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¿Existe el infierno? Claro
que existe, a pesar de que a nadie le guste esa verdad. De hecho, la idea de que aquellas personas que queremos pasen una eternidad en el infierno
es desgarradora.
Hay
denominaciones religiosas que distorsionan esta realidad y enseñan que el
infierno es simplemente el lugar de los muertos. Que cuando una persona muere
es como si durmiera, que al final de los tiempos serán resucitados los que
estarán con Cristo, y los demás será eliminados o vueltos a dormir para
siempre. Su doctrina se basa en que Dios
es amor y no va a atormentar a nadie por una eternidad, pero eso no es una
verdad absoluta, es una media verdad que se convierte en mentira.
La
media verdad es que Dios es amor, la
mentira se da cuando dicen que Dios no
va a atormentar a nadie. La verdad absoluta es que si bien es cierto que
Dios es amor, también es cierto que muchos
irán al infierno para ser atormentados por toda la eternidad.
Lucas 12:4 Mas os digo, amigos míos: No temáis a
los que matan el cuerpo, y después nada más pueden hacer. 12:5 Pero os enseñaré
a quién debéis temer: Temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene
poder de echar en el infierno; sí, os digo, a éste temed.
Nuestro
Señor Jesús dijo que el infierno era una
realidad. Que no le tuviéramos miedo a los que le dan muerte al cuerpo, sino
que le tuviéramos miedo a Aquel que después de que hemos muerto, envíe nuestros
espíritus al infierno.
Mateo 25:41 Entonces dirá también a los de la
izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y
sus ángeles.
El infierno es una realidad, es algo que la Biblia enseña, y aunque
no podemos comprender plenamente a Dios, debemos aceptar la realidad.
Analicemos algunas razones por las cuales existe el infierno:
REFLEJA LA SANTIDAD DE DIOS
El infierno refleja la
santidad de Dios. Los creyentes hablan de ver al “Dios de amor”, como una experiencia maravillosa, pero la Biblia explica que la santidad de
Dios es tan grande que si alguien pudiera verlo moriría.
Moisés insistía en ver a Dios y Dios le dijo: “No
podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá” (Éxodo 33:20).
Aun el pecado más insignificante en la presencia
de Dios conduce a la aniquilación inmediata, la única manera de ver a Dios y no morir es estar en santidad y esa santidad se obtiene únicamente estando en Cristo Jesús (1 Corintios 1:30).
Isaías 6:5 Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto;
porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que
tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos. 6:6
Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido,
tomado del altar con unas tenazas; 6:7 y tocando con él sobre mi boca, dijo: He
aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado.
Cuando Isaías
vio a Dios en su trono, se postró sobre su rostro, aterrorizado y seguro de que estaba a punto de morir, y hubiese muerto, pero un ángel tocó
sus labios y lo limpió de toda culpa
y de todo pecado para que no muriera y pudiera permanecer en su presencia.
Isaías creyó
que era un ángel el que lo había limpiado, pero no era un ángel, era el
mismísimo Hijo de Dios el que lo limpió porque la palabra de Dios enseña que es
Jesús el que nos limpia de todo pecado (1 Juan 1:7).
El día de mañana, no podrás
estar ante la presencia de Dios, al menos que hayas sido limpiado por la sangre
de Jesús, y si no has sido limpiado por esa preciosa sangre, serás enviado al fuego del infierno.
La verdad es que el infierno
nos habla de la magnitud de la santidad de Dios, el infierno es lo que es porque la santidad de Dios es lo que es.
El infierno no es ni un solo grado más caliente
de lo que nuestros pecados demandan que sea,
cada llama del infierno está allí por culpa de nuestros pecados.
La rectitud y justa santidad
de Dios debe dejarnos
boquiabiertos, debe hacernos temblar ante su grandeza y majestad
y debe hacernos sentir merecedores del infierno.
Si bien es cierto que
Dios es amor, también es fuego
consumidor (Hebreos 12:29) para
aquellos que rechazan su amor y su perdón.
De tal manera que cuando
algunas denominaciones religiosas minimizan el infierno y no le dan la
importancia que tiene, también minimizan los medios que Dios puso a nuestra
disposición para justificarnos.
Algunas personas tratan de evitar la idea del infierno diciendo: “Ese
Dios consumidor era el Dios del Antiguo
Testamento”, el Dios
del Nuevo Testamento es la imagen de Jesús,
un Dios lleno de amor y compasión que no va a mandar a nadie al infierno
por toda la eternidad.
Sin embargo, la biblia dice
en Dios no hay mudanza, ni sombra de
variación (Santiago 1:17), es decir,
Dios es el mismo hoy, ayer y por los
siglos, en otras palabras, el Dios del nuevo testamento es el mismo Dios del
viejo Testamento.
La diferencia está en Jesús, él es a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su
sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su
paciencia, los pecados pasados (Romanos
3:25).
Dios sigue siendo fuego
consumidor, si no te consume a ti ni a mí se debe al Señor Jesús. Si bien es
cierto que el hijo de Dios se presentó manso y dispuesto a morir, lo hizo por
nuestro perdón, pero el Jesús que vendrá por segunda vez no tendrá compasión
para aquellos que lo rechazaron.
Y lo extraño es que cuando
comienzas a leer los evangelios, te das cuenta que aquel Jesús manso y amoroso fue quien
más habló del infierno. De hecho, si cuentas los versículos, te darás cuenta que Jesús habló más sobre el infierno
que sobre el cielo.
Bertrand Russell, uno de los ateos más famosos de la historia,
dijo en su libro “¿Por qué no soy un Cristiano?” que la enseñanza
de Jesús sobre el infierno
es “el defecto profundo
en el carácter de Cristo”, razón que le era suficiente
para no creer en él”.
Esto
nos lleva a entender, que si queremos evitar la idea del infierno,
no podemos hacerlo enfocándonos en Jesús,
porque fue Jesús el que más insistió en el infierno.
REFLEJA EL AMOR DE DIOS
¿Por qué Jesús habló sobre el infierno más que otra persona en la Biblia? Porque Él quería hacernos
ver que lo que iba a sufrir en la cruz era para evitar que fuéramos al infierno, y
eso refleja el inmenso amor de Dios:
Juan 3:16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo
unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida
eterna. 3:17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo,
sino para que el mundo sea salvo por él.
Dios no envió a su hijo a
condenarnos, lo envió a salvarnos de ir al infierno. En la cruz, el castigo de Jesús fue horrible:
azotado, herido, desfigurado, ensangrentado, obligado a cargar una cruz, probablemente cubierta
de la sangre, heces y orina de los otros hombres que habían sido crucificados previamente. Colgado allí en un inmenso dolor, y asfixiado lentamente hasta la muerte
¿Crees que eso fue bonito para Jesús?
La peor parte fue la separación del Padre que Jesús sintió,
separación que era el mismo infierno. “Dios mío, Dios mío”,
clamó: “¿Por qué me has abandonado?” (Mateo 27:46). Durante todo esto, Jesús estaba viviendo el infierno de nuestros pecados
en Su cuerpo.
Los escépticos piensan que el infierno es una gran mancha en el amor de Dios, sin embargo, la Biblia lo presenta como todo lo contrario; el infierno más bien magnifica
el amor de Dios al mostrarnos lo lejos que fue Dios y todo lo que tuvo que pasar su unigénito hijo para salvarnos de ir al infierno.
INDICA QUE EL ESPÍRITU ES ETERNO
Cuando Dios
creó al hombre, lo creó a su imagen y semejanza (Génesis 1:26). Que sea a su imagen significa que Dios es reflejado
en el hombre y que sea a su semejanza significa que el hombre tiene la misma
naturaleza de Dios. Es decir, Dios es
Espíritu (Juan 4:24) y por lo
tanto los hombres también somos
espíritus.
Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la
tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente
(Génesis 2:7).
Ese aliento de
vida es el espíritu del hombre
porque la misma palabra de Dios dice en Juan
6:63 que el espíritu es el que da vida.
Eclesiastés 12:7 y el polvo vuelva a la tierra, como era,
y el espíritu vuelva a Dios que lo dio.
El hombre es un
espíritu que vive en un cuerpo y tiene un alma (voluntad, sentimientos, mente).
Cuando el hombre muere, lo que muere es
el cuerpo, el cual vuelve al polvo.
El espíritu sobrevive a la muerte del cuerpo porque es eterno y viaja al lugar que Dios les
tiene preparado, ya sea al paraíso o al infierno.
Como ya vimos, Jesús dijo que no tuviéramos miedo de la
muerte del cuerpo sino que tuviéramos miedo de que espíritu fuera enviado al
infierno ¿Si ser enviados al infierno solo significa muerte y no tormento
eterno, por qué tener miedo?
Romanos 8:18 Pues tengo por
cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria
venidera que en nosotros ha de manifestarse.
Dice el apóstol Pablo que las aflicciones del
tiempo presente no son comparables con la gloria
venidera. Esto es para los espíritus que viajarán al paraíso luego de su
muerte.
Tampoco son comparables los disfrutes del pecado y
el vivir sin Dios con el sufrimiento
eterno que ha de manifestarse para los que viajen al infierno.
Hay un buen número de cosas que no vale la pena
preocuparse si solo vamos a vivir 80 años, pero hay algo que debe preocuparnos
seriamente si vamos a vivir eternamente y ese algo es el futuro de nuestro
espíritu. Podría ser literalmente infernal una eternidad en el infierno. De
hecho, el infierno es el término técnico
preciso y correcto para lo que eso sería.
DIOS NO ENVÍA A NADIE AL INFIERNO
El infierno es la culminación de “rechazar a Dios”, pero más que todo el “rechazar a su hijo”.
Romanos
3:23 dice que “todos
pecamos y estamos destituidos de la
gloria de Dios”, es decir, nos hemos ganado con justo merecimiento el
castigo eterno en el infierno.
Pero gracias a Dios, que el
versículo siguiente dice: “siendo justificados gratuitamente por su
gracia” (Romanos 3:24).
Por su gran amor, Dios envió a
su hijo a salvarnos (Juan 3:16), no
lo envió a condenarnos porque ya estamos condenados, lo envió a salvarnos, lo
hizo pasar por un sufrimiento enorme e inmerecido para que la culpa de nuestros
pecados cayera sobre él y su justicia cayera sobre nosotros.
Dios puede perdonar tus
pecados, pero no va a perdonar que rechaces su gracia, que le digas no a aquel que dio su vida para evitar
que fueras al infierno.
Tenemos dos opciones: creer en Jesús o no creer. Dios te está ofreciendo una salida. Él te está
diciendo: “no quiero que vayas al
infierno a pagar por tus pecados, acepta por favor el perdón gratuito que da la
sangre de Jesús”.
Si dices: “Yo no quiero ese perdón”, estás queriendo por tu propia
voluntad ir al infierno. Dios no te está enviando, tú te estás enviando.
Dios no te envía al infierno, tú te envías por tu
propia voluntad, eres tú el que escoge ir al infierno, rechazando la gracia que
te da la visa al cielo.
DIOS NO QUIERE QUE VAYAS AL INFIERNO
La gran verdad es que
Dios no quiere que nadie vaya al infierno. En
otro sentido, todos los
caminos de Dios son verdad justos,
él quiere justificarte en Cristo Jesús.
Podemos estar tentados
a estallar en rabia contra Dios
porque hay un infierno. ¿Qué, pues,
diremos? ¿Hay injusticia en Dios? (Romanos
9:14). No, no hay ninguna injusticia en Dios.
Ezequiel 33:10 Tú, pues,
hijo de hombre, di a la casa de Israel: Vosotros habéis hablado así, diciendo:
Nuestras rebeliones y nuestros pecados están sobre nosotros, y a causa de ellos
somos consumidos; ¿cómo, pues, viviremos? 33:11 Diles: Vivo yo, dice Jehová el
Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su
camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué
moriréis, oh casa de Israel?
Dios no quiere la muerte del impío, Dios no quiere que nadie vaya al infierno, lo que quiere es que el impío se vuelva de su camino para evitar el
castigo del infierno.
Dios no te está pidiendo
que te esfuerces a través de tu comportamiento para que evites ir al infierno,
Dios no te está pidiendo que seas mejor persona, Dios no te está pidiendo que
te sacrifiques de nada, lo que te está
pidiendo es que aceptes el sacrificio de
Cristo en la cruz ¿Es mucho pedir?
Isaías nos recuerda que todos aquellos
que están actualmente “enojados contra Dios” llegarán
ante Él en el último día y serán avergonzados, no reivindicados (Isaías 45:24).
En aquel
momento se darán cuenta de lo perfecto que son los caminos de Dios. Cada vez que Dios es comparado
con un ser humano en la Escritura, Dios es el más piadoso de los dos.
Efesios 1:3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que
nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo,
1:4 según nos escogió en él antes de la
fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él.
Al leer las escrituras, nos
sorprendemos de que desde la fundación del mundo Dios nos escogió para que
fuésemos santos y sin mancha delante de él.
El deseo eterno de Dios es limpiarnos de todo pecado para que podamos
disfrutar de su presencia y de su gloria. Dios no nos escogió desde la
fundación del mundo para enviarnos al infierno, esa no ha sido nunca su
voluntad.
Juan 1:12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre,
les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; 1:13 los cuales no son
engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino
de Dios.
La voluntad de Dios es que
todos crean en el nombre de Jesús y lleguen a ser sus hijos. Si no nos
convertimos en sus hijos y elegimos el
infierno es por nuestra propia voluntad, no es por la voluntad de Dios, su
voluntad es lo contrario.
DIOS QUIERE SACAR EL INFIERNO DE NOSOTROS
Por último, algunas personas ven como un problema la
amenaza del infierno como una forma de obligar a la gente a creer
en Cristo. Es como si Dios estuviese
diciendo, “Crees o sufrirás las consecuencias”. Y eso parece manipulación,
pero es por nuestro bien.
Ahora, si las personas se convierten a Dios simplemente porque tienen miedo de ir al infierno al morir, sin entregarle
su corazón al Señor, entonces odiarán estar en el cielo, porque solo los que aman y confían en Dios disfrutarán del cielo ¿No es
cierto?
Cuando no
tenemos a Dios en nuestro corazón, lo que tenemos es al infierno.
Si no amas al Padre, entonces
vivir en la casa del Padre es como un infierno, sería como que te obliguen a casarte con alguien con quien no quieres.
La única manera de que disfrutes
del cielo es cuando aprendas
a amar y confiar en Dios.
Cuando entiendas el amor de Dios, no solamente querrás amarlo, sino servirle en
agradecimiento.
Solo una experiencia del amor de Dios puede cambiar
tu corazón para crear amor y confianza en Dios. No es suficiente
que Dios te saque del infierno; Él debe sacar el infierno de ti.
Espero que hayas
comprendido estas grandes verdades, que te quede claro que Dios no hizo el
infierno para ti. El infierno fue creado para el diablo y sus ángeles, pero el
que rechace el amor de Dios terminará con ellos.
“Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus
pecados, invocando su nombre? (Hechos 22:16)
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