sábado, 30 de julio de 2016

LEGALISMO: ASESINO DE LA GRACIA

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Uno de los problemas más serios que afecta a millones de creyentes en el mundo es el legalismo religioso, ya que además de quitarles la paz y el gozo les puede arrebatar la salvación.  
El legalista cree que es “justificado” a través de su comportamiento, pero es todo lo contrario. Si una persona trata de ser justificada por su comportamiento cae de la gracia (Gálatas 5:4). Esto es así, porque el legalismo es  una “actitud carnal que  exalta al hombre”, negando con ello “la gracia” que Dios le dio.

Efesios 2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 2:9 no por obras, para que nadie se gloríe.

La palabra de Dios dice que somos salvos por gracia, por medio de la fe. Que sea por gracia por medio de la fe, significa que es un regalo de Dios para el que cree en Cristo.
También dice que la salvación no es algo de nosotros,  porque es algo que Dios nos da, no es algo que podemos adquirir por nosotros mismos.
Además, la salvación no es por obras, para que nadie se gloríe. Las obras hacen referencia al “comportamiento humano”.
Nadie, absolutamente nadie puede alcanzar la salvación por medio de su comportamiento porque no hay un solo justo, ni siquiera uno, no hay quien entienda ni busque a Dios (Romanos 3:10-11),  todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:23).
Si alguien pudiese alcanzar la salvación por medio de su comportamiento  se gloriaría y Dios no quiere que nadie se gloríe, Él  quiere toda la gloria para él y para su hijo Jesucristo.
La “doctrina de la santificación” por obras que se enseña en las iglesias legalistas es “apostasía” porque  niega la gracia de Dios.

1 Corintios 1:30 Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención;

Al tener un nuevo nacimiento, Dios nos pone en Cristo y es en Cristo que somos hechos sabios, justificados, santificados y redimidos, no es algo de nosotros.
La frase “tenemos que  imitar a Cristo”, muy usada en nuestros tiempos, ha sido mal interpretada y podría desviar a muchos al legalismo religioso. Nadie, absolutamente nadie puede ser como Cristo. Cristo es santo y puro, sin pecado alguno, fuera  de Cristo no somos nada ni nadie.
“Imitar a Cristo” significa  mantenerse firme y con gozo en la verdad del evangelio, a pesar de las pruebas (1 Tesalonicenses 1:6). “Imitar a Cristo” es cargar la cruz como él lo hizo y seguir sus pasos (Mateo 10:38-39), lo que se traduce en renunciar a nuestras vidas para vivir para Cristo (2 Corintios 5:15).
No trates de imitar a Cristo “con tus esfuerzos en la carne” porque podrías caer de la gracia. Recuerda que Pablo tenía una debilidad y cuando le pidió a  Dios que se la quitara, Dios le dijo que se bastara a su gracia, porque su poder se perfeccionaba en la debilidad. Si Dios libraba a Pablo de esa debilidad, Pablo se hubiese gloriado y Dios no quería que eso sucediera para que no se perdiera. Si tienes alguna debilidad, debes gloriarte en ella para que repose en ti el poder de Cristo (2 Corintios 12:9). Eso es el evangelio.
Los creyentes que Dios más usa no son aquellos que se glorían en sus fortalezas, sino los que reconocen sus debilidades porque cuando son débiles, entonces Dios los hace fuertes (2 Corintios 12:10).
La “imitación mal interpretada de Cristo” es legalismo puro porque incita a que los imitadores se gloríen a través de su comportamiento.
Yo conocí a un pastor que se gloriaba de tener quince años sin pecar. Con esa afirmación delataba su legalismo. Cuando conocí sus enseñanzas, eso quedó comprobado. “Dime de que te jactas y te diré que eres un legalista puro y de cepa”.

1 Samuel 16:7 Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.

David era un hombre pecador, tal vez más pecador que usted y que yo, sin embargo Dios lo amaba, porque Dios no veía lo externo de David, Dios veía su corazón y ese corazón era conforme a su corazón (Hechos 13:22), era un corazón dispuesto a servirle al Señor.
El hombre espiritual no es el que menos peca, el hombre espiritual es el que tiene más revelación y si tiene más revelación es porque tiene un corazón dispuesto para servirle al Señor. No te dejes llevar por las apariencias externas.
 Ese pastor que se jactaba de no pecar y que presentaba cara de yo no fui, mezclaba la gracia con la ley, lo que demostraba que no tenía ninguna revelación, solamente enseñaba lo que le habían enseñado.
Cuando le dije que era legalista me dijo: “muéstreme  cuál mandamiento de la Ley he enseñado que guarden y te doy la razón”. Ese es el argumento de su defensa, creen por su falta de revelación que el legalismo es “únicamente guardar la Ley de Moisés”, pero el legalismo es mucho más que eso, el legalismo busca la justificación de Dios a través del comportamiento carnal, negando de esa manera la gracia de Dios:

Gálatas 2:21 No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.

