martes, 27 de diciembre de 2016

NO DECRETES, ES VANIDAD

Descarga pdf


¿Podemos decretar lo que sucederá con las personas? ¿Podemos cambiar el rumbo de sus vidas? Veamos algunos ejemplos: En el año 2012, una persona me envió un mensaje que decía lo siguiente: “Yo declaro en el nombre de Jesús, que este año será un año de prosperidad para ti, y nada negativo sucederá en tu vida”. Resulta que ese año no fue próspero para mí, sino que fue todo lo contrario. El decreto sobre mi persona no se cumplió.
En Facebook me encontré la siguiente declaración, hecha en el año 2009: “Yo decreto que a partir de este año ya no habrá más hambre en el mundo, que no habrá más muertes violentas y reinará la paz, YO ato al diablo a partir de este momento”.
Ya pasaron más de siete años y ese decreto no se cumplió. Sigue habiendo hambre en el mundo, siguen las muertes, no está reinando la paz y el diablo sigue haciendo de las suyas. Ese decreto tampoco se cumplió.
Hace pocos días escuché a un pastor manifestar lo siguiente: “yo declaro que el año que viene será de prosperidad para toda la congregación, el que no tiene casa la tendrá, el que está sin trabajo lo obtendrá, se acabará la miseria, se pagaran las deudas…” ¿Se cumplirá esta vez?
Claro que no, eso es parte de la falsa doctrina de la “confesión positiva” que se apoya en  textos bíblicos aislados y “fuera de contexto”, o en “supuestas revelaciones divinas”, que nació con  el único propósito de  manipular a las  masas. Y muchos pastores y discípulos caen en la trampa.
El diccionario define “decretar” de la siguiente manera: “Dicho de la persona que tiene autoridad o facultades para ello; resolver, decidir; un juez que decreta una sentencia o un presidente que emite un decreto”.
Por su parte, “declarar” significa “revelar, confesar, publicar”, lo que está decretado. Nadie puede declarar lo que no ha sido decretado y nadie puede decretar si no tiene la autoridad para hacerlo, porque  para decretarse necesita autoridad y ningún creyente tiene la autoridad para decretar el futuro, entonces, como los creyentes no tienen esa autoridad, decretan el futuro en el nombre de Jesús, lo que es peor, porque usan el nombre de Jesús en vano.

Éxodo 20:7 No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano.

El tercer mandamiento de la ley de Moisés dice, que no tomemos el nombre de Dios en vano, y agrega que Dios no tomará por inocente al que haga tal cosa. En vano, significa que es inútil, que no obtiene el resultado deseado.
Cuando un juez dicta una sentencia, ésta siempre se cumple. Cuando un presidente lo hace, de igual manera, no depende para nada de la “condición” de los decretados.
Si alguien decreta algo y tiene la autoridad hacerlo, entonces el decreto siempre se debe cumplir, independientemente de la condición espiritual, de la persona a quien esté dirigido el decreto. Digo esto, porque muchos pastores se defienden diciendo que lo que decretaron no se cumplió por la condición espiritual del decretado.
Ningún decreto que ha salido de la boca de un creyente se ha cumplido ni se va a cumplir porque ningún creyente tiene la autoridad para decretar. El único que puede decretar el futuro es Dios, porque él es soberano, y tiene el poder y la autoridad, para hacer que lo que diga se cumpla. Lo que podemos es declarar lo que Dios ya ha decretado.
Dios dijo: “Sea la luz y fue la luz (Génesis 1:3). “Después dijo Dios: “Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así” (Génesis 1:11).
Los que decretan sostienen que ese poder creativo de Dios les fue transferido, que esa es la autoridad del creyente.
Yo los reto entonces para que vayan a un lote baldío y decreten lo siguiente: “produzca de ti hierba que de semilla, árbol de que de fruto según su género, que se semilla esté en él, sobre la tierra” ¿Sucederá, sí o no? Claro que no.
Dios nos dio autoridad para expulsar demonios, para poner las manos sobre los enfermos para que sanen (Marcos 16:17) pero no para decretar el futuro, usted no encontrará un solo versículo en la Biblia que diga tal cosa. Tampoco encontrará en los evangelios o en el libro de los Hechos que alguno de los apóstoles decretara el futuro de nadie.
Es Dios, quien decide lo que sucede en nuestras vidas y nadie puede cambiar las circunstancias. Decretar es quitar a Dios de su trono y ocupar su lugar.
¿Por qué Pablo, no se quitó el aguijón que tenía en su carne  o le pidió a un hermano, que decretara que el aguijón se fuera? ¿Será porque nadie le enseñó la doctrina de decretar?
Si Pablo viviese en esta época, es posible que alguien hubiera decretado que el aguijón debía irse, en contra de la voluntad de Dios.
La realidad es que esta doctrina, no tiene ni pies ni cabeza, porque nadie, absolutamente nadie, puede cambiar lo que ya Dios decretó para nuestro futuro.
En el caso de Pablo, Dios lo necesitaba con el aguijón para que la grandeza de las revelaciones no la exaltase desmedidamente (2 Corintios 12:7), por eso le dijo “bástate a mi gracia”.
Eso mismo te dice hoy Dios a ti: “bástate a mi gracia”, y nadie puede decretar lo contrario, nadie puede cambiar los propósitos de Dios  y nadie  puede declarar lo que no está escrito.

Filipenses 4:11 No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. 4:12 Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. 4:13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece..

Pablo vivió momentos de pobreza y de necesidad, como parte del proceso de Dios, para su crecimiento espiritual. Sin embargo, para los pastores modernos, estas cosas solamente les sucedían a Pablo y a  los apóstoles.
Para los pastores actuales, la prosperidad debe ser parte del cristiano. Si no eres próspero es porque o no tienes fe o porque tienes algún pecadito por ahí. Pablo no dijo que esto fuera así.

1 Timoteo 6:6 Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; 6:7 porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. 6:8 Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. 6:9 Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; 6:10 porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores..

Lejos de estimular la búsqueda de la prosperidad, el apóstol Pablo nos exhorta a estar CONTENTOS con lo que tenemos, y a no ser codiciosos.
La voluntad de Dios no puede ser cambiada.
Dios es Rey soberano, sobre todas las cosas, y nunca puede ser sorprendido por lo que alguien decrete. Él reina sobre todo, haciendo que todas las cosas, obren para el bien, de todos aquellos que le aman y que han sido llamados por Él, para ser su pueblo Santo.

