miércoles, 15 de febrero de 2017

DOS GENERACIONES

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Muchas personas creen que el Viejo testamento solo contiene la historia del pueblo judío, que eso es pasado y que no vale la pena perder el tiempo leyéndolo. Sin embargo el Nuevo Testamento nos dice que lo que está escrito allí es para amonestarnos a los de este siglo, para que no cometamos los mismos errores que cometieron aquellos que cayeron postrados en el desierto (1 Corintios 10:11-12).
En el libro de los Números se habla de dos generaciones, la primera generación tenía cuatrocientos años de ser esclava en Egipto. Luego de ese lapso de tiempo Dios escuchó sus oraciones y decidió liberarlos a través de Moisés.

Éxodo 3:7 Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias, 3:8 y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo. 3:9 El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen. 3:10 Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel.

La primera enseñanza que nos deja este pasaje es que Dios no hace las cosas si no se lo pedimos. Él estableció la oración como un instrumento para que le pidamos que haga lo que él quiere hacer. Es decir, que él sepa que nuestra voluntad es su voluntad y que confiamos en él.   

1 Juan 5:14 Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. 5:15 Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.

La oración es para satisfacer los deseos de Dios, la oración lo que hace es activar la voluntad de Dios. Dios quería liberar a los judíos de su esclavitud, esa es la razón por la cual había librado a Moisés de la muerte siendo niño, pero ellos se olvidaron de Dios, entonces Dios no podía liberarlos. Una vez que ellos se acordaron que tenían un Dios todopoderoso, entonces activaron su fe y se unieron en oración para pedirle a  Dios que los liberara. De inmediato Dios continuó el plan de liberación que había iniciado con Moisés.

Romanos 10:13 porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. 10:14 ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?

La segunda enseñanza que nos deja esta historia, es que Dios siempre usa a los seres humanos en su propósito como si fueran sus socios. En aquel momento usó a Moisés y hoy te usa a ti y a mí para que le ayudemos a liberar a aquellos que son esclavos de la potestad de las tinieblas  (Colosenses 1:13).
Dios libertó a los judíos, y ellos experimentaron en carne propia la gloria de Dios. Ellos vieron las plagas caer sobre sus enemigos sin que a ellos los tocaran. Egipto,  la nación más poderosa del mundo de aquel entonces fue arrodillada ante sus ojos. El mar se abrió para que ellos pasaran y luego se cerró para dejar sepultado al ejército enemigo. Fueron alimentados diariamente por el maná que Dios enviaba del cielo, de las rocas Dios hizo surgir el agua. Sus vestidos ni su calzado sufrieron daño con el paso del tiempo. Una columna de fuego los guiaba de noche y una nube los guiaba de día. Dios les había prometido una tierra, solamente tenían que ir a tomarla. Al llegar a la frontera con la tierra prometida, Moisés envió diez espías para que investigaran  como estaba todo en esa tierra que habrían de conquistar.  Y esto fue lo que sucedió:

Números 13:31 Mas los varones que subieron con él, dijeron: No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros. 13:32 Y hablaron mal entre los hijos de Israel, de la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra que traga a sus moradores; y todo el pueblo que vimos en medio de ella son hombres de grande estatura. 13:33 También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos.

Al ver que unos gigantes habitaban esa tierra, ocho de los diez espías se opusieron a la conquista de la tierra. “Son más fuertes que nosotros, de gran estatura, no podemos conquistarla”. Se olvidaron que ellos estaban protegidos por un mata gigantes, por un Dios todopoderoso. Se les olvidó que no fueron ellos los que lograron liberarse de la esclavitud de Egipto, se olvidaron que fue Dios el que derrotó al ejército enemigo de manera sobrenatural. La fe fue dejada de lado nuevamente.
Hoy en día encontramos gigantes en nuestro camino hacia la tierra prometida. Un gigante puede ser cualquier circunstancia que se nos presente.

Números 14:2 Y se quejaron contra Moisés y contra Aarón todos los hijos de Israel; y les dijo toda la multitud: ¡Ojalá muriéramos en la tierra de Egipto; o en este desierto ojalá muriéramos!

Entonces se rebelaron y murmuraron contra Dios ¿Cuántas veces al día hacemos lo mismo?  Las circunstancias opacan nuestra visión y hace que guardemos la fe en un cajón.

Números 14:6 Y Josué hijo de Nun y Caleb hijo de Jefone, que eran de los que habían reconocido la tierra, rompieron sus vestidos, 14:7 y hablaron a toda la congregación de los hijos de Israel, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra en gran manera buena. 14:8 Si Jehová se agradare de nosotros, él nos llevará a esta tierra, y nos la entregará; tierra que fluye leche y miel. 14:9 Por tanto, no seáis rebeldes contra Jehová, ni temáis al pueblo de esta tierra; porque nosotros los comeremos como pan; su amparo se ha apartado de ellos, y con nosotros está Jehová; no los temáis.

De los diez espías, solamente dos, Josué y Caleb, mantenían su confianza en Dios y estuvieron de acuerdo en conquistar la tierra prometida. “Esos gigantes son pan comido, Dios nos  entregará la tierra, no sean rebeldes contra Jehová”, dijeron ellos. Estos dos hombres caminaban por fe y no por vista como todos los demás.
Y esa es la tercera enseñanza que nos deja esta historia, si queremos la victoria, si queremos que las promesas de Dios se cumplan en nosotros, tenemos que creerle a Dios y caminar por fe.
Cuando tenemos un nuevo nacimiento y nos convertimos en hijos de Dios, vamos a tener que caminar por el desierto para ir tras la conquista del Reino de Dios. Dios nos ha nombrado sus embajadores (2 Corintios 5:20) y tenemos que pasar por el desierto para ir a tomar posesión de la tierra que Jesús ha conquistado para nosotros. 
Desdichadamente, la gran mayoría de creyentes no están dispuestos a la confrontación, cualquier crítica, cualquier señalamiento los echará para atrás, no soportaran que los llamen panderetas, su cristianismo nominal con mente de esclavos no los dejará avanzar.
La mayoría no quiere el pan con sacrificio, prefieren el pan en esclavitud. Los judíos prefirieron volver a ser esclavos, en lugar que tener que enfrentar a los gigantes.
Millones de creyentes no le creen a Dios y vuelven a la esclavitud, siempre serán esclavos. Dios les dijo a los judíos: “sean valientes, vayan adelante que los espera la tierra que fluye leche y miel”, pero ellos incrédulos y cobardes no dieron un solo paso adelante.

Apocalipsis 21:8 Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.

Y esta es la siguiente enseñanza, ningún cobarde ni ningún incrédulo entrará en el Reino de Dios, sino que su destino es el lago que arde con fuego y azufre. No se trata de creer únicamente lo que nos conviene, se trata de creerle todo, absolutamente todo a Dios, y de obedecer al pie de la letra. Las excusas no valen para Dios, lo único que a él le agrada es la fe (Hebreos 11:6).
Así como se lo dijo a aquella generación, hoy Dios te lo dice a ti: “ya te liberé de la esclavitud, hay una tierra prometida para ti en donde se encuentra todo lo que necesitas para vivir; esa tierra es el Reino de Dios.
Solo busca el reino (Mateo 6:33), cree sus verdades, aplíquelas a su vida y obtendrás justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo (Romanos 14:16).
Ahora te pregunto ¿Buscas el reino y trabajas para el diariamente? ¿Cumples con tu papel de embajador dignamente? Es posible que tu respuesta sea: “bueno, cuando no tengo otra cosa que hacer voy al culto o al estudio bíblico. Y a veces doy limosna”. De ser así no esperes nada de Dios. Si te preguntaran ¿Qué viniste a hacer a este planeta? ¿Qué contestarías? Solamente hay una respuesta, estamos aquí para conquistar el planeta para el Reino de Dios.

Génesis 1:28 Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, G y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.

Dios nos trajo a la tierra con la responsabilidad de que señoreemos en ella. Sin embargo Satanás está señoreando en una gran mayoría del planeta, por culpa de nuestra falta de fe o por nuestra inoperancia. Debemos dar fruto, multiplicarnos como hijos de Dios, llenar la tierra de creyentes y desalojar de ella al enemigo. Eso es lo que simboliza la tierra prometida de los judíos. Ellos tenían esa responsabilidad y nosotros la tenemos hoy en día, de igual manera, esa es la siguiente enseñanza que nos deja esta historia. No estamos aquí para otra cosa que no sea la conquista del reino de Dios en la tierra, y tendremos que darle cuenta a Dios de todo el tiempo perdido o desaprovechado:

Mateo 25:30 Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.

Esa es la sentencia contra los que no le crean ni obedezcan al Señor. Morirán en el desierto, quedarán llorando y crujiendo sus dientes en las tinieblas de afuera, pasarán sin pena ni gloria y recibirán el pago correspondiente.
Millones de creyentes viven en la calle de la amargura y de la queja, en la calle de las imposibilidades, porque se ven ellos, en lugar de poner sus ojos en Jesús el autor y consumador de la fe (Hebreos 12:2).  Les cuesta entender que un Dios todopoderoso tiene todo resuelto, si tan solo le creyéramos y le obedeciéramos. Una tierra que fluye leche y miel está esperándonos, pero la falta de fe nos impide ver que ya Dios conquistó esa tierra para nosotros, y esa es la siguiente enseñanza.

Josué 2:8 Antes que ellos se durmiesen, ella subió al terrado, y les dijo: 2:9 Sé que Jehová os ha dado esta tierra; porque el temor de vosotros ha caído sobre nosotros, y todos los moradores del país ya han desmayado por causa de vosotros. 2:10 Porque hemos oído que Jehová hizo secar las aguas del Mar Rojo delante de vosotros cuando salisteis de Egipto, y lo que habéis hecho a los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán, a Sehón y a Og, a los cuales habéis destruido. 2:11 Oyendo esto, ha desmayado nuestro corazón; ni ha quedado más aliento en hombre alguno por causa de vosotros, porque Jehová vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra. 2:12 Os ruego pues, ahora, que me juréis por Jehová, que como he hecho misericordia con vosotros, así la haréis vosotros con la casa de mi padre, de lo cual me daréis una señal segura; 2:13 y que salvaréis la vida a mi padre y a mi madre, a mis hermanos y hermanas, y a todo lo que es suyo; y que libraréis nuestras vidas de la muerte.

Note usted que mientras los judíos desconfiaban de Dios, él tenía todo resuelto. Lo único que les pedía era que creyeran en él y obedecieran sus instrucciones.
Los habitantes de Canaán estaban derrotados, ellos eran conscientes del poder de Dios, ellos no temían a los judíos temían al Dios de ellos que había derrotado a los Egipcios y los había dejado en la ruina.
El enemigo no te tiene miedo a ti ni a mí, pero le tiene miedo a nuestro Dios, el tiembla cuando escucha el nombre de Jesús, es un enemigo derrotado, pero tú debes de ir a enfrentarlo.
Los judíos de esa generación, con excepción de Josué y Caleb no creyeron en Dios. Más de un millón de personas fueron liberadas de la esclavitud pero únicamente dos lograron llegar a la tierra prometida, los demás murieron en el desierto.
Hoy sucede lo mismo, de cada millón de creyentes, quizás dos tienen la fe y la osadía de enfrentar al enemigo y de ir tras los propósitos de Dios, los demás están siendo consumidos por el mundo y sus deseos, anhelan su pasado en Egipto.
No todo el que diga Señor, Señor, entrará en el reino de los Cielos, sino únicamente aquellos que hagan su voluntad (Mateo 7;21), la cual consiste en llevar el conocimiento dela verdad a todos los hombres para que sean salvos (1 Timoteo 2:3-4).
La voluntad de Dios es que todos lleguen a la tierra prometida. Dios depende de nuestro trabajo, depende de que su voluntad sea también la nuestra.

Éxodo 3:14 Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY.  Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.

Cuando Moisés le pregunto el nombre, Dios no le dijo que se llamaba Rodolfo o que se llamaba Carlos, lo que le dijo fue “yo soy el que soy, entiende lo que te digo, yo soy el todo poderoso, yo soy el que salva, yo soy el que provee, yo soy el que redime, yo soy el que gana las batallas, yo soy el que santifica. Tú eres la línea férrea, pero yo soy el tren, yo soy todo. Solamente obedéceme y agárrate de mí”. Esa es la otra enseñanza.

Filipenses 3:11 si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos. 3:12 No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. 3:13 Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, 3:14 prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.

El apóstol Pablo dijo que no tenía asegurada su salvación, sino que trataba de asirse del Cristo que lo asió. Cristo nos ha asido, nos ha dado su mano para llevarnos con él, pero debemos confiar. Eso es como un niño que camina de la mano de su padre, debe tomarla con fuerza y asegurarse de no soltarse.
Si no tenemos la fe suficiente, somos como niños que nos soltamos de la mano del Padre y nos extraviamos. Si no nos asimos podemos quedar en el desierto.

Hebreos 12:16 no sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura.

Esaú le dio prioridad a los deseos de la carne, antepuso sus propósitos ante los propósitos de Dios. Por una comida despreció la voluntad de Dios y fue desechado.
Piensa que muchas veces desechas las cosas de Dios por cosas que no valen la pena, desechamos las cosas eternas por las temporales. Muchos no se congregan ni van a los estudios bíblicos porque es más importante el trabajo, ir al cine, ver el partido de Futbol o cualquier otra cosa pasajera.
Muchos no ofrendan  porque para ellos es más importante usar ese dinero para comprar una pantalla o un carro nuevo. No les duele gastar un dineral en esas cosas, pero les duele dar para el ministerio de Cristo.

Gálatas 6:7 No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.

Dios no puede ser burlando, lo que sembraremos, eso segaremos, no creas que tú eres la excepción. Dice Hebreos 12: 17 que Esaú deseó heredar la bendición y aunque se arrepintió y la procuró con lágrimas, fue desechado. Esa es la siguiente enseñanza, que podemos ser desechados.

Hebreos 12:25 Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos.

No desechemos al que habla, porque si aquellos no escaparon, tampoco lo haremos nosotros.

1 Corintios 10:1 Porque no quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar; 10:2 y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en el mar, 10:3 y todos comieron el mismo alimento espiritual,  10:4 y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo. 10:5 Pero de los más de ellos no se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto.

Pablo dice que no ignoremos lo que sucedió con ellos. Todos pasaron por el mar, lo que simboliza el bautismo, se alimentaron de la palabra de Dios y de la bebida espiritual que es Cristo. Eran salvos pero Dios no se agradó de  ellos por la falta de fe, razón por la cual quedaron postrados en el desierto. Nunca dejes de confiar, sí lo haces estás siendo incrédulo y eso hará que caigas de la gracia. Esa es otra enseñanza.

Números 14:32 En cuanto a vosotros, vuestros cuerpos caerán en este desierto. 14:33 Y vuestros hijos andarán pastoreando en el desierto cuarenta años, y ellos llevarán vuestras rebeldías, hasta que vuestros cuerpos sean consumidos en el desierto. 14:34 Conforme al número de los días, de los cuarenta días en que reconocisteis la tierra, llevaréis vuestras iniquidades cuarenta años, un año por cada día; y conoceréis mi castigo. 14:35 Yo Jehová he hablado; así haré a toda esta multitud perversa que se ha juntado contra mí; en este desierto serán consumidos, y ahí morirán.

Dios dictó la sentencia, caerán en el desierto. Se dice que hubo cientos de entierros diarios durante esos cuarenta años que vagaron en el desierto. Y sus hijos cargaron con su rebeldía y tuvieron que vagar cuarenta años con ellos por el desierto hasta que no quedara ninguno. El desierto se convirtió en un cementerio.
La historia se sigue repitiendo, cientos de entierros diarios ocurren en ese caminar del creyente por el desierto ¿Cuantos de nuestros hijos tendrán que esperar que muramos para poder entrar a la tierra prometida? Solo entonces verán la luz, porque muchos de nosotros en lugar de luz somos tropiezo para ellos.

Josué 3:15 cuando los que llevaban el arca entraron en el Jordán, y los pies de los sacerdotes que llevaban el arca fueron mojados a la orilla del agua (porque el Jordán suele desbordarse por todas sus orillas todo el tiempo de la siega), 3:16 las aguas que venían de arriba se detuvieron como en un montón bien lejos de la ciudad de Adam, que está al lado de Saretán, y las que descendían al mar del Arabá, al Mar Salado, se acabaron, y fueron divididas; y el pueblo pasó en dirección de Jericó. 3:17 Mas los sacerdotes que llevaban el arca del pacto de Jehová, estuvieron en seco, firmes en medio del Jordán, hasta que todo el pueblo hubo acabado de pasar el Jordán; y todo Israel pasó en seco.

Una vez muertos los que no confiaron en Dios, incluido Moisés,  Josué tomó el mando. La segunda generación avanzó con él. Dios abrió las aguas de Jordán para enseñarles que estaría con ellos, que las cosas sobrenaturales seguirían pasando, tan solo si confiaban.  
La segunda generación  conquistó la tierra prometida a base de fe. Sus padres murieron y dejaron de ser un tropezadero para ellos. El libro de Josué nos habla de como llevaron a cabo esa conquista. Confiando en Dios, vieron caer los muros de Jericó, milagro tras milagro, obedeciendo las instrucciones de Dios conquistaron la tierra prometida.
En la actualidad, muchos dirán que creyeron y se bautizaron, y que salvo siempre salvo. Es correcto, el punto es que muchos creyentes creen ser salvos sin serlo, si no fuera así, no se hubieran escrito estas cosas y esa es la última enseñanza de este mensaje.
Muchos creyentes se bautizan para cumplir con una ordenanza, no se bautizan conscientes de lo que el bautismo significa: vida o muerte.
Y otros no piensan renunciar a sus vidas, se bautizan para no ir al infierno al morir, no para vivir para aquel que dio su vida por ellos. Es decir, quieren ser librados de la condenación pero no están dispuestos a ir por la conquista de la tierra prometida y morirán en el desierto.
Piensa muy bien en cuál es tu situación. Si tú corazón no te constriñe pensando en que Cristo murió por todos para que todos vivan para él  (2 Corintios 5:15) si no sientes el deseo de ir tras la conquista de la tierra prometida, es porque quizás no eres salvo.  Nadie se salva por obras, nadie vive para Cristo para ser salvo, pero si no vive para Cristo su salvación es duda.
Como dice Santiago: “Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras” (Santiago 2:18).
Siguen existiendo las dos generaciones, la generación que muere en el desierto y la generación que cumple con los propósitos de Dios ¿A cuál generación perteneces tú?




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