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Hay personas que dicen
“Dios me dijo”, “Dios me habló”. ¿Será cierto que podemos hablar con Dios?
Claro que podemos. Todos los días deberíamos tomar un rato para sentarnos a
conversar con el Padre. Le expresamos lo que sentimos, lo que pensamos, lo que
queremos y escuchamos lo que nos tiene que decir. ¿Cómo hacerlo? Aquí te lo
decimos.
Dios nos ha dado un
instrumento para ese fin, ese instrumento es la oración. Muchos creyentes creen
que orar es recitarle una lista de pedidos a Dios, pero orar es algo más
sublime, es tomar un momento para conversar con Dios y escuchar
lo que nos tiene que decir.
La oración no debería
ser algo cansado, no debería ser algo que no queramos, todo lo contrario, la
oración debería ser algo que deseemos con todo el corazón. ¿Te gustaría hablar
con el Padre? ¿Por qué no lo haces?
Para entender lo que
estamos diciendo, debemos ir al principio de la creación. En Génesis 1:27
dice que “Dios creo al hombre a su imagen y semejanza”. Que lo haya
creado a su imagen habla de la apariencia y que lo haya creado a su semejanza
habla de su composición. Lo que esto significa es que Dios es espíritu (Juan
4:24) y nos hizo espíritus como él.
Génesis 2:7 Entonces Jehová Dios formó al
hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el
hombre un ser viviente.
La palabra de Dios
dice que Dios formó el cuerpo del hombre del polvo de la tierra, y luego soplo en su nariz aliento de vida y fue
el hombre un ser viviente. Ese aliento de vida es el espíritu ¿Cómo lo sabemos?
Porque la misma palabra de Dios dice que es el espíritu el que da la vida
(Juan 6:63).
Resumimos entonces que
el hombre es un espíritu que vive en un
cuerpo. Con el cuerpo se comunica con este mundo, y con el espíritu se comunica con Dios.
Cuando conversamos con Dios lo hacemos con nuestra boca y con nuestros oídos
espirituales a través de la oración, aunque generalmente usamos también la
boca natural.
EL ORAR Y EL VIVIR PARA CRISTO
Para el que está en Cristo, orar es como respirar.
Es más difícil aguantar
la respiración que respirar y el que está en Cristo lo hace de manera espontánea
porque ha sido sentado en lugares
celestiales (Efesios 2:6) y allí
la atmósfera para respirar es la oración.
Pablo dice que él oraba sin cesar (Romanos 1:9)
y quizás nos imaginamos a Pablo de rodillas todo el día, o caminando con la
cabeza inclinada y los ojos cerrados, recitando algunas frases aprendidas. Pero
orar sin cesar no eso, lo que significa es que la oración sucede una
y otra vez porque es parte de
nuestro modelo de vida.
Veamos 5 ejemplos para entenderlo: 1) Cuando somos
bendecidos por algo, inmediatamente le
damos gracias al Señor. En ese
momento estamos orando. 2) Tal vez nos encontramos con una persona en silla de ruedas y de manera espontánea le pedimos al
Señor por su sanidad. En ese momento también estamos orando. 3) Cuando vemos a un vendedor ambulante
caminando en las noches procurando proveer para su familia, le pedimos a Dios que lo ayude a vender su
producto para que se vaya temprano a descansar con su familia. En ese momento
estamos orando. 5) Cuando somos tentados,
acudimos al Padre por ayuda. En ese momento estamos orando. O mediante la
oración indirecta reprendemos al
tentador.
La oración
directa es la petición que le hacemos a Dios. La oración indirecta no es una
petición que le hacemos a Dios, sino
que es una orden que le damos al enemigo en el nombre de Jesús.
Es una oración indirecta porque no le pedimos a Dios
que reprenda al diablo, sino que nosotros lo hacemos en el nombre de Jesús, quien
nos ha autorizado para ello.
Como puedes ver, estamos en constante oración, todos los pensamientos, obras y
circunstancias de la vida nos llevan a orar directa o indirectamente y ponemos
nuestras mentes "en las cosas de
arriba, no en las de la tierra" (Colosenses.
3:2).
El propósito de
nuestra salvación es que vivamos para Cristo; y cuando oramos por
esas cosas de manera espontánea, es porque estamos viviendo para Cristo. Cuando no lo hacemos, no estamos viviendo
para Cristo plenamente.
Hay una relación entre la oración y el vivir para Cristo; sin oración nadie vive para Cristo, porque ¿Cómo pueden sobrevivir a la oscuridad del mundo sin la oración?
Pero esos ejemplos de oración que mencionamos no son conversaciones con Dios, son comunicaciones rápidas, son mensajes de texto, son whatsaaps,
pero no son conversaciones.
Conversamos
con
Dios cuando sacamos un tiempo especial
para estar a solas con él y escuchar lo que nos tiene que decir.
IMPEDIMENTOS
PARA CONVERSAR CON DIOS
Una gran mayoría de creyentes se aguantan la
respiración espiritual, pensando que breves
momentos de respiración son suficientes para permitirles sobrevivir. No
respiran suficiente porque los deseos de
la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida (1 Juan 2) que el mundo les ofrece los
ahogan.
La palabra de Dios dice en 2 Corintios 5:15 que “Jesús por todos murió, para que los que
viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos”.
El hecho es que todo creyente debería estar viviendo para Cristo, pero no lo
hacen porque no están respirando
correctamente a través de la oración, y su
vida en Cristo es un completo fracaso.
El falso
evangelio de la prosperidad que se está enseñando en las comunidades
religiosas ha hecho que los cristianos presuman de la gracia, pero que no dependan de ella. Están
satisfechos con las bendiciones físicas y eso les quita el deseo por las
bendiciones espirituales.
En cierta ocasión hablé con un amigo acerca de
este tema y me dijo que él se comunicaba todas las mañanas con Dios, y que por eso Dios lo bendecía en su trabajo. ¿Cómo se comunicaba? Me dijo que pidiéndole
a Dios mediante una pequeña oración de pocos minutos que le diera trabajo y
salud. ¿Es eso conversar con Dios? Claro que no, eso es enviarle un mensaje de
texto.
El hecho
de que nos vaya bien en el trabajo no implica que Dios nos esté bendiciendo. Programas,
planificación, estudio y mucho trabajo nos pueden llevar al éxito, y no podemos
confundir ese éxito humano con la bendición divina. De hecho, hay miles de
incrédulos que se han hecho millonarios sin creer en Dios. Cuando se da esa
confusión, las personas no se congregan, no conversan con Dios, no viven para
Cristo.
La ambición por las riquezas materiales no es
algo que viene de Dios, la recomendación divina es que estemos contentos con sustento y abrigo (1 Timoteo 6:8) y que hagamos
tesoros en el cielo (Mateo 6:20)
y no en la tierra.
Cuando ocupamos todo nuestro tiempo para
cosechar riquezas, o para obtener poder y éxito, nos vamos alejando de Dios y Satanás
podría robarnos las cosas materiales y hasta la salvación.
De pronto te quedas sin trabajo, se viene una
quiebra o alguien te estafa y te roba tus ahorros. No respiras debidamente y el diablo te ahoga. Muchas personas se
molestan con Dios y hasta dejan de creer.
LA
ARMADURA
Efesios
6:18 orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando
en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;
En el capítulo 6 del libro a los Efesios se
menciona la armadura que Dios ha puesto a disposición del creyente para hacerle
frente a las asechanzas del diablo. Y allí se menciona que la oración es parte de esa armadura. Sin ella no podemos resistir el día malo ni hacerle frente a las
potestades, a los principados, a los gobernadores de las tinieblas ni a las
huestes de maldad que nos enfrentan día a día (Efesios 6:12). Nosotros no
vemos esos enemigos espirituales, pero ellos están allí, ahogándonos con el aire contaminado de este mundo. Si
respiramos lo suficiente a través de la oración no pueden ahogarnos, no pueden
hacernos daño alguno.
Los soldados de antaño siempre tenían sus armas donde las podían alcanzar, aún mientras
dormían; incluso algunos dormían con sus armaduras como prevención. Eso nos debería servir de ejemplo ya que los
creyentes somos soldados de Cristo y
al igual que los soldados de antaño debemos llevar
el arma de la oración a nuestro dormitorio por si el enemigo nos asecha
mientras dormimos.
Y no siempre podemos orar realmente, pero siempre lo podemos hacer intencionalmente. Tal vez ustedes han experimentado lo mismo que
yo, que he estado dormido y he soñado que una criatura extraña y diabólica me
está ahogando, entonces en el mismo sueño la he reprendido y me ha dejado en
paz. Esa no es una oración real, pero es una oración intencional.
El
PROPÓSITO DE LA ORACIÓN
Debemos tener en claro, que el fin principal de la oración es que conozcamos la voluntad de Dios, que
sepamos lo que Dios quiere que hagamos
para él. Pero nunca podremos conocer la voluntad de Dios por medio de
repeticiones, de intercesiones breves, fragmentadas y desconsideradas, con peticiones
de favores personales y nada más. Esa no es la manera en que podemos conversar
con el creador del universo.
La meta de
la oración
es convertirnos en el oído de Dios,
una meta que sólo se puede lograr buscándolo en la intimidad, de manera constante,
derramándole nuestro corazón y permitiéndole
que nos hable.
Daniel
9:20 Aún estaba hablando y orando, y confesando mi pecado y el pecado de mi
pueblo Israel, y derramaba mi ruego delante de Jehová mi Dios por el monte
santo de mi Dios; 9:21 aún estaba hablando en oración, cuando el varón Gabriel,
a quien había visto en la visión al principio, volando con presteza, vino a mí
como a la hora del sacrificio de la tarde. 9:22 Y me hizo entender, y habló
conmigo, diciendo: Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y
entendimiento.
Aquí podemos ver que Daniel estaba hablando en oración, no estaba recitando palabras aprendidas, no
estaba repitiendo “Padres nuestros”,
sino que tenía una conversación con
Dios como la que se tiene con un amigo. Y Dios le envió al arcángel Gabriel
para darle sabiduría entendimiento y revelación. La oración es una conversación con Dios, no es un
recital de palabras sin sentido.
Hebreos
1:1 Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a
los padres por los profetas, 1:2 en estos postreros días nos ha hablado por el
Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el
universo;
Los grandes
profetas del viejo testamento “hablaban
con Dios” y Dios les decía lo que ellos debían profetizar. En otras
palabras, Dios hablaba a través de ellos. Los grandes profetas eran voceros de Dios. Ellos podían conocer
los planes de Dios porque “hablaban con Dios”, entendiendo que “hablar es conversar”. Cuando usted conversa con alguien, usted no
tiene un monólogo con ese alguien, sino que
usted habla y escucha.
Nuestro Señor Jesús también era el vocero de
Dios, Jesús conversaba con Dios y luego enseñaba lo que Dios le decía que
enseñara. Y eso es exactamente lo que nosotros tenemos que hacer.
Daniel
2:16 Y Daniel entró y pidió al rey que le diese tiempo, y que él mostraría la
interpretación al rey. 2:17 Luego se fue Daniel a su casa e hizo saber lo que
había a Ananías, Misael y Azarías, sus compañeros, 2:16 Y Daniel entró y pidió
al rey que le diese tiempo, y que él mostraría la interpretación al rey.2:18
para que pidiesen misericordias del Dios del cielo sobre este misterio, a fin
de que Daniel y sus compañeros no pereciesen con los otros sabios de
Babilonia.2:19 Entonces el secreto fue revelado a Daniel en visión de noche,
por lo cual bendijo Daniel al Dios del cielo.
Cuando Nabucodonor tuvo el sueño de la estatua,
Daniel no le interpretó el sueño cuando fue llamado para ello. Sino que pidió
tiempo para conversar con Dios. Daniel oró y luego se fue a dormir. Entonces
Dios le dio la revelación en sueños.
La mayoría o todos los profetas de la era de la gracia son falsos porque no conversan
con Dios. Hace poco vi en la televisión a una famosa profeta norteamericana
profetizarle a una serie de personas que recién le presentaron en un evento en
vivo ¿Cómo hizo para conversar con Dios y profetizar a la misma vez a todos
ellos? No lo hizo, todo lo que profetizó salía de su imaginación y de su lengua
mentirosa.