Si tenemos que hacer algo para ser justificados o para mantenernos justificados, entonces por demás murió Cristo.
El pastor de que venimos hablando creía que éramos salvos por medio de la fe, pero también creía que había que hacer algo para mantenernos salvos, desechando totalmente la gracia de Dios.
Ese algo consistía en asistir al culto, ofrendar, entre otras cosas, y por supuesto no pecar nunca. Para ese pastor, si usted no ofrendaba, faltaba algún día al culto o cometía un solo pecado, eso era suficiente para perder la salvación.
Desdichadamente son miles de pastores en miles de congregaciones que creen y enseñan lo mismo y esa enseñanza va de generación en generación y carcome como gangrena (2 Timoteo 2:17).

Gálatas 2:20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.

Debemos recordar que hemos sido crucificados con Cristo en el bautismo (Romanos 6:3-5), que ya no vivimos sino que es Cristo en la persona del Espíritu Santo el que vive por nosotros. Un muerto no hace nada, así que no tenemos que hacer absolutamente nada en cuanto a nuestro comportamiento, de eso se encarga Cristo. Lo que vives en la carne, vívelo por fe en el hijo de Dios, vive confiando que Jesús hará los cambios que tenga que hacer en ti.

Romanos  8:1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 8:2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.

Deja de preocuparte, entiende que ya no hay ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús. Los que verdaderamente están en Cristo no procuran nada en la carne, sino que todo lo dejan en las manos del Espíritu Santo.
La antigua ley de Moisés nos acusaba y nos condenaba a la muerte,  pero la nueva ley en Cristo Jesús no nos acusa ni nos condena, sino que nos libra del pecado y de la muerte. Vive la libertad que Jesús te ha otorgado!

Hebreos 10:8 Diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron (las cuales cosas se ofrecen según la ley), 10:9 y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último. 10:10 En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.

Los sacrificios, ofrendas, holocaustos y expiaciones de la ley no le agradaron a Dios, así que Dios las quitó para establecer la justicia y el perdón a través del sacrificio de Cristo, hecho una vez para siempre.

Hebreos 10:14 porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.

Con esa única ofrenda de la sangre preciosa de Jesús, hemos sido hechos perfectos y santificados para siempre, esto es por toda la eternidad. No tenemos que santificarnos  ya Jesús nos santificó para siempre. Si creemos que nos tenemos que santificar a través del comportamiento carnal, entonces por demás murió Cristo.

Gálatas 5:4 De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído.

El hombre piensa que es justificado a través de su comportamiento, pero es todo lo contrario, si el hombre trata de ser justificado por su comportamiento cae de la gracia. En eso consiste el legalismo, en  toda actitud carnal que  exalta al hombre y le roba la gracia que Jesús le dio. Eso es el evangelio.

Hebreos 10:16 Este es el pacto que haré con ellos Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus mentes las escribiré, 10:17 añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. 10:18 Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado.

Nosotros no estamos bajo el Viejo Pacto, estamos bajo el Nuevo Pacto que tiene tres características especiales: la primera es que ya no hay leyes escritas en piedra que cumplir.  
Bajo el nuevo Pacto Dios pone sus leyes en nuestros corazones y las escribe en nuestra mente. Es la obra que hace el Espíritu Santo dentro de nosotros, no es nuestra obra. Usted pecará cada vez menos y será obediente a Dios, no por su esfuerzo carnal, sino por la obra interna que hace el Espíritu Santo.
La segunda característica del Nuevo Pacto es que Dios no se acordará nunca más de nuestros pecados, nunca más significa “por toda la eternidad”. Dios padece de  amnesia espiritual para los que están en Cristo Jesús.
Y la tercera gran característica, es que  no tenemos nada que ofrendar, es decir no tenemos nada que ofrecerle a  Dios por el pago de nuestros pecados, porque la sangre de Cristo fue ofrenda suficiente para lavar los pecados de toda la humanidad.
Si tenemos que hacer algo para que Dios nos perdone o nos justifique, entonces estaríamos teniendo por inmunda la sangre de Cristo  en la cual fuimos santificados (Hebreos 10:29).
Si tenemos que hacer algo, estaríamos negando la obra del Espíritu Santo en nosotros, estaríamos blasfemando contra el Espíritu y cometiendo el único pecado imperdonable (Mateo 12:31).
Entonces ya no habrá más perdón, lo que nos esperaría es una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego (Hebreos 10:26-27). Eso es exactamente lo que quiere el diablo y para ello hace uso del legalismo.
Los esfuerzos legalistas de la carne, son en el mejor de los casos, falsificaciones, falsas apariencias que no pueden jamás sustituir  la santificación efectuada por Cristo en la cruz. 
Ya dijimos que la espiritualidad de una persona se mide en la revelación que ha recibido de Dios, no en el comportamiento externo. Los legalistas demuestran que no hay revelación alguna en ellos porque no comprenden el evangelio ni los alcances de la gracia.

