martes, 19 de julio de 2016

HABLEMOS DE DINERO: LAS OFRENDAS

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Voy a contestar tres preguntas muy importantes en cuanto al dinero. La primera de ellas es ¿Debemos diezmar para no ser maldecidos? La segunda es ¿Podemos hacer pactos económicos con Dios para resolver nuestros problemas?  Y la tercera es ¿Por qué ofrendar?
La respuesta a la primera pregunta es que nadie será maldecido por no diezmar ya que el pago del diezmo fue abolido.  En cuanto a la segunda pregunta, tenemos que contestar que nadie puede pactar con Dios, esa es una mentira de los comerciantes del evangelio, de los  balaames modernos”, diría yo. Y en cuanto a la tercera pregunta, diremos que “no ofrendar” corta las bendiciones de Dios. Hablaremos con detalle de los tres asuntos, hoy  lo haremos en cuanto a las ofrendas:

En Deuteronomio 8:11-14, Dios le dice a su pueblo: “Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus estatutos que yo te ordeno hoy;  no suceda que comas y te sacies, y edifiques buenas casas en que habites,  y tus vacas y tus ovejas se aumenten, y la plata y el oro se te multipliquen, y todo lo que tuvieres se aumente;  y se enorgullezca tu corazón, y te olvides de Jehová tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de servidumbre”.

Dios había liberado a los judíos de la esclavitud de Egipto y los había encaminado hacia la tierra prometida. Antes de entrar a ella, Dios promete vencer a todos sus enemigos, pero primero les advierte que no se olviden de él, que no crean que fueron liberados y que recibirán la tierra prometida por sus propios méritos.

Juan 14:2 En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. 14:3 Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.

De igual manera Jesús te liberó a ti de la esclavitud del pecado, ha ido a prepararte una morada en los cielos y ha prometido venir por ti, pero no puedes olvidarte de él, de hacerlo te arriesgas a que él también se olvide de ti.

1 Corintios 3:8 Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor. 3:9 Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios.

La escritura dice que todos los creyentes, tenemos que colaborar, en la construcción del edificio de Dios, o sea la Iglesia. Uno es el que planta, otro es el que riega y cada uno recibirá su recompensa, conforme a su labor. De una o de otra manera, todos estamos obligados a poner nuestro granito de arena en la edificación  de la iglesia.

1 Corintios 3:15 Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego.

En esa edificación unos sobreedificarán con oro, plata y piedras preciosas que simbolizan la palabra de Dios. Otros sobre edificarán con madera, heno y hojarasca que simbolizan la palabra del hombre (1 Corintios 3:12), y lógicamente que habrá una gran mayoría que no sobreedificará de manera alguna.
Si nuestra obra se quemaré aunque salvos, seremos pasados por fuego ¿Qué es lo que eso significa? Que Jesús no vendrá por ti a la hora de la prueba.
Hay maestros, pastores y evangelistas que se dedican de lleno a la sobre edificación de la iglesia, la cual llevan a cabo a través de la enseñanza del evangelio. ¿Y cómo se mantienen? Solamente hay una manera, a través de las ofrendas de los que no se dedican a esa sobre edificación de manera permanente. Si tu no sobre edificas de manera alguna, lo menos que puedes hacer es colaborar económicamente para ayudar a los que se dedican de lleno a esa sobre edificación.

Corintios 9:4 ¿Acaso no tenemos derecho de comer y beber? 9:5 ¿No tenemos derecho de traer con nosotros una hermana por mujer como también los otros apóstoles, y los hermanos del Señor, y Cefas? 9:6 ¿O sólo yo y Bernabé no tenemos derecho de no trabajar?

