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A LOS FIELES CATÓLICOS
Parte 1
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¿Por qué existen diferencias entre católicos y
evangélicos, si ambos creen en el mismo Dios y en la misma Biblia? La respuesta
que la mayoría dan a esta pregunta, es que los evangélicos interpretan la
Biblia de una forma y la Iglesia Católica de otra.
Pero, eso no es cierto, no es que unos
interpretan diferente de otros, es que los católicos, además de la Biblia,
tienen otras fuentes, es decir, para
ellos la Biblia no es la única fuente de la verdad. Un sacerdote católico lo
resumió muy bien cuando con disgusto y señalando la Biblia, nos dijo a un grupo
de compañeros: “Ustedes los evangélicos
solo se fundamentan en ese libro”
Para la Iglesia Católica, la Biblia no es la palabra final de Dios, es solo un libro más. A
ella hay que sumarle la palabra del hombre, o sea, las declaraciones de los “papas”
y las tradiciones para hacer un todo. Es allí donde la palabra de Dios es
adulterada y es allí donde se inician las diferencias. Bien dice la misma
palabra de Dios:
“Vosotros
corríais bien; ¿quién os estorbó para no obedecer a la verdad? Esta persuasión
no procede de aquel que os llama. Un poco de levadura leuda toda la masa” (Gálatas 5:7).
La masa
es la palabra de Dios y la levadura es la palabra del hombre que leuda toda la masa. Ponga mucha atención lo
que les dijo nuestro Señor Jesús a los líderes religiosos de su tiempo:
“Hipócritas,
bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me
honra, Mas su corazón está lejos de mí.
Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas mandamientos de
hombres. Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de
los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber; y hacéis
otras muchas cosas semejantes. Les decía también: Bien invalidáis el
mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición” (Mateo 7:6-9)
Jesús lo dijo claro, la palabra que viene de un “escriba”,
de un “fariseo”, de un “pastor”, de un “evangelista” o de un “papa”, es la
palabra del hombre, no es la palabra de
Dios. Esa palabra se convierte en una tradición y esa tradición invalida
la palabra de Dios porque se opone a ella.
En la iglesia evangélica está sucediendo lo
mismo, allí han proliferado muchos “profetas”, falsos por supuesto, que están leudando la masa del evangelio con sus
doctrinas humanas.
La iglesia católica no enseña lo que está escrito en la Biblia, enseña lo que está escrito
en el “Catecismo”, un manual que
toma fragmentos de la Biblia, “le agrega”
manifestaciones papales, le quita a conveniencia y usa el catecismo como si
fuera la palabra de Dios; veamos:
FUERA DE
LA IGLESIA CATÓLICA NO HAY SALVACIÓN
“Fuera de la Iglesia no
hay salvación”
846 ¿Cómo entender esta afirmación tantas veces
repetida por los Padres de la Iglesia? Formulada de modo positivo significa que
toda salvación viene de Cristo-Cabeza por la Iglesia que es su Cuerpo: El santo
Sínodo... basado en la Sagrada Escritura y en la Tradición, enseña que esta
Iglesia peregrina es necesaria para la salvación. Cristo, en efecto, es el único
Mediador y camino de salvación que se nos hace presente en su Cuerpo, en la
Iglesia. Él, al inculcar con palabras, bien explícitas, la necesidad de la fe y
del bautismo, confirmó al mismo tiempo la necesidad de la Iglesia, en la que
entran los hombres por el bautismo como por una puerta. Por eso, no podrían
salvarse los que sabiendo que Dios fundó, por medio de Jesucristo, la Iglesia
católica como necesaria para la salvación, sin embargo, no hubiesen querido
entrar o perseverar en ella (LG 14).
En
este pequeño texto del catecismo católico podemos notar que la iglesia católica
afirma que tiene dos fuentes de información para sostener sus enseñanzas: 1) las Sagradas Escrituras y 2)
la tradición.
De
las escrituras (palabra de Dios) se fundamentan para decir una verdad: “que toda
salvación viene de Cristo, que él es la cabeza de la iglesia y que él es único
mediador y camino de la salvación”.
De
la palabra del hombre (tradición) se
fundamentan para decir dos mentiras:
1) que Jesús
fundó la iglesia católica y 2)
que no hay salvación fuera de la iglesia
católica.
Con
base en esas mentiras, enseñan que “no podrían salvarse los que sabiendo que
Dios fundó la iglesia por medio de Jesucristo como necesaria para la salvación,
se han negado a ser parte de ella o a permanecer en ella”.
Lo
que están diciendo es los que no somos
católicos o dejamos de ser católicos,
estamos condenados al infierno. Dichosamente, eso es lo que dice
la mentirosa tradición, no lo que dicen las sagradas escrituras. No existe
un solo versículo en la biblia que diga que tenemos que pertenecer a la iglesia
católica o a alguna religión para evitar ser condenados. Yo pregunto ¿A cuál religión
pertenecía el etíope eunuco que Felipe bautizó (Hechos 8:26-40) y que fue salvo? No pertenecía a ninguna religión.
¿Por qué estoy escribiendo esto? Porque me
preocupan mis amigos y familiares católicos, que son muchos, y que se pueden
condenar por seguir las tradiciones mentirosas de los hombres.
Mateo 16:18 Y yo también te digo, que tú eres Pedro,
y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán
contra ella.
Las
palabras literales de Jesús para Pedro fueron: “fundaré mi iglesia”. Jesus no fundó la iglesia de Pedro, ni la
iglesia católica, Jesús fundo su iglesia, la iglesia de Dios. En las palabras
de Jesús usted no encontrará la palabra “católica”,
esa palabra no existe en la Biblia.
Ahora,
la
iglesia de Dios no es ninguna religión. En la época de Jesús existían
religiones pero no existía la iglesia. Usted no encontrará la palabra iglesia
en el Viejo Testamento, Jesús fue el primero en usar la palabra “iglesia”. La
palabra iglesia hace referencia al reino de Dios.
Colosenses 1:13 el cual nos ha librado de la
potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, 1:14 en
quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.
Los
creyentes “salvos” han sido librados de la potestad de la tinieblas
o reino de este mundo el cual está gobernado por Satanás, su príncipe y han
sido trasladados al Reino de Dios.
Lucas 4:43 Pero él les dijo: Es necesario que
también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para
esto he sido enviado.
Satanás
tiene su reino espiritual establecido en la tierra desde que Adán pecó. Jesús
vino a establecer el reino de Dios, para eso fue enviado. Jesús comisionó a
Pedro para que inaugurara la iglesia y la
iglesia es el reino de Dios en la tierra. La llave que Jesús le entregó a Pedro fue la palabra de Salvación.
Pedro
hizo la inauguración el día de Pentecostés. Ese día predicó por primera vez y
acusó a los judíos de haber matado al hijo de Dios. Ellos le creyeron y
compungidos preguntaron ¿Que haremos?
“Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno
de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis
el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38)
Ya
que habían creído, Pedro les dijo
que se arrepintieran de haber matado al Señor y se bautizaran para que sus pecados fueran perdonados y recibieran
el Espíritu Santo.
Pedro
hizo uso de la llave (la palabra de Dios), y como 3.000 personas se bautizaron
y ese día fueron añadidas a la
iglesia o reino de Dios (Hechos 2:41).
Todos
los seres humanos somos parte del reino de este mundo, y debemos dejar ese
reino y ser trasladados al reino de Dios, si es que queremos ir al cielo al
morir. La iglesia de Dios la conforman
todos aquellos que han sido rescatados del reino de las tinieblas y se han
añadido al reino de Dios. Las últimas
palabras de Jesús antes de ascender a los cielos fueron:
“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad
el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas
el que no creyere, será condenado” (Marcos
16:15-16)
Lo
que Pedro hizo el día de Pentecostés fue repetir las palabras de Jesús. Tome en
cuenta que Jesús no dijo el que se
hiciere católico sería salvo, sino el que
creyere el evangelio y se bautizare.
