miércoles, 6 de abril de 2016

LOS DEBILES EN LA FE

Descargar pdf


Hay un problema que está carcomiendo las familias. Ese problema es “la conversión”. Resulta que en un matrimonio la esposa se “convierte” a Cristo y todo se “convierte en un caos”. Antes de convertirse, ella iba a bailar con su esposo, pero luego de convertida ya no lo hace, porque bailar es pecado, y además al salón de baile solamente van los pecadores. Antes de convertirse, sus hijos podían escuchar la música que quisieran, pero después de convertirse solo se les permite escuchar música cristiana pues la otra música los contamina.  No tomes, no comas, no cantes, no bailes, no veas tele, no compartas” es lo que sale de la boca de la recién “convertida”. Su casa es la casa del “NO”.
Si otros creyentes siguen una “vida normal”, ella los va a señalar como “falsos cristianos o cristianos carnales” que se burlan de Dios. Para su familiares, ella no se convirtió en nada bueno, sino en un “verdugo” que los acusa y los condena de día y de noche. En lugar de atraerlos al evangelio, se ha convertido en una piedra de tropiezo, pues ellos no quieren saber nada del evangelio por causa de su comportamiento. Esto es solo un ejemplo, pero hay miles de ejemplos y miles de familias destruidas por causa de la “conversión”.

Romanos 14:1 Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones. 14:2 Porque uno cree que se ha de comer de  todo; otro, que es débil, come legumbres. 14:3 El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido.

En el capítulo 14 de la carta a los Romanos, el apóstol Pablo trata acerca de este tipo de creyentes y les llama “débiles en la fe”. Pablo dice que no contendamos con ellos sobre opiniones ni los menospreciemos ni los juzguemos, sino que simplemente los aceptemos. Pero, para los que conviven con ellos, es un asunto de muy difícil tratamiento, porque los débiles en la fe viven en un constante señalamiento.

Juan 3:17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.

Jesús no vino a condenar al mundo sino a salvarlo. Si Jesús no condena a nadie ¿Por qué el débil en la fe condena a todos? Porque, al igual que los fariseos de la época de Jesús, no ha entendido la gracia.

Mateo 23:4 Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas.

Los fariseos se consideraban  santos,  mientras  que para  ellos, los  demás  eran unos pecadores. Vivían señalando a los demás y dándoles cargas que ellos no cargaban. Jesús los desenmascaró y les llamó sepulcros blanqueados, porque eran blancos por fuera pero por dentro estaban llenos de gusanos.
Y es que todos, absolutamente todos, estamos llenos de inmundicia. La palabra de Dios dice que no hay justo ni aún uno (Romanos 3:10). Los débiles en la fe no son la excepción, por el contrario, son más pecadores que los demás porque viven juzgando.
El fuerte en la fe tiene claro que no hay ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús (Romanos 8:1), tiene paz en su corazón y no siente que haya nada en su caminar ni en el ambiente en el que se desenvuelve, que lo condene ni que lo haga perder su salvación. Pero el débil en la fe duda  ve la condenación por todo lado, hasta siente las llamas del infierno a todo lugar que llega, solamente su casa es santa.

Romanos 14:23 Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado.

El fuerte en la fe come y bebe sin preocupación alguna porque todo lo que hace, lo hace confiado en que nada lo condena, por su fe en Cristo. Pero el débil en la fe pone en duda si lo que come o bebe lo puede condenar. Y es precisamente esa duda lo  que lo condena, porque el que duda, duda  porque no tiene fe de que ya fue perdonado.
Para el débil en la fe, los creyentes no debemos juntarnos con los pecadores, entendiendo por éstos a “los que no están en Cristo” ¿Qué dice la palabra de Dios?

1 Corintios 5:9 Os he escrito por carta, que no os juntéis con los fornicarios; 5:10 no absolutamente con los fornicarios de este mundo, o con los avaros, o con los ladrones, o con los idólatras; pues en tal caso os sería necesario salir del mundo. 5:11 Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis. 5:12 Porque ¿qué razón tendría yo para juzgar a los que están fuera? ¿No juzgáis vosotros a los que están dentro?

