miércoles, 27 de abril de 2016

LA BUENA SEMILLA DE DIOS

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El Señor Jesucristo enseñó dos parábolas acerca del sembrador. En la primera parábola dijo que la semilla sembrada era la palabra del Reino o la palabra de Dios (Lucas 8:11). En la segunda parábola, dijo que la buena semilla eran los hijos del reino (Mateo 13:38).
De modo que, cuando el sembrador que es nuestro Señor (Mateo13:37)  siembra, él siembra no solamente la palabra sino que siembra también a los nuevos hijos de Dios.  Es decir, Jesús no solamente envía su palabra sino que envía a los nacidos de nuevo, a los cuales  él siembra como semillas.

Juan 12:24 De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. 12:25 El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. 12:26 Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.

Dios envió a su propio Hijo como un grano de trigo que cae en la tierra y muere, para producir muchos granos de trigo. El verso 24 del pasaje citado,  señala claramente al Señor Jesucristo como esa primera semilla. Sin embargo, el verso 25  nos revela que esa muerte de aplica para todos los creyentes. “El que ama su vida”, se refiere a cualquier persona. En el verso 26 el Señor Jesús lo deja claro cuando dice: “Si alguno me sirve, sígame y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará”.
Cuando Dios envió a su Hijo al mundo, lo sembró como una semilla, el Señor Jesucristo vino para ser sembrado y así dar fruto. De la misma manera,  los creyentes también tenemos que ser sembrados para poder dar fruto.
El ser fructífero no se obtiene por enseñanzas claras, ni por memorizar las Escrituras, sino por medio de caer en la tierra y morir. Esta es la obra de la cruz, la cruz es un hecho, no una enseñanza, la verdadera muerte produce verdadero fruto. Si no hay muerte, tampoco hay fruto. En la medida que hay muerte, en esa misma medida hay también fruto.  Dichosamente no tenemos que morir en una cruz, sino que somos sembrados en el bautismo, en semejanza de la cruz:

Romanos 6:4 Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. 6:5 Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección;

En el bautismo somos sembrados como semillas, somos plantados juntamente con Cristo en la semejanza de su muerte para poder renacer y dar fruto y ese fruto son los nuevos hijos de Dios, que también son sembrados.
Cuando nos bautizamos no lo hacemos como el cumplimiento de una simple ordenanza, no se trata solamente de consumirse en el agua por cumplir, se trata de algo más profundo, se trata de entregarle a Dios nuestra vida en el momento mismo del bautismo.
El principio involucrado aquí es: “La muerte produce vida”. Esto es lo que dijo Pablo: “De manera que la muerte actúa en nosotros; y en vosotros la vida” (2ª Corintios 4:12).
Tenemos que plantar la semilla en los corazones humanos, esperando confiadamente una buena cosecha. Sin embargo, para que eso surta efecto, la palabra de Dios no puede ser una simple enseñanza objetiva o mental, sino que tiene que ser algo que primero haya producido muerte en nosotros.
Yo no puedo enseñarle a alguien que “tiene que vivir para Cristo” (2 Corintios 5:15) si yo no vivo para Cristo, porque lo que está sucediendo es que estoy recitando un versículo, pero no estoy viviendo ese versículo en mi espíritu.
Yo no puede hablarle a alguien de fe, sino existe una medida de fe en mí. Los frutos no se dan porque las personas entiendan alguna enseñanza, no es algo que va de mente a mente, sino de espíritu a espíritu.
Hay creyentes que ni siquiera comparten la palabra de Dios en las redes sociales por temor al qué dirán, por temor a que los señalen de panderetas, por temor a perder sus amistades; esto es así porque no han muerto totalmente, su orgullo y su vanidad aún permanecen intactos.
Esto lo podemos ver mucho en la alabanza. Hay un salón con 200 personas,  es posible que todos canten, pero son muy pocos los que están sintiendo esa canción en sus corazones, la mayoría simplemente la están recitando.
Jesús dijo que la adoración debía de ser en espíritu y en verdad (Juan 4:23). La enseñanza debe ser igual, debe ser en verdad, o sea que se debe enseñar únicamente la verdad absoluta de Dios que está escrita en la Biblia y no las medias verdades o mentiras del hombre. Y debe ser en espíritu, que lo que enseñemos salga de nuestro espíritu, no de nuestra mente.
Hay creyentes que no se saben ni un versículo de la palabra de Dios. Entonces alegan falsa memoria, pero eso no es mala memoria, porque es “Dios quien pone sus leyes en nuestro corazón y las escribe en nuestra mente” (Hebreos 10:16), pero únicamente cuando tenemos verdadero interés en así suceda.
Si algunos creyentes no se saben ni un versículo de la Biblia es porque no tienen sed de Dios y por lo tanto no están capacitados para dar fruto.
Está probado científicamente, que las personas que leen mucho son las que tienen mejor ortografía, las que leen poco son las que tienen una pésima ortografía. Esto es así porque de tanto leer te acostumbras a las palabras y cuando una está mal escrita, te das cuenta inmediatamente, aunque no sepas nada de ortografía.
Esto sucede con la lectura de la palabra de Dios, de tanto leerla, los versículos se irán sembrando en tu mente y en tu corazón, esa es la manera como el Espíritu Santo te santifica (Juan 17:17).
Jesús dijo: Escrito está: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios” (Lucas 4:4).
Ese alimento tiene que ser diario, si solamente te alimentas de vez en cuanto, te dará anorexia espiritual y no podrás servirle al Señor.
Un grano de trigo necesita caer en tierra y morir antes de que pueda llevar mucho fruto. Antes de que el grano de trigo sea sembrado, puedes ver que tiene una cáscara exterior. Esta cáscara protege al grano de trigo de ser dañado y también impide que el grano de trigo lleve fruto. Sin romper la cáscara exterior, la vida interior no puede abrirse paso y salir fuera. Después que este grano de trigo cae a tierra, una acción química entre la tierra y el agua comienza a trabajar al grano de trigo. Poco después, esa cáscara exterior es rota, entonces la vida en el grano de trigo es puesta en libertad para que produzca más fruto.
Nuestro Señor Jesucristo mismo es ese grano de trigo que cayó en tierra y, habiendo muerto, produjo mucho fruto. Le aconteció a nuestro Señor Jesús que su vida fuera puesta en libertad por medio de su muerte. Así también debe sucedernos a nosotros. De modo que ese principio o regla de producir fruto no estriba en enseñar sino en morir.
Sólo podemos librarnos de esa corteza exterior por medio del obrar de la cruz en nuestro diario vivir, lo que se conoce como el quebrantamiento.
Si una persona no ha sido quebrantada a través de las pruebas o la disciplina del Señor, no está apta para sembrar. Ciertamente, el principio elemental para producir fruto es tener esa experiencia de muerte. Sin muerte, el grano de trigo permanece solo y no va a producir fruto.
Muchos creyentes que no entienden la palabra de Dios creen que dar fruto tiene que ver con el comportamiento humano, y confunden dar testimonio con tener buen comportamiento. Debido a ello, se esfuerzan en la carne para hacerle frente a la tentación y al pecado. O se ponen máscaras para aparentar lo que no son.

