martes, 28 de junio de 2016

EL PROFETA Y LA ESPOSA ADÚLTERA

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Hay personas con diferentes vicios, que se convirtieron en hijos de Dios, pero recayeron una y otra vez. Entonces se sienten despreciables, indignos y traidores de Dios. Lo más grave, es que los demás miembros de su congregación los señalan, los condenan y los hacen a un lado, como si ellos nunca le fallaran a Dios.  Tanto para los que caen, como para los que los critican, está escrita una historia en la Biblia, en  la cual Dios le dijo al profeta Oseas: “Ve, tómate una mujer adúltera” por esposa.

Oseas 1:1 Palabra de Jehová que vino a Oseas hijo de Beeri, en días de Uzías, Jotam, Acazy Ezequías, reyes de Judá, y en días de Jeroboam hijo de Joás, rey de Israel. 1:2 El principio de la palabra de Jehová por medio de Oseas. Dijo Jehová a Oseas: Ve, tómate una mujer fornicaria, e hijos de fornicación; porque la tierra fornica apartándose de Jehová.

Dios quería que Oseas experimentara en carne propia lo que él sentía. Oseas predicaba en una nación cuyos ciudadanos adoraban otros dioses, pero creían que hacían lo correcto, como sucede actualmente. 
Oseas se sentía desanimado por la reacción de su pueblo ante su mensaje,  entonces acudió a Dios quien le dijo: “quiero que te cases”. Oseas debió de animarse al oír eso, porque era solterón. Y Dios agregó: “debe ser una adúltera porque la nación es adúltera”, en otras palabras, me traiciona con otros dioses, y quiero que tu matrimonio sirva de ejemplo.
Existen millones de personas en el mundo que dicen amar a Dios, pero tienen otros dioses ¿Qué es un dios? Un ser todopoderoso que puede concederte milagros y por lo tanto es objeto de culto. Millones de personas se inclinan ante la imagen de la virgen María y ante cientos de santos católicos y les dan honra como si fuesen verdaderos dioses. Creen que eso agrada a Dios, pero lo que eso hace es traer la ira de Dios, porque Dios ha dicho claramente:

Éxodo 20:3 No tendrás dioses ajenos delante de mí. 20:4 No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. 20:5 No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen.

En lugar de traer bendición, lo que eso  trae es el castigo de Dios a ellos y a sus generaciones, porque Dios considera que en lugar de amarlo lo aborrecen.
Hay un momento en que tenemos que quitarnos la venda, despojarnos de todo fanatismo religioso y aceptar que somos adúlteros en sentido espiritual y que aunque Dios nos ama, él aborrece esa idolatría, la cual impide que alcancemos la salvación.
Lo cierto es que Oseas conoció a una mujer adúltera, una mujer que tenía varios amantes, era una mujer muy hermosa; esa mujer era Gomer, a la cual Oseas le ofreció matrimonio.

Oseas 1:3 Fue, pues, y tomó a Gomer hija de Diblaim, la cual concibió y le dio a luz un hijo.

Oseas sacó a aquella mujer del lodo en que se revolcaba, le dio un nombre, ahora Gomer era la esposa de un profeta respetado y se convirtió en una  señora digna. 

Colosenses 2:13 Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados.

Eso es lo que Dios hace con nosotros, nos saca de la inmundicia en que vivimos, nos perdona nuestro pasado cargado de adulterio espiritual y de muchos otros pecados y nos reviste de Cristo (Gálatas 3:27), nos reviste con ropas teñidas en sangre que simbolizan la salvación.
Todo eso “es por gracia, por medio de la fe; no es algo que obtenemos por nuestro buen comportamiento, es lo que Dios nos da sin merecimiento para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9),  ¿Por qué te glorías y ves a los demás  con desprecio? No te creas más que nadie, no critiques al que recae en un vicio, ni lances piedras porque eres igual o peor que la mujer de Oseas.

Colosenses 2:16 2:16 Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo.