En esa carta a los Corintios, el Apóstol Pablo dice, que no podemos dejar de juntarnos con los fornicarios, ni con los avaros, ni con los ladrones, ni con los idólatras, porque para ello tendríamos que dejar el mundo.
Más bien dijo, que no debemos juntarnos con aquellos que “diciéndose hermanos”, practican el pecado. Todos los que están en Cristo pecan, si decimos que no hemos pecado, hacemos a Dios mentiroso y su palabra no está en nosotros (1 Juan 1:10), pero el que practica el pecado es del diablo (1 Juan 3:8). Una cosa es pecar y otra es practicar el pecado, o sea hacer del pecado una forma de vida. A esto se refería Pablo. Pero en ninguna manera se refiere a que no podemos juntarnos con los que no están en Cristo.

Lucas 7:33 Porque vino Juan el Bautista, que ni comía pan ni bebía vino, y decís: Demonio tiene. 7:34 Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y decís: Este es un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores. 7:35 Mas la sabiduría es justificada por todos sus hijos.

Juan el bautista no comía pan ni bebía vino y decían que estaba endemoniado. Por su parte el Señor Jesús se juntaba con los pecadores y comía y bebía con ellos y lo señalaban como comelón y bebedor de vino, amigo de publicanos y pecadores.
Si Jesús nunca pecó ni hizo nada malo, esto implica de manera indubitable que el juntarse con pecadores o incrédulos y compartir con ellos, no es pecado, no está prohibido en la palabra de Dios y no tiene nada de malo. No olvidemos que nosotros también nos revolcamos en el polvo. Si hemos sido salvos es por la gracia de Dios, no porque lo merezcamos o seamos mejor que otros.
Y ponga atención al verso 35: “Más la sabiduría es justificada por los hijos”. ¿Qué es lo que nos quiere decir esto? Que lo que  importa es que tengamos hijos espirituales. Hay personas que no bailan, no karaokean, no beben, no fuman, no comparten, pero tampoco tienen hijos espirituales.
Siempre te van a señalar, te dirán que tienes demonio o te dirán comilón y bebedor de vino, no importa lo que digan si eso lo aprovechas para llevar personas a Cristo. Eso es sabiduría, sabiduría no es encerrarse en un convento toda una vida.

Lucas 6:43 No es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen fruto. 6:44 Porque cada árbol se conoce por su fruto; pues no se cosechan higos de los espinos, ni de las zarzas se vendimian uvas. 6:45 El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca

No es buen árbol el que da malos o buenos frutos sino el que da frutos. No es un asunto de comportamiento sino de producción. No se  cosechan higos de los espinos ni de las zarzas se vendimian uvas. De la higuera se cosechan higos, de la zarza las zarzas y del cristiano se cosechan cristianos. El cristiano al igual que el árbol, se conoce por su fruto, entonces dar fruto es llevar personas a Cristo.
Muchos creyentes creen que dar testimonio es “dejar de hacer algo” (como no fumar o no beber),  para que los demás vean un cambio en sus vidas. Quienes así piensan no han entendido el evangelio, “la vida cristiana es una vida por gracia”. Por gracia somos salvos (Efesios 2:8), por gracia Dios nos da sabiduría, por gracia nos justifica, por gracia nos santifica y por gracia nos redime en Cristo Jesús, no es algo que nosotros podemos conseguir fuera de Cristo, esa es una obra  exclusiva del Espíritu Santo en nosotros los que estamos en Cristo, Como está escrito: “El que se gloría, gloríese en el Señor (1 Corintios 1:30-31).

Gálatas 5:17 Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. 5:18 Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.

Note usted que el deseo de la carne es contra el Espíritu (en mayúscula), o sea que es contra el Espíritu Santo, no es contra usted. Usted no puede vencer los deseos de la carne, eso es un trabajo del Espíritu Santo. Si  usted se esfuerza por vencer los deseos de la carne, se pone bajo la ley, y si se pone bajo la ley, se pone bajo condenación. Lo que tiene que hacer es confiar en que el Espíritu Santo vencerá por usted.
No te estoy diciendo que vayas a pecar porque gracia no es pecar, pero divertirse tampoco es pecar. Usted no encontrará un mandamiento de la ley que así lo diga. A su debido tiempo, el Espíritu Santo te quitara el gusto por algunas cosas que no convienen.
Dar testimonio no significa abstenerse de hacer algo o  dejar de hacer algo, dar testimonio es dar una declaración. Eso es lo que hace un testigo en un tribunal, no llega a decir que ha dejado de fumar, llega a “hablar de lo que sabe”  en un caso.

