jueves, 31 de marzo de 2016

LA REDENCIÓN DE RUT

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Es libro de Rut es una historia de amor, tan hermosa, que podría hacerse de ella una telenovela. Sin embargo, es el mensaje de la redención que se oculta tras el relato,  lo que lo convierte en un libro fascinante

Rut 1:1 Aconteció en los días que gobernaban los jueces, que hubo hambre en la tierra. Y un varón de Belén de Judá fue a morar en los campos de Moab, él y su mujer, y dos hijos suyos. 1:2 El nombre de aquel varón era Elimelec, y el de su mujer, Noemí; y los nombres de sus hijos eran Mahlón y Quelión, efrateos de Belén de Judá. Llegaron, pues, a los campos de Moab, y se quedaron allí. 1:3 Y murió Elimelec, marido de Noemí, y quedó ella con sus dos hijos, 1:4 los cuales tomaron para sí mujeres moabitas; el nombre de una era Orfa, y el nombre de la otra, Rut; y habitaron allí unos diez años. 1:5 Y murieron también los dos, Mahlón y Quelión, quedando así la mujer desamparada de sus dos hijos y de su marido.

Estos primeros  versículos nos presentan a los personajes que son la clave del libro. La historia de Rut empieza con un hombre que se llamaba Elimelec, que significa "mi Dios es rey”
Tanto aquí como en cualquier otro libro de la Biblia, no se discute la existencia de Dios, porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa (Romanos 1:20).
El hombre ha sido creado para reconocer su existencia y no hay esperanza para él si no lo hace. Pero Dios no solamente es Dios, sino que es nuestro Rey, porque él gobierna nuestra existencia.
Cuando Romanos 8:1 dice que el que está en Cristo Jesús no anda conforme a la carne sino conforme al Espíritu, lo que está diciendo es que el que está en  Cristo no se gobierna a sí mismo, sino que se deja gobernar por el Espíritu de Dios, porque reconoce que Jehová es su Dios y su Rey, entonces no hace su voluntad sino la voluntad de su Dios y de su Rey.
 Mi Dios es Rey” se casó con una mujer que se llamaba Noemi, que significa "placer”.  Cuando uno ama más al placer que a mi Dios, las cosas toman un camino equivocado. Eso es el espíritu que gobierna este mundo. Es posible que eso sucediera con Elimelec, porque de esa relación nacieron dos hijos: Majlón que quiere decir "enfermo” y Queilón que significa "añoranza”. Lo cierto es que Elimelec se murió y sus hijos se casaron con muchachas moabitas: Rut que significa “belleza” y Orfa que significa "cervatillo” y también significa amor superficial.
Pasaron diez años y Majlón y Queilón también murieron. Cuando "mi Dios es rey se casa con "placer” el resultado es la muerte. Así que en la tierra de Moab mueren estos tres hombres y dejan atrás a tres pobres viudas, con el corazón destrozado.

Ruth 1:6 Entonces se levantó con sus nueras, y regresó de los campos de Moab; porque oyó en el campo de Moab que Jehová había visitado a su pueblo para darles pan. 1:7 Salió, pues, del lugar donde había estado, y con ella sus dos nueras, y comenzaron a caminar para volverse a la tierra de Judá. 1:8 Y Noemí dijo a sus dos nueras: Andad, volveos cada una a la casa de su madre; Jehová haga con vosotras misericordia, como la habéis hecho con los muertos y conmigo. 1:9 Os conceda Jehová que halléis descanso, cada una en casa de su marido. Luego las besó, y ellas alzaron su voz y lloraron, 1:10 y le dijeron: Ciertamente nosotras iremos contigo a tu pueblo. 1:11 Y Noemí respondió: Volveos, hijas mías; ¿para qué habéis de ir conmigo? ¿Tengo yo más hijos en el vientre, que puedan ser vuestros maridos? 1:12 Volveos, hijas mías, e idos; porque yo ya soy vieja para tener marido. Y aunque dijese: Esperanza tengo, y esta noche estuviese con marido, y aun diese a luz hijos, 1:13 ¿habíais vosotras de esperarlos hasta que fuesen grandes? ¿Habíais de quedaros sin casar por amor a ellos? No, hijas mías; que mayor amargura tengo yo que vosotras, pues la mano de Jehová ha salido contra mí. 1:14 Y ellas alzaron otra vez su voz y lloraron; y Orfa besó a su suegra, mas Rut se quedó con ella.

La parte principal de la historia comienza con estas tres viudas. Leemos que Noemi decidió regresar a su tierra en Belén de Judá. Sus dos nueras habían prometido acompañarla a su tierra, pero cuando se pusieron en camino y llegaron más allá de Moab, Orfa no hacía más que quedarse atrás. Por fin Noemi se dio cuenta de que el viaje no le hacía feliz a Orfa, que lo que deseaba era volver a Moab. De modo que Noemi despidió a Orfa con un beso y la envió de vuelta.