Dice la palabra de Dios que no juzgues a nadie por lo que come o por lo que bebe, o por sus días de fiestas, porque de no ser por la misericordia y la gracia de Dios, tú que te crees santo no saldrías absuelto.

Oseas 1:4 Y le dijo Jehová: Ponle por nombre Jezreel; porque de aquí a poco yo castigaré a la casa de Jehú por causa de la sangre de Jezreel, y haré cesar el reino de la casa de Israel. 1:5 Y en aquel día quebraré yo el arco de Israel en el valle de Jezreel.

Oseas y Gomer  tuvieron un primer hijo, y Dios le dijo a Oseas que ese hijo debía llamarse Jezreel ¿De dónde salió ese nombre? Cuenta la palabra de Dios, que un día Jezabel, la reina malvada esposa de Acab, estaba mirando por la ventana, desde el piso alto, cuando Jehu, un general del ejército que estaba en el patio, ordenó a los criados que la tirasen por la ventana, cosa que hicieron. Ella quedó muerta en el suelo y los perros se la comieron, y desde entonces ese patio fue conocido con el nombre de Jeezrel ( Reyes 9:30­37) que significa “Dios esparce
Y Jezreel fue el nombre que escogió Dios para el primogénito de Oseas, para que cada vez que Oseas llamase a su hijo por su nombre, los que lo criticaban por haberse casado con una adúltera, recordaran que ellos eran peores que Gomer, y que de no ser por la misericordia de Dios, serían esparcidos, muertos y comidos por los perros.

Oseas 1:6 Concibió ella otra vez, y dio a luz una hija. Y le dijo Dios: Ponle por nombre Lo-ruhama, porque no me compadeceré más de la casa de Israel, sino que los quitaré del todo. 1:7 Mas de la casa de Judá tendré misericordia, y los salvaré por Jehová su Dios; y no los salvaré con arco, ni con espada, ni con batalla, ni con caballos ni jinetes.

Con el paso del tiempo le nació una hija a Oseas, a la que por mandato divino le pusieron por nombre Lo­rujama que significa "sin compasión e impaciente”.
Imagínese lo que es ponerle un nombre así a una hija suya. Y es que a cada vez que llamaran a Lo-rujama por su nombre, Dios le estaría recordando a su pueblo que yano tendría más compasión, que se le estaba acabando la paciencia”.

Oseas 1:8 Después de haber destetado a Lo-ruhama, concibió y dio a luz un hijo. 1:9 Y dijo Dios: Ponle por nombre Lo-ammi, porque vosotros no sois mi pueblo, ni yo seré vuestro Dios. 1:10 Con todo, será el número de los hijos de Israel como la arena del mar, que no se puede medir ni contar. Y en el lugar en donde les fue dicho: Vosotros no sois pueblo mío, les será dicho: Sois hijos del Dios viviente. 1:11 Y se congregarán los hijos de Judá y de Israel, y nombrarán un solo jefe, y subirán de la tierra; porque el día de Jezreel será grande.

Cuando la niñita fue destetada, Gomer concibió de nuevo y tuvo un tercer hijo a quien Dios le puso por nombre Lo­ammi " que significa “no sois mi pueblo”.
Eso era lo que Dios le estaba diciendo a Israel: “ustedes ya no son mi pueblo”, Dios estaba pronunciando juicio, pero su gracia también se estaba poniendo de manifiesto: “en el lugar donde fue dicho no sois mis hijos, les será dicho sois hijos del Dios viviente y el día de Jezreel será grande”.
Y es que no importa cuántas veces recaigamos, si levantamos los ojos hacia Dios, pidiendo misericordia, él nos levantará, nos limpiará y nos dará un abrazo lleno de amor.
Gomer había renunciado a su vida pasada para vivir para Oseas, eso es lo que hacemos o prometemos a Dios, cuando por gracia llegamos a ser de Cristo, renunciamos a nuestra vida pasada para vivir para Cristo (2 Corintios 5:15).
Pero pasado un tiempo, Gomer  quiso volver a vivir su propia vida. Un día Oseas llegó a su casa y se encontró una nota de Gomer en donde le decía que había decidido volver a la vida mundana que le gustaba.
Eso es lo que hacen muchos creyentes, viven para Cristo, pero eso les dura muy  poco, ya que regresan a sus vidas pasadas para hacer su voluntad y no la voluntad de Dios.