Hechos 22:15 Porque serás testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído.

Ananías le dijo a Pablo que había sido escogido por Dios para ser testigo de lo que había visto y oído de Cristo Jesús. Pablo no iba a hablar de los cambios en su vida, sino de Cristo. Dar testimonio no es maquillarse y mostrar otra cara al mundo, con eso no se ganan almas.

Hechos 1.8 8 pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.

La orden de Jesús a los discípulos no fue que fueran a hablar de ellos, sino que fueran a hablar de Cristo.
La bandera del débil en la fe es la abstención. Para él, el creyente debe abstenerse de todas las cosas del mundo y dejar de compartir con los mundanos; sin embargo, nuestro Señor Jesús enseñó todo lo contrario:

Mateo 9:10 Y aconteció que estando él sentado  a  la  mesa  en la  casa,  he aquí que muchos publicanos y pecadores, que habían venido, se sentaron juntamente a la mesa con Jesús y sus discípulos. 9:11 Cuando vieron esto los fariseos, dijeron a los discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores? 9:12 Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. 9:13 Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento.

En este pasaje podemos ver que los fariseos eran tan débiles en la fe que  criticaron a Jesús porque compartía con los pecadores y publicanos. Al oírlos Jesús les dijo que los sanos no tenían necesidad de médico sino los enfermos. Jesús dejó claro que si no compartimos con los pecadores, no vamos a ganar almas para él. Y agregó: “Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio”.
La palabra sacrificio tiene dos significados: el primer significado es ofrendar o dar algo a cambio. Esto lo podemos ver en el Viejo Testamento, donde los sacerdotes sacrificaban animales a cambio del perdón provisional de pecados. Pero, en  el nuevo Testamento dice:

Hebreos 10:17 Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. 10:18 Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado.

Bajo el nuevo pacto no tenemos nada que ofrendar, porque Jesús se ofrendó por nosotros y obtuvo eterna redención con su sangre (Hebreos 9:12).
El segundo significado de sacrificio es abstenerse voluntariamente de hacer algo con un  fin.  El  débil  en  la  fe  quiere  sacrificarse  o abstenerse de comer, de beber, de divertirse porque para él todas esas son cosas del mundo. A este segundo significado de sacrificio fue al que se refirió nuestro Señor Jesús cuando dijo que no quiere sacrificios, que lo que quiere es misericordia.
Misericordia es un término que proviene del latín y hace referencia a una virtud que lleva a los seres humanos a compadecerse del mal ajeno. Las personas tienen muchos males pero hay uno que está por encima de todos y es el pecado que los tiene destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:23). El hombre necesita conocer la verdad del evangelio para ser perdonado  y ser restituido a la gloria de Dios.  No es absteniéndonos de hacer algo, que ayudamos a esas personas, sino llevándoles el evangelio.
La fe es por el oír la palabra de Dios (Romanos 10:17). Ellos deben oír para obtener la fe, pero si los aislamos, si los evitamos no les ayudamos en nada.
Dios se refleja en nosotros a través del amor, no se aleje de los pecadores, no los critique, deles amor y entonces querrán saber lo que tienes que decirles. Recordemos el ejemplo que usamos al inicio de este estudio, acerca de la señora que se “convirtió”. Ella no reflejaba a Cristo, porque Cristo es amor y perdón y ella reflejaba a Satanás porque el diablo es el acusador de nuestros hermanos.
El débil en la fe ve la condenación por todo lado y vive pregonando que  divertirse, que escuchar música secular, que ver televisión, que participar de las actividades sociales son cosas del mundo como si él no viviera en el mundo. ¿Qué dice la palabra de Dios?

1 Corintios 6:12 Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna.

1 Corintios 10:23 Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica.

La palabra de Dios enseña que todo es lícito para el creyente, pero éste no se debe dejar dominar o enviciar por nada, porque no todo conviene y no todo edifica. Por eso Dios nos dio al Espíritu Santo, para que nos guíe, su luz se encenderá, entonces metemos el freno y damos marcha atrás.

Romanos 14:3 El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido.  14:4 ¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor  para hacerle estar firme.

Pablo nos llama a no menospreciar al prójimo por causa de lo que come o no come, de lo que bebe o no bebe, porque solamente Dios tiene potestad para juzgar, pero Dios lo mantendrá firme.  Este asunto no se limita únicamente a la comida o a la bebida sino a las demás actividades de la vid diaria.  Por ejemplo, si a una persona le gusta ir a bailar con su esposa,  para el débil, esa persona es un mundano pecador; y para esa persona el débil en la fe es un amargado, un fariseo que no vive ni deja vivir.
Los débiles en la fe deben ser aceptados sin ser criticados y ellos, a su vez deben aceptar a los que ejercen su libertad en Cristo, sin tampoco hacer señalamientos. El débil en la fe es una piedra de tropiezo para que otros alcancen la salvación y la libertad de los fuertes puede ser una piedra de tropiezo para ellos; no es un asunto fácil de manejar.

Romanos 14:13 Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano. 14:14 Yo sé, y confío en el Señor Jesús, que nada es inmundo en sí mismo; mas para el que piensa que algo es inmundo, para él lo es. 14:15 Pero si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme al amor. No hagas que por la comida tuya se pierda aquel por quien Cristo murió. 14:16 No sea, pues, vituperado vuestro bien; 14:17 porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.

Nada es malo en sí mismo, no es malo comer, no es malo beber, nada es malo, pero para el que piensa que algo es malo, para él lo es porque su conciencia lo condena.
El reino de Dios no es comida ni bebida, en otras palabras éstas cosas no son de importancia en el Reino de Dios, lo que es importante es la justicia, la  paz y el gozo en el Espíritu Santo.

Romanos 14:20 No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todas las cosas a la verdad son limpias; pero es malo que el hombre haga tropezar a otros con lo que come. 14:21 Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite. 14:22 ¿Tienes tú fe? Tenla para contigo delante de Dios. Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba. 14:23 Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado.

Este es el pasaje preferido del débil en la fe porque dice que resulta bueno no comer carne ni beber vino ni hacer algo para que un “hermano” no tropiece, no se ofenda o se debilite, esto es para con los neófitos. La escritura dice que “Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba”, aquel que vive en la completa libertad que Cristo le dio. “Pero el que duda sobre lo que come, o sobre cualquier otra cosa que haga, es condenado porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado”, estos son los débiles en la fe.
Fundamentados en la palabra de Dios, podemos afirmar que la persona que está equivocada es el débil en la fe y no los demás creyentes El débil en la fe debe madurar y cambiar de actitud.
El problema es que el cristiano fuerte, se puede convertir en un hipócrita, haciendo cosas o dejando de hacer cosas en las que no cree para que sus hermanitos no se pierdan, pero eso es un arma de doble filo, porque el nuevo creyente cree que eso es lo correcto y se puede iniciar con los fundamentos equivocados. Veamos un ejemplo real:

Gálatas 2:11 Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar. 2:12 Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión. 2:13 Y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos.

De acuerdo con la ley de Moisés, los judíos no podían comer junto con los gentiles porque eran inmundos. Pedro sabía que bajo el nuevo pacto ya no había nada inmundo, él había recibido una revelación de parte de Dios en ese sentido (Capítulo 10 del libro de los Hechos) y comía con los gentiles cuando no habían judíos. Pero cuando habían judíos presentes, se apartaba de los gentiles porque tenía miedo de lo que dirían los judíos. Además, por causa de los judíos obligaba a los gentiles a circuncidarse y andar conforme a la ley. No era lo correcto, pero Pedro lo hacía por hipocresía, para quedar bien con los judíos, lo malo es que los gentiles estaban creyendo que circuncidarse era lo correcto.