Rut 1:15 Y Noemí dijo: He aquí tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y a sus dioses; vuélvete tú tras ella. 1:16 Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios.1:17 Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos.1:18 Y viendo Noemí que estaba tan resuelta a ir con ella, no dijo más.

Noemi le dijo a Rut que se volviera a su pueblo y a sus dioses, al  igual que hizo OrfA. Entonces fue cuando Rut dijo aquellas maravillosas palabras que se dicen al contraer matrimonio: "No me ruegues que te deje y que me aparte de ti; porque a dondequiera que tú vayas, yo iré; y dondequiera que tú vivas, yo viviré. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios."  
En “Belleza” encontramos el verdadero amor y la verdadera fidelidad que no encontramos en “Amor superficial”. Ese amor de Rut es el amor que Dios espera en los creyentes, no el amor superficial que muchos profesan como el de Orfa. En Apocalipsis 2:4 nuestro Señor Jesús se lamenta de aquellos que han dejado el primer amor hacia él, para amar el mundo y el placer. De Jesús se acuerdan únicamente cuando están en dificultades.
De cientos de personas que se convierten a Cristo, muy pocas, al igual que Rut lo seguirán fielmente y vivirán para él; las otras comenzarán a  quedarse atrás y por fin, al igual que Orfa, llegarán a un punto en que dirán: "no puedo seguir adelante, volveré a mi pueblo y a mis dioses”.

Rut 1:19 Anduvieron, pues, ellas dos hasta que llegaron a Belén; y aconteció que habiendo entrado en Belén, toda la ciudad se conmovió por causa de ellas, y decían: ¿No es ésta Noemí? 1:20 Y ella les respondía: No me llaméis Noemí, sino llamadme Mara; porque en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso. 1:21 Yo me fui llena, pero Jehová me ha vuelto con las manos vacías. ¿Por qué me llamaréis Noemí, ya que Jehová ha dado testimonio contra mí, y el Todopoderoso me ha afligido? 1:22 Así volvió Noemí, y Rut la moabita su nuera con ella; volvió de los campos de Moab, y llegaron a Belén al comienzo de la siega de la cebada.

Leemos que caminaron ellas dos hasta que llegaron a Belén. Y aconteció que cuando entraron en Belén, toda la ciudad se conmovió a causa de ellas y decían: ¿No es esta Noemí? Y ella les respondía: No me llaméis Noemí, llamadme Mara, que significa “amargura” porque el Todopoderoso me ha hecho muy amarga mi vida”.
Cuando "mi Dios es rey se casa con "placer éste se convierte en "amargura.  De la amargura del primer capítulo, nos encontramos con la obra de la gracia en el capítulo dos:
Noemí tenía un pariente de su marido, un hombre de buena posición en la familia de Elimelec, el cual se llamaba “Boaz", que significa  "fortaleza”, el cual era un hombre muy rico.
Y Rut la moabita dijo a Noemí: “Permiteme ir al campo para recoger espigas tras aquel ante cuyos ojos yo halle gracia. Y ella le respondió: Ve, hija mía." (Rut 2:2)
Cuando llegaron a Israel Rut y Noemí, se encontraron en una situación de pobreza y no aparentaron otra cosa. De haber hecho eso, se hubieran enfrentado con una catástrofe, pero en lugar de ello, Rut se colocó en su situación de pobreza y fue en busca de gracia y debido a que la buscó, la encontró, Rut era una belleza pero belleza de humildad. Si busca usted gracia con humildad, la encontrará.
Ella fue y espigó en el campo tras los segadores. Y dio la casualidad de que la parcela del campo pertenecía a Boaz, que era de la familia de Elimelec. (Ruth 2:3)
¿Ha descubierto usted alguna vez la "manifestación de la gloria de Dios en su propia vida? ¿Cuántas veces ha pensado usted que las cosas han pasado de manera accidental y luego ha descubierto que ha sucedido por voluntad divina que se hallase usted donde se hallaba?
¿Se acuerda del bajito Zaqueo subido en el sicómoro? (Lucas 19:2) Sucedió que "casualmente” fue el árbol bajo el cual se colocó Jesús. Y el bajito, gordito y calvo Zaqueo, agarrado a la rama del sicómoro, miró hacia abajo y se felicitó a sí mismo porque no quería que nadie se diese cuenta de que tras aquella fachada de hombre de negocios se ocultaba un corazón que buscaba. Y sucedió "casualmente que el Señor Jesús miró hacia arriba, le vio allí, le llamó por su nombre y le dijo que bajase del árbol. ¿Sucedió por casualidad? Jesús sabía su nombre y Zaqueo estaba allí por voluntad divina.
Cuando la mujer de Samaria fue al pozo, sucedió que "por casualidad” fue a la hora del mediodía y se encontró allí a Jesús sentado. (Juan 4:7) ¿Sucedió casualmente 0 por voluntad divina?
Cuando Nicodemo fue a Jesús de noche, casualmente se encontró con que Jesús estaba aún levantado (Juan 3:1). Posiblemente se sorprendería mucho al encontrarle, sin darse cuenta de que el Señor sabía que él iba a ir y le estaba esperando por voluntad divina.
Y a continuación nos encontramos con el maravilloso relato del hombre  que conoce a la muchacha y esa historia nunca pasa de moda, ¿no es cierto? Rut estaba cogiendo espigas en el campo y Boaz la vio y le preguntó a sus obreros: ¿Quién es esa joven? Ellos le dijeron quién era y Boaz fue a conocer a Rut.  (Rut 2:4-6).
No nos dice exactamente cómo sucedió, pero si usa usted su imaginación santificada se dará usted cuenta de que al principio debió resultar un tanto difícil. Ella estaba allí trabajando (recogiendo el grano aquí y allá) cuando se le acerca un hombre atractivo, evidentemente un hombre rico a juzgar por su ropa, y ella baja la vista, no atreviéndose a mirarle directamente.  Él se apoya primero sobre un pie y luego sobre el otro, se aclara la garganta un par de veces y finalmente le dice: "Shalom:

Rut 2:10 Ella entonces bajando su rostro se inclinó a tierra, y le dijo: ¿Por qué he hallado gracia en tus ojos para que me reconozcas, siendo yo extranjera? 2:11 Y respondiendo Booz, le dijo: He sabido todo lo que has hecho con tu suegra después de la muerte de tu marido, y que dejando a tu padre y a tu madre y la tierra donde naciste, has venido a un pueblo que no conociste antes. 2:12 Jehová recompense tu obra, y tu remuneración sea cumplida de parte de Jehová Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte. 2:13 Y ella dijo: Señor mío, halle yo gracia delante de tus ojos; porque me has consolado, y porque has hablado al corazón de tu sierva, aunque no soy ni como una de tus criadas. 2:14 Y Booz le dijo a la hora de comer: Ven aquí, y come del pan, y moja tu bocado en el vinagre. Y ella se sentó junto a los segadores, y él le dio del potaje, y comió hasta que se sació, y le sobró.

Al seguir leyendo este maravilloso capítulo, se encontrará usted con que Boaz da instrucciones a sus hombres de que dejen caer un poco de grano aquí y allí a fin de aumentar la cantidad de espigas que ella está recogiendo en el campo (Rut 2:15-16).
Ella descubre, ante su sorpresa, que los trabajadores son sin duda los más descuidados de todo el reino de Israel, porque se dejan enormes cantidades de grano en la tierra. Cuando regresa a casa esa noche, con el delantal lleno de mazorcas, golpea el trigo y le entrega a Noemí todo un efa, que viene a ser como una cesta entera de cebada.
Noemí la saluda y le pregunta: ¿Dónde has estado trabajando hoy? A lo que Rut le responde: Estuve recogiendo espigas en el campo de un hombre que se llama Boaz. Noemí le respondió: Sea él bendito de Jehová, pues no ha rehusado su bondad ni a los vivos ni a los que han muerto, Él es uno de los parientes que nos pueden redimir. (Rut 2:15-20)
La palabra hebrea para pariente es literalmente "uno que tiene derecho a redimir”, de acuerdo con la ley:

Deuteronomio 25:5 Cuando hermanos habitaren juntos, y muriere alguno de ellos, y no tuviere hijo, la mujer del muerto no se casará fuera con hombre extraño; su cuñado se llegará a ella, y la tomará por su mujer, y hará con ella parentesco. 25:6 Y el primogénito que ella diere a luz sucederá en el nombre de su hermano muerto, para que el nombre de éste no sea borrado de Israel.

Al leer el Capítulo tres, es posible que nos cause la impresión de que Rut se comporta de un modo un tanto inadecuado, pero la verdad es que está actuando de acuerdo a la ley de Israel. Cuando Boaz se tumba junto a su montón de grano, ella va y le destapa los pies y se tumba junto a él. El descubre que allí hay alguien y pregunta quién es. Ella se identifica y entonces él le dice a Rut:

"Jehová te bendiga, hija mía. Esta última acción tuya es mejor que la primera, porque no has ido tras los jóvenes, sean pobres o ricos." (3:10)

De este modo, ella había manifestado que estaba de acuerdo con que él ejerciese su derecho a redimirla, una acción que está perfectamente bien dentro del marco de la ley de Israel, de modo que Boaz le dice:

"Ahora, pues, no temas hija mía. Yo haré por ti, todo lo que tú digas, pues todos en la ciudad saben que eres una mujer virtuosa. Ahora bien, aunque es cierto que yo soy pariente redentor (Rut 3:12)."

