domingo, 12 de junio de 2016

EL NUEVO PACTO

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La gran mayoría de creyentes no saben distinguir claramente entre el Nuevo  Pacto y el Viejo Pacto. Por esa razón viven en temor y en derrota, tratan de cumplir la ley de Moisés y se esfuerzan inútilmente para ser justificados de sus pecados y en agradar a Dios. Podríamos decir que su vida cristiana es anormal, es como tener electricidad y continuar alumbrándose con candelas. Es indispensable por lo tanto, que un cristiano conozca ambos pactos y sepa diferenciarlos para que viva en victoria y sea de utilidad en el cuerpo de Cristo, ese es el propósito de este estudio.

Génesis 15:3 Dijo también Abram: Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa. 15:4 Luego  vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará. 15:5 Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia.  15:6 Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia.

Siendo Abraham de 80 años y con una esposa estéril, había perdido la esperanza de tener hijos; pero Dios le hizo una promesa; le aseguró que le daría un hijo y que su descendencia sería como las estrellas del cielo. Abraham le creyó y Dios lo consideró un hombre justo. Nadie es justo, sin   embargo Dios declara justo al que cree en su palabra.
Pero aunque Abraham le creyó a Dios, al pasar los años sin que llegara ese hijo, entonces Abraham, a pedido de su esposa, embarazó a una esclava. Al igual que Abraham, a todos nos cuesta esperar en Dios.
Abraham no tenía que hacer nada, sino únicamente creerle a Dios; eso es gracia, es lo que Dios le da al hombre sin que el hombre intervenga; pero Abraham se procuró un hijo en la carne, esto es con su participación.

Génesis 16:4 Y él se llegó a Agar, la cual concibió; y cuando vio que había concebido, miraba con desprecio a su señora.

Ese hijo en la carne es Ismael (Génesis 16:15). Lo cierto es que se complicaron las cosas, porque la esclava se creyó con derechos y dolorosamente Abraham terminó echando a la esclava y a su hijo de la casa.

Génesis  21:1  Visitó Jehová a  Sara, como había dicho, e hizo  Jehová  con Sara como había hablado. 21:2 Y Sara concibió y dio a Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo que Dios le había dicho. 21:3 Y llamó Abraham el nombre de su hijo que le nació, que le dio a luz Sara, Isaac.

Posteriormente Dios cumplió su promesa y Abraham tuvo un hijo de su esposa Sara, la estéril. Este es Isaac y no fue un hijo en la carne porque Sara no podía concebir, porque Abraham no tuvo participación, es el hijo de la gracia, el hijo de la promesa.

EL VIEJO PACTO

Génesis 15:18 En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Eúfrates.

Dios no solamente hizo una promesa con Abraham, de darle una gran descendencia, sino que también hizo un pacto, y un pacto es mayor que una promesa.
Dios sabía que Abraham tenía muy poca fe y que la herencia de la tierra prometida excedía su capacidad de creer. Por eso Dios tuvo que aumentar la fe de Abraham pactando con él. Y es que una vez que Dios hace un pacto, no tiene más que cumplirlo.
El apóstol Pablo dijo que “La gracia de Dios reina por la justicia” (Romanos 5:21), lo que quiere decir que la gracia de Dios llega a nosotros porque él ha hecho un pacto y debe cumplirlo, esa es la justicia; si no lo cumpliera, Dios no estaría reinado por su justicia.

Génesis 12:3 Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.

La promesa que Dios había hecho a  Abraham iba más allá de otorgarles una tierra a sus descendientes, esa promesa decía que en su simiente serían benditas todas las familias de la tierra. Y la promesa fue ratificada mediante un pacto. Si Dios no hubiera hecho un pacto, podría actuar según le pareciera, pero Él se limitó y se ató por un pacto y no puede  tomar ninguna decisión que lo transgreda.

Gálatas 3:16 Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo.

Esa simiente es Cristo, es en Cristo Jesús  que Dios prometió bendecir a la humanidad y esa bendición se resume en otorgar vida eterna a los creyentes y convertirlos en sus hijos,

Romanos 9:8 Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes.

Se acostumbra decir que todos somos hijos de Dios, pero eso no es cierto, todos somos criaturas de Dios, pero podemos convertirnos en hijos de Dios gracias a la promesa.

Gálatas 3:6 Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia. 3:7 Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham. 3:8 Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. 3:9 De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham..

Dios dejó previsto que habría de justificar por la fe a los gentiles. ¿Quiénes son los gentiles? Los que no son hijos de Abraham según la carne.

Génesis 5:13 Entonces Jehová dijo a Abram: Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años. 15:14 Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré yo; y después de esto saldrán con gran riqueza.  15:15 Y tú vendrás a tus padres en paz, y serás sepultado en buena vejez.

Cuando Dios hizo el pacto con Abraham, conociendo su infidelidad, le advirtió que sus descendientes serían esclavos por cuatrocientos años, pero prometió que los regresaría a la tierra prometida.
Dios permitió que fueran esclavos porque ellos lo traicionaron adorando dioses ajenos. Y Dios los libró de la esclavitud de Egipto, por una única razón, porque debía cumplir su pacto de llevarlos de regreso a la tierra prometida.
Los descendientes de Abraham no tuvieron ley por cuatrocientos años, pero una vez que Dios los liberó de la esclavitud, les dio la ley (Exodo 20). Dios prometió bendecirlos si cumplían con la ley (Deuteronomio 28:1-14) pero de igual manera prometió maldecirlos sino la cumplían (Deuteronomio  28:15- 68).
La ley simboliza el castigo y simboliza la muerte. Esa ley fue añadida al viejo pacto y contenía maldiciones por su incumplimiento. Y Dios, a sabiendas de que la incumplirían, le dijo a Moisés que hiciera una copia del Tabernáculo, una copia de su morada en el cielo, en donde él pudiese bajar a perdonar momentáneamente el pecado del pueblo.  Para ello estableció el sacerdocio y el sacrificio de sangre.

Hebreos 9:1 Ahora bien, aun el primer pacto tenía ordenanzas de culto y un santuario terrenal. 9:2 Porque el tabernáculo estaba dispuesto así: en la primera parte, llamada el Lugar Santo, estaban el candelabro, la mesa y los panes de la proposición. 9:3 Tras el segundo velo estaba la parte del tabernáculo llamada el Lugar Santísimo, 9:4 el cual tenía un incensario de oro y el arca del pacto cubierta de oro por todas partes, en la que estaba una urna de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que reverdeció, y las tablas del pacto; 9:5 y sobre ella los querubines de gloria que cubrían el propiciatorio; de las cuales cosas no se puede ahora hablar en detalle. 9:6 Y así dispuestas estas cosas, en la primera parte del tabernáculo entran los sacerdotes continuamente para cumplir los oficios del culto; 9:7 pero en la segunda parte, sólo el sumo sacerdote una vez al año, no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo;

El tabernáculo estaba dividido en dos partes, el lugar santo y  el  lugar santísimo que es el lugar a donde Dios descendía. Los sacerdotes ofrecían cultos todos los días en el lugar Santo pero al lugar santísimo, entraba únicamente el sumo sacerdote una vez al año, a la presencia de Dios, a ofrecerle la sangre de un cordero por el perdón momentáneo de los pecados de la gente.
Ese cordero simbolizaba a Cristo, quien daría su sangre por los pecados de la humanidad.  Al leer el  libro a los Hebreos nos damos cuenta  que fue  escrito con el único fin de hablarnos del viejo y del nuevo pacto y enseñarnos las diferencias entre ambos.

Gálatas 3:17 Esto, pues, digo: El pacto previamente ratificado por Dios para con Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para invalidar la promesa. 3:18 Porque si la herencia es por la ley, ya no es por la promesa; pero Dios la concedió a Abraham mediante la promesa.

El nuevo pacto es en realidad una ratificación de la promesa del primer pacto. Y la ley que fue añadida a ese primer pacto, no invalida  la promesa, porque la promesa fue hecha cuando no había ley. Esta vino cuatrocientos treinta años después. Si la bendición fuese por el cumplimiento de la ley, entonces ya no sería promesa.

Gálatas 3:19 Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio de ángeles en mano de un mediador.

Lo que la ley hizo fue tipificar los pecados, fue añadida para que el hombre hiciera conciencia de lo pecador que era y que necesitaba un salvador.

Gálatas 3:21 ¿Luego la ley es contraria a las promesas de Dios? En ninguna manera; porque si la ley dada pudiera vivificar, la justicia fuera verdaderamente por la ley.

La ley no contradice la promesa porque no somos justificados por cumplir la ley si no por la fe. En Gálatas, Hebreos y Romanos, los tres libros más importantes del Nuevo Testamento encontramos esta frase: «el justo por la fe vivirá». No es justo el que cumple la ley o hace buenas obras, justo es el que cree.

Gálatas 3:23 Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada. 3:24 De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. 3:25 Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo.

Antes que viniese la fe, la gente estaba confinada, presionada acusada por la Ley. Dios usó la ley como un ayo para llevarnos a Cristo. La ley nos enseña que somos unos pecadores, incapaces de hacer el bien y que estamos condenados. Al estar condenados, debemos  buscar una manera de ser justificados y esa manera es Cristo. Una vez que vino  Cristo ya no estamos bajo la ley sino bajo la gracia.

Romanos  8:3 Porque  lo que  era  imposible  para  la  ley,  por  cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne.

Por la debilidad de la carne, era imposible que el hombre pudiese cumplir la ley, entonces Dios envió a su hijo para que condenara al pecado en  su carne, estableciendo un nuevo pacto. “Que condenara el pecado”, significa que el pecado ha sido deshabilitado, y que ya no tiene el poder de condenar al que está en Cristo Jesús.

Romanos 8:1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 8:2 Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.

La ley del viejo pacto nos condenaba por nuestros pecados y nos llevaba a la muerte porque «la paga del pecado es muerte» (Romanos 6:23). Entonces Dios envió a su hijo con un nuevo pacto y una nueva ley: «la ley del Espíritu de vida en Cristo», la «ley de la fe» que nos libra de la ley del pecado y de la muerte eterna.

EL NUEVO PACTO

Mateo 26:26 Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. 26:27 Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; 26:28 porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.

La noche en que Jesús fue entregado, habló del nuevo pacto y brindó por él. En ese brindis dijo que el pan simbolizaba su cuerpo y el vino su sangre que sería derramada para el perdón de los pecados. Jesús derramó su sangre y entregó su cuerpo para: 1) cumplir la promesa del viejo pacto y 2) darnos un nuevo pacto.

Hebreos 9:15 Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna.

Moisés fue el mediador de la ley del primer pacto que nos condenaba, pero Jesús es el mediador del Nuevo pacto, el cual no nos condena, sino que nos libera de la condenación y nos otorga la herencia de la vida eterna.

Hebreos 12:22 sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, 12:23 a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos,12:24 a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.

Aquí se nos dice que no nos hemos acercado al monte Sinaí aquí en la tierra, en donde se le dio la ley a Moisés, la ley que nos acusaba, sino al monte de Sion en los cielos, a la Jerusalén celestial, de donde procede la gracia y el perdón otorgado por la sangre de Jesús.
Debido a la fidelidad y la justicia de Dios, este pacto nunca podrá ser  revocado o anulado y por el poder de la resurrección de Cristo, estará vigente para siempre.

CARACTERISTICAS DEL NUEVO PACTO
        
Hebreos 8:10 Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, Y sobre su corazón las escribiré; Y seré a ellos por Dios, Y ellos me serán a mí por pueblo; 8:11 Y ninguno enseñará a su prójimo, Ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor; Porque todos me conocerán, Desde el menor hasta el mayor de ellos.8:12 Porque seré propicio a sus injusticias, Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades. 8:13 Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer.

El Viejo pacto es externo, fuera del hombre, contiene La ley de Moisés escrita en tablas de piedra,  pertenece al mundo físico y natural. Y nadie pudo cumplirlo, excepto Jesús.
El Nuevo Pacto  es interno, no pertenece al mundo natural sino al espiritual. No son leyes escritas en piedra, fuera del hombre, son leyes puestas en la mente y escritas en el corazón del hombre. Dios pone su Espíritu Santo dentro del espíritu del hombre, para que pueda andar en sus  estatutos,  guardar sus preceptos, y ponerlos por obra (Ezequiel 36:26). Solamente así Dios puede ser nuestro Dios y nosotros podemos ser su pueblo, todo es por fe y por gracia, nada es obra nuestra, todo es obra del Señor.
En segundo lugar, de acuerdo con el nuevo pacto, nadie nos debe enseñar nada pues el Espíritu Santo nos guiará a toda la verdad (Juan 16:13) a través de la palabra escrita y hablando a nuestros corazones y a nuestra mente.
En tercer lugar no necesitamos de un sacerdote que esté pidiendo por el perdón de nuestros pecados porque Cristo es el sacerdote que intervino para que se nos perdonaran los pecados eternamente.

Hebreos 10:11 Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; 10:12 pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, 10:13 de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; 10:14 porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.

Los sacerdotes debían estar ministrando y ofreciendo sacrificios para el perdón de los pecados, pero Jesús se ofreció una única vez para siempre como sacrificio por todos los pecados. Algunas religiones enseñan que si hemos pecado, debemos pagar con algún sacrificio hasta que los pecados nos sean perdonados, pero esto es un absurdo que  contradice la palabra de Dios.
Ponga mucha atención al verso 14, allí dice que con una sola ofrenda, la cual es Cristo, Dios hizo perfectos para siempre a los santificados. Con la ofrenda de Cristo,  Dios nos santificó y nos hizo perfectos para siempre, o sea por toda la eternidad.

Hebreos 10:15 Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho: 10:16 Este es el pacto que haré con ellos Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus mentes las escribiré, 10:17 añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. 10:18 Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado.

Dios prometió que no se acordaría nunca más de nuestros pecados, porque ya Jesús pagó por todos ellos, ya no hay nada que ofrendar, Jesús fue suficiente ofrenda.
En el viejo pacto había una ley que nos condenaba por nuestros pecados, pero Jesús tomó todos esos pecados y los envió a la cruz. De no ser así no podríamos recibir la herencia de la salvación. El Espíritu Santo da testimonio que el sacrificio de Jesús es el nuevo pacto que nos libra de toda condenación y de toda obra de la ley.

Hebreos 10:8 Diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron (las cuales cosas se ofrecen según la ley), 10:9 y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último. 10:10 En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.

El Señor no se agradaba de los sacrificios y de las ofrendas de la ley, por eso Jesús hizo la voluntad de Dios de morir por nosotros, quitando la ley y estableciendo la gracia.

Hebreos 8:7 Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el segundo.

El viejo pacto era defectuoso en el sentido de que nadie podía cumplir la ley. Por eso era necesario un nuevo pacto  y su gracia. En realidad es el mismo viejo pacto, pero sin la ley de Moisés que lo hacía defectuoso.

Hebreos 7:12 Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley; 7:13 y aquel de quien se dice esto, es de otra tribu, de la cual nadie sirvió al altar.7:14 Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de Judá, de la cual nada habló Moisés tocante al sacerdocio. 7:15 Y esto es aun más manifiesto, si a semejanza de Melquisedec se levanta un sacerdote distinto,7:16 no constituido conforme a la ley del mandamiento acerca de la descendencia, sino según el poder de una vida indestructible. 7:17 Pues se da testimonio de él: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec.

Los sacerdotes del viejo pacto debían ser de la Tribu de Leví, era un sacerdocio terrenal, pero este sacerdocio fue sustituido por el sacerdocio de Jesús, no según el orden de Leví o el orden de Aarón que fue el primer sacerdote, sino según el orden de Melquisedec, no un sacerdocio terrenal y temporal, sino uno celestial y eterno, no constituido conforme a la ley del viejo pacto sino conforme a la ley de vida en Cristo Jesús, esto es  a la ley de la fe.

Hebreos 7:18 Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia.

El sacerdocio y la ley llegaron a su fin, fueron abrogados por el Nuevo Pacto,  pues nada perfeccionó la ley.

Hebreos 10:19 Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, 10:20 por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne,10:21 y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios,10:22 acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. 10:23 Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.

Bajo el viejo pacto, solamente el sumo sacerdote podría entrar al lugar santísimo, a la presencia de Dios, al tabernáculo terrenal una vez al año. Pero bajo el nuevo pacto, usted y yo podemos entrar directamente al lugar Santísimo, no al terrenal sino al tabernáculo celestial, a la presencia del Padre. Esto gracias a la sangre de nuestro único y gran sacerdote: Jesús. Porque fiel es el que prometió.

Romanos 8:1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.

Bajo el nuevo pacto, no hay ninguna condenación para los que andan conforme al Espíritu, esto es para los que viven en fe y no hacen nada para ser justificados, sino únicamente creen, que viven según la promesa.
La condenación es para los que  procuran justificarse por sí mismos, a través de su comportamiento y el cumplimiento de una ley que ya no está vigente. La condenación es para los que continúan aferrados al viejo pacto, como el caso del pueblo de Israel.

Romanos 9:31 mas Israel, que iba tras una ley de justicia, no la alcanzó. 9:32 ¿Por qué? Porque iban tras ella no por fe, sino como por obras de la ley, pues tropezaron en la piedra de tropiezo.

Israel se quedó bajo el viejo pacto y procuró ser justificado por cumplir la ley, pero no lo logró, nadie puede, tropezaron en la piedra de tropiezo que es Cristo. Y es que Cristo es la piedra de salvación para el que cree en la gracia y la piedra de tropiezo para el que no cree en el evangelio de la gracia.

Gálatas 4:21 Decidme, los que queréis estar bajo la ley: ¿no habéis oído la ley? 4:22 Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava, el otro de la libre. 4:23 Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la promesa. 4:24 Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos  pactos; el  uno proviene del monte  Sinaí,  el  cual  da
hijos para esclavitud; éste es Agar. 4:25 Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud. 4:26 Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre. 4:27 Porque está escrito: Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz; Prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de   parto;   Porque   más   son los hijos de las desolada, que de la que tiene marido.

El apóstol Pablo dice que las dos mujeres que le dieron hijos a Abraham simbolizan los dos pactos. La esclava Agar simboliza el viejo pacto que contiene la ley, porque los que están bajo la ley dependen de sí mismos y eso los convierte en esclavos de la ley.
Por su parte Sara simboliza el Nuevo pacto, mediante el cual las personas no son esclavas de la ley sino que viven son liberadas de la carga de la ley, no dependen  de sí mismos, sino que se aferran a la gracia.

Gálatas 4:30 Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre. 4:31 De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre.

O somos de un pacto o somos del otro, no podemos mezclarlos ambos. No heredará el hijo de la esclava con el de la libre. Si mezclas los pactos, no recibirás la herencia de la vida eterna, por el contrario caerás de la gracia (Gálatas 5:4)

Gálatas 3:13 Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), 3:14 para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.

La ley del viejo pacto contenía maldiciones, pero el Nuevo Pacto no contiene maldición alguna sino únicamente bendiciones. Jesús nos redimió de  la maldición de la ley, haciéndose maldición por nosotros para que la bendición de Abraham nos alcanzase y  recibiésemos la promesa del Espíritu Santo.
Bajo el nuevo pacto hemos sido bendecidos con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en  Cristo Jesús (Efesios 1:3).
Lo primero que se estipula en el nuevo pacto es la purificación o perdón de pecados que tiene que ver con la salvación. Lo segundo es el conocimiento, que se relaciona con nuestro entendimiento de Dios; y lo tercero es la vida y el poder, relacionado con nuestra victoria (Hebreos 10:16-18).
Algunas religiones enseñan que la ley continúa en el Nuevo Pacto; esto es así porque no han entendido que bajo el Nuevo la ley fue sustituida por la gracia; que la ley  y la gracia  son dos líneas paralelas que nunca se unen.

Romanos 10:5 Porque de la justicia que es por la ley Moisés escribe así: El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas.

La ley exige que el hombre haga algo para Dios. Es lo que se conoce como las obras de la ley. La gracia es lo que el Dios hace para el hombre.

Romanos 11:6 Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra.

¿Qué más claro que esto? O es por gracia o es por las obras de la ley. Si es por obras, entonces no es gracia y si es por gracia, no es obra.

Gálatas 2:21 No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.

Si fuésemos justificados por la ley, entonces estaríamos desechando la gracia y por demás murió Cristo.

COMO ASIRNOS AL PACTO

En el Viejo pacto, las personas debían de circuncidarseo (Lea Génesis 17:10-12), y dependían de los sacerdotes para su perdón, el cual era temporal.

Marcos 16:16 El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.

Mediante el nuevo pacto, no tenemos que circuncidarnos, lo que necesitamos es bautizarnos luego de creer el evangelio. El que no creyere será condenado, pero el que cree debe bautizarse porque es en el bautismo que recibimos el perdón de pecados que Jesús efectuó en la cruz y  también en el bautismo  recibimos el Espíritu Santo en nuestro espíritu (Hechos 2:38).
Y bajo el nuevo pacto no necesitamos ningún sacerdote terrenal, porque el perdón de pecados otorgado por Jesús es eterno. Esa es la otra diferencia entre el nuevo y el viejo pacto.

Colosenses 2:11-13 En él también fuisteis circuncidados  con  circuncisión  no  hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo; sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el  poder  de Dios que le levantó de los muertos. Y a vosotros, estando muertos en  pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados.

En Colosenses se nos dice que en el bautismo somos circuncidados espiritualmente. En el bautismo se nos perdonan todos ellos y se nos da la vida eterna.  ¿Qué fue lo que tuvo que hacer Abraham? Creer y circuncidarse. ¿Qué tenemos que hacer nosotros? Creer y bautizarnos.
¿Por qué uno  de los ladrones que murió junto a Jesús fue perdonado sin necesidad de bautizarse? Porque estaba bajo el viejo Pacto. Recordemos que el nuevo pacto entró en vigencia hasta después de la muerte y resurrección de Cristo.  El ladrón no necesitaba bautizarse, lo que necesitaba era circuncidarse y como judío que era, debió ser  circuncidado a los 8 días de nacido. No queda más que decir, sino que el Espíritu Santo pueda revelarles toda la verdad.




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