Oseas 2:4 Ni tendré misericordia de sus hijos, porque son hijos de prostitución. 2:5 Porque su madre se prostituyó; la que los dio a luz se deshonró, porque dijo: Iré tras mis amantes, que me dan mi pan y mi agua, mi lana y mi lino, mi aceite y mi bebida. 2:6 Por tanto, he aquí yo rodearé de espinos su camino, y la cercaré con seto, y no hallará sus caminos. 2:7 Seguirá a sus amantes, y no los alcanzará; los buscará, y no los hallará. Entonces dirá: Iré y me volveré a mi primer marido; porque mejor me iba entonces que ahora. 2:8 Y ella no reconoció que yo le daba el trigo, el vino y el aceite, y que le multipliqué la plata y el oro que ofrecían a Baal.

Gomer volvió a sus amantes, que le daban cosas materiales y la complacían en los deseos de la carne. Se olvidó que todo lo que tenía y había recibido venía del Señor, haciendo mal uso de ello. Se olvidó que llegó a ser esposa de Oseas por gracia y no por merecimiento.
Eso no es solo de Gomer, eso es lo que hacen la gran mayoría de creyentes, se olvidan que todo lo que tienen, tanto material como espiritual se los dio el Altísimo, no valoran el precio de la sangre de Jesús y cuando van a la iglesia, lo que ofrendan son limosnas, como si Dios fuese un limosnero.
Pero el amor y la misericordia de Dios es más grande que su ira, aunque está molesto, quiere de regreso a sus hijos adúlteros.
Dios “rodea de espinos” el camino de Gomer para hacerla volver a su casa. Pero no solo el camino de Gomer; Dios rodea de espinos el camino de  todos sus hijos que quieren volver a su vida pasada. Los “cerca con seto” para que no hallen sus caminos de vuelta al reino de las tinieblas.
De pronto, todo se pone difícil, las cosas no salen como esperaban, culpan al diablo, pero no es el diablo, es el Dios y Padre Celestial el que está marcando el camino.
Llegará un momento en que lo único que les queda es “levantar nuevamente sus manos hacia el creador solicitando misericordia”.
Eso fue lo que sucedió con Gomer, las cosas se pusieron difíciles, sus amantes ya no le compraban ropa buena, sino que le traían “ropa americana”. Ya no le daban lo suficiente para que comprara comida, y es posible que Dios hiciera que sus encantos disminuyeran.  
Si  eres hijo de Dios, debes tomar muy en cuenta que el Padre celestial no va a permitir que regreses a la inmundicia en que vivías y te va a llevar por el camino del sufrimiento para que recapacites:

Hebreos 12:5 y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él; 12:6 Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo. 12:7 Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? 12:8 Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos.

Desde el mismo momento en que nos convertimos en hijos de Dios, él nos va disciplinar para traernos de regreso cuando le demos la espalda. Si no regresamos por bien, regresamos por mal, pero regresamos, porque Dios nos ama y va a producir el hacer como el querer en nosotros, para que volvamos a él.

Hebreos 5:8 Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; 5:9 y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen;

La palabra de Dios nos revela que Cristo aprendió la obediencia por medio del sufrimiento. Si  eso sucedió con Cristo, con mayor razón sucederá con nosotros.
Habrá un día en que nada sale bien, habrá un día en que la ruina nos cobija, o que una enfermedad nos cubre. Tal vez perdamos el trabajo o los bienes que tenemos, cualquier cosa puede pasar.  Dios irá contra aquello que esté ocupando su lugar,  nos hará sufrir para que al igual que el hijo pródigo nos volvamos a él.

Oseas 3:1 Me dijo otra vez Jehová: Ve, ama a una mujer amada de su compañero, aunque adúltera, como el amor de Jehová para con los hijos de Israel, los cuales miran a dioses ajenos, y aman tortas de pasas. 3:2 La compré entonces para mí por quince siclos de plata  y un homer y medio de cebada.

No se dan los detalles de lo que sucedió con Gomer y sus amantes, lo único que se nos hace saber es que llegó un día en que Gomer fue venida por su amante como esclava. El profeta Oseas se entera de la situación de Gomer, no sabe qué hacer al respecto, y  con el corazón destrozado acudió a Dios llorando.  Entones Dios le dijo: "Oseas, yo se que amas a esa  mujer a pesar de lo que te ha hecho, tal y como yo amo a mi pueblo,  apúrate, muéstrale tu amor por ella de la misma manera que yo le muestro el amor a mi pueblo.”
Entonces Oseas salió corriendo y fue a participar en la subasta. Se  quedó mirando a Gomer mientras la traían y la colocaban en el banquillo y allí estaba aquella mujer, totalmente desnuda ante la multitud. El subastador comenzó la puja, alguien ofreció tres piezas de plata y Oseas subió a cinco. Alguien subió la oferta a ocho y Oseas a diez. Otra persona ofreció once y él ofreció doce. Entonces Oseas ofreció quince piezas de plata y una medida de cebada, cayó el martillo del subastador y Oseas recuperó a su mujer, se acercó a ella, la vistió y se la llevó de la mano a su casa.

Oseas 3:3 Y le dije: Tú serás mía durante muchos días; no fornicarás, ni tomarás otro varón; lo mismo haré yo contigo.

El anterior es quizás uno de los versículos más hermosos de toda la Biblia. Oseas vuelve a prometerle amor y fidelidad y fue todo cuanto pudo aceptar esta mujer, que había caído y se había arrastrado en el pozo de la desgracia y de la vergüenza. Pero el amor de este hombre quebrantó su corazón. A partir de ese momento Gomer le fue fiel a Oseas y se convirtió en una esposa honesta, trabajadora y fiel.
Y eso es lo que Dios espera de su pueblo, que aprenda la lección y decida por fin serle fiel y que le corresponda amorosamente a tanto perdón.

Oseas 9:25 Como también en Oseas dice: Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo, Y a la no amada, amada. 9:26 Y en el lugar donde se les dijo: Vosotros no sois pueblo mío, Allí serán llamados hijos del Dios viviente.

Gracias a la infidelidad de Israel, Dios nos llamó a los gentiles a ser también su pueblo. Así que esta historia es para todos los creyentes que nos apropiamos de la promesa de Salvación

Oseas 3:4 Porque muchos años estarán los hijos de Israel sin rey, ni gobernante, ni sacrificio, ni piedras rituales, ni efod ni ídolos domésticos.

Esa profecía se cumplió en Israel, ellos vivieron por muchos años, sin un lugar propio, sin un gobernante. Desde la destrucción de Jerusalén en el año 70 A.D. a manos del General Tito de los ejércitos romanos, Israel estuvo sin rey, y sin sacrificio sacerdotal. Y todo por culpa de su infidelidad al adorar dioses falsos.

Oseas 5:15 Andaré y volveré a mi lugar, hasta que reconozcan su pecado y busquen mi rostro. En su angustia me buscarán.

La historia de Israel está escrita como un gran ejemplo, está escrita para que entendamos la disciplina de Dios para con los suyos. Si Israel tuvo que pasar tiempos tan duros ¿Cómo crees que escaparás tú de la disciplina de Dios?
Andaré y volveré a mi lugar hasta que reconozcan su pecado y busquen mi rostro, y eso harán en su angustia”, ha dicho Dios. Que terco es el hombre, tiene que sentir la mano de Dios para reaccionar.

Romanos 11:22 Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado.

Dios es bondadoso para el que permanece en su gracia, pero es severo para el que la rechaza, tan severo que podríamos hasta ser despojados de la salvación.

Oseas 6:1 Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará. 6:2 Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él.

El ayer ya pasó, hoy estamos viviendo la angustia de nuestro rechazo pero hay un tercer día de resurrección, siempre hay un tercer día con una esperanza para el que vuelve arrepentido a las manos del Señor. Puedes caer una y otra vez, pero en cuanto extiendas las manos al Señor, él las tomará y te sacará nuevamente del fango.

Oseas 14:1 Vuelve, oh Israel, a Jehová tu Dios; porque por tu pecado has caído. 14:2 Llevad con vosotros palabras de súplica, y volved a Jehová, y decidle: Quita toda iniquidad, y acepta el bien, y te ofreceremos la ofrenda de nuestros labios.

Nunca culpes a Dios por lo que estás sufriendo, porque por tu pecado has caído, Dios no tiene la culpa de nada. Él ha estado intentando conseguir que comprendas la verdad y lo único que puede aliviar tu agonía es regresar a él. Dios no nos puede restaurar hasta que no decidamos regresar a él.
Por favor, vuelvan al Señor y díganle “Quita toda iniquidad, y acepta el bien, y te ofreceremos la ofrenda de nuestros labios”,  o sea lo único que le podemos ofrecer que es nuestra alabanza.

Oseas 14:3 …nunca más diremos a la obra de nuestras manos: Dioses nuestros; porque en ti el huérfano alcanzará misericordia. 14:4 Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia; porque mi ira se apartó de ellos.

Esto es para los que aún tienen imágenes a las cuales les dan honra. Dice Dios que el sanará tu rebelión y te amará de pura gracia (sin que lo merezcas), que su ira se apartará de ti cuando dejes de tratar como dioses a las obras de las manos, o sea a las imágenes.
Y el profeta Oseas, luego de vivir su historia, nos da el más hermoso de los consejos:

Oseas 14:9 14:9 ¿Quién es sabio para que entienda esto, y prudente para que lo sepa? Porque los caminos de Jehová son rectos, y los justos andarán por ellos; mas los rebeldes caerán en ellos.

¿Eres sabio y prudente para entender mi historia? Dice Oseas. ¿Puedes ver en mi historia los elementos del eterno triángulo? A un Dios de amor, al corazón humano infiel y el engañoso atractivo del mundo.
La historia de Gomer, es tu historia y la mía, intentamos satisfacernos a nosotros mismos con ídolos engañosos, no solamente con las imágenes sino con el amor al dinero y a las cosas de este mundo.
Al igual que Gomer, intentamos huir de Dios para vivir en los placeres vacíos, en la bebida, en el trabajo o en la vida social, pero tan pronto como creemos haber escapado y haber ido suficientemente lejos, Dios se nos atraviesa para recordarnos que él es nuestro verdadero amor y que si no volvemos por las buenas, volveremos por las malas, depende de nosotros.


lunes, 27 de junio de 2016

EL PODER DE LA SANGRE DE JESÚS

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Hubo heridas importantes que hicieron sangrar a nuestro Señor Jesús y lo llevaron a la muerte. Pero, al tercer día, el Señor resucitó, salió de la tumba lleno de poder y de gloria. En ese milagro de resurrección, sus heridas sangrantes se convirtieron en poder de transformación para nuestras vidas. Es de suma importancia conocer el poder  de la sangre de Jesús, para vivir una vida de abundancia y llena de gracia.

HERIDAS INTERNAS

Lucas 22:42 diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. 22:43 Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle. 22:44 Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como gotas de sangre que caían hasta la tierra.

Antes de ser arrestado, el Señor Jesús estaba horrorizado, él sabía lo que iba a padecer. Como ser humano tenía miedo y no era su voluntad padecer tanto sufrimiento, pero estaba dispuesto a hacer la voluntad de Dios.
Dice la escritura que Jesús sudaba gotas de sangre y eso tiene una explicación científica. Según los médicos, cuando una persona  tiene demasiado estrés, se le pueden romper los vasos capilares y tener una pequeña hemorragia interna que aunque interna sale a través del sudor. 
Esta no fue una herida física ocasionada por los romanos, era una herida del alma, era una angustia mental y un dolor ocasionado por la soledad, por la impotencia, y por la traición de uno de sus mejores amigos.
Tal vez usted esté pasando por alguna situación que te produce una herida interna, que te llena de dolor, tal vez te traicionó tu esposo, o quizás un socio te estafó, o puede ser que te quedaste sin empleo y no sabes cómo vas a mantener a tu familia.  Tal vez sus finanzas han venido a menos y no tienes voluntad para seguir adelante, entonces debes saber que la sangre de Jesús derramada en el huerto del Edén te ha curado esas heridas. Solamente debes ceder tu voluntad al Señor para que el haga la suya y esas circunstancias negativas la use para tu bien (Romanos 8:28). Esa sangre tiene poder para cambiar toda circunstancia. Jesús sufrió todo estrés, toda angustia y temor, pero esas heridas internas se transformaron en el poder que transforma tu vida, ¡reclama el poder de la sangre de Jesús!

LAS MANOS

Génesis 1:26 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.

En este pasaje vemos que Dios le dio “toda autoridad” al hombre sobre la creación. No obstante, el hombre le entregó esa autoridad al diablo:

Lucas 4:6 Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada, y a quien quiero la doy.

Como vemos en este otro pasaje, el diablo le ofreció a Jesús todos los reinos de este mundo y la gloria sobre ellos, porque el hombre le cedió esa autoridad. Pero, con la sangre que brotó de sus manos, Jesús recobró esa autoridad  y nos la devolvió a nosotros. Las manos son un símbolo de autoridad. Cuando un oficial de tránsito levanta las manos, tienes que hacer un alto, porque ese oficial está revestido de autoridad.

Marcos 16:18 tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.

Jesús dijo que pusiéramos las manos sobre los enfermos para que sanaran,, porque la sangre derramada en la cruz se transformó en un símbolo de autoridad delegada en los creyentes.
Puedes poner las manos sobre los enfermos y ellos sanarán porque las manos del creyente están cargadas de poder, el cual fluyó de la sangre derramada por Jesús en la cruz. Esa autoridad te ha sido transferida, reclama ese poder de autoridad que se encuentra en la sangre de Jesús.




LOS PIES

Efesios 1:22 y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, 1:23 la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.

De igual manera, gracias a la sangre derramada de los pies de Jesús, todas las potestades, principados, poderes y señoríos fueron sujetados a sus pies.
Siendo que esos pies son parte del cuerpo de Cristo que es la iglesia, y siendo que la iglesia somos todos los creyentes, es claro que la sangre de Jesús nos dio poder sobre todas esas criaturas espirituales.
Gracias a esa sangre fuimos sentados en lugares celestiales con Cristo (Efesios 1:3), o sea en lugares con autoridad por encima de todas esas criaturas.
Gracias a la sangre de Jesús, no solamente tenemos autoridad sobre el mundo natural sino también sobre el mundo espiritual comandado por el maligno.
No te dejes amedrentar por el diablo ni por sus ángeles, recuérdale que estás cubierto por la sangre de Jesús y que Jesús te dio toda autoridad, entonces el diablo saldrá huyendo de tu presencia. Tú no puedes vencer al diablo por ti mismo, pero si puedes hacerlo por el poder de la sangre de Jesús (Apocalipsis 12:11).

LAS LLAGAS

Juan 9:1 Así que, entonces tomó Pilato a Jesús, y le azotó.

En la época de Jesús, aunque la Ley autorizaba azotar a los presos con 40 latigazos, solamente los azotaban 39 veces porque se sabía que nadie soportaba los 40. Ahora, según los médicos todos los virus o enfermedades provienen de 39 enfermedades básicas.
Cada uno de los 39 latigazos que Jesús recibió y lo hizo sangrar, nos libró de una enfermedad, cada latigazo simboliza una enfermedad vencida por la sangre de Jesús. Por eso el apóstol Pedro dice:

1 Pedro 2:24 quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados (vea  también Isaías 53:5)
La sangre derramada por las heridas de Jesús mediante los latigazos, se transformaron en el poder de sanación para todos los creyentes. Por esas heridas fuimos sanados, dice el apóstol Pablo, solamente reclama esa sanidad que se encuentra en la sangre preciosa de Jesús.

LAS HERIDAS EN LA FRENTE

Jesús fue humillado, se burlaron de él porque sostuvo que era el Rey de los judíos (Juan 18:33), “entonces los soldados entretejieron una corona de espinas, y la pusieron sobre su cabeza, y le vistieron con un manto de púrpura; y le decían: ¡Salve, Rey de los judíos! y le daban de bofetadas” (Juan 19:2-3).
Las coronas son símbolo de autoridad sobre las naciones. Esa sangre que brotó de la cabeza de Jesús, por la corona de espinos que le pusieron, hizo que Dios lo  declarara “Hijo de Dios con poder” (Romanos 1:4), Rey de reyes  y Señor de señores (Apocalipsis 19:16), cambiando esa corona de espinos por una corona de oro puro que simboliza la pureza de Cristo.  

1 Pedro 5:4 Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.

Apocalipsis 2:10 … Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.

Como puedes ver, esa sangre nos alcanza, esa sangre preciosa nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, (Apocalipsis 1:6) y vendremos a gobernar con él al final de los tiempos (Apocalipsis 20:4). En aquel entonces  recibiremos la corona incorruptible de gloria y la corona de la vida.  
Pero no todo termina allí. Esa sangre que salió de la frente de Jesús nos liberó de toda maldición. Recordemos que cuando Adán pecó, Dios pronunció una maldición:

Génesis 3:17 Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. 3:18 Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. 3:19 Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.

Desde entonces “maldita es la tierra por causa de Adán”. El hombre todo lo tenía, pero a partir de ese momento tuvo que trabajar para conseguir su sustento. Y la tierra le produjo espinos y abrojos” haciéndole las cosas más difíciles. El llanto, el sufrimiento y el dolor acabaron con la paz y la felicidad que el hombre tenía en el jardín del Edén, del cual fue expulsado. El sudor en la frente de Adán vino a ser símbolo de maldición; y cuando vino la ley, esa maldición se hizo más grande:

Deuteronomio 28:15 Pero acontecerá, si no oyeres la voz de Jehová tu Dios, para procurar cumplir todos sus mandamientos y sus estatutos que yo te intimo hoy, que vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te alcanzarán. 28:16 Maldito serás tú en la ciudad, y maldito en el campo. 28:17 Maldita tu canasta, y tu artesa de amasar. 28:18 Maldito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, la cría de tus vacas, y los rebaños de tus ovejas. 28:19 Maldito serás en tu entrar, y maldito en tu salir. 28:20 Y Jehová enviará contra ti la maldición, quebranto y asombro en todo cuanto pusieres mano e hicieres, hasta que seas destruido, y perezcas pronto a causa de la maldad de tus obras por las cuales me habrás dejado. 28:21 Jehová traerá sobre ti mortandad, hasta que te consuma de la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella. 28:22 Jehová te herirá de tisis, de fiebre, de inflamación y de ardor, con sequía, con calamidad repentina y con añublo; y te perseguirán hasta que perezcas. 28:23 Y los cielos que están sobre tu cabeza serán de bronce, y la tierra que está debajo de ti, de hierro. 28:24 Dará Jehová por lluvia a tu tierra polvo y ceniza; de los cielos descenderán sobre ti hasta que perezcas…

Todo estaba muy mal para el hombre, pero la sangre preciosa en la frente de Jesús vino a cambiar las cosas.

Gálatas Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), 3:14 para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.