Gálatas  5:1 Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.

La epístola a los Gálatas es la carta magna de la emancipación de la ley, está escrita como un llamado para hacerle un alto el legalismo que ellos impulsaban. “Cristo nos hizo libres, manténgase firmes en esa libertad, no se sujeten otra vez al yugo de esclavitud del legalismo” les dice el apóstol Pablo.
Un poco de levadura leuda toda la masa” (Gálatas 5:9), si en tu congregación hay vicios de legalismo, huye de allí, para que no te contamines.

Colosenses  2:20 Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos 2:21 tales como: No manejes, ni gustes, ni aun toques 2:22 (en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que todas se destruyen con el uso? 2:23 Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne.

Pablo nos recuerda que fuimos crucificados con Cristo en el bautismo (Romanos 6:3-5) y por lo tanto no estamos sujetos a ninguna ley ni mandamiento de hombre. Dice que ese esfuerzo carnal no tiene ningún valor contra los apetitos de la carne, tarde o temprano volverán a caer los que se esfuerzan en la carne.
Para los legalistas todo es pecado, “no tomes, no te pongas aretes, no veas televisión, no escuches música del mundo”: para ellos no existe la palabra sí, únicamente existe la palabra NO” y tienen un rótulo en la frente que dice “prohibido divertirse”.
El estilo de vida de los legalistas es rígido, duro, inflexible, severo, carente de gozo, no viven ni dejan vivir.
Para un creyente liberado, su vida está llena de sorpresas y alegrías, también de riesgos, caminando no por vista sino por fe, lleno de expectación, positivismo y optimismo. ¿Qué le dice Pablo a los gálatas en cuanto a esto? 

Gálatas 3:1 ¡Oh gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado? 3:2 Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? 3:3 ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne? 3:4 ¿Tantas cosas habéis padecido en vano? si es que realmente fue en vano. 3:5 Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe? 

¿Quién los fascina para no obedecer la verdad? pregunta  Pablo. ¿Será que Jesucristo no fue crucificado por ustedes? ¿Será que no han sido santificados? ¿Será que recibieron el Espíritu Santo por las obras? Que necios son, dice el apóstol.

Gálatas 5:7 Vosotros corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad?

La respuesta a esta pregunta es: los legalistas religiosos que no entienden el evangelio de Cristo o que son ministros del diablo. quienes estorban para no obedecer a la verdad.

Gálatas 5:6 porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor.

En Cristo, nada que hagamos en la carne tiene valor alguno. Cristo nos liberó del cumplimiento de la ley y nos redimió de las maldiciones de la misma.
Cuando nacimos de nuevo, el amor de Dios fue derramado en nuestros corazones (Romanos 5:5). No hacemos el mal porque ese amor nos motiva a lo contrario, no es algo de nosotros, todo es gracia, gracia, bendita gracia. 

1 Corintios 6:12 Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna. 

1 Corintios 10:23 Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica. 

Los anteriores versículos nos dicen que somos libres de hacer lo que queramos, es una afirmación de libertad cristiana que algunos confunden con el libertinaje o con  un permiso para pecar.
Aunque tenemos libertad, no debemos dejarnos dominar de ningún vicio ni nada que ponga en riesgo nuestra relación con Dios. Si no nos dejamos dominar, es porque  el Espíritu Santo nos da ese poder, es porque el Espíritu Santo nos hace ver lo que conviene o no conviene, lo que edifica o no edifica. Los límites los pondrá el Espíritu Santo, para eso fue enviado, para ayudarnos.  
En muchas congregaciones enseñan un evangelio basado en el comportamiento personal, lleno de amenazas, temores y condenaciones, pero ese no es el evangelio.

Juan 3:17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.

Cristo no fue enviado para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. Teníamos que morir por el pecado y Cristo tomó nuestro lugar, para que tuviéramos entrada en la gracia y en la gloria de Dios.
Jesús pagó por todos nuestros pecados, no por algunos sino por todos, para librarnos de la condenación; nos libró de la ley del pecado y de la muerte, nos dio el Espíritu Santo para que pudiéramos ser santificados y hacedores de buenas obras; condenó al pecado en la carne y  sacrificó nuestra carne pecaminosa, eso es el evangelio.
Estos son  hechos que no se pueden negar, son realidades, que el cristiano mal enseñado, cegado por el legalismo religioso no puede ver.
En las iglesias legalistas se enseña que el pecado condena, que la santificación depende del hombre, que cantar con música es un pecado, que a una mujer le está prohibido orar y muchas cosas que contradicen totalmente la palabra de Dios. Enseñan un evangelio mezclado con legalismo, son iglesias tibias como la de Laodicea (Apocalipsis 3:16).
¿Por qué los israelitas no alcanzaron la salvación? Porque la buscaron por obras de justicia. Pablo dice que ellos “Ignoraron  la justicia de Dios y procuraron establecer la justicia de ellos, sin  sujetarse a la justicia de Dios” (Romanos 10:3).
Cuando procuramos la justicia a través de nuestro comportamiento, renunciamos a la justicia divina que es por fe, por eso caemos de la gracia,  ese es el principio satánico del legalismo. 

