martes, 28 de junio de 2016

EL PROFETA Y LA ESPOSA ADÚLTERA

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Hay personas con diferentes vicios, que se convirtieron en hijos de Dios, pero recayeron una y otra vez. Entonces se sienten despreciables, indignos y traidores de Dios. Lo más grave, es que los demás miembros de su congregación los señalan, los condenan y los hacen a un lado, como si ellos nunca le fallaran a Dios.  Tanto para los que caen, como para los que los critican, está escrita una historia en la Biblia, en  la cual Dios le dijo al profeta Oseas: “Ve, tómate una mujer adúltera” por esposa.

Oseas 1:1 Palabra de Jehová que vino a Oseas hijo de Beeri, en días de Uzías, Jotam, Acazy Ezequías, reyes de Judá, y en días de Jeroboam hijo de Joás, rey de Israel. 1:2 El principio de la palabra de Jehová por medio de Oseas. Dijo Jehová a Oseas: Ve, tómate una mujer fornicaria, e hijos de fornicación; porque la tierra fornica apartándose de Jehová.

Dios quería que Oseas experimentara en carne propia lo que él sentía. Oseas predicaba en una nación cuyos ciudadanos adoraban otros dioses, pero creían que hacían lo correcto, como sucede actualmente. 
Oseas se sentía desanimado por la reacción de su pueblo ante su mensaje,  entonces acudió a Dios quien le dijo: “quiero que te cases”. Oseas debió de animarse al oír eso, porque era solterón. Y Dios agregó: “debe ser una adúltera porque la nación es adúltera”, en otras palabras, me traiciona con otros dioses, y quiero que tu matrimonio sirva de ejemplo.
Existen millones de personas en el mundo que dicen amar a Dios, pero tienen otros dioses ¿Qué es un dios? Un ser todopoderoso que puede concederte milagros y por lo tanto es objeto de culto. Millones de personas se inclinan ante la imagen de la virgen María y ante cientos de santos católicos y les dan honra como si fuesen verdaderos dioses. Creen que eso agrada a Dios, pero lo que eso hace es traer la ira de Dios, porque Dios ha dicho claramente:

Éxodo 20:3 No tendrás dioses ajenos delante de mí. 20:4 No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. 20:5 No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen.

En lugar de traer bendición, lo que eso  trae es el castigo de Dios a ellos y a sus generaciones, porque Dios considera que en lugar de amarlo lo aborrecen.
Hay un momento en que tenemos que quitarnos la venda, despojarnos de todo fanatismo religioso y aceptar que somos adúlteros en sentido espiritual y que aunque Dios nos ama, él aborrece esa idolatría, la cual impide que alcancemos la salvación.
Lo cierto es que Oseas conoció a una mujer adúltera, una mujer que tenía varios amantes, era una mujer muy hermosa; esa mujer era Gomer, a la cual Oseas le ofreció matrimonio.

Oseas 1:3 Fue, pues, y tomó a Gomer hija de Diblaim, la cual concibió y le dio a luz un hijo.

Oseas sacó a aquella mujer del lodo en que se revolcaba, le dio un nombre, ahora Gomer era la esposa de un profeta respetado y se convirtió en una  señora digna. 

Colosenses 2:13 Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados.

Eso es lo que Dios hace con nosotros, nos saca de la inmundicia en que vivimos, nos perdona nuestro pasado cargado de adulterio espiritual y de muchos otros pecados y nos reviste de Cristo (Gálatas 3:27), nos reviste con ropas teñidas en sangre que simbolizan la salvación.
Todo eso “es por gracia, por medio de la fe; no es algo que obtenemos por nuestro buen comportamiento, es lo que Dios nos da sin merecimiento para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9),  ¿Por qué te glorías y ves a los demás  con desprecio? No te creas más que nadie, no critiques al que recae en un vicio, ni lances piedras porque eres igual o peor que la mujer de Oseas.

Colosenses 2:16 2:16 Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo.

Dice la palabra de Dios que no juzgues a nadie por lo que come o por lo que bebe, o por sus días de fiestas, porque de no ser por la misericordia y la gracia de Dios, tú que te crees santo no saldrías absuelto.

Oseas 1:4 Y le dijo Jehová: Ponle por nombre Jezreel; porque de aquí a poco yo castigaré a la casa de Jehú por causa de la sangre de Jezreel, y haré cesar el reino de la casa de Israel. 1:5 Y en aquel día quebraré yo el arco de Israel en el valle de Jezreel.

Oseas y Gomer  tuvieron un primer hijo, y Dios le dijo a Oseas que ese hijo debía llamarse Jezreel ¿De dónde salió ese nombre? Cuenta la palabra de Dios, que un día Jezabel, la reina malvada esposa de Acab, estaba mirando por la ventana, desde el piso alto, cuando Jehu, un general del ejército que estaba en el patio, ordenó a los criados que la tirasen por la ventana, cosa que hicieron. Ella quedó muerta en el suelo y los perros se la comieron, y desde entonces ese patio fue conocido con el nombre de Jeezrel ( Reyes 9:30­37) que significa “Dios esparce
Y Jezreel fue el nombre que escogió Dios para el primogénito de Oseas, para que cada vez que Oseas llamase a su hijo por su nombre, los que lo criticaban por haberse casado con una adúltera, recordaran que ellos eran peores que Gomer, y que de no ser por la misericordia de Dios, serían esparcidos, muertos y comidos por los perros.

Oseas 1:6 Concibió ella otra vez, y dio a luz una hija. Y le dijo Dios: Ponle por nombre Lo-ruhama, porque no me compadeceré más de la casa de Israel, sino que los quitaré del todo. 1:7 Mas de la casa de Judá tendré misericordia, y los salvaré por Jehová su Dios; y no los salvaré con arco, ni con espada, ni con batalla, ni con caballos ni jinetes.

Con el paso del tiempo le nació una hija a Oseas, a la que por mandato divino le pusieron por nombre Lo­rujama que significa "sin compasión e impaciente”.
Imagínese lo que es ponerle un nombre así a una hija suya. Y es que a cada vez que llamaran a Lo-rujama por su nombre, Dios le estaría recordando a su pueblo que yano tendría más compasión, que se le estaba acabando la paciencia”.

Oseas 1:8 Después de haber destetado a Lo-ruhama, concibió y dio a luz un hijo. 1:9 Y dijo Dios: Ponle por nombre Lo-ammi, porque vosotros no sois mi pueblo, ni yo seré vuestro Dios. 1:10 Con todo, será el número de los hijos de Israel como la arena del mar, que no se puede medir ni contar. Y en el lugar en donde les fue dicho: Vosotros no sois pueblo mío, les será dicho: Sois hijos del Dios viviente. 1:11 Y se congregarán los hijos de Judá y de Israel, y nombrarán un solo jefe, y subirán de la tierra; porque el día de Jezreel será grande.

Cuando la niñita fue destetada, Gomer concibió de nuevo y tuvo un tercer hijo a quien Dios le puso por nombre Lo­ammi " que significa “no sois mi pueblo”.
Eso era lo que Dios le estaba diciendo a Israel: “ustedes ya no son mi pueblo”, Dios estaba pronunciando juicio, pero su gracia también se estaba poniendo de manifiesto: “en el lugar donde fue dicho no sois mis hijos, les será dicho sois hijos del Dios viviente y el día de Jezreel será grande”.
Y es que no importa cuántas veces recaigamos, si levantamos los ojos hacia Dios, pidiendo misericordia, él nos levantará, nos limpiará y nos dará un abrazo lleno de amor.
Gomer había renunciado a su vida pasada para vivir para Oseas, eso es lo que hacemos o prometemos a Dios, cuando por gracia llegamos a ser de Cristo, renunciamos a nuestra vida pasada para vivir para Cristo (2 Corintios 5:15).
Pero pasado un tiempo, Gomer  quiso volver a vivir su propia vida. Un día Oseas llegó a su casa y se encontró una nota de Gomer en donde le decía que había decidido volver a la vida mundana que le gustaba.
Eso es lo que hacen muchos creyentes, viven para Cristo, pero eso les dura muy  poco, ya que regresan a sus vidas pasadas para hacer su voluntad y no la voluntad de Dios.

Oseas 2:4 Ni tendré misericordia de sus hijos, porque son hijos de prostitución. 2:5 Porque su madre se prostituyó; la que los dio a luz se deshonró, porque dijo: Iré tras mis amantes, que me dan mi pan y mi agua, mi lana y mi lino, mi aceite y mi bebida. 2:6 Por tanto, he aquí yo rodearé de espinos su camino, y la cercaré con seto, y no hallará sus caminos. 2:7 Seguirá a sus amantes, y no los alcanzará; los buscará, y no los hallará. Entonces dirá: Iré y me volveré a mi primer marido; porque mejor me iba entonces que ahora. 2:8 Y ella no reconoció que yo le daba el trigo, el vino y el aceite, y que le multipliqué la plata y el oro que ofrecían a Baal.

Gomer volvió a sus amantes, que le daban cosas materiales y la complacían en los deseos de la carne. Se olvidó que todo lo que tenía y había recibido venía del Señor, haciendo mal uso de ello. Se olvidó que llegó a ser esposa de Oseas por gracia y no por merecimiento.
Eso no es solo de Gomer, eso es lo que hacen la gran mayoría de creyentes, se olvidan que todo lo que tienen, tanto material como espiritual se los dio el Altísimo, no valoran el precio de la sangre de Jesús y cuando van a la iglesia, lo que ofrendan son limosnas, como si Dios fuese un limosnero.
Pero el amor y la misericordia de Dios es más grande que su ira, aunque está molesto, quiere de regreso a sus hijos adúlteros.
Dios “rodea de espinos” el camino de Gomer para hacerla volver a su casa. Pero no solo el camino de Gomer; Dios rodea de espinos el camino de  todos sus hijos que quieren volver a su vida pasada. Los “cerca con seto” para que no hallen sus caminos de vuelta al reino de las tinieblas.
De pronto, todo se pone difícil, las cosas no salen como esperaban, culpan al diablo, pero no es el diablo, es el Dios y Padre Celestial el que está marcando el camino.
Llegará un momento en que lo único que les queda es “levantar nuevamente sus manos hacia el creador solicitando misericordia”.
Eso fue lo que sucedió con Gomer, las cosas se pusieron difíciles, sus amantes ya no le compraban ropa buena, sino que le traían “ropa americana”. Ya no le daban lo suficiente para que comprara comida, y es posible que Dios hiciera que sus encantos disminuyeran.  
Si  eres hijo de Dios, debes tomar muy en cuenta que el Padre celestial no va a permitir que regreses a la inmundicia en que vivías y te va a llevar por el camino del sufrimiento para que recapacites:

Hebreos 12:5 y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, Ni desmayes cuando eres reprendido por él; 12:6 Porque el Señor al que ama, disciplina, Y azota a todo el que recibe por hijo. 12:7 Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? 12:8 Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos.

Desde el mismo momento en que nos convertimos en hijos de Dios, él nos va disciplinar para traernos de regreso cuando le demos la espalda. Si no regresamos por bien, regresamos por mal, pero regresamos, porque Dios nos ama y va a producir el hacer como el querer en nosotros, para que volvamos a él.

Hebreos 5:8 Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; 5:9 y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen;

La palabra de Dios nos revela que Cristo aprendió la obediencia por medio del sufrimiento. Si  eso sucedió con Cristo, con mayor razón sucederá con nosotros.
Habrá un día en que nada sale bien, habrá un día en que la ruina nos cobija, o que una enfermedad nos cubre. Tal vez perdamos el trabajo o los bienes que tenemos, cualquier cosa puede pasar.  Dios irá contra aquello que esté ocupando su lugar,  nos hará sufrir para que al igual que el hijo pródigo nos volvamos a él.

Oseas 3:1 Me dijo otra vez Jehová: Ve, ama a una mujer amada de su compañero, aunque adúltera, como el amor de Jehová para con los hijos de Israel, los cuales miran a dioses ajenos, y aman tortas de pasas. 3:2 La compré entonces para mí por quince siclos de plata  y un homer y medio de cebada.

No se dan los detalles de lo que sucedió con Gomer y sus amantes, lo único que se nos hace saber es que llegó un día en que Gomer fue venida por su amante como esclava. El profeta Oseas se entera de la situación de Gomer, no sabe qué hacer al respecto, y  con el corazón destrozado acudió a Dios llorando.  Entones Dios le dijo: "Oseas, yo se que amas a esa  mujer a pesar de lo que te ha hecho, tal y como yo amo a mi pueblo,  apúrate, muéstrale tu amor por ella de la misma manera que yo le muestro el amor a mi pueblo.”
Entonces Oseas salió corriendo y fue a participar en la subasta. Se  quedó mirando a Gomer mientras la traían y la colocaban en el banquillo y allí estaba aquella mujer, totalmente desnuda ante la multitud. El subastador comenzó la puja, alguien ofreció tres piezas de plata y Oseas subió a cinco. Alguien subió la oferta a ocho y Oseas a diez. Otra persona ofreció once y él ofreció doce. Entonces Oseas ofreció quince piezas de plata y una medida de cebada, cayó el martillo del subastador y Oseas recuperó a su mujer, se acercó a ella, la vistió y se la llevó de la mano a su casa.

Oseas 3:3 Y le dije: Tú serás mía durante muchos días; no fornicarás, ni tomarás otro varón; lo mismo haré yo contigo.

El anterior es quizás uno de los versículos más hermosos de toda la Biblia. Oseas vuelve a prometerle amor y fidelidad y fue todo cuanto pudo aceptar esta mujer, que había caído y se había arrastrado en el pozo de la desgracia y de la vergüenza. Pero el amor de este hombre quebrantó su corazón. A partir de ese momento Gomer le fue fiel a Oseas y se convirtió en una esposa honesta, trabajadora y fiel.
Y eso es lo que Dios espera de su pueblo, que aprenda la lección y decida por fin serle fiel y que le corresponda amorosamente a tanto perdón.

Oseas 9:25 Como también en Oseas dice: Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo, Y a la no amada, amada. 9:26 Y en el lugar donde se les dijo: Vosotros no sois pueblo mío, Allí serán llamados hijos del Dios viviente.

Gracias a la infidelidad de Israel, Dios nos llamó a los gentiles a ser también su pueblo. Así que esta historia es para todos los creyentes que nos apropiamos de la promesa de Salvación

Oseas 3:4 Porque muchos años estarán los hijos de Israel sin rey, ni gobernante, ni sacrificio, ni piedras rituales, ni efod ni ídolos domésticos.

Esa profecía se cumplió en Israel, ellos vivieron por muchos años, sin un lugar propio, sin un gobernante. Desde la destrucción de Jerusalén en el año 70 A.D. a manos del General Tito de los ejércitos romanos, Israel estuvo sin rey, y sin sacrificio sacerdotal. Y todo por culpa de su infidelidad al adorar dioses falsos.

Oseas 5:15 Andaré y volveré a mi lugar, hasta que reconozcan su pecado y busquen mi rostro. En su angustia me buscarán.

La historia de Israel está escrita como un gran ejemplo, está escrita para que entendamos la disciplina de Dios para con los suyos. Si Israel tuvo que pasar tiempos tan duros ¿Cómo crees que escaparás tú de la disciplina de Dios?
Andaré y volveré a mi lugar hasta que reconozcan su pecado y busquen mi rostro, y eso harán en su angustia”, ha dicho Dios. Que terco es el hombre, tiene que sentir la mano de Dios para reaccionar.

Romanos 11:22 Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado.

Dios es bondadoso para el que permanece en su gracia, pero es severo para el que la rechaza, tan severo que podríamos hasta ser despojados de la salvación.

Oseas 6:1 Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará. 6:2 Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él.

El ayer ya pasó, hoy estamos viviendo la angustia de nuestro rechazo pero hay un tercer día de resurrección, siempre hay un tercer día con una esperanza para el que vuelve arrepentido a las manos del Señor. Puedes caer una y otra vez, pero en cuanto extiendas las manos al Señor, él las tomará y te sacará nuevamente del fango.

Oseas 14:1 Vuelve, oh Israel, a Jehová tu Dios; porque por tu pecado has caído. 14:2 Llevad con vosotros palabras de súplica, y volved a Jehová, y decidle: Quita toda iniquidad, y acepta el bien, y te ofreceremos la ofrenda de nuestros labios.

Nunca culpes a Dios por lo que estás sufriendo, porque por tu pecado has caído, Dios no tiene la culpa de nada. Él ha estado intentando conseguir que comprendas la verdad y lo único que puede aliviar tu agonía es regresar a él. Dios no nos puede restaurar hasta que no decidamos regresar a él.
Por favor, vuelvan al Señor y díganle “Quita toda iniquidad, y acepta el bien, y te ofreceremos la ofrenda de nuestros labios”,  o sea lo único que le podemos ofrecer que es nuestra alabanza.

Oseas 14:3 …nunca más diremos a la obra de nuestras manos: Dioses nuestros; porque en ti el huérfano alcanzará misericordia. 14:4 Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia; porque mi ira se apartó de ellos.

Esto es para los que aún tienen imágenes a las cuales les dan honra. Dice Dios que el sanará tu rebelión y te amará de pura gracia (sin que lo merezcas), que su ira se apartará de ti cuando dejes de tratar como dioses a las obras de las manos, o sea a las imágenes.
Y el profeta Oseas, luego de vivir su historia, nos da el más hermoso de los consejos:

Oseas 14:9 14:9 ¿Quién es sabio para que entienda esto, y prudente para que lo sepa? Porque los caminos de Jehová son rectos, y los justos andarán por ellos; mas los rebeldes caerán en ellos.

¿Eres sabio y prudente para entender mi historia? Dice Oseas. ¿Puedes ver en mi historia los elementos del eterno triángulo? A un Dios de amor, al corazón humano infiel y el engañoso atractivo del mundo.
La historia de Gomer, es tu historia y la mía, intentamos satisfacernos a nosotros mismos con ídolos engañosos, no solamente con las imágenes sino con el amor al dinero y a las cosas de este mundo.
Al igual que Gomer, intentamos huir de Dios para vivir en los placeres vacíos, en la bebida, en el trabajo o en la vida social, pero tan pronto como creemos haber escapado y haber ido suficientemente lejos, Dios se nos atraviesa para recordarnos que él es nuestro verdadero amor y que si no volvemos por las buenas, volveremos por las malas, depende de nosotros.


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