miércoles, 7 de septiembre de 2016

QUE PASA SI NO OFRENDO?


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Un creyente ha preguntado: ¿Qué pasa si no ofrendo? ¿Será cierto, de acuerdo a Malaquías 3:8-10, que Dios me maldecirá?  
No es cierto, sí estás en Cristo no puedes ser maldecido, pero así como te digo una cosa, te digo otra, y es que si no ofrendas, cortas las bendiciones que Dios tiene para ti  
La mayoría de creyentes no ofrendan por avaricia y la  avaricia es un pecado que le abre las puertas al diablo.   Guarda en tu mente estas palabras: “Ofrendar es colaborar en la edificación del edificio de Dios”, de tal manera que si no ofrendamos, impedimos esa edificación.
Además, solamente los que colaboren serán recompensados, los demás sufrirán perdida:

1 Corintios 3:8 Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor. 3:9 Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios.

En la edificación del Cuerpo de Cristo, uno es el que planta, otro es el que riega y cada uno recibirá su recompensa, conforme a su labor. Todos estamos obligados a cooperar porque todos somos colabores de Dios y labranza de Dios.

1 Corintios 3:15 Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego.

Para Dios, la labor de algunos edificadores es tan preciosa como el oro, la plata y las piedras preciosas (1 Corintios 3:12), materiales que no se queman con el fuego. Es decir, son personas, que con amor, dedican tiempo a la enseñanza del evangelio, y se fundamentan únicamente en la palabra de Dios, con la cual siembran la verdadera semilla en los corazones de los oyentes.
Otros no dedican suficiente tiempo a la enseñanza del evangelio, o lo peor aún, enseñan la palabra del hombre en lugar de la palabra de Dios, y su  labor es para Dios es como la madera, el heno y la hojarasca, materiales que se queman con el fuego.
Hay una minoría que no sacan tiempo o no tienen tiempo por causa de sus trabajos para la enseñanza del evangelio, pero ofrendan alegremente, no con tristeza, ni por necesidad (2 Corintios 9:7), sino por amor a Cristo. Su colaboración desinteresada hace que otros puedan dedicarse de lleno a la enseñanza del evangelio. Esas ofrendas con para Dios como el oro, la plata y las piedras preciosas.
Y hay una mayoría que ni cortan leña ni prestan el hacha, es decir, no sacan tiempo para la enseñanza del evangelio, ya sea por pereza o por sus trabajos, pero tampoco ofrendan, sino que dan limosnas, y esas limosnas son para Dios como la madera, el heno y la hojarasca porque no contribuyen a ninguna edificación.

Corintios 9:4 ¿Acaso no tenemos derecho de comer y beber? 9:5 ¿No tenemos derecho de traer con nosotros una hermana por mujer como también los otros apóstoles, y los hermanos del Señor, y Cefas? 9:6 ¿O sólo yo y Bernabé no tenemos derecho de no trabajar?

Te has puesto a pensar ¿Cómo se mantienen los que se dedican de lleno a la enseñanza del evangelio? Tiene que ser a través de las ofrendas. Observe la pregunta que Pablo hace: ¿No tenemos derecho de tener esposa, como los demás? ¿No tenemos derecho de trabajar? Eso es lo que piensan muchos creyentes, que los que se dedican al evangelio no tienen derecho a tener una familia y a llevar una vida digna.
Por culpa de la avaricia de los creyentes, muchos pastores han tenido que abandonar su labor de edificación. Otros han comenzado a enseñar falsas doctrinas como la doctrina de pactos, con la cual puedan captar dineros a sus arcas.

Romanos 10:13 porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. 10:14 ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? 10:15 ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!

Las personas necesitan invocar el nombre del Señor para ser salvos ¿Cómo lo invocarán si no hay quien les hable del evangelio? Se necesitan personas que hagan esa labor, una labor tan digna, que la palabra de Dios dice que “sus pies son hermosos”. Esos pies hermosos merecen lucir un buen calzado,  y los que no hacemos esa labor, estamos en la obligación de proveer ese calzado.