Ezequiel 13:6 Vieron vanidad y adivinación mentirosa. Dicen: Ha dicho Jehová, y Jehová no los envió; con todo, esperan que él confirme la palabra de ellos. 13:7 ¿No habéis visto visión vana, y no habéis dicho adivinación mentirosa, pues que decís: Dijo Jehová, no habiendo yo hablado?

El decretar es una especie de profecía originada en la vanidad del que decreta. El que decreta se cree Dios y actúa como tal. “Vieron vanidad y adivinación mentirosa”, dice Jehová.
ÉL no los envió, con todo, esperan que confirme la palabra de ellos. El diablo también puede darte una visión, pero “es una visión engañosa, Yo no he hablado”, ha dicho el Señor.

Ezequiel 13:8 Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: Por cuanto vosotros habéis hablado vanidad, y habéis visto mentira, por tanto, he aquí yo estoy contra vosotros, dice Jehová el Señor. 13:9 Estará mi mano contra los profetas que ven vanidad y adivinan mentira; no estarán en la congregación de mi pueblo, ni serán inscritos en el libro de la casa de Israel, ni a la tierra de Israel volverán; y sabréis que yo soy Jehová el Señor.

Por tanto, Dios dicta sentencia: “como han hablado vanidad y mentira, yo estaré contra esos profetas mentirosos, no estarán en la congregación de mi pueblo ni serán inscritos en el libro de la vida”.
La mano de Dios es dura contra aquellos que decretan mentiras salidas de su vanidad: sus nombres no estarán en el libro de la vida.

Santiago 4:13 ¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos; 4:14 cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. 4:15 En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello.  4:16 Pero ahora os jactáis en vuestras soberbias. Toda jactancia semejante es mala;

Nadie puede decir que mañana irá a algún lugar o que hará tal cosa, porque no sabe si estará vivo. Eso es soberbia, como soberbia es declararle a alguien el futuro. Lo que debe decir es que si Dios lo permite, le irá bien, o hará esto o aquello.
Estamos en las manos de Dios, y es Dios quien decide, lo que sucederá mañana. Debemos tener mucho cuidado de estas prácticas que están  mal enseñando.

Juan 14:13 Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. 14:14 Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.

Jesús nos autorizó usar su nombre para pedirle al Padre en oración, no para que decretáramos en su nombre. Use el nombre de Jesús para pedirle al Padre, no para decretar lo que ignoras.
En las iglesias, escuchamos a los pastores: “Yo decreto en el nombre de Jesús, yo profetizo en el nombre de Jesús, yo declaro en el nombre de Jesús”. Que el Señor se apiade de ellos por usar su nombre en vano.

Marcos 11:23 Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho. 11:24 Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.

Este pasaje es el que usan los maestros de la doctrina de decretar. Así que léalo con mucho cuidado. Allí se dice que “todo lo que digamos será hecho si lo creemos, pero note que el versículo 24 dice: “por tanto” es decir, en resumen, “Todo lo que pidieres orando, si lo crees lo recibiréis”. No es lo que decretamos sino lo que pedimos.
La frase “por tanto” usada por Jesús es una conclusión de la enseñanza que viene dando. “Por tanto os digo que todo”, dice Jesús ¿Cuánto? Todo, “todo lo que pidieres” ¿Cómo? “orando”.
Lo que Jesús nos está diciendo, es que todo lo que digamos será hecho, pero primero debemos orar al Padre para pedirle y saber si esa es su voluntad.
Entonces lo que hacemos es declarar que el milagro será hecho. No decretamos nada, lo que hacemos es declarar la voluntad de Dios.
No podemos declarar nada que no esté de acuerdo con la voluntad del Padre. Ya vimos que no era la voluntad del Padre librar a Pablo del aguijón en su carne.

1 Juan 5:14 Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. 5:15 Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho..

Debemos pedir de acuerdo a la voluntad de Dios. La oración es hacer que la voluntad de Dios se cumpla, no que su voluntad se modifique. Dios nos oye si lo que hablamos está de acuerdo a su voluntad. Si la petición, no está de acuerdo a su voluntad, Dios no nos oirá. Ese “todo” o, “cualquier cosa” está sujeto en última instancia, a la voluntad soberana de Dios.
En la oración, deben quedar fuera, todas las peticiones que no se amolden a su voluntad. La voluntad de Dios, ya está revelada claramente en las escrituras.
Claro que le puedes decir a un monte en particular, quítate de aquí y échate en el mar, pero ¿Es la voluntad del Padre que eso suceda? Además, debemos orar para que nos quede claro que el milagro lo hace el Espíritu Santo y no nosotros. Si no oramos al Padre, podríamos creer que el milagro es nuestro. Y hay más:

Santiago 4:2 Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. 4:3 Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.

La mayoría de nuestras oraciones son para complacer nuestros deleites o los de nuestros seres queridos. Y esas oraciones no son escuchadas por Dios, porque la oración está para complacer a Dios, no para complacernos a nosotros mismos.

Mateo 6:31 No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? 6:32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. 6:33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.

Dios conoce nuestras necesidades y las suplirá cuando nos interesemos en las necesidades de su reino. No tenemos que decretar abundancia ni prosperidad en nadie, lo que tenemos que hacer es interesarnos en el reino de Dios y él suplirá conforme a su voluntad.
Entendamos entonces, que el único designio que se cumplirá es el de Dios, no declaremos lo que no sabemos. No quitemos a Dios de su trono, por culpa de nuestra vanidad.
Debemos entender, que si algo no está en el plan eterno de DIOS, si DIOS no determinó desde la eternidad, que ese algo iba a suceder, aunque declaremos mil veces que va a suceder, no sucederá.
Esas enseñanzas no vienen de Dios, son doctrinas humanas, que vienen de la metafísica, e incluso del enemigo, para enemistarnos con nuestro Padre Celestial.
Confesemos, sí, confesemos, declaremos lo que está escrito, declaremos la palabra logos, lo que es para todos y que realmente ha salido de la boca de Dios. No declares lo que no es palabra logos.
Y no decretes, porque decretar es vanidad, es quitar a Dios de su trono y si lo haces, Dios te quitará la salvación.
Los ignorantes dicen: “Yo decreto y Dios me obedece”, haciendo con ello, que esa ignorancia se convierte en blasfemia…




lunes, 26 de diciembre de 2016

LOS DEBILES EN LA FE

Descargar pdf



Hay creyentes que sienten las llamas del infierno a donde sea  que llegan, ven la condenación por todo lugar y en todo lo que los rodea, no comparten con nadie para no contaminarse, éstos son los “débiles en la fe”.
El “evangelio de la gracia” tiene como propósito que seamos convertidos en “hijos de Dios”, en personas felices llenas de la gracia de Dios, pero el “evangelio de la desgracia” está convirtiendo a los creyentes en  amargados, que no viven ni dejan vivir, y más bien parecen hijos del demonio. No es que haya otro evangelio, es que el evangelio de la gracia ha sido pervertido, adulterado (Gálatas 1:7) y manipulado.
Los “débiles en la fe” se ven sonrientes en el culto, pero son sonrisas falsas y sus miradas van de un lado a otro buscando que criticar. En sus hogares las cosas son peores: “No tomes, no comas, no cantes, no bailes, no veas tele, no compartas” es lo que sale de sus bocas, los cuales han convertido sus casas en la casas del “NO”.
Para sus familiares, los débiles en la fe no se convirtieron en nada bueno, sino en “verdugos” que los acusan y los condenan de día y de noche. En lugar de atraerlos al evangelio, los alejan, son verdaderas piedras de tropiezo.

Romanos 14:1 Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones. 14:2 Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, come legumbres. 14:3 El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido.

Como vemos, el apóstol Pablo trata acerca de este tipo de creyentes y nos recomienda no contender con ellos sobre opiniones,  ni menospreciarlos ni juzgarlos, sino que simplemente los recibamos. Pero, para los que conviven con ellos, es un asunto de muy difícil tratamiento, porque están en un constante señalamiento.

Juan 3:17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.

Jesús no vino a condenar al mundo sino a salvarlo. Si Jesús no condena a nadie ¿Por qué el débil en la fe condena a todos? Porque, al igual que los fariseos de la época de Jesús, no ha entendido la gracia.

Mateo 23:4 Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas.

Los fariseos se consideraban santos, mientras que para ellos, los demás eran unos pecadores. Vivían señalando a los demás y dándoles cargas que ellos no cargaban. Jesús los desenmascaró y les llamó sepulcros blanqueados, porque eran blancos por fuera pero por dentro estaban llenos de gusanos.
El cristiano debe entender que está lleno de inmundicia, tal vez con más inmundicia que los que no son cristianos. Debe entender que la diferencia no es él, que la diferencia la hace Cristo. Es Cristo el que nos limpia de toda inmundicia, es su sacrificio en la cruz la que obtiene nuestro perdón porque nadie, absolutamente nadie merece el perdón. Por eso es que la salvación es por gracia, para que nadie se gloríe (Efesios 2:8-9).
La palabra de Dios dice que no hay ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús (Romanos 8:1), sin embargo, el débil en la fe ve la condenación por todo lado, como dije, hasta siente las llamas del infierno a todo lugar que llega. En cambio, el que tiene una fe firme siente paz en su corazón y no encuentra nada en su caminar ni en el ambiente en el que se desenvuelve, que lo condene ni que lo haga perder su salvación.

Romanos 14:23 Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado.

El de verdadera fe come y bebe sin preocupación alguna porque todo lo que hace, lo hace confiado en que nada lo condena, por su fe en Cristo. Pero el débil en la fe pone en duda si lo que come o bebe lo puede condenar. Y es precisamente esa duda lo que lo condena, porque el que duda, lo hace porque no tiene fe de que ya fue perdonado.
Para el débil en la fe, los creyentes no debemos juntarnos con los pecadores, entendiendo por éstos a “los que no están en Cristo” ¿Qué dice la palabra de Dios?  

1 Corintios 5:9 Os he escrito por carta, que no os juntéis con los fornicarios; 5:10 no absolutamente con los fornicarios de este mundo, o con los avaros, o con los ladrones, o con los idólatras; pues en tal caso os sería necesario salir del mundo. 5:11 Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis. 5:12 Porque ¿qué razón tendría yo para juzgar a los que están fuera? ¿No juzgáis vosotros a los que están dentro?

En esa carta a los Corintios, el Apóstol Pablo dice, que no podemos dejar de juntarnos con los fornicarios, ni con los avaros, ni con los ladrones, ni con los idólatras, porque para ello tendríamos que dejar el mundo. Más bien dijo, que no debemos juntarnos con aquellos que “diciéndose hermanos”, practican el pecado. Y es que todos, absolutamente todos pecamos, si decimos que no pecamos, hacemos a Dios mentiroso y su palabra no está en nosotros (1 Juan 1:10).
Eso sí, el que practica el pecado es del diablo (1 Juan 3:8). Y es que una cosa es pecar y otra es practicar el pecado, es decir,  una cosa es que te resbales y caigas en un hueco y otra cosa es que vivas en el hueco. Los débiles en la fe practican el pecado porque viven en una constante duda y el que duda vive en pecado, porque todo lo que no proviene de fe es pecado.

Lucas 7:33 Porque vino Juan el Bautista, que ni comía pan ni bebía vino, y decís: Demonio tiene. 7:34 Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y decís: Este es un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores. 7:35 Mas la sabiduría es justificada por todos sus hijos.

Juan el bautista no comía pan ni bebía vino y decían que estaba endemoniado. Por su parte el Señor Jesús se juntaba con los pecadores y comía y bebía con ellos y lo señalaban como comelón y bebedor de vino, amigo de publicanos y pecadores.
Si Jesús nunca pecó ni hizo nada malo, esto implica de manera indubitable que el juntarse con pecadores o incrédulos y compartir con ellos, no es pecado, no está prohibido en la palabra de Dios y no tiene nada de malo. Y ponga atención al verso 35 de Lucas 7: “Más la sabiduría es justificada por los hijos”. ¿Qué es lo que nos quiere decir esto? Que lo que importa es que llevemos almas a Cristo. Los débiles en la fe no bailan, no karaokean, no beben, no fuman, no comparten, pero tampoco tienen hijos espirituales. Si tú bailas, karaokeas, bebes y compartes con los pecadores, ellos  dirán que tienes demonio, como lo hicieron con Jesús, pero no importa lo que digan si eso lo aprovechas para llevar personas a Cristo. Eso es sabiduría, encerrarse en la casa no tiene nada de sabiduría.

Lucas 6:43 No es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen fruto. 6:44 Porque cada árbol se conoce por su fruto; pues no se cosechan higos de los espinos, ni de las zarzas se vendimian uvas. 6:45 El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca.

No es buen árbol el que da malos o buenos frutos sino el que da frutos, dijo Jesús. Lo que quiso decir es que no es un asunto de comportamiento sino de producción. No se cosechan higos de los espinos ni de las zarzas se vendimian uvas. De la higuera se cosechan higos, de la zarza las zarzas y del cristiano se cosechan cristianos. El cristiano al igual que el árbol, se conoce por su fruto, entonces dar fruto es llevar personas a Cristo.
Muchos creyentes creen que dar testimonio es “dejar de hacer algo(como no fumar o no beber), para que los demás vean un cambio en sus vidas. Quienes así piensan no han entendido el evangelio, “la vida cristiana es una vida por gracia”. Por gracia somos salvos (Efesios 2:8), por gracia Dios nos da sabiduría, por gracia nos justifica, por gracia nos santifica y por gracia nos redime en Cristo Jesús, no es algo que nosotros podemos conseguir fuera de Cristo, esa es una obra exclusiva del Espíritu Santo. Como está escrito: “El que se gloría, gloríese en el Señor(1 Corintios 1:30-31).

Gálatas 5:17 Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. 5:18 Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. LOS DÉBILES EN LA FE Jesús Vargas 5

Note usted que el deseo de la carne es contra el Espíritu (en mayúscula), o sea que es contra el Espíritu Santo, no es contra usted. Usted no puede vencer los deseos de la carne, eso es un trabajo del Espíritu Santo. Si usted se esfuerza por vencer los deseos de la carne, se pone bajo la ley, y si se pone bajo la ley, se pone bajo condenación (Gálatas 5:4). Lo que tiene que hacer es confiar en que el Espíritu Santo vencerá por usted.
No te estoy diciendo que vayas a pecar porque gracia no es pecar, pero divertirse tampoco es pecar. Usted no encontrará un mandamiento de la ley que así lo diga.
Dar testimonio no significa abstenerse de hacer algo o dejar de hacer algo, dar testimonio es dar una declaración. Eso es lo que hace un testigo en un tribunal, no llega a decir que ha dejado de fumar, llega a hablar de lo que sabeen un caso.

Hechos 22:15 Porque serás testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído.

Ananías le dijo a Pablo que había sido escogido por Dios para ser testigo de lo que había visto y oído de Cristo Jesús. Pablo no iba a hablar de los cambios en su vida, sino de Cristo. Dar testimonio no es maquillarse y mostrar otra cara al mundo, con eso no se ganan almas.

Hechos 1:8 pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.

La orden de Jesús a los discípulos no fue que fueran a hablar de ellos, sino que fueran a hablar de Cristo.
La bandera del débil en la fe es la abstención. Para él, el creyente debe abstenerse de todas las cosas del mundo y dejar de compartir con los mundanos; sin embargo, nuestro Señor Jesús enseñó todo lo contrario:

Mateo 9:10 Y aconteció que estando él sentado a la mesa en la casa, he aquí que muchos publicanos y pecadores, que habían venido, se sentaron juntamente a la mesa con Jesús y sus discípulos. 9:11 Cuando vieron esto los fariseos, dijeron a los discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores? 9:12 Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. 9:13 Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento.

En este pasaje podemos ver que los fariseos eran tan débiles en la fe que criticaron a Jesús porque compartía con los pecadores y publicanos. Al oírlos Jesús les dijo que los sanos no tenían necesidad de médico sino los enfermos.
Jesús dejó claro que si no compartimos con los pecadores, no vamos a ganar almas para él. Y agregó: “Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio”.
La palabra sacrificio tiene dos significados: el primer significado es ofrendar o dar algo a cambio. Esto lo podemos ver en el Viejo Testamento, donde los sacerdotes sacrificaban animales a cambio del perdón provisional de pecados. Pero, en el nuevo Testamento dice:

Hebreos 10:17 Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. 10:18 Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado.

Bajo el nuevo pacto no tenemos nada que ofrendar, porque Jesús se ofrendó por nosotros y obtuvo eterna redención con su sangre (Hebreos 9:12).
El segundo significado de sacrificio es abstenerse voluntariamente de hacer algo con un fin. El débil en la fe quiere sacrificarse o abstenerse de comer, de beber, de divertirse porque para él todas esas son cosas del mundo. A este segundo significado de sacrificio fue al que se refirió nuestro Señor Jesús cuando dijo que no quiere sacrificios, que lo que quiere es misericordia.
Misericordia es un término que proviene del latín y hace referencia a una virtud que lleva a los seres humanos a compadecerse del mal ajeno.
Las personas tienen muchos males pero hay uno que está por encima de todos y es el pecado que los tiene destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:23). El hombre necesita conocer la verdad del evangelio para ser perdonado y ser restituido a la gloria de Dios. No es absteniéndonos de hacer algo, que ayudamos a esas personas, sino llevándoles el evangelio.
La fe es por el oír la palabra de Dios (Romanos 10:17). Ellos deben oír para obtener la fe, pero si los aislamos, si los evitamos no les ayudamos en nada.
Dios se refleja en nosotros a través del amor, no se aleje de los pecadores, no los critique, deles amor y entonces querrán saber lo que tienes que decirles.
El débil en la fe ve vive pregonando que divertirse, que escuchar música secular, que ver televisión, que participar de las actividades sociales son cosas del mundo como si él no viviera en el mundo. ¿Qué dice la palabra de Dios?

1 Corintios 6:12 Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna.

1 Corintios 10:23 Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica.

La palabra de Dios enseña que todo es lícito para el creyente, pero éste no se debe dejar dominar o enviciar por nada, porque no todo conviene y no todo edifica. Por eso Dios nos dio al Espíritu Santo, para que nos guíe, su luz se encenderá, entonces metemos el freno y damos marcha atrás.

Romanos 14:3 El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido. 14:4 ¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme.

Pablo nos llama a no menospreciar al prójimo por causa de lo que come o no come, de lo que bebe o no bebe, porque solamente Dios tiene potestad para juzgar, pero Dios lo mantendrá firme. Este asunto no se limita únicamente a la comida o a la bebida sino a las demás actividades de la vida diaria. Por ejemplo, si a una persona le gusta ir a bailar con su esposa, para el débil, esa persona es un mundano pecador; y para esa persona el débil en la fe es un amargado, un fariseo que no vive ni deja vivir.
Los débiles en la fe deben ser aceptados sin ser criticados y ellos, a su vez deben aceptar a los que ejercen su libertad en Cristo, sin tampoco hacer señalamientos.
El débil en la fe es una piedra de tropiezo para que otros alcancen la salvación y la libertad de los fuertes puede ser una piedra de tropiezo para ellos; no es un asunto fácil de manejar.

Romanos 14:13 Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano. 14:14 Yo sé, y confío en el Señor Jesús, que nada es inmundo en sí mismo; mas para el que piensa que algo es inmundo, para él lo es. 14:15 Pero si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme al amor. No hagas que por la comida tuya se pierda aquel por quien Cristo murió. 14:16 No sea, pues, vituperado vuestro bien; 14:17 porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.

Nada es malo en sí mismo, no es malo comer, no es malo beber, nada es malo, pero para el que piensa que algo es malo, para él lo es porque su conciencia lo condena.
El reino de Dios no es comida ni bebida, en otras palabras éstas cosas no son de importancia en el Reino de Dios, lo que es importante es la justicia, la paz y el gozo en el Espíritu Santo.

Romanos 14:20 No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todas las cosas a la verdad son limpias; pero es malo que el hombre haga tropezar a otros con lo que come. 14:21 Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite. 14:22 ¿Tienes tú fe? Tenla para contigo delante de Dios. Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba. 14:23 Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado.

Este es el pasaje preferido del débil en la fe porque dice que resulta bueno no comer carne ni beber vino ni hacer algo para que un “hermano” no tropiece, no se ofenda o se debilite, esto es para con los neófitos.
La escritura dice que “Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba”, aquel que vive en la completa libertad que Cristo le dio. “Pero el que duda sobre lo que come, o sobre cualquier otra cosa que haga, es condenado porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado”, estos son los débiles en la fe, ya lo dijimos.
Fundamentados en la palabra de Dios, podemos afirmar que la persona que está equivocada es el débil en la fe y no los demás creyentes. El débil en la fe debe madurar y cambiar de actitud.
El problema es que el cristiano de fe fuerte se puede convertir en un hipócrita, haciendo cosas o dejando de hacer cosas en las que no cree para que sus hermanitos no se pierdan, pero eso es un arma de doble filo, porque el nuevo creyente cree que eso es lo correcto y se puede iniciar con los fundamentos equivocados. Veamos un ejemplo real:

Gálatas 2:11 Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar. 2:12 Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión. 2:13 Y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos.

De acuerdo con la ley de Moisés, los judíos no podían comer junto con los gentiles porque eran inmundos. Pedro sabía que bajo el nuevo pacto ya no había nada inmundo, él había recibido una revelación de parte de Dios en ese sentido (Capítulo 10 del libro de los Hechos) y comía con los gentiles cuando no habían judíos. Pero cuando habían judíos, se apartaba de los gentiles porque tenía miedo de lo que dirían los judíos. Además, por causa de los judíos obligaba a los gentiles a circuncidarse y andar conforme a la ley. No era lo correcto, pero Pedro lo hacía por hipocresía, para quedar bien con los judíos, lo malo es que los gentiles estaban creyendo que circuncidarse era lo correcto.

Gálatas 2:14 Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar? 2:15 Nosotros, judíos de nacimiento, y no pecadores de entre los gentiles, 2:16 sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado.

Pablo reprendió a Pedro porque no andaba conforme a la verdad del evangelio y le recordó que el hombre no es justificado por las obras sino por lo que cree, por cuanto por las obras nadie será justificado.
Los débiles en la fe son consecuencia del evangelio de la desgracia que  se enseña en las iglesias evangélicas, es la razón por la cual Pablo se molestó, porque el legalismo nos puede quitar la gracia.

Gálatas 2:18 Porque si las cosas que destruí, las mismas vuelvo a edificar, transgresor me hago. 2:19 Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios. 2:20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. 2:21 No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.

El problema del pecado ya está resuelto, el creyente nacido de nuevo no debe de tratar de resolverlo. Es lo mismo que encadenar la palabra de Dios. El creyente está muerto para la ley y para el pecado. El creyente fue crucificado con Cristo en el bautismo (Romanos 6:3-6) y ya no vive, el que vive es Cristo en él.
El débil en la fe no anda conforme al Espíritu sino conforme a la carne, y se expone a toda condenación porque edifica lo destruido. Ya no hay condenación alguna para el que está en Cristo Jesús, aquel que anda conforme al Espíritu, es decir, en fe, no conforme a la carne, confiando en sí mismo (Romanos 8:1).
Si tenemos que hacer algo o dejar de hacer algo para no ser condenados entonces por demás murió Cristo y estaríamos desechando la gracia de Dios.
Satanás se encuentra en la tierra para acusar a los hermanos en Cristo (Apocalipsis 12:10), pero los vencedores lo vencen por la sangre del Cordero que los ha limpiado de todo pecado, y por dar testimonio de Cristo hasta la muerte (Apocalipsis 12:11), no por dejar de comer o de beber esto o aquello.

Romanos 8:33-34 ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.

La palabra de Dios nos enseña que solo Dios nos puede acusar, pero él no nos acusa, sino que nos justifica en Jesús. Dice que Cristo es el que condena, pero Cristo intercede por nosotros en lugar de condenarnos. Cuando el débil en la fe te señale, debes decirle “no me acuses Satanás”, porque toda acusación viene de él.

Colosenses 2:13 Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, 2:14 anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, 2:15 y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.

Estábamos muertos en nuestros pecados, pero Jesús dio su vida por esos pecados y anuló el acta de los decretos que había en contra nuestra, quitándola de en medio y clavándola en la cruz. ¿Qué es el acta de los decretos? La palabra griega traducida como "acta" es "Cheirografon" que quiere decir "contrato escrito" o "certificado de deuda” resultante de alguna transgresión. También "libro con registro de pecados" usado para la condenación del transgresor.
Lo que fue clavado en la cruz fueron los registros de nuestros pecados que "estaban contra nosotros" condenándonos a muerte. Jesús destruyó el "cheirografon", él despojó "a los principados y potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz".
Por tal razón, no podemos permitir ninguna acusación en nuestra contra, porque la deuda fue saldada, y el pagaré fue destruido. Cuando nos bautizamos somos juzgados y declarados inocentes y ya nadie nos puede juzgar por lo mismo.

Colosenses 2:16 Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, 2:17 todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo.

Nadie te juzgue por lo que comes o bebes o por lo que haces, porque todo eso es sombra de lo que vendrá.

Colosenses 2:20 Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos 2:21 tales como: No manejes, ni gustes, ni aun toques 2:22 (en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que todas se destruyen con el uso? 2:23 Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne.

El creyente está muerto con Cristo, en cuando a los rudimentos del mundo. “No tomes, no toques, no gustes”, no son mandamientos que vienen de Dios, son doctrinas de hombres que de destruyen con el uso. Esas cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo, nos dice Pablo, pero ponga mucha atención. “no tienen ningún valor contra los apetitos de la carne”. Esto es así, porque nadie, absolutamente nadie puede vencer la carne, sino únicamente el Espíritu Santo.

Recuerda que no estamos bajo el evangelio de la desgracia, sino bajo el Evangelio de la gracia, vive y deja vivir.


miércoles, 21 de diciembre de 2016

EL EVANGELIO DE LA DESGRACIA

Descargar pdf


En las iglesias evangélicas están enseñando “el evangelio de la desgracia” en lugar del “evangelio de la gracia”. No es que haya otro evangelio, sino que el evangelio de la gracia ha sido adulterado, ha sido pervertido (Gálatas 1:7)  y se ha convertido en el evangelio de la desgracia.
Esto no es nuevo, aunque les parezca increíble, el apóstol Pedro fue resistido cara a cara por el apóstol Pablo (Gálatas 2:11) porque pervertía el evangelio, obligando a los gentiles a cumplir las ordenanzas de la ley judía. Vea usted  lo que le dijo Pablo: “Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar? (Gálatas 2:14).
El apóstol Pedro sabían que esas ordenanzas habían sido abolidas por Cristo (Efesios 2:15), él llevaba su vida como la de los gentiles, sin embargo, aparentaba lo que no era y   obligaba a los gentiles a que llevaran una vida como la de los judíos, que contraste ¿No?
Cualquier parecido con muchos de los pastores actuales es pura coincidencia, los cuales enseñan a los fieles a que deben esforzarse por ganarse el favor de Dios, que deben alejarse de toda diversión y de todos los pecadores. Sin embargo, ellos se enriquecen con la mentira del diezmo, y en su intimidad se emborrachan y hasta agreden a su esposa y a sus hijos.
Lo peor de todo esto es, que si le hacemos caso al evangelio de la desgracia y tratamos de cumplir las ordenanzas de la Ley nos desligamos de Cristo y caemos de la gracia (Gálatas 5:4); por eso es el evangelio de la desgracia, porque estaríamos desechando la gracia de Dios y eso nos arrebata la salvación que el Padre Celestial nos da.
Si tenemos que hacer algo para recibir el favor de Dios, entonces por demás murió Cristo (Gálatas 2:21).  Cristo cumplió la ley por nosotros y Dios lo hizo pecado para que nosotros fuésemos hechos justos en él (2 Corintios 5:21). No tenemos que cumplir ninguna ley ni tratar de ser justificados porque somos justificados en Cristo, lo único que necesitamos es estar en Cristo.
Es en Cristo y no en nosotros mismos que somos hechos por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor (1 Corintios 1:30-31)

Efesios 2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 2:9 no por obras, para que nadie se gloríe.

La vida cristiana es una vida de gracia, lo que significa que no tenemos que hacer nada para ser salvos ni para mantenernos salvos, sino solamente creer en lo que ya hizo Cristo. Dios nos regala el perdón y la salvación, él no quiere que hagamos nada para que no nos gloriemos y le quitemos la gloria a Cristo.
El evangelio de la desgracia enseña que es pecado divertirse y eso está carcomiendo las familias.  Resulta que en un matrimonio la esposa se “convierte” a Cristo y todo se “convierte en un caos”. Antes de convertirse, ella iba a bailar con su esposo, pero luego de convertida ya no lo hace, porque bailar es pecado, y además al salón de baile solamente van los pecadores. Antes de convertirse, sus hijos podían escuchar la música que quisieran, pero después de convertirse solo se les permite escuchar música cristiana pues la otra música los contamina. “No tomes, no comas, no cantes, no bailes, no veas tele, no compartas” es lo que sale de la boca de la recién “convertida”. Su casa se convierte en la casa del “NO”.
Si otros creyentes siguen una “vida gentil”, ella los va a señalar como “falsos cristianos o cristianos carnales” que se burlan de Dios. Para sus familiares, ella no se convirtió en nada bueno, sino en un “verdugo” que los acusa y los condena de día y de noche. En lugar de atraerlos al evangelio, ella se ha convertido en una piedra de tropiezo,  y ellos no quieren saber nada del evangelio por causa de su comportamiento. Esto es solo un ejemplo, pero hay miles de ejemplos y miles de familias destruidas por causa del evangelio de la desgracia.
El evangelio de la desgracia nos ha vendido la imagen de un Dios duro, cruel y acusador, que está vigilándonos, esperando que fallemos para castigarnos. También nos ha vendido la idea que los cristianos no podemos divertirnos ni compartir con los que no tienen nuestras mismas creencias. Ese evangelio adulterado exige  santidad y pureza, según el, una vez que estás en Cristo, ya no te puedes tomar una cerveza, no puedes ir a karaokear, muchos menos bailar. Es pecado usar aretes, tener tatuajes, escuchar música del mundo y hasta ver televisión.  Si no quieres perder tu salvación, debes limitarte de todo. Y si por desgracia pecas, no se te debe olvidar pedirle perdón a Dios inmediatamente, no sea que la muerte te alcance con un pecado sin perdonar, porque te vas directo al infierno.
Y La persecución no viene de afuera, sino dentro de la misma congregación; todos se vigilan, para ver quién es más santo y quién menos pecador.
La hipocresía es la reina de la gran mayoría de las  iglesias. La pregunta es ¿De cuál Biblia sacaron esas tonteras?  Se olvidaron que la santificación es obra del Espíritu Santo y no de los creyentes.
Mientras que el Evangelio de la gracia es un evangelio de salvación y de gracia, el evangelio de la desgracia es un evangelio de condenación.

Romanos 8:1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús…

El evangelio  de la gracia dice que no hay ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús, pero eso no es lo que enseña el evangelio de la desgracia.

Hebreos 10:17 añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. 10:18 Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado.

Dios no se va a acordar de nuestros pecados, porque ya Cristo pagó por ellos y nadie va a ser juzgado dos veces por el mismo pecado. Cristo fue juzgado y condenado por nuestros pecados y nosotros fuimos juzgados y condenados con él, eso es lo que enseña el evangelio de la gracia.
Por su parte, el evangelio de la desgracia te sigue condenando día a día, lo que hizo Cristo no valió nada para los que enseñan ese evangelio.
De acuerdo con el evangelio de la gracia, ya no hay más ofrenda por el pecado, más según el evangelio de la desgracia debes ser sacrificado porque según este evangelio adulterado, la sangre de Cristo no fue suficiente.

Juan 3:17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.

El evangelio de la gracia dice que Jesús no vino a condenar al mundo, sino que vino para que el mundo sea salvo por él. El evangelio de la desgracia te condena por todo, ignorando la salvación completa, total y permanente en Cristo Jesús.

2 Corintios 5:15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.

Los “redactores” del evangelio de la desgracia no han entendido  este versículo, ellos interpretan que vivir para Cristo es dejar de hacer aquello que ellos consideran malo, no han entendido que dejamos de hacer lo malo, no por nuestro esfuerzo sino por la obra santificadora del Espíritu Santo.
Vivir para  Cristo no es dejar de hacer lo malo, vivir para Cristo tampoco es  dejar de divertirnos, ni dejar de trabajar, ni tampoco dejar de estudiar,  más bien es hacer algo más, que es prioritario, es hacer algo más para Cristo, es cumplir la voluntad del Padre de llevar el conocimiento de la verdad del evangelio de la gracia a todos los hombres para que éstos sean salvos (1 Timoteo 2:4).
Si nos alejamos de los pecadores, si no compartimos con ellos, si los señalamos, jamás vamos a ganar un alma para Cristo.  Observe usted a los monjes que se encierran en un convento por años ¿Cuántas almas ganan para Cristo allí encerrados? Ninguna, eso no es lo que  Dios quiere, él no quiere que nos encerremos, lo que él quiere es que salgamos al mundo a compartir nuestra experiencia en Cristo Jesús.
Ese es evangelio de la gracia que no se enseña en las iglesias. En ellas enseñan el evangelio de la desgracia, un evangelio de condenación, un evangelio de un Dios vigilante y condenador.
Hay algo que los del evangelio de la desgracia no han entendido. Y es que si no existieran los pecados, no se necesitaría la gracia. Si no existieran los pecadores, no habría un evangelio de la gracia.

Romanos 5:20 Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia;

La ley de Moisés vino a tipificar los pecados y al tipificarlos, abundó el pecado. Antes de la ley no era pecado mentir ni matar porque no había ninguna ley que lo dijera. Cuando la ley dijo que eso era pecado, entonces eso fue pecado.
Es igual con las leyes humanas. El código penal dice que nadie puede ser juzgado por un delito que no esté tipificado en la ley. Por ejemplo, antes no podían condenar a nadie por delitos informáticos porque no había una ley que los penara, igual el narcotráfico. Cuando vino la ley de narcotráfico abundaron los narcotraficantes. Cuando vino la ley de informática abundaron los piratas informáticos.

Romanos 5:20 Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia; 5:21 para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.

Cuando vino la ley de Moisés sobreabundo el pecado, y cuando sobreabundó el pecado, sobreabundó la gracia. Por más grande que sea mi pecado, mayor es la gracia de Dios. No te estoy invitando a pecar, no confundas las cosas, lo que te estoy diciendo es que el pecado no te quita la gracia como enseñan los del evangelio de la desgracia, más bien te da gracia para que venzas el pecado y sigas adelante.

Juan 1:17 Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. 1:18 A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.

Por medio de Moisés vino la ley para acusar y condenar. Pero por medio de Jesucristo vino la gracia y la verdad para perdonar y redimir. Al Padre nadie lo vio jamás, pero Jesús le ha dado a conocer. Él representa la imagen misma de Dios y esa imagen no es la de un fariseo acusador, sino la de un Dios perdonador.

Mateo 23:27 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. 23:28 Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad.

Jesús le daba permiso a la gente para celebrar la vida, a diferencia de los fariseos, que aparentaban ser santos, pero por dentro estaban llenos de hipocresía e iniquidad.
Eso se sigue dando, las iglesias, están llenas de fariseos que enseñan su propio evangelio.
¿Qué había en el Señor Jesús, que no permitió que el evangelio de los fariseos lo contaminara? Jesús no señalaba a los pecadores, sino que comía y bebía con ellos, estaba tan lleno de gracia y de verdad que no tenía lugar para acusaciones ni señalamientos.

Juan 1:14- Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. 1:15 Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo. 1:16 Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia.

Jesús estaba lleno de gracia y de verdad y de su plenitud tomamos todos, gracia sobre gracia. El creyente no vive de acuerdo a un sistema religioso, sino de acuerdo a la gracia que ha recibido.
Usted no es salvo porque va más  a los cultos que otros. Usted no es salvo porque ore más que otros. Usted no es salvo porque ya no toma o no fuma, usted es salvo porque ha sido lleno de gracia y de verdad.

Juan 8:3 Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, 8:4 le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio.8:5 Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices? 8:6 Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. 8:7 Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: 8:8 E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. 8:9 Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. 8:10 Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? 8:11 Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te  condeno; vete, y no peques más.

Jesús no condenó a la mujer adúltera, sino que la perdonó. Esa imagen de un Dios perdonador y lleno de amor no se encuentra en el evangelio de la desgracia, el cual ha creado en el hombre una mentalidad dual de ley y gracia. Te enseñan que eres salvo por gracia, pero que tienes que hacer obras de justicia para mantenerte salvo. No han entendido que la ley y la gracia son paralelas y nunca se pueden juntar:

Romanos 11:6 Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra.

O es por gracia o es por obras. Si hay obras de por medio, entonces no es gracia y si es por gracia no hay obras. Qué más claro que esto? La escritura dice que la gracia que hemos recibido en Cristo, es una gracia sobre gracia. Esto explica que la gracia no se puede medir. La ley te bendecía si hacías algo bueno, pero te maldecía y te castigaba si hacías algo malo.  La ley dependía de ti, pero la gracia no depende de ti, depende de Dios, es lo que Él te la da de manera gratuita y sin condiciones.
El evangelio de la desgracia enseña a obedecer a Dios por temor, pero el evangelio de la gracia enseña, que obedecemos por amor a aquel que nos perdonó.