Para recibir revelación se necesita conversar con Dios en la intimidad; la
revelación va precedida de la oración y a
mayor oración, mayor revelación. No es
la cantidad de oraciones, sino la calidad de las oraciones. Yo podría orar
por dos horas sin recibir revelación alguna si esa oración es un monólogo de peticiones. Tenemos que
aprender a escuchar a Dios.
Dios se puede comunicar con nosotros de varias maneras.
Nos puede hablar directamente cuando
conversamos con él a través de la oración o aunque no estemos orando,
simplemente pone sus pensamientos en nuestro espíritu y los escribe en nuestra
mente.
También nos puede hablar en sueños, luego de orar. También nos puede hablar a través de otras personas. Y también nos habla a
través de su palabra escrita.
La mayoría de los creyentes le hablan a Dios,
pero no lo escuchan. Deben aprender
a permanecer en silencio para escucharlo. Él no nos habla de manera audible, él
pone sus palabras en nuestro corazón y
las escribe en nuestra mente (Hebreos
10:16).
Como dije, la gran mayoría de creyentes no se
toman tiempo para leer la palabra de Dios y conocer su voluntad. Tampoco lo
buscan en oración; la mayoría lo hace al acostarse, cuando tienen sueño y lo
hacen como una obligación. No han
entendido que leer la palabra de Dios o
el orar no es una obligación. Oramos y leemos la palabra de Dios porque tenemos sed de Dios y queremos conocer sus pensamientos y su corazón. Respiramos por necesidad, no por obligación
o por compromiso.
La palabra de Dios hay que leerla cuando estemos
descansados, con deseos de recibir revelación de Dios y orándole a Dios por esa revelación. La Biblia no hay que leerla por leerla, tampoco debemos orar por orar.
No menospreciemos a Dios para que no seamos menospreciados.
TODA
ORACIÓN
Efesios
6:18 orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando
en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;
Pablo dice que debemos orar con "toda oración
y súplica." La palabra griega que se traduce como "toda oración" es “toda
petición,” y “suplica” se
traduce como “solicitud”, lo que
parece una redundancia. Sin embargo no haya redundancia. La solicitud es para pedir por favores personales. Es una
oración específica, mientras que “toda petición” es para pedir por todos los hombres, por todos los reyes o estadistas y por todos
los que están en eminencia (1 Timoteo 2:1), es una oración general.
Lo que Dios nos quiere decir es que nuestra oración no debe ser egoísta, sino
que debe tener un alcance mayor.
EN TODO
TIEMPO
Orar “en todo
el tiempo” implica que oremos de pie (1
Reyes 8:22), levantando las manos (1
Timoteo 2:8), sentados (2 Samuel
7:18), de rodillas (Marcos 1:40),
mirando hacia arriba (Juan 17:1),
inclinados (Éxodo 34:8), poniendo la
cabeza entre las rodillas (1 Reyes 18:42),
golpeándose el pecho (Lucas. 18:13).
También implica que oremos en cualquier
lugar.
Mientras que algunas personas piensan que deberíamos
orar siempre arrodillados y en la iglesia o en nuestro dormitorio, la Biblia
documenta que se puede orar en la batalla (2
Crónicas 13:14, 15), en una cueva (1
Reyes 9:9,10), en una habitación (Mateo
6:6), en un huerto (Mateo 26:36-44),
en un monte (Lucas 6:12), junto a un
río (Hechos 16:13), en la playa (Hechos 21:5, 6), en la calle (Mateo 6:5), en el templo (l Reyes 8:22-53), en la cama (Salmo 4:3,4), en una casa (Hechos 9:39,40), en el vientre de un
pez (Jonás 2:1-10), en una azotea (Hechos 10:9), en una cárcel (Hechos 16:23-26), en el desierto (Lucas 5:16), en una cruz (Lucas 23:33, 34,46) o donde las
circunstancias lo requieran.
En 1
Timoteo 2:8, Pablo dijo: "Quiero, pues, que los hombres oren en todo
lugar... ". Para el que está en Cristo, cualquier lugar se convierte en un lugar de
oración. La oración es apropiada en cualquier momento, cualquier postura,
cualquier lugar, bajo cualquier circunstancia y con cualquier atuendo, porque
debe de ser parte de nuestra vida.
En el espíritu y en el Espíritu
Jesús dijo que
debíamos adorar en el espíritu (Juan
4:24), y siendo la oración parte de
la adoración, significa que debemos “orar en el espíritu”. Por su parte, Pablo nos dice en Efesios 6:18 que debemos “orar en el Espíritu”, que no es lo
mismo.
“Orar en el
espíritu” (con minúscula) significa sentir
en el espíritu lo que estamos orando, no
es algo que viene de nuestra mente, sino que es algo que está en nuestro espíritu. No son
palabras que están en nuestra mente y las recitamos, es algo que viene de lo
más profundo de nuestro ser.
“Orar en el Espíritu” (con mayúscula),
es orar en el Espíritu Santo ¿Y qué
significa orar en el Espíritu? Muchos estudiosos bíblicos afirman que orar en
el Espíritu Santo es orar guiados por el
Espíritu Santo. Entonces relacionan Efesios 6:18 con Romanos
8:26 que dice: Y de igual manera el
Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene,
no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos
indecibles.
Pero esa es una
mala lectura de la palabra de Dios. El Espíritu Santo mora en nuestro espíritu,
de tal manera que siempre que oremos “en
el espíritu” somos guiados por el Espíritu Santo.
Romanos 8:1 dice que el que está en Cristo Jesús anda
conforme al Espíritu y no conforme a la carne. Podemos deducir
fácilmente que si estamos en Cristo oramos conforme al Espíritu. Claro que
también podemos orar conforme a la carne como hacen muchos. Pero si
realmente oramos en el espíritu, entonces
somos guiados por el Espíritu Santo
que mora en nuestro espíritu.
Ni Efesios 6:18 ni Romanos
8:26 están hablando de “orar en el espíritu” sino que están hablando de “orar en el Espíritu”. Los “estudiosos
están confundiendo ambas cosas como si fueran lo mismo.
Lea con mucha atención Romanos y verá que allí
dice que el Espíritu Santo intercede por
nosotros, no dice que nos guía, lo que dice es que intercede, toma
nuestro lugar, ora por nosotros y lo hace con gemidos indecibles, esos gemidos son del Espíritu, no son de
nosotros
¿Qué son los
gemidos indecibles? ¿Los ha escuchado alguna vez? Los gemidos indecibles son los que escuchamos cuando alguien
habla en lenguas. Son indecibles porque nadie sabe lo que la persona
está diciendo.
Lo que sucede al
hablar en lenguas, es que le prestamos la lengua al Espíritu Santo para que hable por nosotros y los
gemidos vienen del Espíritu Santo, no vienen de nosotros. Esos gemidos son una lengua angelical que solamente Dios
conoce.
Eso no sucede
cada vez que oramos sino únicamente
cuando no sabemos como orar por causa de
nuestra debilidad, debilidad que posiblemente la ocasiona el diablo porque
no quiere que oremos.
Tal vez estamos
frágiles, o hemos pecado y nos sentimos culpables, quizás estamos agobiados por
algo y estamos bloqueados. ¿Qué hacer? Orar
en el Espíritu, permitir que el Espíritu Santo ore por nosotros. De esta
manera el diablo no puede interrumpir nuestra oración. Así el Espíritu Santo
intercede por nosotros con gemidos indecibles.
A veces nos pasa
que el Espíritu Santo nos despierta en la madrugada y pone en nosotros una
necesidad de orar, es allí también cuando no sabemos por qué orar. Hay un don
que todo creyente debe tener, es el don
de hablar en lenguas. Cuando sentimos un deseo de orar pero no sabemos
¿cómo, por qué y para qué? es el momento de orar en el Espíritu.
Pero eso no es
siempre. De hecho la mejor oración es aquella en la que podemos conversar con Dios, cuando estamos conscientes de lo que estamos diciendo y pendientes de
escuchar lo que Dios tiene que decirnos.
Si el Espíritu
Santo siempre intercediera por nosotros con gemidos indecibles, nunca podríamos
tener una conversación con el Padre. Hablaremos un poquito más de este tema en
una siguiente entrega. Que Dios los bendiga.
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