sábado, 25 de marzo de 2017

LA MEDIA NARANJA

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Me han consultado ¿Será cierto que todos tenemos una media naranja? También me han preguntado si el sexo es pecado. La respuesta a la primera pregunta es un sí definitivo,  todos, absolutamente todos tenemos una media naranja.
Dice la escritura que Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó (Génesis 1:27).
El hombre está formado de dos partes: el varón y la hembra. El varón es la mitad del hombre y la mujer es la otra mitad, el varón sin la mujer es un hombre incompleto, así que cada uno de nosotros tenemos una media naranja por ahí.
En Génesis, Dios dijo que todo cuanto había creado era bueno. Sin embargo dijo que algo no era bueno. Ese algo era que el hombre estuviera solo (Génesis 2:18).
No es que el hombre no haya sido creado perfecto, era perfecto pero  no era completo. En ese momento sólo la mitad del hombre había sido creada. Dios no esperó ni un solo día más.
En el sexto día Dios formó a Adán y ese mismo día Dios formó a Eva de una costilla de Adán con el propósito de que el hombre se completara.
Era como si Dios hubiese creado la mitad del hombre y luego, cuando vio que este hombre era solamente una mitad, hizo la otra mitad. Las dos mitades fueron unidas a fin de llegar a ser una unidad completa.
Únicamente cuando las dos mitades fueron unidas, es que Dios exclamó que era bueno. Esto nos muestra que el matrimonio, es decir la unión entre el varón y la hembra no fue instituido por el hombre, sino por él mismo Dios.
La prohibición católica romana de que sus sacerdotes no contraigan matrimonio va en contra del pensamiento de Dios y es apostasía.

1 Timoteo 4:1 Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; 4:2 por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia, 4:3 prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad.

Según la palabra de Dios, la prohibición de casarse es doctrina de demonios, es doctrina de mentirosos que tienen cauterizada la conciencia, porque un varón sin mujer es incompleto y Dios no puede cumplir sus propósitos en hombres incompletos.
En 1 Pedro 3:7 leemos que la mujer es coheredera de la gracia de la vida conjuntamente con el varón ¿Qué es lo que eso significa? Significa que la vida  es un regalo de Dios para que la vivamos en pareja y no de manera individual.
He escuchado a algunas mujeres decir que mejor hubieran nacido  varones, quizás porque han sido discriminadas de alguna manera, pero, las que dicen eso no han entendido que Dios tiene un plan  perfecto que no puede cumplirse sin la mujer; y que la mujer no es de menor categoría que el varón, por el contrario, es la culminación de la creación de Dios.
Dios formó a Eva de una costilla que tomó de Adán para que ella supiera que fue creada para ser su media naranja y complementarlo.
Dios no concibe la unión entre personas del mismo sexo porque esa es una unión imperfecta. Un varón no es el complemento de otro varón, ni una mujer es el complemento de otra mujer, dos varones o dos mujeres son iguales y no se complementan.
Dios no puede usar a medios hombres dentro de sus propósitos, porque los medios hombres son imperfectos, él necesita hombres que sean mitad varón y mitad hembra porque ambos se complementan.
Ningún varón que se diga homosexual tiene cromosomas femeninos ni ninguna mujer que se diga homosexual tiene cromosomas masculinos, eso es algo que ha descartado la ciencia.
De hecho, un homosexual puede operarse para que le cambien el sexo pero sus cromosomas continúan iguales porque no le cambian el sexo, lo que le cambian es el pene o la vagina pero el sexo continúa siendo el mismo porque el sexo lo determinan los cromosomas y sigue siendo varón. 
Esto es tan cierto, que ningún varón puede tener hijos con otro varón ni ninguna mujer puede tener hijos contra otra mujer, aunque hayan cambiado de sexo.
Un varón y un varón no son un hombre, tampoco lo son una hembra y otra hembra. Dios los hizo varón y hembra para que por medio de sus sexualidades diferentes formaran al hombre y ese hombre se extendiese como una familia.

Génesis 1:28 Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.

Dios bendijo al varón y a la hembra y les dijo que se multiplicasen para que sojuzgaran la tierra y la señorearan como familia. Si Adán y Eva hubieran sido del mismo sexo, el propósito de Dios no se hubiese cumplido.
La familia es la extensión del hombre como varón y hembra. Adán y Eva, mientras no tuvieron hijos, eran solamente una pareja, eran un matrimonio, pero no eran una familia. Una familia está compuesta por un mínimo de tres miembros.

Génesis 2:24 Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.

Cuando el varón y la mujer se casan, se complementan para formar una sola carne, esa sola carne es el hombre. Una sola carne es la unión complementaria de dos seres distintos para formar un ser especial y completo llamado hombre.
Una pareja de homosexuales jamás serán una sola carne, no pueden tener hijos y nunca podrán extenderse a aquello que se llama familia.
El milagro de la vida es algo que solo puede darse entre varón y hembra. Solamente dos seres de diferente sexo tienen la capacidad de engendrar para perpetuar la imagen divina, pues han sido creados a imagen y semejanza de Dios como varón y hembra.
Ahora, Dios no nos hizo sexuales únicamente para procrear, como los animales. El acto sexual es de suma importancia dentro del matrimonio, ese deseo de acariciar y ser acariciado es un reflejo del amor del uno para el otro. Cuando ese deseo no existe, el matrimonio se derrumba en la mayoría de los casos.
En cuanto a la segunda pregunta, la respuesta bíblica es un no definitivo. El sexo no es pecado, al menos dentro del matrimonio. El sexo no es malo, es todo lo contrario, es bueno en sentido espiritual y en sentido físico, es saludable en ambos sentidos.
Todos los seres humanos necesitan del sexo de la misma manera que necesitan alimentarse. Así como el hambre es una exigencia natural del cuerpo humano, el sexo es también una exigencia natural de nuestro cuerpo. Sentir hambre es natural; no es pecado, tampoco lo es el sentir la necesidad de tener sexo.
No crean ustedes que Adán y Eva tuvieron sexo hasta después de que pecaron, creer de esa forma convierte el acto sexual en pecado. El ver el sexo como pecado hace que muchas parejas se separen, esa es parte de la estrategia del diablo.
Que el hombre el varón fuera una sola carne con la mujer no fue ordenado después de la caída del hombre. La caída del hombre se dio en el capítulo 3 de Génesis, mientras que la orden de ser una sola carne se dio en el capítulo 2.
Dios no les prohibió a Adán y Eva tener sexo, más bien les ordenó tener sexo porque les ordenó multiplicarse ¿Cómo se iban a multiplicar sin tener sexo? Por tanto, el tener sexo vino antes y no después que el pecado entrara en el mundo porque tener sexo dentro del matrimonio no es ningún pecado.
En definitiva, nadie peca por tener deseos sexuales con su pareja de vida, porque fue Dios el que puso esos deseos. Fue Dios el que ideó que el hombre disfrutara y tuviera deseos sexuales.
Hay creyentes que se sienten perturbados cuando les hablan de Dios y del sexo porque ven el sexo separado de la vida cristiana, pero no es así.
Se sabe por ejemplo que el clitorix de la mujer solamente sirve para dar placer, lo que nos indica claramente que Dios quería que disfrutáramos del sexo.
El sexo es un placer que nace de un deseo de Dios. Tal deseo no incluye en mismo ningún elemento pecaminoso. Por el contrario, se trata de algo maravilloso que Dios nos dio.

Proverbios 5:18 Sea bendito tu manantial, Y alégrate con la mujer de tu juventud, 5:19 Como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, Y en su amor recréate siempre.

El manantial hace referencia a las partes del cuerpo que dan vida, a las partes íntimas del hombre y de la mujer.  Si lees el “cantar de los cantares” de Salomón te darás cuenta que allí se habla alegre y abiertamente del sexo en la pareja matrimonial.
Muchas mujeres disfrutan del sexo y cuando se convierten en hijas de Dios ven el sexo como un pecado. Entonces dejan de agradar a su marido, lo que trae serios conflictos que terminan en divorcio, y Dios no quiere eso, el que quiere eso es el diablo. 
Si se sienten condenadas por su conciencia, se debe a que ignoran lo que Dios ha dispuesto en su palabra.

Hebreos 13:4 Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios.

El lecho sin mancilla hace referencia al sexo libre dentro del matrimonio. El lecho mancillado es el de los fornicarios y los adúlteros. Los primeros son los varones o hembras que tienen sexo sin casarse y los segundos son los que tienen sexo con varones o hembras casadas.
Cuando decimos que Dios instituyó el matrimonio en el Génesis, no estamos hablando de firmar un papel ante un abogado o ante un cura. El verdadero matrimonio es la unión de dos medias naranjas para completar la naranja. Se unen porque se aman y se comprometen libremente de seguir haciéndolo fielmente por toda la vida. Si no es un deseo de amarse por toda la vida, esa unión no es un matrimonio aunque se firmen mil papeles.
Muchas mujeres enviudan y no se vuelven a hacer de una pareja,  creyendo que le deben fidelidad al marido fallecido, y les basta con sus hijos.
Pero Dios no quiere eso porque los hijos  no son su media naranja, ni lo llegaran a ser nunca. Más bien, los hijos deberán dejar a su madre cuando encuentren su media naranja.
En la ley de Dios vemos que él dejó establecido que incluso los parientes del viudo podían redimir a la viuda y contraer nuevo matrimonio con ella, ese fue el caso de Booz con Noemí.
El matrimonio no sólo es honroso sino incluso santo. Si el sexo es parte del matrimonio, no solamente es natural, sino también santo.

Marcos 10:7 Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, 10:8 y los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino uno. 10:9 Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.

El matrimonio es algo más que un papel. Dios no puso a Adán y Eva a firmar ningún papel, el papel lo inventó el hombre para la protección de sus bienes. El matrimonio que vale es el que hacemos ante Dios, no el que hacemos ante los hombres.
De hecho los matrimonios ante los hombres se han convertido en un juego, ya no se unen para toda la vida sino hasta que el divorcio los separe, y ahora las leyes permiten que se divorcien por cualquier cosa. Se olvidan que Dios aborrece el repudio (Malaquías 2:16).
Tome en cuenta que en la Biblia el matrimonio es lo que Dios junta, no lo que el hombre junta. Dios los junta dándole amor y deseo a un varón por una hembra y a una hembra por un varón para que se complementen  y sean una sola carne.
El divorcio es el repudio o rechazo que el varón hace de la hembra o la hembra hace del varón y que termina en la desunión del matrimonio. En la mente de Dios no cabe el repudio, el repudio es obra del hombre, por eso la escritura dice lo que Dios juntó no lo separe el hombre.

Génesis 2:24 Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. 2:25 Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban.

Dios hizo a Eva de la costilla de Adán. Eva era parte de Adán, por eso Dios le devolvió la costilla echa mujer a Adán, para que fueran una sola carne con ella. Ellos estaban desnudos y tenían sexo y no se avergonzaban. 
El Dr. Meyer, un colaborador del famoso evangelista D. L. Moody, escribió muchos y muy buenos libros para la edificación de los cristianos. Él dijo en cierta ocasión: Únicamente la más inmunda de las mentes podría considerar el sexo como algo inmundo”.
Me parece que está bien dicho, el hombre asocia ideas inmundas con el sexo, debido a que él mismo es inmundo. Para los puros, todas las cosas son puras, mas para los contaminados todo es contaminado, pues su mente y conciencia están contaminados.
Debemos darnos cuenta de que en el matrimonio el lecho es sin mancilla. Una relación sexual como fue ordenada por Dios es santa, limpia e incontaminada.
¿Por qué las doctrinas de demonios prohíben casarse? Para procurar la santidad de los curas. La religión cree que los curas se vuelven santos por no tener pareja, pero más bien lo que ocasiona es que busquen sexo con niños o con lo que esté más a mano para saciar sus deseos. La santidad se adquiere en Cristo (1 Corintios 1:30), no es algo que el hombre logre encerrándose en un convento.
En lugar de prohibir el matrimonio, la palabra de Dios ordena que los Obispos sean maridos de una sola mujer (1 Timoteo 3:2) y no solteros, que gobiernen bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad, pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios? (1 Timoteo 3:4-5).
Dios jamás prohibió el matrimonio ni tampoco el sexo dentro del matrimonio, así que nadie debiera sentirse condenado en su conciencia por las doctrinas de demonios. El sentir deseos sexuales es algo muy natural y no constituye pecado.
El pecado surge cuando creemos que es pecado, es un asunto de conciencia. Si la conciencia te acusa te sentirás condenado y no podrás vivir felizmente en tu matrimonio. Ese sentimiento de culpa no tiene nada que ver con el pecado, sino que es resultado de la ignorancia acerca de la palabra de Dios.
Como ya lo dijimos, la institución del matrimonio no vino después, sino antes de la caída del hombre. El hombre no pecó el primer día que fue creado, sino que ese día él fue una sola carne con Eva. El mismo día en que Dios formó a Eva, Él se la entregó a Adán. Esto no fue algo que sucedió después que el hombre pecó. Así pues, Dios mismo fue el que inició el matrimonio.
En Génesis 2 vemos el matrimonio en la creación de Dios y no es casualidad que en Juan 2 se narra que Jesús inició su ministerio cuando participó en una boda en Caná de Galilea e hizo el milagro de convertir el agua en vino.
Aquí vemos que el Señor no solo permite el  matrimonio,   sino  que  lo aprueba. Jesús no sólo asistió a las bodas, sino que las realzó con su milagro. Es claro que el matrimonio fue iniciado por Dios y, en especial, fue aprobado por el Señor Jesús. Por lo tanto, esto es algo completamente de Dios.
Aquí vemos la posición que ocupa el matrimonio ante Dios. El propósito de Dios es obtener un esposo y una esposa, los cuales deben ayudarse mutuamente. Por tanto, Dios llamó a la esposa de Adán ayuda idónea”.
En hebreo, esta expresión quiere decir: adecuada para ayudar”. Aquí descubrimos que el deseo y el propósito de Dios es que el varón sea una sola carne con la mujer, que tengan comunión mutua y que se brinden una ayuda mutua, este es el propósito de Dios.
Dice la Biblia que el “hombre dejará a padre y madre y se unirá a su mujer y serán una sola carne” (Génesis 2:24).
Esa  frase la podemos dividir en tres partes: 1) dejará a padre y madre, 2) se unirá a su mujer y 3) serán una sola carne.
Lo que Dios nos está diciendo es en primer lugar,  que cuando nos casamos debemos de dejar de depender de nuestros padres y depender totalmente de nuestro cónyuge. Debemos dejar a nuestros padres porque ellos podrían influir en nuestra vida matrimonial, y hasta podrían ocasionar un divorcio.
Si estamos viudos o divorciados, igual debemos de dejar a nuestros hijos cuando sean adultos, o más bien, que ellos nos dejen a nosotros,  al igual que hicimos nosotros, ellos deben dejar el nido y dejar de depender de nosotros, deben hacer casa aparte para que podamos rehacer nuestras vidas.
Lo segundo es que debemos unirnos, tanto el varón como la mujer somos responsables solidarios de mantener la unión matrimonial y no separarnos nunca.
El hombre siempre debe estar unido a su esposa y su esposa a él en todas las actividades en que participen, al menos que haya un impedimento de causa mayor. No significa que la mujer o el varón no puedan participar en actividades sin su pareja, pueden hacerlo, pero esa es la excepción, no es la regla. La regla es que participen juntos, para eso se casaron.  
La Biblia dice que cuando nos convertimos en hijos de Dios es para vivir para Cristo (2 Corintios 5:20). Como nos unimos a él, debemos dejar de vivir nuestras vidas para vivir para aquel que murió por nosotros.
Así es en la vida matrimonial, nuestra vida de solteros se acaba, ya no podemos seguir saliendo con los amigos como antes, al menos que nuestra esposa participe de esa salida.  Nuestra vida acaba para vivir una nueva vida, es lo que quisimos y tenemos que cumplirlo para que la unión permanezca.
Y lo tercero es que nunca dejemos de tener sexo, al menos mientras nuestros cuerpos lo permitan o que sea por causa de la oración:

1 Corintios 7:5 No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia.

Nunca debemos negarnos, al menos que sea para ocuparnos de la oración, y tiene que ser por mutuo consentimiento ¿Por qué? Porque Satanás se puede aprovechar de la incontinencia. Cuando una mujer no quiere tener sexo con el marido, lo está enviando a buscar fuera de casa lo que no tiene en la casa. El hombre no se siente deseado, por el contrario, se siente despreciado y busca donde sentirse deseado.

1 Corintios 7:2 pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido.

El matrimonio puede prevenir el pecado. Si el Vaticano permitiera el matrimonio, muchos pecados dejarían de cometerse. Por esto Pablo dijo que los hombres deben tener sus propias esposas y las mujeres sus propios maridos, con el fin de prevenir el pecado de la fornicación.
Pablo utilizó palabras muy claras para hablar de aquellos cuyo deseo sexual es muy intenso. Él dijo que los tales deben casarse a fin de evitar “estarse quemando (1 Corintios 7:9).
Pablo no dijo que era pecado tener sexo, dijo que era pecado fuera del matrimonio, así que la solución a ese pecado es el matrimonio.
Pablo indicó que tanto el varón como la mujer deberían casarse a fin de prevenir el pecado. Y cuando estaban casados, nunca debían de abstenerse al menos que fuese por mutuo acuerdo.  El sexo dentro del matrimonio evita que pequemos.

1 Corintios 7:3 El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido. 7:4 La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer.

El marido debe cumplir con los deseos de la mujer y la mujer debe de hacer lo mismo con los deseos del marido. La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido, ni tampoco el marido tiene potestad sobre su cuerpo sino la mujer.
Cuando una persona se casa, sus bienes dejan de ser suyos para ser de la sociedad conyugal. Lo que era de uno, ahora es de los dos. Pues bien, de acuerdo con las escrituras, el cuerpo es como un bien que debe de estar al servicio de la sociedad conyugal. Ya no es mi cuerpo, ahora es de mi esposa o de mi esposo.
La enseñanza de Pablo es bastante clara e inequívoca. A menos que sea con el propósito de dedicarse a ministrar al Señor, el esposo y la esposa no debían separarse sexualmente. Esto previene la fornicación fuera de casa.
La institución del matrimonio tiene un aspecto que corresponde al Nuevo Testamento, y otro aspecto que corresponde al Antiguo Testamento. El Antiguo Testamento nos indica que el matrimonio nos provee la ayuda adecuada. El Nuevo Testamento nos dice que el matrimonio previene el pecado.

1 Pedro 3:7 Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.

Existe un tercer aspecto que ya lo mencionamos ligeramente. Las esposas son: coherederas de la gracia de la vida”, Dios quiere que tengamos vida y vida en abundancia para disfrutarla con nuestros cónyuges y también para que le sirvamos en armonía.
Dios se deleitaba al ver que Aquila y Priscila le servían juntos, al ver que Pedro y su esposa, Judá y su esposa también le servían juntos.
Dios no se complace tanto en ver a un hombre sirviéndole solo o a una mujer sirviéndole sola, como a ver a los dos sirviéndole juntos porque solos solamente son una mitad que le falta un complemento necesario.
Por tanto, existen tres elementos básicos que componen un matrimonio cristiano. En primer lugar, está la ayuda mutua; en segundo lugar, la prevención  del  pecado;  y  en  tercer  lugar,  el hecho que dos personas unidas en la presencia de Dios juntas hereden la gracia como una sola carne.
Uno no debe ser un cristiano solitario, sino un cristiano junto con otra persona. Uno no debe heredar la gracia solo, sino que debe hacerlo junto  con otra persona.

Si eres casado, no te sueltes, si eres soltero, viudo o divorciado, cásate para que no te quemes, pídele a Dios la media naranja para que te complemente y seas un hombre completo y feliz por el resto de tus días. 

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