lunes, 6 de junio de 2016

EL SIERVO BUENO Y FIEL

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Hay creyentes que saben de Jesús, pero no son salvos porque desconocen el evangelio; lo poco que saben lo aprendieron de sus líderes religiosos, ellos nunca han escrudiñado las escrituras, y en su fanatismo religioso se niegan a escuchar la verdad, creen que todo lo saben y acabarán perdiendo lo poco que recibieron.
De ellos Jesús dijo: “Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado, porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden” (Mateo 13:12). 
Lo que Jesús estaba diciendo es que el humilde de corazón entendería sus parábolas y su revelación aumentaría, pero no sería así con los de corazón altivo,  éstos más bien perderían lo poco que habían recibido.

Mateo 13:14 De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo: De oído oiréis, y no entenderéis; Y viendo veréis, y no percibiréis. 13:15 Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyen pesadamente, Y han cerrado sus ojos; Para que no vean con los ojos, Y oigan con los oídos, Y con el corazón entiendan, Y se conviertan, Y yo los sane.

Se cumple en ellos la profecía de Isaías,  dijo Jesús, porque su orgulloso corazón les impide ver la verdad.  Jesús dio su vida para darnos vida eterna, por consiguiente, no acepta que permanezcamos neutrales o indiferentes.

Mateo 25:14 Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. 25:15 A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos.

Jesús compara el reino de los cielos con un hombre que yéndose lejos llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. En el reino de los cielos, ese hombre que se fue lejos es nuestro Señor Jesús y esos talentos no son materiales, son los dones espirituales que el Espíritu Santo reparte para la  edificación del cuerpo de  Cristo (1 Corintios 12:7-11, Romanos 12:6-8).  Y es que hay dos grupos de creyentes, el primer grupo lo componen los creyentes salvos y el segundo grupo los creyentes que no han alcanzado la salvación.
Los segundos no han alcanzado la salvación porque la salvación no se alcanza con solamente “creer que Jesús es el Señor que fue levantado de los muertos y confesarlo con nuestra boca” (Romanos 10:9), esa es una media verdad o una verdad relativa.
A esa media verdad hay que sumarle otras verdades porque “la suma de la palabra de Dios es la verdad”, y no un trozo de ella (Salmo 119:160). De hecho, los demonios creen en Dios (Santiago 2:19) y tiemblan, porque saben lo que les espera.
Los demonios también  creen en  Jesús y lo confiesan: en Lucas 4:34 un demonio le dice: “yo te conozco quien eres, el Santo de Dios”; y en Mateo 8:28 una legión de demonios exclamó: “Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo? 
Noten que los demonios creen en que Jesús es el hijo de Dios y lo confiesan con su boca, sin embargo no son salvos, porque no basta creer y confesar a Jesús, se necesita algo más y ese algo más consiste en ser  sepultados con Cristo en el bautismo para resucitar con él y servirle (Romanos 6:3-5).

Juan 12:24 De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. 12:25 El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.

Jesús comparó al creyente con un grano de trigo. Dijo que para poder dar fruto, primero debemos ser sepultados como el grano. De allí la necesidad del bautismo. Únicamente al ser sepultados mediante el bautismo, podemos andar en nueva vida y podemos dar fruto.
No se trata solamente de meterse al agua por meterse, hay que meterse con el compromiso de que estamos renunciando a nuestra vida.
Y cuando salimos de las aguas del bautismo, salimos  para vivir una nueva vida, la cual hay que vivirla para aquel que murió por todos nosotros:

2 Corintios 5:14  Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; 5:15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.

Los creyentes bautizados se dividen en tres grupos, en el primero están todos aquellos que no parecen ser constreñidos para vivir para Cristo, aquellos que no experimentan la mínima constricción. Éstos siguen viviendo para ellos mismos sin importarle que sus prójimos se vayan al infierno.
Además, estos creyentes creen que ellos son los señores y el Señor es el siervo, solamente le piden al Señor, pero no le dan nada, se bautizaron para ser salvos, pero no tenían ninguna intención de renunciar a sus vidas, es posible que salieron ilesos de las aguas del bautismo, pero no saldrán ilesos de la condenación, “porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará(Mateo 9:24).
Al final, lo poco que tienen les será quitado. En realidad, a este tipo de creyentes no se les puede llamar siervos porque no pareciera que recibieron ningún talento. 

Mateo 25:26 Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. 25:27 Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses.

En el  segundo grupo están aquellos  que quieren servirle al Señor, pero son vagos o  se sienten incapaces y por ello no hacen nada, entonces esconden el talento en la tierra y dicen. “yo no nací para predicar, yo no nací para servir”, pero en realidad lo que tienen es pereza espiritual.
Para Dios, estas personas son siervos, esa es la razón por la cual recibieron su talento. Si no hubieran sido siervos, el Señor no les habría dado el talento. Y no pueden decir que no estaban capacitados, ya que el señor le dio a cada uno conforme a su capacidad (Mateo 25:15).
Vemos que el siervo reconoció la autoridad de su Señor al comparecer ante él para rendirle cuentas. Esto hace que el tema nos lleve a escudriñar los corazones de todos aquellos que profesamos ser siervos del Señor nuestro Dios, porque el juicio ha de comenzar por la casa de Dios, “por lo tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos” (Hebreos 2:1).

Mateo 25:30. Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.

Aquí vemos la sentencia de Dios contra el hombre que no usó el don que recibió. Dios lo cataloga de “siervo inútil” por holgazán y por inepto. Este siervo no le generó a su señor ningún interés; no respondió fielmente a la confianza depositada en él por parte del Señor. Y además de inútil es señalado de malo y negligente (verso 26).

Mateo 25:24 Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; 25:25 por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo.

Este siervo dijo: “Aquí tienes lo que es tuyo,” pero no movió un dedo por él. Ese siervo no era la excepción, la mayoría de congregaciones están llenas de este tipo de siervos, que reconocen que son siervos, que todo lo que tienen le pertenece a nuestro Señor, que están obligados a vivir para Él pero no hacen nada al respecto.
Este siervo miraba a  su Señor como alguien que segaba donde nunca había sembrado, y que solía recoger donde nunca había esparcido; quería decir quizás que el Señor es duro, exigente, injusto y difícil de agradar, y que espera más de sus siervos de lo que tiene que esperar.
Esos pensamientos vienen de Satanás, él acusa al Señor de injusto, de obligarnos a lo que no queremos, haciendo que muchos creyentes vean el servir a Dios como una obligación y no como un deleite.  
Si tú asistes al culto o al estudio bíblico por obligación o por el que dirán, estás mal. Si das una ofrenda por el que dirán o por obligación estás mal.
Un siervo que no esté contento con su situación sería mejor que se fuera; si no está contento con su Señor sería bueno que encontrara otro, pues su relación mutua será desagradable e inútil.
Deberíamos revisarnos a nosotros mismos, cuando notamos lo que hizo este siervo inútil, o, más bien, lo que no hizo. Este siervo se limitó a esconder el talento y allí terminó su servicio.
Pero este siervo es mejor que muchos evangelistas o pastores evangélicos  que usan los talentos que Dios les dio para enriquecerse ellos mismos, no para producir ningún beneficio al Señor.
Son muchas las congregaciones en donde vemos hombres con el don de la palabra, con un discurso elocuente, tal vez hombres que tienen el don de sanidad, pero no usan esos dones para Cristo.
Usan sus dones para darse un nombre, para alcanzar una respetable posición o para enriquecerse; el único propósito es llevar más grano a su propio molino, y mayores ganancias para su propio peculio.
Estos siervos son tan malos o quizás más malos que los negligentes que no hacen nada. Todos en conjunto, serán echados en las tinieblas de afuera, donde será el lloro y el crujir de dientes. Esto no quiere decir que perderán la salvación, porque Dios los reconoce como siervos, pero serán pasados por fuego (1 Corintios 3:15).

Mateo 25:20 Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos. 25:21 Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.

En el tercer grupo están los que reciben talentos y sí los usan para servirle al Señor. Son los que dan fruto,  dan a luz muchos hijos espirituales. Sin embargo, están expuestos al peligro de creer que son merecedores, que son dignos de ser contados entre los príncipes de Israel.
Para evitar que se exalten, el Señor también les llama siervos inútiles, “pues lo que debían hacer, hicieron” (Lucas 17:10).  Y es que es muy fácil creerse digno, el problema es que una cabeza mareada provoca una caída.
Peor es el que se cree indigno o inútil, porque paraliza todo esfuerzo en el servicio de Dios. Pero no solo eso, sino que para compensar su incapacidad y para sentirse a nivel, los que no sirven viven buscando defectos en los que sí están sirviendo.
Lo cierto es que los que cumplan con su trabajo también serán llamados siervos inútiles, para que no se gloríen y entiendan que  todo lo que han hecho es por la gracia de Dios.
Es Dios quien les dio los talentos para que pudieran servirle, esos talentos no son de ellos, son talentos prestados que vienen del altísimo y por los que deben dar cuenta.
Dios los llama siervos inútiles  con el propósito de hacerles ver que no han hecho más allá de lo que debían de hacer. A mi pasa, me siento un siervo inútil que no ha hecho nada importante en el Ministerio de la Reconciliación.

2 Corintios 5:14 Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; 5:15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.

Nosotros debemos vivir para Cristo porque él murió por el perdón de nuestros pecados. Si no fuera porque Cristo murió, nosotros estaríamos destinados al infierno. Lo menos que podemos hacer es servirle en lo posible para pagar una milésima parte de esa deuda.
Si usted fuese condenado a muerte, pero alguien le pide a un juez que le permita morir por usted y el juez se lo concede ¿Qué no haría usted por las personas que ese hombre ama? ¿Los dejaría desamparadas?

Juan 3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Dios ama al mundo y por eso dio a su hijo unigénito, para que el que cree no se pierda, de tal manera que debemos hacer algo por aquellos a quien Dios ama y que aún no se han salvado; es lo menos que podemos hacer para corresponder a tanta bondad.
Debemos tener en claro, que cualquier servicio que prestemos como embajadores de Cristo (2 Corintios 5:20)  es por causa de una deuda. Al servir, apenas estamos haciendo un abono a la deuda que tenemos con el Señor.
Hay embajadores malos y negligentes que no hacen uso de los talentos que Dios les dio, y lo peor de todo es que ni siquiera ofrendan para que otros trabajen por ellos. “Ellos no trillan pero le ponen bozal al buey que trilla” (1 Timoteo 5:18).
Y si ofrendan, lo hacen con la idea de recibir duplicada su ofrenda, no lo hacen por amor a Cristo, se olvidan que Dios ama al dador alegre (2 Corintios 9:7) y es al dador alegre al que el Señor le duplicará la ofrenda; además se olvidan que están dando de lo que Dios les dio.
Si damos por necesidad, por obligación, o con tristeza en nuestros corazones, no esperemos que Dios nos devuelva lo que damos.
Ese es uno de los grandes errores de la doctrina de la prosperidad. Esa doctrina enseña que hay que dar para recibir. Si bien es cierto, que el que no da no recibe, tampoco recibe el que da por necesidad o por obligación. Con la medida que midas serás medido, no se refiere a la cantidad de dinero, sino a la cantidad de amor que hay en el corazón del dador. Esto lo podemos ver en el siguiente pasaje.

Marcos 12:41 Estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho. 12:42 Y vino una viuda pobre, y echó dos blancas, o sea un cuadrante. 12:43 Entonces llamando a sus discípulos, les dijo: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca; 12:44 porque todos han echado de lo que les sobra; pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento.

Aquí podemos ver que el Señor estaba sentado delante del arca de la ofrenda mirando a los que ofrendaban. Muchos ricos echaban mucho, de lo que les sobraba, sin embargo una viuda muy pobre echó dos monedas, que era todo lo que tenía, tal era así su amor y su confianza en Dios. 
Yo iba a escribir de un tema que fuera del agrado de los lectores, un tema motivacional, lo estuve preparando, pero Dios puso en mi corazón que cambiara de tema.
Tampoco pensaba mencionar lo de la ofrenda, pero Dios me dijo que no lo pasara por alto, porque es necesario recordarles que las ofrendas son para la edificación del cuerpo de Cristo.
Quiero aclarar, eso sí, que no les estoy diciendo que ofrenden en este ministerio, ofrenden en el ministerio que Dios les ponga en sus corazones,  y ofrenden porque lo sienten en su corazón, si no, mejor no ofrenden.
Y si ofrendan, recuerden que lo que están haciendo es abonarle a Dios parte de la deuda, para que sea usada en la edificación del cuerpo de Cristo.
Cuando hayamos perseverado en la dura tarea de arar hasta que no quede ningún campo sin arar, cuando hayamos cumplido la tarea más placentera de ofrendar debidamente, y cuando hayamos terminado de poner la mesa de la comunión para nuestro Señor; cuando hayamos hecho todo eso no habríamos hecho más de lo que era nuestro deber hacer.
Sin embargo, si hacemos todo lo que debemos hacer, seguimos siendo inútiles. No sé ustedes, pero yo  no estoy contento con nada de lo que he hecho hasta la fecha.
Si en realidad alguien ha sido capaz de hacer todo lo que Dios le ha mandado hacer, debe entender que es un siervo inútil, porque no habría hecho nada si Dios no le hubiera dado los dones.
Debemos tenerlo bien claro, todo, absolutamente todo lo que hagamos en el servicio es por gracia. Si hay alguna virtud, si hay alguna alabanza, si hay alguna fe, si hay algún ardor, se debe a la gracia de Dios, por lo tanto, no te atrevas a gloriarte.

Mateo 25:21 Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor.

Vemos al Señor diciéndole a aquel que ha usado los dones diligentemente: “Bien, buen siervo y fiel.” Este es el veredicto de la gracia.
El siervo es bueno porque es fiel, no porque es brillante o porque trabaja más de la cuenta.  No es un siervo distinguido, solamente es un siervo fiel, es posible que no sea conocido más allá de su comunidad o de su congregación, pero nunca dejó de intentarlo.
Note usted que la misma calificación recibió el siervo que recibió cinco talentos como el que recibió dos talentos. Su recompensa fue la misma: “Bien, buen siervo y fiel,” (Mateo 25:23) ¿Por qué? Porque cada uno recibió talentos y los usó según su capacidad.
Dios no nos premiará porque produzcamos más frutos que otro, porque él conoce nuestras capacidades y nuestras limitaciones, él nos premiará por nuestra fidelidad.
Jesús exaltó a la viuda por encima de todos los ricos que dieron más que ella, por su fidelidad, no por el monto de su ofrenda. Es mejor ser fiel en una iglesia que se congrega en la cochera de una casa, que  ser infiel en un gran edificio donde se congregan miles de personas.
Yo ruego que ustedes sean fieles en entregar todo lo que son y todo lo que tienen para Dios. En tanto que vivan, por muchas faltas que tengan, no sean negligentes, sino fieles en intención y en deseo, eso es lo que Dios valora.
La gracia de Dios es igual para todos. El que recibió dos talentos “fue puesto sobre mucho”, al igual que el que recibió los cinco talentos.
En una ocasión estaba casi llorando, pidiéndole a Dios comprensión, me sentía triste y culpable porque la congregación nuestra no  crecía como yo quisiera. Yo soñaba con una congregación como la de Guillermo Maldonado o la de Cash Luna. Mientras meditaba, Dios me habló y me dijo: ¿De qué sirve una congregación como la de ellos,  si son muy pocos los salvos de esa congregación? En cambio en tu congregación, todos son salvos.
El veredicto no tiene que ver con la cantidad, sino con la fidelidad que tenemos de acuerdo a la capacidad y a las circunstanciases, no es conforme a nuestro servicio sino conforme a la ley de la gracia.
Nuestro servicio es la prueba de nuestro amor, y ese amor es el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado (Romanos 5:5). ¿Te das cuenta que todo es por gracia? Si Dios no derramara su amor en nosotros, no moveríamos un dedo a su servicio.

Filipenses 2:13 porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.

Si algún día tenemos la dicha de que Dios nos diga: “Bien, buen siervo y fiel;” debemos humillarnos ante él y darle gracias porque eso es por causa de su gracia abundante, y no por causa de nuestros méritos.
Por último, tome en cuenta que los incapaces siempre buscarán fallas humanas en ti, te criticarán y hasta pedirán tu cabeza. Ese será el veredicto de ellos, pero eso no debe de preocuparte, lo que realmente te debe preocupar es el veredicto divino.
Los hombres siempre están malinterpretando nuestras palabras y juzgando mal nuestros motivos, pero el Señor lo endereza todo diciendo: “Bien, siervo bueno y fiel”.
Poco importa lo que todos los demás hayan dicho; ni las palabras lisonjeras de amigos ni las severas condenaciones de los enemigos tendrán peso alguno para nosotros cuando Él dicte la sentencia de gracia sobre tí.
Recuerda que al que tiene poco, si no sabe darle uso, le será quitado,  para dárselo al que tiene más.
Esto se puede aplicar a la revelación que Dios nos da. Si tienes una pequeña revelación pero te conformas con esa revelación, es posible que termines perdiendo lo poco que has recibido. Pero si no te conformas y quieres seguir adelante, Dios te dará cada vez más revelación y te dirá: “bien, siervo bueno y fiel”.


Filipenses 3:7 Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. 3:8 Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, 3:9 y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe;

El apóstol Pablo vivió para Jesús, renunció a su propia vida para vivir para Cristo. Todo lo que tenía era basura, comparado con la vida eterna. Pero “no es mi propia justicia, sino la justicia de Dios que es por fe” dijo Pablo.

Filipenses 3:14 prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.

Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo,  ha dicho Pablo, y eso no tiene comparación con las cosas de este mundo.

Romanos 8:18 Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.

Muchas personas no renuncian a sus vidas, quizás podrían tener un trabajo de menor tiempo para poder dedicarle tiempo al Señor, peo no lo hacen para no perder su estatus social.
No se involucran en compartir el evangelio por el qué dirán, para no perder amistades, para no ser señalados de panderetas, ni siquiera se animan a compartir un versículo bíblico en las redes sociales. Siguen viviendo sus propias vidas, sin darse cuenta que las aflicciones que pudiere ocasionarle el vivir para Cristo no son comparables con la gloria venidera que en ellos habría de manifestarse, la cual van a perderse.
Vivan para Cristo, hagan lo que es posible con sus capacidades y limitaciones, recuerden que están en deuda con Cristo. Y cuando hayan hecho todo, díganle al Señor:  Soy un siervo inútil.” El señor te dirá: “Bien, buen siervo y fiel, entra en el gozo de tu señor.”



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