después del “nuevo
nacimiento”. Y note que esa muerte es en “semejanza”.
Luego escribe: “sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue
crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a
fin de que no sirvamos más al pecado” (Romanos
6:5).
El apóstol nos dice que somos “sepultados, crucificados y resucitados”
con Cristo en el bautismo, no cabe la menor duda de que está hablando del nuevo nacimiento a través de la
semejanza del bautismo.
Por último concluye: “Porque el que ha muerto, ha sido justificado
del pecado” (Romanos 6:7) ¿Cómo
se muere? A través de la semejanza del bautismo, no hay otra forma. Esto quiere
decir que si no te has bautizado, no has
muerto ni has tenido un nuevo nacimiento.
Colosenses
2:11 En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al
echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo;
2:12 sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados
con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.
Vea usted que Pablo es
reiterativo. En la carta a los Colosenses les dice claramente que somos
sepultados y resucitados con Cristo en el bautismo, es decir el nuevo nacimiento es a través del bautismo
en agua.
Y Pablo dice algo más, él dice
que el bautismo es una circuncisión
espiritual. Recordemos que los judíos del Antiguo Testamento debían “circuncidarse” para ser parte del pueblo
de Dios, el que no se circuncidaba era desechado. Ellos no se bautizaban para ser del pueblo de Dios como enseñan algunos
engañadores, ellos se circuncidaban.
Bajo el Nuevo Pacto las cosas
son diferentes, los que queremos ser
parte del pueblo de Dios no nos
circuncidamos, sino que nos bautizamos. La circuncisión es un despojo de la carne, es un símbolo de
ese despojo. El bautismo es una circuncisión en semejanza.
Pablo dice que al bautizarnos echamos fuera el cuerpo pecaminoso carnal
(verso 11). Lo que quiere decir es
que nos deshacemos de la naturaleza
pecaminosa en la cual mora el pecado
(Romanos 7:17).
Al bautizarnos renunciamos a la carne para servirle al
Señor. Y a partir de ese momento somos “participantes de la naturaleza divina” (2 Pedro 1:4).
La palabra bautismo viene de la griega “baptizo”
que significa sumergir o sepultar. Todos los pastores deberían hacer una pileta
en forma de ataúd para que los cristianos entiendan el significado del
bautismo.
EL
LADRON EN LA CRUZ
Muchos se preguntan ¿Si
necesitamos el bautismo para salvación, por qué el ladrón que fue crucificado junto a Cristo y que Cristo lo perdonó, no
necesitó bautizarse?
La respuesta es muy sencilla,
el ladrón “estaba bajo el viejo pacto” y bajo el viejo pacto lo que
necesitaba era estar circuncidado y de
seguro lo estaba porque todos los judíos sin excepción eran circuncidados a los
ocho días de nacidos, tal y como lo ordenaba la ley de Moisés (Génesis 17:9-12).
Debe quedarnos claro que el
Nuevo Pacto se inició con la muerte y resurrección de Jesús y no antes.
LA
NUEVA CRIATURA
Releamos Romanos 6:6: “sabiendo esto,
que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo
del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado”.
Pablo dice que el “viejo hombre” fue crucificado para que
el cuerpo del pecado sea destruido. Cuando Pablo habla del viejo hombre se refiere a la persona antes del bautismo, a la persona que no se ha despojado de la
naturaleza pecaminosa.
Cuando Pablo se refiere a la nueva criatura en Cristo Jesús (2 Corintios 5:17) se está refiriendo a
la persona que se ha bautizado y se ha
despojado de la naturaleza pecaminosa. Esa nueva criatura no tiene pasado
alguno porque su pasado quedó en las aguas del bautismo. Y emergió de las aguas como una nueva criatura sin pecado alguno
porque fue lavada en las aguas del bautismo.
UNA
TRANSFUSIÓN DE SANGRE
Dicen las escrituras que Jesús
dio su sangre por todos nosotros que estábamos enfermos en el pecado y destinados a la muerte eterna, porque la paga del pegado es la muerte (Romanos 6:23).
Suponga por un momento que
usted está en un hospital a punto de morir y no se salva al menos que le hagan
una transfusión de sangre. Tal vez algún pariente está dispuesto a dar su
sangre por usted, y usted puede aceptar
esa sangre, pero también puede morir
antes de la transfusión.
Pues bien, Cristo dio su sangre
para usted y para mí, aceptamos esa sangre salvadora cuando aceptamos a Cristo, pero si no nos bautizamos no hay transfusión
y si nos morimos antes de esa transfusión nuestro destino es el infierno.
SOLAMENTE
PARA LOS JUDÍOS
Algunos detractores del
bautismo tienen dos argumentos para evitar que la gente se bautice: 1) que los cristianos de la iglesia
primitiva se bautizaban porque eso era
una tradición para ellos, era algo que ya practicaban los judíos del Viejo
Testamento, y que no tiene nada que ver con la salvación.
2) Que
en la iglesia primitiva solamente se
bautizaban los judíos, que “los
gentiles no se bautizaban”, ya que el bautismo era una “simple confesión pública de fe” ante sus
compatriotas.
Esos dos argumentos son
totalmente falsos. Los judíos del
viejo testamento no se bautizaban; no
existe un solo indicio histórico o bíblico al respecto. Ya indicamos que lo que
ellos hacían era circuncidarse. El bautismo en agua se inició con la
predicación de Juan el bautista (Hechos
10:37).
Decir que los judíos se
bautizaban antes de Juan el bautista es decir una mentira tan grande, como que
la iglesia católica fue fundada por Cristo.
Y decir que los gentiles de la
iglesia primitiva no se bautizaban es otra gran mentira. Quiero preguntarles
¿De qué nacionalidad era el eunuco que bautizó Felipe? Hechos 8:27 dice que era Etiope ¿Por qué se bautizó si no era judío
¿De qué nacionalidad era el carcelero de Filipo y su familia? Por qué se bautizaron
si no eran judíos (Hechos 16:33) ¿De
qué nacionalidad eran Cornelio el centurión y sus acompañantes? Por qué se
bautizaron si el bautismo era solamente para los judíos (Hechos 10:48).
Es importante hacer nota que
muchos alegan que Cornelio y sus acompañantes recibieron el Espíritu Santo
antes de ser bautizados, de tal manera que pareciera que no es necesario
bautizarse para recibirlo, señal clara que el nuevo nacimiento se obtiene al creer
y no al bautizarse.
Totalmente equivocados los que
esto afirman. Existen dos manifestaciones del Espíritu Santo: el Espíritu Morador y el Espíritu Derramado.
Todos los creyentes bautizados tienen al Espíritu
Santo Morador en sus espíritus, es el sello
de su salvación. Pero, El Espíritu
Derramado es una manifestación externa
del Espíritu Santo y cualquiera puede experimentarla, si hay un propósito de
Dios en ello.
En el Viejo Testamento el
Espíritu Santo se derramó sobre algunos hombres para darles sabiduría, discernimiento y poder, pero ninguno de ellos
recibió el Espíritu Morador.
Para que eso suceda hay que deshacerse de la naturaleza pecaminosa
en el bautismo. El Espíritu Santo no puede morar en donde mora el espíritu de
pecado.
Dios hizo que el asna de Balaam
hablara (Números 22:28-30); esa fue
una manifestación externa del
Espíritu Santo y no creo que a ninguno de ustedes se le ocurre pensar que el
asna había nacido de nuevo y que tenía el Espíritu Santo morando dentro de ella.
BAUTISMO
PARA SALVACIÓN
Hechos
2:38 2:38 Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el
nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del
Espíritu Santo.
Cuando Pedro acusó a los judíos
de crucificar al Señor, ellos creyeron, entonces se compungieron de corazón y
preguntaron ¿Qué haremos? Pedro les dijo que se arrepintieran y se bautizaran ¿Para qué debían
bautizarse? Para que sus pecados fueran perdonados y recibieran el Espíritu
Santo morador.
Esto no necesita ninguna
interpretación, la respuesta de Pedro es clara y concisa, el bautismo es para
el perdón de los pecados; sin bautismo no hay perdón de pecados ni se recibe el
Espíritu Santo morador.
Más de tres mil personas
creyeron e inmediatamente fueron bautizadas (verso 43) ¿Por qué no se esperaron para recibir un curso sobre el
bautismo o para aprender más sobre la Biblia? Porque el bautismo debe ser
inmediatamente después de creer, no sabemos si mañana vamos a estar vivos.
Hebreos
8:34 Respondiendo el eunuco, dijo a Felipe: Te ruego que me digas: ¿de quién
dice el profeta esto; de sí mismo, o de algún otro? 35 Entonces Felipe,
abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de
Jesús. 36 Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí
hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado? 37 Felipe dijo: Si crees de todo
corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de
Dios. 38 Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el
eunuco, y le bautizó”
Felipe le anunció el evangelio
de Jesús a un eunuco etíope y cuando él
vio agua pidió ser bautizado ¿Por qué? Porque Felipe le enseñó que debía
bautizarse para ser salvo.
Para los que dicen que el bautismo es una confesión pública de
fe ante la comunidad cristiana. Les pregunto ¿Cuántas personas vieron ese
bautismo? Solo Felipe.
El compromiso es con el Padre
Celestial, no es con la gente. Es Dios el que conoce el corazón de las
personas, los hombres solo vemos la apariencia.
Por ejemplo, Dios dijo que
oráramos en privado, no en público, los que oran en público ya tienen su
recompensa: el aplauso de la gente.
Cuando la Biblia habla de creer
y confesar no significa que tenemos que ir pregonando a todos que creemos en
Cristo, lo que significa es que aceptamos
con la boca ese creer ante el Padre Celestial.
Pablo le preguntó al eunuco “si creía en Cristo” para así estar
seguro de poder bautizarlo, no porque necesitaba que el eunuco se lo confesara
por confesarlo.
Lo que nos queda claro es que para poder
bautizarnos primero tenemos que creer con
el corazón y confesarlo ante la
persona que nos bautiza.
“Si crees de todo corazón, bien puedes”, le dijo Felipe al eunuco,
el cual creyó en el evangelio de Jesús y luego confesó con su boca: “Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios”.
Precisamente el eunuco creyó y confesó con su boca que Jesús era el Hijo de
Dios para posteriormente ser bautizado
y completar su salvación.
Eso es lo correcto y eso fue
así siempre en la iglesia primitiva, la cual enseñaba la sana doctrina de los
apóstoles. Esto tampoco tiene ninguna
interpretación, los hechos son claros.
EL
AGUA ES LA PALABRA DE DIOS
Otro de los argumentos que usan
los que enseñan que el bautismo no es necesario para la salvación, es afirmar
que el agua es la palabra de Dios.
Lo que están diciendo es que
cuando Jesús dijo que había que nacer del agua, era nacer de la palabra de
Dios. Para ello usan el siguiente versículo:
Efesios
5:25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se
entregó a sí mismo por ella, 5:26 para santificarla, habiéndola purificado en
el lavamiento del agua por la palabra, 5:27 a fin de presentársela a sí mismo,
una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino
que fuese santa y sin mancha.
Al leer el pasaje, podemos discernir
que Pablo está hablando de la iglesia en general. Lo que allí dice es que
Cristo se entregó a si mismo por la iglesia, para santificarla y purificarla en la palabra a fin de presentársela a
sí mismo como una iglesia gloriosa que no tuviese mancha ni arruga ni cosa
semejante
Esto no ha sucedido, Cristo no
se ha presentado a la iglesia, eso lo hará en la Cena de Bodas, de hecho la
iglesia está llena de manchas, está llena de argumentos humanos que como
levadura está leudando la masa. La iglesia sin mancha es la iglesia que será arrebatada y no todas las congregaciones ni todos
los creyentes seremos parte de esa iglesia.
Todos los creyentes que hemos
sido bautizados hemos sido lavados del pecado y hemos sido santificados. Pero, debemos entender que la palabra “santificar” tiene dos significados. El
primero de ellos es ser apartados para
Dios.
En Juan 17:16 el Señor Jesús
dijo: “No son del mundo, como tampoco yo
soy del mundo.” Ningún creyente bautizado es de este mundo, ha sido trasladado del reino de las
tinieblas al reino de Dios (Colosenses
1:13) y eso es lo que significa que han sido “santificados”.
Ser santificados es ser apartados para Dios, sacados del reino del
mundo y llevados al reino de Dios.
Eso no sucede cuando creímos ni cuando confesamos a Cristo, sucede
cuando nos bautizamos.
La palabra de Dios dice que los
mismos demonios “creen y tiemblan” (Santiago 2:19); ellos también confiesan a Cristo:
En Lucas 4:34 un demonio dice: “Déjanos;
¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Yo te conozco quién eres,
el Santo de Dios”, reconociendo públicamente que Jesús es el Santo de Dios.
En Lucas 8:28 una Legión de demonios dijo: “¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te ruego que no
me atormentes”; reconociendo
públicamente que Jesús era el hijo de Dios.
Sin ser muy inteligentes,
podemos darnos cuenta, que de acuerdo a la palabra de Dios, creer en Jesús y
confesarlo no es suficiente para alcanzar la salvación. Si fuera así, los
demonios serían salvos. ¿Qué no estamos entendiendo?
Entonces cuando Jesús dijo “que no somos de este mundo” se estaba
refiriendo a todos los creyentes que entran en ese estado cuando tienen un nuevo nacimiento a través del bautismo.
Pero en seguida Jesús dijo: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es
verdad.” Si ya estaban santificados ¿Por qué habrían de ser santificados?
Porque ese es el segundo significado de la santificación.
Se refiere a la experiencia práctica de
esta separación en Dios, siendo el resultado de alimentarse diariamente de la
palabra de Dios:
1
Pedro 1:14 como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes
teníais estando en vuestra ignorancia; 1:15 sino, como aquel que os llamó es
santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir;
Pedro dice que fuimos llamados
a ser santos en nuestra manera de vivir. Somos santos al nacer de nuevo a
través del bautismo, pero debemos santificarnos diariamente en nuestra manera
de vivir. A eso se refiere Pablo en Efesios
5:25 cuando dice que somos
purificados por el agua de la palabra.
Es decir somos santificados y
lavados de nuestros pecados en el bautismo, y luego somos santificados día a
día por el alimento diario de la palabra de Dios.
¿Por qué muchos creyentes, a
pesar de ser bautizados, son arrastrados fácilmente por doctrinas falsas? ¿Por
qué no viven para Cristo? ¿Por qué no edifican?
Solamente hay una respuesta, no
se santifican diariamente alimentándose de la palabra de Dios.
Una vez que nos bautizamos, el
Espíritu morador viene a morar en nosotros para hacer que andemos en los estatutos de Dios, guardemos sus preceptos y los
pongamos por obra (Ezequiel 36:27),
ese es el trabajo de santificación diario.
Santiago
1:18 El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que
seamos primicias de sus criatura.
¿Qué decir a esto? ¿Qué nacemos
de nuevo cuando conocemos la palabra de Dios? Claro que no, lo que significa es
que nuestra conversión se inicia
cuando escuchamos la palabra de Dios, porque la fe viene por el oír la palabra de Dios (Romanos 10:17), continúa con el creer y el confesar a Cristo y
culmina con el bautismo.
Pablo dedica el capítulo
10 de Romanos para hablar de la fe que viene por el oír. Allí explica que
no basta con creer con la mente, que se
necesita creer con el corazón y confesar a Cristo para ser salvo, pero no
está diciendo que con eso basta.
No usemos pasajes aislados, a Romanos 10 debemos sumarle Romanos 6, Colosenses 2 y otros pasajes de la Biblia. Hay muchos pasajes que hablan de creer para ser salvos, pero también hay
muchos que hablan de bautizarse con el mismo propósito.
Recordemos que esa es la
estrategia del diablo, usar versículos y paisajes aislados, cuando tentó a
Jesús (Lucas capítulo 4) le dijo “escrito está”, pero Jesús le replicó: “escrito también está”, es como si Jesús
le hubiera dicho “sume Satanás”, a su versículo agréguele este.
Escrito
está
que hay que creer y confesar a Cristo
para ser salvo, pero escrito está
también que hay que bautizarse para
que esa salvación se complete.
¿Qué le dijo Ananías a Pablo,
luego de que éste tuvo un encuentro con el Señor? Le dijo lo siguiente: “Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate
y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre” (Hechos 22:16)
Esto tampoco tiene ninguna
interpretación, el asunto es claro, Ananías le dijo a Pablo que se bautizara para que lavara sus pecados
invocando el nombre de Jesús en ese momento tan importante.
La palabra de Dios se confirma
una y otra vez, lo que dijo Pedro a los judíos fue lo que le dijo Ananías a
Pablo, y fue lo que le dijo Felipe al Eunuco: que debía bautizarse para ser lavado de los pecados.
Sin embargo, los detractores
del bautismo dicen que lo que lavó a Pablo fue la invocación del nombre de
Jesús. El diablo va a usar argumentos humanos contra todo lo que sea la palabra
de Dios, pero los argumentos humanos no vienen de Dios, quédele claro.
Jesús es “el camino la verdad y la vida”, él es la verdad, él es el Verbo que
se hizo carne, él es la última palabra de Dios al mundo, y él dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será
salvo; mas el que no creyere, será condenado” (Marcos 16:16).
Este versículo tenemos que
sumarlo a Romanos 10:9, sino el
rompecabezas no se completaría y no tendríamos toda la verdad.
Ahora, si relacionamos Marcos 16:16 con Juan
3:5 podemos entender claramente que cuando Jesús habló nacer del agua estaba hablando del
bautismo porque es en el agua que morimos y es del agua que volvemos a nacer.
Hay que nacer a través del
agua, emerger del agua, ese es uno de los elementos. El otro elemento es nacer a través del Espíritu Santo, lo
que significa ser engendrados por Dios
(Juan 1:13).
En el momento del bautismo Dios
deposita el Espíritu Santo en nosotros engendrándonos como lo hizo con María.
La diferencia es que a María le deposito a Jesús en el vientre, pero a nosotros
nos lo deposita en el Espíritu.
“Ya no vivo yo, ahora vive Cristo en mí”, dijo Pablo en Gálatas 2:20. Lo que está diciendo es
que ya él no vive obedeciendo a la carne, sino al Espíritu de Cristo que mora
en su espíritu.
Marcos
16:16 no necesita de ninguna interpretación, el asunto es muy
claro. El que no creyere será condenado.
Pero el que creyere debe ser bautizado
para ser salvo. Primero cree, luego se bautiza. Allí no dice: “el que cree será salvo” y si quiere se bautiza, más el que no creyere será condenado ¿O
sí? Lo de bautizarse no es una opción, es un mandato.
Aquí Jesús hace referencia a
dos tipos de personas, los que creen
y los que no creen. Los que no creen
están condenados y los que creen deben bautizarse para ser salvos. Punto.
Algunos dicen que este
versículo no estaba en la Biblia, que el
capítulo 16 de Marcos no formaba parte
del Evangelio de Marcos, que fue agregado. Prueben que eso fue cierto y luego
hablamos, pero prueben, no especulen.
El evangelio de Mateo termina con
la gran comisión de Jesús: “Por tanto,
id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mateo 28:19), confirmando las palabras de Marcos: “Y les dijo: Id
por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y
fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado (Marcos 16:15-16) Si el bautismo no era
necesario para la salvación ¿Por qué Lucas lo mencionaría?
ARREPENTIDOS
EN EL LECHO DE MUERTE
¿Y si una persona se arrepiente
en el lecho de muerte, e invoca el nombre de Jesús y muere sin tener la
oportunidad de bautizarse?
No se salva, esa persona tuvo
toda una vida para creer en Cristo, confesarlo y bautizarse. El que aceptó a
Cristo en el lecho de muerte, le agarró tarde, es muy duro decirlo, pero así
es.
En el capítulo 25 de Mateo, Jesús habló acerca de unas vírgenes insensatas que no estaban preparadas
para recibir al Señor, por lo tanto quedaron fuera de su presencia cuando él
vino, aunque al final lo procuraron con lágrimas. Lo mismo sucedió con los
habitantes de la época de Noé. Cuando vieron la muerte corrieron al arca pero
ésta ya estaba cerrado.
Solo
ocho personas fueron salvadas por agua, y el bautismo que corresponde a esto,
ahora nos salva, no quitando las inmundicias de la carne,
escribe Pedro (1 Pedro 3:21) en
referencia a aquel suceso.
La carne estará con nosotros
hasta el día de nuestra muerte. En el bautismo somos regenerados en el espíritu
pero no en la carne, eso sí Dios nos cambia el corazón de piedra por uno de
carne y nos cambia el espíritu que contenía el espíritu de pecado por un
espíritu que contiene el Espíritu Santo (Ezequiel
36:26-27).
Los que esperan el día de su
muerte para arrepentirse y buscar el favor de Dios son insensatos como esas
vírgenes y desdichadamente quedarán
fuera de la presencia del Señor.
Quiero preguntar ¿Cuál persona
por más atea que sea no va a clamar a Cristo cuando ve que la muerte viene por
ella? Estoy seguro que no hay una sola.
He visto ateos clamar a Dios
cuando han estado en peligro o en circunstancias negativas. Y eso no significa
que creyeron con el corazón, es una opción, nada que perder ¿Por qué no hacer
uso de ella?
Otros insensatos dicen que el bautismo es una obra y que la salvación no es por obras.
Los que afirman esto no tienen
idea de lo que significan las obras. Hay diferentes tipos de obras, buenas
obras, malas obras y las obras de justicia. Cuando Efesios 6:8-9 habla de que la salvación es por gracia, no por obras para que nadie se gloríe, está hablando
de obras de justicia, no de otro tipo de obras.
Las obras de justicia son
aquellos actos meritorios que una persona lleva a cabo para ganarse el cielo,
por ejemplo no pecar, hacer todo lo que Dios ordena, en resumen ser justo por
uno mismo. Dios no quiere que nadie haga
ese tipo de obras para que nadie se gloríe y le de toda la gloria a Cristo.
Ahora pregunto ¿Qué méritos hay
en bautizarse? ¿Qué gloria hay? No hay ningún mérito en ello. Nos bautizamos
para nacer de nuevo como un requisito que el Señor ordenó y la
única gloria se la damos a Cristo.
Aquí podría seguir leyendo
versículos pero no tiene sentido, solamente voy a dar un versículo más:
1
Timoteo 6:3 Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras
de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, 6:4
está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de
palabras…
Jesús dijo que el que creyere y
se bautizare será salvo, así que el que enseñe otra cosa y no se conforma a las
palabras de Jesús, no sabe un poquito, más bien, no sabe nada, delira acerca de
cuestiones y contiendas…
Si alguien enseña que el
bautismo no es un requisito para la salvación,
no sabe nada, no lo dije yo, lo dijo Pablo. Lo que yo le digo querido
lector es que vaya a lo seguro ¿Para qué jugársela? Mejor bautícese y asegure
su salvación, no tiene nada que perder y una vida eterna por ganar.
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