martes, 21 de noviembre de 2017

AMEMOS LA NAVIDAD

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La Navidad, como decía mi padre, es acerca de Cristo Jesús, nombre que es sobre todo nombre. No se trata de San Nicolás,  de las compras o la cena, se trata de recordar la obra de Jesús.
No importa si esa fue la fecha exacta de su nacimiento, no importa si hay un gran comercio detrás de todo esto, enfócate en entender que el nacimiento de Jesús es el comienzo de la redención de la humanidad y de su reconciliación con el Padre Celestial.
En lo personal, me encanta la Navidad, me encantan las canciones navideñas, las luces que adornan las casas, y la unión familiar que se da por esa causa. No me quejo de las tiendas llenas de gente, de las presas en las calles, de que no quepa un alma en el restaurante. Qué importa, es navidad y a mí me encanta la navidad.
Y me encanta, en especial, porque quizás alguien, en algún lugar preguntará  ¿Quién era ese bebé en el pesebre? ¿Qué tiene que ver su nacimiento conmigo? La pregunta puede venir de un niño que está mirando los escaparates, o de un solado asignado lejos de su hogar. O tal vez una madre primeriza, viendo a su niño recién nacido.
Recuerdo la primera vez que hice esa pregunta, mirando el portal que mi padre había diseñado. ÉL me contestó: celebramos el nacimiento del niño Dios.
En mi casa nunca se celebraban fiestas, pero ese día, el día del nacimiento del niño Dios y el último día del año no podíamos faltar a la cita con nuestros padres para abrazarnos y felicitarnos. Estuviera donde estuviera yo corría apresurado a aquella cita maravillosa donde sentía el calor de la familia.

Juan 1:9 Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. 1:10 En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. 1:11 A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. 1:12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;

Eso fue lo que vino a hacer Jesús, a extender su familia, a abrirnos las puertas de su corazón y permitir convertirnos en sus hermanos, e hijos de su Padre Celestial; eso es lo que celebramos en navidad.

Juan 3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Dios nos ama tanto que envió a su hijo unigénito a que nos diera vida eterna. En un pesebre en Belén nació el salvador de la humanidad ¿Cómo no celebrarlo?
El niño en la cuna se convirtió en el Rey en la cruz. Y debido a que él lo hizo, no hay pecado que me condene, la gracia que él trajo al mundo me ha limpiado de todo pecado. Dios no se acordará nunca más de mis pecados  (Hebreos 10:17) porque aquel niño se hizo grande y pagó en la cruz por todos mis pecados.

El cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;  y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.  Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,  para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra;  y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:6-11)

El hijo de Dios no estimo ser igual a Dios como algo a lo que debía aferrarse, sino que se despojó de su deidad y se hizo hombre y estando en esa condición se humilló a sí mismo, y se hizo obediente hasta la muerte.
Por eso, Dios lo exaltó hasta lo sumo y le dio un nombre sobre todo nombre para que ante su presencia se doble toda rodilla y confiese que Jesucristo es el Señor.
Él estableció que hiciéramos esa confesión semana a semana cuando celebramos la cena del Señor. Pero no todas las congregaciones lo hacen y no todos celebran la obra de Cristo. Así, que la navidad es una buena ocasión para hacerlo, es un buen motivo para decir “viva Jesús, viva el Señor que es nombre sobre todo nombre”.
No dejes de celebrar, la navidad,  no hagas caso a los legalismos, celebra por todo lo ancho que Jesús es el Señor. Los regalos navideños son agradables, pero el regalo de Cristo no tiene comparación. Estamos hablando de vida eterna, estamos hablando de no ir por los siglos de los siglos al lago de fuego que arde con azufre a pagar merecidamente por nuestros pecados.

Lucas 2:1 Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado. 2:2 Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria. 2:3 E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad. 2:4 Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; 2:5 para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. 2:6 Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. 2:7 Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.

Quizás alguien piense que la historia del nacimiento de Jesús merece algunos retoques. Un José apuesto, alguien como el Clooney de su época. Y María necesita un lunar y dientes relucientes, Angelina Jolie podría ser. ¿Y qué de los pastores? ¿Ellos cantan? Si es así, ¿Quizás Bono y U2?
Y es que ninguna persona, por más pobre que sea, debería nacer en un establo, menos el hijo de Dios.
Heno en el piso, animales sobre el heno. No coloques al bebé en un comedero; la nariz del burro ha estado ahí. No envuelvas en paños al recién nacido, huelen a oveja; y hablando de olores, ten cuidado donde pisas.
El nacimiento del salvador debería trasladarse a una gran ciudad, un gran palacio debería ser el lugar correcto para el hijo de Dios, él merece una entrada de realeza, menos campesina, más extravagante.
Olvídense de las cabezas de oveja, y consigan a jefes de estado, a la cabeza de naciones. ¿No deberíamos organizar un desfile para este evento? Pensarías que sí. Un gran juego de pólvora debe anunciar ese suceso.
Pero nosotros no diseñamos el momento, Dios lo hizo, el Padre estaba satisfecho conque Jesús llegara al mundo en presencia de ovejas soñolientas y su padrasto fuese un humilde carpintero Nada de reflectores, solo la luz tenue de unas velas, nada de coronas, simplemente vacas rumiando.
Dios no hizo fanfarria con el nacimiento de su Hijo. Ni siquiera circuló la fecha en el calendario. Las navidades antiguas saltaron de fecha en fecha, antes de finalmente quedarse en el 25 de diciembre. Algunos líderes antiguos preferían fechas en marzo. Durante muchos siglos, la iglesia ortodoxa en el este de Europa celebró la Navidad el 6 enero, y algunos todavía lo hacen.
No fue hasta el siglo cuarto que se escogió el 25 de diciembre como la fecha para celebrar el nacimiento de Jesús. Hemos hecho más alboroto con llegadas menos importantes. ¿Cómo es esto posible? No hay una fecha de nacimiento exacta. Ninguna conmoción en su nacimiento. ¿Es esto un error? ¿O es este el mensaje que Dios quiere darnos?

Mateo 6:19 No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; 6:20 sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. 6:21 Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.

Claro que sí, ese es el mensaje que el Señor quiere darnos, él no quiere que hagamos tesoros en la tierra, él quiere que hagamos tesoros en el cielo. Aquí estamos por un tiempo muy corto, luego nos espera una eternidad y esa eternidad depende de lo que hemos sembrado en el reino de Dios.
Y sembramos en el reino de Dios, de acuerdo a lo que está en nuestro corazón ¿Por qué crees que en la era de la gracia no se nos exige el diezmo? Para que pongamos nuestro corazón en evidencia (2 Corintios 9:7).
Dios nos quiere humildes, “porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido” (Mateo 23:12), y el Señor Jesús fue el mejor ejemplo de humildad al nacer en el pesebre.
Jesús nunca compró una casa, nunca tuvo lujos ni bienes de los cuales jactarse, él dijo: “Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza” (Mateo 9:58).
Jesús no vino a hacer tesoros en la tierra, él vino a hacer tesoros en el cielo, él vino a dar su vida por nosotros y por ello fue exaltado hasta lo sumo.
Tal vez estás dando todo tu esfuerzo para adquirir bienes materiales o para hacerte un nombre, pero Dios no quiere eso para ti, él quiere que vivas para él  (2 Corintios 5:15), él quiere que dediques tus recursos para que otros, al igual que tú, tengan la oportunidad de ser salvos. Piensa en eso, aquí todo es temporal, allá todo es eterno.
Celebra la navidad y levanta la voz hacia el cielo diciendo “Jesús te doy gracias por haber nacido en ese pesebre para enseñarme que debo ser humilde y que debo dar mi vida por los demás, tal y como tú lo hiciste”.

Lucas 2:8 Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. 2:9 Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. 2:10 Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: 2:11 que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. 2:12 Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. 2:13 Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: 2:14 ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!

Imagínate a ángeles que están de gira por el universo, vuelan de una galaxia a otra hasta que llegan a la que vivimos. Aparecen a la vista el sol y los planetas que orbitan a su alrededor, el ángel superior señala uno de los planetas más pequeños del sistema solar y les dice a sus acompañantes: “Quiero que observen aquel pequeño planeta”. “¿Qué tiene ese planeta de especial?”, dirán los acompañantes. Que allí está naciendo el hijo de Dios. ¿Quiere decir que nuestro Príncipe supremo y glorioso bajó en Persona hasta ese insignificante planeta? ¿Me estás queriendo decir que Él se rebajó hasta el punto de convertirse en un humano más? —Sí, porque aunque no lo creas, él ama a los humanos. Él bajó a visitarlos para así elevarlos y que fueran más como Él. Vamos a avisarles a los pastores y luego entonamos las alabanzas que él se merece.

Aunque parezca extraño, la historia de la Navidad es la historia del obstinado amor de Dios por nosotros. Abre tu corazón y recibe su gracia. Si Dios estuvo dispuesto a envolverse a sí mismo en harapos y mamar del pecho de una madre, entonces todas las preguntas acerca de su amor por ti están fuera de discusión.  Puedes cuestionar sus acciones, decisiones o declaraciones. Pero nunca jamás cuestiones su impresionante e inextinguible amor por la humanidad.

Lucas 5:29 Y Leví le hizo gran banquete en su casa; y había mucha compañía de publicanos y de otros que estaban a la mesa con ellos. 5:30 Y los escribas y los fariseos murmuraban contra los discípulos, diciendo: ¿Por qué coméis y bebéis con publicanos y pecadores? 5:31 Respondiendo Jesús, les dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. 5:32 No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.

