domingo, 29 de mayo de 2016

¿SOMOS HIJOS DE DIOS?

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El  “Papa Francisco” ha afirmado que todos los seres humanos somos hijos de Dios.   Sin embargo eso no es cierto, la palabra de Dios dice que “a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre (nombre de Jesús), les dio la potestad (el derecho) de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12).  
Si “al creer en Jesús” obtenemos el derecho de convertirnos en hijos de Dios, es porque no somos sus hijos ¿No es cierto?  Y no nos convertimos en sus hijos al creer en Jesús, sino que al creer, solamente adquirimos el derecho de convertirnos en sus hijos.
Esto es de suma importancia porque únicamente los hijos de Dios podrán ingresar al reino de los Cielos, los demás serán enviados al infierno.
Los católicos creen que son hijos de Dios, los evangélicos creen lo mismo, pero están engañados, nadie es hijo de Dios por pertenecer a una religión o a una denominación religiosa.
No importa si eres católico, evangélico o de otra religión, o incluso, sino no tienes ninguna religión, si crees en Cristo, eres cristiano. Pero ser cristiano no te convierte en hijo de Dios, solamente te da el derecho de hacerlo.
A los discípulos de Jesús, se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía; esto fue durante el primer siglo de nuestra era, de allí en adelante se siguió llamando cristiano a todo aquel que cree en el Cristo resucitado.
Hay muchas otras religiones que no son cristianas, porque no creen en Cristo, un ejemplo es el judaísmo. Los judíos creen en Jesús, no pueden negarlo, porque lo vieron crecer, lo vieron hacer milagros, lo vieron morir en la cruz, era uno de ellos. Pero no creen en que Jesús resucitara y se convirtiera en Cristo.
Así que puedes creer en Jesús, pero si no crees en Cristo no eres cristiano, ni tienes el derecho de convertirte en hijo de Dios. La otra opción es que creas en Cristo, pero eso no te convierte en hijo de Dios, solo te da el derecho.
El hecho de que pertenezcamos a alguna religión o denominación, no nos convierte en hijos de Dios. De hecho, casi que nos aleja de esa posibilidad. ¿Por qué? Porque las religiones no enseñan la verdad absoluta de Dios, enseñan medias verdades, o mentiras disfrazadas de verdad; las religiones adulteran la palabra de Dios.

Gálatas 1:6 Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. 1:7 No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. 1:8 Mas si aún nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema.

Desde el momento mismo, en que el apóstol Pablo, comenzó a predicar el evangelio de Cristo, desde ese mismo momento, otras personas se encargaron de pervertir y adulterar el evangelio. El apóstol Pablo se maravilló y dijo que aunque fuera un ángel bajado del cielo el que estuviera enseñando un evangelio diferente,  no le creyeran, porque era un anatema.

2 Corintios 11:14 Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. 11:15 Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras.

Satanás es el rey de la mentira y del engaño. Satanás se disfraza de ángel de luz y sus ministros de ministros de justicia, para enseñar un evangelio adulterado,  para que las personas sigan el engaño, y no sean salvas. Para llevar a cabo su propósito usa las religiones.
Todas las religiones con el título de “cristianas” fundamentan su enseñanza en la misma palabra de Dios, pero cada uno la enseña con sus modificaciones; unas le quitan, otras le agregan, cada una la acomoda a su conveniencia, para alejarnos de la verdad y llevarnos a la mentira.
La palabra religión tiene su origen en el término latino “religĭo”, que significa “ligarse”  a Dios, a través de  intermediarios humanos.

1 Timoteo 2:5 Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre.

La palabra de Dios enseña que solamente hay un mediador entre Dios y los hombres y ese mediador es Jesucristo. De tal manera, que no necesitamos ligarnos a ninguna religión para convertirnos en hijos de Dios.
El título de “cristiano  lo porta todo aquel que creen en Cristo, pero eso no lo convierte en hijo de Dios, solamente lo convierte en un cristiano nominal más. Según el diccionario de la Real Academia Española, la palabra “nominal” significa “que tiene nombre de algo y le falta la realidad de ello en todo o en parte”.   De acuerdo con esa definición, un cristiano nominal es un individuo que cree en Cristo, pero  le falta lo que lo califica como hijo de Dios.

Apocalipsis 3: 1 Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto.

Jesús define al cristiano nominal, como el  que  tiene nombre de que vive (porque tiene la etiqueta de cristiano), pero en realidad está muerto, porque le falta la vida.

1 Juan 5:12 El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.

La vida está en Jesús. Él dijo: “yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie viene el Padre sino es por mi” (Juan 14:6). El cristiano nominal, no tiene a Jesús en su espíritu, y como no lo tiene, tampoco tiene la vida.

Juan 14:16 Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: 14:17 el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. 14:18 No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros. vosotros, y estará en vosotros. No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.

Jesús dijo que él se iría al cielo, pero enviaría en su lugar al Espíritu Santo para que morara en los creyentes. Luego identificó al Espíritu Santo con él mismo. Él dijo: “vendré a vosotros”.
Entonces, el que tiene la vida es porque tiene a Jesús, en la persona del Espíritu Santo morando en su espíritu. Es algo que tal vez no entendamos, aunque no necesitamos entenderlo; lo que necesitamos es creerlo.

