viernes, 21 de abril de 2017

¿COMO HACER QUE LOS CRISTIANOS CREAN?

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Un grupo de cristianos estaban reunidos en una casa discutiendo el estado de la iglesia. De pronto uno de ellos dijo ¿Cómo podemos hacer que los cristianos crean ¿Crean qué? ¿Crean en Jesús? La pregunta es totalmente válida porque la mayoría de cristianos creen que Jesús existió pero no creen en Jesús ¿Qué estoy diciendo? Que millones de creyentes ponen los ojos en los pastores, en los curas, en los obispos, en los santos, en la virgen, en los ángeles, en las tradiciones, en las religiones, pero no ponen los ojos en Jesús, que es donde deberían ponerlos ¿Qué es poner los ojos? Es poner su confianza, es depositar su fe en él.
Dice la escritura que Jesús es el autor y consumador de la fe (Hebreos 12:2). Que sea el autor significa que de él procede la fe, por lo tanto debemos de quitar los ojos de las circunstancias, de los hombres, de los santos, de los pastores, de los curas, de las tradiciones, de las religiones, de las vírgenes y poner los ojos en Jesús, debemos depositar toda nuestra confianza únicamente en Jesús.
Que sea el consumador de la fe significa que Jesús es el único que cumple la fe, autorizado por el Padre, lógicamente.  Por eso Jesús dijo: “Todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré” (Juan 14:13-14). El que hace los milagros es Jesús, no es ningún santo, no es ninguna virgen, no es ningún pastor, es Jesús, con el poder del Espíritu Santo, el que nos da lo que pedimos.
La carta a los hebreos fue escrita para esos creyentes que no creen en Jesús, fue escrita para esos creyentes cuyo objetivo de su fe no es Jesús.  Allí se compara a Jesús con los objetivos de esos creyentes y se concluye que cada una de esos objetivos son insuficientes y equivocados, que el único objetivo verdadero y suficiente de nuestra fe es Jesús.

Hebreos  1:1 Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, 1:2 en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; 1:3 el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder…

La carta se inicia comparando a Jesús con los profetas del antiguo testamento. Isaías, Ezequiel, Daniel, Oseas, Habacuc, todos ellos nombres sumamente importantes,  Dios  habló por medio de ellos en el pasado, pero en estos últimos días nos ha hablado por su Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.
Los profetas, eran grandes hombres de Dios, pero solamente eso, no pueden ni remotamente compararse con Jesucristo, sin embargo muchos los veían como dioses, al igual que hoy en día muchos ven como dioses a los apóstoles y a los santos católicos.
Después de todo, los profetas no eran más que portavoces,  pero Jesús no es cualquier portavoz, él es el Hijo de Dios, por quien se hizo el universo y él lo sostiene mediante el poder de su palabra. ¿Cómo puede un profeta compararse con alguien así?
Hace poco leí que con el pulverizador de átomos, los científicos encontraron una complejidad con la cual nunca soñaron, encontraron muchas partículas desconocidas hasta entonces. Y lo que más le asombró es que hay “alguna fuerza extraña”, algo así como “un pegamento cósmico” que lo mantiene todo unido.
Para los científicos es un gran misterio, y no saben qué nombre darle a esa fuerza extraña. Si leyeran la carta a los Hebreos se darían cuenta que la fuerza que sustenta todas las cosas y que mantiene unido todo el universo no es extraña y tiene nombre, su nombre es Jesús ¿No es fascinante?  Jesús sostiene el universo con el poder de su palabra.
Todas las  fuerzas y poderes en el universo están sostenidos por Jesús, Él está a cargo de todo.  Eso significa que no sólo controla todas las fuerzas físicas del planeta y del universo, sino que controla todos los acontecimientos que ocurren en él.

Juan 1:3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.