1 Corintios 9:7 ¿Quién fue jamás soldado a sus propias expensas? ¿Quién planta viña y no come de su fruto? ¿O quién apacienta el rebaño y no toma de la leche del rebaño? 9:8 ¿Digo esto sólo como hombre? ¿No dice esto también la ley? 9:9 Porque en la ley de Moisés está escrito: No pondrás bozal al buey que trilla. ¿Tiene Dios cuidado de los bueyes, 9:10 o lo dice enteramente por nosotros? Pues por nosotros se escribió; porque con esperanza debe arar el que ara, y el que trilla, con esperanza de recibir del fruto.

Pablo continúa diciendo. ¿Quién fue soldado y se mantuvo por sí mismo? ¿Quién planta una viña y no come de ella? ¿Quién apacienta un rebaño y no toma de la leche del rebaño? Está escrito en la ley: “no pondrás bozal al buey que trilla”.
Si tienes un buey trabajando y le pones un bozal para que no coma ¿Cómo esperas que trabaje? Pues bien, eso se escribió para los que no ofrendan, porque cuando no lo hacen es como si le estuvieran tapando la boca al maestro, al pastor o al evangelista, para que no haga su trabajo.

1 Corintios 9:11 Si nosotros sembramos entre vosotros lo espiritual, ¿es gran cosa si segáremos de vosotros lo material? 9:12 Si otros participan de este derecho sobre vosotros, ¿cuánto más nosotros? Pero no hemos usado de este derecho, sino que lo soportamos todo, por no poner ningún obstáculo al evangelio de Cristo. 9:13 ¿No sabéis que los que trabajan en las cosas sagradas, comen del templo, y que los que sirven al altar, del altar participan? 9:14 Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio.

Si nosotros sembramos lo espiritual entre vosotros, tenemos derecho a segar de vosotros lo material. Sin embargo no he usado ese derecho”, dijo Pablo, “he soportado aflicciones porque es mi obligación para con Dios”.
El verdadero edificador lo va a dejar todo para hacer bien su trabajo, consecuentemente, al igual que Pablo va a pasar aflicciones, pero no debe ser así, eso no es lo que quiere Dios. Así ordenó el Señor: que los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio.
Los médicos, los abogados, los docentes reciben una paga por su salario. ¿Por qué, los que enseñan el evangelio, no van a recibir un salario?  
El trabajo de los que enseñan el evangelio, es el trabajo más importante del mundo, ya que tiene que ver con salvación y la vida eterna. Cualquier otro trabajo, como el de los abogados y los médicos, aunque muy digno, es para cosas temporales, pero el anunciar el evangelio es para cosas eternas. Pero, si no ofrendamos, les impedimos hacer su trabajo, y muchas almas no serán salvadas.

Gálatas 6:6 El que es enseñado en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye

Dios nos ordena participar de toda cosa buena, a quien nos instruye en el evangelio. ¿Cumples con esa orden?  ¿Cooperas para que el que te instruye en la palabra de Dios para que alquile una casa decente? ¿Cooperas para el que te instruye en la palabra de Dios para que mantenga a su familia? Es posible que digas: “no es mi obligación”,  pero claro que es tu obligación, Dios ordeno que lo  hagas partícipe de toda cosa buena.

Mateo 25:35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; 25:36 estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. 25:37 Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? 25:38 ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? 25:39 ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? 25:40 Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.

El que te instruye en la palabra de Dios es uno de los hermanos pequeños de Jesús. Todo lo que hagas para él es como si lo hicieras para Cristo. O estás con Cristo o estás contra Cristo, no hay término medio.
Suponga por un momento,  que te estás cayendo en el cráter de un volcán bien candente y que una persona te rescata. Pues bien, eso es lo que hizo el que guió a la salvación. Te rescató de ir a un lago de fuego por toda la eternidad. Piensa en eso y haz lo correcto, la salvación no tiene precio.
Conozco personas que han dejado de ofrendar porque el pastor se compró una camisa nueva, o porque está pagando una deuda con el dinero de las ofrendas ¿No es el dinero de su trabajo? Usted cumpla para con Dios y olvídese del resto ¿O es que solo usted puede estrenar camisa?
Si no cooperas con tus ofrendas para la edificación del cuerpo de Cristo ¿Cómo esperas que Dios te recompense? Dios recompensa únicamente a sus verdaderos colaboradores, los demás serán pasados por fuego y es  un hecho que no serán parte del arrebato de la iglesia.

Lucas 16:10 El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto.  Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero?  Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro?

La Biblia nos enseña, que si no podemos ser fieles en las cosas pequeñas, no se nos darán responsabilidades grandes. Dios nos ha dado vida, salud, talentos, habilidades, dinero y muchas cosas más. Un día tendremos que darle cuenta de todo lo que Él nos ha entregado. El oír su voz diciéndonos, “Bien hecho, buen siervo y fiel”, valdrá mucho más que cualquier otra cosa que este mundo nos pueda ofrecer.
Ofrendar no es tirar el dinero, es sembrar. Cuando sembramos semillas, no las estamos tirando; sino las estamos sembrando, para poder cosecharlas más tarde. La cantidad de la cosecha, depende de la cantidad que hayamos sembrado.
Escribiendo a la iglesia de Corinto respecto a las ofrendas, Pablo dijo que “el que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará escasamente” (2 Corintios 9:6).
Dios quiere proveer dinero para que sus siervos prediquen el evangelio ¿Cómo hace Dios esto? Nos da dinero para que de lo que nos da, podamos ofrendar para Su obra.

2 Corintios 9:8 Poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra.

Cuando ofrendamos, Dios hará que siempre abunde en nosotros, para que continuemos ofrendando, es una cadena de amor y generosidad.

Lucas 12:16 También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. 12:17 Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? 12:18 Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; 12:19 y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. 12:20 Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? 12:21 Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios.

Al igual que el señor de la anterior parábola, la mayoría de los creyentes piensan en ellos mismos, y se olvidan del reino de Dios. No toman en cuenta, que su vida puede acabarse en cualquier momento, y nada se llevarán, sino el tener que dar cuentas a Dios.
Jesús dijo que el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios, de nada le sirve, ya se le acabará su tiempo. Si somos ricos, debemos serlo también para con Dios, debemos ser buenos mayordomos de todo lo que Dios nos ha dado.

Deuteronomio 16:1 Y ninguno se presentará delante de Jehová con las manos vacías; cada uno con la ofrenda de su mano, conforme a la bendición que Jehová tu Dios te hubiere dado.

Dios nos enseña, que no debemos presentarnos ante él con las manos vacías. Cuando vamos a la congregación, debemos hacerlo con ofrenda en mano, conforme a lo que Dios nos ha dado. ¿Cómo puedes hacerle peticiones a Dios, si no ofrendas? ¿No te sientas mal?

Proverbios 3:9–10 Honra a Jehová con tus bienes, Y con las primicias de todos tus frutos; Y serán llenos tus graneros con abundancia.

El Señor prometió bendecir con abundancia, al que lo honra con todos sus bienes y con las primicias de todos sus frutos. Si el dinero no te alcanza, si siempre estás en problemas económicos, es posible que sea porque no ofrendas, ya que Dios prometió abundancia para el que ofrenda, y las promesas de Dios siempre son sí y amén en él, porque él siempre cumple sus promesas (1 Corintios 1:30). 
Cuando no ofrendamos, le abrimos las puertas de par en par al diablo, para que nos robe las bendiciones de Dios. Pero, cuando ofrendamos, Dios  reprende al diablo y le cierra las puertas. De nosotros depende, que el devorador viva en nuestras casas y negocios.

Mateo 6:19-21 No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan;  sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.

¿Qué significa hacer tesoros en el cielo? Es  cooperar de alguna manera para ganar almas para Cristo. La escritura dice, que a todos los creyentes se nos dio el ministerio de la reconciliación (2 Corintios 5:17-20) y que todos somos  embajadores en nombre de Cristo. Es como si Dios rogase que le hablemos a los demás de la salvación.
Pero, no todos son apóstoles, no todos son maestros, no todos son profetas, no todos hacen milagros (1 Corintios 12:29), pero todos podemos ofrendar, para que los sí son maestros, si son pastores, si son apóstoles y sí son profetas, puedan hacer su trabajo debidamente.  No podemos enviar al Cielo nuestro dinero, pero podemos ofrendarlo para la obra de  Dios. Esto es parte de lo que significa hacer tesoros en el Cielo.

Efesios 5:5 Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios.

Ningún avaro tiene herencia en el reino de Dios, y todo aquel que no ofrenda es considerado avaro. Para Dios la avaricia es idolatría, porque el avaro pone su confianza en su cuenta bancaria y no en Dios. El avaro no se desprende de sus riquezas porque su confianza está puesta en ellas.
Recordemos la historia del joven rico. Jesús le pidió que se deshiciera de sus riquezas para que lo siguiera.  Lo estaba probando.
Dios quiere personas desprendidas; él se desprendió de su propio hijo por amor a nosotros y reconoce nuestro amor hacia él, cuando somos desprendidos. Eso, en parte significa tomar la cruz.

2 Corintios 9:7 Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.

Dios no nos pide una suma exacta,  sino que “cada uno como propuso en su corazón”, porque el ofrendar es un asunto del corazón. Cuando ofrendamos, le mostramos nuestro corazón a Dios.

Mateo 6:21 Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.  Donde tenemos el corazón allí está nuestro tesoro.

Si nuestro corazón lo tenemos en las cosas materiales de este mundo, moriremos con este mundo, pero si nuestro corazón está en el reino de Dios, las puertas del Reino estarán abiertas para nosotros.
Hay personas que gastan miles en licores, en vestidos y en lujos y le dan limosnas a Dios. Su prioridad son ellos, no están preocupados por el crecimiento de la iglesia, ni por la cosecha de almas. Dicen amar a Dios, pero le dan la espalda. En donde esté nuestro corazón, marcará la diferencia en cuanto al monto ofrendado.
Dios no nos obliga a dar un monto, pero según demos, así recibiremos de él: “El que siembra escasamente, segará escasamente”. Dios ama al dador alegre, al que da sin reparos. Al dador alegre, le multiplicará, no hará así con el que da por obligación o necesidad. 
Sea lo que fuere nuestra ofrenda, El Señor desea que se la demos voluntariamente y de todo corazón. Dios no quiere que ofrendemos con tristeza. El porcentaje que demos, depende de cuán agradecidos estemos por las bendiciones de Dios y cuán fuerte sea nuestro deseo de “hacer tesoros en el cielo”.
El millonario hombre de negocios R.G. LeTorneau, acostumbraba dar el 90 % de sus ganancias. Un día un periodista le preguntó si era cierto. Él contestó: “yo no doy nada de lo mío porque todo es de Dios, por el contrario, yo me dejo el 10 % de lo que es de él”.

Marcos 12:43–44 De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca; porque todos han echado de lo que les sobra; pero ésta, de su pobreza, echó todo lo que tenía, todo su sustento

El Señor Jesús dijo lo anterior, cuando en  una ocasión, se sentó en el templo mirando el ofrendar de las personas. Algunos eran ricos y daban mucho. Entonces vino una viuda pobre y echó dos pequeñas monedas de cobre. Estas monedas tenían muy poco valor monetario; sin embargo, a los ojos de Jesús, esta mujer había dado mucho más que todos los que habían ofrendado aquel día. ¿Por qué? Porque ella había dado todo lo que tenía, todo su sustento. Mientras que los ricos dieron de lo que les sobraba. Es la proporción, no es la cantidad.
Cuando vayas a la congregación, no vayas con las manos vacías, dice el Señor. Recuerda que Jesús va a estar allí (Mateo 18:20), y te observará, como observó a la viuda pobre.
Nadie puede engañar a Dios, él todo lo ve y todo lo sabe. Los que nos engañamos somos nosotros, porque nuestra avaricia,  impide que recibamos las bendiciones de Dios. Y por otro lado,  le abre la puerta al devorador.
Pero, lo peor de todo, es que no ofrendar es darle un golpe bajo a Dios. En lugar de cooperar con la edificación del templo de Dios, al no ofrendar, cooperamos para que el templo de Dios, o sea la iglesia, sea destruida.

1 Corintios 3:17 Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.

Si nadie ofrenda, las iglesias tienen que ser cerradas, las embajadas de Dios no pueden mantenerse y la enseñanza del evangelio es estorbada. Concluimos entonces que Dios no nos maldecirá por no ofrendar. Pero nuestra avaricia al no ofrendar, hará que las bendiciones de Dios se detengan.

La avaricia es un pecado que le abre la puerta al diablo.  Cuando no ofrendas, le abres la puerta al diablo de par en par para que  entre a tu casa e inicie la obra de destrucción. Y además, al no ofrendar estás renunciado al arrebato, no te quede duda ¿Cómo va a ser tomado en cuenta aquel que no tiene ningún interés en cooperar en la edificación de la iglesia? 

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