 Juan 3:3 Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. 3:4 Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?3:5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.

Jesús le dijo a Nicodemo, uno de los fariseos, que para entrar al reino de Dios, debía nacer de nuevo y que ese nuevo nacimiento era a través del agua y del Espíritu.
Nicodemo creía que Jesús era el hijo de Dios, él dijo: “Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él” (Juan 3:2), sin embargo el creer en Jesús no lo convertía en hijo de Dios.
Nicodemo necesitaba algo más, necesitaba nacer del agua y del Espíritu. En el 99% de las denominaciones cristianas se enseña que para ser hijo de Dios y adquirir la salvación, lo único que se necesita es creer en que Jesús es el hijo de Dios que fue resucitado por el Padre y confesarlo con la boca (Romanos 10:9).
Eso no fue lo que Jesús le dijo a Nicodemo, lo que le dijo fue que debía nacer del agua y del Espíritu. El agua hace referencia al bautismo y el Espíritu a ser engendrado por el Espíritu Santo.

Hechos 2:38 Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

Cuando el apóstol Pedro predicó por primera vez, acusó a los judíos de matar a Cristo. Éstos creyeron en que Jesús era el Cristo y compungidos le dijeron al apóstol ¿Qué haremos? El apóstol les dijo que se arrepintieran de haber matado a Cristo y se bautizaran. Al hacer eso, sucederían dos cosas: 1) recibirían el perdón de sus pecados y 2) el Espíritu Santo vendría a morar a sus espíritus.
Tome en cuenta, que además de creer, ellos debían nacer del agua y del Espíritu, tal y como Jesús lo había ordenado. “Así que los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas” (Hechos 2:41) ¿Adónde fueron añadidas?  Al reino de Dios, fueron liberadas de la potestad de las tinieblas  y trasladados al reino del amado hijo de Dios (Colosenses 1:13), porque ese día se convirtieron en hijos de Dios. Ellos no se quedaron con el creer, sino que además de creer nacieron del agua y del Espíritu.

Marcos 16:15 Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. 16:16 El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado..   

Las anteriores, fueron las últimas palabras de Jesús antes de ascender a los cielos. Jesús aclaró que la salvación se obtiene al creer en Cristo y bautizarnos.  Al creer en Cristo, adquirimos el derecho de convertirnos en hijos de Dios. Al creer somos preseleccionados, pero únicamente al bautizarnos, somos engendrados por el Espíritu Santo y es en ese momento, que nos convertimos en hijos de Dios. 
Ser engendrados, significa que Dios pone su ADN en el creyente. Ese ADN es el Espíritu Santo. Es un embarazo espiritual, mediante el cual se da a  luz a una nueva criatura.

2 Corintios 5:17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

Al creer en Cristo y bautizarnos, nos convertimos en nuevas criaturas. Las cosas viejas pasaron, todo es hecho nuevo. El día del bautismo, tenemos un nuevo nacimiento. Éramos hijos de Adán, pero ese día dejamos de ser hijos de Adán, para convertirnos en hijos de Dios.
Algunos afirman que el versículo 16:15-16 de Marcos fue agregado, que no estaba en los rollos originales. Supongamos que es cierto, pero qué tenemos que decir a lo dicho por Pedro en Hechos 2:38 o a la gran explicación que da el apóstol Pablo al respecto:

Romanos 1:1 Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios, 1:2 que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras,1:3 acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne, 1:4 que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos,

Pablo enseña que Jesús fue  declarado hijo de Dios con poder, según el Espíritu Santo, por medio de su muerte y resurrección ¿No era hijo de Dios?

Filipenses 2:6-8 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a   mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.

Jesús era Dios e hijo de Dios, pero no estimó el ser igual a Dios como algo a lo que había que aferrarse, sino que se despojó de su deidad y se hizo semejante a los hombres. Siendo humano, se convirtió en hijo de hombre y fue de la familia de David. A los 30 años inició su ministerio, y al final de tres años fue crucificado, muerto y sepultado. Tres días después fue resucitado y declarado hijo de Dios con poder en su humanidad.
Fue ascendido al cielo y Dios lo sentó a su diestra en lugares celestiales sobre todo principado y autoridad, poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no solo en este siglo, sino también en el venidero y sometió todas las cosas bajo sus pies (Efesios 1:21-22).
Jesús debió ser sepultado y resucitado para ser declarado hijo de Dios con poder en su humanidad. Si tú quieres ser declarado hijo de Dios, debes de pasar por el mismo proceso:

Romanos 6:3 ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? 6:4 Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva

Dichosamente no tenemos que ir a morir en una cruz, ya que en el bautismo somos sepultados con Cristo para resucitar seguidamente y andar en vida nueva.

Romanos 6:6 sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. 6:7 Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado.

Hay dos hombres: 1) el viejo hombre y 2) y el nuevo hombre o nueva criatura. El viejo hombre es el hijo de Adán y  tiene una naturaleza pecaminosa.  El nuevo hombre es el hijo de Dios y es participante de la naturaleza divina (2 Pedro 1:4) porque tiene el Espíritu Santo dentro de su espíritu.
Y ponga atención al verso 7: “el que ha muerto ha sido justificado del pecado”, lo que indica claramente que el que no ha muerto no ha sido justificado del pecado ¿Cómo se muere en vida? Mediante el bautismo en agua. Al bautizarnos le damos sepultura al viejo hombre y le damos nacimiento a la nueva criatura en Cristo Jesús.

Colosenses 2:11 En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo; 2:12 sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos. 2:13 Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados.

Necesitamos bautizarnos para ser despojados de la naturaleza pecaminosa que heredamos de Adán. El bautismo es una circuncisión espiritual mediante la cual nos deshacemos de esa naturaleza y a partir de ese momento somos participantes de la naturaleza divina. Si no te despojas de la naturaleza pecaminosa, no podrás convertirte en hijo de Dios ni podrás ingresar al Reino de los cielos.

FUI BAUTIZADO DE NIÑO

Si eres católico, es posible que estés pensando: “bueno yo soy hijo de Dios, en primer lugar, porque creo en Cristo, y en segundo lugar porque fui bautizado de niño”.
No quiero ser aguafiestas, pero tengo que decirte, que no eres hijo de Dios. El bautismo a infantes no tiene ninguna validez. Jesús dijo: “el que creyere y se bautizare será salvo”. Primero debemos creer y luego ser bautizados,  no al revés.
Hay millones de personas, que fueron bautizados de niños y ya siendo adultos, no creen en Cristo. Su bautismo no los salvó, porque no creyeron cuando fueron bautizados. Deben primero creer en el evangelio de Cristo. Eso es algo que tiene que suceder primero, antes de ser bautizado y eso no sucede con los niños.

¿QUÉ DEL LADRON PERDONADO EN LA CRUZ?

El argumento más corriente que usa el enemigo, para decir que no necesitamos bautizarnos para ser salvos, es que el ladrón perdonado por Jesús en la cruz, no necesitó bautizarse.
La respuesta a esto es, que existen dos Pactos. Uno, antes de la resurrección de Cristo, que es el Viejo Pacto o la ley. Este pacto era para el pueblo de Dios del viejo testamento, que son los judíos.

Génesis 7:10 Este es mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y tu descendencia después de ti: Será circuncidado todo varón de entre vosotros. 17:11 Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros. 17:12 Y de edad de ocho días será circuncidado todo varón entre vosotros por vuestras generaciones; el nacido en casa, y el comprado por dinero a cualquier extranjero, que no fuere de tu linaje.

Los judíos debían ser circuncidados a los ocho días de nacidos, para ser parte del pueblo de Dios. Era una exigencia del viejo pacto. El ladrón era judío y por lo tanto debió ser circuncidado a los ocho días de nacido.
El segundo pacto da inicio después de la resurrección de Cristo y es el Nuevo Pacto que Jesús selló en la última cena (Mateo 28:26). Este Nuevo Pacto no es para los judíos sino para todos los creyentes. El nuevo Pacto no tiene Ley sino que se rige por la GRACIA y este nuevo pacto no exige que nos circuncidemos, sino que nos bauticemos, como ya lo explicamos.
Los judíos eran circuncidados para ser parte del pueblo de Dios, nosotros no somos circuncidados sino bautizados. La circuncisión es un despojo de la carne. Y el bautismo es una circuncisión espiritual, mediante la cual y para los efectos de Dios, nos despojamos de la naturaleza pecaminosa. Al tener esa circuncisión espiritual, Dios nos perdona todos los pecados.
Si no te has circuncidado espiritualmente, a través del bautismo, no has sido perdonado de tus pecados, y no tienes al Hijo, ni la vida eterna. El ladrón perdonado en la cruz, no necesitaba ser bautizado, pues estaba bajo el viejo pacto, y lo que necesitaba era estar circuncidado.

CONCLUSIÓN

Todos los seres humanos somos hijos de Adán, tenemos una naturaleza pecaminosa y nuestro destino es el infierno. Pero podemos convertirnos en hijos de Dios e ir al cielo; para ello necesitamos creer en Cristo y bautizarnos.
 Ahora, debe quedarte claro que el bautismo implica algo más, implica que estás renunciado a tu vida como hijo de Adán, que ya no vas a vivir para ti, sino que en adelante vas a vivir para Cristo (2 Corintios 5:15), lo que se resume en que estás dispuesto a renunciar a tus prioridades y a hacer la voluntad de Dios y no la tuya. Si no estás dispuesto a eso, tu bautismo podría ser un engaño.
Resumimos entonces, que así como Jesús necesito ser sepultado y resucitado para ser declarado hijo de Dios, de igual manera, tú debes ser sepultado y resucitado mediante el bautismo para poder convertirte en hijo de Dios.
 ¿Qué esperas? Anda y lava todos sus pecados en las aguas del bautismo (Hechos 22:16) para que te conviertas en hijo de Dios y puedas ingresar al reino de Dios.







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