Juan 8:32 Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

¿Cuál es esa verdad? Que ya no hay ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús (Romanos 8:1). Al conocer esa verdad, te liberas de la religión, te liberas de la culpa y te liberas del pecado.
Entiende de una vez por todas, que en la gracia, la fe vino a sustituir la ley. Voy a repetirlo para que te quede claro, “en la gracia, la fe vino a sustituir la ley”.
La ley nos demandaba a cumplir con una larga lista de requisitos. La gracia nos demanda a tener fe, aunque sea solamente del tamaño de una semilla de mostaza.
Hay gracia suficiente, para que usted sea transportado del legalismo farisaico a la gracia maravillosa.  El evangelio de la desgracia hace que las personas vivan inseguras de su salvación, acusadas por su propias conciencias. Ante ello, no saben qué hacer para ser aceptados por el Señor.
El evangelio de la gracia enseña, que ya Dios lo ha provisto todo, a través de la persona de Jesucristo, y que hemos recibido de Él gracia sobre gracia.
El evangelio de la desgracia crea en las personas una mentalidad negociadora o de canje: «Yo hago, tú me das». Muchos pastores viven pregonando que hay que pactar con Dios. Le ofrecen dinero a Dios para que les de la gracia, eso solo lo puede enseñar el evangelio de la desgracia, porque el evangelio de la gracia enseña, que la gracia no se compra ni se negocia.
Los pastores del evangelio de la desgracia, al igual que los fariseos de la época de Jesús, se alimentan de la inseguridad de la gente. Por esa razón, Cristo llamó a los fariseos «Tumbas blanqueadas, nubes sin agua, hipócritas, serpientes, porque el resultado de su servicio era motivado por la culpa y la vergüenza, y no por el fluir de un corazón agradecido por lo que Dios había hecho por ellos. Los satisfacía el orgullo farisaico que se concentraba en la constante vigilancia del bien y del mal.
El sistema religioso siempre señala, mide su espiritualidad con la del otro. Si oras más que otro y vas al culto más que otro, entonces eres más espiritual, porque estás haciendo más. O si pecas menos que otro, entonces eres más espiritual.
Eso no es el evangelio de la gracia. Nuestra medida es Cristo y si nos medimos con él, nos damos cuenta de lo lejos que estamos de la santidad y la perfección, y que jamás podríamos llegar a ser como Él.
No tenemos que tratar de ser como Cristo, sino comprender que ya somos todo lo que  él es (1 Corintios 1:30). Eso es el evangelio de la gracia.
Nosotros no tenemos la capacidad de ser justificados o santificados por nuestro comportamiento. Es cuando somos revestidos de Cristo, eso se hace realidad en nosotros, es por gracia, no por obras.
El evangelio de la desgracia es tan rígido, que no da espacio para el gozo. A causa de esto, muchas familias han sido destruidas, matrimonios quebrados, hijos reprimidos que hoy están en el mundo, como consecuencia de ese legalismo que no les permite disfrutar la vida. Dios quiere que usted disfrute tanto de la familia como de la vida.

Juan 10:10 El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.

Jesús no vino a reprimirnos ni a quitarnos el gozo de la vida, por el contrario vino da darnos vida y vida en abundancia, lo que significa calidad de vida y larga vida. Es el diablo el que nos quiere matar, el que nos quiere destruir, el que nos quiere limitar a que tengamos calidad de vida.
No podemos añadirle nada a la salvación de Jesús. Si yo te preguntara: ¿Por qué cree que Dios te ama? Quizás dirías: “Yo creo que me ama porque voy a la iglesia. Yo creo que me ama porque lo busco. Yo creo que Dios me ama porque doy mucho dinero a la iglesia”. Respuestas equivocadas. Si usted cree tener una razón por la cual Dios lo ama, dejó de ser amor. Dios lo ama porque lo ama. Eso se llama amor ágape, que es amar sin esperar nada a cambio.
El evangelio de la desgracia ha sembrado en muchos la creencia de que la salvación depende de todo lo que hacen. Pero la salvación no depende de lo que usted haga, sino de lo que Jesús hizo en la cruz. Ese es lo que enseña el evangelio de la gracia.
Si usted va a la iglesia por temor a ser castigado, no sirve que haya ido. No se congregue para cubrir su cuota. Pero si usted va porque siente la necesidad en su corazón de ir a expresarle a Dios su amor, bien hace.
El amor de Dios es tan grande que nos ama siempre. Nos ama cuando tenemos dinero para ofrendar y cuando no tenemos. Nos ama cuando estamos gozosos y cuando estamos deprimidos.
Hay personas que creen que cometieron tantos pecados, que no es posible que queden perdonados en un segundo. Pero cuando lleguen ante la presencia de Dios y le pregunten: “Señor, ¿te acuerdas del pecado que cometí en aquella oportunidad?”. Él le dirá: “¿De qué pecado me hablas? Yo prometí que nunca más me acodaría de ellos

Juan 1:12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;

Este versículo comienza diciendo: «a los que le recibieron», para dejar bien en claro que para ser hechos hijos de Dios, no hay nada que dar, no se trata de dar sino de recibir.
Imagine a Cristo cuando llamó a los discípulos y les dijo: «Síganme». No les pidió ninguna condición para calificarlos como discípulos, los llamó por gracia.
El término bíblico de la palabra «gracia», expresa la idea de «favor condescendiente». Quizás podemos comprender mejor la idea al pensar en un hombre que se encuentra en el camino con el carruaje de un Rey. Éste se detiene y sale de su carruaje para bendecirlo. Eso es gracia, es extenderle favor a uno que no se lo merece y que nunca podrá ganárselo. Nunca se pedirá que le pague. Aun si tratara, no podría. Es más, tratar de pagarla es un insulto al que la da.
Eso es lo que hacemos cuando tratamos de pagar la gracia, ofendemos al dador de ella y lo que logramos es perderla (Gálatas 5:4).

2 Corintios 5:21 Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.

Nadie se puede salvar por sí mismo porque todos pecamos y todos estamos destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:23). No hay excepciones. Pecó Pedro, pecó Pablo, pecó María, pecó José, pecó Moisés, pecó David, todos absolutamente todos pecaron. Pero un día, en el eterno pasado, en la corte celestial, el Hijo se levantó y dijo: «Yo ocuparé el lugar de los pecadores». Jesús no cometió pecado pero pagó por los míos y los tuyos en la cruz del Calvario.

Efesios 2:6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 2:7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 2:8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. 2:9 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, 2:10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; 2:11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

Nosotros éramos los que debíamos ser castigados, los que tendríamos que haber pagado por nuestros pecados y haber sido enjuiciados, pero allí estaba el Hijo. Él tomó nuestro lugar. Él fue la propiciación por nuestros pecados. Y después que resucitó al tercer día, introdujo la gracia maravillosa.
Porque el amor y la misericordia no podrían operar en gracia hasta que hubiera una  completa provisión por el pecado, que solo se encuentra en Cristo.
El Creyente que no ha entendido el evangelio de la gracia, vivirá inseguro, y condenado. No tenemos que  inventar cómo agradar a Dios, lo único que a él le agrada es que le creamos (Hebreos 11:6).
La gracia nos invita a vivir una vida sin señalamientos y sin sentimientos de culpa. No escuches a los “Asesinos de la gracia” que el diablo utiliza para robarte la paz y la salvación.

Mateo 11:18 Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: Demonio tiene. 11:19 Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: He aquí un hombre comilón, y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores. Pero la sabiduría es justificada por sus hijos.

 Si acusaron a Juan el bautista y a Jesús, a uno porque no bebía vino y al otro porque bebía vino y era amigo de pecadores, a ti también te acusarán. Pero la sabiduría es justificada por los hijos dice el evangelio de la gracia ¿Qué es lo que eso significa? Que lo único bueno que Dios espera de ti es que ganes almas para Cristo y eso no se logra con tu comportamiento, sino con hacer llegar a otros el evangelio de la gracia. Vive la vida que la vida es bella!