Pero Boaz sabía además otra cosa: "hay otro pariente redentor más cercano que yo. Pasa la noche; y cuando sea de día, si él te redime, está bien; que te redima. Pero si él no te quiere redimir, vive Jehová, que yo te redimiré" (Rut 3:11-13)

Hay un obstáculo que es preciso salvar antes de que pueda actuar como redentor. Si pasamos a la primera parte del capítulo cuatro, veremos de qué modo demostró su interés y se libró del obstáculo:
Boaz subió a la puerta de la ciudad y se sentó allí. Y he aquí que pasaba por allí aquel pariente redentor del cual había hablado Boaz, y éste le dijo: Eh, Fulano! ¡Ven acá, y siéntate! Él fue y se sentó. Entonces Boaz tomó a diez hombres de los ancianos de la ciudad y les dijo: Sentaos aquí. Y ellos se sentaron [como testigos]. Entonces dijo al pariente redentor: Noemí, que ha vuelto de los campos de Moab, vende la parte del campo que tuvo nuestro hermano Elimelec. Yo pensé hacértelo saber, y decirte que la adquieras, en presencia de los que están sentados aquí y en presencia de los ancianos de mi pueblo.
Se ha reunido el tribunal. Si quiere redimir, redime. Si no quieres redimir, decláramelo para que yo lo sepa; porque no hay otro que pueda redimir excepto tú, y yo, después de ti. (Rut 4:1-4)
Entonces Boaz habló, jugándose la carta que había guardado en reserva: El mismo día que adquieras el campo de manos de Noemí, deberás también adquirir a Rut la moabita, mujer del difunto, para restaurar el nombre del difunto a su heredad. (Rut 4:5) Cuando su pariente se enteró de aquello dijo: No puedo redimir para mí, no sea que perjudique mi propia heredad. (Rut 4:6)
Cuando el obstáculo fue eliminado, Boaz se ocupó de redimir a Rut: Entonces Boaz dijo a los ancianos y a todo el pueblo: Vosotros sois testigos hoy de que adquiero de mano de Noemí todas las cosas que pertenecieron a Elimelec y todo lo de Quelión y de Majlón." (Rut 4:9)
"y de que también adquiero, para que sea mi mujer, a Rut la moabita, que fuera mujer de Majlón, para restaurar el nombre del difunto a su heredad, a fin de que el nombre del difunto no se borre de entre sus hermanos ni de la puerta de la ciudad. Vosotros sois testigos hoy." (Rut 4:10)
¿Qué representa toda esta historia? Que el Señor Jesús dejó su gloria en el cielo y vino a la tierra como nuestro redentor a morir en la cruz. Compró a toda la humanidad caída y amargada. Cada hombre, mujer y niño en este mundo ha sido redimido ya por la gracia de nuestro Señor Jesucristo. ¿Pero dónde se encontraba Orfa?
Rut estaba dispuesta a aprovechar todo el valor de lo que Boaz había hecho a su favor y también Orfa pudo haberlo disfrutado, pero debido a que regresó a su propio pueblo y a sus propios dioses, no tuvo parte de la herencia.
Aunque Boaz compró toda la herencia de su esposo además de comprar a Rut, Orfa se lo pierde porque se dio la vuelta y regresó de nuevo junto a su propio pueblo y sus propios dioses. Pero acerca de Rut leemos:
Boaz tomó a Rut, y ella fue su mujer. Él se unió a ella, y Jehová le concedió que diera a luz un hijo. Entonces las mujeres decían a Noemí: ¡Alabado sea Jehová, que hizo que no te faltase hoy un pariente redentor! ¡Que su nombre sea celebrado en Israel! El restaurará tu vida y sustentará tu vejez" (Rut 4:13-15)
El niño que habría de nacer de la unión entre la "fortaleza” del redentor y  la "belleza” de la humildad, será un restaurador de la vida. Este es el ministerio de Jesucristo, el que nos restaura la vida: él toma a los muertos y aquellas cosas relacionadas con la muerte en nuestras vidas, y las reemplaza por la vitalidad y la vida. Entonces leemos:

Rut 4:16 Y tomando Noemí el hijo, lo puso en su regazo, y fue su aya. 4:17 Y le dieron nombre las vecinas, diciendo: Le ha nacido un hijo a Noemí; y lo llamaron Obed. Este es padre de Isaí, padre de David. 4:18 Estas son las generaciones de Fares: Fares engendró a Hezrón, 4:19 Hezrón engendró a Ram, y Ram engendró a Aminadab, 4:20 Aminadab engendró a Naasón, y Naasón engendró a Salmón, 4:21 Salmón engendró a Booz, y Booz engendró a Obed, 4:22 Obed engendró a Isaí, e Isaí engendró a David.

Noemí tomó al niño, lo puso en su seno, como cualquier buena abuela,  y fue su aya. Y las vecinas le dieron nombre, diciendo: ¡Un hijo le ha nacido a Noemí! Y le pusieron por nombre Obed, quien fue el padre de Isaí, padre de David y padre del Señor Jesucristo.
Porque está escrito que Cristo fue el hijo de David. Rut es una de las antepasadas del Señor Jesucristo y su nombre es grande en Belén, tal y como las gentes habían anunciado que sería.
El nombre del niño, Obed, quiere decir alabanza, haciendo que nuestra historia sea completa. Cuando Elimelec, "mi Dios es rey” se casó con "placer” cayó en la “amargura” de la muerte.
Pero de esa amargura salió la “belleza” de la humildad, ocupando su lugar como una extranjera destituida, dependiendo del favor de la “fortaleza”, que la redime y la une a sí mismo en matrimonio. Cuando "belleza” se casa con "fortaleza” la casa se llena de "alabanza”. ¿No es esta una imagen maravillosa?
Ahora suponga que después de que Rut fue redimida por la gracia, decide ir al campo a trabajar para procurar su sustento. ¿Cómo cree usted que se sentiría Boaz? Su mujer, a la que él había redimido de la esclavitud y de su situación como extranjera le estaba diciendo: "voy a ir a recoger espigas en los campos como lo hice antes de que me redimieses”.
Eso es exactamente lo que le hacen miles de personas que han sido redimidas, que han sido justificadas, que han sido santificadas (1 Corintios 1:30), que han sido bendecidas con toda bendición espiritual (Efesios 1:3); que buscan ser redimidas, que buscan ser santificadas, que  buscan ser justificadas, que buscan ser bendecidas. Con ello desechan la gracia de Dios; entonces por demás murió Cristo (Gálatas 2:21)
Si comenzamos a andar conforme a esta verdad poderosa y transformadora que Dios nos ha transmitido aquí en el libro de Rut, es decir, que estamos en él y que todo lo hemos recibido en él, no recogeríamos sobras insignificantes.
Si nos diésemos cuenta, nuestras vidas serían transformadas. Y aquellos con los que vivimos en casa serían los primeros que lo verían, luego los que trabajan con nosotros, y aquellos a los que nos encontramos en el curso de nuestras ocupaciones diarias. No pasaría mucho tiempo antes de que todo el mundo supiese que algo nos había sucedido y que hemos comenzado a vivir en la gloria y en la plenitud de una vida redimida.

Gálatas 2:20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.

Recuerda que hemos sido crucificados con Cristo en el bautismo (Romanos 6:3) y ya no tenemos una vida, nuestra vida es ahora de Cristo quien nos amó y se entregó por nosotros en la cruz.
Y, lo que aún vivimos en la carne, lo debemos vivir en la fe del Hijo de Dios, confiando plenamente en Cristo, porque el justo por la fe vivirá (Gálatas 3:11).
La redención de Rut por parte de Boaz, es la imagen de la redención tuya por parte de Cristo. Como lo dijimos al inicio de este estudio,  el que está en Cristo Jesús no anda conforme a la carne sino conforme al Espíritu,  es decir, no se gobierna a sí mismo, sino que se deja gobernar por el Espíritu de Dios, porque reconoce que Jehová es su Dios y su Rey, entonces no hace su voluntad sino la voluntad de su Dios y de su Rey.


viernes, 25 de marzo de 2016

BUSCAR EL REINO DE DIOS

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Las personas son esclavas del trabajo o del estudio, por culpa del ¿Qué comeremos? del ¿Qué beberemos? del ¿Qué vestiremos? o ¿De qué viviremos? Sin embargo Dios nos dice que no nos preocupemos por esas cosas, que busquemos su reino y su justicia y Él se encargará de todas nuestras necesidades (Mateo 6:33). ¿Qué es lo que eso significa?

El diccionario define el verbo “buscar” como 1) “Hacer  lo necesario con el fin de encontrar a alguien o algo”, y  2) “Provocar que una cosa produzca otra”.  De acuerdo con esas definiciones, deberíamos hacer algo para “encontrar” o “provocar” lo que el reino de Dios y su justicia nos ofrecen.

Romanos 14:17 porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.

Además de suplir nuestras necesidades diarias, el reino de Dios nos ofrece justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.

Romanos 1:17 Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.

Esa justicia es por fe y tiene que ver con nuestros pecados. Al encontrar el Reino, somos justificados de todos nuestros pecados, no por obras ni por merecimiento sino por medio de la fe en nuestro Señor Jesucristo.

Efesios 2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 2:9 no por obras, para que nadie se gloríe.

Somos salvos por medio de la fe, no es algo que nos ganamos o que podemos comprar, es por gracia, es un regalo de Dios, no por obras para que nadie se gloríe. Tome en cuenta, que la fe es el camino que nos lleva al Reino de Dios.

Juan 3:3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.

Ahora, si no nacemos de nuevo, ni siquiera podremos ver el Reino. Y ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? Esa fue la pregunta de Nicodemo y de todos los hombres.

Juan  3:5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 3:6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.

Ese nuevo nacimiento es a través del agua y del Espíritu. Las aguas hacen referencia a las aguas del bautismo ¿Cómo lo sabemos?  Porque Jesús dijo en Marcos 16:16: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado”. El apóstol Pablo lo explica de la siguiente manera:

Romanos 6:3 ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? 6:4 Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.

Para nacer de nuevo, primero tenemos que morir. Pero no necesitamos suicidarnos, lo que necesitamos en ingresar a las aguas del bautismo. En el bautismo es sepultado el nacido en la carne (de una madre terrenal) y se da a luz al nacido en el Espíritu (concebido por el Espíritu). “Lo que es nacido de la carne, carne es y lo que  es nacido del Espíritu, espíritu es”, dijo Jesús.

1 Corintios 15:45 Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante. 15:46 Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual.15:47 El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo.15:48 Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales.15:49 Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial.

La Biblia menciona dos hombres, el primero de ellos es Adán es el hombre terrenal y representa a toda la humanidad. El segundo hombre es Cristo, es el hombre espiritual. Todos somos descendientes de Adán, todos estamos en “Adán” o sea que todos estamos en su familia o somos su familia y todos somos la imagen del Adán pecador.
Para poder ser salvos tenemos que ser la imagen de Cristo. Para ello tenemos que darle muerte al hombre que está en Adán:

Hechos 2:38 Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

Al bautizarnos somos perdonados de todos nuestros pecados y recibimos el Espíritu Santo en nuestro espíritu, o sea que somos concebidos por el Espíritu Santo, eso es lo que Jesús llamó nacer del Espíritu. En ese momento recibimos la imagen de Jesús, ya que Dios nos ve en Jesús y aunque pequemos él nos ve tan puros como Jesús porque hemos sido lavados en su sangre.

2 Corintios 5:17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

Al bautizarnos nacemos del agua y del Espíritu, dejamos de estar en Adán para estar en Cristo. Somos nuevas criaturas en Cristo Jesús, criaturas sin pasado y sin culpa porque hemos sido justificados, hemos sido lavados de todos nuestros pecados en las aguas del bautismo (Hechos 22:16).
Esto nos da paz, el segundo ingrediente importante que recibimos al encontrar el Reino de Dios.  Ya no tenemos que preocuparnos por nuestra vida después de la muerte. Tenemos la seguridad de que un día seremos resucitados para vivir eternamente.

Efesios 2:6 y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús.

En el bautismo somos sepultados con Cristo, pero también somos resucitados con Cristo y sentados en lugares celestiales junto a él. Esos lugares celestiales  son lugares por encima  de todo principado, autoridad, poder y señorío, esto es sobre el diablo y sus demonios. Cuando estamos en Adán, somos esclavos del diablo y él tiene autoridad sobre nosotros, pero cuando estamos en Jesús las cosas se invierten, en esos lugares celestiales el diablo pasa a estar bajo nuestros pies (Efesios 1:21). Al creer y bautizarnos hemos sido librados  de la potestad de las tinieblas, y trasladados al reino del amado Hijo de Dios (Colosenses 1:13),

Mateo 6:31 No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? 6:32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.

Una vez en el reino, no tenemos que preocuparnos por nuestras necesidades pues el Señor las suplirá. Eso nos libera del estrés y nos da paz y gozo, gozo en el Espíritu Santo.

VIVIR PARA CRISTO

2 Corintios 5:20 Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.

Pero no se trata solamente de recibir, los que estamos en Cristo tenemos nuestras responsabilidades dentro del Reino. El hecho de que hemos sido salvos no significa que podemos acostarnos en un sillón a ver tele durante todo el día sin importarnos los demás. Dios nos ha nombrado como sus embajadores y nos ruega que hagamos nuestro trabajo de reconciliar a los que aún están en Adán, en otras palabras que edifiquemos:  

1 Corintios 3:14 Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. 3:15 Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego.

Todos tenemos que cooperar en la edificación de la iglesia de Cristo. Cada persona que deje  el reino de las tinieblas y sea parte del reino de Dios es un ladrillo dentro del edificio espiritual que es la iglesia. La búsqueda del Reino de Dios nunca termina, el ingresar al Reino es solo el principio de esa búsqueda.

Ezequiel 3:18 Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano.

Que seamos pasados por fuego, habla de la factura que Dios nos cobrará por  nuestra negligencia de no amonestar a los impíos.  Y si los negligentes están vivos en el momento del arrebato, es posible que no sean tomados en cuenta.