Observe la pregunta del apóstol Pablo ¿No tenemos derecho comer y beber como los demás? ¿No tenemos derecho de tener esposa, o un hogar como todos? Por último dice: ¿No tenemos derecho de trabajar? En otras palabras, no nos están dejando trabajar, porque no nos ayudan.
Hay personas que renuncian a sus “trabajos normales” para trabajar en el evangelio, y al poco tiempo deben dejar el evangelio y regresar a sus trabajos normales, porque las pocas ofrendas que les dan no les permiten sobrevivir.
Cuando Dios dice “no te olvides de mí”, lo que está diciendo es “no te olvides de mi iglesia, la que dejé en la tierra para que continúe lo que yo inicié”.
Es nuestra obligación ofrendar para que los que se dedican de lleno al evangelio tengan un hogar y una vida digna. Ellos llevan a cabo el mejor trabajo del universo, que consiste en ayudar a las personas a obtener la vida eterna.

1 Corintios 9:7 ¿Quién fue jamás soldado a sus propias expensas? ¿Quién planta viña y no come de su fruto? ¿O quién apacienta el rebaño y no toma de la leche del rebaño? 9:8 ¿Digo esto sólo como hombre? ¿No dice esto también la ley? 9:9 Porque en la ley de Moisés está escrito: No pondrás bozal al buey que trilla. ¿Tiene Dios cuidado de los bueyes, 9:10 o lo dice enteramente por nosotros? Pues por nosotros se escribió; porque con esperanza debe arar el que ara, y el que trilla, con esperanza de recibir del fruto.

Pablo continúa diciendo. ¿Quién fue soldado y se mantuvo por sí mismo? ¿Quién planta una viña y no come de ella? ¿Quién apacienta un rebaño y no toma de la leche del rebaño? Está escrito en la ley: “no pondrás bozal al buey que trilla”.
Si tienes un buey trabajando y le pones un bozal para que no coma ¿Cómo esperas que trabaje? Pues bien, eso se escribió para nosotros. Cuando no ofrendamos, es como si le estuviéramos tapando la boca al maestro, al pastor o al evangelista, para que no haga su trabajo.

1 Corintios 9:11 Si nosotros sembramos entre vosotros lo espiritual, ¿es gran cosa si segáremos de vosotros lo material? 9:12 Si otros participan de este derecho sobre vosotros, ¿cuánto más nosotros? Pero no hemos usado de este derecho, sino que lo soportamos todo, por no poner ningún obstáculo al evangelio de Cristo. 9:13 ¿No sabéis que los que trabajan en las cosas sagradas, comen del templo, y que los que sirven al altar, del altar participan? 9:14 Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio.

Si nosotros sembramos lo espiritual entre vosotros, tenemos derecho a segar de vosotros lo material. Sin embargo no he usado ese derecho dice Pablo, he soportado aflicciones porque es mi obligación para con Dios. Pero no debe ser así. Así ordenó el Señor: “que los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio”.
Los médicos, los abogados, los científicos, reciben una paga por su salario. ¿Por qué, los que enseñan el evangelio, no van a recibir salario? 
El trabajo de los que enseñan el evangelio, es el trabajo más importante del mundo, ya que tiene que ver con la vida eterna. Cualquier otro trabajo, como el de los abogados y los médicos, aunque muy digno, es para cosas temporales, pero el anunciar el evangelio es para cosas eternas. Pero, si no ofrendamos, les impedimos hacer su trabajo, y muchas almas no serán salvadas.

Gálatas 6:6 El que es enseñado en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye

Dios nos ordena participar de toda cosa buena a quien nos instruye en el evangelio. ¿Cumples con esa orden?  Suponga por un momento,  que te estás cayendo en el cráter de un volcán bien candente y que una persona te rescata. Pues bien, eso es lo que hace el que guía a la salvación. Te rescató de ir a un lago de fuego por toda la eternidad. Piensa en eso y haz lo correcto, la salvación no tiene precio.

Lucas 16:10 El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto.  Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero?  Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro?

La Biblia nos enseña, que si no podemos ser fieles en las cosas pequeñas, no se nos darán responsabilidades grandes. Dios nos ha dado vida, salud, talentos, habilidades, dinero y muchas cosas más. Un día tendremos que darle cuenta de todo lo que Él nos ha entregado. El oír Su voz diciéndonos, “Bien hecho, buen siervo y fiel”, valdrá mucho más que cualquier otra cosa que este mundo nos pueda ofrecer.
Ofrendar es sembrar,  no es tirar el dinero a la basura. Cuando sembramos semillas, no las estamos tirando; sino las estamos sembrando, para poder cosecharlas más tarde. La cantidad de la cosecha, depende de la cantidad que hayamos sembrado.
Dios quiere proveer dinero para que sus siervos prediquen el evangelio ¿Cómo hace Dios esto? Nos da dinero para que de lo que nos da, podamos ofrendar para su obra. Debemos sembrar y segaremos a su tiempo.

2 Corintios 9:8 Poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra.

Cuando ofrendamos, Dios hará que siempre abunde en nosotros, para que continuemos ofrendando, es una cadena de amor y generosidad ¿Qué sucede si no ofrendamos? Se acabará la abundancia porque se corta la cadena.

Lucas 12:16 También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. 12:17 Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? 12:18 Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; 12:19 y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. 12:20 Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? 12:21 Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios.

Al igual que el señor de la anterior parábola, la mayoría de los creyentes piensan en ellos mismos, y se olvidan del reino de Dios. No toman en cuenta, que su vida puede acabarse en cualquier momento, y nada se llevarán, sino el tener que dar cuentas a Dios. Jesús dijo que el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios, de nada le sirve. Ya se le acabará su tiempo. Si somos ricos, debemos serlo también para con Dios, debemos ser buenos mayordomos de todo lo que Dios nos ha dado.

Deuteronomio 16:1 Y ninguno se presentará delante de Jehová con las manos vacías; cada uno con la ofrenda de su mano, conforme a la bendición que Jehová tu Dios te hubiere dado.

Dios nos enseña, que no debemos presentarnos ante él con las manos vacías. Cuando vamos a la congregación, debemos hacerlo con ofrenda en mano, conforme a lo que Dios nos ha dado. ¿Cómo podemos presentar nuestras peticiones, si no ofrendamos? Dios no puede ser burlado.

Proverbios 3:9–10 Honra a Jehová con tus bienes, Y con las primicias de todos tus frutos; Y serán llenos tus graneros con abundancia.

El Señor prometió bendecir con abundancia, al que lo honra con todos sus bienes y con las primicias de todos sus frutos. Si el dinero no te alcanza, si siempre estás en problemas económicos, es posible que sea porque no ofrendas, ya que Dios prometió abundancia para el que ofrenda, y las promesas de Dios siempre son sí y amén en él, porque él siempre cumple sus promesas. 

Malaquías 3:10 Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. 3:11 Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos.

Ya no tenemos que dar diezmos, pero si tenemos que ofrendar. En el viejo Pacto, había que diezmar y ofrendar. En el nuevo Pacto, solamente debemos ofrendar.
Cuando ofrendamos, Dios derrama su bendición sobre nosotros para  que sobreabunde. Pero hay algo más: reprende al devorador. Esto es de suma importancia. Cuando no ofrendamos, le abrimos las puertas de par en par al diablo, para que nos robe las bendiciones de Dios. Cuando ofrendamos, Dios  reprende al diablo y le cierra las puertas. De nosotros depende, que el devorador viva en nuestras casas y negocios.

Mateo 6:19-21 No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan;  sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.

¿Qué significa hacer tesoros en el cielo? Es  cooperar de alguna manera para ganar almas para Cristo. La escritura dice, que a todos los creyentes se nos dio el ministerio de la reconciliación (2 Corintios 5:17-20) y que somos  embajadores en nombre de Cristo. Es como si Dios rogase que le hablemos a los demás de la salvación. Pero, no todos son apóstoles, no todos son maestros, no todos son profetas, no todos hacen milagros (1 Corintios 12:29), pero todos podemos ofrendar, para que los maestros, los pastores, los apóstoles y los profetas puedan hacer su trabajo debidamente. 
No podemos enviar al Cielo nuestro dinero, pero podemos ofrendarlo para la obra de  Dios. Esto es parte de lo que significa hacer tesoros en el Cielo.

Efesios 5:5 Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios.

La persona que no ofrenda, es considerada avara por Dios, y los avaros no tienen herencia en el reino de Dios. Para Dios la avaricia es idolatría, porque el avaro pone su confianza en su cuenta bancaria y no en Dios. El avaro no se desprende de sus riquezas porque su confianza está puesta en ellas. Recordemos la historia del joven rico. Jesús le pidió que se deshiciera de sus riquezas para que lo siguiera, lo estaba probando.
Dios quiere personas desprendidas; Él se desprendió de su propio hijo por amor a nosotros y reconoce nuestro amor hacia él, cuando somos desprendidos, eso, en parte significa tomar la cruz.

¿Cuánto ofrendar?

2 Corintios 9:6-7 Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.

En el Viejo Testamento, las personas estaban obligadas a dar un diez por ciento de sus salarios. En El Nuevo Testamento, Dios no nos pide una suma exacta,  sino que “cada uno como propuso en su corazón”.

Mateo 6:21 Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.  Donde tenemos el corazón allí está nuestro tesoro.

El ofrendar es un asunto del corazón, si nuestro corazón lo tenemos en las cosas materiales de este mundo, moriremos con este mundo, pero si nuestro corazón está en el reino de Dios, las puertas del Reino estarán abiertas para nosotros.
Hay personas que gastan miles en licores, en vestidos y en lujos y le dan limosnas a Dios. Su prioridad son ellos, no están preocupados por el crecimiento de la iglesia, ni por la cosecha de almas, dicen amar a Dios, pero le dan la espalda.
En donde esté nuestro corazón, marcará la diferencia en cuanto al monto ofrendado. Dios no nos obliga a dar un monto, para probarnos. Y según demos, así recibiremos de él: “El que siembra escasamente, segará escasamente”. Dios ama al dador alegre, al que da sin reparos. Al dador alegre, le multiplicará, no hará así con el que da por obligación o necesidad. 
Sea lo que fuere nuestra ofrenda, El Señor desea que se la demos voluntariamente y de todo corazón. Dios no quiere que ofrendemos con tristeza. El porcentaje que demos, depende de cuán agradecidos estemos por las bendiciones de Dios y cuán fuerte sea nuestro deseo de “hacer tesoros en el cielo”.
El millonario hombre de negocios R.G. LeTorneau acostumbraba dar el 90 % de sus ganancias. Un día un periodista le preguntó si era cierto. Él contestó: “yo no doy nada de lo mío porque todo es de Dios, por el contrario, me dejo el 10 % de lo que es de él”.

Marcos 12:43–44 De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca; porque todos han echado de lo que les sobra; pero ésta, de su pobreza, echó todo lo que tenía, todo su sustento

El Señor Jesús dijo lo anterior, cuando en  una ocasión, se sentó en el templo mirando el ofrendar de las personas. Algunos eran ricos y daban mucho. Entonces vino una viuda pobre y echó dos pequeñas monedas de cobre. Estas monedas tenían muy poco valor monetario; sin embargo, a los ojos de Jesús, esta mujer había dado mucho más que todos los que habían ofrendado aquel día. ¿Por qué? Porque ella había dado todo lo que tenía, todo su sustento. Mientras que los ricos dieron de lo que les sobraba, es la proporción, no la cantidad.
Cuando vayas a la congregación, no vayas con las manos vacías, dice el Señor. Recuerda que Jesús va a estar allí (Mateo 18:20), y te observará, como observó a la viuda pobre.
Nadie puede engañar a Dios, él todo lo ve y todo lo sabe. Los que nos engañamos somos nosotros,  ya que nuestra avaricia impide que recibamos las bendiciones de Dios. Y por otro lado,  le abre la puerta al devorador.
Pero, lo peor de todo, es que no ofrendar es darle un golpe bajo a Dios. En lugar de cooperar con la edificación del templo de Dios, al no ofrendar, cooperamos para que el templo de Dios, o sea la iglesia, sea destruida.

1 Corintios 3:17 Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.
Sin ofrendas, las iglesias tienen que ser cerradas, las embajadas de Dios no pueden mantenerse y la enseñanza del evangelio es estorbada. Ya daremos cuentas a Dios. Dura palabra es ésta, pero no es mi palabra, es palabra de Dios.  En nuestra siguiente entrega hablaremos acerca del Diezmo.




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