Romanos 11:6 Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra.

¿Qué más claro que esto? Si hay obras no hay gracia y si hay gracia no hay obras. Si hacemos algo para obtener la gracia, sucederá todo lo contrario,  caeremos de ella. 

Gálatas 2:11 Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar. 2:12 Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión. 2:13 Y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos. 2:14 Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar? 

El legalismo está cargado de hipocresía, en la mayoría de iglesias en las cuales hay alguna cuota de legalismo están esperando a saber algo tuyo para destruirte. En esas iglesias no te ven de frente sino de medio lado.
En el anterior pasaje podemos ver que el apóstol Pablo enfrentó al apóstol Pedro, a uno de los pilares de la iglesia porque estaba mezclando la ley con la gracia.
¿Qué estaba sucediendo con Pedro? En primer lugar  estaba obligando a los judíos a circuncidarse como si estuvieran bajo la ley. En segundo lugar no comía con los gentiles cuando había judíos, porque bajo el viejo pacto no  era permitido que un judío comiera con un gentil.
Pedro sabía que no debía circuncidar a los gentiles pero lo hacía para agradar a los judíos legalistas. Y cuando los judíos no estaban presentes, entonces sí comía con los gentiles. No lo hacía cuando ellos estaban para no desagradarlos.
En esa hipocresía estaba mezclando la ley con la gracia. Y esa hipocresía la vemos todos los días en miles de cristianos. Actúan de una manera cuando los ves y de otra cuando no los ves.
Los asesinos de la gracia no pueden ser simplemente ignorados o tolerados con la bondad que es notoria en los creyentes. Es perjudicial y más que ello anti bíblico permitir que el legalismo continúe su obra destructiva, es como permitir que una enfermedad infecciosa enferme y mate, teniendo a mano la vacuna.
Tenemos que actuar como Pablo y enfrentar a cualquiera de los nuevos apóstoles o profetas que se creen Pedros. Debemos hacerlo  con la Palabra de Dios. Luchemos por la libertad, los invito a unirse, no para defender la gracia de Cristo, porque la gracia no necesita defensa, sino para desenmascarar los instrumentos del legalismo.  

Gálatas 1:10 Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo. 

No quede bien con los hombres sino con Dios. Renuncie a vivir esclavizado,  y no trate de “tener una apariencia espiritual" porque es  la revelación que ha recibido de Dios la que lo va a calificar como tal, no su apariencia.




jueves, 28 de julio de 2016

HABLEMOS DE LA NEGRITA

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Miles de personas peregrinan año con año a la Basílica de los Ángeles, con el fin de darle honra y hacerle peticiones a la “imagen” de la “virgen de los Ángeles”, a quien apodan “la negrita”.
De joven participé varias veces en esas peregrinaciones, pero en la actualidad no participo ¿Por qué antes sí y ahora no? Yo participaba en las peregrinaciones porque creía que me beneficiaba y que agradaba a Dios, según había aprendido de una tradición. Pero en cuanto comencé a estudiar la palabra de Dios, me entere que Jesús enseñó que “algunas tradiciones invalidan los mandamientos de Dios” (Mateo 15:6), y la adoración a “la negrita” es una de esas tradiciones, lo que cambió mi manera de pensar.
Yo no pretendo quitarle la fe a nadie, mi único propósito es que los creyentes se enteren de lo que Dios piensa al respecto.
Si buscara agradar a los hombres no escribiría sobre este  tema, pero como debo agradar a Dios, aunque no quiera, debo hacerlo, sino, no sería siervo de Cristo (1 Corintios 1:10).
Las peregrinaciones tienen como objetivo ofrecer un “sacrificio” para recibir un milagro, pero eso es comprar la gracia. Y la gracia no se compra, somos salvos por gracia y por gracia recibimos los milagros, no porque ofrezcamos sacrificio alguno, no por obras para que nadie se gloríe (Efesios 2:8-9).
Si tenemos que hacer algo para recibir la gracia de Dios, estaríamos desechando la gracia y por demás murió Cristo (Gálatas 2:21).
Lo peor de todo, es que las personas se inclinan y le dan honra a la imagen de la negrita, invalidando con esa tradición la palabra de Dios que dice:

Éxodo 20:4 No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. 20:5 No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,