Gálatas 3:1 ¡Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado? 3:2 Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? 3:3 ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?

Los que hacen esto no obedecen la verdad, porque el Espíritu Santo se recibe por fe, no por obras. Todo lo que sucede en nosotros es obra del Espíritu Santo, y nadie debe de tratar de perfeccionarse por medio de la carne.
La gracia es mirar fijamente a la misericordia de Dios sin ningún esfuerzo nuestro por mejorarnos a nosotros mismos. No es asunto de lo que yo debería hacer; es asunto de  mirar totalmente a la gracia del Señor Jesucristo.
Dar testimonio no es ponernos de ejemplo, dar testimonio es sembrar, y sembrar es llevar el evangelio de Cristo para cosechar almas para Cristo.

Mateo 7:33 Porque vino Juan el Bautista, que ni comía pan ni bebía vino, y decís: Demonio tiene. 7:34 Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y decís: Este es un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores. 7:35 Mas la sabiduría es justificada por todos sus hijos.

Siempre te van a criticar por tu comportamiento, por lo que comes o bebes, por lo que no comes o no bebes, lo hicieron con Juan el Bautista, lo hicieron con Jesús y lo harán contigo. La sabiduría no está en comer o dejar de comer, en beber o no beber, la sabiduría está en engendrar hijos espirituales. Eso lo logras cuando te unes a Cristo, no cuando dejas de fumar o de beber.

Juan 15:5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.

Jesús dijo que separados de él nada podemos hacer, lo que significa que nada que hagamos en la carne producirá fruto. Únicamente producirá fruto la obra de Cristo en nosotros.
Efesios 5:31 dice que somos una sola carne con Cristo, lo que esto significa es que la obra de Cristo es doble: Una parte es, “nosotros en Cristo” y la otra es, “Cristo en nosotros”.
Nosotros en Cristo señala el hecho de que en el bautismo nos convertimos en parte del cuerpo de Cristo, mientras que Cristo en nosotros hace que sea posible que experimentemos a Cristo como nuestra vida.

1 Corintios 1:30 Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; 1:31 para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor.

Dios nos puso en Cristo, no es algo que nosotros obtuviéramos a través de nuestro comportamiento. Y al ponernos en Cristo nos justificó, nos santificó, nos redimió, para que nadie se gloríe o se crea mejor que los demás.
Y Cristo estando en nosotros,  tomará las riendas de nuestra vida y hará que produzcamos fruto. Tanto el estar en Cristo o Cristo en nosotros, es algo que no tiene nada que ver con nuestra carne o esfuerzo.

Romanos 12:1 Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.

Lo que Dios espera de nosotros, es que le entreguemos nuestros cuerpos en sacrificio vivo, que pongamos nuestros cuerpos en el altar para que el Señor haga con ellos lo que tiene que hacer.  El problema es que muchos siguen teniendo el control (al andar en la carne) y no le permiten al Señor obrar en ellos.

Romanos 6:5 Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección;

Si creemos que hemos sido unidos con Cristo en la semejanza de su muerte, entonces también debemos creer quehemos llegado a estar unidos con él en su resurrección.

Gálatas 2:20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. 2:21 No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.

Si quieres ser una semilla que de fruto, entonces quiero que le pongas atención a este versículo y que le pidas a Dios que lo grabe en tu corazón y en tu mente.
Estamos crucificados con Cristo, ya no tenemos una vida, el que vive es Cristo en nosotros, es Dios quien produce en nosotros el querer como el hacer por su buena voluntad (Filipenses 2:13).
Entiende esto de una vez por todas, abre tus ojos, es Dios quien nos une a Cristo, es Cristo quien vive en nosotros, descansa en Cristo, déjale a él las cargas, porque si insistes en mejorarte por tu propio esfuerzo nunca podrás crecer espiritualmente y nunca podrás dar fruto.
Supongamos que tienes cien mil colones en tu billetera. Si esa billetera se pierde, también se pierden los cien mil colones que están unidos a ella. Si le envías esa billetera a un familiar en Estados Unidos, allá llegarán también los cien mil colones que están unidos a la billetera. Nuestra muerte y resurrección con Cristo, está de acuerdo con el mismo principio.
2 Corintios 5:17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.5:18 Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación;

Nuestra vida natural, ser mentiroso, engañador, adúltero, malvado o violento ha muerto en Cristo; esa vida ya ha pasado, ya no existe para Dios.
Del mismo modo, hemos sido resucitados en Cristo y  hemos entrado en una nueva creación, en esa nueva creación somos justos y santos, esa es la manera en que Dios no ve ahora.  Pero no te jactes, esa no es tu obra, todo proviene de Dios, que nos reconcilió consigo mismo con Cristo y nos dio el ministerio de la reconciliación o ministerio de la siembra.
Todo lo que hemos heredado de Cristo, no fue por medio de nuestro comportamiento ni por medio de nuestro esfuerzo.  Todo lo que es de Dios es forjado en Cristo, no en nosotros. Pero, debido a que estamos en Cristo, todas estas cosas han sido forjadas dentro de nosotros también.
No es la intención de Dios que el creyente aprenda a imitar a Cristo, lo use como modelo y después de cinco o diez arduos años, llegue a ser como él, eso es religión, eso no es el evangelio.
Pablo insistió en que fue Cristo quien fue crucificado y resucitado, no el creyente. El secreto de la vida cristiana, no estriba en usar la vida de Cristo, sino en permitir que esa vida nos use a nosotros.
Siempre que encaramos algún problema, necesitamos decirle al Señor Jesús: “Señor, yo no puedo, pero tu vida en mí sí puede”. No necesitamos ejercitar nuestra fuerza, porque Dios nos ha dado una herencia y esa herencia es nada menos que Cristo mismo.
Lo que nos diferencia a los hijos de Dios de los demás, no es que somos mejores que los demás, lo que nos diferencia es que tenemos a Cristo dentro de nosotros y viviendo por nosotros.
Mientras que los que no han nacido de nuevo, deben usar sus propias fuerzas, nosotros sólo necesitamos un poco de fe. Quiero que entiendas de una vez por todas que el Señor Jesús es nuestra santidad, nuestra justificación, nuestra humildad, nuestra paciencia,  él lo es todo. Si ya no gruñes como antes, si ya no maldices como antes, si ya no mientes como antes,  no es por tu esfuerzo, es la obra de Cristo en ti.
La muerte de Cristo cubre tres aspectos en nosotros: 1) sustitución, 2) identificación, y 3) dar fruto.
En primer lugar, el Señor Jesús tomó nuestro lugar en la cruz, derramando su preciosa sangre como nuestro sustituto. En segundo lugar no tuvimos parte alguna en el acto en que Cristo derramó su sangre, pero al bautizarnos nos identificamos con su muerte y resurrección. El tercer aspecto de su muerte está claramente señalado en Juan 12:24, cuando Jesús declaró: “que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto”, porque por medio de su muerte, y por medio de nuestra muerte, Dios tiene ahora innumerables hijos.  

Juan 4:9 En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él.

Antes de la resurrección, nuestro Señor Jesús era el hijo unigénito de Dios; pero después de su muerte y resurrección, Jesús dejó de ser el unigénito hijo para ser el primogénito Hijo de Dios;

Juan 20:17 Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.

El día de su resurrección, el Señor le dijo a María Magdalena: “Subo a mi Padre y a vuestro Padre”. Antes, el Padre era sólo el Padre de Jesús. No nos era posible llamarle Padre. Pero desde la resurrección de Cristo, el Hijo unigénito de Dios es ahora el primogénito Hijo de Dios, porque todos los que hemos nacido de nuevo, hemos sido adoptados como sus hijos, y Jesús es nuestro hermano, “Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos” (Hebreos 2:11).

Romanos 8:9 Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.

Se acostumbra decir que todos los seres humanos somos hijos de Dios, pero esa es una mentira del diablo, los únicos hijos de Dios son los que tienen el Espíritu de Cristo, el cual viene a ellos cuando son sepultados y resucitados en el bautismo (Hechos 2:38).
Lamentablemente, muchos consideran que la vida de Cristo dentro de nosotros sirve solamente para vigorizarnos. Después de que son salvos, tratan de imitar a Cristo como si estuvieran copiando un documento. Si logran eso, piensan que son buenos cristianos; pero si fracasan, piensan que no son buenos cristianos. Piden que Señor les de fuerzas para ser como Cristo
Si como hijo de Dios no tratas de ser más bueno, no te esfuerzas por dejar de pecar o por dejar de hacer esto o aquello, te van a señalar, te van a criticar, pero los que hacen esto no conocen el evangelio.
Ya Dios declaró que somos incorregibles, porque así somos los seres humano: incorregibles. Por esta razón, Dios no quiere que vivamos por nuestros propios medios. En vez de eso, Dios nos concede que Cristo sea nuestra vida, para expresar el vivir de Cristo por nosotros. Tal es, pues, la salvación que Dios provee a los seres humanos.
El apóstol Pablo no dijo: “Yo seré como Cristo”, o “yo imitaré a Cristo”,  lo que dijo fue: «Cristo vuestra vida» (Colosenses 3:4), y «Para mí el vivir es Cristo» (Filipenses 1:21).
Pablo reconoció que su vida era Cristo. Luego dijo: «Y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mi» (Gálatas 2:20). En otras palabras, ahora Cristo está viviendo por mí. ¿Por qué? Porque «Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso» (Jeremías 17:9).
A menos que Cristo viva en ti, no puedes evitar el cometer pecados. El corazón humano está tan corrompido, que está más allá de la posibilidad de ser reparado. De modo que Dios tiene que quitarlo de en medio y reemplazarlo con Cristo como nuestra vida.
¿Qué es, entonces, la vida victoriosa? Que el Hijo de Dios en nosotros vence los pecados por nosotros; esta es la vida victoriosa. No se trata de que el Señor nos da poder para ser santos y puros, la vida victoriosa es Cristo mismo manifestando su propia obediencia en ti y en mi.

Romanos 8:1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 8:2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.

Ya no hay ninguna condenación para ti, no porque andas esforzándote en la carne para vencer el pecado y la tentación, sino porque andas conforme al Espíritu, o sea viviendo por fe, confiando en que Cristo vencerá por ti.
El pecado es una ley (Romanos 7:23) que hace que pequemos, es la ley el pecado que nos lleva a la muerte.  Ningún ser humando está capacitado para vencer esa ley por sí mismo. Si lo intenta una y otra vez, terminará derrotado y diciendo “miserable de mí, ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? (Romanos 7:27).
Lo único que nos libra de la ley del pecado es otra ley, esa otra ley es la ley  del Espíritu de vida en Cristo Jesús.  Esa ley es la obra del Espíritu Santo, no es nuestra obra. No podemos vencer la ley del pecado, es Cristo en nosotros el que la vence.

Ezequiel 11:19 Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne, 11:20 para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis decretos y los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios.

Cuando nos bautizamos Dios pone en nosotros un espíritu nuevo y pone su Espíritu dentro de nuestro espíritu para que andemos en sus ordenanzas y seamos su pueblo. Sin su Espíritu jamás podríamos andar en sus ordenanzas, porque te gloriarías y Dios no quiere que te gloríes, tómalo muy en cuenta.

Juan 14:16 Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: 14:17 el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. 14:18 No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.

El Espíritu Santo es Cristo en nosotros. Así funciona todo en la vida cristiana. Si vas a dar fruto no es porque tengas mucha oratoria, o porque hayas sacado un título en un instituto bíblico, o porque te sabes la Biblia de memoria, si  vas a dar fruto es porque realmente has renunciado a tu vida para vivir para Cristo, y  has permitido que Cristo tome el control de tu vida.

Recuerda que Dios te ha dado un ministerio, te ha nombrado su embajador (2 Corintios 5:20), y debes obedecerlo. Renuncia a todo aquello que te está impidiendo producir vidas. En cuanto hagas eso, te convertirás en la buena semilla que produce mucho fruto. 

lunes, 25 de abril de 2016

AL TERCER DÍA


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El señor Jesús fue crucificado, muerto y sepultado, pero resucitó al tercer día. Fue sepultado un viernes, ese es el primer día, estuvo en la tumba todo el sábado, que es el segundo día, y resucitó el domingo que es el tercer día. Dios nos muestra a través de diferentes pasajes de su palabra que eso es un patrón en nuestras vidas, que siempre hay tres días para nosotros, el segundo día es un día aflicción, pero el tercer día es un día de resurrección y victoria.
En estos días he estado experimentado ese segundo día, las cosas no han salido como yo esperaba y entonces me preguntaba si será o no la voluntad de Dios que yo esté en este ministerio. Por su parte, el diablo me ha hecho ver a través de otras personas, que no soy lo suficientemente digno para enseñar la palabra de Dios.
Y es cierto, no soy nada digno, soy quizás el primero de los pecadores como dijo Pablo (1 Timoteo1:15).  Sin embargo, cuando he estado a punto de tirar la toalla, Dios me ha recordado otra escritura:

1 Corintios 1:27 sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; 1:28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, 1:29 a fin de que nadie se jacte en su presencia.

Dios me recordó que él escogió a necios como yo para avergonzar a los sabios, que no escogió a los sabios ni a los fuertes de este mundo; escogió a los débiles como yo, a los  viles como yo, a fin de que nadie se jacte en su presencia.
También me recordó, que hay un tercer día, un día de victoria y de resurrección, en que todo lo negativo será positivo y que toda tristeza se convertirá en alegría. Así que no me maquillaré con una falsa careta y le seguiré sirviendo al Señor tal como soy, dependiendo totalmente de su gracia, a la espera de ese tercer  día.

Corintios 15:3 Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; 15:4 y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras.

El segundo día no es el viernes, no es el día en que  sepultaron a Jesús,  tampoco es el domingo de resurrección; de hecho, se acostumbra  recordar y celebrar el viernes santo y el domingo de resurrección, pero el sábado, el día de en medio nadie lo celebra, pareciera que no hay nada que recordar ni celebrar de ese día.
Fue ese día sábado, en que los apóstoles se dispersaron, no sabían que creer, se llenaron de dolor, de temor y de incertidumbre, fue un día entre la desesperanza y el gozo, entre la confusión y la claridad, un día entre las malas y las buenas noticias porque Jesús estaba muerto.
Puede ser que de pronto ya no tienes trabajo, tu economía se vino al suelo.  O quizás es un inconveniente dentro del matrimonio, con tu esposa o con tus hijos.  Podría ser algún problema legal, por una deuda o algo semejante. Lo cierto es que ese problema, sea el que sea, no te dejará dormir tranquilo durante ese segundo día, y Jesús no responde, pareciera que está muerto.
Como ya lo dije, lo del “tercer día” es un patrón que se repite constantemente y es algo que puedes ver en la Biblia:

Ester 5:1 Aconteció que al tercer día se vistió Ester su vestido real, y entró en el patio interior de la casa del rey, enfrente del aposento del rey; y estaba el rey sentado en su trono en el aposento real, enfrente de la puerta del aposento.

El primer día, mediante un decreto real, el pueblo judío había sido condenado a muerte, y al tercer día la reina Ester se presenta ante el Rey para confrontar el problema y evitar esa muertes. Pero ese segundo día fue un  día de desesperación, de lloro, de angustia.

2 Reyes 20:5 Vuelve, y di a Ezequías, príncipe de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano; al tercer día subirás a la casa de Jehová.

Ezequías tenía una enfermedad de muerte que Dios había decretado, pero al tercer día Dios lo sanaría, pero antes que llegar ese tercer día,  Ezequías tuvo que sufrir terriblemente.

Génesis 2:4 Al tercer día alzó Abraham sus ojos, y vio el lugar de lejos. 22:5 Entonces dijo Abraham a sus siervos: Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros.

Dios le ordenó a Abraham que sacrificara a su hijo. Al tercer día le dio la contraorden, pero imagine usted la angustia de Abraham en ese día de en medio.

Génesis 40:9 Entonces el jefe de los coperos contó su sueño a José, y le dijo: Yo soñaba que veía una vid delante de mí, 40:10 y en la vid tres sarmientos; y ella como que brotaba, y arrojaba su flor, viniendo a madurar sus racimos de uvas. 40:11 Y que la copa de Faraón estaba en mi mano, y tomaba yo las uvas y las exprimía en la copa de Faraón, y daba yo la copa en mano de Faraón. 40:12 Y le dijo José: Esta es su interpretación: los tres sarmientos son tres días.40:13 Al cabo de tres días levantará Faraón tu cabeza, y te restituirá a tu puesto, y darás la copa a Faraón en su mano, como solías hacerlo cuando eras su copero.

El copero del rey fue destituido de su puesto y enviado a la cárcel, pero Dios le reveló a través de un sueño (que José interpretaría), que  al tercer día sería restituido.

Josué 2:16 Y les dijo: Marchaos al monte, para que los que fueron tras vosotros no os encuentren; y estad escondidos allí tres días, hasta que los que os siguen hayan vuelto; y después os iréis por vuestro camino.

Rahab la ramera les dijo a los tres espías que Josué envió a la tierra prometida, que se escondieran por tres días, al tercer día ya no habría peligro para ellos y podrían seguir su camino.

Josué 1:11 Pasad por en medio del campamento y mandad al pueblo, diciendo: Preparaos comida, porque dentro de tres días pasaréis el Jordán para entrar a poseer la tierra que Jehová vuestro Dios os da en posesión.

Prepárate le dijo Dios a Josué porque en tres días pasarás el Jordán para ir a conquistar la tierra prometida.
Hay un día en nuestras vidas en que algo nos sucede, luego viene el silencio y el tercer día llegan las buenas noticias, es el día de la victoria.

Juan 6:33 Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.

La vida es un relato de tres días, siempre hay un segundo día de aflicción, pero sabemos que al tercer día vendrá la victoria por medio de Jesús, el que ha vencido al mundo.
El problema es ese día de en medio es ¿Cómo sobrellevar esa aflicción? Y es que la palabra de  Dios no nos dice lo que sucederá “en el durante” de ese segundo día.
Y ese segundo día puede alargarse por meses e incluso por años, pero no por causa de Dios, sino por causa del hombre. Recordemos que Dios esperaba que el pueblo judío conquistara la tierra prometida a los tres días de haber llegado al desierto (luego de su liberación de la esclavitud), pero por la incredulidad de su pueblo, el segundo día se alargó por cuarenta años.
Lo que sucede, es que cuando avanza el tiempo sin que las cosas se resuelvan, Satanás anida la duda en nuestras mentes, entonces nos preguntamos si en realidad vamos a salir victoriosos, y la angustia nos abraza.
Por ejemplo, Dios le dijo a Moisés que fuera a pedirle al Faraón que liberara a su pueblo. Pero  el Faraón se negó una y otra vez, y entre la primera visita de Moisés al Faraón y la liberación, el pueblo comenzó a dudar que esa  liberación sucedería.  
Dios te ordena hacer algo, inicias la obra, pero las cosas no funcionan como esperabas, no hay crecimiento, entonces piensas que Dios no te envió, que tú te invitaste, que lo mejor es que renuncies y le des el campo a otro. En ese día de en medio, nadie te dice nada, nadie te resuelve nada, y hasta Dios permanece en silencio.
Entonces piensas que no puedes vivir del viernes,  y aceptas la realidad que estás viviendo como si esa realidad fuera el domingo cuando en realidad es el sábado. No te percatas que si hay un ayer, también hay un mañana y lo que estás viviendo no es el domingo sino el sábado, que es el día de en medio y que el domingo pronto vendrá.

Génesis 28:15 He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho.

Si Dios nos ha dicho que  iniciemos algo, debemos confiar que él terminará la obra, que la obra no es nuestra, es de Dios y él sabrá como terminarla, lo que tenemos que hacer es confiar ciegamente en él. Como hizo con Jacob, al igual hará Dios con nosotros y no nos dejará hasta que haya hecho lo que ha dicho.
Dios planta un sueño en nosotros, un viernes cualquiera, y en el cumplimiento de esos sueños habrá muchas dificultades, eso es durante el sábado, pero nunca debemos renunciar a nuestros sueños porque un domingo de victoria nos espera.
Jacob fue el culpable de que un segundo día de su vida se convirtiera en muchos años, porque quiso hacer las cosas en la carne. No entendió que Dios obra por gracia. Primero le compró la primogenitura a su hermano, luego le robó la bendición engañando tanto a su hermano como a su padre. Cuando iba de regreso a su casa, aunque Dios le había prometido la victoria, Jacob insistía en tramar la manera de hacer las cosas en la carne.
Al igual que Jacob, hay personas que no entienden la gracia, entonces se esfuerzan por lograr la victoria por sí mismos, muchos tratan de vivir una vida de santidad sin entender que esa vida esforzada es una vida de falsa santidad, porque se fundamenta en la carne, por ello caerán una y otra vez.

1 Corintios 1:30 Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; 1:31 para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor.

Debemos tener en claro, que todo en la vida cristiana es por gracia, la sabiduría, la justicia, la santidad y la redención no es algo que podamos alcanzar en la carne, esas cosas Dios nos las da por gracia.
Nunca debemos gloriarnos, ya sea porque sabemos mucho acerca de la palabra de Dios, o porque ya no pecamos como antes, porque  eso es un logro del Espíritu Santo, no es tu logro, si te vas a gloriar, gloríate en el Señor.

Romanos 6:4 Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.

Debemos bautizarnos para ser  sepultados con Cristo, y debemos ser sepultados con Cristo para poder andar en vida nueva. Y esa vida nueva no es nuestra vida, es la vida de Cristo:

Gálatas 2:20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.

Si fuimos bautizados, entonces fuimos sepultados con Cristo, y ya no vivimos, es Cristo el que vive por nosotros;  es Cristo el que vence el pecado, y es Cristo el que gana las victorias. 
Nadie puede dejar de pecar, nadie puede adquirir la sabiduría de Dios al menos que sea sepultado con Cristo en el bautismo.  Y si has sido bautizado con Cristo en el bautismo, no debes tratar de vencer la tentación y el pecado por tu propio esfuerzo, porque eso es trabajo de Cristo.
Lo que tienes que hacer es “presentarte a Dios como vivo de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia,  porque el pecado no se enseñoreará de usted; pues no estás bajo la ley, sino bajo la gracia” (Romanos 12:13-14).
No debes intentar el ser justificado porque ya lo fuiste en Cristo, tampoco debes intentar ser santificado porque ya lo fuiste en Cristo. Lo que tienes que hacer es andar por fe, lo que significa que confiarás en que él vencerá por ti.

Gálatas 2:21 No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.

Si tratas de justificarte, si te esfuerzas por conseguir la justicia de Dios mediante tu propio esfuerzo, entonces estás desechando la gracia de Dios, y por demás murió Cristo. Que necios somos, como nos cuesta entender el evangelio.
Vivimos desechando la gracia de Dios, tratando de resolver las cosas por nosotros mismos, ignoramos que estamos en un relato de tres días y que viene un tercer día de victoria, no de nuestra victoria, sino de la victoria de Cristo.
Los discípulos de Jesús no hubieran llorado si hubiesen creído en la resurrección de Jesús, pero ellos no estaban seguros que habría una resurrección.
Esa incredulidad es la que nos hace vivir angustiados, si tenemos la seguridad de que hay una resurrección, nunca tendríamos angustia y nos gozaríamos en la aflicción.
Debemos entender que la respuesta para el segundo día es la esperanza del tercer día. Tenemos que aprender a vivir por fe y a confiar que el Señor nos va a llevar a puerto seguro, si perdemos la esperanza, estamos derrotados.
Nunca debemos alterar la gramática de Dios, nunca debemos poner un punto en donde Dios puso una coma. Si hay un tercer día, es porque en la gramática de Dios no hay un punto sino una coma.
Hay personas que dicen que es la voluntad de Dios que estén enfermas, ponen un punto en donde Dios puso una coma, no han comprendido que   Jesús llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuimos sanados” (1 Pedro 2:24).
Jesús fue herido para que nosotros estemos sanos, la enfermedad es un sábado, la sanidad es el domingo.
Además, nadie puede acusarnos por nuestros pecados, porque estamos muertos a los pecados, eso sucedió un viernes, ahora que es sábado vivimos a la justicia.
Durante el transcurso de nuestras vidas habrá muchos viernes, muchos sábados y muchos domingos, es un proceso que se estará repitiendo constantemente, ya sea por los propósitos de Dios o por nuestra desobediencia:

Hebreos 12:5 y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él; 12:6 Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo.

La palabra de Dios dice que Jesús por todos murió, para que los vivan ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos (2 Corintios 5:15).
Si no estás viviendo para Cristo, Dios deberá disciplinarte tal y como un padre disciplina a sus hijos, con el único propósito de que cumplas tu trabajo.
Jesús te compró con su sangre, ya no te perteneces, ahora le perteneces a Jesús y debes servirle. Si no lo haces, tendrás que vivir un viernes negro.
Dios permitirá que vivas muchos viernes para llevarte a donde quiere llevarte, para que se cumplan sus propósitos, por las razones que solamente él conoce, pero nunca debes de olvidar que eres su hijo y como tal siempre habrá un domingo de resurrección para ti.
Voy a repetirlo, la esperanza para el segundo día es que hay un tercer día, la esperanza para el sábado es que hay un domingo, si no tienes esperanza, no podrás abrazar la victoria, recuerda que al tercer día habrá resurrección.


miércoles, 20 de abril de 2016

EL ORIGEN DE LAS RAZAS

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Si todos los seres humanos descendemos de Adán y Eva, ¿Por qué unos somos blancos, otros negros y otros amarillos? ¿Por qué unos tenemos los ojos rasgados y otros no?
Estas son preguntas que todos nos hacemos y que a muchos los ponen a dudar acerca de la veracidad de la Biblia. Yo pensé en algún momento que quizás Dios había creado a Adán en un lugar y a un hombre de otro color en otro lugar, y que la Biblia solamente le daba seguimiento a Adán; o que quizás algunos habían venido de otro planeta.
Sin embargo no es así, la Biblia es la única verdad absoluta en todo y no se contradice con la ciencia, sino que se complementa con ella. Si en algún momento la ciencia afirma algo que contradice la Biblia, la equivocada es la ciencia, no la Biblia.
Que unos hombres sean blancos y otros negros, que unos tengan los ojos verdes y otros los tengan negros o rasgados tiene una explicación científica que complementa lo que dice la Biblia.
La Biblia dice que Dios “creó al hombre a su imagen y semejanza, varón y hembra los creó” (Génesis 1:27). Además, dice que “de una sangre Dios ha hecho todo el linaje de los hombres” (Hechos 17:26), siendo “Eva la madre de todos los vivientes” (Génesis 3:20).
De acuerdo con estas verdades,  solamente existe una raza de hombres y esa raza la componen los descendientes de Adán y Eva. En la Biblia no se diferencia a los hombres por el color de su piel o por su apariencia física porque en la Biblia no existen las razas porque todos somos hombres descendientes de la misma madre, todos somos la misma raza.
En la Biblia,  se distingue a los diferentes grupos de personas no según su color o según su apariencia, sino según su descendencia. Los descendientes de Canaán son los cananeos, los descendientes de Judá son los judíos, los descendientes de Amalec son  los amalecitas, y así sucesivamente, y esas familias se asentaron en ciertos lugares dando origen a las naciones de hoy día. Por ejemplo, la nación de Israel es la descendencia de Jacob a quien Dios le cambió el nombre por Israel (Génesis 32:28).
No sabemos cuál era la apariencia física de Adán y Eva. Muchos creen que Adán era rubio de ojos azules y de piel blanca. Sin embargo Dios todo lo hace todo perfecto y en esa perfección, lo lógico es, que Adán y Eva fueran morenos, porque un color intermedio es lo más apropiado para enfrentar las variedades climatológicas. Es posible que Dios los creó lo necesariamente oscuros para protegerlos de los rayos ultravioletas que salen del sol y lo necesariamente pálidos para permitir la producción de la vitamina D en sus cuerpos, que también dan los rayos del sol.
Es muy posible entonces que Adán y Eva fueran morenos, con sus ojos  color café y sus cabellos color castaño o negro, porque la mayoría de la población mundial de hoy en día tiene esas características.
Los hijos de  Adán y Eva comenzaron a emparejarse entre ellos y a reproducirse, teniendo todos los descendientes las mismas características, pero algo sucedió:
En Génesis 6 se relata que a causa de la maldad del hombre, Dios envió un diluvio sobre la tierra y únicamente ocho personas sobrevivieron a esa catástrofe mundial. Esos sobrevivientes fueron Noé, su esposa, sus tres hijos con sus tres esposas. Todos eran descendientes de Adán y Eva, de tal manera que todos debían tener el mismo color de piel y características físicas semejantes.
Lo cierto es que después del diluvio, los descendientes de Noé se multiplicaron; lógicamente todos tenían un mismo lenguaje, y también todos tenían un mismo color de piel, nada de esto debió cambiar porque   todos vivían en un mismo medio ambiente, lo que es sumamente importante y nos da la respuesta a nuestra pregunta.
Cuando los hombres decidieron hacer una torre para llegar al cielo, Dios confundió su lengua para que ninguno entendiera el habla de su compañero y así los esparció sobre la faz de la tierra (Génesis 11:7-8).
Un  grupo de personas que hablaban la misma lengua emigraron hacia el sur, otras que hablaban otra lengua emigraron hacia el norte, otras que hablaban otra lengua lo hicieron hacia el este y otras lo hicieron  hacia el oeste.
