viernes, 25 de marzo de 2016

BUSCAR EL REINO DE DIOS

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Las personas son esclavas del trabajo o del estudio, por culpa del ¿Qué comeremos? del ¿Qué beberemos? del ¿Qué vestiremos? o ¿De qué viviremos? Sin embargo Dios nos dice que no nos preocupemos por esas cosas, que busquemos su reino y su justicia y Él se encargará de todas nuestras necesidades (Mateo 6:33). ¿Qué es lo que eso significa?

El diccionario define el verbo “buscar” como 1) “Hacer  lo necesario con el fin de encontrar a alguien o algo”, y  2) “Provocar que una cosa produzca otra”.  De acuerdo con esas definiciones, deberíamos hacer algo para “encontrar” o “provocar” lo que el reino de Dios y su justicia nos ofrecen.

Romanos 14:17 porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.

Además de suplir nuestras necesidades diarias, el reino de Dios nos ofrece justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.

Romanos 1:17 Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.

Esa justicia es por fe y tiene que ver con nuestros pecados. Al encontrar el Reino, somos justificados de todos nuestros pecados, no por obras ni por merecimiento sino por medio de la fe en nuestro Señor Jesucristo.

Efesios 2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 2:9 no por obras, para que nadie se gloríe.

Somos salvos por medio de la fe, no es algo que nos ganamos o que podemos comprar, es por gracia, es un regalo de Dios, no por obras para que nadie se gloríe. Tome en cuenta, que la fe es el camino que nos lleva al Reino de Dios.

Juan 3:3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.

Ahora, si no nacemos de nuevo, ni siquiera podremos ver el Reino. Y ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? Esa fue la pregunta de Nicodemo y de todos los hombres.

Juan  3:5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 3:6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.

Ese nuevo nacimiento es a través del agua y del Espíritu. Las aguas hacen referencia a las aguas del bautismo ¿Cómo lo sabemos?  Porque Jesús dijo en Marcos 16:16: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado”. El apóstol Pablo lo explica de la siguiente manera:

Romanos 6:3 ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? 6:4 Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.

Para nacer de nuevo, primero tenemos que morir. Pero no necesitamos suicidarnos, lo que necesitamos en ingresar a las aguas del bautismo. En el bautismo es sepultado el nacido en la carne (de una madre terrenal) y se da a luz al nacido en el Espíritu (concebido por el Espíritu). “Lo que es nacido de la carne, carne es y lo que  es nacido del Espíritu, espíritu es”, dijo Jesús.

1 Corintios 15:45 Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante. 15:46 Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual.15:47 El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo.15:48 Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales.15:49 Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial.

La Biblia menciona dos hombres, el primero de ellos es Adán es el hombre terrenal y representa a toda la humanidad. El segundo hombre es Cristo, es el hombre espiritual. Todos somos descendientes de Adán, todos estamos en “Adán” o sea que todos estamos en su familia o somos su familia y todos somos la imagen del Adán pecador.
Para poder ser salvos tenemos que ser la imagen de Cristo. Para ello tenemos que darle muerte al hombre que está en Adán:

Hechos 2:38 Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

Al bautizarnos somos perdonados de todos nuestros pecados y recibimos el Espíritu Santo en nuestro espíritu, o sea que somos concebidos por el Espíritu Santo, eso es lo que Jesús llamó nacer del Espíritu. En ese momento recibimos la imagen de Jesús, ya que Dios nos ve en Jesús y aunque pequemos él nos ve tan puros como Jesús porque hemos sido lavados en su sangre.

2 Corintios 5:17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

Al bautizarnos nacemos del agua y del Espíritu, dejamos de estar en Adán para estar en Cristo. Somos nuevas criaturas en Cristo Jesús, criaturas sin pasado y sin culpa porque hemos sido justificados, hemos sido lavados de todos nuestros pecados en las aguas del bautismo (Hechos 22:16).
Esto nos da paz, el segundo ingrediente importante que recibimos al encontrar el Reino de Dios.  Ya no tenemos que preocuparnos por nuestra vida después de la muerte. Tenemos la seguridad de que un día seremos resucitados para vivir eternamente.

Efesios 2:6 y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús.

En el bautismo somos sepultados con Cristo, pero también somos resucitados con Cristo y sentados en lugares celestiales junto a él. Esos lugares celestiales  son lugares por encima  de todo principado, autoridad, poder y señorío, esto es sobre el diablo y sus demonios. Cuando estamos en Adán, somos esclavos del diablo y él tiene autoridad sobre nosotros, pero cuando estamos en Jesús las cosas se invierten, en esos lugares celestiales el diablo pasa a estar bajo nuestros pies (Efesios 1:21). Al creer y bautizarnos hemos sido librados  de la potestad de las tinieblas, y trasladados al reino del amado Hijo de Dios (Colosenses 1:13),

Mateo 6:31 No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? 6:32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.

Una vez en el reino, no tenemos que preocuparnos por nuestras necesidades pues el Señor las suplirá. Eso nos libera del estrés y nos da paz y gozo, gozo en el Espíritu Santo.

VIVIR PARA CRISTO

2 Corintios 5:20 Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.

Pero no se trata solamente de recibir, los que estamos en Cristo tenemos nuestras responsabilidades dentro del Reino. El hecho de que hemos sido salvos no significa que podemos acostarnos en un sillón a ver tele durante todo el día sin importarnos los demás. Dios nos ha nombrado como sus embajadores y nos ruega que hagamos nuestro trabajo de reconciliar a los que aún están en Adán, en otras palabras que edifiquemos:  

1 Corintios 3:14 Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. 3:15 Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego.

Todos tenemos que cooperar en la edificación de la iglesia de Cristo. Cada persona que deje  el reino de las tinieblas y sea parte del reino de Dios es un ladrillo dentro del edificio espiritual que es la iglesia. La búsqueda del Reino de Dios nunca termina, el ingresar al Reino es solo el principio de esa búsqueda.

Ezequiel 3:18 Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano.

Que seamos pasados por fuego, habla de la factura que Dios nos cobrará por  nuestra negligencia de no amonestar a los impíos.  Y si los negligentes están vivos en el momento del arrebato, es posible que no sean tomados en cuenta.

2 Corintios 5:15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.

Debemos tener muy en claro, que Jesús no murió únicamente para salvarnos de la condenación, sino para que vivamos para él, porque somos sus siervos. Como dice el Padrenuestro: "Venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo" (Mateo 6:10). 
Si somos añadidos al reino de Dios, es para hacer la voluntad del Padre, no para seguir haciendo nuestra voluntad. Sin embargo, la mayoría de creyentes creen que pueden seguir haciendo su voluntad.
En el capítulo 13 de Mateo, Jesús dijo que el reino de Dios era como un comerciante que buscaba perlas finas, y cuando encontró la perla de gran precio, vendió todo cuanto poseía para comprarla.
El reino de Dios es esa perla de gran precio y nosotros somos los comerciantes. Esa perla vale todo lo que poseemos, nuestra casa, nuestra cuenta bancaria, nuestros autos, nuestros trabajos, cualquier bien material que poseamos, así como nuestros estudios y nuestra familia. Debemos renunciar a todo lo que poseemos y entregárselo al Señor, de igual manera debemos renunciar a nuestras vidas para vivir para Cristo.

Lucas 9:24 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará.

Jesús dijo que era necesario perder la vida a fin de salvarla. Eso no significa que tenemos que suicidarnos, lo que significa es que el modelo de vida que llevábamos en el reino de este mundo y que consistía en vivir para nosotros mismos, tiene que quedar atrás.
Una vez que ingresamos al reino de Dios, nuestro modelo de vida debe cambiar. Ya no viviremos para nosotros mismos sino para Cristo. El que quiera seguir viviendo para sí mismo, quizás termine perdiendo la vida eterna.
Desdichadamente la gran mayoría de personas que están  en Cristo Jesús, siguen viviendo como si estuvieran en Adán. Siguen aferradas a sus trabajos, a sus estudios, a sus viejas vidas. Creen que asistir una vez a la semana al culto y dar una limosna, eso es vivir para Cristo.
Dolorosamente, la gran mayoría de personas que están en Cristo, siguen gastando el dinero en cosas vanas, se olvidan que su dinero no es de ellos, que su dinero es de Cristo y que deben administrarlo correctamente para que el Edificio que se llama iglesia no se quede en ruinas. Deben entender que si viven para Cristo, su dinero es de Cristo.
La televisión, el cine, los conciertos, los paseos, los partidos de futbol les roban el tiempo que deben dedicar para  testimoniar de Cristo. Se han olvidado que el tiempo no es de ellos, que el tiempo es de Cristo y que ese tiempo es corto.

Efesios 5:31 Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. 5:32 Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia.

El apóstol Pablo comparó el reino de Dios con un matrimonio. Cuando las personas se casan renuncian a sus vidas de solteros. Cuando la mujer se casa, ya no puede irse de fiesta constantemente con sus amigas como lo hacía cuando era soltera.
Cuando la mujer se casa ya no puede hacer lo que le da la gana, tiene un esposo al que debe respetar y dedicarle todo el tiempo posible. Sus padres y su familia pasan a ocupar un segundo lugar porque su marido ocupa el primer lugar, su marido es su primer amor.
De igual manera, los creyentes somos la novia de Cristo. Al unirnos a él, renunciamos a nuestras vidas y a todo lo que tenemos para compartirlo con Cristo. Al unirnos a Cristo y ser una sola carne con él, todo lo que tenemos pasa a ser de él. Si nos unimos a Cristo, le debemos dar todo a él, porque él nos da todo lo que tiene. Nuestras familias y nuestras vidas pasan a ocupar un segundo lugar, porque Cristo se convierte en nuestro primer amor, de no ser así, no hay unión verdadera.

Apocalipsis 2:4 Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. 2:5 Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido.

Tengo contra ti que has dejado el primer amor”, dice Jesús. “Arrepiéntete y haz las primeras obras, para no tener que quitar tu candelero”.

Efesios 2:10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

Esas obras que Dios preparó de antemano, no son obras para salvación, son obras que hacemos  una vez que somos salvos. Esas obras consisten principalmente en hacer la voluntad de Dios que consiste en llevar la verdad del evangelio a todos los hombres para que sean salvos (1 Timoteo 2:3-4).

Apocalipsis 3:16 Ojala fueses frío o caliente. Pero por cuanto eres tibio, te vomitaré de mi boca

¿Cuáles son las cosas que vomitamos? Las que no podemos digerir. Lo que se digiere no se vomita. Los vomitados por Jesús son los que se niegan a ser digeridos por el Señor, los que no quieren "perderse" en Jesucristo”.
En la digestión, lo que se come se desintegra. Al ser digeridos por Cristo, dejamos de ser nosotros mismos. Por eso es que la Biblia nos llama nuevas criaturas (2 Corintios 5:17) ¿Cómo es eso? Suponga que usted se come un bistec. Al ser digerido, el bistec deja de ser bistec y se transforma en piel, músculo o hueso de usted mismo.  Igual sucede cuando somos digeridos por Cristo, dejamos de ser nosotros y nos convertimos en parte del cuerpo de Cristo.
Pero si usted no puede digerir el bistec porque hay algo en el bistec que se lo impide, usted lo vomita y el bistec nunca será parte de su cuerpo.
Eso es lo que pasa con las personas que Cristo vomita. Nunca serán parte del cuerpo de Cristo. Al unirnos a Cristo, nos perdemos en él. ¿Hemos perdido algo? Por el contrario, hemos ganado.  No solamente tenemos una vida mejor aquí, sino que tenemos vida eterna. Esto es lo que significa "el que pierde su vida en mí la salvará, pero el que se quiere salvar de mí, la perderá".
Jesús es el amo que murió por nosotros para rescatarnos de Satanás y del pecado. Los que le hemos entregado todo, nuestros bienes, nuestro trabajo, nuestro tiempo, hemos notado que nuestra vida es mucho más feliz que los más ricos de este mundo.
Desdichadamente, la gran mayoría de creyentes, cuando vuelven del trabajo, piensan en mirar televisión, comer y dormir o irse a la mejenga de futbol. No se les ocurre pensar en el reino de Dios, en invitar a un vecino a su casa para hablarle del evangelio, o en llamar a algún amigo enfermo para saber cómo está y orar con él. Se les olvida que ya no viven para sí mismos sino que viven para servir al Señor.
Cuando llega la semana santa, se preparan para el viaje, para la diversión, no hay tiempo para meditar en la obra de Cristo y aprovechar algo de esa semana para testimoniar de Cristo.
La mayoría de los creyentes tienen una actitud opuesta a la de un siervo. Y si van al culto,  aprovechan para mandarle a Jesús una larga lista de pedidos de cosas que quieren que les haga, como si el Señor fuera el siervo y el creyente el Señor.
Cuando oran dicen: "Señor, voy a salir, cuida mi casa para que no entren ladrones". Si realmente la han entregado la casa al Señor, no tienen de que preocuparse, Él la cuidará, no hace falta pedirle. Otros piden que el Señor les supla, pero no hacen las obras que Dios preparó de antemano para ellos. Si hicieran esas obras, no tendrían de que preocuparse.
Cuando el Señor venga, serás llamado a cuentas. Si no has producido fruto alguno, aunque salvo, serás pasado por fuego. No habrá campo para ti en el rapto. Recuerda la parábola de las vírgenes y entiende que los negligentes no serán tomados en cuenta.
¿Quién es el Señor y quiénes son los siervos? ¿Quién da las órdenes a quién? Los siervos no son los que dan órdenes al Señor, sino los que preguntan: "Señor, ¿qué quieres que yo haga?".
Póngale atención a las oraciones de los creyentes y pregúntese quién está dando las órdenes a quién. Quieren que Dios los satisfaga, pero ellos no están interesados en satisfacer a Dios.
Por otro lado, muchos creyentes creen que las alabanzas sustituyen a las ofrendas. Creen que con sus alabanzas el pastor puede sobrevivir y dedicarse al evangelio. “Dios te bendiga” le dicen al pastor, pero ni a palos se meten la mano al bolsillo. Se les olvida que el dinero que tienen no es de ellos. Tienen la desfachatez de pedirle al Señor que les cumpla sus deseos, cuando le están poniendo bozal al buey que trilla (1 Timoteo 5:18).
En Romanos 12:1, Pablo dice que nuestro verdadero culto es ofrecer “nuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo y agradable a Dios". Es decir, darnos nosotros mismos incondicionalmente a Él para que haga lo que quiera de nosotros, eso es  "perdernos en Él".
Una vez que nosotros nos hemos rendido totalmente a Jesús, y que Él está satisfecho con nosotros, no hay nada que le satisfaga más que le traigamos nuevos discípulos que se rindan totalmente en su presencia. Cuando llevamos a otros a sus pies, le estamos dando su plato favorito: almas.

Lucas 17:10 Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos.

¿Podemos decir que hemos hecho todo cuanto el Señor nos ha mandado? De ser así, somos "Siervos inútiles", porque no hacemos más de lo que se nos manda. ¿Pero realmente hacemos lo que se nos manda? Ni siquiera somos siervos inútiles.
Debemos entender, que nuestra recompensa no es aquí, es en el más allá. Quiera Dios ayudarnos a hacer con alegría aquello que hacen los siervos en su reino. Jesús dijo: "Después que yo haya comido y bebido, entonces comerás y beberás tú".
Ojalá llegue ese día para nosotros y que Jesús nos diga: "Hiciste bien, siervo bueno y fiel. En lo poco has sido fiel; te pondré a cargo de mucho más. Ven a compartir la felicidad de tu señor" (Mateo 25:21).  ¿Pero, cuántos de los millones de creyentes que estamos en Cristo viviremos esa experiencia?












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