miércoles, 14 de diciembre de 2016

DIOS ESTABA CON EL

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Cuando mi único hijo varón nació, yo reclamé el derecho a escoger su nombre y por dicha su madre aceptó. Su nombre es Josué David. Josué significa Jehová salva” y David significa “el amado”.
En realidad, yo quería ponerle el nombre de David a mi hijo, porque David o “el amado de Dios”, era un hombre conforme a su corazón y yo quería que así fuera el corazón de mi hijo para que Dios lo amara igual que a David.
Además, Josué era mi héroe bíblico. Moisés liberó a Israel de la esclavitud, pero fue Josué quien llevó a Israel a la tierra prometida y cumplió con el propósito que Dios le había encargado a Moisés. Y Josué pudo conquistar la tierra prometida, no porque fuera un gran guerrero (aunque sí lo era), sino porque Dios estaba con él.

Números 13:27 Y les contaron, diciendo: Nosotros llegamos a la tierra a la cual nos enviaste, la que ciertamente fluye leche y miel; y este es el fruto de ella. 13:28 Mas el pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas; y también vimos allí a los hijos de Anac. 13:29 Amalec habita el Neguev, y el heteo, el jebuseo y el amorreo habitan en el monte, y el cananeo habita junto al mar, y a la ribera del Jordán. 13:30 Entonces Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo: Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos. 13:31 Mas los varones que subieron con él, dijeron: No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros. 13:32 Y hablaron mal entre los hijos de Israel, de la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra que traga a sus moradores; y todo el pueblo que vimos en medio de ella son hombres de grande estatura. 13:33 También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos. 14:1 Entonces toda la congregación gritó, y dio voces; y el pueblo lloró aquella noche. 14:2 Y se quejaron contra Moisés y contra Aarón todos los hijos de Israel; y les dijo toda la multitud: ¡! 14:3 ¿Y por qué nos trae Jehová a esta tierra para caer a espada, y que nuestras mujeres y nuestros niños sean por presa? ¿No nos sería mejor volvernos a Egipto?

Cuando los judíos llegaron a la frontera de la tierra prometida, luego de ser liberados de la esclavitud de Egipto, Moisés envió diez espías y ocho de ellos se negaron a conquistar la tierra porque había gigantes  habitando en ella.  Esos 8 espías hablaron a la multitud, la cual se rebeló y se negó a entrar a la tierra que Dios les había prometido.
Al igual que los judíos, son muchas las veces que nos hemos negado a seguir adelante porque tenemos al frente a un gigante. Hay muchos sueños y metas fallidas por culpa de los gigantes. Un gigante puede ser la falta de dinero, la falta de confianza en sí mismo, el temor al fracaso o cualquier otra circunstancia. Los gigantes nos asustan y se nos olvida que Dios está con nosotros y que él es el “mata gigantes”.

Números 14:6-9 Y Josué hijo de Nun y Caleb hijo de Jefone, que eran de los que habían reconocido la tierra, rompieron sus vestidos, y hablaron a toda la congregación de los hijos de Israel, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra en gran manera buena. Si Jehová se agradare de nosotros, él nos llevará a esta tierra, y nos la entregará; tierra que fluye leche y miel. Por tanto, no seáis rebeldes contra Jehová, ni temáis al pueblo de esta tierra; porque nosotros los comeremos como pan; su amparo se ha apartado de ellos, y con nosotros está Jehová; no los temáis.

De más de un millón de personas que salieron de Egipto con Moisés, solamente dos, uno joven y uno viejo no tenían miedo de enfrentar a los gigantes, no tenían miedo de las circunstancias porque estos dos únicos hombres sabían que Dios estaba con ellos y que se comerían a los gigantes como si fuese pan. El resto no lo sabía, para ellos, las promesas de Dios era simples palabras que no habían tocado su corazón.
Así sucede con una gran mayoría de creyentes que no han sido tocados por el Espíritu, para ellos, las palabras bíblicas y las promesas de Dios son simples palabras.

Números 14:28 Diles: Vivo yo, dice Jehová, que según habéis hablado a mis oídos, así haré yo con vosotros. 14:29 En este desierto caerán vuestros cuerpos; todo el número de los que fueron contados de entre vosotros, de veinte años arriba, los cuales han murmurado contra mí. 14:30 Vosotros a la verdad no entraréis en la tierra, por la cual alcé mi mano y juré que os haría habitar en ella; exceptuando a Caleb hijo de Jefone, y a Josué hijo de Nun.

