miércoles, 16 de marzo de 2016

MALDICIONES GENERACIONALES


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Está muy de moda la doctrina de las "maldiciones generacionales", la cual enseña que una persona puede nacer con una maldición. De acuerdo con esa doctrina, alguien en un árbol familiar recibe una maldición y esa maldición alcanza no a un descendiente sino a todos  los descendientes. Entre los que más insisten en esta doctrina, son los pastores Edwin y Ana Lucía Orozco del programa "Dios TV", quienes afirman que esa maldición queda en el esperma y el óvulo que forman el feto, por lo que el niño nacería con la maldición.
Algunos de los defensores de esa doctrina, enseñan además, que detrás de cada pecado existe un demonio que lo causa. Cuando la persona practica un pecado, el demonio de este pecado posee al individuo, convirtiéndose en una maldición que es heredada a sus  descendientes en el ADN.  
Dichosamente tengo que decir que es totalmente falso que una maldición o pecado se herede a través del  ADN de la persona. Este es también uno de los grandes errores doctrinales del catolicismo romano, que sostiene que nacemos con el pecado original. No hay tal pecado original ni maldición alguna que se herede. Veamos lo que dice la palabra de Dios.

Ezequiel 18:1 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 18:2 ¿Qué pensáis vosotros, los que usáis este refrán sobre la tierra de Israel, que dice: Los padres comieron las uvas agrias, y los dientes de los hijos tienen la dentera? 18:3 Vivo yo, dice Jehová el Señor, que nunca más tendréis por qué usar este refrán en Israel. 18:4 He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá.

En Israel existía un refrán que decía que los padres se comían las uvas agrias y a los hijos les daba dentera, para dar a entender que los hijos cargaban con los pecados  de sus padres. Pero Dios es contundente y dice que no usen ese refrán porque el alma que pecare esa morirá. Más adelante dice:

Ezequiel 18:20 El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él.

La palabra de Dios es totalmente clara, nadie hereda ningún pecado ni ninguna maldición de sus antepasados.
¿Existen las maldiciones? Claro que existen. Están tipificadas en la ley de Dios, allí podemos leer que el que incumple la Ley será maldecido en todo:

Deuteronomio 28:15 Pero acontecerá, si no oyeres la voz de Jehová tu Dios, para procurar cumplir todos sus mandamientos y sus estatutos que yo te intimo hoy, que vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te alcanzarán. 28:16 Maldito serás tú en la ciudad, y maldito en el campo.
28:17 Maldita tu canasta, y tu artesa de amasar. 28:18 Maldito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, la cría de tus vacas, y los rebaños de tus ovejas.28:19 Maldito serás en tu entrar, y maldito en tu salir….

Sin embargo, no encontramos un solo versículo que diga que esas maldiciones se transmiten de generación en generación. Lógicamente que los hijos se verán afectados, pero no porque hereden nada, sino indirectamente. Por ejemplo, si un padre pierde su trabajo y nada le sale bien por la maldición, eso afectará la economía de la familia. O si se enferma de Lepra o de otra enfermedad puede contaminar a sus hijos; pero no porque herede absolutamente nada.

Éxodo 20:4 No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. 20:5 No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, 20:6 y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.

Los maestros de la doctrina de las maldiciones generacionales se apoyan en el anterior versículo para enseñar que Dios maldice hasta tres y cuatro generaciones. Y que los descendientes de esas generaciones estarán atados  aun después de convertidos a Cristo. Por eso insisten en que los creyentes necesitan que sean rotas todas esa ataduras a través de una liberación. Entonces usan  terapias, regresiones, sanidad interior y métodos semejantes. Por ello escuchamos constantemente frases como:

"Yo cancelo toda obra demoníaca que viene de mis ancestros”; “renuncio a toda asignación satánica sobre mi ministerio”, “rechazo todos los otros sacrificios de sangre donde Satanás haya reclamado propiedad de mi".

En algunos casos practican la expulsión de demonios.  Si  analizamos concienzudamente el texto de Éxodo 20,  podemos concluir que no se hace referencia a cualquier otro pecado que no sea el de idolatría. Allí dice que Dios visitará la maldad hasta cuatro generaciones de los que lo aborrecen. ¿Quiénes son los que aborrecen a Dios?  Los que se inclinan y honran a las imágenes.
Lo segundo que podemos apreciar, es que en el texto no existe la palabra maldición. Lo que dice es que Dios “visitará la maldad”. ¿Qué es lo que esto significa? Que Dios se hará presente en hasta cuatro generaciones, llevándoles más maldad. Es como si Dios dijera: ¿quieren ser malos, entonces voy a hacer que sus descendientes sean más malos?

Romanos 1:25 ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén. 1:26 Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, 1:27 y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío. 1:28 Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; 1:29 estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; 1:30 murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, 1:31 necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; 1:32 quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.

Si usted relaciona Éxodo 20:4-5 con el anterior versículo de Romanos, se podrá dar cuenta, que la homosexualidad, la soberbia, la deslealtad, la falta de misericordia y muchas cosas malas, son consecuencia de la idolatría. El versículo se inicia: “ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos”. Vemos claramente que toda esa maldad es consecuencia de la idolatría.
Dios castiga donde más duele, por eso visitará esa maldad en los descendientes de hasta cuatro generaciones. Esto no significa que los hijos son condenados por los pecados de sus padres. Ya vimos que  los hijos no serán condenados por los pecados de sus padres, lo que arrastran es la maldad consecuencia de la idolatría. Lo que sucede es que el hijo puede nacer con una mente reprobada. Esa mente reprobada es la herencia de la maldad. ¿Qué es una mente reprobada? Aquella que está llena de injusticia y de maldad. Es una mente que no conoce a Dios.
Quizás podríamos decir que nacer con una mente reprobada es una maldición. Si quieres verlo así, es entendible. Pero independientemente si vemos eso como una maldición o no, lo que nos tiene que quedar claro es el origen de la maldición y ese origen es Dios.  Dios maldijo la serpiente, luego maldijo la tierra por culpa del pecado del hombre. A la mujer dijo:

Génesis 3:16 A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti. 3:17 Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. 3:18 Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. 3:19 Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra,

En Deuteronomio 28 Dios maldice a los que incumplen sus mandamientos. Note que toda maldición tiene su origen en Dios. No obstante los defensores de la doctrina de las maldiciones generacionales confunden el origen de la maldición. Ellos atribuyen la obra de maldición al diablo cuando la Biblia claramente dice que es Dios mismo quien maldice y quien impone el castigo. Aun si Satanás quisiera maldecir a los hijos de Dios, no puede hacerlo si Dios mismo no se lo permite.

Job 1:12 Dijo Jehová a Satanás: He aquí, todo lo que tiene está en tu mano; solamente no pongas tu mano sobre él. Y salió Satanás de delante de Jehová.   

Satanás necesitó el permiso de Dios para hacerle daño a Job. Así que no es reprendiendo a Satanás y a sus demonios que una persona puede librarse de una maldición o de la herencia de la maldad. Ese es un grave error y denota una pésima comprensión de la palabra de Dios, por parte de los que enseñan esa doctrina.

Gálatas 3:13 Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición; porque está escrito: Maldito cualquiera que es colgado en madero 3:14 Para que la bendición de Abraham fuese sobre los Gentiles en Cristo.

Lea el anterior versículo despacito y con calma. Allí dice que Cristo nos redimió de la maldición de la ley. Hay una maldición por el incumplimiento de la ley, pero Cristo nos redimió de esa maldición, para que fuese cambiada por la bendición de Abraham.

Romanos 6:4 Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.

Cuando nos bautizamos, iniciamos una nueva vida en Cristo. Y en Cristo no hay maldición alguna, por el contrario, en Cristo Jesús somos bendecidos con toda bendición espiritual (Efesios 1:3). No somos bendecidos con alguna bendición sino con “toda bendición”.

Romanos 12:1 Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. 12:2 No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.12:2 No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.

Pude haber nacido con una mente reprobada, pero puedo renovar mi mente y mi entendimiento cuando me entrego al Señor.  Jesús cumplió la ley por nosotros y nos redimió de la maldición. La ley era condicional a la obediencia del hombre. Si este desobedecía, recibía las consecuencias  y la ira de Dios venía sobre él. 
Bajo el Nuevo Pacto, el hombre está representado por Cristo, quien hace que en Él, las condiciones del pacto sean cumplidas en su totalidad, por eso el hombre es libertado de toda maldición pues esta maldición fue cambiada por bendición en la cruz.
Voy a repetirlo, el que está en Cristo no puede tener maldición alguna, porque esa maldición ha sido cambiada por toda bendición. Es imposible que estemos bendecidos y maldecidos a la misma vez.

2 Corintios 5:17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

El pasado del que está en Cristo fue sepultado con su viejo hombre en las aguas del bautismo (Romanos 6:6). Esa persona es  una nueva criatura, Dios la ha limpiado de todo pecado y de toda maldición.
Y no se molesten los maestros de esa doctrina por lo que lo que voy a decir, pero debo decir la verdad.  Y la verdad es que la doctrina de “las maldiciones generacionales” no viene de Dios, viene de Satanás, el cual quiere que caigas de la gracia.

Gálatas 2:21 No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.

Cristo es suficiente para redimir, transformar y regenerar al ser humano en forma total y completa. Si tuviéramos que agregar algo a la obra expiatoria de Jesús en la cruz, por demás murió Cristo. Cuando una persona se presta para ser liberada de una maldición, está negando que Cristo la liberó, está negando que Cristo cambió la maldición por bendición, entonces está desechando la gracia de Dios y poniéndose al filo de la navaja:

Hebreos 10:29 ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? 10:30 Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo.10:31 Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo.

Cuando una persona se presta para una liberación, está pisoteando al hijo de Dios y teniendo por inmunda su sangre. Está diciendo “tengo que ir a que me liberen porque la sangre de Cristo no fue suficiente para mí”. Y con ello está ofendiendo al Espíritu Santo y cometiendo el único pecado que no tiene perdón.
A mí nunca me han gustado “los encuentros”, porque en ellos hacen uso de estas prácticas. Y las personas en lugar de ser liberadas, caen de la gracia. Ese es el propósito de Satanás con esa doctrina. 
Lo que deberían hacer en los encuentros es bautizar a todos los participantes para que cambien la maldición por la bendición. Porque mientras una persona no se bautice no está en Cristo y si no está en Cristo está bajo la maldición de la ley.

Juan 8:32  y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

Lo que te hace libre no es un método de liberación inventado por el hombre, lo que te libera es  conocer la verdad y la verdad es que debes creer y bautizarte (Marcos 16:16), para que la maldición de la ley sea cambiada por toda bendición.

Colosenses 2:13 Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, 2:14 anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz,

Estábamos muertos en nuestros pecados, la ley nos acusaba, nos condenaba y nos maldecía. Pero Jesús clavó el acta de los decretos en la cruz. Esa acta es la que contiene anotados todos nuestros pecados.
El Señor clavó ese pasado y te hizo libre, totalmente libre, verdaderamente libre. Solo necesitas bautizarte para que eso se haga realidad en ti. Si ya te bautizaste, no deberías preocuparte si tenías un abuelo brujo, un padre satanista, idólatra o espiritista o si tu bisabuelo fue un hechicero indio. No caigas en esa falsa doctrina, no te dejes engañar.




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