Descargar pdf
La Biblia dice en 1 Juan 2:6 que “el que
permanece en Cristo, debe andar como él anduvo”. Lo primero que se nos
viene a la mente al leer este versículo es que tenemos que ser tan santos como
Cristo, y eso sería maravilloso, pero es imposible ¿Qué significa entonces
andar como Cristo?
Lo que el versículo dice es que el que permanece en Cristo debe andar como él
anduvo. Podríamos leerlo de esta manera “si quieres permanecer en Cristo debes andar como él anduvo”
Empecemos entonces por analizar lo que significa
“permanecer en él”. Para permanecer en Cristo, primero tenemos que
estar en él ¿Y qué significa estar
en él?
1
Corintios 15:45 Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma
viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante. 15:46 Mas lo espiritual no es
primero, sino lo animal; luego lo espiritual. 15:47 El primer hombre es de la
tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. 15:48 Cual
el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también
los celestiales.
De acuerdo con este versículo, para los efectos
de Dios solamente existen dos hombres, uno es Adán, el hombre terrenal y el otro es Cristo, el hombre espiritual. Estos dos hombres son corporativos,
lo que significa que cuando Dios ve a uno de estos dos hombres ve a la
humanidad representada en ellos.
Suponga por un momento que para Dios hay dos cajas y toda la humanidad está
repartida en esas dos cajas. En una caja están todos los que pertenecen a la
familia de Adán y en otra caja están
todos los que pertenecen a la familia de Cristo. O estamos en la caja de Adán o estamos en la caja de Cristo.
Todos, absolutamente todos nacemos siendo de la
familia de Adán, eso quiere decir que en un principio, todos estamos en la caja
de Adán. Y todos los que están en la caja de Adán están condenados, de allí que necesitan cambiar de caja.
Para ello hay que morir y volver a nacer. Pero no tenemos que suicidarnos, Dios lo
hizo todo “en semejanza” o en
“simbolismo” de muerte y resurrección.
Romanos
6:3 ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos
sido bautizados en su muerte? 6:4 Porque somos sepultados juntamente con él
para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos
por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.
Dios estableció que fuéramos sepultados con
Cristo y vueltos a nacer con Cristo a
través del bautismo en agua. Lo que quiere decir es que cuando Cristo fue
sepultado, todos fuimos sepultados con él y cuando él resucitó, todos fuimos
resucitados con él. Pero, hay un pero y ese pero es que para que eso se haga
realidad en nosotros debemos creer en
Cristo y bautizarnos (Marcos 16:16).
Al bautizarnos, somos traslados de la caja de Adán a la caja de Cristo, por eso se dice que ahora estamos en Cristo.
Gálatas
3:27 porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis
revestidos.
En la caja de Adán tenemos puesta la ropa de
Adán, es decir, somos todo lo que es Adán, pero cuando nos bautizamos, somos
trasladados a la caja de Cristo y somos revestidos
de Cristo, entonces somos todo lo que Cristo es.
“Permaneced en mí, y
yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no
permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que
permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí
nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y
se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden.”
Juan 15:4-6:
Jesús dijo que permaneciéramos en su caja para
que pudiéramos dar fruto. Dijo que separados de él no podemos hacer nada. Para permanecer en Cristo tenemos que caminar de la misma manera que él caminó.
Eso no significa que tenemos hacer las mismas
cosas que hizo Jesús; lo que quiere decir es que debemos caminar de acuerdo con
el mismo principio de vida que el
caminó. ¿Cuál fue ese principio? Jesús dijo:
“¿No crees que yo soy en
el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi
propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. Creedme que
yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas
obras. De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago,
él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre”. (Juan 14:10-12).
Jesús reveló su modelo de vida, Jesús dijo que él no hacía nada, que el Padre era el que hacía todo por él,
que él no hablaba por sí mismo, sino que el Padre le ponía las palabras, y era
el Padre el que realizaba las obras.
Lo que Jesús estaba diciendo es que él era un
hombre cualquiera como usted y como yo, pero que estaba a disposición del Padre y el Padre obraba a través de él.
“Créan” dijo Jesús y “harán
obras mayores que las que yo hago, porque yo voy al Padre y el Padre vendrá a
ustedes en la persona del Espíritu Santo y estará con vosotros para siempre” (Juan 14:16-17).
Juan 14:20
En aquel día vosotros conoceréis que yo
estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.
Pues bien, tanto el Padre como el Hijo habitan
en el creyente que está en Cristo, por eso es que podemos andar como Cristo
anduvo. Tal vez entendemos esto con la mente, pero no con el corazón. ¿Cómo caminó Jesús? Caminó dependiendo
totalmente del Padre que habitaba en Él.
Gálatas
2:20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo
en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el
cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
Pablo nos quiere dejar claro que el Hijo de Dios
ha venido a morar en nosotros con el fin de hacer las cosas por nosotros, que
hemos sido crucificados en el bautismo con ese fin.
El secreto de la vida cristiana es dejar que Jesús viva por nosotros, así
como Jesús dejó que el Padre viviera por él. Lo único que tenemos que hacer es
confiar en él. Nuestro problema es que
no dejamos a Jesús actuar.
Si estamos en Cristo debemos mostrar una
dependencia continua en él, eso es lo que quiere decir permanecer
en Él.
Juan 15:6
El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los
recogen, y los echan en el fuego, y arden. 15:7 Si permanecéis en mí, y mis
palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.
15:8 En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así
mis discípulos. 15:9 Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado;
permaneced en mi amor.
El que no permanece en Cristo, es decir el que insiste en vivir por sí mismo, se
secará y será echado en el fuego. El que permanece confiando en Cristo, puede
pedir lo quiera y le será hecho. Y el Padre hará que lleve fruto para que él
sea glorificado.
1 Juan 1:6
Si decimos que tenemos comunión con él y andamos en tinieblas, mentimos y no
practicamos la verdad.
Dice el apóstol Juan que hay creyentes que dicen
vivir en comunión con Dios pero en realidad andan en tinieblas, son mentirosos
que no practican la verdad.
¿A qué se
refiere? La mayoría de personas que leen este versículo creen que el mismo
está hablando de creyentes pecadores, pero no es así. Si consideramos esa frase de este modo, estamos
confundiendo la causa con el efecto.
El versículo no dice que andan en pecado, lo que
dice es que no están en comunión con
Dios. No estar en comunión con Dios, es andar
en tinieblas y andar en tinieblas es andar sin la verdad de Dios.
Esto nos lleva a la conclusión de que andar en comunión con Dios no es andar
libre de pecado, más bien es andar en la
verdad de Dios. Y el que anda en la verdad de Dios, anda como Cristo anduvo, no solamente confía en el Padre, sino que
anda en comunión con él, es decir, permanece
en su verdad.
1 Juan 1:1
Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con
nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al
Verbo de vida 1:2 (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y
testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se
nos manifestó); 1:3 lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que
también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión
verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.
Los apóstoles vieron, testificaron y anunciaron
a Jesús, en el cual estaba la vida eterna, ellos lo anunciaron en comunión, porque todos tenían la misma verdad y nos comunicaron esa
verdad para que nosotros también
tengamos comunión unos con otros.
Esto nos sirve de ejemplo para afirmar que el que no cree en Cristo como el hijo
de Dios que da vida eterna, no anda en la verdad y no está en comunión con Dios ni tampoco anda como Cristo anduvo.
La palabra comunión viene del latín Communio, que significa participación en lo común, estar de acuerdo con algo, unanimidad. Resumimos entonces que estar
en comunión con Dios es creer en su palabra.
1 Juan 1:4
Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido. 1:5 Este es el
mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas
tinieblas en él.
La palabra de Dios es su verdad absoluta, es la luz, cualquier otra palabra no es
luz sino tinieblas. Volvamos al bautismo para que nos sirva de ejemplo:
Jesús dijo que para ser salvos y
convertirnos en hijos de Dios había que creer
y bautizarnos (Marcos 16.16),
esa es la verdad absoluta de Dios confirmada por los apóstoles.
Sin embargo, en el 99% de las denominaciones cristianas
enseñan que con tan solo creer en
Cristo las personas son salvas. O sea, que ese 99% de las congregaciones no están en comunión con Dios, no andan
como anduvo Cristo porque no permanecen
en su verdad absoluta, sino que enseñan una media verdad, la cual se termina convirtiendo en una mentira que les impide a los creyentes alcanzar
la salvación.
Dios es luz, cualquier enseñanza que contradiga la luz es oscuridad. Esas tantas congregaciones dicen que tienen comunión con Dios, pero en
realidad andan en tinieblas porque no
practican la verdad.
1 Juan 1:
7 Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros,
y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.
Si caminamos en la luz o sea en la verdad,
tenemos comunión con Dios y la sangre de
Jesús nos limpia de todo pecado. En otras palabras, solo permaneciendo en la
verdad absoluta de Dios, la sangre de Jesús nos limpia de todo pecado; si no andamos en la verdad, nuestros pecados
no son perdonados.
Andar en comunión con no es sinónimo de santidad, porque usted y yo al igual que los
apóstoles, tenemos pecado y lo tendremos hasta el día de nuestra muerte.
Los
apóstoles eran pecadores pero tenían comunión con Dios porque guardaban su
palabra, y guardar la palabra Dios no es ser una persona sin pecado, sino mantenerse en su verdad.
Algunos
religiosos enseñan que si morimos con algún pecado no seremos salvos, pero eso
es absolutamente falso porque no hay una sola persona que no muera con algún
pecado. Veamos lo que sigue diciendo la
Palabra de Dios:
1 Juan 1:8 Si decimos que no tenemos pecado, nos
engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. 1:9 Si confesamos
nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y
limpiarnos de toda maldad. 1:10 Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él
mentiroso, y su palabra no está en nosotros.
Dice
la palabra de Dios que si afirmamos que no tenemos pecado, la verdad no está en
nosotros, no tenemos comunión con Dios y andamos en tinieblas, además estaríamos haciendo mentiroso a Dios
porque Él afirma que sí tenemos pecado.
El
versículo utiliza el verbo tenemos,
en un presente eterno, no dice “tuvimos”,
porque somos pecadores asiduos y pecaremos mientras estemos en la tierra.
Entonces o andamos en la luz o andamos en tinieblas; el que anda en la luz confiesa que peca, el que anda en tinieblas
niega esa verdad.
Andar es un modelo
de vida, una práctica constante; tiene una dirección, una
continuidad y un destino. Por ejemplo, si una persona va hacia el sur no va a
llegar al norte; si se dirige a una dirección no va a llegar a otra; además va
a caminar de manera continua siguiendo esa dirección hasta llegar a su destino.
La acción de caminar
lleva en sí misma una separación;
por lo tanto, mientras más caminas, más separado estarás de donde estabas al
principio. Si tenemos la vida eterna como destino, no podemos llegar a ella
tomando la dirección equivocada.
Si
afirmamos que no somos pecadores, no podemos llegar a nuestro destino, porque
no andamos en la luz, que sería el andar correcto, sino en la oscuridad y por
el contrario nos alejamos de nuestro destino.
No debemos negar que tenemos pecados, sino confesar que los tenemos, entonces la sangre de Jesús cumple su
cometido de limpiarnos y podemos proseguir a la meta, porque andamos en
comunión con él, o sea de acuerdo con su Palabra.
Si
niegas que pecas, caminas en la oscuridad y tienes comunión con Satanás y no
con Dios y la sangre de Jesús no tiene ningún efecto en ti. El
modelo del mundo es negar que se peca y el modelo divino es aceptar que se
peca.
En el
capítulo 18 de Lucas, el Señor Jesús relata la parábola de dos hombres que
subieron al templo a adorar, uno era fariseo
y el otro publicano.
El fariseo se
creía justo y sin pecado, se jactaba y se comparaba con el publicano. En
cambio, el publicano reconocía que era pecador, estaba arrepentido de sus
pecados y le suplicaba al Señor por el perdón ¿Quién salió justificado? El
publicano que aceptó ser pecador.
En la mayoría de las denominaciones cristianas enseñan
que el
pecado rompe la comunión con Dios. Al decir eso, no están entendiendo
lo que significa la palabra comunión. Creo que confunden comunión con comunicación que no es lo mismo. Lo único
cierto es que los que no están en comunión con Dios, no pueden tener
comunicación con él.
Podemos
pecar y andar en comunión con Dios, es decir permaneciendo en su verdad. Caso
contrario, podemos no pecar y sin
embargo no andar en comunión con
Dios porque no permanecemos en su verdad.
El ejemplo
lo podemos ver en denominaciones como la de los Testigos de Jehová que niegan que Cristo es el hijo de Dios. Ellos
tratan de no pecar, tratan de hacer buenas obras, pero aunque hagan buenas
obras y se esfuercen por no pecar, aun
así, no están en comunión con Dios porque niegan la verdad.
Hebreos
8:12 Porque seré propicio a sus injusticias, Y nunca más me acordaré de sus
pecados y de sus iniquidades.
Dios dice que no se acordara del pecado ni de
las injusticias del hombre, pero no de cualquier hombre, sino de aquel que está
en la caja de Cristo, de aquel que anda en comunión con él y permanece en su
verdad.
Si usted cree que Dios se acordará de alguno de
sus pecados, entonces usted no está permaneciendo en la verdad, usted no está
andando en comunión con Dios.
Romanos
5:20
dice que al abundar el pecado
sobreabundó la gracia o sea que no se cortó la comunicación con Dios, más
bien la gracia de Dios aumentó. Lo
cierto es que si no hubiera pecado, no sería necesaria la gracia.
No crean que estoy defendiendo el pecado, lo que
estoy defendiendo es la verdad. De todas
formas, el pecado no se enseñoreará de los que estamos en Cristo, es decir no tiene poder sobre nosotros, porque no estamos bajo la ley sino bajo la
gracia (Romanos 6:14).
La ley nos acusaba y nos condenaba, mientras que
la gracia nos perdona y nos da el poder para cada día pecar menos, ese poder es
Cristo en nosotros.
Romanos
8:1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús,
los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
No hay ninguna condenación para los que están en
Cristo, aquellos que no andan conforme a la carne, es decir confiando en sí
mismos, sino que andan conforme el Espíritu Santo, o sea, confiando en que el
Espíritu Santo te dará la victoria. En otras palabras, andan como anduvo Cristo.
¿Abraham
fue pecador? Sí, pero él creía en Dios, él estaba bajo la ley de Moisés pero se acogió al modelo divino de la fe. David vivió bajo la ley y él sabía que caminar
bajo la fe, quebraba la ley de Moisés. Él dijo: “Dichoso aquel a quien se le perdonan sus trasgresiones, a quien se le
borran sus pecados. Dichoso aquel a quien el Señor no toma en cuenta su maldad
y en cuyo espíritu no hay engaño” (Salmo
32:1-2)
Dichoso el hombre que se le han perdonado los
pecados y cuando peca, Dios no registra su pecado, eso fue lo que dijo y creyó
David viviendo bajo la ley y fue perdonado.
Nosotros somos gente de fe, andamos como anduvo Cristo. Él es el autor y consumador de la fe (Hebreos 12:2). Nosotros usamos el estándar de Jesús en nuestro
caminar.
Hay dos cosas que necesitamos saber de Dios, a) que es fiel y b) que es justo. Estas son dos cualidades de
Dios: fidelidad y justicia. Él ha creado un
pacto y lo mantiene, él prometió no acordarse de nuestros pecados y Él no
puede mentir, es imposible que mienta, su fidelidad es importante, así que es
imposible que el pecado rompa nuestra comunión y nuestra comunicación con Dios
Dios es justo y fiel para perdonar, su fidelidad
y justicia vienen a nosotros en el momento de ser perdonados en el bautismo (Hechos 2:38, 22:16).
Estas dos cualidades no están aisladas de Dios, estas son el motivo o factor
principal por lo cual Dios nos perdona. ¿Qué significa que Dios es justo?
Significa que puedes depender de Él, pues Dios es fiel para mantener sus
promesas.
Hebreos 10:23 Mantengamos firme, sin fluctuar,
la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.
Permanezcamos en Cristo, firmes en la fe, sin
fluctuar, porque fiel es el que prometió. ¿Qué es lo necesitamos entender? Lo
que entendimos al momento del bautismo ¿Cuántos de ustedes se sintieron limpios
de pecado después que salieron del bautismo? ¿Qué fue lo que limpió su pecado?
¿El agua o la Sangre de Jesucristo? Ahora, ¿Cuántos de ustedes se sienten tan limpios
como el día que salieron del bautismo? ¿No te sientes limpio? ¿Acaso la sangre
de Cristo perdió su poder, al momento de salir de las aguas del bautismo?
La verdad es que la sangre de Cristo que te limpió en el momento del bautismo es la
misma sangre que te mantiene limpio día con día, eso es lo que llamamos el Evangelio, las buenas noticias.
El mensaje es claro, podemos sentirnos limpios
ahora mismo, al igual que nos sentimos el día que salimos de las aguas del bautismo,
porque la redención que Jesús hizo fue eterna (Hebreos 9:12), lo único que necesitas es permanecer en su verdad.
Jesus es la verdad, no solamente la verdad, también es el
camino y la vida (Juan 14:6), pero principalmente la verdad, porque su
verdad te mantiene en ese camino y en la vida. Él dijo: “permaneced en mí” o sea “permaneced en mi verdad, porque yo soy la
verdad”.
Hay creyentes que viven acusados por su conciencia
y por sus sentimientos. Eso es así porque no tienen arraigada en su corazón la
verdad de que Dios no se acordará de sus pecados.
Eso es muy peligroso porque lo que nos separa de
Cristo es la incredulidad. Debemos dejar de creer a nuestros sentimientos
y basarnos únicamente en el conocimiento
de la Palabra de Dios. Tenemos que dejar que nuestro conocimiento de la verdad absoluta de Dios determine
nuestras emociones y no al revés.
¿Cómo nos sentimos justos o sucios? Generalmente
nos sentimos sucios y esto es porque sabemos que volveremos a cometer pecado.
Cuando nuestras emociones dictan los hechos estamos en problemas. Es entonces
cuando debemos recordar que Dios no ve nuestros
pecados, él solamente ve en la caja
en que permanecemos.
Recordemos que nuestro pecado fue pagado por
Jesucristo en la Cruz, sobre su espalda fue toda nuestra culpa y el pagó toda
nuestra deuda. Entonces, nuestro pecado
no se fue sin castigo.
1 Juan 2:1
Mis queridos hijos, les escribo estas cosas para que no pequen. Pero si alguno
peca, tenemos ante el Padre a un intercesor, a Jesucristo, el Justo.
Lo que Juan está diciendo es: “No estoy escribiendo estas cosas para
motivarles a que pequen, estoy escribiendo estas cosas para que no pequen, pues
han sido limpiados por la sangre de Cristo”.
Dios puso
nuestro pecado sobre Jesucristo, esta es la
primera mitad de la historia de la salvación, la segunda mitad es que
Dios tomó a Jesucristo, quien fue justo y esa
justicia la puso en nosotros. Jesús tomó nuestro pecado y nos dio su justicia:
2
Corintios 5:21 Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros
fuésemos hechos justicia de Dios en él.
El que no conoció pecado se hizo pecado para que
nosotros fuésemos justificados. Dios no te pide que te justifiques, ya Cristo
te justificó, si tratas de justificarte,
entonces por demás murió Cristo (Gálatas
2:21) Lo que Dios te pide es que camines
como anduvo Cristo. Eso se resume en confiar
en él y permanecer en su verdad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario