lunes, 4 de diciembre de 2017

MEJOR ALABA

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Muchas personas oran y oran sin ver resultados. Si alabaran, más que orar, les garantizo que verían los resultados. Si usted ha visto las películas de superman, recordará que su amigo Jimmy, usaba un aparato para que él viniera en su ayuda. Nosotros tenemos a un Dios todopoderoso, muy superior a superman, y tenemos un dispositivo para llamarlo y que  venga en nuestro auxilio. Ese aparato no es la oración, es la alabanza.
La mayoría de los hijos buscan a sus padres para pedirles algo, pero, difícilmente lo buscan para honrarlo. Y los padres se complacen más en los hijos que lo honran que en los hijos que viven haciéndoles peticiones.
Así sucede con nuestro Padre celestial, él sabe de qué cosas tenemos necesidad, y está presto a llenar las necesidades de aquellos que lo honran y que conmueven su corazón; y no tanto de aquellos que solamente lo buscan para ver que consiguen.

Salmo 119:164 Siete veces al día te alabo A causa de tus justos juicios.

El Rey David era tan pecador como usted y yo, pero su prioridad era alabar al Padre y el Padre dio testimonio de él diciendo que era conforme a su corazón (Hechos 13:22).
David sabía que tenía que acudir al Padre para hacerle algunas peticiones, pero tenía que acudir mayormente, para demostrarle su amor y agradecimiento a través de la alabanza. Tal es así, que designó a algunos levitas para que tocaran salterios y arpas a fin de exaltar, agradecer y alabar  a  Jehová  delante  del  arca  del pacto:

2 Crónicas 5:12 y los levitas cantores, todos los de Asaf, los de Hemán, y los de Jedutún, juntamente con sus hijos y sus hermanos, vestidos de lino fino, estaban con címbalos y salterios y arpas al oriente del altar; y con ellos ciento veinte sacerdotes que tocaban trompetas: 5:13 Cuando sonaban, pues, las trompetas, y cantaban todos a una, para alabar y dar gracias a Jehová: y a medida que alzaban la voz con trompetas y címbalos y otros instrumentos de música, y alababan a Jehová, diciendo: Porque él es bueno, porque su misericordia es para siempre: entonces la casa se llenó de una nube, la casa de Jehová. 5:14 Y no podían los sacerdotes estar allí para ministrar, por causa de la nube; porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Dios.

Cierre  sus  ojos  e  imagine  la  escena  anterior.  Las  personas  estaban  cantando alabanzas a Jehová y tocando instrumentos. De pronto una nube llenó el templo y esa nube era la gloria de Jehová. Si queremos que la gloria de Dios se haga presente y sucedan milagros, entonces alabemos al Señor. La alabanza produce más resultados que la oración.
Es importante notar que las personas decían en su alabanza: “porque Dios es bueno, porque su misericordia es para siempre”. Este canto reconoce que Dios sigue siendo bueno y misericordioso, por lo tanto, las circunstancias negativas de nuestras vidas no son su culpa.
Si algo malo sucede con nuestras vidas, no es culpa de Dios; lo malo puede ser ocasionado por decisiones equivocadas que nosotros mismos tomamos, puede ser la consecuencia de nuestros pecados, y lógicamente por el ataque del “enemigo”.
El diablo siempre va a atacar a los creyentes, máxime cuando laboran para el reino de Dios. Pero Dios jamás provoca cosas negativas en nuestra vida, porque su bondad y misericordia son para siempre.
Así que cuando las circunstancias nos sean adversas, lo que tenemos que hacer es alabar al Señor, recordar que él es bueno, que es misericordioso y él vendrá en nuestro auxilio.
Y hay algo que debemos tomar en cuenta. No es lo mismo alabar de manera individual que alabar de manera congregacional. Cuando alabamos individualmente, Dios envía sus ángeles, pero cuando lo hacemos en la congregación, Jesús viene a hacerse presente   personalmente. El ha dicho: “donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18:20).  

Efesios 5:18 No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, 5:19 hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; 5:20 dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.

La palabra de Dios nos enseña, que el camino para ser llenos del Espíritu Santo es a través de la alabanza. Ser lleno, significa que se rebalse. La Biblia no prohíbe tomar vino o algún licor, lo que prohíbe es embriagarse. Embriagarse es ser lleno hasta que rebalse. Los creyentes no debemos llenarnos de vino sino del Espíritu Santo. El Espíritu Santo debería llenar todo nuestro cuerpo hasta que nos embriaguemos de Dios. Lo que produce en nosotros esa llenura es la alabanza. Eso sí, para ello, debemos estar vacíos. Jesús hizo el milagro del vino cuando las tinajas estaban vacías. Debemos vaciarnos de aquellas cosas que ocupan el lugar de Dios en nuestras vidas para que el Espíritu Santo nos llene. Si el trabajo, el estudio, la familia o la diversión ocupan el primer lugar en nuestras vidas, nunca seremos llenos del Espíritu Santo.
Usted tiene que vaciarse del rencor para ser perdonado, de igual manera, si ama más al dinero o las cosas de este mundo, El Espíritu no puede  llenarte.
Lo cierto del caso, es que la llenura del Espíritu se da cuando alabamos y no cuando oramos. Y en la congregación hay una manifestación especial de la gloria de Dios. Es en la congregación que Dios reparte dones, es en la congregación que Dios nos llena de su gloria, de allí la importancia de congregarnos.
Esto no quiere decir que solamente debemos alabar en la congregación. Debemos alabar siempre y en todo lugar como lo hacía David. Pero los efectos son mayores cuando la alabanza es efectuada por el cuerpo de Cristo.

Hebreos 13:10 Tenemos un altar, del cual no tienen derecho de comer los que sirven al tabernáculo. 13:11 Porque los cuerpos de aquellos animales cuya sangre a causa del pecado es introducida en el santuario por el sumo sacerdote, son quemados fuera del campamento. 13:12 Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta.

La palabra de Dios nos enseña, que en el viejo Testamento, los sacerdotes hacían los sacrificios dentro del tabernáculo para el perdón de los pecados. Solamente ellos estaban autorizados para hacer los sacrificios, el pueblo aguardaba afuera y no tenía ninguna intervención. Pero Jesús, fue sacrificado afuera, para  santificar a todo el pueblo mediante su propia sangre. Y, Jesús fue sacrificado una sola vez para llevar la culpa del pecado de todos nosotros (Hebreos 9:28). Con  ello,  nos  dijo  que  ya  no  eran  necesarios  los  sacrificios  de los animales (Hebreos 10:9) porque su sangre los cubrió todos y para siempre.
Con ellos nos dijo que teníamos libertad para entrar al lugar santísimo (Hebreos 10:19) en la presencia del Padre, al igual que lo hacían los sacerdotes, sin necesidad de ellos como intermediarios.

Hebreos 13:13 Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su vituperio; 13:14 porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la por venir. 13:15 Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre.

En el nuevo Testamento, la orden divina no es hacer sacrificios de animales dentro del tabernáculo, sino salir afuera a hacer otro tipo de  sacrificios: sacrificios de alabanza.
Un sacrificio  implica  la muerte de algo. ¿A qué le damos muerte cuando alabamos? Le damos muerte a nuestro yo. En la alabanza, nuestros labios confiesan el nombre de Jehová y el nombre de Jesús, no nuestro nombre.
Al alabar, nos despojamos de toda gloria. Obtuvimos un título, obtuvimos un trabajo, hicimos un gran partido de fútbol; entonces, alabamos al Señor. Nuestros labios confiesan su nombre. Es un testimonio público de fe, No nos importa quién nos vea o quién nos escuche. Lo que nos importa es aquel a quien dirigimos nuestra alabanza.
Los salmos son libros de alabanza; en ellos podemos detectar 1) alabanzas de agradecimiento y 2) alabanzas con sentimientos de dolor y de arrepentimiento.
No es lo mismo alabar a Dios cuando estamos siendo bendecidos que alabarlo en las tribulaciones, esa segunda alabanza es sumamente agradable al Señor porque va impregnada de fe, y la fe es lo único que agrada al Señor (Hebreos 11:6).

Salmos 106:12 Entonces creyeron a sus palabras Y cantaron Su alabanza.

Los judíos alabaron a Dios después de que Dios los liberó de los egipcios, ellos creyeron en lo que vieron, entonces cantaron su alabanza. Cuando estuvieron a salvo, al otro lado del mar, alabaron al Señor. Eso está muy bien, esas eran alabanzas por favores concedidos.
Pero, una cosa es creer y otra es tener fe. Los judíos creyeron  y alabaron porque  vieron los  milagros que  Dios  efectuó; ellos  vieron las plagas sobre Egipto; ellos fueron liberados de la esclavitud y sus amos tuvieron que darles sus joyas. No solamente fueron liberados sino que salieron enriquecidos; ellos vieron abrirse el mar para que pasaran, y luego lo vieron cerrarse cuando los egipcios intentaron pasar. ¿Cómo no iban a creer? ¿Y cómo no iban a alabar?
Sin embargo, cuando las circunstancias fueron adversas no alabaron, sino que se lamentaron y se quejaron de su Dios. Se quejaron cuando les faltó agua, se quejaron cuando les faltó comida, se quejaron cuando supieron que en la tierra prometida vivían gigantes. Ellos creyeron en lo que vieron, pero no tenían fe; y por esa falta de fe acabaron sepultados en el desierto.

Hebreos 11:1 Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.

La fe no señala hacia el pasado sino hacia el futuro. La definición de fe, en nuestras propias palabras sería: creer en algo que va a suceder aunque no tengamos ninguna prueba visible de que eso sucederá.
Los judíos no tuvieron fe de que Dios vencería los gigantes que habitaban la tierra prometida.  Los  judíos  decían: “ellos  son  gigantes  y  nosotros  enanos,  no podemos vencerlos”. Solamente se     veían ellos,  no  veían  a  su Dios sentado en el trono.

Hebreos 12:2 puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del  trono de Dios.

Debemos alabar a Dios por los favores concedidos. Pero ante todo, de vemos debemos alabar cuando las circunstancias nos son negativas. Dios se agrada de  estas  alabanzas,  porque  alabamos  con fe, creyendo que  las  cosas  van a cambiar aunque no tengamos ninguna prueba visible de ello.
En esos momentos no vemos hacia nosotros mismos, sino que ponemos los ojos en Jesús, lo vemos sentado en su trono y alabamos y él está , esperando esa manifestación de fe para utilizar las circunstancias negativas a nuestro favor (Romanos 8:28).
Solamente los que tienen fe, alaban en esas circunstancias. La verdadera alabanza, es aquella en que renunciamos a nuestra realidad, y alabamos al Señor, como si la realidad fuera otra. Es en ese momento, que la alabanza se convierte en un sacrificio.

Mateo 6:31 No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o  qué beberemos, o qué vestiremos? 6:32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. 6:33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.

Hay personas que se levantan y lo primero que hacen es hacerle peticiones a Dios. Pero  Dios  sabe  de  qué  cosas  tienen  necesidad.  Lo  que  él  espera,  es  que renuncien al yo y que en lugar de hacerle peticiones, le alaben; entonces verán los milagros.
No me malinterpreten, no he dicho que no debemos orar, claro que debemos orar. Lo que he dicho, es que la alabanza produce más resultados que la oración, porque en la alabanza renunciamos al yo, mientras que nuestras oraciones tienden a ser muy egocéntricas.
Usted no tiene que hacerle peticiones a Dios, lo que tiene que hacer es alabarlo, entonces él mandará sus ángeles y tapará las bocas de los que los calumnian. Mandará sus ángeles para que hablen con su jefe y éste mejore su salario. Mandará sus ángeles para que provean lo que usted necesita para pagar su deuda. Está en problemas, alabe y verá llover las bendiciones.

2 Corintios 10:3 Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; 10:4 porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas.

Si una persona le quiere hacer un mal, no vaya a pelear contra esa persona. Si usted pelea, lo hace en la carne y Dios queda fuera. Pero si usted no pelea, sino que alaba,  Dios  peleará por usted. Dios mandará sus ángeles para que obtengan la victoria que usted necesita. La alabanza es un arma de guerra poderosísima.

2 Crónicas 20:20 Y cuando se levantaron por la mañana, salieron por el desierto de Tecoa. Y mientras ellos salían, Josafat estando en pie, dijo: Oidme, Judá y moradores de Jerusalén . Creed en Jehová vuestro Dios, y estaréis seguros; creed a sus profetas, y seréis prosperados. 20:21 Y habido consejo con el pueblo, puso a algunos que cantasen y alabasen a Jehová, vestidos de ornamentos sagrados, mientras salía la gente armada, y que dijesen: Glorificad a Jehová, porque su misericordia es para siempre. 20:22 Y cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza, Jehová puso contra los hijos de Amón, de Moab, y del monte de Seir, las emboscadas de ellos mismos que venían contra Judá, y se mataron los unos a los otros 20:23 Porque los hijos de Amón y Moab se levantaron contra los del monte de Seir, para matarlos y destruirlos; y cuando hubieron acabado con los del monte de Seir, cada cual ayudó a la destrucción de su compañero. 20:24 Y luego que vino Judá a la torre del desierto, miraron hacia la multitud; y he aquí yacían ellos en tierra muertos, pues ninguno había escapado.

Esta es la descripción de una batalla; los judíos  estaban  en desventaja,  su derrota era inminente. Pero, Josafat designó cantores para que entonaran alabanzas a Jehová. Les pidió que alabasen diciendo: “Dad  gracias  a Jehová, porque su misericordia es para siempre”. Y  cuando  comenzaron  a  entonar   las  alabanzas,  en  ese preciso  momento, Jehová puso emboscadas contra los hijos de Amón, de Moab y de los del monte de Seir. Él respondió derribándolos a todos.
Debemos aprender a vencer a Satanás por medio de nuestras alabanzas. Muchas batallas se pierden debido a que nuestras alabanzas están ausentes.

Salmo 18:3 Invocaré a Jehová, quien es digno de ser alabado, Y seré salvo de mis enemigos.

Si usted se enfrenta a situaciones y problemas que lo desmoronan, entonces recuerde una cosa: “¿Por qué no alabar?” Si ofrece una alabanza, Dios abrirá todas las puertas y romperá todas las cadenas. Invoque a Jehová a través de la alabanza y será salvo de sus enemigos. Si Dios lo prometió, Dios lo cumplirá.
Aprenda esto: cuando te quejas, la batalla es tuya y Dios te dejará en manos del enemigo. Pero si alabas, la batalla es de Jehová y la victoria es inminente.
Se enseña que debemos orar y orar hasta que Dios nos quite la carga. Y que una vez quitada la carga, entonces alabemos. Esta es una enseñanza equivocada. Si uno ora y ora por lo mismo, es porque reconoce que el problema no ha desaparecido. El que esto hace sigue atado al problema.
Pero  si  oramos  una  sola  vez  y  después  de  orar  solamente  alabamos,  las cadenas  se  romperán,  porque  ya  no  pregonamos  el  problema  sino  que por fe anunciamos la victoria de Dios sobre ese problema.
En el libro de los Hechos leemos que Pablo le ordenó a un espíritu de adivinación que saliera de una mujer. Esto molestó a los que la explotaban, quienes prendieron a Pablo y a Silas y los entregaron a las autoridades. Los encarcelaron, los enviaron al calabozo de más adentro y les pusieron grilletes en los pies. Veamos lo que sucedió:

Hechos 16:23 Después de haberles azotado mucho, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardase con seguridad. 16:24 El cual, recibido este mandato, los metió en el calabozo de más adentro, y les aseguró los pies en el cepo. 16:25 Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían. 16:26 Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron.

Pablo y Silas no se quejaron, sino que a medianoche alabaron a Dios desde su celda. Aunque las circunstancias les eran adversas, aunque sus cuerpos sentían dolor, ellos veían a Dios en su trono y eso aseguraba su victoria, razón suficiente para alabar.
Eso hizo, que Dios produjera un terremoto y envió a sus ángeles a que les quitaran los grilletes y abrieran todas las puertas de la cárcel, para que ellos salieran.
Como puedes ver, la alabanza abre puertas y rompe cualquier cadena. El propósito de Dios no era que ellos estuvieran en la cárcel. Dios no provocó nada. Pero, Dios aprovechó la estadía de Pablo y de Silas en la cárcel, para obtener tremenda victoria sobre Satanás.
Satanás no quería que ellos predicaran y por eso usó a los amos de la adivina para encarcelarlos. Sin embargo, ese día, el carcelero y toda su casa creyeron, se bautizaron y fueron salvos en medio de gran júbilo (Hechos 16:32-34). Ese día la alabanza produjo una gran victoria sobre el infierno. Siempre recuerde, que el  Señor  ha  puesto  en  nuestras  manos el recurso de la alabanza para darnos la victoria.

Mateo 6:9 Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. 6:10 Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. 6:11 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. 6:12 Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. 6:13  Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.

La oración que conocemos como el “Padre Nuestro” es un modelo. No es que debemos repetir esa oración una y otra vez, como hacen algunas religiones. Lo que Jesús nos enseñó con el “Padre Nuestro”, es que toda oración debe seguir ese modelo. Entonces nos enseñó, entre otras cosas, que las oraciones se inician con alabanza. Antes de cualquier petición, primero tenemos que alabar, esas alabanzas tienen que salir de nuestro corazón. No se trata de decir frases aprendidas. Muchas oraciones no son contestadas porque no contienen alabanza y otras porque esa alabanza no sale del corazón.
Hay  muchas  cosas  por  las  cuales  alabar  a  Dios.  Lo  podemos  alabar  por  su misericordia, por habernos escogido, por haber enviado a su hijo a morir por nosotros y por todo lo que nos ha dado. Lo podemos alabar por sus maravillas, por sus prodigios, por su poder, para dar  gloriar  a  su  nombre  y  por supuesto,  para  alegrar  nuestros corazones en esos momentos de angustia.                
Esta alabanza inicial, señala hacia el pasado. Además, la primera petición tiene que ver con el Reino de Dios.  Dios espera que primero pidamos  por  sus  propósitos  y luego y luego por los nuestros. Jesús enseñó, que también, toda oración debe finalizar         con alabanza.
El Padre nuestro se inicia santificado el nombre de Dios. Y la oración se termina con una alabanza de fe, que señala hacia el futuro.
Luego de hacerle las peticiones a Dios,  le  pedimos  que  no  nos deje caer en manos del maligno, recordándole con una alabanza que suyo es el poder, el reino y la gloria. Y si él está con nosotros quién contra nosotros (Romanos 8:31). Esa es una verdadera oración de fe.
Cuando usted alaba, Satanás huye porque viene el que tiene el poder y la gloria. Cuando alabamos, el diablo ya no puede seguir haciéndonos daño, ya no puede seguir robándonos, ya no puede seguir enfermándonos, porque tiene que huir.

Salmos 50:23 El que sacrifica alabanza me honrará; Y al que ordenare su camino, Le mostraré la salvación de Dios.

El Señor está esperando que le honremos a través de la alabanza, para venir en nuestro auxilio. Ninguna otra acción glorifica tanto a nuestro Dios como la alabanza. La  profecía  pasará,  la  oración  pasará,  pero  la  alabanza  perdurará  por  la eternidad.
La Biblia nos muestra algunos pasajes celestiales y en ellos, siempre encontramos adoradores alrededor del trono. Cuando lleguemos a los cielos, no vamos a orar, no vamos a profetizar, no vamos a echar fuera demonios, al cielo vamos a ir a alabar a nuestro Dios y a nuestro Señor Jesucristo.

1 Corintios 13:12 Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido.

Ahora, podemos vislumbrar algunas cosas, pero aún no podemos comprenderlo todo. Si algo nos pasa, nos quejamos, no alabamos, por falta de conocimiento. En el cielo será distinto, allí las alabanzas abundarán, porque tendremos pleno conocimiento de todas las cosas.

Juan 4:23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.

Jesús dijo que debíamos adorar en espíritu y en verdad. ¿Qué es lo que eso significa? Adorar en verdad, significa que toda alabanza debe fundamentarse en la verdad absoluta de la palabra de Dios. Hay muchas alabanzas que no se fundamentan en la palabra de Dios. Son muchas, las que contienen errores en cuanto a la doctrina de Cristo.
Cuando alabamos, testimoniamos.         Si cantamos alabanzas que no se ajustan a la verdad, testimoniamos una mentira. Eso no va a honrar   ni   agradar   a Dios, lo que hará es ocasionar su ira.
Por   ejemplo, hay alabanzas que dicen que tenemos dos naturalezas, una mala    y  una  buena  y que ambas se pelean entre sí. Esa alabanza no dice la verdad. Veamos lo que dice la palabra de Dios:

2 Pedro 1:4 por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina.

El creyente salvo tiene la naturaleza divina. Su naturaleza pecaminosa fue cambiada por la naturaleza divina:

Colosenses 2:11 En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo; 2:12 sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos

En el bautismo somos despojados de nuestro cuerpo pecaminoso carnal. Otras versiones de la Biblia dicen que somos despojados de nuestra naturaleza pecaminosa; esa es la traducción correcta.
Nadie tiene dos naturalezas, unos tienen una naturaleza pecaminosa y otros una naturaleza divina. Cualquier alabanza que diga que tenemos dos naturalezas, está diciendo una mentira y no debemos utilizarla. Como esa, hay muchas alabanzas   que afirman cosas que no están en la palabra de Dios. Otras dicen medias verdades, pero no verdades absolutas.
Cuando una persona predica, debe hacerlo basado única y exclusivamente en la palabra de Dios. Lo mismo debe ser cuando alabamos. Debemos recordar que al alabar testimoniamos y no podemos testimoniar una mentira. Siempre que alabemos, debemos hacerlo, basados en la  verdad bíblica. Eso es ADORAR EN VERDAD.
Ahora, cuando alabamos a Dios, nuestro espíritu se debe remontar por encima de las circunstancias. Eso es lo significa ADORAR EN ESPÍRITU. No alabamos por lo que ven nuestros ojos, sino por lo que ve nuestro espíritu. En otras palabras, la alabanza tiene que hacernos percibir alguna realidad espiritual.
Si la alabanza es de agradecimiento, es porque podemos ver la realidad espiritual de nuestra salvación y podemos percibir que toda bendición que hemos recibido, vino de Dios.
Si estamos en medio de la tormenta y alabamos, es porque podemos ver a Jesús en su trono, y por ello proclamamos nuestra victoria, a través de la alabanza.
Al ver esas realidades espirituales, es posible que lo más profundo de nuestro ser se vea afectado. Nuestra alma es tocada y es posible que lloremos o que gritemos de júbilo. Cuando eso sucede, nos damos cuenta de que estamos adorando en espíritu y en verdad.

No dejes de alabar, porque la alabanza te dará la victoria, Dios enviará sus ángeles y quitará tus cadenas, tómalo muy en cuenta. Espero que este estudio te sea de gran bendición.



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