Con excepción de Josué y Caleb (nombre que significa “el audaz), los demás judíos habían dicho: “¡Ojalá muriéramos en la tierra de Egipto; o en este desierto ojalá muriéramos!”, y eso fue lo que sucedió. Dios dictó la sentencia: “lo que habéis hablado, así haré con vosotros”. El desierto se convirtió en un cementerio.
La vida y la muerte están en poder de la lengua (Proverbios 18:21), lo que confesamos creyendo, es lo que obtenemos, porque de la abundancia del corazón habla la boca (Mateo 12:34). Ellos confesaron muerte y eso fue lo que consiguieron. Si le creemos a Dios obtenemos vida, pero si no le creemos obtenemos muerte.
De toda aquella gente que salió de Egipto, únicamente Josué y Caleb entraron a la tierra prometida. Eso sucede hoy día, de cada millón de personas que Dios escoge, tal vez uno o dos entran a la tierra prometida, los demás mueren en el desierto porque la incredulidad que tienen en su corazón se manifiesta a través de su boca y los lleva a la muerte.
La Biblia no habla mucho de Caleb, tal vez porque ya estaba muy viejo, pero si habla de Josué. Nos dice que Dios encargó a Josué, para que llevara a todos los nacidos en el desierto a la tierra que sus padres no pudieron heredar.
Eso está sucediendo también hoy día, muchos hijos entran a la tierra que fue prometida a sus padres, a la cual sus padres no entraron por incredulidad.

Josué 1:5 Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé. 1:6 Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos. 1:7 Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. 1:8 Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.

Dios le prometió a Josué que no lo desampararía ni lo dejaría, pero Josué debía esforzarse y ser valiente, además de no apartarse de la palabra de Dios, sino que debía meditar día y noche en ella, para que prosperara su camino y todo le saliera bien.
Yo reclamé esas palabras para mi hijo desde el momento mismo en que nació. Aunque las palabras de Dios a Josué eran Rhema, es claro, que si cumplimos con los requisitos de Dios, esas palabras se convierten en logos para nosotros. Y yo siempre tuve esa esperanza, no solo para Josué sino para todos mis hijos. Yo quería que fueran salvosy amados por Dios y que todos sus sueños se cumplieran. Y el que sean salvos y amados por Dios es algo de lo que yo puedo decir con firmeza que se ha cumplido ya en todos ellos.
Una vez que mi hijo Josué terminó su bachillerato, se negó a seguir estudiando y fue objeto de burla, fue tildado de vago porque no parecía ser aquel esforzado y valiente Josué que conquistó la tierra prometida. Sin embargo yo mantuve la esperanza y no lo presioné, porque no dependía de mí ni de él sino de Dios. Y Dios siempre cumple sus promesas. Debemos entender que Dios tiene un propósito y una manera muy diferente de hacer las cosas, a como nosotros las pensamos. Eso sí, Dios nos da la gracia pero debemos tener fe. Sin fe la gracia no se activa.

Mateo 21:22 Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis.

La palabra de Dios dice que todo lo pidamos creyendo, Dios nos lo concederá. La mayoría de los pastores evangélicos enseñan, que debemos orar una y otra vez hasta que nuestra petición se haga realidad, pero yo no comparto esa enseñanza, la respeto, pero no la comparto porque el versículo no dice que pidamos varias veces por lo mismo, lo que dice es que “pidamos creyendo”.
No debemos confundir orar sin cesar con pedir una y otra vez por lo mismo. Lo que significa orar sin cesar, es que siempre que podamos, debemos orar por las cosas que Dios espera que oremos. Si yo oro una vez y le hago una petición a Dios creyendo verdaderamente, no tengo por qué volver a orar por lo mismo. Si sigo orando por lo mismo es porque no estoy creyendo. Hay una historia que nos ayuda a comprender esto:
Se dice que en un pueblito de zona rural en los años 50, se produjo una larga sequía que amenazaba con dejar en la ruina a todos sus habitantes, debido a que subsistían con el fruto del trabajo del campo. A pesar de que la mayoría de sus habitantes eran creyentes, ante la situación límite, marcharon a ver al cura párroco y le dijeron: "Padre, si Dios es tan poderoso, pidámosle que envíe la lluvia necesaria para revertir esta angustiante situación." - "Está bien, le pediremos al Señor”, pero, agregó el cura “deberá haber una condición indispensable." - ¡Díganos cuál es!", respondieron todos. "Hay que pedírselo con fe, con mucha fe”, contestó el sacerdote. "¡Así lo haremos!"
Los campesinos comenzaron a ir a la iglesia a orar todos los días, para que lloviera, pero las semanas transcurrían y la esperada lluvia no se hacía presente. Un día, fueron todos a enfrentar al párroco y reclamarle: -"Padre, usted nos dijo que si le pedíamos con fe a Dios que enviara las lluvias, él iba a acceder a nuestras peticiones. Pero ya van varias semanas y no obtenemos respuesta alguna." - "¿Han ustedes pedido con fe verdadera?", les preguntó el párroco. - "¡Sí, por supuesto!", respondieron al unísono. - "Entonces, si dicen haber pedido con Fe Verdadera ¿por qué han orado por lo mismo durante muchos días y por qué ni uno solo de ustedes ha traído el paraguas?"
No se trata de pedir muchas veces, sino de hacerlo una sola vez pero con verdadera fe.
No hay un solo versículo bíblico que diga que tengo que orar varias veces para obtener algo de Dios. Lo que dice es que tengo que orar con fe, lo que dice es que tengo que creerle a Dios. Si Dios dijo que todo lo que pidiéramos creyendo, lo recibiríamos, es un hecho que lo tenemos que recibir.

2 Corintios 1:20 porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios.

Todas las promesas de Dios son en él sí y en él así sea, a través de nosotros, para la gloria de Dios. Dios se glorifica cumpliendo sus promesas. Así, que si Dios prometió que todo lo que pidiéramos lo concedería, es un hecho que lo concederá, porque así se glorifica. Solo pídele creyendo a Dios que llueva y alista tu paraguas.
1 Juan 5:14 Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.

Lógicamente que nuestras peticiones deben de conformarse a su voluntad. No podemos pedir algo que vaya contra su voluntad.

Santiago 4:3 Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.

Tampoco podemos pedir cosas para satisfacer nuestra codicia. Dios nos dará lo que necesitamos, no lo que codiciamos. Por eso el Señor dijo: “y bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí. (Mateo 11:6) ¿Por qué? Porque muchas personas abandonan sus sueños y dejan de creer en las promesas de Dios al no obtener pronta respuesta o al no obtener lo que piden.
Las personas no entienden que Dios nos va a dar las cosas, pero en el mejor tiempo no en el tiempo de nosotros y conforme a su voluntad, no conforme a la nuestra.
En segundo lugar, Dios espera que tengamos sueños y en la mayoría de nuestros sueños, es Dios mismo, quien los pone en nuestro corazón. Pero Dios espera acompañarnos en el camino a esos sueños.

Romanos 4:14 Porque si los que son de la ley son los herederos, vana resulta la fe, y anulada la promesa

Este versículo dice el que quiere alcanzar la salvación por medio del cumplimiento de la ley o sea a través de sí mismo, anula la promesa de Dios, que es por fe. Esto lo podemos aplicar a todo, en nuestra relación con Dios. Muchas personas le piden a Dios el cumplimiento de sus promesas, pero luego tratan por sí mismos y sin ayuda de Dios el alcanzar esas promesas, lo que anula las mismas y con ello, la imposibilidad de que las mismas se cumplan.
La fe es la habilidad que hace posible que creamos lo imposible y nos mantengamos firmes hasta el final. El problema, es que se han escrito muchos libros de autoayuda, en los cuales se enseña que a través del positivismo, todo lo podemos lograr por nosotros mismos. Eso es lo que significa autoayuda, yo, yo y yo, sin ayuda de nadie.
Muchas personas confunden positivismo con fe, pero son diferentes. El positivismo nace de una fuerte voluntad humana y de una confianza en sí mismo, mientras que la fuente de la fe es el mismo Dios y el que tiene fe pone su confianza en Dios y no en su persona.

Efesios 2:8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios

La gracia es un regalo de Dios. La fe forma parte de esa gracia. La gracia es la ayuda sobrenatural de Dios en nosotros. Lo que yo planifico aparte de la voluntad y la gracia de Dios, no es garantía de que lo puedo lograr. Pero si lo planifico con la ayuda de Dios y conforme a su voluntad, es un hecho que la meta se puede alcanzar, porque Dios nos da la fe y la gracia para lograrlo.

Hebreos 12:1-2 Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.

Jesús es el autor y consumador de la fe, es algo que debemos tener muy claro. Es Jesús el que hace que se cumpla lo que creemos. El capítulo 11 del libro de Hebreos está lleno de personas que testimonian acerca de la fe. El problema de muchas personas es que no ponen los ojos en Jesús sino en ellos mismos y terminan abandonando sus sueños porque la cuerda no les da.
Así que debemos distinguir claramente el positivismo de la fe, porque en los tiempos en que estamos viviendo somos bombardeados con mensajes positivos centralizados en el “yo” y llevan al ser humano a poner su confianza en sí mismo y no en Cristo.
Por más capacidad que tenga, el hombre no puede producir por sí mismo fuerzas, virtudes y dones que solamente Dios imparte. Digamos que eso es la gracia, que hace que todo lo que hagamos sea bien visto por los demás y que resulte en cosas positivas.

Génesis 37:5 Y soñó José un sueño, y lo contó a sus hermanos; y ellos llegaron a aborrecerle más todavía. 37:6 Y él les dijo: Oíd ahora este sueño que he soñado: 37:7 He aquí que atábamos manojos en medio del campo, y he aquí que mi manojo se levantaba y estaba derecho, y que vuestros manojos estaban alrededor y se inclinaban al mío. 37:8 Le respondieron sus hermanos: ¿Reinarás tú sobre nosotros, o señorearás sobre nosotros? Y le aborrecieron aun más a causa de sus sueños y sus palabras. 37:9 Soñó aun otro sueño, y lo contó a sus hermanos, diciendo: He aquí que he soñado otro sueño, y he aquí que el sol y la luna y once estrellas se inclinaban a mí. 37:10 Y lo contó a su padre y a sus hermanos; y su padre le reprendió, y le dijo: ¿Qué sueño es este que soñaste? ¿Acaso vendremos yo y tu madre y tus hermanos a postrarnos en tierra ante ti? 37:11 Y sus hermanos le tenían envidia, mas su padre meditaba en esto.

Dios le dio un sueño a José. En ese sueño sus hermanos y sus padres se inclinaban ante él. Cuando José les contó el sueño, sus hermanos se molestaron y lo vendieron.
Ellos creían que José inventaba lo que contaba, que quería estar por encima de ellos. Pero José no inventaba nada, esos sueños venían de Dios, quien le estaba mostrando su futuro.
Y así pasó con mi hijo Josué. No estudió por un tiempo, pero Dios tenía un sueño para él. A través de Kristel, su novia, y no se cuales otras personas, Dios le presentó a Josué el sueño de estudiar y tener una profesión. Y extrañamente, a Josué le gustó el sueño y decidió intentarlo. Pero no era extrañamente, era Dios el que estaba produciendo ese deseo en Josué, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad (Filipenses 2:13).
Es Dios y no nosotros, el que produce el hacer y el querer, conforme a su voluntad. Esto implica, que Dios no solamente establece su plan y su propósito delante de nosotros, sino que mueve los hilos para que las cosas sucedan y también imparte su gracia sobre nuestras vidas, con ello la fe necesaria para lograr ese propósito. Y esto es así, porque Dios está con nosotros.
Cuando Dios le presentó el sueño a Josué mi hijo, paralelamente yo me quedé sin trabajo. Después de más de 30 años de estar trabajando para instituciones del Estado, una señora es nombrada como Presidente de Costa Rica y lo primero que hace es dedicarse a buscar plata para sus proyectos. Entonces les quita el presupuesto a las instituciones que me proveían de trabajo y al estar sin presupuesto para pagarme, yo me quedó de un día para otro sin trabajo.
Cuando más necesitaba mi hijo de mi ayuda, me veo imposibilitado de hacerlo. En aquel momento no lo comprendí y hasta me quise molestar con Dios, pero que claro que lo veo ahora: Dios quería enseñarnos que no necesitaba de la ayuda de ninguno de nosotros. Él le daría los medios y la gracia a Josué para que saliera adelante. Dios quería toda la gloria. Y Josué saldría adelante, porque Dios estaba con él. Si no hubiera sido así, hoy no estaría dando este testimonio.

Hechos 7:9 Los patriarcas, movidos por envidia, vendieron a José para Egipto; pero Dios estaba con él, 7:10 y le libró de todas sus tribulaciones, y le dio gracia y sabiduría delante de Faraón rey de Egipto, el cual lo puso por gobernador sobre Egipto y sobre toda su casa.

Sin la gracia de Dios, José no hubiera salido bien librado y nunca hubiera sido el gobernador de Egipto. Dios estaba con él, y le dio gracia y sabiduría; esa es la clave del éxito.
 José tenía sus propios dones naturales, pero sin la fe y sin la gracia de Dios, nada habría logrado. Además, José tuvo que pasar por muchas tribulaciones y no entendía lo que sucedía, pero mantenía su confianza en Dios. Dios tenía que llevarlo por todo ese proceso, mediante el cual tuvo mucho dolor, pero fue gracias a ese doloroso proceso que pudo salvar a su familia de morir de hambre y los llevó a vivir con él a Egipto, no a una casita sino al palacio del Faraón. Y fue mediante ese proceso que forjó en José el carácter de un líder y gobernante.
Yo sé que mi hijo, pasó por muchas pruebas durante todo este proceso de estudio y estuvo a punto de renunciar, de dejar todo botado. Y no lo hizo, porque Dios estaba con él y usaba esas circunstancias para darle un aprendizaje a él y a todos nosotros en este ministerio.
Dios había dicho a Josué, se valiente y esfuérzate, solamente no se aparten mis palabra de tu boca. Y esa palabra rhema, se hizo logos en mi hijo, quien fue valiente y esforzado, sacrificó muchas cosas y a pesar de todas las circunstancias negativas que se le presentaron en el proceso, no se apartó nunca de la palabra de Dios.

Romanos 8:28 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.

Mi hijo Josué lloró muchas veces, se comparó con otros que sin tener a Cristo, gozaban de mejores circunstancias. Se quejó y hasta se enojó con Dios. Y todo esto, porque al igual que José, no podía ver el final de la película. Solo vio el pasado y el presente, pero no veía el futuro.
Si realmente amamos a Dios y confiamos en él, todo lo que nos sucede y parece malo a nuestras vistas, es para nuestro bien. Cuando lleguemos al final de la película, solamente en ese momento lo vamos a entender.
Dios ha permitido a los miembros del ministerio “Embajadas del Reino”, seguir el proceso de mi hijo para enseñarnos, que no debemos preocuparnos, que Dios siempre tiene el control y si nuestros proyectos se atrasan o salen mal, es porque chocan con sus propósitos o porque él nos quieren enseñar algo, antes de darnos lo que queremos.
Somos nosotros y no Dios los culpables de que muchos de nuestros sueños se atrasen y que las promesan de Dios se tarden en cumplirse o no se cumplan en nosotros.
Dios ha usado a mi hijo Josué, para darnos testimonio de que Él siempre cumple sus promesas, independientemente de las circunstancias que nos rodean. Y que de esa manera afirmemos nuestra fe y confianza en su palabra.
Así que si estás pasando por alguna circunstancia negativa que parece terminar con tus sueños, entiende que no es así, entiende que Dios está contigo y que tiene el control, pero quiere enseñarte a confiar en él. Lo hizo con mi hijo y lo hará contigo. Al final entenderás que todo se da de esa manera porque Dios quiere para él toda la gloria. Así que alaba a Dios porque está moldeando tu futuro.

Romanos 8:31 ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?

Mi hijo se graduó, fundó su propia empresa e inmediatamente vinieron los fantasmas. Decía que no podía hacer su trabajo, que no estaba suficientemente preparado, que no recordaba muchas cosas. Era el diablo haciendo su trabajo. Pero luego recordó que si Dios estaba con él, quién podría contra él. Recordó que todo lo que había logrado no era su logro sino el logro de Dios y que la tierra prometida no se conquista por nuestros propios méritos sino por la gracia de Dios. Y decidió seguir hacia la tierra prometida. Hoy en día su empresa ha crecido y puede verse la mano de Dios en todo ese proceso. Pero no solo eso, Dios llamó a Josué al Ministerio y ahora tiene su propia congregación de jóvenes en las que imparte lo que ha aprendido, pero sobre todo lo que Dios le revela día con día.

1 Samuel 17:45 Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. 17:46 Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. 17:47 Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos. 17:48 Y aconteció que cuando el filisteo se levantó y echó a andar para ir al encuentro de David, David se dio prisa, y corrió a la linea de batalla contra el filisteo. 17:49 Y metiendo David su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en tierra. 17:50 Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano.

David venció al gigante Goliat, no por su méritos sino porque Dios estaba con él. Jehová no salva con espada ni lanza y de Jehová es la batalla. El diablo nos va a mandar muchos gigantes, pero Dios los vencerá por nosotros. Lo único que necesitamos es caminar por fe y no por vista. Debemos ser valientes como lo fueron Josué y David y caminar amparados en la palabra de Dios.
Así que si tienes algún gigante al frente, no debes temer, sino hacerle frente, porque Dios está contigo y las armas de nuestra milicia no son carnales sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas (2 Corintios 10:4).

Nuestras armas no son carnales ni poderosas en nosotros mismos, son poderosas en Dios. Es Dios el que vence por nosotros. Así que dile no al temor, dile no a la derrota, dile no al no puedo, porque Dios todo lo puede. Solo descansa en él

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