2 Corintios 5:15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.

Debemos tener muy en claro, que Jesús no murió únicamente para salvarnos de la condenación, sino para que vivamos para él, porque somos sus siervos. Como dice el Padrenuestro: "Venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo" (Mateo 6:10). 
Si somos añadidos al reino de Dios, es para hacer la voluntad del Padre, no para seguir haciendo nuestra voluntad. Sin embargo, la mayoría de creyentes creen que pueden seguir haciendo su voluntad.
En el capítulo 13 de Mateo, Jesús dijo que el reino de Dios era como un comerciante que buscaba perlas finas, y cuando encontró la perla de gran precio, vendió todo cuanto poseía para comprarla.
El reino de Dios es esa perla de gran precio y nosotros somos los comerciantes. Esa perla vale todo lo que poseemos, nuestra casa, nuestra cuenta bancaria, nuestros autos, nuestros trabajos, cualquier bien material que poseamos, así como nuestros estudios y nuestra familia. Debemos renunciar a todo lo que poseemos y entregárselo al Señor, de igual manera debemos renunciar a nuestras vidas para vivir para Cristo.

Lucas 9:24 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará.

Jesús dijo que era necesario perder la vida a fin de salvarla. Eso no significa que tenemos que suicidarnos, lo que significa es que el modelo de vida que llevábamos en el reino de este mundo y que consistía en vivir para nosotros mismos, tiene que quedar atrás.
Una vez que ingresamos al reino de Dios, nuestro modelo de vida debe cambiar. Ya no viviremos para nosotros mismos sino para Cristo. El que quiera seguir viviendo para sí mismo, quizás termine perdiendo la vida eterna.
Desdichadamente la gran mayoría de personas que están  en Cristo Jesús, siguen viviendo como si estuvieran en Adán. Siguen aferradas a sus trabajos, a sus estudios, a sus viejas vidas. Creen que asistir una vez a la semana al culto y dar una limosna, eso es vivir para Cristo.
Dolorosamente, la gran mayoría de personas que están en Cristo, siguen gastando el dinero en cosas vanas, se olvidan que su dinero no es de ellos, que su dinero es de Cristo y que deben administrarlo correctamente para que el Edificio que se llama iglesia no se quede en ruinas. Deben entender que si viven para Cristo, su dinero es de Cristo.
La televisión, el cine, los conciertos, los paseos, los partidos de futbol les roban el tiempo que deben dedicar para  testimoniar de Cristo. Se han olvidado que el tiempo no es de ellos, que el tiempo es de Cristo y que ese tiempo es corto.

Efesios 5:31 Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. 5:32 Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia.

El apóstol Pablo comparó el reino de Dios con un matrimonio. Cuando las personas se casan renuncian a sus vidas de solteros. Cuando la mujer se casa, ya no puede irse de fiesta constantemente con sus amigas como lo hacía cuando era soltera.
Cuando la mujer se casa ya no puede hacer lo que le da la gana, tiene un esposo al que debe respetar y dedicarle todo el tiempo posible. Sus padres y su familia pasan a ocupar un segundo lugar porque su marido ocupa el primer lugar, su marido es su primer amor.
De igual manera, los creyentes somos la novia de Cristo. Al unirnos a él, renunciamos a nuestras vidas y a todo lo que tenemos para compartirlo con Cristo. Al unirnos a Cristo y ser una sola carne con él, todo lo que tenemos pasa a ser de él. Si nos unimos a Cristo, le debemos dar todo a él, porque él nos da todo lo que tiene. Nuestras familias y nuestras vidas pasan a ocupar un segundo lugar, porque Cristo se convierte en nuestro primer amor, de no ser así, no hay unión verdadera.

Apocalipsis 2:4 Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. 2:5 Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido.

Tengo contra ti que has dejado el primer amor”, dice Jesús. “Arrepiéntete y haz las primeras obras, para no tener que quitar tu candelero”.

Efesios 2:10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

Esas obras que Dios preparó de antemano, no son obras para salvación, son obras que hacemos  una vez que somos salvos. Esas obras consisten principalmente en hacer la voluntad de Dios que consiste en llevar la verdad del evangelio a todos los hombres para que sean salvos (1 Timoteo 2:3-4).

Apocalipsis 3:16 Ojala fueses frío o caliente. Pero por cuanto eres tibio, te vomitaré de mi boca