El instante en que María tocó el rostro de Dios es el momento en que Dios hizo su planteamiento: no existe ningún lugar al que él no iría. Si él estuvo dispuesto a nacer en un pesebre, entonces puedes esperar que él obre en cualquier sitio: bares, alcobas, salas de junta y prostíbulos. Ningún lugar es demasiado ordinario, él fue criticado porque se mezclaba con los pecadores, entonces lo dijo claro: no he venido a llamar  justos sino a pecadores al arrepentimiento.
Nadie está demasiado endurecido. Ningún lugar es demasiado lejano. No existe ninguna persona que él no pueda alcanzar. No hay límite para su amor. Él no vino a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento y éstos no se encuentran en las iglesias. No te importe el lugar en que te encuentres, cualquier lugar es bueno para llevar las buenas nuevas.

Lucas 4:16 Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. 4:17 Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: 4:18 El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; 4:19 A predicar el año agradable del Señor. 4:20 Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. 4:21 Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.

Cuando Cristo nació, nació también nuestra esperanza. Ese día se cumplió la profecía de Isaías 61. Él vino a dar nuevas a los pobres, a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos, a dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, a predicar el año agradable del Señor, o sea a predicar la era de la gracia.
Eso merece una gran celebración, así que celebra la navidad, hazlo de corazón, hazlo por agradecimiento, hazlo por amor a aquel que dio su vida por ti.
Por eso me encanta la Navidad. La ocasión nos invita a creer en la promesa más descabellada: Dios se hizo uno de nosotros para que pudiéramos llegar a ser uno con él. Él eliminó toda barrera, cerca, pecado, curvatura, deuda y tumba. Cualquier cosa que hubiera podido mantenernos lejos de él fue derribada. Él solo espera que pronunciemos la palabra para entrar por la puerta.
Necesitamos más que nunca el mensaje de Navidad. Vivimos en tiempos de ansiedad. El terrorismo está a la altura de su nombre: terror. La violencia se cierne sobre nuestro planeta como una nube oscura. Piensa en las imágenes que vemos en las noticias: los ataques sin sentido, el derramamiento de sangre, los actos de crueldad al azar.
Y, como si la maldad no fuera suficiente, existe el temor de otra recesión. Parece que tambalea en el borde del mercado alcista yendo hacia el bajista y el mundo financiero desplomándose. Los pastores se quedaron despiertos, vigilando sus rebaños por la noche. Tú has estado durmiendo con un ojo abierto tratando de vigilar tus acciones por la noche.
Te preocupa el trabajo que no puedes mantener, el tumor que no puedes diagnosticar, el matrimonio que no puedes arreglar, el jefe al que no puedes complacer.
¿Tienes miedo? Si es así, te sugiero que necesitas un poco de la Navidad. No quiero decir una dosis de sentimientos empalagosos, un ponche de huevo doblemente cargado. Eso no es Navidad, la Navidad, como decía mi papá, es acerca de Cristo.
El nombre de Cristo encierra todo el sentido de la Navidad, por el amor de Dios. Y la Navidad no tiene el sentido correcto, a menos que entiendas el mensaje que nos quiere dar.
¿Estás en Cristo? ¿Con la prisa y las carreras de las fiestas, dedicarás tiempo y dinero para la edificación de la iglesia, o simplemente gastarás tu aguinaldo en cosas vanas.
La celebración de la navidad es la misma de la Cena del Señor. Ella no solamente nos recuerda que aquel niño que nació en pesebre fue a morir por ti en la cruz. Nos recuerda que fue resucitado y que se encuentra sentado a la diestra del Padre.
Pero no solo eso, nos recuerda que habrá un Belén, acto 2. Pero, esa no será una noche de paz. Los cielos se abrirán, las trompetas sonarán, Él vaciará las tumbas y derretirá el invierno de la muerte.
Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.  Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Corintios 4:16-17)
¡Se acabó la tristeza, la enfermedad, las sillas de ruedas y el cáncer! ¡Basta ya de gritos de miedo y noches de horror! Muerte, ¡ahora mueres tú! Vida, ¡ahora tú reinas!».
El pesebre nos invita, incluso nos reta a creer que lo mejor todavía está por venir. Y todo eso sucederá muy pronto. Nada es casual, todo está planificado en los Cielos. Mira el nacimiento en Belén. Un rey ordenó un censo. José se vio obligado a viajar. María, redonda como un escarabajo, se subió sobre un asno. El hotel estaba lleno. Era tarde en la noche. El suceso era toda una complicación. Sin embargo, de esa complicación nació la esperanza.
Aunque no me gustan las complicaciones. No obstante, me encanta la Navidad porque “sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”. (Romanos 8:28).
Las promesas de Navidad tienen forma de corazón. Mucho después de haberse retirado los invitados y que los cantores de villancicos se han ido a casa y se han quitado las guirnaldas, estas promesas permanecen.
¿Tal vez podrías usar algo de Navidad esta Navidad? Aprovecha el momento para llevar el mensaje de salvación a otros. Antes de cenar, haz el recordatorio del nacimiento, muerte y resurrección de Jesús. Quizás alguien, al igual que yo de niño, se está preguntando ¿Qué es lo que realmente estamos celebrando?  Mi esperanza es que otros encuentren lo que yo encontré: una vida de resurrección en Cristo Jesús.





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