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El Señor
Jesús dijo: “Porque de cierto os digo que
cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en
su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho”
(Marcos 11:23).
Fundamentados
en este versículo, en muchas congregaciones envían a las personas a declarar
cosas positivas para que se hagan realidad. “Le gustó un vehículo, declare que es suyo y será suyo, es una promesa
de Dios”, escuché decir en una prédica. ¿Mito o realidad?
Estas
palabras de Jesús registradas en Marcos 11:23 son una verdadera promesa de Dios,
y siendo que las promesas de Dios siempre son en él sí y en él amén (2 Corintios 1:20), pareciera que hay un
enorme poder en nuestras palabras, pero,
para asegurarnos, debemos estudiar el contexto:
Marcos 11:12 Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre. 11:13
Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si tal vez hallaba en
ella algo; pero cuando llegó a ella, nada halló sino hojas, pues no era tiempo
de higos. 11:14 Entonces Jesús dijo a la higuera: Nunca jamás coma nadie fruto
de ti. Y lo oyeron sus discípulos.
Jesús salió de Betania con sus discípulos y viendo una
higuera fue a buscar fruto de ella. Como no halló nada sino solamente hojas,
entonces la maldijo. No es que Jesús estaba de mal humor y maldijo a la higuera
por no tener frutos. Jesús hizo eso para que lo “oyeran” sus
discípulos a los cuales les quería transmitir
una enseñanza. En el verso 14
vemos que los discípulos “oyeron” las palabras de Jesús.
Marcos 11:20 Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se había
secado desde las raíces. 11:21 Entonces Pedro, acordándose, le dijo: Maestro,
mira, la higuera que maldijiste se ha secado.
Las palabras que
Jesús había pronunciado el día anterior hicieron eco, Jesús
le habló a la higuera, la higuera lo oyó y se secó. Esto nos enseña que la
naturaleza nos oye, nuestros cuerpos nos oyen, las personas nos oyen cuando
declaramos las promesas de Dios.
El día
anterior los apóstoles “oyeron” las
palabras de Jesús, pero ahora “vieron”,
el efecto de esas palabras.
Marcos 11:22 Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe
en Dios.
Cuando
Pedro le dijo al Señor que la higuera se había secado, Jesús le respondió “Tened fe en Dios”. Lo que Jesús estaba
enseñando es que las palabras no surten
efecto si no hay fe, la confesión o
declaración
debe estar fundada en la fe. Nada funciona si no hay fe en Dios.
debe estar fundada en la fe. Nada funciona si no hay fe en Dios.
Las
palabras que pronunciemos no son mágicas, no es como decir “Abracadabra”, no, las palabras que
declaremos deben cumplir dos requisitos: 1)
estar fundamentadas en las promesas de
Dios, y 2) ir cargadas de fe. Si no hay fe, por más
que declaremos esto o aquello, nada sucederá.
Marcos 11:23 Porque de cierto os digo que
cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su
corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho.
La fe no
es algo que creemos con la mente, es algo que “creemos en nuestro corazón”, sin la menor duda. Para que las
palabras que pronunciemos se hagan realidad, deben salir del corazón, así es con
la salvación:
Romanos 10:9 que si confesares con tu boca que
Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos,
serás salvo. 10:10 Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la
boca se confiesa para salvación.
Usted
puede decir miles de veces que cree que Jesús es el Señor y que Dios lo levantó
de los muertos, pero si esa creencia no
está arraigada en su corazón, usted nunca será salvo, porque con la boca se
confiesa, pero primero debe creerse con
el corazón.
¿Quién
puede confesar? Cualquiera, lo puedo
hacer yo, lo puedes hacer tú, cualquiera puede declarar, cualquiera puede
confesar, pero, es cualquiera que no dudare en su corazón.
La duda no significa
que no creemos totalmente, significa que no tenemos la total seguridad al momento
de confesar, es decir, debemos mantenernos creyendo. Si no dudamos, lo que digamos será hecho.
La frase:
“lo que diga será hecho”, en el
griego original significa: “lo que diga
empezará”, es decir, lo que digamos empezará a existir o a suceder, será
terminado, existirá en la historia y aparecerá en escenario, tal y como sucedió
con la higuera.
“Cualquiera que dijere a este monte, quítate
y échate en el mar, y no dudare, lo que diga será hecho”. Un monte puede
ser una enfermedad, un problema, cualquier situación negativa. Debemos
ordenarle a los problemas y a las enfermedades que se vayan, en el nombre de
Jesús y si no dudamos, ellas se irán.
Hay
creyentes que viven quejándose de los problemas, pero no le ordenan a éstos que
se vayan. Pasan una hora hablando de su problema, pasan quejándose, en lugar de
confesar la victoria en Cristo Jesús.
Marcos 11:24 Por tanto, os digo que todo lo que
pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.
La frase “por
tanto” usada por Jesús es una conclusión de la enseñanza que viene dando. “Por
tanto os digo que todo”, dice Jesús ¿Cuánto? Todo, “todo lo que pidieres ¿Cómo? orando”.
Lo que
Jesús nos está diciendo, es que antes de ordenarle a una enfermedad o a algún problema
que se vaya, primero debes orar. Y ponerte de acuerdo con el Padre.
Juan 11:41 Entonces quitaron la piedra de donde
había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre,
gracias te doy por haberme oído. 11:42 Yo sabía que siempre me oyes; pero lo
dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has
enviado.11:43 Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera!11:44
Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el
rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.
En este
pasaje vemos que Jesús le ordenó a Lázaro que se levantara de entre los
muertos, pero primero había orado, lo
sabemos porque dijo: “Padre, gracias te
doy por haberme oído, yo sabía que siempre me oyes”.
Jesús completa
la enseñanza, nos enseña el método correcto para que nuestras palabras tengan
poder: 1) le pedimos creyendo con el corazón que él lo hará, y 2) con nuestra boca le ordenamos a la
enfermedad o al problema que se vayan.
¿Por qué
debemos orar primero? Por dos razones: En
primer lugar, para estar seguros que
nuestra petición no riñe con la voluntad del Padre. En la oración el Padre
nos podría revelar que la petición no va de acuerdo a su voluntad.
Lucas 22:42 diciendo: Padre, si quieres, pasa de mí
esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.
Jesús no
quería ir a la cruz, no era su voluntad ser sacrificado, entonces oró hasta
recibir la respuesta del Padre. Cuando estuvo seguro de que la voluntad del
Padre era que fuera a la cruz, entonces dijo” Que sea tu voluntad y no la mía”.
No
podemos confesar, declarar, u ordenar nada que no esté de acuerdo con la
voluntad del Padre porque no sucederá nada. Recordemos el caso del apóstol
Pablo, él tenía una debilidad y le pidió a Dios tres veces que se la quitara,
pero Dios le negó su petición porque Pablo se le podía exaltar sobremanera por
la gran revelación que había recibido. (2
Corintios 12:7-10). Dios quería que Pablo mantuviera los pies sobre la
tierra y por eso no le quitó la debilidad.
Si Pablo
viviera en este momento, es capaz que un pastor le ordenaría a esa debilidad
que dejara a Pablo sin primero consultar con Dios.
La voluntad de Dios siempre será
librarnos de las debilidades y de las enfermedades, pero si hay un propósito de
por medio, podría no hacerlo. Dios no libró a José de que sus hermanos lo
vendieran, tampoco lo libró de la acusación de la mujer de Potifar, y no hizo
nada de eso porque tenía un propósito para José, y ese propósito era salvar a
Israel de la hambruna, permitiendo que José terminara siendo el gobernador de
Egipto.
Claro que
le puedes decir a un monte en particular, quítate de aquí y échate en el mar,
pero ¿Es la voluntad del Padre que eso suceda?
En segundo lugar, debemos orar para que
nos quede claro que el milagro lo hace el
Espíritu Santo y no nosotros. Si no oramos al Padre, podríamos creer que el
milagro es nuestro.
Marcos 11:25 Y cuando estéis orando, perdonad, si
tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los
cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. 11:26 Porque si vosotros no
perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras
ofensas.
Y lo
último que resalta el Señor, es que nuestro
corazón debe estar limpio, limpio de rencores y de falta de perdón. Para
que Dios escuche nuestras oraciones y haga un milagro en nuestras vidas cuando
pronunciamos palabras que están de acuerdo a su voluntad, primero debemos estar
limpios de pecado, pero si guardamos
algún rencor en nuestro corazón, Dios no puede limpiarnos y tampoco ejecutar el
milagro.
Si tú eres
una persona que siempre perdona, Dios llevará cabo todos los milagros que le
pidas, siempre y cuando no vayan en contra de su voluntad. El Señor dice “si no perdonas, yo no te perdono y se acabó”.
El
problema no es la ofensa que nos hicieron, el problema es la falta de perdón
que hay en nosotros.
Muchas
personas no salen de la miseria, ni de la enfermedad, no por las ofensas que recibieron,
sino por el rencor que guardan en sus corazones.
Dios es
tan precioso que para motivarnos dice, “si perdonas entonces todo lo que me pidas te lo voy a dar, te será
hecho”.
Pero “si no perdonas, nada de lo que me pidas te será hecho, puedes confesar todo lo que quieras pero nada pasará”.
Pero “si no perdonas, nada de lo que me pidas te será hecho, puedes confesar todo lo que quieras pero nada pasará”.
Puede
haber mucha ministración, pero si tienen un corazón no perdonador, de nada
sirve.
Si usted no perdona no tiene un corazón para
ejercer fe. Porque la fe se da en un corazón que está libre, y la falta de
perdón es una atadura, que impide que recibamos las bendiciones de Dios.
Una vez
que suelta esa atadura, una vez que perdones, entonces verás las bendiciones
venir sobre ti.
Tal vez
tienes muchas peticiones que ya están contestadas pero no las puedes recibir
porque están esperando un cambio de
corazón. Ya oraste con fe, ya declaraste y nada sucedió porque falta un cambio
en tu corazón.
Cuando el
corazón cambie, los cielos se van a romper y las bendiciones van a bajar sobre
tu vida.
Por
ejemplo, eso que te robaron dejará de ser un robo el día que llegues y
digas “te lo regalo”, Usted no va a
tener el corazón dolido porque lo robaron, usted va a tener el corazón libre
porque va a decir “yo lo regalé” y le
aseguro que Dios le va a dar 10 veces más de lo que le robaron.
Tal vez
digas: “es que a ese sujeto no puedo ni
verlo” y por esa causa estás impidiendo el milagro ¿Sabes que hacer? Vaya y mírelo, invítelo a comer, tómese un
selfie con esa persona y súbala al facebook. De esa manera le da por la boca al
diablo, entonces los cielos se van a abrir y usted va a ser muy pero muy
bendecido. Cuando Dios examina tu corazón y lo ve limpio, Dios dice. “si consideras que hay que mover ese monte,
entonces ve y dile porque será hecho lo
que digas”.
Santiago 4:3 Pedís, y no
recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.
Se me olvidaba un último punto. Nunca
pidas para tus deleites porque no vas a recibir nada de Dios. No le hagas
caso al pastor que te diga: “declare que
ese automóvil que te gusto es tuyo”. Esas palabras vienen de almas
adúlteras, dice Santiago. A Dios hay que pedirle lo que necesitamos,
no lo que deseamos.
Hoy te in
invito a que corrijas tu corazón perdonando a todas las personas que no has
podido perdonar. Una vez que lo hagas, podrás decirle al monte que se mueva,
los milagros vendrán, nada te faltará. Deja ir lo que te quitaron, suéltalo, ya
no cargues esa basura que te impide la bendición.
Dios dijo:
“Hágase la luz y fue hecho”, el poder
de la palabra de Dios no tiene límite. Y el Señor te ha transferido ese poder,
pero debes saber usarlo.
Concluimos
entonces que no es un mito, que es una promesa bíblica, que “lo que digamos será hecho”. Nuestras
palabras están cargadas de dinamita, lo que digamos sucederá siempre y cuando:
1) no dudemos en nuestro corazón, 2) que lo que digamos no riña con la voluntad
de Dios, y 3) que nuestro corazón esté
limpio de rencores. Que el Espíritu Santo te de la sabiduría para entenderlo.
Maravilloso el resumen!! Dios le bendiga me fue de mucha Bendición!!!! Desde Córdoba; Argentina!
ResponderBorrarWaaao me encanto ese mensaje esta bien desarrollado... A Dios sea la gloria que ha dado a esa persona el entendimiento para hacer ese mensaje... Dios te siga bendiciendo
ResponderBorrarDios les bendiga, gloria a Dios por esta palabra, quede perdonando a una amiga que me había pedido un dinero hace 15 años y no la volví a ver pero siempre me acordaba que ella me pidió prestado y nunca me pagó, así que personó esa deuda, y empecé a pedir perdón, por palabras de maldición a la mujer que se metió en mi matrimonio hace casi 10 años porque le ofendí diciendo es una cualquiera, nunca serás feliz etc, hoy soy libre son palabras que hay que romper con toda legalidad que se le dio en el mundo espiritual, por salir de nuestra boca, el padre quita la legalidad ante el enemigo en el nombre de Jesús
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