lunes, 22 de mayo de 2017

NO JUZGUES PARA QUE NO SEAS JUZGADO

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Jesús dijo: “no juzgues para que no seas juzgado” ¿Pero que es realmente lo que eso significa? La pregunta nace porque muchos usan esa frase de Jesús para callar las bocas de los que están observando sus malas obras”
La palabra “juzgar” viene del griego “krino”, que contiene varios significados: “distinguir”, “acusar”, juzgar”,considerar,cuestionar”,criticar”, “condenar”, entre otros ¿Cuál usó Jesús.

Mateo 7:1 No juzguéis, para que no seáis juzgados. 7:2 Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. 7:3 ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? 7:4 ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? 7:5 ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.

En el contexto del pasaje podemos ver que Jesús se está refiriendo a las personas “hipócritas”, en especial a los religiosos moralistas que están esperando que alguien cometa un pecado para señalarlo, y sin embargo ellos viven cometiendo los mismos pecados.
Son los famosos “santulones” que teniendo techo de vidrio o rabo que les majen, aun así abren sus bocotas para acusar a otros. Un borracho juzgando a un borracho, un adúltero juzgando a un adúltero, podrían ser algunos de los ejemplos.  El significado de juzgar  en este caso  es “condenar” o “acusar” a otros tal y como lo hacían los escribas y fariseos.
Eso lo  vemos claramente cuando le trajeron a Jesús una mujer sorprendida en adulterio. La tiraron a sus pies y le dijeron: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?” ¿Qué dijo Jesús? “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella”. Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio.  Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: “Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?” Ella dijo: “Ninguno, Señor”. Entonces Jesús le dijo: “Ni yo te condeno; vete, y no peques más” (Juan 8:3-11)
Los escribas y fariseos juzgaron a la mujer adúltera y la condenaron a morir a pedradas, olvidando que ellos eran quizás más pecadores que la mujer adúltera. Jesús se los hizo ver con tan solo una frase” “el que esté sin pecado que arroje la primera piedra”. Y Jesús no la condenó.
Todos somos pecadores, el que diga que no peca es un mentiroso (1 Juan 1:6), de tal manera que ningún ser humano puede juzgar a otro en el sentido de condenarlo por sus pecados.
A eso se refería Jesús y lo sabemos porque el evangelista Lucas al referirse al mismo momento de Mateo 7:21 escribe: “No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados (Lucas 6:37).
Como vemos, Lucas aclara lo escrito por Mateo y agrega “no condenen” y “perdonen”  para que nos quede claro que cuando Jesús habla de juzgar se está refiriendo a aquellos que condenan a los prójimos en lugar de perdonarlos.
Una crítica consiste en juzgar a otra persona y esa crítica puede ser constructiva o destructiva. Es destructiva si condena, pero es constructiva si se usa como corrección. Yo puedo decirle a una persona: “eso no es así, eres un bueno para nada”. Esa frase es una crítica y una condena a la vez. O puedo decirle “eso no es así, ven y te explico la manera correcta”. Eso no es una crítica, es una corrección.
No podemos juzgar a nadie en el sentido de condenarlo por sus pecados o de criticarlo destructivamente porque todos somos pecadores y todos cometemos errores.
El gran problema es que muchos falsos maestros o falsos profetas utilizan las palabras de Jesús con el propósito de callar las bocas de aquellos que se oponen a sus falsas doctrinas.
Uno de ellos, muy famoso que es piloto, no digo su nombre para que no digan que lo estoy juzgando, y quien es el padre del falso evangelio de la prosperidad, ha dicho que  cuestionar sus enseñanzas o prácticas es juzgarlo y que Dios ha juzgado a todos aquellos que lo han juzgado. “Algunos murieron prematuramente o están enfermos de cáncer” por haberme juzgado”, ha dicho.  
Otro muy famoso, de pelo cano, que hace que toda la congregación se caiga al suelo cuando sopla, tampoco voy a decir su nombre, ha dicho: “El día viene cuando aquellos que me ataquen se caerán muertos. Dios dice:No toquéis mis ungidos”. Hablo esto bajo la unción. ¡Ay! de los que tocan a los siervos del Señor! Van a pagarlo muy caro”.
Vea usted que estos falsos maestros defienden sus también falsas doctrinas con la frase “no me juzques para que no seas juzgado
Pero la frase de Jesús no se aplica en estos casos, porque nadie los está juzgando en sus personas, a nadie le importa si pecan o no pecan, lo que están es cuestionando sus falsas enseñanzas y ante ello no hay que callar porque Jesús no lo hizo.
A Jesús, lo azotaron, lo escupieron, lo ofendieron, lo condenaron injustamente, lo clavaron en una cruz y le dieron muerte, por poner al descubierto la falsedad de los escribas y fariseos,  pero Jesús resucitó y sus palabras siguen teniendo eco en todo el universo. Bendito sea el Señor.
Jesús  juzgó la hipocresía de los escribas y fariseos, usando palabras ásperas contra ellos. Si Jesús nos dice que no juzguemos para no ser juzgados, ¿por qué el juzga y señala de una manera tan grosera? ¿Se contradice Jesús o hay algo que no entendemos?
Jesús no se va a contradecir, hay algo que no entendemos y ese algo es que Jesús no los estaba juzgando por sus pecados porque él no vino a juzgar ni a condenar al mundo, él vino para que el mundo fuera salvo por él (Juan 3:17). Pero para salvar al mundo se necesitaba que el mundo conociera la verdad y la verdad estaba siendo prostituida por los escribas y fariseos y Jesús debía enfrentarlos.
Ellos eran los guías espirituales de un pueblo, y los guías espirituales deben ser enfrentados cuando prostituyen la verdad.  Jesús les dijo:

Mateo 23:13 escribas y fariseos, hipócritas! porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando. 

Este es el mayor problema de esos falsos maestros, ni entran al reino de los cielos ni dejan entrar a nadie.

Mateo 23:14 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque devoráis las casas de las viudas, y como pretexto hacéis largas oraciones; por esto recibiréis mayor condenación.

El gran pecado de los fariseos no era que incumplieran los mandamientos, era que usaban la palabra de Dios para “devorar” la viudas.
Mateo 23:15 Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros.

El Señor los tildó de hipócritas, de guías de ciegos, de necios, de injustos, de faltos de misericordia, de ladrones. Y adornó sus palabras con títulos como “sepulcros blanqueados”, “serpientes” y “generación de víboras” (Mateo 23:16-33). 
Jesús no juzgó a la gente corriente, Jesús juzgó a los escribas y fariseos porque ellos actuaban en nombre de su Padre.  Jesús los enfrentó y les señaló sus errores en la cara, él no se anduvo por las ramas, dijo lo que tenía que decir sin adornar nunca sus palabras y  espera que nosotros hagamos lo mismo con aquellos líderes religiosos que prostituyen la verdad del evangelio.  

Juan 2:13 Estaba cerca la pascua de los judíos; y subió Jesús a Jerusalén, 2:14 y halló en el templo a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas allí sentados. 2:15 Y haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos, y las ovejas y los bueyes; y esparció las monedas de los cambistas, y volcó las mesas; 2:16 y dijo a los que vendían palomas: Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado. 2:17 Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa me consume.

En esta ocasión, Jesús encontró un montón de comerciantes y cambistas en el templo de Salomón. Entonces, hizo un azote de acuerdas y los echo a todos fuera  y esparció sus pertenecías por el piso. Jesús dijo; "Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre un mercado".
Jesús no azotó a los comerciantes comunes y corrientes que se encontraban en las calles de Israel, Jesús azotó a los que comerciaban en el templo con las cosas sagradas.
¿Qué haría Jesús con los ministerios cristianos actuales en donde te venden aceites para la mala vibra y para todo tipo de cosas. O aquellos ministerios de las indulgencias modernas, que negocian con la gracia, ofreciendo  sanidad, estabilidad económica a cambio de una suma de dinero?
¿Debemos callarnos o actuar como Jesús? Cuando Jesús vio a los comerciantes de la fe, no se anduvo por las ramas. No dialogó, no convenció a nadie, simplemente los echó a latigazos.
Cuando Jesús actuó de esa manera, sus discípulos no se acordaron de Mateo 7, más bien se acordaron del  Salmo 69:9 que dice: “Porque me consumió el celo de tu casa”.
En el momento que Jesús echó a los comerciantes, se estaba cumpliendo lo profetizado en el salmo 69. Los apóstoles pudieron ver el cumplimiento de esa profecía y entendieron que Jesús no estaba juzgando los pecados de nadie, sino que estaba haciendo lo que haría cualquier “Hijo” celoso de las cosas de su Padre.
Jesús, simplemente estaba defendiendo los intereses de su padre. Esa era la casa de su Padre, no era el mercado, así se sencillo.
Y quiero recordarte, que si eres un hijo de Dios, estás obligado a defender los intereses de tu Padre celestial aunque te digan “no juzgues para no ser juzgado”. Si no lo haces, no mereces llamarte hijo de Dios.
A mí me han señalado muchas veces porque supuestamente he juzgado a alguno que otro pastor o evangelista. Pero yo no he juzgado a nadie, no me he metido con sus vidas, solamente he cumplido con mi obligación de poner  en evidencia sus errores doctrinales; la que juzga a estos falsos maestros es la misma palabra de Dios.
Ninguna persona, en especial uno que se diga cristiano puede juzgar a otro por sus pecados, ni por sus errores o fallos porque todos somos pecadores.
Pero y de igual manera, ninguno que se diga cristiano puede quedarse callado y hacerse el tonto cuando los intereses de nuestro Padre están siendo violados.
Nunca debemos juzgar ni entrometernos en los asuntos de los demás, pero debemos defender con celo la palabra de Dios que está siendo adulterada.
Un padre de familia, no tiene por qué meterse en la educación de un niño de otra familia. Ni siquiera debe opinar, pero en el caso de su familia,  debe  sacar el azote de cuerdas como lo hizo Jesús.
Desdichadamente, la enorme mayoría de cristianos escuchan al Papa católico decir cosas que contradicen la palabra de Dios y callan. Escuchan a un pastor torcer las escrituras a su gusto y callan. Hacen eso por temor o para que no les digan “no juzgues para que no seas juzgado”.

Mateo 7:15 Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. 7:16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? 7:17 Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. 7:18 No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. 7:19 Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. 7:20 Así que, por sus frutos los conoceréis.

Guárdense de los falsos profetas que vienen a ustedes vestidos con piel de oveja pero por dentro son verdaderos lobos rapaces, tengan cuidado con ellos”, dijo Jesús ¿Cómo cuidar nuestras ovejas de ellos si no los delatamos públicamente? 
Y Jesús nos enseña, que podemos identificar a esos falsos maestros por los frutos. Los falsos no dan fruto porque nadie tiene un nuevo nacimiento al recibir falsas enseñanzas.
Por ejemplo, muchos pastores y evangelistas evangélicos  enseñan que “el que creyere será salvo, el que no creyere será condenado”.   Esa es una media verdad, porque la verdad absoluta de Dios es: “el que creyere y se bautizare será salvo, el que no creyere será condenado” (Marcos 16:16).
Si una persona no se bautiza, no se salvará. Al enseñar esa media verdad que se termina convirtiendo en mentira, los creyentes que los escuchan no llegan a alcanzar la salvación.
Los falsos profetas no dan fruto, son estériles y debemos arremeter contra ellos porque la esterilidad espiritual se pega. Lo cierto es que no la arremetemos contra ellos sino contra sus enseñanzas. Debemos delatarlos con nombres y apellidos, sino de nada sirve, y no con palabras adornadas, sino con palabras ásperas que denoten la autoridad que Jesús no ha dado.
Otro ejemplo de falsos profetas son los Papas católicos. Ellos han adulterado los diez mandamientos,  han eliminado el primero y el segundo mandamiento que se encuentra en Éxodo 20:3-5  y los han sustituido por otros, para que los fieles no se enteren que Dios aborrece que tengamos otros dioses, llámense santos o vírgenes y nos inclinemos ante sus imágenes y les demos honra ¿Por qué debemos delatar esa adulteración de la palabra de Dios? ¨porque los que practican esas cosas  tendrán su parte en el lago de fuego que arde con azufre (Apocalipsis 21:8) y es nuestra responsabilidad advertirlos.  
Eso no es juzgar, eso no es criticar, eso es prevenir a los fieles de lo que puede sucederles si les ponen atención a los falsos profetas. ¿Debemos callar? Claro que no, debemos denunciarlos a la luz de la palabra de Dios. Desgraciadamente, la mayoría de los creyentes se lavan las manos como Pilatos por miedo al qué dirán.
Yo he usado palabras ásperas contra los que dicen ser pastores o sacerdotes pero que enseñan un evangelio pervertido. ¿Me debo presentar ante ellos con palabras suaves? ¿Eso fue lo que hizo Jesús? Claro que no, a ellos se les habla duro y claro, se les habla con autoridad.

Juan 7:24 No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio.

Eso sí, el criterio que emitamos, y que algunos le llamarán juicio, debe de ser justo. ¿Cuál es el justo juicio? El que se basa única y exclusivamente en la palabra de Dios. Si el juicio se realiza bajo alguna otra base, ya sea lo que pensamos, ya sea una tradición, sería un juicio injusto. El diccionario dice que un juez es "uno que declara la ley". 

Isaías 8:20 A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido

A millones de pastores en el mundo no les ha amanecido. Siguen en oscuridad. A la ley y al testimonio significa, que toda enseñanza debe conformarse total y absolutamente a la palabra de Dios. Si no es así, viene de un falso profeta. Un pequeño error doctrinal puede ser suficiente, recordemos que un poco de levadura leuda toda la masa.

Gálatas 1:10 Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.

Debemos apropiarnos de las palabras de Pablo. Los siervos de Dios no estamos para quedar bien con ningún hombre sino únicamente con Dios,  aunque digan que estamos juzgando.

Gálatas 2:11 Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar.

Pedro era Pedro, fue a quien Jesús le dio las llaves del reino de los cielos. Era uno de los doce apóstoles de Jesús. Por su parte, Pablo había perseguido a los cristianos hasta matarlos. Sin embargo, Pablo resiste a Pedro, lo enfrenta con la palabra de Dios y le dice que es culpable de prácticas no escriturales.  Tal vez Pablo, por la persecución que había hecho contra la iglesia, no tenía autoridad ante Pedro, pero, su autoridad estaba en la palabra de Dios. 
Si la pureza e integridad del evangelio está en peligro, no tenemos otra opción más que delatar el error y nombrar al culpable, sea quien sea. Eso no es juzgar, es celar los intereses de nuestro Padre celestial.

Escucho decir a las personas, que ellas aman a Dios. Sin embargo, los intereses de Dios no son sus intereses. La búsqueda del Reino no es su prioridad. Creen que con asistir una vez a la semana al culto y dar una limosna ya cumplieron con Dios. Un partido de futbol es más importante que el estudio bíblico. Cualquier cosa puede desviarles su atención hacia las cosas de Dios. Pierden la fe muy fácilmente. Algunas viven en temor.  Y si les decimos algo sobre su comportamiento, inmediatamente se acuerdan de “no juzgue para no ser juzgado”. A mí, solo Dios me pondrá una mordaza.  

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