miércoles, 10 de agosto de 2016

TE BENDIGO O DIOS TE BENDIGA?

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¿Podemos bendecir o solo Dios puede hacerlo? Algunos estudiosos de la Biblia enseñan que solamente Dios puede bendecir, que ninguna persona tiene el poder de hacerlo. Otros sostienen que cualquier persona está en condiciones de bendecir y de maldecir ¿Usted qué piensa?

De acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española, el verbo “bendecir” significa “desear o traer el bien” a una persona.
La palabra “bendición” usada en la Biblia se deriva del arameo “tuba” que significa bien, beatitud, bienaventuranza.   ¿Será que podemos bendecir a alguien o eso es un derecho exclusivo de Dios?

1 Pedro 3:8 Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; 3:9 no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición.

El apóstol Pedro dice que “podemos maldecir” o que “podemos bendecir”. De acuerdo con las palabras de Pedro, no solamente podemos bendecir, sino que  debemos bendecir. Lo que nunca debemos hacer es maldecir porque fuimos llamados para heredar bendición, lo que eso significa es que fuimos bendecidos para que pasemos o heredemos esa bendición a otros.

Lucas 6:28 bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian.

Lo que hizo el apóstol Pedro fue ratificar las palabras de Jesús. Él  dijo que bendijéramos a los que nos maldicen. El bendecir es un mandato divino que trae resultados, de no ser así, Jesús no hubiera dicho que bendijéramos.
Debemos bendecir porque la bendición trae resultados positivos de parte de Dios, la bendición es en sí una oración indirecta mediante la cual le pedimos a Dios que actúe sobre esa persona para bien. Nosotros no podemos hacer que obre el bien sobre esa persona, pero Dios sí puede hacerlo, él se complace en hacerlo desde el momento mismo en que pronunciamos palabras de bendición.
Cuando Israel dejó el desierto para ir a conquistar la tierra prometida, hubo un momento en que se dirigía a los campos de Moab, éste tuvo gran temor porque sabía que el poder de Israel no era natural sino que era un poder espiritual:

“Por tanto, Moab envió mensajeros a Balaam hijo de Beor, en Petor, que está junto al río en la tierra de los hijos de su pueblo, para que lo llamasen, diciendo: Un pueblo ha salido de Egipto, y he aquí cubre la faz de la tierra, y habita delante de mí.  Ven pues, ahora, te ruego, maldíceme este pueblo, porque es más fuerte que yo; quizá yo pueda herirlo y echarlo de la tierra; pues yo sé que el que tú bendigas será bendito, y el que tú maldigas será maldito. Fueron los ancianos de Moab y los ancianos de Madián con las dádivas de adivinación en su mano, y llegaron a Balaam y le dijeron las palabras de Balac. El les dijo: Reposad aquí esta noche, y yo os daré respuesta según Jehová me hablare. Así los príncipes de Moab se quedaron con Balaam. Y vino Dios a Balaam, y le dijo: ¿Qué varones son estos que están contigo? Y Balaam respondió a Dios: Balac hijo de Zipor, rey de Moab, ha enviado a decirme: He aquí, este pueblo que ha salido de Egipto cubre la faz de la tierra; ven pues, ahora, y maldícemelo; quizá podré pelear contra él y echarlo. Entonces dijo Dios a Balaam: No vayas con ellos, ni maldigas al pueblo, porque bendito es. (Números 22:5-12)

Este era el mismo Balaam, viejo enemigo de Israel, que en otro tiempo, siendo consejero del Faraón, lo aconsejó a tirar al río a todos los hijos varones recién nacidos de los Hebreos, para acabar con el libertador de Israel que era Moisés.
Lo que podemos rescatar de esta historia es que podemos bendecir o podemos maldecir, es un poder del ser humano que trae resultados positivos o resultados negativos. Si no produjera resultados, Dios no le hubiera prohibido a Baalam maldecir a Israel. Sí eran simples palabras ¿Por qué Dios le impediría pronunciarlas?

Proverbios 18:21 La muerte y la vida están en poder de la lengua, Y el que la ama comerá de sus frutos.

La vida y la muerte están en poder de la lengua, la cual la podemos usar para bendecir o para maldecir. Cuando maldecimos, estamos autorizando al diablo para que haga su obra de destrucción, pero cuando bendecimos estamos autorizando al Señor para que haga su buena voluntad.  
Podríamos decir que toda maldición es una invocación al demonio, mientras que toda bendición es una invocación al Señor todopoderoso.

Santiago 1:17 Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.