¿Cuáles son las cosas que vomitamos? Las que no podemos digerir. Lo que se digiere no se vomita. Los vomitados por Jesús son los que se niegan a ser digeridos por el Señor, los que no quieren "perderse" en Jesucristo”.
En la digestión, lo que se come se desintegra. Al ser digeridos por Cristo, dejamos de ser nosotros mismos. Por eso es que la Biblia nos llama nuevas criaturas (2 Corintios 5:17) ¿Cómo es eso? Suponga que usted se come un bistec. Al ser digerido, el bistec deja de ser bistec y se transforma en piel, músculo o hueso de usted mismo.  Igual sucede cuando somos digeridos por Cristo, dejamos de ser nosotros y nos convertimos en parte del cuerpo de Cristo.
Pero si usted no puede digerir el bistec porque hay algo en el bistec que se lo impide, usted lo vomita y el bistec nunca será parte de su cuerpo.
Eso es lo que pasa con las personas que Cristo vomita. Nunca serán parte del cuerpo de Cristo. Al unirnos a Cristo, nos perdemos en él. ¿Hemos perdido algo? Por el contrario, hemos ganado.  No solamente tenemos una vida mejor aquí, sino que tenemos vida eterna. Esto es lo que significa "el que pierde su vida en mí la salvará, pero el que se quiere salvar de mí, la perderá".
Jesús es el amo que murió por nosotros para rescatarnos de Satanás y del pecado. Los que le hemos entregado todo, nuestros bienes, nuestro trabajo, nuestro tiempo, hemos notado que nuestra vida es mucho más feliz que los más ricos de este mundo.
Desdichadamente, la gran mayoría de creyentes, cuando vuelven del trabajo, piensan en mirar televisión, comer y dormir o irse a la mejenga de futbol. No se les ocurre pensar en el reino de Dios, en invitar a un vecino a su casa para hablarle del evangelio, o en llamar a algún amigo enfermo para saber cómo está y orar con él. Se les olvida que ya no viven para sí mismos sino que viven para servir al Señor.
Cuando llega la semana santa, se preparan para el viaje, para la diversión, no hay tiempo para meditar en la obra de Cristo y aprovechar algo de esa semana para testimoniar de Cristo.
La mayoría de los creyentes tienen una actitud opuesta a la de un siervo. Y si van al culto,  aprovechan para mandarle a Jesús una larga lista de pedidos de cosas que quieren que les haga, como si el Señor fuera el siervo y el creyente el Señor.
Cuando oran dicen: "Señor, voy a salir, cuida mi casa para que no entren ladrones". Si realmente la han entregado la casa al Señor, no tienen de que preocuparse, Él la cuidará, no hace falta pedirle. Otros piden que el Señor les supla, pero no hacen las obras que Dios preparó de antemano para ellos. Si hicieran esas obras, no tendrían de que preocuparse.
Cuando el Señor venga, serás llamado a cuentas. Si no has producido fruto alguno, aunque salvo, serás pasado por fuego. No habrá campo para ti en el rapto. Recuerda la parábola de las vírgenes y entiende que los negligentes no serán tomados en cuenta.
¿Quién es el Señor y quiénes son los siervos? ¿Quién da las órdenes a quién? Los siervos no son los que dan órdenes al Señor, sino los que preguntan: "Señor, ¿qué quieres que yo haga?".
Póngale atención a las oraciones de los creyentes y pregúntese quién está dando las órdenes a quién. Quieren que Dios los satisfaga, pero ellos no están interesados en satisfacer a Dios.
Por otro lado, muchos creyentes creen que las alabanzas sustituyen a las ofrendas. Creen que con sus alabanzas el pastor puede sobrevivir y dedicarse al evangelio. “Dios te bendiga” le dicen al pastor, pero ni a palos se meten la mano al bolsillo. Se les olvida que el dinero que tienen no es de ellos. Tienen la desfachatez de pedirle al Señor que les cumpla sus deseos, cuando le están poniendo bozal al buey que trilla (1 Timoteo 5:18).
En Romanos 12:1, Pablo dice que nuestro verdadero culto es ofrecer “nuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo y agradable a Dios". Es decir, darnos nosotros mismos incondicionalmente a Él para que haga lo que quiera de nosotros, eso es  "perdernos en Él".
Una vez que nosotros nos hemos rendido totalmente a Jesús, y que Él está satisfecho con nosotros, no hay nada que le satisfaga más que le traigamos nuevos discípulos que se rindan totalmente en su presencia. Cuando llevamos a otros a sus pies, le estamos dando su plato favorito: almas.

Lucas 17:10 Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos.

¿Podemos decir que hemos hecho todo cuanto el Señor nos ha mandado? De ser así, somos "Siervos inútiles", porque no hacemos más de lo que se nos manda. ¿Pero realmente hacemos lo que se nos manda? Ni siquiera somos siervos inútiles.
Debemos entender, que nuestra recompensa no es aquí, es en el más allá. Quiera Dios ayudarnos a hacer con alegría aquello que hacen los siervos en su reino. Jesús dijo: "Después que yo haya comido y bebido, entonces comerás y beberás tú".
Ojalá llegue ese día para nosotros y que Jesús nos diga: "Hiciste bien, siervo bueno y fiel. En lo poco has sido fiel; te pondré a cargo de mucho más. Ven a compartir la felicidad de tu señor" (Mateo 25:21).  ¿Pero, cuántos de los millones de creyentes que estamos en Cristo viviremos esa experiencia?