viernes, 5 de mayo de 2017

ANDAR COMO CRISTO ANDUVO

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La Biblia dice en 1 Juan 2:6 que “el que permanece en Cristo, debe andar como él anduvo”. Lo primero que se nos viene a la mente al leer este versículo es que tenemos que ser tan santos como Cristo, y eso sería maravilloso, pero es imposible ¿Qué significa entonces andar como  Cristo?
Lo que el versículo dice es que el que permanece en Cristo debe andar como él anduvo. Podríamos leerlo de esta manera “si quieres permanecer en Cristo debes andar como él anduvo
Empecemos entonces por analizar lo que significa  permanecer en él”.  Para permanecer en Cristo, primero tenemos que estar en él ¿Y qué significa estar en él?

1 Corintios 15:45 Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante. 15:46 Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual. 15:47 El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. 15:48 Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales.

De acuerdo con este versículo, para los efectos de Dios solamente existen dos hombres, uno es Adán, el hombre terrenal y el otro es Cristo, el hombre espiritual. Estos dos hombres son corporativos, lo que significa que cuando Dios ve a uno de estos dos hombres ve a la humanidad representada en ellos.
Suponga por un momento que para Dios hay dos cajas y toda la humanidad está repartida en esas dos cajas. En una caja están todos los que pertenecen a la familia de  Adán y en otra caja están todos los que pertenecen a la familia de Cristo. O estamos en la caja de Adán o estamos en la caja de Cristo.
Todos, absolutamente todos nacemos siendo de la familia de Adán, eso quiere decir que en un principio, todos estamos en la caja de Adán. Y todos los que están en la caja de Adán están condenados, de allí que necesitan cambiar de caja.
Para ello hay que morir y volver a nacer. Pero no tenemos que suicidarnos, Dios lo hizo todo “en semejanza” o en “simbolismo” de muerte y resurrección.

Romanos 6:3 ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? 6:4 Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.

Dios estableció que fuéramos sepultados con Cristo y vueltos a nacer con Cristo a través del bautismo en agua. Lo que quiere decir es que cuando Cristo fue sepultado, todos fuimos sepultados con él y cuando él resucitó, todos fuimos resucitados con él. Pero, hay un pero y ese pero es que para que eso se haga realidad en nosotros debemos creer en Cristo y bautizarnos (Marcos 16:16). Al bautizarnos, somos traslados de la caja de Adán a la caja de  Cristo, por eso se dice que ahora estamos en Cristo.

Gálatas 3:27 porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos.

En la caja de Adán tenemos puesta la ropa de Adán, es decir, somos todo lo que es Adán, pero cuando nos bautizamos, somos trasladados a la caja de Cristo y somos revestidos de Cristo, entonces somos todo lo que Cristo es.

Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.  Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden.”
Juan 15:4-6:


Jesús dijo que permaneciéramos en su caja para que pudiéramos dar fruto. Dijo que separados de él no podemos hacer nada. Para permanecer en Cristo tenemos que caminar de la misma manera que él caminó.
Eso no significa que tenemos hacer las mismas cosas que hizo Jesús; lo que quiere decir es que debemos caminar de acuerdo con el mismo principio de vida que el caminó.  ¿Cuál fue ese principio?  Jesús dijo:

“¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras. De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre”. (Juan 14:10-12).

Jesús reveló su modelo de vida, Jesús dijo que él no hacía nada, que el Padre era el que hacía todo por él, que él no hablaba por sí mismo, sino que el Padre le ponía las palabras, y era el Padre el que realizaba las obras.
Lo que Jesús estaba diciendo es que él era un hombre cualquiera como usted y como yo, pero que estaba a disposición del Padre y el Padre obraba a través de él.
Créandijo Jesús yharán obras mayores que las que yo hago, porque yo voy al Padre y el Padre vendrá a ustedes en la persona del Espíritu Santo y estará con vosotros para siempre” (Juan 14:16-17).

Juan 14:20 En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.

Pues bien, tanto el Padre como el Hijo habitan en el creyente que está en Cristo, por eso es que podemos andar como Cristo anduvo. Tal vez entendemos esto con la mente, pero no con el corazón. ¿Cómo caminó Jesús? Caminó dependiendo totalmente del Padre que habitaba en Él.

Gálatas 2:20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.

Pablo nos quiere dejar claro que el Hijo de Dios ha venido a morar en nosotros con el fin de hacer las cosas por nosotros, que hemos sido crucificados en el bautismo con ese fin.
El  secreto de la vida cristiana es dejar que Jesús viva por nosotros, así como Jesús dejó que el Padre viviera por él. Lo único que tenemos que hacer es confiar en él. Nuestro problema  es que no dejamos a Jesús actuar. 
Si estamos en Cristo debemos mostrar una dependencia continua en él, eso es lo que quiere decir  permanecer en Él.

Juan 15:6 El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. 15:7 Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. 15:8 En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. 15:9 Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor.

El que no permanece en Cristo, es decir el que insiste en vivir por sí mismo, se secará y será echado en el fuego. El que permanece confiando en Cristo, puede pedir lo quiera y le será hecho. Y el Padre hará que lleve fruto para que él sea glorificado.

1 Juan 1:6 Si decimos que tenemos comunión con él y andamos en tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad.
 
Dice el apóstol Juan que hay creyentes que dicen vivir en comunión con Dios pero en realidad andan en tinieblas, son mentirosos que no practican la verdad.
¿A qué se refiere? La mayoría de personas que leen este versículo creen que el mismo está hablando de creyentes pecadores, pero no es así. Si  consideramos esa frase de este modo, estamos confundiendo la causa con el efecto.
El versículo no dice que andan en pecado, lo que dice es que no están en comunión con Dios. No estar en comunión con Dios, es andar en tinieblas y andar en tinieblas es andar sin la verdad de Dios.
Esto nos lleva a la conclusión de que andar en comunión con Dios no es andar libre de pecado, más bien es andar en la verdad de Dios. Y el que anda en la verdad de Dios, anda como Cristo anduvo, no solamente confía en el Padre, sino que anda en comunión con él, es decir, permanece en su verdad.

1 Juan 1:1 Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida 1:2 (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); 1:3 lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.

Los apóstoles vieron, testificaron y anunciaron a Jesús, en el cual estaba la vida eterna, ellos lo anunciaron en comunión, porque todos tenían la misma verdad y nos comunicaron esa verdad para que nosotros también tengamos comunión unos con otros.
Esto nos sirve de ejemplo para afirmar que el que no cree en Cristo como el hijo de Dios que da vida eterna, no anda en la verdad y  no está en comunión con Dios ni tampoco anda como Cristo anduvo.
La palabra comunión viene del latín Communio, que significa participación en lo común, estar de acuerdo con algo, unanimidad. Resumimos entonces que estar en comunión con Dios es creer en su palabra.

1 Juan 1:4 Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido. 1:5 Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él.

La palabra de Dios es su verdad absoluta, es la luz, cualquier otra palabra no es luz sino tinieblas.  Volvamos al bautismo para que nos sirva de ejemplo: Jesús dijo que para ser salvos y convertirnos en hijos de Dios había que creer y bautizarnos (Marcos 16.16), esa es la verdad absoluta de Dios confirmada por los apóstoles.
Sin embargo, en el 99% de las denominaciones cristianas enseñan que con tan solo creer en Cristo las personas son salvas. O sea, que ese 99% de las congregaciones no están en comunión con Dios, no andan como anduvo Cristo porque no permanecen en su verdad absoluta, sino que enseñan una media verdad, la cual se termina convirtiendo en una mentira que les impide a los creyentes alcanzar la salvación.
Dios es luz, cualquier enseñanza que contradiga la luz es oscuridad.  Esas tantas congregaciones dicen que tienen comunión con Dios, pero en realidad  andan en tinieblas porque no practican la verdad.

1 Juan 1: 7 Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.

Si caminamos en la luz o sea en la verdad, tenemos comunión con Dios y la sangre de Jesús nos limpia de todo pecado. En otras palabras, solo permaneciendo en la verdad absoluta de Dios, la sangre de Jesús nos limpia de todo pecado; si no andamos en la verdad, nuestros pecados no son perdonados. 
Andar en comunión con no es sinónimo de santidad, porque usted y yo al igual que los apóstoles, tenemos pecado y lo tendremos hasta el día de nuestra muerte.
Los apóstoles eran pecadores pero tenían comunión con Dios porque guardaban su palabra,  y guardar la palabra Dios no es ser una persona sin pecado, sino mantenerse en su verdad.
Algunos religiosos enseñan que si morimos con algún pecado no seremos salvos, pero eso es absolutamente falso porque no hay una sola persona que no muera con algún pecado.  Veamos lo que sigue diciendo la Palabra de Dios:

1 Juan 1:8 Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. 1:9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. 1:10 Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.

Dice la palabra de Dios que si afirmamos que no tenemos pecado, la verdad no está en nosotros, no tenemos comunión con Dios y andamos en tinieblas,  además estaríamos haciendo mentiroso a Dios porque Él afirma que sí tenemos pecado.
El versículo utiliza el verbo tenemos, en un presente eterno, no dice “tuvimos”, porque somos pecadores asiduos y pecaremos mientras estemos en la tierra. Entonces o andamos en la luz o andamos en tinieblas; el que anda en la luz confiesa que peca, el que anda en tinieblas niega esa verdad.
Andar es un modelo de vida, una práctica constante; tiene una dirección, una continuidad y un destino. Por ejemplo, si una persona va hacia el sur no va a llegar al norte; si se dirige a una dirección no va a llegar a otra; además va a caminar de manera continua siguiendo esa dirección hasta llegar a su destino.
La acción de caminar lleva en sí misma una separación; por lo tanto, mientras más caminas, más separado estarás de donde estabas al principio. Si tenemos la vida eterna como destino, no podemos llegar a ella tomando la dirección equivocada.
Si afirmamos que no somos pecadores, no podemos llegar a nuestro destino, porque no andamos en la luz, que sería el andar correcto, sino en la oscuridad y por el contrario nos alejamos de nuestro destino.
No debemos negar que tenemos pecados, sino confesar que los tenemos, entonces la sangre de Jesús cumple su cometido de limpiarnos y podemos proseguir a la meta, porque andamos en comunión con él, o sea de acuerdo con su Palabra.
Si niegas que pecas, caminas en la oscuridad y tienes comunión con Satanás y no con Dios y la sangre de Jesús no tiene ningún efecto en ti.  El modelo del mundo es negar que se peca y el modelo divino es aceptar que se peca.
En el capítulo 18 de Lucas, el Señor Jesús relata la parábola de dos hombres que subieron al templo a adorar, uno era fariseo y el otro publicano.
El fariseo se  creía justo y sin pecado, se jactaba y se comparaba con el publicano. En cambio, el publicano reconocía que era pecador, estaba arrepentido de sus pecados y le suplicaba al Señor por el perdón ¿Quién salió justificado? El publicano que aceptó ser pecador.
En la mayoría de las denominaciones cristianas enseñan que el pecado rompe la comunión con Dios. Al decir eso, no están entendiendo lo que significa la palabra comunión. Creo que confunden comunión con comunicación que no es lo mismo. Lo único cierto es que los que no están en comunión con Dios, no pueden tener comunicación con él.
Podemos pecar y andar en comunión con Dios, es decir permaneciendo en su verdad. Caso contrario, podemos no pecar y sin embargo no andar en comunión con Dios porque no permanecemos en su verdad.  
El ejemplo lo podemos ver en denominaciones como la de los Testigos de Jehová que niegan que Cristo es el hijo de Dios. Ellos tratan de no pecar, tratan de hacer buenas obras, pero aunque hagan buenas obras y  se esfuercen por no pecar, aun así, no están en comunión con Dios porque niegan la verdad.

Hebreos 8:12 Porque seré propicio a sus injusticias, Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades.

Dios dice que no se acordara del pecado ni de las injusticias del hombre, pero no de cualquier hombre, sino de aquel que está en la caja de Cristo, de aquel que anda en comunión con él y permanece en su verdad.
Si usted cree que Dios se acordará de alguno de sus pecados, entonces usted no está permaneciendo en la verdad, usted no está andando en comunión con Dios.
Romanos 5:20 dice que al abundar el pecado sobreabundó la gracia o sea que no se cortó la comunicación con Dios, más bien la gracia de Dios aumentó.  Lo cierto es que si no hubiera pecado, no sería necesaria la gracia.
No crean que estoy defendiendo el pecado, lo que estoy defendiendo es la verdad.  De todas formas, el pecado no se enseñoreará  de los que estamos en Cristo,  es decir no tiene poder sobre nosotros, porque no estamos bajo la ley sino bajo la gracia (Romanos 6:14).
La ley nos acusaba y nos condenaba, mientras que la gracia nos perdona y nos da el poder para cada día pecar menos, ese poder es Cristo en nosotros.

Romanos 8:1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.

No hay ninguna condenación para los que están en Cristo, aquellos que no andan conforme a la carne, es decir confiando en sí mismos, sino que andan conforme el Espíritu Santo, o sea, confiando en que el Espíritu Santo te dará la victoria. En otras palabras, andan como anduvo Cristo.
¿Abraham fue pecador? Sí, pero él creía en Dios, él estaba bajo la ley de Moisés pero se acogió al modelo divino de la fe. David vivió bajo la ley y él sabía que caminar bajo la fe, quebraba la ley de Moisés. Él dijo: “Dichoso aquel a quien se le perdonan sus trasgresiones, a quien se le borran sus pecados. Dichoso aquel a quien el Señor no toma en cuenta su maldad y en cuyo espíritu no hay engaño” (Salmo 32:1-2)
Dichoso el hombre que se le han perdonado los pecados y cuando peca, Dios no registra su pecado, eso fue lo que dijo y creyó David viviendo bajo la ley y fue perdonado.
Nosotros somos gente de fe, andamos como anduvo Cristo. Él es el autor  y consumador de la fe (Hebreos 12:2). Nosotros usamos el estándar de Jesús en nuestro caminar.
Hay dos cosas que necesitamos saber de Dios, a) que es fiel y b) que es justo. Estas son dos cualidades de Dios: fidelidad y justicia. Él ha creado un pacto y lo mantiene, él prometió no acordarse de nuestros pecados y Él no puede mentir, es imposible que mienta, su fidelidad es importante, así que es imposible que el pecado rompa nuestra comunión y nuestra comunicación con Dios 
Dios es justo y fiel para perdonar, su fidelidad y justicia vienen a nosotros en el momento de ser perdonados en el bautismo (Hechos 2:38, 22:16). Estas dos cualidades no están aisladas de Dios, estas son el motivo o factor principal por lo cual Dios nos perdona. ¿Qué significa que Dios es justo? Significa que puedes depender de Él, pues Dios es fiel para mantener sus promesas.

 Hebreos 10:23 Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.

Permanezcamos en Cristo, firmes en la fe, sin fluctuar, porque fiel es el que prometió. ¿Qué es lo necesitamos entender? Lo que entendimos al momento del bautismo ¿Cuántos de ustedes se sintieron limpios de pecado después que salieron del bautismo? ¿Qué fue lo que limpió su pecado? ¿El agua o la Sangre de Jesucristo? Ahora, ¿Cuántos de ustedes se sienten tan limpios como el día que salieron del bautismo? ¿No te sientes limpio? ¿Acaso la sangre de Cristo perdió su poder, al momento de salir de las aguas del bautismo?
La verdad es que la sangre de Cristo que te limpió en el momento del bautismo es la misma sangre que te mantiene limpio día con día, eso es lo que llamamos el Evangelio, las buenas noticias.
El mensaje es claro, podemos sentirnos limpios ahora mismo, al igual que nos sentimos el día que salimos de las aguas del bautismo, porque la redención que Jesús hizo fue eterna (Hebreos 9:12), lo único que necesitas es permanecer en su verdad.
Jesus  es la verdad, no solamente la verdad, también  es el camino y la vida (Juan 14:6),  pero principalmente la verdad, porque su verdad te mantiene en ese camino y en la vida. Él dijo: “permaneced en mí” o sea “permaneced en mi verdad, porque yo soy la verdad”.
Hay creyentes que viven acusados por su conciencia y por sus sentimientos. Eso es así porque no tienen arraigada en su corazón la verdad de que Dios no se acordará de sus pecados.
Eso es muy peligroso porque lo que nos separa de Cristo es la incredulidad.  Debemos dejar de creer a nuestros sentimientos y basarnos únicamente en el  conocimiento de la Palabra de Dios. Tenemos que dejar que nuestro conocimiento  de la verdad absoluta de Dios determine nuestras emociones y no al revés.
¿Cómo nos sentimos justos o sucios? Generalmente nos sentimos sucios y esto es porque sabemos que volveremos a cometer pecado. Cuando nuestras emociones dictan los hechos estamos en problemas. Es entonces cuando debemos recordar que Dios no ve nuestros pecados, él solamente ve en la caja en que permanecemos.
Recordemos que nuestro pecado fue pagado por Jesucristo en la Cruz, sobre su espalda fue toda nuestra culpa y el pagó toda nuestra deuda. Entonces, nuestro pecado no se fue sin castigo.

1 Juan 2:1 Mis queridos hijos, les escribo estas cosas para que no pequen. Pero si alguno peca, tenemos ante el Padre a un intercesor, a Jesucristo, el Justo.

Lo que Juan está diciendo es: “No estoy escribiendo estas cosas para motivarles a que pequen, estoy escribiendo estas cosas para que no pequen, pues han sido limpiados por la sangre de Cristo”.
Dios puso nuestro pecado sobre Jesucristo, esta es la  primera mitad de la historia de la salvación, la segunda mitad es que Dios tomó a Jesucristo, quien fue justo y esa justicia la puso en nosotros. Jesús tomó nuestro pecado y nos dio su justicia:

2 Corintios 5:21 Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.


El que no conoció pecado se hizo pecado para que nosotros fuésemos justificados. Dios no te pide que te justifiques, ya Cristo te justificó, si tratas de justificarte, entonces por demás murió Cristo (Gálatas 2:21) Lo que Dios te pide es que camines como anduvo Cristo. Eso se resume en confiar en él y permanecer en su verdad.

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