Este pasaje nos revela que toda bendición viene de Dios, en el cual no hay sombra de variación, es decir Dios es el mismo ayer, hoy y por los siglos, y su voluntad ha sido, es, y será bendecirnos.
Jacob y Esaú se disputaron entre sí, la bendición de su padre Isaac porque sabían que la bendición dada por su padre Dios traía los resultados esperados. Y, en efecto, fue Jacob quien recibió las bendiciones correspondientes al primogénito. Podemos bendecir o ser una bendición para otros pero, en realidad, insisto,  es Dios la fuente de toda bendición:

Efesios 1:3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo,

Ahora, si bien es cierto que alguien pude maldecirnos, esa maldición no es permitida por Dios, como lo vimos en el caso de Balaam, porque los que estamos en Cristo Jesús hemos sido bendecidos con toda bendición espiritual, y si hemos sido bendecidos no podemos ser maldecidos por nadie. Los que no están en Cristo sí pueden ser maldecidos porque no cuentan con la protección divina.

Gálatas 3:13 Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), 3:14 para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.

Además, Cristo redimió de la maldición de la ley a los que estamos en Él, para que la bendición de Abraham cayese sobre nosotros y recibiésemos la promesa del Espíritu Santo.
Dios siempre está atento a las bendiciones que declaramos, razón por la cual, debemos siempre bendecir a nuestros seres queridos para que el mismo Dios derrame esas bendiciones.

Génesis 12:2 Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. 12:3 Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.

Ponga mucha atención a este pasaje. Dios le dijo a Abraham que traería bendición sobre los que lo bendijeran y maldición sobre los que lo maldijeran.
Vemos a través de la historia, que las naciones que han maldecido a Israel han sido maldecidas o destruidas: lo fue el imperio persa, el imperio babilónico, el imperio egipcio, el imperio romano, los alemanes nazis. En cambio, por milenios, la nación judía que es el pueblo escogido de Dios permanece vigente.
Esa bendición de Abraham se extendió primero al pueblo de Israel y ahora  se ha extendido al pueblo de Dios, que es la iglesia, compuesta por todos los que están en Cristo, note usted que la bendición es una herencia de Dios.  Hemos sido llamados a bendecir (1 Pedro 3:9), Dios bendecirá a quienes nosotros bendigamos.
Lamentablemente, al parecer es parte de la naturaleza humana maldecir o desear el mal a aquellos que tienen éxito o alcanzaron un logro en la vida, ya sea por celos, envidia o insania mental. Pero, las Escrituras son precisas al decirnos que Dios nos maldecirá si maldecimos a los demás así que no nos expongamos tontamente a la ira de Dios; por el contrario, si vemos a una persona bendecida por Dios, sigámosla bendiciendo, de ese modo, su bendición también nos alcanzará. Ojo, esta es una promesa de Dios y sus promesas aún hoy, siguen vigentes.
De acuerdo con la tradición, los primogénitos recibían la mayor bendición entre los hermanos. Jacob le había comprado la primogenitura a su hermano Esaú por una comida, sin embargo Esaú no le diría eso a su padre, por lo cual Jacob se hizo pasar por Esaú:

Génesis 27:27 Y Jacob se acercó, y le besó; y olió Isaac el olor de sus vestidos, y le bendijo, diciendo: Mira, el olor de mi hijo, Como el olor del campo que Jehová ha bendecido; 27:28 Dios, pues, te dé del rocío del cielo, Y de las grosuras de la tierra, Y abundancia de trigo y de mosto. 27:29 Sírvanle pueblos, Y naciones se inclinen a ti; Sé señor de tus hermanos, Y se inclinen ante ti los hijos de tu madre. Malditos los que te maldijeren, Y benditos los que te bendijeren. 

Las bendiciones de Isaac sobre Jacob se cumplieron en su totalidad. Todos los pueblos que habitaban la tierra prometida cayeron hincados a sus pies porque Dios hizo que esas bendiciones se llevaran a cabo.
Ahora, cuando Esaú se presentó ante su padre para recibir la bendición, se enteró que Jacob había tomado su lugar y le preguntó si no había guardado bendición para él:

Génesis 27:37 Isaac respondió y dijo a Esaú: He aquí yo le he puesto por señor tuyo, y le he dado por siervos a todos sus hermanos; de trigo y de vino le he provisto; ¿qué, pues, te haré a ti ahora, hijo mío? 27:38 Y Esaú respondió a su padre: ¿No tienes más que una sola bendición, padre mío? Bendíceme también a mí, padre mío. Y alzó Esaú su voz, y lloró.  27:39 Entonces Isaac su padre habló y le dijo: He aquí, será tu habitación en grosuras de la tierra, Y del rocío de los cielos de arriba; 27:40 Y por tu espada vivirás, y a tu hermano servirás; Y sucederá cuando te fortalezcas, Que descargarás su yugo de tu cerviz.

Esaú no pudo ser bendecido porque la misma bendición no podía ser para los dos.  Todo sucedió como lo dijo Isaac, fue en Jacob y no en Esaú que Dios levantó un pueblo que se mantiene hasta el día de hoy y mediante el cual hemos sido bendecidos las naciones gentiles.

ES UN ASUNTO DE FE

Hebreos 11:21 Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón

Las bendiciones son un asunto de fe. Bendecimos creyendo que esas bendiciones vendrán, bendecimos confiando en que Dios es un dios de bendición. Si no hay fe en nuestras bendiciones, es posible que las mismas no se cumplan.
Algunas personas cuando oran dicen: “sí es tu voluntad”. Si pedimos de esa manera, es porque no tenemos seguridad de cuál es la voluntad de Dios.
Debemos tener claro que la voluntad de Dios es que todos seamos salvos, que todos seamos sanados, que todos seamos bendecidos.
Si la voluntad de Dios no se cumple en nosotros, es porque no tenemos suficiente fe, o porque no hemos aprendido a tomar esas bendiciones.
Por ejemplo, la palabra de  Dios dice que pongamos las manos sobre los enfermos para que sanen (Marcos 16:17), esa es la voluntad de Dios, pero las personas no sanan porque en lugar de poner las manos con fe sobre las personas oramos para que Dios las sane. Dios no las sana porque ya nos ha dicho lo que tenemos que hacer.
Veamos el ejemplo de la salvación. Que Dios haya bendecido a todas las naciones en la simiente de Abraham, es que en Cristo, todos absolutamente todos obtendríamos el perdón de pecados y la vida eterna. Sin embargo millones de personas mueren sin tomar esa bendición porque hacen caso omiso de los requerimientos de Dios que consisten en creer y bautizarse.
Dios quiere que todos seamos arrebatados y que nadie se quede para la gran tribulación, pero millones de creyentes se quedarán porque no cumplen con las exigencias de Dios de vivir para Cristo.

MANERAS DE BENDICION

La Biblia nos enseña que nosotros no sólo hemos sido bendecidos para que podamos sentirnos bien, no sólo para poder estar felices y cómodos, sino también para que podamos bendecir a otros. Dios le dijo a Abraham en Génesis 12:2, “Yo te bendeciré y serás una bendición”.
¿Cómo podemos bendecir a otros? Con ayuda material, ya sea con dinero o con otros bienes para cubrir las necesidades de otra persona. Si Dios nos ha proveído materialmente, de la misma manera nosotros debemos proveer a los que más necesitan. Cuando  damos al necesitado, recibiremos el pago multiplicado por Dios, porque al bendecir también  somos re-bendecidos.

2 Corintios 9:7 Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. 9:8 Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra; 9:9 como está escrito: Repartió, dio a los pobres; Su justicia permanece para siempre. 9:10 Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia, 9:11 para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios. 9:12 Porque la ministración de este servicio no solamente suple lo que a los santos falta, sino que también abunda en muchas acciones de gracias a Dios; 9:13 pues por la experiencia de esta ministración glorifican a Dios por la obediencia que profesáis al evangelio de Cristo, y por la liberalidad de vuestra contribución para ellos y para todos;

Dios ama al dador alegre, Dios ama al  que bendice a otros, bendiciéndole, para que abunde en todo y siga bendiciendo a otros. Esto no se refiere solamente a ofrendar en la iglesia como algunos lo enseñan, tiene un sentido más amplio, es dar ayuda a los hermanos más necesitados, pues al bendecir con su ayuda material, glorifican a Dios por la obediencia al evangelio y son bendecidos ¿No has escuchado la frase: “no me quites la bendición”?

Lucas 18:29 Y él les dijo: De cierto os digo, que no hay nadie que haya dejado casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el reino de Dios, 18:30 que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna.

La voluntad de Dios es que todos los hombres sean salvos llegando al conocimiento de la verdad (1 Timoteo 2:4) Esta no es una bendición material, es una bendición espiritual ¿Qué mayor bendición que recibir la vida eterna?  Y esa es también una verdadera bendición para el que bendice con su conocimiento, porque Dios  lo bendecirá haciendo que nada le falte. Cuando buscas el reino de Dios, él se encarga de tus necesidades materiales (Mateo 6:33), pero además te asegura la vida eterna.
También podemos bendecir de palabra, confiados en que Dios hará que se cumplan esas bendiciones, las cuales pueden ser materiales o espirituales. Esta es una especie de palabra profética que Dios cumplirá, esa palabra ha dicho que debemos bendecir.

ES ALGO DEL CORAZÓN

Mateo 12:34 ¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. 12:35 El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. 12:36 Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. 12:37 Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.

De la abundancia del corazón habla la boca, de ella pueden salir bendiciones o maldiciones. Muchas veces bendecimos a alguien de palabra porque esa palabra la puso Dios en nuestro corazón. No se trata de bendecir por bendecir, es un asunto del corazón, es una palabra que Dios ha sembrado en nuestro corazón y de nuestro corazón va a la boca.

Salmo 16:7  Bendeciré a Jehová que me aconseja; Aun en las noches me enseña mi conciencia.

¿Cómo podemos bendecir a Dios si Dios no necesita nada de nosotros? Algunos pensarán que tal vez hay una mala traducción de este salmo, pero no es así.  La noción de que el hombre puede y debe bendecir a Dios no es una mala traducción de un solo salmo, son muchos versículos bíblicos los que dicen que debemos bendecir a Dios.
La palabra bendecir tiene dos connotaciones principales, una es desear o traer el bien a una persona como ya lo indicamos al inicio de este estudio, pero también significa "bien decir", del griego "eulogeo", de donde viene nuestra palabra "elogio": "eu", bien, y "logeo" hablar.

Salmo 34:1 Bendeciré a Jehová en todo tiempo; Su alabanza estará de continuo en mi boca.

El salmista dice que bendecirá al Señor "en todo tiempo" ¿Cómo lo bendecirá? A través de la alabanza.

Salmo 103:1 Bendice, alma mía, a Jehová, Y bendiga todo mi ser su santo nombre. 103:2 Bendice, alma mía, a Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios. 03:3 El es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias; 103:4 El que rescata del hoyo tu vida, El que te corona de favores y misericordias; 103:5 El que sacia de bien tu boca De modo que te rejuvenezcas como el águila. 103:6 Jehová es el que hace justicia Y derecho a todos los que padecen violencia. 103:7 Sus caminos notificó a Moisés, Y a los hijos de Israel sus obras. 103:8 Misericordioso y clemente es Jehová; Lento para la ira, y grande en misericordia.

Debemos bendecir a Dios con alabanza y acción de gracias. A través de la alabanza recordamos todos sus beneficios, recordamos que él perdona todas nuestras iniquidades, que él sana todas nuestras dolencias, que el rescató nuestras vidas del hoyo, que él nos corona de favores y de misericordias y que él hace justicia ¿Cómo no vamos a bendecirlo con nuestras alabanzas?
Debemos alabar al Señor no sólo cuando todo va bien, sino, con mayor razón, cuando todo va mal. Cuando se ríe y cuando se llora, en tiempo de guerra y en tiempo de paz; cuando se está sano y cuando se está enfermo; cuando se tiene dinero y cuando no se tiene; cuando se está bien comido y cuando se padece hambre; cuando se es feliz y cuando se es desgraciado.
Alabar a  Dios es bendecirlo, es bien decir, o sea decir cosas buenas de Dios. Alabar a Dios cuando la vida nos sonríe es fácil, pero alabarlo y agradecerle cuando pasamos por días oscuros puede parecer locura a algunos y algunos, en efecto, maldicen al Señor en esas circunstancias. La alabanza produce más resultados que la oración, porque la oración tiende a ser muy egoísta, mientras que la alabanza glorifica a Dios.

¿TE BENDIGO o DIOS TE BENDIGA?

Terminamos con la pregunta: “Te bendigo” o “Dios te bendiga”. Hemos visto que la bendición es un mandato divino. Debemos bendecir porque es la voluntad de Dios que lo hagamos, además, al bendecir también somos  bendecidos. Podemos hacerlo directamente diciendo “yo te bendigo” o podemos decir “Dios te bendiga”, o “te bendigo en el nombre de Jesús”, como preferirían algunos.
La bendición en sí siempre es una oración indirecta que hacemos con fe al Señor para que se haga su voluntad de bendecir. Recuerda que toda fuente de bendición viene de lo alto, no viene de ti, y que  su voluntad ha sido, es y será el bendecirnos.
Bendice directamente, pide que Dios bendiga, o bendice en el nombre de Jesús, no importa la forma, lo que importa es el deseo de bendición que Dios ha puesto en tu corazón, el cual se transforma en poder que trae gracia sobre los bendecidos.


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