Jesús
no fundó la iglesia católica, ni Pedro la inauguró, esa es una tradición
mentirosa. Si estudiamos la historia, podemos darnos cuenta que durante los
primeros 300 años de la era cristiana, solo existió “la iglesia de Dios”.
No
existe un solo documento histórico que diga que la iglesia primitiva era
llamada la iglesia católica. Durante trescientos años, la iglesia primitiva, o
sea los miembros del Reino de Dios, fueron perseguidos y asesinados sin ninguna
compasión.
Pero,
en el año 312 D.C. sucedió algo que
cambió las cosas. Constantino, el
emperador romano dijo que había recibido un mensaje divino y declaro el “cristianismo” como la religión oficial del imperio
A
partir de ese momento, se acabó la persecución cristiana. Las circunstancias se
invirtieron y más bien se ordenó la muerte de todos aquellos que no fueran
cristianos. Lógicamente que los paganos “se
bautizaron sin haber creído”, con el
único propósito de evitar su muerte.
De
esta manera, se mezclaron con el cristianismo las formas, ritos, adoración de imágenes
y cultos que trajeron los paganos y de esa mezcla nació la religión cristiana.
Hasta
ese momento, los líderes cristianos se llamaban “obispos, pastores o
ancianos”. En el año 370, el obispo de Constantinopla, se
nombró “Patriarca” y el de roma se hizo llamar “Papa”. Se inició entonces una rivalidad entre los líderes
cristianos de los dos grandes centros metropolitanos. El obispo de roma, ahora
“Papa”, gozaba de cierto prestigio por estar en la capital del Imperio y sus
partidarios, comenzaron a enseñar que su obispo, tenía preeminencia sobre los
obispos de otros lugares. Inventaron
que Pedro había establecido en Roma la primera Iglesia, y que había sido el
primer “papa”.
En
el año 500 D.C. el papa Inocencio 1,
que de inocente no tenía nada, porque era un corrupto, según se menciona en los
mismos archivos del propio Vaticano, fue declarado jefe supremo de la iglesia occidental
y la resistencia a su autoridad era considerada una ofensa. En el año 510, declaró que el papa solo podía ser juzgado por Dios, y que no estaba sujeto a
ningún gobierno terrenal.
En
el año 741 D.C., se declaró la infabilidad del “papa” y en 1870 se aceptó como un dogma cristiano,
por el Concilio Vaticano. Lo de
infalible significa que la palabra del “papa” era la palabra de Dios y no podía
objetarse.
Los
que no aceptaron ese dogma, formaron su propia iglesia llamada “viejos católicos”, que no reconocieron
el papado, por considerarlo un abuso y una barbaridad, y que además no estaba
contemplado en las Santas Escrituras.
El
papado se degeneró, de tal manera que para ser “papa” el único requisito era
tener dinero. De esta manera hubo un “papa” de tan solo 12 años, una “mujer papa” llamada Juana y por
supuesto “papas” ladrones, pervertidos y asesinos. La historia no miente.
Entre
el año 1045 al 1047, “tres papas” se
combatieron por las armas, estas son las famosas “cruzadas”. Se agravó la
tirantez entre las iglesias y en el año 1054
se separaron del todo, la iglesia oriental se llamó “ortodoxa” que significa “doctrina correcta” y la occidental se
llamó “católica” que significa
“universal”. Fue en ese momento que
nació la iglesia católica romana que conocemos actualmente.
Hoy
en día, la verdadera iglesia de Dios sigue conformada por todos aquellos
creyentes que creen en Cristo y se
bautizan, y eso no tiene que ver con ninguna religión.
A
mí me han preguntado muchas veces ¿Usted es católico o evangélico? ¿A cuál
denominación pertenece? Mi respuesta ha sido y sigue siendo: “no pertenezco a ninguna religión ni
denominación, soy cristiano (porque creo en Cristo) e
hijo de Dios” (porque creí y me bauticé).
LA
SALVACION POR MEDIO DEL CUMPLIMIENTO DE LA LEY
La tradición católica enseña que para ser
salvos, además de ser católicos, debemos cumplir
los mandamientos de la ley.
Los diez
mandamientos, por expresar los deberes fundamentales del hombre hacia Dios y
hacia su prójimo, revelan en su contenido primordial obligaciones graves. Son
básicamente inmutables y su obligación vale siempre y en todas partes. Nadie
podría dispensar de ellos. Los diez mandamientos están grabados por Dios en el
corazón del ser humano. Numeral 2072 catecismo católico. La obediencia a los
mandamientos implica también obligaciones cuya materia es, en sí misma, leve.
Así, la injuria de palabra está prohibida por el quinto mandamiento, pero sólo
podría ser una falta grave en razón de las circunstancias o de la intención del
que la profiere. Numeral 2073 catecismo católico.
Nadie podrá dispensar de los mandamientos de
Dios, dice el catecismo católico. En otras palabras, el catolicismo romano declara que la salvación depende de nuestro
comportamiento, de nuestras obras.
Un día le pregunté a un sacerdote católico:
¿Cómo puedo ser salvo? Él no me dijo, “arrepiéntase
y bautícese para el perdón de sus pecados”. Lo que me dijo fue: “Sea bueno. no peque, viva de acuerdo a los
mandamientos de Dios para que sea aprobado por Él”. Pero eso no es lo que
enseña la Biblia.
Muchos católicos odian a Martín Lutero sin saber exactamente qué fue lo que pasó con él.
Este señor era un sacerdote católico, maestro experto en la enseñanza del
catecismo. Él nunca había leído el Nuevo Testamento, solamente había leído el catecismo y lo que
la iglesia católica le había enseñado. Y él enseñaba precisamente que había que ganarse el cielo por méritos
propios.
Resulta que un día fue comisionado para traducir
los textos bíblicos al idioma alemán. Cuando comenzó a traducir el Nuevo
Testamento se encontró entre otras cosas que Romanos 1:17 decía:
“Porque en el evangelio la justicia de Dios
se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá”.
Lutero se dio cuenta que lo que él enseñaba no
concordaba con lo que enseñaban los textos bíblicos. Se molestó, pidió
audiencia con su obispo, luego con el papa y ambos le ordenaron callar bajo
pena de muerte. No calló y tuvo que huir
a Alemania, donde fue protegido, para no ser asesinado por los agentes del
papa.
A partir de ese momento, el oscurantismo con que
la iglesia católica había mantenido a la humanidad comenzó a desaparecer y
comenzaron a surgir las denominaciones evangélicas con el propósito único de
llevar la verdad bíblica que había sido oculta o distorsionada por el Vaticano
¿Qué dice la Biblia?
“Porque por gracia sois salvos por medio de
la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 2:9 no por obras, para que
nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9).
La Biblia dice que somos salvos “por
gracia”, la gracia significa
regalo inmerecido. “Esto no es de
vosotros”, la gracia es algo que no podemos ganar o comprar, es algo que
Dios nos da por amor.
Nadie hace suficientes méritos para obtener la
salvación, además Dios no quiere que sea por méritos para que “nadie se gloríe”. Dios quiere toda la gloria para su hijo
Jesucristo.
Es por fe, lo único que Dios
quiere es que creamos que su hijo
murió por el pecado de todos nosotros y nos
bauticemos, es el método que Dios ideó para que podamos ser salvos.
“sabiendo
que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de
Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados
por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de
la ley nadie será justificado”. (Gálatas
2:16).
La Biblia dice que nadie es justificado por sus
obras, sino por la fe de Jesucristo. Si fuésemos justificados por guardar la ley,
entonces por demás murió Cristo (Gálatas
2:21); si fuera así, entonces no
habría existido razón alguna para que Cristo muriera por nosotros.
Tal vez digas que crees en Cristo y que fuiste bautizado de niño, por lo tanto eres
salvo. Debo decirte que ese bautismo no tiene ninguna validez.
Jesús dijo que el que creyere y se bautizare será salvo y los niños
no creen nada y nadie puede creer por ellos. Nos bautizamos cuando creemos, no
al revés.
La iglesia católica enseña que hay que bautizar
a los niños porque vienen con el pecado
original y si mueren irían al infierno, pero esa es otra tradición que no
tiene sustento bíblico. Mira lo que dice la Biblia:
“El alma
que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre
llevará el pecado del hijo” (Ezequiel
18:20)
Los hijos no heredan los pecados de sus padres,
esa enseñanza es una tradición que viene del hombre. Lo que la palabra de Dios
enseña es que los hijos no llevaran los
pecados del Padre. Los niños que mueran irán al cielo, por eso Jesús dijo
que “de los niños es el reino de los
cielos” (Mateo 19:14).
EL
PURGATORIO
Catecismo
1030 Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente
purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su
muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en
la alegría del cielo. 1031 La Iglesia llama Purgatorio a esta purificación
final de los elegidos que es completamente distinta del castigo de los
condenados. La Iglesia ha formulado la doctrina de la fe relativa al Purgatorio
sobre todo en los Concilios de Florencia (cf. DS 1304) y de Trento (cf. DS 1820:
1580). La tradición de la Iglesia, haciendo referencia a ciertos textos de la
Escritura (por ejemplo 1 Co 3, 15; 1 P 1, 7) habla de un fuego purificador:
Respecto a ciertas faltas ligeras, es necesario creer que, antes del juicio,
existe un fuego purificador, según lo que afirma Aquél que es la Verdad, al
decir que si alguno ha pronunciado una blasfemia contra el Espíritu Santo, esto
no le será perdonado ni en este siglo, ni en el futuro (Mt 12,31). En esta
frase podemos entender que algunas faltas pueden ser perdonadas en este siglo,
pero otras en el siglo futuro (San Gregorio Magno, dial. 4, 39).
La tradición del purgatorio, es una doctrina que
afirma, que algunas personas “mueren en
la gracia de Dios”, pero mueren “imperfectamente
purificados”, sin haber alcanzado la santidad. Esto hace que al morir,
deban ir a expiar sus pecados al fuego
del purgatorio.
Podríamos decir, que “los imperfectamente purificados” son personas “no muy malas” para ir al infierno pero “tampoco muy buenas” para ir al cielo.
Con lo que hemos estudiado hasta el momento,
podemos concluir fácilmente que esta doctrina es anti bíblica, porque somos salvos por gracia, por medio de la fe,
no por obras.
Además, en la biblia se habla de “santificados” o de “condenados” Esta tercera nominación de los “imperfectamente purificados” o “medianamente
santificados” no está en la Biblia.
Como podemos leer en el catecismo católico, la doctrina
del purgatorio, se señala a sí misma como una
tradición, que viene de los concilios de Florencia y de Trento; es una
vieja tradición que
data del año 1580 hasta nuestra época.
En la ambigua redacción del texto, la iglesia
católica reconoce que no hay ningún
texto bíblico que hable del purgatorio (de hecho, esa palabra no existe en
la Biblia). Pero, que los textos de 1
Pedro 1:7 y 1
Corintios 3:15 pueden servir de referencia para creer en el
purgatorio. Lo que sí dice sin lugar a dudas, es que esa doctrina es una
tradición, si es una tradición no es bíblica y si es bíblica no es una
tradición.
Jesús enseñó que existían dos opciones: 1)
salvación y 2) condenación. Jesús no
habló de una tercera opción.
El que
creyere y se bautizaré, será salvo, esa es la primera opción. El que no creyere será condenado, esa es la segunda opción. Ambas opciones son eternas, no son temporales.
No obstante, la iglesia católica nos ofrece una tercera opción: la purificación del
purgatorio, una opción temporal. Te
fuiste de este mundo, no estás condenado, tampoco estás salvo, estás en el
medio, eres un “imperfecto purificado”, pero con una ayudita de los que quedaron en
casa, podrías adquirir la salvación y convertirte en salvo.
Catecismo
1032 Esta enseñanza se apoya también en la práctica de la oración por los
difuntos, de la que ya habla la Escritura: “Por eso mandó [Judas Macabeo] hacer
este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados
del pecado” (2 M 12, 46). Desde los primeros tiempos, la Iglesia ha honrado la
memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios en su favor, en particular el
sacrificio eucarístico (cf. DS 856), para que, una vez purificados, puedan
llegar a la visión beatífica de Dios. La
Iglesia también recomienda las limosnas, las indulgencias y las obras de
penitencia en favor de los difuntos: Llevémosles socorros y hagamos su
conmemoración. Si los hijos de Job fueron purificados por el sacrificio de su
Padre (cf. Job 1, 5), ¿por qué habríamos de dudar de que nuestras ofrendas por
los muertos les lleven un cierto consuelo? No dudemos, pues, en socorrer a los
que han partido y en ofrecer nuestras plegarias por ellos (San Juan Crisóstomo,
hom. in 1 Cor 41, 5).
La doctrina del purgatorio continúa diciendo,
que debemos orar por los muertos y
ofrecer sufragios a su favor. Que si ofrecemos misas, limosnas e indulgencias, podemos sacar a un muerto del
purgatorio para enviarlo al cielo.
No hay fundamento en la palabra de Dios para
afirmar semejante barbaridad. Lutero también
se opuso a esa doctrina y fue lo que más molestó al Vaticano porque atentaba
contra sus ingresos.
Si seguimos leyendo el texto, vemos que el
Vaticano se apoya en Job 1:5 para
decir que los sacrificios de Job purificaron a sus hijos. Eso es totalmente
falso porque Job hizo sacrificios por
sus hijos en vida, no cuando estaban muertos. Y la Biblia no dice que Dios
aceptara esos sacrificios. De hecho, Satanás provocó la muerte de los diez
hijos de Job y Dios lo permitió. Si hubiesen sido santificados por los
sacrificios de Job, Dios no hubiera permitido su muerte, así como no permitió
la muerte de Job.
El Catecismo continúa diciendo, que Judas Macabeo mandó hacer sacrificios
por los muertos para que se les perdonaran los pecados. Eso fue lo que ordenó
Judas Macabeo, como lo afirma el Vaticano, no fue lo que ordenó Dios ni Cristo.
Hebreos 10:14
porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.
Jesús tuvo que venir a ofrecerse él mismo como
sacrificio, una vez para siempre, por el perdón de todos los pecados de la
humanidad. Dice la escritura, que con esa sola ofrenda, que es su sangre, nos santificó para siempre. No dice que
nos santificó por un tiempo o nos santificó a medias, sino que nos santificó
para siempre. Cuando nos bautizamos, ese perdón y esa santificación se hacen una
realidad en nosotros. No hay que ir a
santificarse a ningún purgatorio. Esta escritura echa por tierra la
mentirosa tradición del purgatorio.
Lo cierto es, que de acuerdo con la Palabra de
Dios, ninguna persona que haya creído en Cristo y se haya bautizado debe ir a
purgar ningún pecado, porque Jesús purgó por todos ellos y santificó a los pecadores para siempre. Tal vez tú no te veas santo, pero si estás en
Cristo, para Dios eres perfecto, santo, sabio, justo y redimido (1 Corintios 1:30)
Hebreos 10:17
añade: Y nunca
más me acordaré
de sus pecados
y transgresiones. 10:18 Pues donde hay remisión de éstos, no hay más
ofrenda por el pecado.
Dios prometió no acordarse nunca de nuestros
pecados y nunca significa por toda la eternidad. Y no se acordará de nuestros pecados porque
le caemos bien o porque no quiere hacerlo, sino porque no puede, ya que Jesús
pagó por todos ellos, esa es la gracia, el perdón inmerecido.
Romanos
8:1: Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús.
¿Qué más claro que esto? Si has creído y te has
bautizado, estás en Cristo y si estás en Cristo, no hay ninguna condenación
para ti.
1ª Pedro
2:24: quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para
que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya
herida fuisteis sanados.
Jesús cargó con nuestros pecados en la cruz, no
cargó con una parte de ellos. Como vemos la palabra de Dios contradice
totalmente la tradición del purgatorio. Pero veamos los dos versículos que la
Iglesia católica menciona como referencia para creer que puede haber
purgatorio.
1
Corintios 3:15 Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él
mismo será salvo, aunque así como por fuego.
¿Encuentra usted en ese versículo la palabra
purgatorio? La Biblia menciona muchas veces la palabra infierno y muchas la
palabra cielo. ¿Por qué no iba a mencionar la palabra purgatorio? Simplemente,
porque el purgatorio no existe y este versículo no se refiere a él.
Este versículo dice que si la obra de alguno se
quemare, el mismo será salvo, aunque así como por fuego. ¿De qué está hablando?
¿Qué quiere decir? Veamos el texto completo:
1
Corintios 3:11 Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto,
el cual es Jesucristo. 3:12 Y si sobre este fundamento alguno edificare oro,
plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, 3:13 la obra de cada uno se
hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y
la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. 3:14 Si permaneciere la obra
de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. 3:15 Si la obra de alguno se quemare, él
sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego.
Pablo está hablando de la edificación de la
iglesia. Dice que la iglesia (no se
refiere a la iglesia
o reino de Dios), es como un
edificio, cuyo fundamento es Cristo. Nadie puede poner otro fundamento,
pero sí puede sobreedificar sobre ese mismo fundamento.
Edificar es evangelizar para que el edificio
llamado iglesia crezca o sea que más personas sean libradas del reino de las
tinieblas y trasladas al reino de Dios.
El que edifica, escoge los materiales; si usted
hace una edificación con materiales como “el
oro, la plata o las piedras preciosas”, su edificación permanece para
siempre. Pero si usted edifica con materiales como la “madera, el heno y la hojarasca”, su edificación no pasará la prueba
del fuego y se quemará.
Imaginemos por un momento a dos personas
evangelizando. Una enseña que hay que
creer en Cristo y bautizarse. Esta es una verdad absoluta. Eso es edificar con
oro, plata y piedras preciosas. Si las personas creen y se bautizan, serán
salvas para siempre. No habrá nada que queme esa obra.
Veamos al otro evangelizador. Éste enseña que
con solo creer en Cristo serán salvas. Esta es una media verdad o una verdad
relativa. Eso es edificar con heno, madera y hojarasca. Las personas creen pero
no se bautizan y su salvación no se completa de tal manera que esa obra se
quemará.
Aunque el evangelizador, mantenga su salvación,
las personas que evangelizó no se salvarán. Él sufrirá perdida porque el diablo
le ganó la batalla y perdió a sus hijos espirituales y no será recompensado
sino avergonzado. El que edificó correctamente, no sufrirá perdida, porque le
ganó las almas al diablo, para Cristo, éste será recompensado. Puedes darte
cuenta que este pasaje bíblico no tiene nada que ver con el purgatorio. Ahora vemos
el otro versículo:
1ª Pedro
1:6 En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es
necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, 1:7 para que sometida
a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero
se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea
manifestado Jesucristo.
El versículo en mención, tampoco insinúa la
existencia de un purgatorio ni de un suceso posterior a la muerte. Lo que el
versículo dice, es que nuestra fe será
probada por fuego aquí en la tierra.
El fuego hace referencia a las pruebas que debemos de padecer los salvos
para demostrar nuestra fidelidad al Señor, el verso 6 lo dice claramente.
No tenemos que ir a purgar ningún pecado a un
supuesto purgatorio, porque ya fuimos santificados una vez y para siempre. La
preciosa sangre de Jesús borró cada uno
de nuestros pecados y los clavó en la cruz (Colosenses 2:14). Dios no hace nada incompleto, todo lo hace
perfecto.
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