Todas las cosas fueron hechas por él, para él y sin él nada se habría hecho. Una poderosa mano ha estado dando forma al destino de las naciones y de los individuos, siempre hemos estado en el poder de aquel que sostiene el universo por el poder de su Palabra.
El diablo ha estado por siempre intentado que la voluntad de Dios no se cumpla, él ha estado manipulando al mundo, por eso su hijo Jesús vino a deshacer las obras del diablo (1 Juan3:8).
Hay un instrumento mediante el cual podemos hacer que la mano de Dios se active a nuestro favor, ese instrumento es la fe. Sin embargo, muchos creyentes se confunden y dicen: "Si solo tuviese suficiente fe, podría hacer tal y tal cosa, y esto y lo otro”, como si la fe fuese un producto que se vendiese por kilos. La cantidad de fe poco importa, "si tenéis fe como un grano de mostaza moveréis montañas  dijo Jesús (Mateo 17:20), lo que importa es el objetivo de nuestra fe y ese objetivo debe ser el propio Jesús, como ya lo dijimos. 
Habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, Jesús se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas (Hebreos 1:3).
Ningún profeta pudo lograr la purificación de nuestros pecados. Ningún profeta ni santo católico está sentado a la diestra de la Majestad en las alturas, ni siquiera María ni José  ¿Cómo poner la fe en ellos?
Ningún apóstol, ningún profeta, ni siquiera María ha resucitado, solamente Jesús. Sin embargo muchos depositan su fe en los santos católicos que no han resucitado y que no pueden hacer nada por ellos.
Ningún profeta, ningún santo católico, ni siquiera la virgen María pueden sostener el universo, por lo tanto, no tienen el poder de hacer milagros y ni siquiera de interceder ante Dios porque el único intermediario entre Dios y los hombres es Jesucristo (1 Timoteo 2:5).

Hebreos 1:4 hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos. Hebreos 1:5 Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi Hijo eres tú, Yo te he engendrado hoy, y otra vez: Yo seré a él Padre, Y él me será a mí hijo?

En el mundo griego, en el que se encontraba la iglesia del Nuevo Testamento, los ángeles eran objetivos de fe. La mayoría de los dioses y diosas griegas, como Venus, Mercurio y otros, eran considerados como ángeles por los griegos. Sabían que no eran el Dios supremo, pero eran considerados como una especie de semidioses, les daban culto como tales y depositaban su fe en ellos.
Esto sigue sucediendo en la actualidad, muchos creyentes insisten en pedirles a los ángeles y algunos los veneran como dioses. El escritor del libro a los Hebreos pregunta ¿A cuál de los ángeles dijo Dios jamás: mi Hijo eres ?
Dios jamás le dijo nada parecido a los ángeles, más bien cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice: Adórenle todos los ángeles de Dios…, ciertamente de los ángeles dice: El que hace a sus ángeles espíritus, Y a sus ministros llama de fuego.  Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; Cetro de equidad es el cetro de tu reino (Hebreos 1:6-7).
Solamente hay dos tronos en el cielo, uno lo ocupa el Padre y el otro lo ocupa Jesús ¿Cómo podemos ser tan ingenuos y pedirle a los ángeles? Ellos no mueven un dedo si no los autoriza el que está en el trono. Ellos mismos lo adoran y son unos simples espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación? (verso 14)

Hebreos 2:2 Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, 2:3 ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron,

“¿Cómo escaparemos si descuidamos una salvación tan grande?” Si cambias tu mirada y la quitas de Jesús para ponerla en un ángel, en un santo, en una virgen,  no podrás escapar del castigo divino. O, si nunca has quitado tu mirada de los objetivos de fe religiosos, en lugar de acercarte a la salvación, te has alejado de ella. La pregunta está en el aire: ¿Cómo escaparemos si descuidamos la salvación tan grande que nos ofrece Jesús?

Colosenses 2:18 Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los ángeles, entremetiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado por su propia mente carnal.

En Colosenses, se nos vuelve a hacer la misma advertencia. Que nadie se prive de vuestro previo, humillándose ante los ángeles y dándoles culto.
Pongan atención angeólogos, y no pasen por alto esa advertencia, dejen de ser insensatos, pongan los ojos en Jesús, pongan su fe en él  para que no pierdan su premio.  
Darle culto a los ángeles viene de una mente vanidosa e hinchada en la carnalidad, es un invento humano, igual que el culto a los santos y a María.
Esto es también un mensaje para las sectas como el mormonismo y como los testigos de Jehová que enseñan que Jesús no era nada más que un ángel, el mayor ángel creado. Le identifican con Miguel, el arcángel. Pero Hebreos derriba totalmente esa teoría, dejando claro que Jesús es el hijo de Dios, que  no es un ángel más. ¿A qué ángel dijo Dios jamás: Tú eres mi Hijo?

Hebreos 2:8 Todo lo sujetaste bajo sus pies. Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él; pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas. 2:9 Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos.  
  
Este pasaje resume la historia de la humanidad. Dios nos creó para sujetarnos a Cristo, pero todavía no vemos que todas las cosas nos sean sujetas. No podemos sujetarnos a Jesús mientras nuestro objetivo de la fe no sea él.
No es extraño que Romanos dice: “La creación fue sujetada a vanidad” (Romanos 8:20), y esa vanidad entorpece la vista espiritual.
Debemos despojarnos de toda vanidad, para ver a Jesús coronado de gloria y de honra reinando sobre el universo. Esa es nuestra esperanza y el objetivo de nuestra fe.
Jesús se hizo menor que los ángeles,  se vistió de carne y sangre, entró a la raza humana para convertirse en parte de ella y experimentó la muerte. “Probó la muerte para cada hombre”, y al hacerlo tomó nuestro lugar. Jesús ha venido para comenzar una nueva raza, una raza celestial (1 Corintios 15:47-49), en esa raza se incluye a Sí mismo y todos aquellos que le pertenecen, y para esa raza hay una promesa, la promesa es que entrarán en  toda la plenitud de Dios.

Hebreos 2:10 Convenía a aquel por cuya causa existen todas las cosas y por quien todas las cosas subsisten que, habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionara por medio de las aflicciones al autor de la salvación de ellos.  
  
¿No es que Jesús era perfecto cuando vino? No era perfecto cuando fue tentado en el desierto por Satanás? ¿No era perfecto cuando le dio a comer a cinco mil gentes de tan solo dos pedazos de pan? ¿Por qué entonces dice que fue perfeccionado por medio de las aflicciones?
Hay que entender que hay dos perfecciones involucradas. Jesús era perfecto en Su Persona todo el tiempo, pero no era perfecto en Su obra. Una persona puede que sea perfecta en su físico, pero eso no implica que sea perfecta en la obra a la que ha sido llamado.
Suponga que Jesús hubiera venido al mundo como un adulto una semana antes de su muerte. Suponga que hubiera venido un unes y el viernes le hubieran tomado y crucificado, colgándole en la cruz, y que hubiera muerto, llevando sobre Sí los pecados del mundo. ¿Hubiera sido un Salvador perfecto? Lo hubiera sido en el sentido de llevar nuestra culpa, pero no hubiera sido perfecto en cuanto a llevar nuestra enfermedad y nuestra debilidad. Nos hubiera hecho dignos para el cielo, pero nunca nos hubiera hecho listos para la tierra.
En tal caso, podríamos decir: “¿Cómo puede Dios esperar que viva una vida perfecta? ¿Acaso ha estado en mi cuerpo? ¿Qué sabe Él de mis presiones? Pero Jesús fue hecho perfecto por medio de sus aflicciones. Jesús sí vivió lo que nosotros vivimos, él experimentó tentaciones, temor e incertidumbre. Si negamos esto, negamos su humanidad. Estas fueron las tentaciones con las que se enfrentó, las presiones que aguantó. Como el  experimentó nuestra humanidad, Él es completamente uno con nosotros y capaz de “llevar muchos hijos a la gloria”.

Hebreos 3:3 Porque de tanto mayor gloria que Moisés es estimado digno éste, cuanto tiene mayor honra que la casa el que la hizo. 3:4 Porque toda casa es hecha por alguno; pero el que hizo todas las cosas es Dios. 3:5 Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir; 3:6 pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza.

Aquí se compara a Jesús con Moisés, porque muchos veneraban a Moisés como un santo. Dice la escritura que mayor gloria tiene Jesús que Moisés porque si bien Moisés fue fiel en la casa de Dios, pero fue Dios el que hizo la casa y Jesús es su hijo.
Cuando se refiere a la casa de Dios, se refiere a los hijos de Dios. La casa somos nosotros. Dios nunca tuvo la intención de morar en ningún edificio; Él mora en el creyente. Esa fue la intención divina al crear al hombre: que fuera el tabernáculo de Su morada.

1 Corintios 6:19 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual habéis recibido de Dios, y que no sois vuestros?

El propósito de Dios es habitar en tu cuerpo y hacer que tú seas la manifestación de Su vida, la morada de todo lo que Él es.

Hebreos 4:14 Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. 4:15 Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. 4:16 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.

En el último versículo de este pasaje se resume todo lo que el pasaje quiere que entendamos: “acerquémonos al trono de la gracia”.
El trono nos habla de la autoridad sobre el universo y la gracia nos habla de llegar a ese trono sin merecimiento.
Podemos acercarnos al trono de la gracia únicamente por Jesús, él es el sumo sacerdote, el único sacerdote para Dios, y él puede compadecerse de nuestras debilidades porque él fue tentado en todo, pero sin pecado.
No hay otro camino al trono del Padre sino únicamente a través de Jesucristo porque él es el único sacerdote, él es el único intermediario entre Dios y los hombres.
Las religiones insisten en poner otros intermediarios, pero la palabra Dios nos dice claramente que Jesús es el único sacerdote. No hay virgen ni santo católico, ni ángel, ni profeta que sirva de intermediario ante Dios, el único es Jesús, él es el camino, la verdad  y la vida.
Jesús es el que “traspasó los cielos”. En esta edad del espacio, esta frase debería de llamarnos la atención. Jesús no sólo pasó a los cielos, sino que los traspasó.  Aunque los astronautas viajaran a los planetas más lejanos de nuestro sistema solar, todavía estarían en los cielos. Pero Jesús ha traspasado los cielos, ha pasado fuera de los límites del tiempo y el espacio. Él está por encima, más allá, sobre todo; por lo tanto, no hay límites para Su poder.
Pero, aunque el Señor Jesús ha pasado a un sitio de poder supremo y no tiene absolutamente ningún límite, Él también está tremendamente consciente de nuestros problemas. “No tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades”. Él ya ha pasado por todo el curso antes que nosotros. Sin embargo, lo hizo sin ningún fracaso, sin pecar. “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”, a través de Jesús, no podrás hacerlo a través de los ángeles ni de ningún santo. No desvíes tu mirada para que puedas encontrar el reposo que te espera en Jesús.

Hebreos 5:1 Porque todo sumo sacerdote tomado de entre los hombres es constituido a favor de los hombres en lo que a Dios se refiere, para que presente ofrendas y sacrificios por los pecados; 5:2 para que se muestre paciente con los ignorantes y extraviados, puesto que él también está rodeado de debilidad; 5:3 y por causa de ella debe ofrecer por los pecados, tanto por sí mismo como también por el pueblo. 5:4 Y nadie toma para sí esta honra, sino el que es llamado por Dios, como lo fue Aarón. 5:5 Así tampoco Cristo se glorificó a sí mismo haciéndose sumo sacerdote, sino el que le dijo: Tú eres mi Hijo, Yo te he engendrado hoy. 5:6 Como también dice en otro lugar: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec.

Los sacerdotes del viejo testamento debían hacer sacrificios de animales para que Dios perdonará sus pecados y de todo el pueblo. Ese perdón era temporal, cubría únicamente los pecados pasados, por eso los sacerdotes debían entrar constantemente a hacer sacrificios. La primera honra de ser el sumo sacerdote le correspondió a Aarón, a quien Dios escogió.
En el nuevo Testamento solamente hay un sacerdote, aquel que entró una vez por siempre al lugar santísimo para obtener eterna redención (Hebreos 9:12), es decir para perdonar no solamente los pecados pasados sino también los futuros y ese es Jesús.
Y Jesús no se glorificó a sí mismo haciéndose sacerdote, sino que Dios le dijo: “tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy”, y luego “tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec”.
El sacerdocio de Leví era temporal y llegó a su final con Cristo, quien se convirtió en el único sacerdote según la orden de Melquisedec, un sacerdote para siempre que está allí para interceder por nosotros.

Hebreos 5:7 Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. 5:8 Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; 5:9 y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen; 5:10 y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.

No hay ningún otro incidente en los evangelios que encaje la descripción de este pasaje, en que Jesús, con ruegos y súplicas, con gran clamor y lágrimas, lloró a Aquel que era capaz de librarle de la muerte.
En medio de esta aflicción de alma, hace una cosa inusual, por primera vez en Su ministerio, apeló a la ayuda de sus propios discípulos (Mateo 26:38). Les pidió que velaran con él, que lo acompañaran en su agonía.
Luego, cayó sobre Sus rodillas le oró tres veces al Padre diciéndole: “Padre, si es posible, pase de mí esta copa, pero no se haga mi voluntad sino la tuya” (Mateo 26:39).
Jesús estaba suplicándole al Padre que le aclarara si era necesario tanto padecimiento que se le venía encima. Y era necesario, eso explica las palabras: “Y, aunque era Hijo, a través del sufrimiento aprendió lo que es la obediencia”.
Jesús aprendió lo que es la obediencia a través de aquel sufrimiento inmerecido porque  sabiendo que esa era la voluntad de Dios, obedeció, confiando que Dios le sostendría.
Jesús supo lo que era enfrentarse a la adversidad a la máxima potencia, supo lo que era ser humillado, maltratado, derrotado, pero siguió adelante, para que nosotros nunca nos rindamos ante la adversidad. Él lo sintió todo; se llevó la peor parte.
¿Cómo aprendió la obediencia? Negándose  a cuestionar al Padre, negándose a echarle la culpa a Dios y negándose a la incredulidad.
Así que leemos: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia”. Sin importar cómo de profunda, cómo de seria sea la necesidad, Él nos sacará del pozo cuando estemos a punto de perder la esperanza.

Hebreos 5:11 Acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír. 5:12 Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. 5:13 Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; 5:14 pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.

Y con este pasaje volvemos a donde empezamos y terminamos el tema ¿Cómo hacer que los creyentes crean?
El pasaje anterior nos muestra un caso de desarrollo atrofiado, de creyentes de muchos años, que deberían ser maestros, pero necesitan que alguien les enseñe los rudimentos del evangelio, que decepción.
Suponga que usted tiene una hija de 20 años, pero se comporta como una niña de tres años. Pues bien, así hay miles de cristianos.  
A eso se refiere el pasaje, hay una nube de amenaza colgando sobre esta gente debido a su inmadurez.
Hay tres observaciones muy importantes y reveladoras sobre este problema:
Primero, hay una clara sugestión de que la edad en sí no produce madurez. A menudo decimos: “Simplemente danos tiempo. Maduraremos y ya no tendremos estos temperamentos irascibles, estas lenguas maliciosas y estos espíritus envidiosos”. Pero el tiempo nunca trae madurez.
La segunda observación es que la inmadurez se identifica a sí misma. Tiene claras marcas que proveen un simple examen que cualquiera puede tomar para determinar si pertenece a esta clasificación o no.
Aunque han sido cristianos durante años no tienen palabra para ayudar a otros.  Siguen tomando leche en lugar de alimento sólido, no han discernido la palabra de  Dios y esto lo vemos en casi todas las congregaciones cristianas.
En la religión católica han estado promoviendo al creyente para ponga los ojos en María, en los santos y en cualquier otro que no sea Jesús.  Muchas doctrinas contrarias a la palabra de Dios se han estado sembrado en esta religión. Y los católicos, creyentes de muchos años, siguen tomando leche, no han digerido el alimento espiritual y son llevados por doquiera.
Las denominaciones evangélicas no se han quedado atrás, ya no enseñan la verdad absoluta de Dios, sino medias verdades, Jesús dijo que había que creer en él y bautizarse para ser salvos (Marcos 16:16) pero la Alianza Evangélica enseña que no se necesita bautizarse, que Dios les reveló a través de un “profeta moderno”, que ya no hace falta ese requisito, haciendo que la gente ponga los ojos en el hombre y no en Jesús. Y son millones de evangélicos que le creen a la Alianza evangélica y no a la Biblia.
El evangelio de la prosperidad ha anulado el evangelio de Cristo, haciendo que los creyentes pongan sus ojos en las cosas de este mundo y no en las cosas de Cristo. Lo que parece es que nunca han sido salvos, eso es lo que refleja su inmadurez.
La tercera observación es que el desarrollo atrofiado es una cosa muy cara. “Acerca de esto”, dice, “tenemos mucho que decir, pero es difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír”. “Hay tanto que os quiero decir”, dice, “que haría que vuestra humanidad hambrienta floreciera como capullos en primavera, si pudierais entenderlo, pero no lo entenderíais porque sois tardos para oír”.
Deja tu inmadurez atrás, ya sabemos que crees en que Jesús es el hijo de Dios ¿Pero es Jesús el objetivo de tu fe? Cuidado y dejas ir esa salvación tan grande…
Quita los ojos del pastor, quita los ojos de la religión, quita los ojos de los santos, pon los ojos en Jesús que es el autor y consumador de la fe.
Espero que de alguna manera este estudio te ayude a madurar y a poner los ojos en Jesús y a quitarlos de todo lo demás, porque solamente a través de él tienes entrada al trono de la gracia.





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