La sangre derramada en la cruz por Jesús, transformó toda maldición en bendición. De acuerdo con la ley, era una maldición morir colgado en una cruz, entonces Jesús se hizo maldición para que la bendición de Abraham se hiciese efectiva en los creyentes.
Ya no hay maldición alguna que alcance al que está en Cristo, porque hemos sido bendecidos con toda bendición espiritual en los lugares celestiales con Cristo (Efesios 1:3).
No puede haber maldición y bendición a la vez, o estamos bendecidos o estamos maldecidos. Los que no han sido lavados con la sangre de Jesús continúan bajo maldición, pero los que hemos sido lavados con su sangre estamos bendecidos y no tenemos nada de qué preocuparnos.
La sangre de Jesús nos autoriza para reclamar que seamos productivos, que nuestro trabajo y esfuerzos no sean en vano, que generen abundancia y veamos frutos que aseguren el futuro de nuestras generaciones.  Se traduce a una bendición generacional en toda la familia. Pero más allá de las cosas materiales, la sangre de Jesús nos asegura la promesa de salvación hecha a Abraham.

EL COSTADO HERIDO

Hace algunos años, un Juez chileno estableció que algunos delitos no serían castigados con cárcel o con multa, sino que los que los cometieran obtendrían el perdón al pagar con su sangre, la cual donarían al hospital local.
Si la letra con sangre entra,  la culpa con sangre sale” había dicho el juez. Con ese sistema se podría solucionar el eterno déficit de sangre en los hospitales del mundo y se podrían salvar muchas  vidas.
Lo establecido por ese Juez, aunque parece pintoresco, nos lleva a hacer una última reflexión acerca del poder de la sangre de Jesús establecido en la palabra de Dios;

Juan 19:31 Entonces los judíos, por cuanto era la preparación de la pascua, a fin de que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día de reposo (pues aquel día de reposo era de gran solemnidad), rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y fuesen quitados de allí. 19:32 Vinieron, pues, los soldados, y quebraron las piernas al primero, y asimismo al otro que había sido crucificado con él. 19:33 Mas cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas. 19:34 Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua.

Hebreos 9:22 Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.

La sangre emanada del costado de Jesús es un símbolo de salvación, gracias a esa sangre obtenemos el perdón de pecados. Esa ofrenda de sangre hizo perfectos para siempre a los santificados (Hebreos 10:14).
Es curioso pero no casual, que la sangre no saliese sola, sino que saliese acompañada de agua. Lo que eso significa es que Jesús dio su sangre y fue sepultado por nuestros pecados, pero para que ese perdón se haga efectivo en nosotros, tenemos que ser sepultados con Cristo en el Bautismo en agua (Romanos 6:3-5, Hechos 22:16).
Esa sangre nos perdonó los pecados para siempre, o sea por toda la eternidad y sin esa sangre no hay perdón. Por eso  el Espíritu Santo nos advierte: “ay del que tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado” (Hebreos 10:29).
Lo que eso significa es que cuando una persona cree que algún pecado no le fue perdonado, está teniendo por inefectiva e inmunda la sangre de Cristo y eso le roba la salvación.
Concluimos, que la sangre derramada por Jesús en la cruz tiene el poder de salvarnos de la condenación, tiene el poder de librarnos de la maldición, nos da autoridad sobre el diablo, nos sana de toda enfermedad y nos convierte en reyes y sacerdotes para Dios.  Además nos da la gracia necesaria para vivir una vida llena de  paz y gozo en el Espíritu Santo.
No puede haber circunstancia alguna que te derrote, porque cada gota derramada por Jesús en la cruz  cumplió con un propósito divino. Satanás te va a acusar, Satanás va a señalarte, Satanás va a hacer que creas que has sido maldecido,  y va a tratar de bajarte del lugar celestial en que has sido puesto. No le contestes con tu comportamiento, no te defiendas en tus fuerzas, solamente recuérdale que la sangre de Jesús te ha limpiado de todo pecado, recuérdale al diablo que él está bajo tus pies y en el nombre de Jesús  y por el poder de su sangre repréndelo para que se aleje de tu vida ¡Aleluya!