Gálatas 2:14 Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar? 2:15 Nosotros, judíos de nacimiento, y no pecadores de entre los gentiles, 2:16 sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado.

Pablo reprendió a Pedro porque no andaba conforme a la verdad del evangelio y le recordó que el hombre no es justificado por las obras sino por lo que cree, por cuanto  por las obras nadie será justificado.
Los débiles en la fe son consecuencia de las malas enseñanzas de las iglesias legalistas, es la razón por la cual Pablo se molestó, porque el legalismo nos puede quitar la gracia.

Gálatas 2:18 Porque si las cosas que destruí, las mismas vuelvo a edificar, transgresor me hago. 2:19 Porque yo por la ley soy  muerto para la ley, a fin de vivir para Dios. 2:20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. 2:21 No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.

El problema del pecado ya está resuelto, el creyente nacido de nuevo no debe de tratar  de  resolverlo.  Es  lo  mismo  que  encadenar  la  palabra  de  Dios. El creyente está muerto para la ley y para el pecado. El creyente fue crucificado con Cristo en el bautismo (Romanos 6:3-6) y ya no vive, el que vive es Cristo en él.
El débil en la fe no anda conforme al Espíritu sino conforme a la carne, y se expone a toda condenación porque edifica lo destruido. Ya no hay condenación alguna para el que está en Cristo Jesús, aquel que anda conforme al Espíritu, en fe, no conforme a la carne, confiando en sí mismo (Romanos 8:1). Si tenemos que hacer algo o dejar de hacer algo para no ser  condenados entonces por demás murió Cristo y estaríamos desechando la gracia de Dios.
Satanás se encuentra en la tierra para acusar a los hermanos en  Cristo (Apocalipsis 12:10), pero los vencedores lo vencen por la sangre del Cordero que los ha limpiado de todo pecado, y por dar testimonio de Cristo hasta la muerte (Apocalipsis 12:11), no por dejar de comer o de beber esto o aquello.

Romanos 8:33-34 ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.

La palabra de Dios nos enseña que solo Dios nos puede acusar, pero él no  nos acusa, sino que nos justifica en Jesús. Dice que Cristo es el que condena, pero Cristo intercede por nosotros en lugar de condenarnos. Cuando el débil en la fe te señale, debes decirle “no me acuses Satanás”, porque toda acusación viene de él.

Colosenses 2:13 Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, 2:14 anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, 2:15 y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.

Estábamos muertos en nuestros pecados, pero Jesús dio su vida por esos pecados y anuló el acta de los decretos que había en contra nuestra, quitándola de en medio y clavándola   en   la   cruz.     ¿Qué   es   el   acta   de los decretos? La palabra griega traducida como "acta" es "Cheirografon" que quiere decir "contrato escrito" o "certificado de deuda” resultante de  alguna transgresión. También "libro con registro de pecados" usado para la condenación del  transgresor.  O  sea  que  lo que  fue  clavado en la  cruz  fueron los registros de nuestros pecados que "estaban contra nosotros" condenándonos a muerte". De este modo, destruyendo el "cheirografon", Cristo despojó "a los principados y potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz".
Por tal razón, no podemos permitir ninguna acusación en nuestra contra, porque la deuda fue saldada, y el pagaré fue destruido. Cuando nos bautizamos somos juzgados  y declarados inocentes y ya nadie nos puede juzgar por lo mismo.

Colosenses 2:16 Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo, 2:17 todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo.

Nadie te juzgue por lo que comes o bebes o por lo que haces, porque todo eso es sombra de lo que vendrá.

Colosenses 2:20 Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos 2:21 tales como: No manejes, ni gustes, ni aun toques 2:22 (en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que todas se destruyen con el uso? 2:23 Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne.

El creyente está muerto con Cristo, en cuando a los rudimentos del mundo. “No tomes, no toques, no gustes”, no son mandamientos que vienen de Dios, son doctrinas de hombres que de destruyen con el uso. Esas cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo, nos dice Pablo, pero ponga mucha atención. “no tienen ningún valor contra los apetitos de la carne”. Esto es así, porque nadie, absolutamente nadie puede vencer la carne, sino únicamente el Espíritu Santo.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario