lunes, 2 de octubre de 2017

EL ESPIRITU DE ESAU

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Hay un pasaje bíblico que llama mucho la atención, se encuentra en  Romanos 9:13 y dice literalmente: “Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí” ¿Cómo es posible que un Dios de amor aborrezca a alguien? ¿Es posible amar y aborrecer? La respuesta es sí, Dios no solo ama, Dios es amor, su amor es tan grande que estuvo dispuesto a enviar a su hijo a morir por nosotros: Sin embargo, hay algo que Dios no soporta, hay algo que Dios no perdona, hay algo que es aborrecible para él.
Dicen las Santas escrituras que hubo dos hermanos gemelos, uno se llamaba Jacob y el otro se llamaba Esaú, y está escrito que Dios amó a uno y aborreció al otro aún antes de nacer, sin que hubieran hecho bien ni mal (Romanos 9:11). A nuestra manera de ver las cosas, pareciera que tenemos un Dios injusto, pero no hay injusticia en Dios. Está escrito en el libro de Malaquías que Dios nos aborrece porque nosotros lo aborrecemos primero.
De acuerdo con el diccionario el verbo aborrecer significa rechazo hacia algo o alguien,  también es antipatía o animosidad.
Si Dios nos rechaza es porque nosotros lo rechazamos primero, porque en él no hay injusticia. Esto lo podemos ver claramente en su ley:

Éxodo 20:3 No tendrás dioses ajenos delante de mí. 20:4 No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. 20:5 No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, 20:6 y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.

Aquí vemos que Dios visitará la maldad hasta cuatro generaciones de aquellos que lo aborrecen ¿Cómo lo aborrecen? Cuando los hombres se inclinan ante las imágenes y les dan honra, Dios se siente despreciado, traicionado y aborrecido y entonces reacciona con aborrecimiento, haciendo que haya maldad en las familias.

Malaquías 1:2 Yo os he amado, dice Jehová; y dijisteis: ¿En qué nos amaste?
Ese es siempre el mensaje que Dios envía a través de los profetas: "Yo os he amado” y lo asombroso es que los hijos de Israel responden: "¿En qué nos has amado?
Aquí tenemos, por un lado, a Dios derramando su amor, y por otro lado, a un pueblo insensible, que se han vuelto indiferente, y que no reacciona frente al amor de Dios, más bien son capaces de preguntar “¿En qué nos ha amado?

Malaquías ¿No era Esaú hermano de Jacob? dice Jehová. Y amé a Jacob, 1:3 y a Esaú aborrecí, y convertí sus montes en desolación, y abandoné su heredad para los chacales del desierto. 1:4 Cuando Edom dijere: Nos hemos empobrecido, pero volveremos a edificar lo arruinado; así ha dicho Jehová de los ejércitos: Ellos edificarán, y yo destruiré; y les llamarán territorio de impiedad, y pueblo contra el cual Jehová está indignado para siempre. 1:5 Y vuestros ojos lo verán, y diréis: Sea Jehová engrandecido más allá de los límites de Israel.

Dios les recuerda a los judíos que los ama desde los tiempos de su padre Jacob. Y aclara que aborreció a Esaú, lo desoló y lo desheredó con justa causa. Lo que les está diciendo es: “Si quieren entender mi amor, tomen en cuenta la historia de Esaú y compárenla con la de Jacob”.
El hecho de que Dios aborreciera a Esaú desde que estaba en el vientre de su madre produce inquietud a muchas personas, porque se olvidan que Dios puede ver el futuro. Él sabía que Esaú despreciaría la primogenitura, tal y como sucedió, tratando a Dios con absoluta indiferencia e irrespeto (Hebreos 12:16).
Aquellas cosas que Dios consideraba de gran valor, Esaú las consideraba triviales y las trataba de ese modo, razón suficiente para que Dios lo aborreciera. Al igual que Esaú muchos creyentes están siendo aborrecidos por el Dios de amor, debido a que tienen el espíritu de Esaú.
En cambio, Dios amó a Jacob porque Jacob si le dio a Dios su lugar, siempre estuvo interesado en sus cosas  y hasta hizo uso de la carne para conseguir su objetivo.
Es probable que si hubiésemos conocido a Jacob y a Esaú, hubiésemos querido a Esaú y no a Jacob, porque Jacob era un manipulador, un trinquetero, y no merecía ninguna confianza. Mientras que Esaú era el hombre sincero, que se mostraba como era, sin engaños ni manipulaciones.
Pero si nos ponemos en el lugar de un Padre en relación con el hijo, como es el caso de Dios con Esaú, amaríamos a Jacob y no a Esaú, porque Esaú despreciaba, ignoraba y no le daba su lugar al Padre celestial, mientras que en Jacob había un gran anhelo y ansia por honrarlo.
El mensaje de Dios a los hijos de Israel a través de Malaquías, es un mensaje que como un eco resuena hoy en día, para un pueblo cristiano que no responde al amor de Dios, que no lo honra debidamente y que lo ve con indiferencia al punto de retarlo a que lo aborrezca, es un pueblo con el espíritu de Esaú.
Dios ha puesto al frente de nosotros dos caminos: el camino del amor y el camino del aborrecimiento y nosotros escogemos voluntariamente el camino que queremos seguir.
En Malaquías vemos como Dios acusa a los hijos de Israel de tener el espíritu de Esaú: “El hijo honra al padre, y el siervo a su señor”, dice Jehová. “Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor? Ustedes menosprecian mi nombre”. Y ellos le responden descaradamente: “¿En qué hemos menospreciado tu nombre?” El Señor se los dice claramente: "En que ofrecéis sobre mi altar pan indigno. Y menosprecias mi mesa ofreciendo los animales cojos o enfermos. Honren a un príncipe de esa manera a ver si se agrada de ustedes” (Malaquías 1:6-7)
Le ofrecían a Dios la basura, lo contaminado, los desperdicios y preguntaban ¿En qué te hemos menospreciado?
Ese espíritu de Esaú lo vemos constantemente en los creyentes actuales. La mayoría menosprecian a Dios y le ofrecen de lo que les sobra, en tiempo, en ofrendas, en honra, en todo. Y a pesar de todo, se jactan diciendo que aman al Señor cuando lo están aborreciendo.

Malaquías 1:9 Ahora, pues, orad por el favor de Dios, para que tenga piedad de nosotros. Pero ¿cómo podéis agradarle, si hacéis estas cosas? dice Jehová de los ejércitos. 1:10 ¿Quién también hay de vosotros que cierre las puertas o alumbre mi altar de balde? Yo no tengo complacencia en vosotros, dice Jehová de los ejércitos, ni de vuestra mano aceptaré ofrenda. 1:11 Porque desde donde el sol nace hasta donde se pone, es grande mi nombre entre las naciones; y en todo lugar se ofrece a mi nombre incienso y ofrenda limpia, porque grande es mi nombre entre las naciones, dice Jehová de los ejércitos. 1:12 Y vosotros lo habéis profanado cuando decís: Inmunda es la mesa de Jehová, y cuando decís que su alimento es despreciable. 1:13 Habéis además dicho: ¡Oh, qué fastidio es esto! y me despreciáis, dice Jehová de los ejércitos; y trajisteis lo hurtado, o cojo, o enfermo, y presentasteis ofrenda. ¿Aceptaré yo eso de vuestra mano? dice Jehová.

Oren, dice Jehová, para que tenga piedad de ustedes. Yo soy el rey de Reyes y Señor de señores y no voy a aceptar sus despreciables ofrendas”.  Dios espera que le demos la gloria a él y su Hijo a través de nuestro servicio, a través de la adoración y a través del partimiento del pan, en el cual recordamos la muerte y la segunda venida de nuestro Señor Jesús.
Sin embargo, en las congregaciones casi no comparten el partimiento del pan. En algunas lo comparten pero cambian el vino por jugo de uva o por lo que se les ocurre. Y en lugar de pan sin levadura comparten cualquier otro pan.
En nuestras congregaciones el espíritu de Esaú es notable en ese desprecio por las cosas de Dios, tal y como lo hacían los hijos de Israel de la época de Malaquías.  La adoración  y la alabanza han sido cambiadas por la música motivacional, como si nos reuniéramos para dar la honra a los hombres. Ya no se enseña la palabra de Dios, ésta ha sido cambiada por las doctrinas, han cambiado el cielo por la tierra.  Y la mayoría de los creyentes no viven para Cristo ni le sirven en lo más mínimo. Creen que con asistir al culto una vez a la semana ganan almas para Cristo.
Estos son siempre los síntomas del espíritu de Esaú en un pueblo que cree que Dios tiene que aceptar “esos cambios” porque según ellos “los tiempos han cambiado”.
El primero y grande mandamiento de Dios es: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente (Mateo 22:37) y ese amor se demuestra en la manera en que lo honramos y le servimos.
En Malaquías vemos a un pueblo que se ha visto rodeado por el amor de Dios y que han recibido su gracia durante siglos, a pesar de lo cual sus ojos se han vuelto tan ciegos que ni siquiera pueden darse cuenta de que le están ofendiendo e insultando con lo que están haciendo. El motivo  por qué les sucede esto es que el amor que sentían hacia Dios ha desaparecido.

Malaquías 1:14 Maldito el que engaña, el que teniendo machos en su rebaño, promete, y sacrifica a Jehová lo dañado. Porque yo soy Gran Rey, dice Jehová de los ejércitos, y mi nombre es temible entre las naciones.

Maldito es todo aquel que teniendo para darme lo mejor, me da lo peor”, ha dicho Jehová. Los creyentes creen que pueden engañar a un Dios que todo lo ve, dándole miserias y luego se preguntan ¿Por qué me pasa esto? Lo que pasa es que un Padre despreciado les ha quitado la protección.
Dios los amenaza con maldecirlos si no lo honran debidamente. “Maldeciré vuestras bendiciones y aún las he maldecido, porque no se han decidido de corazón, ha dicho el Señor” (Malaquías 2:1-2).
El Señor no va a maldecir al que le entregó su vida para servirle, a éste lo bendice con toda bendición espiritual en los lugares celestiales (Efesios 1:3), pero el que no le entrega su vida para servirle de corazón, no  puede esperar bendiciones, sino todo lo contrario.
Si te bautizaste para no ir al infierno al morir, pero en tu corazón no decidiste vivir para Cristo y amar a Dios con toda tu alma, con todo tu corazón y con toda tu mente, tu bautizo pudo ser en vano, recuerda que Dios ve tu corazón.

Malaquías 2:11 Prevaricó Judá, y en Israel y en Jerusalén se ha cometido abominación; porque Judá ha profanado el santuario de Jehová que él amó, y se casó con hija de dios extraño.

Luego viene el reclamo de Dios para aquellos que se han unido en yugo desigual con los incrédulos o idólatras (2 Corintios 6:14), profanando el santuario. Dios no es elitista ni nacionalista, él ordenó a los hijos de Israel que no tuvieran mujeres que no fueran de su pueblo para evita que fueran contaminados con las religiones de esas mujeres, tal y como sucedió con el Rey Salomón.
Hoy, Dios no quiere que te contamines con mujeres que veneran santos y vírgenes, él quiere toda la adoración para sí y para su hijo Jesucristo. Las religiones usan excusas y razonamientos para hacer que los fieles se aparten del camino y caigan en la idolatría, tal y como  estaba sucediendo en la época del profeta (Malaquías 2:8) pero Dios no acepta ninguna excusa, él ha dicho claramente que no pasará por alto que nos inclinemos ante las imágenes y les demos honra (Éxodo 20:4-5).
Dios quiere una descendencia para él (Malaquías 2:15) y eso no se da cuando nos casamos con creyentes que veneran otros dioses. Además, eso trae conflictos y divorcios y Dios aborrece el divorcio (Malaquías 2:16).
Suena como algo que sucede actualmente ¿no es cierto? Malaquías tuvo que realizar su ministerio en una nación en la que el divorcio estaba muy extendido y más que eso, entre una sociedad en la que la confusión moral y el cinismo imperaban.
El profeta dice: “Habéis agotado al Señor con vuestras palabras”. Ellos se sienten asombrados ante esta acusación y dicen "¿En qué le cansamos?" La respuesta es bastante contundente: "En que decís: Cualquiera que hace mal agrada a Jehová, y en los tales se complace; o si no, ¿dónde está el Dios de justicia?" (Malaquías 2:17).
Cualquier comparación con nuestra época es coincidencia. Vivimos en una época en que no se critica la inmoralidad sexual ni los malos hábitos, por el contrario se complacen  en ellos y se tilda de inadaptado o de homofóbico al que no acepta esas desviaciones.  Se habla del amor de Dios para justificar todas esas cosas, pero eso no es así, si bien Dios es amor, también es fuego consumidor, Dios ama al que lo ama, pero aborrece al que teniendo el espíritu de Esaú, lo desprecia.
Hace un tiempo leí en una revista un artículo que sugería que la obscenidad, la pornografía, y el lenguaje vulgar debían expresarse libremente. Que no era correcto suprimir esa clase de lenguaje o censurarlo en nuestra literatura.
Otro artículo decía que la disciplina de los padres era algo malo, que perjudica a los hijos y acaba con su incentivo, eliminando su habilidad para desarrollarse debidamente.  Cosas así reflejan claramente la confusión moral de nuestros días y esto es siempre el resultado de una nación que tiene el espíritu de Esaú.
Los hijos de Israel preguntaban (Malaquías 2:17): "¿Dónde está el Dios de la justicia?" dando por un hecho que Dios es justo y debía aceptar todas sus ofensas y barbaridades. Ese es el Dios de amor que se está predicando en las iglesias. Y ¿Dónde está el Dios del juicio?
Como vemos, creemos que todo esto es nuevo, pero incluso cuatrocientos años antes de Cristo, ya sucedían estas cosas.
A continuación, Malaquías eleva sus ojos y ve que el corazón de este pueblo está tan endurecido que ni siquiera reacciona frente a las acusaciones que le hace Dios.
No eran conscientes de que estaban sucediendo estas cosas porque no tenían punto de comparación. Así que el profeta, mirando el futuro dice: "He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Malaquías 3:1).
El profeta está hablando de la primera venida de Jesús, que se cumple de manera maravillosa en el Nuevo Testamento. Jesús vino a hablar del amor del Señor, vino a ofrecernos el reino de Dios y su perdón.
Luego agrega: “¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿O quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores. Y se sentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia”. (Malaquías 3:2-3).
Ahora el profeta habla de la segunda venida de Jesús. Ya Jesús no vendrá como el Dios de Amor, ya no vendrá como el Dios perdonador, sino como fuego purificador, Jesús vendrá a traer juicio sobre la tierra:

Malaquías 3:5 Y vendré a vosotros para juicio; y seré pronto testigo contra los hechiceros y adúlteros, contra los que juran mentira, y los que defraudan en su salario al jornalero, a la viuda y al huérfano, y los que hacen injusticia al extranjero, no teniendo temor de mí, dice Jehová de los ejércitos.

Luego dice “Porque yo no cambio, no han sido consumidos”, es decir, porque soy un Dios de amor y de misericordia, no los he destruido. "¡Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros! ha dicho JEHOVA de los Ejércitos." Y el pueblo dice: "¿En qué hemos de volver?” Mediante esta respuesta dejan muy claro la ceguera de sus corazones.
Entonces Dios les dice: "Me estáis robando”, a lo que ellos contestaron: "¿De qué modo te estamos robando?” La respuesta de Dios es: "¡En los diezmos y en las ofrendas! Toda la nación me está robando”, es decir, se están dejando el dinero del diezmo y de las ofrendas que me pertenece, “malditos sois con maldición” (Malaquías 3:6-9).
Cuando los hijos de Israel conquistaron la tierra prometida, Dios le dijo a Josué que no le diera tierras a la tribu de Leví, porque esta tribu estaría dedicada al sacerdocio y no podría labrar la tierra. Le dijo que repartiera esa tierra entre las demás tribus con la condición de que cada tribu debía dar el diezmo de lo que esas tierras produjeran para la manutención de los sacerdotes levitas. 
Eso es como si yo le dono a usted un edificio con la condición de que usted me devuelva el diez por ciento de los alquileres. Si usted no me da ese diez por ciento me estaría robando y eso era lo que estaba pasando con los hijos de Israel.
Dios dice: "Cuando hacéis eso, me estáis robando”, se refiere al derecho de usar ese diezmo en su causa y para sus propósitos.  Ahora bien, en muchas congregaciones actuales usan este versículo para obligar a los fieles a diezmar, pero eso es distorsionar el sentido. Esa obligación era exclusiva para Israel, el sacerdocio fue abolido y con la abolición del sacerdocio fue abolido el pago del diezmo (Hebreos 7:18).
Hoy en día no tenemos que diezmar, pero sí tenemos que ofrendar  para el mantenimiento de las personas que enseñan la palabra de Dios y que de esa manera los propósitos de Dios de expandir el evangelio se sigan cumpliendo.
Es muy posible que todos nosotros como cristianos seamos muy superficiales en cumplir con nuestras obligaciones, y le estemos robando a Dios en las ofrendas.

2 Corintios 9:7 Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. 9:8 Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra;

En el Viejo Testamento, los hijos de Israel debían dar el diezmo de lo que producían. En el Nuevo Testamento, Dios no establece un monto concreto, sino que él prueba nuestros corazones. El ama al dador alegre, aquel que se desprende de una suma justa para la causa de Dios, y lo hace con alegría.
Además, prueba nuestra fe cuando dice que él es poderoso para hacer que abunde toda gracia en los dadores alegres, haciendo que tengan siempre lo suficiente y les abunde para toda buena obra. Aquel que tiene el espíritu de Esaú no da con alegría.
A los hijos de Israel, Dios les dijo: “pruébenme. Traigan sus diezmos y verán que abriré las ventanas de los cielos y serán bendecidos hasta que sobreabunde. Reprenderé al devorador y su tierra dejará de ser estéril y todas las naciones dirán que son bienaventurados” (Malaquías 3:10-11)
De igual manera, hoy Dios abre las puertas de los cielos para aquel que ofrenda con alegría, pero permite que el devorador haga su parte en aquellos que lo desprecian y aborrecen.

1 Timoteo 5:17 Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar. 5:18 Pues la Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla; y: Digno es el obrero de su salario.

La palabra de Dios ordena que los que trabajan en predicar y enseñar el evangelio, sean tenidos por dignos de doble honor, pues el obrero es digno de un salario y ellos son obreros de Dios.
No pondrás bozal al buey que trabaja”, dice Dios, y eso es lo que hacemos cuando no ofrendamos debidamente, le impedimos al que predica o enseña que se dedique totalmente a ello, favoreciendo de esa manera al reino de las tinieblas.
Los que tienen el espíritu de Esaú piensan en sus vidas, en sus propósitos y desprecian los propósitos de Dios, esa es la razón por la cual no ofrendan.

Malaquías 3:13 Vuestras palabras contra mí han sido violentas, dice Jehová. Y dijisteis: ¿Qué hemos hablado contra ti? 3:14 Habéis dicho: Por demás es servir a Dios. ¿Qué aprovecha que guardemos su ley, y que andemos afligidos en presencia de Jehová de los ejércitos? 3:15 Decimos, pues, ahora: Bienaventurados son los soberbios, y los que hacen impiedad no sólo son prosperados, sino que tentaron a Dios y escaparon.

Dios acusa a los hijos de Israel, de que hablan contra él, considerando que no reciben ningún beneficio en servirle, que el beneficio lo reciben los impíos, que éstos no solo son prosperados, sino que tientan a Dios y escapan.
Suena como una frase conocida ¿No es cierto? “Bueno, hace años que sirvo al Señor y aún no le he sacado ningún provecho. Es más bendecido el narcotraficante del frente que yo”.
Estos pensamientos definen al creyente que  cree que Dios existe para el hombre y no el hombre para Dios, lo cual es una verdadera blasfemia.  A los creyentes se les olvida que es su obligación vivir para Cristo porque Cristo murió por ellos (2 Corintios 5:15). 
Se les olvida que Jesús sufrió la humillación y el dolor del calvario para el perdón de todos nuestros pecados. Se les olvida que el único tesoro que vale es que hacemos en el cielo y no en la tierra, y de esa manera le mostramos a Dios dónde está nuestro corazón (Mateo 6:19-21)

Malaquías 3:16 Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su nombre. 3:17 Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día en que yo actúe; y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le sirve. 3:18 Entonces os volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve.

Pero gracias a Dios que hay un pequeño remanente que teme a Dios y llevan el evangelio a sus compañeros. Sus memorias están escritas en un libro y son para Jehová un especial tesoro, son los que disciernen entre lo justo y lo malo, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve ¿No quieres ser un especial tesoro para Dios?
Por último, el profeta eleva sus ojos nuevamente hacia el futuro para ver la segunda venida de Cristo, cuando se cumplirá todo el programa de Dios:
 Porque he aquí viene el día ardiente como un horno, y todos los arrogantes y todos los que hacen maldad serán como paja. Aquel día que vendrá los quemará y no les dejará ni raíz ni rama, ha dicho JEHOVA de los Ejércitos. Pero para vosotros, los que teméis mi nombre, nacerá el sol de justicia y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada" (Malaquías 4:1-2).
Cuando Cristo venga, todos aquellos que tienen el espíritu de Esaú, aquellos arrogantes que lo despreciaron serán quemados: Pero para aquellos que le entregaron su vida, habrá sanidad.

El espíritu de Dios que derrama su amor en nuestros corazones (Romanos 5:5) para que le sirvamos con alma, vida y corazón tiene que venir sobre aquellos que tienen el espíritu de Esaú para que puedan ser amados y no aborrecidos. 



1 comentario:

  1. Excelente estudio waoooo me
    Me edificò mucho , me enseñó mucho gracias k sea el Señor dándoles más sabiduría de lo alto .. Dios les continué bendiciendo sus vidas espiritual y física en el nombre de Jesús 🙏🙏

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