Esos grupos de personas emigraron hacia medios ambientes muy diferentes, unos más calurosos, otros más fríos y eso vino a afectarlos de una u otra manera ¿Por qué? Aquí es donde entra la ciencia en acción.
La ciencia enseña que la diferencia en el color de la piel se debe a la  melanina, que es un pigmento que produce el cuerpo. Entre menos melanina más blanco es un cuerpo, a mayor melanina más moreno, y por supuesto, encontramos toda una amplia gama que va de lo más negro a lo más blanco.
En realidad, la melanina que produce el cuerpo se compone de dos pigmentos: 1) la eumelanina y 2) la feomelanina.  Tanto el color de la piel como el color del pelo se determinan por la cantidad de melanina producida, y las proporciones de sus dos componentes. Nadie nace con una cantidad determinada de melanina, sino con un potencial predeterminado para producirla.
El proceso de formación de la melanina, se denomina melanogénesis, y se produce en el estrato más profundo de la piel. La melanina absorbe la radiación ultravioleta nociva que emite el sol y transforma la energía en calor que resulta inofensivo a través de un proceso llamado «conversión interna ultrarrápida» Esta propiedad permite a la melanina disipar más del 99,9% de la radiación absorbida en calor.
Si su cuerpo produce poca melanina y usted vive en un medio ambiente muy soleado, entonces sufrirá de quemaduras en la piel.  Pero los rayos del sol también son  necesarios para la producción de vitamina D.
Si su cuerpo produce suficiente melanina, pero usted vive en un medio  poco soleado, su cuerpo no producirá suficiente vitamina D, porque para ello se necesitan los rayos del sol, y usted deberá consumir alimentos que tengan esa vitamina o sufrirá de raquitismo.
Los bronceadores contienen melanina, cuando una persona se broncea, ese bronceado se va a producir de forma temporal pues con el tiempo se esfuma la melanina bronceada porque es superficial, y la persona vuelve a recuperar el color de su piel.
La melanina se encuentra en la piel, en el pelo, en la retina de los ojos, en la médula espinal, en la glándula suprarrenal; en el oído interno y en ciertas zonas del cerebro, de allí que la melanina va a influir no solamente en el color de la piel, sino en el color del cabello y hasta en el color de los ojos.
Las personas que producen poca melanina tienden a ser blancas, rubias y de ojos claros, las personas que producen más melanina tienden a ser morenas, tener el pelo negro y los ojos negros o café. Hay individuos que producen muy poca melanina, lo que se conoce como un mal genético llamado albinismo.
La feomelanina es un pigmento  color rosado, y personas con grandes cantidades de ese pigmento tienen el cabello rojizo. Este pigmento se encuentra particularmente en los labios, en los pezones  y en la vagina.
La neuromelanina se encuentra en las neuronas que recubren los cuatro núcleos del cerebro y aunque la función de la neuromelanina en esa zona cerebro sigue siendo desconocida, se sabe que ciertas enfermedades neurodegenerativas se deben a la falta de ese pigmento.
Como vemos los colores de la piel, del cabello y hasta de los ojos se debe a la melanina y no a otra cosa. Sucede entonces, que en una comunidad que cae nieve, las personas pasan el invierno dentro de la casa y todos tienen un mismo tono de color pálido. Sin embargo, a medida que avanza el verano algunos se vuelven más oscuros que otros a pesar de haber estado expuestos a la misma cantidad de luz solar, eso se debe a la diferente cantidad de melanina que producen unos en relación con los otros.
¿Qué de los ojos rasgados? Algunos creen que la estructura ósea que contiene el globo ocular de los asiáticos tiene forma de almendra y no esférico, como el de los occidentales.  Nada más lejos de la realidad, la morfología ocular de unos y otros es exactamente igual,  la diferencia es el epicanto. Se trata de un repliegue del párpado superior que cubre la esquina interna del ojo, tapando la carúncula lacrimal y que se extiende hacia abajo uniéndose con la piel de la cara.
El epicanto parece tener su origen en una necesidad adaptativa tanto a la intensa luz y el frío extremo como a fuertes vientos, dependiendo del lugar donde se produzca. El estar medio cerrando los ojos fue produciendo esta mutación. Así como usted se llena de arrugas si se ríe mucho o se enoja mucho, de igual manera sus ojos se achina si los mantiene medio cerrados todos los días.
En la primera generación fue casi imperceptible, pero en las siguientes generaciones fue más perceptible hasta llegar al punto que hoy conocemos.
Esta mutación genética es una defensa de los ojos hacia el medio ambiente, lo que permitió que distintos grupos de personas que llegaron a zonas árticas pudieran adaptarse y sobrevivir a condiciones extremas de frío y nieve permanente.
Otros grupos de personas asentados en zonas cálidas de sabana y desierto, desarrollarían asimismo esta mutación con el fin de proteger sus ojos de los fuertes vientos y tormentas de arena propias de estas zonas.
Estas características o mutaciones se transmiten de generación en generación y por eso usted puede encontrar personas de ojos rasgados nacer en zonas cálidas. En este caso, la mutación no se produjo en el nacido, sino que lo heredó de sus ancestros.




LA HERENCIA

Si una persona de un grupo muy oscuro se casa con otra de un grupo pálido, sus hijos serán morenos. Cada uno de nosotros lleva información en nuestro cuerpo que nos diferencia de las otras personas. Esta información determina si hemos de tener  ojos celestes o cafés, piel clara o piel oscura.
Cuando el espermatozoide fertiliza un óvulo, allí se encuentra presente toda la información que especifica cómo se ha de construir esa persona. Esa información que se encuentra codificada en nuestro ADN es copiada y distribuida de generación en generación a medida que la gente se reproduce.
El ADN contiene los genes y en cada gen va por ejemplo la instrucción para producir hemoglobina alfa, una de las proteínas que se encargan de llevar el oxígeno en nuestras células rojas de la sangre.
Si el gen ha sido dañado por algún motivo, se produce una clase de hemoglobina alfa inválida y enfermedades tales como la anemia son el resultado de tales daños, que pueden ser ocasionados por la mala alimentación o por una vida llena de excesos; las causas son muchas.
La mitad de la información la da el padre y la otra mitad la da la madre, una mitad viene del padre, traída por el esperma y la otra mitad de la madre, traída por el óvulo.
Los genes vienen en pares; siguiendo el ejemplo de la hemoglobina, uno viene de la madre y otro del padre y si uno viene defectuoso,  se puede producir la mutación. Un  gen podría dar instrucciones de producir hemoglobina y otro dar instrucciones para que no la produzca, por tanto la mitad de la hemoglobina en su cuerpo será defectuosa.
Así sucede con la melanina, sabemos que el color de la piel está controlado por más de un par de genes. Un gen dice haz melanina mientras que otro dice  haz sólo un poco. Si un gen dice haz melanina y el otro también, entonces  producirán mucha melanina  y el color de su piel será más oscuro.  Si un gen dice haz poco y el otro también, entonces la persona será muy pálida.
De un padre negro con una madre blanca pueden resultar hijos morenos. Si el moreno se casa con una blanca, sus hijos serán menos morenos que él. Pero si se casa con una negra, el proceso se revierte y sus hijos serán más morenos que él. Si un negro se casa con una china, podrían tener hijos de piel negra con ojos almendrados.
Necesitamos recordar, por supuesto, que la forma en que los genes se manifiestan es mucho más compleja que esta simple ilustración, sin embargo el punto básico es el mismo.
Hasta el día de hoy, la observación detallada demuestra que dentro de un grupo particular de gente usted puede ver los mismos rasgos. Por ejemplo, no es fácil ver un europeo con una nariz ancha y aplanada, o una persona china con piel negra y ojos caucásicos ¿Por qué?
La historia bíblica nos dio la respuesta. Ya vimos que los hijos de Noé tenían los mismos genes de sus padres, además todos se desenvolvían en el mismo medio ambiente, ya fuera caliente o frío. Esto hacía que el color de la piel y los rasgos fueran parecidos. Pero los nietos de Noé eran más parecidos a sus padres que a sus abuelos, por la combinación de los genes con sus esposas. 
Esa descendencia fue creciendo y los descendientes más lejanos se parecían cada vez menos a Noé y a su esposa. Y cuando Dios confundió las lenguas y esparció a esas descendencias por toda la tierra, las cosas cambiaron aún más.
Lo que sucedió en Babel fue que una vez que fueron impuestos los diferentes lenguajes, se levantaron barreras instantáneas. No sólo evitarían casarse con alguien a quien no entendían, sino que grupos enteros que hablaban un mismo lenguaje tendrían dificultad para relacionarse y confiar en aquellos que no podían entender.
Así que se casarían con personas que hablaran el mismo idioma y que vivieran en el mismo lugar, entonces  el color y demás características se mantendrían.
Resumamos entonces, que Dios creo al ser humano y solamente hay una raza, la raza humana, pero  el medio ambiente hizo las diferencias entre unos y otros. Ahora, el medio ambiente no produce los colores de la piel, sino que actúa sobre la información que está en los genes.
Por eso es que los esquimales tienen piel morena aunque viven en un lugar donde no hay mucho sol. Ellos tienen una constitución genética que produce mucha melanina.
Los pigmeos pueden ser otro buen ejemplo interesante. Ellos no vinieron de otro planeta, sino que algún defecto genético hizo que de una familia normal nacieran unos pigmeos. Entonces, difícilmente alguien de estatura normal se casaría con un pigmeo, de tal manera que tuvieron que casarse entre ellos mismos, conservando así este grupo de personas hasta hoy.
Buena evidencia de que los pigmeos tienen el mismo origen de otros grupos de no pigmeos, es el hecho de que los pigmeos no tienen un lenguaje propio sino que hablan los dialectos de las tribus vecinas que no son pigmeos.
Lo mismo sucede con las personas que padecen de enanismo, ellos se casan entre ellos generalmente y sigue habiendo enanismo porque ese error genético es transmitido en los genes.
Los grupos de personas que ya estaban equipados con ciertas características pueden haber escogido deliberadamente el ambiente al que emigraban, según sus condiciones genéticas. Por ejemplo, la gente que producía poca melanina mejor emigró a lugares más frescos y los que producían mucha melanina se adaptaron fácilmente a las zonas calurosas.
Dado a que toda la humanidad desciende de la familia de Noé,  un número abrumador de culturas tienen historias de un diluvio destructor del mundo y llevan paralelos sorprendentes con el verdadero recuento original de ocho personas salvadas en un barco, un arco iris, el envío de las aves y muchas otras similitudes. Esto hace que la ciencia y la Biblia coincidan plenamente.
Todos venimos de la misma raíz, pero algunos pensamientos enfermizos han creído que unos grupos son superiores o inferiores a otros, tal es el caso de Hiltler , que consideraba que los alemanes eran seres superiores a los judíos, entonces había que eliminar a los judíos, para evitar un cruce y establecer así una raza pura.
Algunos teólogos afirman equivocadamente que la raza negra es el resultado de la maldición de Noé a Canán su nieto por culpa de Cam (Génesis 9:25), enseñanza falsa que ha sido utilizada para justificar la esclavitud y otras actitudes racistas.
Las variaciones tan insignificantes en el ADN de todas las personas sin importar su color, es una muestra que  todas las personas del mundo descienden de una sola madre (Revista Técnica de Creación Ex Nihilo).
La gente se asolea y queda bronceada cuando la luz solar estimula la producción de eumelamina. Los pelirrojos, que frecuentemente no pueden desarrollar un bronceo protectivo, tienen una alta producción de feomelanina. Probablemente éstos han heredado un gen defectuoso que hace que el pigmento en sus células sea incapaz de responder a las señales normales que estimulan la producción de la melanina ( Cohen, P, 1995, New Scientist).
Otras substancias pueden afectar en un grado menor las tonalidades de la piel, tales como las fibras con color de la proteína elastina y el pigmento de la carotina. Sin embargo, volvemos a decir que toda la gente comparte estos mismos compuestos. Además, los principios que gobiernan su herencia son similares a los que hemos delineado aquí para la melanina. Otros factores en la piel pueden afectar el color percibido en formas sutiles, como el grueso de las capas transparentes de la piel, la densidad de la red de capilares de la sangre. etc.
Increíblemente, algunas veces el mismo segmento de ADN puede ser ‘leído’ en forma diferente teniendo más de una función. La inteligencia creativa de semejante cosa resulta abrumadora para la mente.
Por su parte, escritos antiguos de la China muestran que los colonizadores más antiguos de la China tenían el mismo conocimiento de Dios el Creador según está registrado en el Génesis. (Nelson, R.E. a Broadbery, y a Tong Chok, G., 1997, La Promesa de Dios para los Chinos.
Todo esto nos lleva al principio de la creación, a Noé y a lo sucedido después de la torre de Babel y confirma que la Biblia y la ciencia no se contradicen.