El mandamiento de Dios es claro, nadie puede hacer ninguna imagen de ninguna criatura para inclinarse ante ella y darle honra, eso incluye a la virgen María.
La ciudad de Éfeso, en el país actual de Turquía, fue el lugar en donde el apóstol Pablo inició su ministerio. En esa época y en ese lugar se adoraba a  la falsa diosa “Diana de los efesios”, la “Reina del Cielo”.
Diana era la diosa más venerada en todo el Imperio Romano. Su templo en Éfeso era considerado una de las Siete Maravillas del Mundo y durante todo el año se ofrecían ofrendas y sacrificios a la imagen de aquella falsa diosa.
El apóstol Pablo le hizo la guerra, predicando el evangelio de Cristo y enseñando que “no son dioses las imágenes que se hacen   con   las   manos”. No fue fácil para Pablo enfrentarse a los fanáticos de Diana, pero lo hizo y por causa de su predicación, muchas personas creyeron, dejaron la adoración a Diana y se convirtieron a Cristo. Como era de esperarse, esto enfureció a los que hacían las imágenes:

Hechos 19:23 Hubo por aquel tiempo un disturbio no pequeño acerca del Camino. 19:24 Porque un platero llamado Demetrio, que hacía de plata templecillos de Diana, daba no poca ganancia a los artífices; 19:25 a los cuales, reunidos con los obreros del mismo oficio, dijo: Varones, sabéis que de este oficio obtenemos nuestra riqueza; 19:26 pero veis y oís que este Pablo, no solamente en Efeso, sino en casi toda Asia, ha apartado a muchas gentes con persuasión, diciendo que no son dioses los que se hacen con las manos. 19:27 Y no solamente hay peligro de que este nuestro negocio venga a desacreditarse, sino también que el templo de la gran diosa Diana sea estimado en nada, y comience a ser destruida la majestad de aquella a quien venera toda Asia, y el mundo entero. 19:28 Cuando oyeron estas cosas, se llenaron de ira, y gritaron, diciendo: ¡Grande es Diana de los efesios!

Pabló se enfrentó a las turbas y a muchas situaciones de peligro por predicar contra la adoración a la falsa diosa Diana. Y logró una victoria momentánea, porque la adoración a Diana disminuyó notablemente. Los efesios dejaron de adorar a Diana, dejaron de ofrecerle sacrificios y dejaron de comprar sus imágenes para adorarlas. Satanás había sido derrotado.
Cientos de años atrás, el patriarca Abraham era de Ur de los caldeos. Tanto en ese lugar como en Harán, en donde vivió 40 años, se adoraba a la Diosa Luna, que era la misma Diana de los efesios, y vea usted lo que Dios le dijo al profeta Jeremías:

Jeremías 7:15 Os echaré de mi presencia, como eché a todos vuestros hermanos, a toda la generación de Efraín. 7:16 Tú, pues, no ores por este pueblo, ni levantes por ellos clamor ni oración, ni me ruegues; porque no te oiré. 7:17 ¿No ves lo que éstos hacen en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén? 7:18 Los hijos recogen la leña, los padres encienden el fuego, y las mujeres amasan la masa, para hacer tortas a la reina del cielo y para hacer ofrendas a dioses ajenos, para provocarme a ira. 7:19 ¿Me provocarán ellos a ira? dice Jehová. ¿No obran más bien ellos mismos su propia confusión? 7:20 Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: He aquí que mi furor y mi ira se derramarán sobre este lugar, sobre los hombres, sobre los animales, sobre los árboles del campo y sobre los frutos de la tierra; se encenderán, y no se apagarán.

Dios le dijo a Jeremías que no debía orar por su pueblo, porque Él no escucharía sus oraciones. Aunque te enseñen lo contrario, la verdad es que Dios le dará la espalda a quienes adoren imágenes porque detrás de cada imagen hay un demonio.
En este caso en particular Dios dijo que “Los hijos recogen la leña, los padres encienden el fuego y las mujeres amasan la masa para hacer tortas a la reina del cielo”. Note usted, que toda la familia participaba en la adoración a la falsa “reina del cielo”.
Eso sigue sucediendo en nuestros días, familias enteras en todo el mundo adoran a la reina del cielo. La diferencia entre aquellos y éstos es que a la reina del cielo le cambiaron el nombre de “Diana” por “María”; de esta manera los creyentes “creen” que adoran a la madre de Jesús y que eso no ofende a  Dios. Equivocados, vean lo que piensa Dios:

Jeremías 44:7 Ahora, pues, así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: ¿Por qué hacéis tan grande mal contra vosotros mismos, para ser destruidos el hombre y la mujer, el muchacho y el niño de pecho de en medio de Judá, sin que os quede remanente alguno, 44:8 haciéndome enojar con las obras de vuestras manos, ofreciendo incienso a dioses ajenos en la tierra de Egipto, adonde habéis entrado para vivir, de suerte que os acabéis, y seáis por maldición y por oprobio a todas las naciones de la tierra?

Dios dijo que se hacen un gran mal, que buscan su destrucción al ofrecer incienso a las obras de sus manos o sea a las imágenes, las cuales adoran como dioses, porque buscan con ello que Él se enoje y los acabe.  

Apocalipsis 3:15 Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! 3:16 Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.

Jesús vomita a los tibios pues le producen náuseas. Los tibios son aquellos que además de adorar al único Dios verdadero, también adoran las imágenes de las vírgenes,  de los santos católicos y las de otros dioses falsos.
La idolatría es la estrategia satánica que envía más personas al infierno. Y es que Dios ha dictado sentencia: ningún idólatra tiene entrada en el reino de Dios (Efesios 5:5).
Dios no perdona la traición. Desgraciadamente, la idolatría  ha alcanzado la cifra más elevada en la historia de la humanidad. Millones  de cristianos adoran a Dios, ven a Jesús como su salvador pero también veneran dioses creados en el Vaticano, a los cuales les llaman “santos”, se inclinan ante sus imágenes, les hacen peticiones y les dan honra. Y tienen una  diosa por sobre todos los santos y por encima del mismo Jesús, a la cual le llaman “María, la reina del Universo”.
Satanás usó la religión para hacernos idolatrar a una diosa, a la que le puso  el mismo nombre de la madre terrenal de Jesús. Eso no vino de Dios porque Dios prohíbe tajantemente la idolatría. Dios no va a permitir que se adore a ninguna diosa, aunque use el nombre de María, porque Dios en su justicia jamás va a violar su propia ley.

Apocalipsis 17:1 Vino entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo diciéndome: Ven acá, y te mostraré la sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas; 17:2 con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los moradores de la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación.

La gran ramera será destruida al final de los tiempos. En términos humanos, una ramera es aquella que traiciona a su esposo con otro hombre; en términos espirituales, la ramera es la religión que traiciona a Dios con dioses falsos, es aquella  que usa el nombre de Dios y de Cristo, pero que permite la fornicación espiritual, porque eso es la idolatría, una fornicación espiritual.
Satanás utilizó el nombre de Diana en el pasado, para que adorasen a una falsa diosa que no existía. En la actualidad usa para los mismos fines el nombre de  María, la madre terrenal de Jesús.
Los que la adoran, creen que adoran a María, pero en realidad están adorando a una diosa falsa e inexistente, a la misma Diana de los Efesios, que ahora tiene otro nombre. Están traicionando a Dios y trayendo el mal hacía sus casas. María la verdadera, no tiene vela en este entierro y debe de estar muy molesta con los que hacen mal uso de su nombre.
Con el tiempo, con la aparición de las religiones, en especial del catolicismo romano, Satanás volvió a reconquistar Éfeso. No es casualidad que fue precisamente en el  concilio de Éfeso llevado a cabo en el año 431 que se instituyó la adoración a María.
No fue Dios ni fue Cristo, tampoco los apóstoles, fueron los religiosos engañados por Satanás, los  que iniciaron la adoración a María. Tuvieron que pasar más de 400 años para que esto sucediera.
Con su predicación, Pablo había liberado a  Éfeso de la idolatría. Durante los siguientes trescientos años Turquía (antigua Efeso) fue un país donde sus habitantes eran cristianos en un 99%. Luego vino el concilio ¿Y qué sucedió? Turquía volvió a su pasado. En la actualidad, este país tiene una población de más de 60 millones de habitantes, de los cuales el 97% practican el Islam. El 3% sobrante de la población son judíos, cristianos o de otra religión. El cristianismo pasó de un 99% a un 1% aproximadamente. Lo logrado por Pablo se echó a la basura, Satanás se recuperó gracias a la idolatría. Y los pocos católicos cristianos que hay actualmente en Turquía, adoran a María los 365 días del año, todo gracias al concilio de Efeso.
Como la religión católica es mundial, esa idolatría se extendió a todos los lugares del mundo. Los devotos se arrodillan ante su imagen,   la honran y le oran, como si de alguna manera ella pudiera concederle sus peticiones o interceder ante Dios para tal efecto. No se les ocurre pensar, que esas oraciones lo que hacen es atraer el mal hacia ellos. Muchos dirán ¿Cuál mal, si me hizo un milagro? No sabemos si el milagro lo hizo Dios. Y el mal consiste en que  la idolatría les arrebata la salvación.
María es usada insistentemente por la religión, como intermediadora entre Dios y los hombres. ¿Qué dice la Biblia?

1 Timoteo 2:5 Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre

La palabra de Dios es clara y nos dice que solamente hay un mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo, el hijo de Dios. No es María, no es ninguno de los doce apóstoles ni tampoco ningún santo católico.

Finalmente, la Virgen Inmaculada, preservada inmune de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial y enaltecida por Dios como Reina del universo (Catecismo católico 966)

La religión decidió declarar a María como la “reina del universo”, la nueva Diana de los Efesios Para ello Declaró que ella fue preservada de toda mancha de pecado, que terminada su vida en la tierra fue llevada al cielo y enaltecida por Dios como Reina del Universo.
Usted no encontrará ningún versículo en toda la Biblia que diga ni insinúe esa ocurrencia. NO hay evidencia en la palabra de Dios para hacer semejante afirmación. Eso es obra de Satanás para desviar tu atención, para que adoren a una falsa diosa y no al único Dios verdadero.
La religión dice que María no pecó, que fue preservada inmune de toda mancha de pecado original. ¿De dónde sacaron esta otra ocurrencia? Esto contradice totalmente la palabra de Dios que dice:

Romanos 3:23 Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.

La Biblia dice que todos pecaron, y la palabra “todos” incluye a María, a Pedro, a Juan, a Elías, a David, a Moisés y a todos los grandes hombres de Dios. Nadie se queda afuera. La Biblia dice que el único que no pecó fue Jesús (2 Corintios 5:21).
María era un ser humano de carne y hueso, con una naturaleza pecaminosa y por  lo tanto pecó como lo hace usted o lo hago yo.  Fue una gran mujer, pero algún pecadillo debió cometer. De no ser así, el libro de Romanos hubiera dicho que “todos pecaron menos la virgen María”.
En cuanto a que María tiene su trono en el cielo, resulta extraño que el apóstol Juan no lo  mencionase. Él tuvo una visión, en la cual fue llevado al cielo y describió todo lo que vio (en el libro del Apocalipsis). Él dice que vio a Jesús, también vio al Padre sentado en su trono y a su alrededor 24 tronos donde había sentados 24 ancianos y un cordero (Jesús) en medio de ellos (Apocalipsis 4 y 5).
¿Si María ocupa un trono en el cielo, porqué Juan no la vio? La respuesta es que María no ocupa ningún trono, María no es ninguna diosa, lo digo con todo respeto.
Satanás se inventó esta historia, al igual que la historia de Diana de los Efesios. Satanás pide la adoración para la reina del universo, una diosa falsa que usa el nombre de la madre de Jesús para hacerte cometer idolatría y quitarte la salvación que Dios quiere para ti.
Yo no niego a la verdadera María, a la madre terrenal de Jesús. Ella es bendita entre todas las mujeres (Lucas 1.28). Nunca ha habido ni habrá otra mujer como María, razón por la cual Dios la escogió para que concibiera a Jesús. No me cabe duda, que ella está en el cielo con Jesús. Pero María debe de estar  muy molesta de que Satanás use su nombre para hacer que la humanidad se pierda al adorar y hacerle peticiones a una falsa diosa.
La religión afirma que el Señor elevó a María a la posición de "reina del universo". Sin embargo, la Biblia proclama que adorar a la "reina del cielo" provoca la ira a Dios. ¿A quién obedecer? Mientras que la religión insiste en exaltar a la diosa falsa, la Biblia dice que toda la exaltación debe ser para Jesús. ¿Y para quién es la gloria?

1 Pedro 4:11Para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.

Mientras que la Biblia exalta a Jesucristo, la religión está decidida a menospreciarlo y a exaltar a la antigua Diana, que ha cambiado su nombre por María. Jesucristo, dio su vida y sufrió la cruel tortura de la cruz y es dejado a un lado y reemplazado por la diosa falsa. Que incongruente, es obra del enemigo, no te quede la menor duda.

1 Pedro 1:18-19 Fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,

Hechos 2:21 Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo

La Biblia nos enseña que fuimos rescatados por la sangre de Jesús, no por la sangre de María. También enseña que debemos invocar el nombre de Jesús para ser salvos, no el nombre de María. Esas      falsas      enseñanzas      son doctrinas de demonios, lo digo con todo respeto, y apegado totalmente a la palabra de Dios.
El Vaticano tiene registrados más de 2800 nombres y títulos que se le han dado a diferentes imágenes de María. El vaticano ha elevado a la diosa falsa, a un rango superior a Dios. Usted puede ver esto en el “rosario católico”. Por cada “Padre Nuestro” se rezan 10 “Aves Marías”. La mayor adoración es para María y no para el Padre ni para Cristo.
La palabra de Dios nos enseña una y otra vez que toda la gloria es para el Padre y no habla de ninguna gloria para María. Pero la religión enseña que toda  la gloria es para María. Enseña también, de manera indubitable que la devoción a Jesucristo va seguida de la devoción a María.
Para fomentar la adoración a la diosa falsa, la Iglesia Romana ha utilizado una serie de apariciones de imágenes de María, que por cierto no tienen ningún parecido a ella, sino que son una copia de Diana de los Efesios.
NO ha habido apariciones, sino que el catolicismo romano ha plantado esas imágenes, las han puesto estratégicamente para que alguien las encuentre como si hubiesen aparecido.
El abad de la Basílica de Guadalupe en Ciudad de México, desmintió públicamente la supuesta aparición de la llamada Virgen de Guadalupe, y declaró la existencia de documentos que prueban que la aparición fue simplemente una estrategia del sacerdote misionero, el cual plantó la imagen para cristianizar al pueblo indígena de esa época.
Así ha sucedido en todos los casos, cada episodio ha originado una nueva imagen, una nueva María y naturalmente una nueva legión de adoradores.

Apocalipsis 13:14 Y engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le ha permitido hacer en presencia de la bestia, mandando a los moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia que tiene la herida de espada, y vivió. 13:15 Y se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen hablase e hiciese matar a todo el que no la adorase.

Somos tan ingenuos que ignoramos el poder del enemigo. El que promueve las imágenes y su adoración es el diablo. Por muchos años ha pedido que adoren santos y vírgenes, al final de los tiempos pedirá que adoren la imagen del anticristo, le dará aliento a esa imagen y hará que hable. Así que no se extrañe si una imagen llora o sale sangre de ella. Satanás tiene el poder para hacerlo.
Nadie ha visto jamás a la verdadera María. De hecho no existe una foto para saber cómo era María. Las imágenes de María son una copia adaptada de Diana de los Efesios.

“En efecto, con su asunción a los cielos, (María) no abandonó su misión salvadora, sino que continúa procurándonos con su múltiple intercesión los dones de la salvación eterna... Por su obediencia (María) fue causa de la salvación propia y de la de todo el género humano” (Catecismo católico 969 y  494).

La religión afirma que María, la madre de Jesús se salvó a sí misma y es la causa de la salvación de todo el género humano. Esta es la blasfemia más grande dicha por una religión. ¿Qué fue, que María murió por todos los pecadores?

Hechos 4:12 Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos

La palabra de Dios dice, que no hay otro nombre en el que podamos ser salvos, que no sea el nombre de Jesús.
Pablo dijo que no hay otro evangelio, sino que algunos pervierten el evangelio de Cristo. (Gálatas 1:7). Pero si Pablo estuviese vivo, diría que sí hay otro evangelio: el evangelio falso de María. Que se diga que María se procuró su propia salvación y causó la salvación de todo el género humano, nos habla de otro evangelio, diferente del que nos habla la palabra de Dios. Repito, es la blasfemia más grande que se ha dicho por una religión.
Sin pretender desmeritar a María, podemos decir que Dios la utilizó para llevar a cabo un propósito. El Espíritu Santo puso a Jesús en el vientre de María para que ella lo diera a luz y pudiese ser humano. Pero eso fue todo para María.
Jesús tuvo que hacerse hombre, para ello, Dios uso a María. Luego ella siguió una vida normal como la de cualquiera de nosotros. Ella fue un medio y nada más.
Cuando Jesús asistió a una boda en Caná, María le hizo ver que se había acabado el vino. Jesús le dijo: “¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora” (Juan 2:4). Jesús le recordó que ella no era parte de su ministerio: Jesús no dijo: “¿No ha venido nuestra hora, sino mi hora” María no fue nunca parte del ministerio de Jesús.
La religión toma este pasaje para decir que debemos pedir a María para que interceda por nosotros ante Jesús. Esa es una manipulación de la palabra de Dios. Lo que tenemos que entender del pasaje, es que al igual que María, tenemos que acudir a Jesús para que haga los milagros, el intermediario es Jesús y n María.
Nadie acudió a María en esa ocasión para que fuese intermediaria. Ella acudió por cuenta propia a Jesús,  sin que nadie se lo pidiera.
No es mi intención desacreditar a María ni negarle su importante papel en el plan de Dios. Pero tampoco podemos atribuirle poderes y títulos que Dios no le ha concedido.
La diosa falsa se llamó Diana, hoy se llama María, pero no es María la madre de Jesús. Satanás ha impulsado la adoración de una diosa falsa para hacernos caer en idolatría y que muchos no alcancen la salvación.
María fue una mujer única, bendita entre todas las mujeres. Pero eso fue todo para ella. Ella no hace apariciones, no es intermediaria entre Dios y los hombres, ni es la reina del Universo.

Juan 14:13 Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. La palabra de Dios dice que toda la gloria es para el padre.

Jesús enseño con toda claridad, que toda petición que hagamos debe dirigirse al Padre en el nombre de Jesús. No dijo que le pidiéramos a María, ni siquiera que le pidiéramos a él, lo que dijo fue que le pidiéramos al Padre en su nombre para que el Padre fuera glorificado.
En cuanto le hagas una petición a María, estarás contradiciendo a Jesús y le estarás quitando la gloria al Padre de que te conceda un milagro.

Por favor, deja a un lado todo fanatismo religioso, despójate de las tradiciones y permite que el Espíritu Santo te enseñe toda la verdad.